Mi última Sonata - Cap.16º - El Fin de las Amas
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capítulo 15º
El Fin de las Amas
“Tranquilo Jesús, tu padre ha venido para ayudarnos”.
“Pero que hacéis, haréis enfadar al Ama y me castigará”
Dice Jesús, con incipientes temblores y voz asustada.
Su madre viendo la paranoia de su hijo, obliga al Ama a que de la señal para que vuelva a su reclusión.
Jesús sin más palabras gira sobre sí mismo y vuelve a meterse en el cajón donde el Ama le mandó retirarse.
“Penélope, que ocurre aquí, nuestro hijo se pasea desnudo, y todo el mundo aquí va desnudo”.
“Ahora te cuento, pero no saques la navaja del cuello de la chica hasta que yo te avise”.
“Tu vieja, enséñame donde tenéis vuestros juguetes”.
Esta le lleva hasta un gran armario que hay en la pared, lo abre y se ve que está completamente lleno de artilugios de bondage. Penélope coge un rollo de cinta adhesiva para embalaje y empieza a envolver a la vieja Ama con él. Coloca ambos brazos en la espalda y los envuelve con la cinta y dando varias vueltas por el cuerpo de la vieja, la deja inmovilizada de la parte superior del cuerpo. Seguidamente da varias vueltas con la cinta en las piernas, dejando completamente inmovilizada a la mujer.
“Tu, ven aquí si no quieres que mi marido le raje la garganta a tu hija”.
Dice dirigiéndose al Ama Sara. Esta acude rápidamente donde está la madre de Jesús, y esta hace la misma operación que ha hecho con la vieja Ama y ambas quedan completamente inmovilizadas. Entonces con un pequeño golpe en las piernas las hace caer al suelo. Se dirige donde está su marido con la Ama Alba, y hace con ella lo mismo, dejándola también inmovilizada y tumbada en el suelo.
“Ahora con tranquilidad te voy a contar que es lo que ha pasado”.
Yo y como yo todos mis compañeros, estamos completamente descolocados, y temerosos de lo que pueda acontecer.
Mientras Ricardo y su mujer Penélope se instalan en la mesita que usaban las Amas, y Penélope le cuenta todo lo sucedido desde que llego a la casa con su hijo.
“Pues gracias a que decidiste que espiara el encuentro con tu hijo, no hubiera nunca imaginado nada igual”.
“Es que de la manera que me habló por teléfono, me hizo pensar que había algo raro, por esto te dije que vigilaras donde íbamos y si por la mañana no habíamos regresado nos fueras a buscar”.
“Cuando la chica me ha abierto y he preguntado por vosotros y me ha dicho que aquí no estabais, acostumbrado a los líos de los traficantes de droga, he pensado lo peor, y por eso la he cogido y amenazado con la navaja”.
“Yo estaba en la habitación de la vieja por lo que ya te he contado. Hasta allí han llegado los gritos de la chica y todos hemos salido y acudido al vestíbulo”.
“Por eso al veros bajar, tu completamente desnuda y las otras dos medio desnudas también, les he avisado de que le rebanaba la garganta a la chica sino os detenías inmediatamente”.
“Tu aviso las a acobardado, al ver el miedo en sus caras, mi cabeza a reaccionado y han perdido el poder que habían conseguido sobre mí. No tenían poder, ahora lo tenías tú, con tu navaja en el cuello de su querida hija y nieta”.
“¿Y al niño que le pasa? Me ha parecido un zombi”.
“Esto va a ser bastante complicado, Jesús esta aterrado por lo que le habrá hecho la vieja, tendremos que pensar como lo recuperamos, necesitamos saber todo lo sucedido, y esto solo nos lo pueden explicar los que estaban aquí, por esto he obligado a la mujer a que mandara inmovilizarlos a todos, no hubiéramos podido contenerlos si estuvieran sueltos”.
Y dirigiéndose a las mujeres que tiene en los suelos, pregunta:
¿Dónde están los mandos y las llaves con las que hacéis funcionar este tinglado? Ya podéis entregarme todo lo necesario para manejarnos aquí. ¿O esperamos a que el hambre y la sed os hagan ser más colaboradoras?
“Con este mando que está en el suelo, funciona todo el sistema electrónico, las demás llaves están en la arqueta al lado de la salida del ascensor, el mismo mando abre la arqueta”.
Es la voz del Ama Sara la que se ha oído.
Penélope se dirige hacia el ascensor, acciona la tecla que dice llaves, del mando que ha recogido del suelo, se oye un clic y la arqueta de la pared se abre automáticamente. Hay gran cantidad de llaves, cada una con un número y un nombre.
“¿Quién es el nº 8?”.
“Soy yo señora”.
Respondo levantando la mano.
“Vaya, el vejete silencioso, que siempre está observando lo que ocurre. Tu servirás para mis propósitos”.
La mujer va al armario donde están los artilugios, saca un cinturón de bondage, con anclaje de muñecas a la espalda, viene donde estoy anclado a la cadena general, y me instala el cinturón y ancla mis muñecas a la espalda.
“Cualquier precaución es poca con esta gente. Hasta que no sepamos todo lo que pasa en esta casa no podemos fiarnos de nadie. Ahora que esta inmovilizado, lo liberaré de la cadena para tener una charla con él”.
Mientras va hablando abre el anillo de mi tobillo y me libera de la cadena donde están todos anclados.
“Como te llamas”. Pregunta.
Yo me doy cuenta de que me había identificado con el número 8, reacciono con lentitud y extrañeza.
“Ramón, señora”.
“Bien Ramón, ven a sentarte con nosotros y explícanos todo lo que sepas referente a esta casa”.
“Nos sentamos en la mesita de la sala y empiezo a contar todo lo que yo he visto desde mi llegada a la casa”.
“¿O sea que tú te entregaste a la que llamas Ama Sara voluntariamente?”
“Si, señora. Su presencia me fascinaba y entregaba mi voluntad con ansia de servirla y agradarla. Es algo inexplicable ahora que la veo tendida en el suelo e impotente”.
“Lo que cuentas, que le ha hecho la puta vieja a mi hijo no tiene perdón y lo pagará con creces, pero el problema está en hacer que Jesús recupere la razón y su personalidad, parece que lo vivido le ha producido un fuerte trauma”.
“Padre, tenemos que conseguir que Jesús, supere el terror que siente ante la mujer que le ha torturado. Tendremos que demostrarle que es una insignificante persona que solo suplica nuestra piedad. Puede que tu afición y arte en el bondage, que tanto te gusta, nos sirva ahora para algo positivo, aquí encontrarás todo lo necesario para desarrollar tus habilidades”.
“Bueno déjame 2 o 3 horas con ellas y te las dejaré como un presente de calidad”.
“Mientras yo iré a inspeccionar por el piso. Me llevaré al vejete para que me ayude en lo que haga falta. ¿De acuerdo Ramón?”.
“Como usted mande”.
Ahora que parece que el poder de mi Ama ha desaparecido, me encuentro con ansias de sustituirla y he estado a punto de dirigirme a la señora como “Mi Ama”.
“Bien, vamos a subir al piso a ver qué es lo que pueda servirnos mientras estemos en esta casa. Tendrás que ponerte algo encima, no vas a venir conmigo desnudo como vas”.
Al coger conciencia de mi desnudes delante de tan hermosa mujer, mi sexo me delata dilatándose copiosamente.
Ella percibe la rigidez de mi pene y jocosamente dice:
¿No estarás fantaseando conmigo?
“No, mi Ama, quiero decir señora”.
El deseo me ha traicionado, ella se vuelve hacia mí me contempla en toda mi desnudes y dice:
“Igual me gusta tener un esclavo para mis caprichos, probaremos, si lo encontramos satisfactorio y mi marido no se opone. Ven arrodíllate ante mí y besa mis pies”.
“Gracias, mi Ama”.
Respondo con euforia, al tiempo que me postro a los pies de la hermosa mujer a los que beso con pasión, sintiendo un placer interior y sexual que embarga todo mi ser, haciéndome consiente del disfrute de mi condición de sumiso.
“Seré el mejor esclavo para vos y disfrutaré de que me useis para vuestros caprichos”.
“Aprende a no hablar si no te autorizo, y ahora sígueme desnudo como vas, en tu nueva condición es lo más apropiado”.
“Si, mi Ama”.
Digo sintiendo nuevamente una euforia interior que me trastorna, al ser consciente de mi desnudes delante de ella, noto como se contrae mi estomago por el placer.
Subimos por el ascensor al piso superior, y mi nueva Ama registra habitación por habitación y mueble a mueble todo lo que encuentra. Yo la acompaño y le sirvo en pequeñas cosas, como limpiar o ir a tirar cosas a la basura.
Ahora está repasando discos, cintas y disquetes que llenan el mueble anexo a un gran equipo de música.
“Esto me está gustando, aquí hay muchas de las piezas que más me gustan. Pondremos el equipo en marcha, para tener siempre una suave música de fondo”.
Mientras esta insertando un disquete en la ranura del aparato y empieza a sonar por toda la casa, la conocida Sonata "Appassionata" de Beethoven .
“Sabes que es esta música? La Sonata para piano n.º 23 en fa menor, "Appassionata" de Ludwig van Beethoven . A mí me apasiona oírla y me transporta. La llamada música clásica es mi pasión, pero esta sonata me transporta”.
Mientras, se ha reclinado en una cheslong que esta frente al aparato de música, cerrando los ojos y pienso que trasportada a otras fantasías.
“Ven, acaricia y besa mis pies para relajarme por completo”.
Yo acudo eufórico a cumplir una orden tan deseada, y me afano en ser lo más suave posible, para no romper el ensueño que vive mi Ama. Nunca hubiera imaginado en ella esta sensibilidad por la música clásica.
Estamos así los aproximados 25 minutos que dura la sonata.
“Te encargarás de poner 2 sonatas por la mañana y 2 por la tarde, sin repetirlas hasta que se acaben”.
“Así lo haré, mi Ama”.
“Ahora bajaremos al sótano a ver que ha hecho mi marido con las 3 mujeres”.
Ella se levanta y descubre mi excitación, producida durante el tiempo que he estado acariciando su cuerpo como me mandó. Siento algo de vergüenza ante el desamparo de mi desnudes. Ella me mira descaradamente y alarga su mano cogiendo mi pene con toda naturalidad, acariciándolo suavemente haciendo estremecer todo mi cuerpo.
“Tienes un aparato apreciable y de buen trato, ¿te gusta que te lo toque, verdad bribonzuelo?”
“Si, mi Ama, muchas gracias mi Ama, por el placer que me otorga”.
El delicado contacto de su mano pone más rigidez a mi pene por momentos, al tiempo que noto que estoy lubrificando de manera exagerada.
“Contigo no hará falta vaselina, tienes la fábrica muy a punto”.
La naturalidad como me habla y la suavidad con que está tocando mi pene parece que calma algo mi deseo de lujuria.
“Luego are que alguna de tus compañeras alivie tus deseos”.
“Mis deseos solo están dirigidos a vos, mi Ama”.
“Eso tendrá que esperar, a no ser que quieras enfrentarte con mi marido”.
Perdón, no pretendía ofender, solo que en mis ansias y fantasías solo estáis vos.
“Cuando estemos en el sótano no te permitiré estas intimidades. No creas que no tengo carácter de dominante, te vas a sorprender”.
“Estoy seguro, señora, de que así será”.
“!!! De rodillas¡¡¡ y con la cabeza en el suelo, se acabó lo de señora, soy tu Ama y como tal me tratarás. En el sótano te voy a castigar para que sepas cuál es tu lugar.
“Si, mi Ama, lo que usted disponga”.
Y me someto con rapidez a los pies de mi nueva Ama. No es una orden para mí, es un regalo.
“Si te has creído que puedes vacilarme, no sabes con quien estas tratando, a las buenas soy la mejor, pero a las malas también, tú mismo lo vas a comprobar. Y ahora bajaremos ya al sótano”.
Cogemos el ascensor y descendemos al sótano. Frente de la salida del ascensor, hay 3 bultos que cuelgan del techo.
“Sorpresa, sorpresa. ¿Qué te parece mi trabajo?”
Son las tres Amas que cuelgan como tomates emparrados, completamente comprimidas por las cuerdas que envuelven sus cuerpos.
“Este lugar es una delicia, hay todo lo necesario para hacer un buen trabajo de bondage”.
Dice Ricardo, mientras voltea a las mujeres que cuelgan de las cuerdas.,
Haz hecho un buen trabajo cariño, aquí podrás disfrutar de tu afición, pero ahora debemos pensar que es lo que más nos conviene hacer. De momento tú tienes que ir a buscar a Marta, que ya estará en casa esperando que lleguemos. La vas a buscar y la traes aquí, nos instalaremos unos días hasta que solucionemos el problema de Jesús. Recoge también toda la droga que puedas, puede sernos útil con estas sádicas colgadas. Y ahora fíjame a este desgraciado al potro que hay al fondo de la sala, lo he tomado como esclavo y voy a darle la primera lección. No preguntes después te explicaré lo que he pensado hacer para recuperar a Jesús”.
Definitivamente mi Ama Penélope ha tomado el mando de la situación con toda autoridad.
Ricardo me coge del brazo y me lleva hasta el potro, me coloca sobre él y ancla todas mis extremidades, dejándome completamente al capricho de cualquiera.
“Ya me explicaras que haces paseándote con este viejo desnudo, y por qué quieres tenerlo inmovilizado”.
“Ya te he dicho que luego te explicare lo que vamos a hacer, ahora vete a buscar a la niña y no te olvides de traer toda la droga que puedas”.
“Vale, pero piensa que tardare bastante si quieres que recoja una buena cantidad de droga”.
“Tienes todo el día por delante, pero consigue la mayor cantidad posible, si es heroína mejor. Anda vete de una vez, y cuando regreses llámame al móvil para que suba a abrirte la puerta”.
Ricardo se va y mi nueva Ama se acerca donde me han dejado atado, con mi espalda y nalgas completamente expuesta al alcance de cualquiera.
“No te creas que no tengo condiciones de Domina, es una de mis fantasías, pero la realidad no me permitía realizarlas. Ahora voy a disfrutar de mis deseos y tu conocerás mis verdaderas condiciones de Dominatrix”.
Y recibo el primer latigazo, con una fuerza inesperada y de algo completamente duro, que siento desgarra la piel de mi espalda.
“¿Resistirás 20 latigazos como este, vejete?”.
Al tiempo que me enseña el látigo con el que me azotó. Es un látigo de los que llaman de 7 colas y que lleva adheridas pequeñas bolas de plomo que hacen desgarrar las carnes.
“Para mí se acabó el juego, el espanto se apodera de mí, la impotencia me lleva al miedo y este a intentar apaciguar a mi Ama suplicándole sin vergüenza”.
Piedad, mi Ama, apiadaos de este pobre viejo y de sus impertinencias, solo deseo serviros y hacer todo lo que sea de vuestro agrado.
Pero las suplicas no tienen efecto, y los latigazos caen fuertemente sobre mi espalda y mis nalgas, algunos de los cuales dan también en mi escroto que está completamente colgando. Ahora mis gritos son angustiosos y la cabeza se me funde.
Despierto completamente mojado y con una quemazón horrible en toda mi espalda y en mis nalgas. Me veo en el espejo que hay siempre frente a los lugares de tortura, mi espalda y mis nalgas están negras y ensangrentadas, el dolor es insoportable.
“Parece que me he pasado un poco, pero mis ansias y deseos de mucho tiempo, han quedado satisfechos. Siento el poder, y esto me produce una sensación mayor y más fuerte de la que podía imaginar”.
“Abra que hacer algo contigo, para curar estas heridas. Me parece que una tal Marisa es la que siempre se cuidaba de estos menesteres.”
Y en voz alta se oye ¿Dónde estás Marisa?”.
“Aquí , señora” responde Marisa levantando la mano, desde su lugar en la cadena donde esta los esclavos”.
El Ama Penélope va a la arquilla de las llaves y saca la que lleva el nombre de Marisa. Luego, coge unos grilletes de tobillos y muñecas unidos, del armario y se los coloca a Marisa, y la desancla de la cadena.
“Parece que tú eres la enfermera de la casa. Ves al viejo y cúrale las heridas, lo he medio destrozado. Y basta de señora, ahora soy el Ama de esta mazmorra y quiero el reconocimiento de todos”.
“Si, Ama. Estoy a vuestro servicio” contesta prudentemente Marisa, mientras se dirige hacia mí, al poco tiempo siento el alivio que me producen las curas que Marisa me va aplicando”.
“Procura no moverte durante un buen rato, hasta que notes que el dolor se te ha calmado”.
Señora, el numero 8 está ya curado.
“Te he dicho que lo de señora y números 8 se ha acabado. Soy la nueva Ama y vas a pagar por tu impertinencia. Ven aquí y póstrate a mis pies sino quieres acabar peor que tu número 8”.
La experiencia de Marisa le indica que debe actuar con prudencia y tacto sino quiere acabar lamentándolo, y acude lo más rápido que se lo permiten los grilletes de sus tobillos y se tumba ante el Ama Penélope, besando y lamiendo sus pies, mientras se le oye suplicar perdón y comprensión.
“Perdonar Ama, no es impertinencia sino fruto de mi lealtad, la misma que tendré con vos, si tenéis a bien aceptarme como vuestra esclava”.
Muy lista Marisa. Con sus palabras a apaciguado la ira del Ama. Pero a esta no se le escapa detalle.
“Si deseas de verdad ser mi esclava, debes dirigirte a mi como: “Mi Ama” no solo Ama, tienes que aceptar que eres algo que me pertenece”.
“Así lo aré, mi Ama, y como vuestra que soy disponer de mi a vuestro placer, os ofrezco todo mi cuerpo y mi habilidad para satisfaceros corporal y sexualmente”.
Responde con rapidez Marisa, mientras sigue besando y lamiendo los pies del Ama.
“Cuento con mi poder para disfrutar de lo que me apetezca ni que no quisieras ofrecérmelo, también satisfaceré mis fantasías sádicas contigo cuando me apetezca, estas en mi poder y me perteneces, yo no necesito consentimientos, solo aplico mi voluntad y vosotros no tendréis más remedio que acatarla, a gusto o a disgusto”.
Oyendo a la nueva Ama, pienso que nos hemos librado de Escila para caer en Caribdis.
Cada vez son más audibles los sonidos que provienen de las tres mujeres suspendidas del techo. El Ama Penélope se dirige a donde están y las interpela directamente.
“Os voy a tapar la boca, estoy cansada de oír vuestros lamentos. Marisa tráeme la cinta adhesiva”.
“Escuche señora, descuélguenos y le recompensare con la cantidad de dinero que me diga. Puedo firmarle un cheque ahora mismo y lo puede cobrar de inmediato. Pero por favor descuélguenos y marque la cantidad que desee”.
Es la vieja Ama Dolores que intenta negociar su liberación.
Desde el lugar de los esclavos se escucha la voz de su viejo marido queriendo reafirmar lo que ha dicho su mujer.
“Señora le daremos la cantidad que quiera si acabamos con esta insensata situación”.
“Tú debes ser el marido de la que tengo colgada encima de mí. Os creéis que lo podéis todo con vuestro dinero, pero hay cosas como las que habéis hecho a mi hijo, que no se pueden olvidar por mucho dinero que me deis. Sufriréis 100 veces lo que habéis hecho sufrir a mi hijo”.
Mientras se ha acercado al viejo, y sin mediar palabra le atiza un par de latigazos en plena cara.
“Ponte de rodillas con la cabeza en el suelo, cuando yo este delante de ti, cabrón. Tengo ganas de cortarte los huevos de un tajo y por dios que lo haré si me importunas”.
El viejo consciente de que no es conveniente aumentar la irritación de la mujer, se postra de rodillas ante ella.
“Calmaos y pensar que nuestro ofrecimiento puede arreglar la vida de vuestra familia”.
”La tuya voy a arreglarte yo, imbécil. Y del asunto del dinero ya hablaremos, pero a mi manera, que creo no os va a gustar”.
Y le atiza dos latigazos más en su desnuda espalda.
“Ven Marisa y cuéntame cómo funcionáis y os organizáis la rutina diaria, como las comidas, limpieza, compras de lo que necesitáis y demás cosas necesarias para la vida diaria”.
“Realmente mi Ama, yo no os puedo asesorar mucho sobre estas cosas, aquí en el sótano tenemos siempre lo necesario para nuestra higiene y para adecentarnos según se nos indica. Las comidas bajan regularmente por el torno del fondo de la sala. La que os puede indicar como funciona toda es la Ama Sara, que es la dueña de la casa, las otras estaban de visita”.
“Aquí la única Ama que hay, soy Yo, olvídate de todo lo que estaba establecido anteriormente y cíñete solo a lo que Yo disponga. Bien, dime cuál de las 3 que están colgadas encima nuestro es la Sara”.
“Es la del medio”.
El Ama va a la pared donde están las poleas que permiten subir y bajar a los que están suspendidos, y baja el cuerpo de Sara hasta el suelo.
El Ama pregunta a Sara por como rige el funcionamiento de toda la rutina diaria y esta explica detalle a detalle todo lo que concierne a la intendencia y funcionamiento general.
“Bien, visto lo que me has contado, a ti te liberaré parcialmente, para que continúes haciendo lo necesario para que no se note ningún cambio en el funcionamiento general. Estaré al tanto de lo que haces y si intentas cualquier jugada lo pagaras tú, tu hija y toda tu familia. Ahora estáis bajo mi absoluto poder y tarde o temprano os rendiréis a él, si os resistís yo disfrutaré más atormentándoos. Pierde toda esperanza tú y toda tu familia se someterá a mi poder, vuestra etapa de poder a terminado, ahora pasareis de ser amas poderosas a esclavas suplicantes. La primera demostración es que ahora te soltaré de las cuerdas que te atan, solo dejaré inmovilizados tus brazos y tú te someterás a mis pies y besaras mi coño en prueba de tu entrega total”
“Deja de decir fanfarronadas y considera nuestro ofrecimiento económico, no tendrás otra oportunidad tan conveniente ni que vivas mil años”.
“Tranquila Sara, cuando se den cuenta de la cantidad de dinero que pueden obtener, se avendrán a razones. Muéstrate con el orgullo de nuestra clase”.
Es la voz del ama Dolores, que apoya a su hija.
Sara se muestra desafiante, segura que su oferta tentará a una mujer con pocos posibles.
“Eres más gilipollas de lo que había pensado, ¡Marisa!, tráeme una cizalla que he visto en el armario, y una silla con posa brazos”.
“Déjate de fanfarronadas, coge ahora lo que te ofrecemos o dentro de poco mi hermano notará nuestra falta y te arrepentirás de no haber aprovechado esta ocasión”.
Marisa ya ha traído la silla y la cizalla. Penélope sienta a Sara en ella y fija brazos y piernas con cinta adhesiva.
“Ahora imbécil vas a enterarte de quien soy yo. Te voy a cortas los dedos de tu mano uno a uno hasta que cumplas con lo que te he pedido”.
“No te acobardes hija, no tiene valor para hacer esta barbaridad”.
Pero que gilipollas sois, como no voy a tener valor después de lo que le habéis hecho a mi hijo”.
Y diciendo esto con un golpe de cizalla corta el dedo menique de Sara. Esta lanza un grito desgarrador y muestra una cara de sorpresa y terror.
“Vamos por el segundo a no ser que quieras rendirte a mi poder”.
Sara ya se ha hecho cargo de con quien está tratando.
“Soltarme para que pueda rendiros la pleitesía que demandáis, me inclino ante vuestro poder y estoy ansiosa de mostraros mi rendición”.
“Marisa sácala de la silla para que pueda postrarse a mis pies y rendirse a mi poder”.
Marisa ha soltado y sacado a Sara de la silla, esta se postra delante de Penélope y besa el coño que esta le presenta con un aire de superioridad y de orgullo.
La escena de la rendición de Sara deja en todos una fuerte impresión.
“A partir de ahora tu sometimiento deberá ser completo, me tratarás como tu Ama y yo te tomaré de esclava, si haces los méritos que yo considero necesarios. ¿Entendido?”.
“Si señora, pero considere nuestro ofrecimiento, creo que le es muy conveniente y debe aceptarlo”.
Sara recibe dos fuertes latigazos mientras esta postrada a los pies de Penélope.
“No olvides que debes dirigirte a mi como tu Ama, la próxima vez que tenga que corregirte no te saldrás con solo dos latigazos. ¿Entendido esclava?”
“Si, Ama”.
“Marisa siéntala y átala otra vez en la silla, parece que no acaba de entenderme”.
Marisa hace lo que se le indica, susurrando al oído de Sara:
“Lo siento Ama, no puedo oponerme a sus mandatos”.
“Ya te avisé que nada de señora, soy Tu Ama y solo así debes considerarme, te cortaré tu otro meñique para que vayas haciéndote a la idea de con quien estas tratando. Déjate de ofrecimientos, lo que yo os voy a proponer y me concederéis es mucho más de lo que podáis ofrecerme, me quedaré con todo lo que poseéis y me lo daréis por propia voluntad, no soy la ignorante que os creéis. Pronto llegara mi marido y lo arreglaremos todo a mi gusto. Y a ti Marisa luego pasaremos cuentas, he oído lo que le decías a la esclava Sara”.
“Os pido perdón por mis palabras, no tenían más intención que mostrar mi pensamiento”.
Sin más miramientos, con otro golpe de cizalla, Penélope corta el otro menique de Sara.
Esta emite un grito aterrador y mira a Penélope como si viera un extraterrestre.
“Parece que no os colocáis en situación, estamos aquí para rescatar a mi hijo y vengarlo de las atrocidades cometidas con él, esto os dará idea de lo que estoy dispuesta a hacer con vosotras. Ahora mientras esperamos a mi marido y a mi hija Marta, tu Sara harás todos los trámites necesarios para que todos los servicios funcionen como de costumbre, siéntate en la mesa del barecillo y dispón lo necesario, mientras Marisa cura tus heridas ”.
Tu Marisa, cauteriza las heridas de la esclava Sara, y déjala en condiciones de que pueda trabajar.
Sara, sangrando por ambas manos es atendida por Marisa.
“Tendré que emplear la plancha para cauterizar las heridas, os dolerá, pero es el único sistema con el que puedo detener el sangrado”.
“Haz lo que tengas que hacer, no te preocupes de mi dolor, lo que interesa es parar la hemorragia”.
Marisa procede a cauterizar y tapar las heridas de Sara.
“Si es posible, debemos cambiar los apósitos con frecuencia”.
“Si Marisa, aprovecharemos cualquier momento. Cuida todo lo que puedas de mi familia”.
Hablan en voz muy baja, para no ser oídas por el Ama. Se nota que Sara aún tiene ascendencia sobre Marisa, es notoria la afinidad entre las dos mujeres.
Penélope se acerca a la mesa donde están las mujeres y se sienta en la misma mesa.
“Marisa, tráeme un cortado. Se que tu sabes lo que debes hacer”.
¡Si, Ama!
“Te doy el 2º aviso, por cada aviso recibirás un castigo. Te he dicho que debes dirigirte a mi como “Mi Ama”, no Ama simplemente. Luego no te quejes de mi severidad. ¿Entendido?
“Si, mi Ama”.
“Vas aprendiendo. Ahora tráeme el cortado. Y tú, esclava, ves haciendo tu trabajo”.
El Ama recalca la condición de esclava, cada vez que se dirige a Sara
“Si, mi Ama”. Contestan las dos a la vez.
“Al cabo de un buen rato suena el móvil que el Ama Penélope tiene sobre la mesa”.
“Si, un momento, ahora subiré a abriros”.
Con la cinta adhesiva, fija los brazos y las piernas de Sara a la silla donde está sentada.
“Marisa subirá conmigo a abrir la puerta”.
Ambas suben y al poco aparecen por el ascensor, el padre, la madre, Marisa y una chiquilla, de talle largo, complexión delgada y una abundante y larga cabellera, de un negro intenso.
“Bien, vamos a sentarnos y preparar el plan para recuperar a Jesús y ver que solución le damos a todo el personal que hay en esta casa”.
Es Penélope la que habla mientras se sientan en la mesa que hay en medio de la sala.
“El problema principal esta en curar a Jesús del terror que tiene delante de la puta vieja. En principio he pensado en drogar a toda esta familia de tarados, una vez sean adictos conseguiremos que hagan nuestra voluntad a cambio de la dosis de droga, por esto te he insistido que recogieras toda la droga posible”.
“Madre, me parece que te estas pasando. Vas a destrozar a esta gente si los conviertes en adictos”.
“Marta no sabes lo que le han hecho a tu hermano, cuando lo veas no pensarás lo mismo”.
“Es que quiero verlo ya, madre. ¿Dónde está?”
“Enseguida lo verás, pero estate tranquila, no le lleves la contraria, y no le hagas caso, diga lo que diga, piensa que no está en sus cabales”.
“Madre, me estas asustando. ¿Qué le han hecho a Jesús?”.
“Tranquila Marta, estamos aquí para recuperar a nuestro querido Jesús, con paciencia y amor volverá a ser el de antes, pero debemos tener cuidado y paciencia”.
“Ahora lo llamaré, pero que nos vea tranquilos y seguros”.
Acciona el mando y Jesús sale del cajón donde le confino la vieja ama. Ve a sus padres y a su hermana y les hace un gesto como de saludo.
“Tengo que recoger y adecentar todo el sótano, sino mi Ama me castigará”.
Y sin más continúa recogiendo y limpiando todo lo que encuentra .
“Pero madre, donde va completamente desnudo, y por que no ha venido a saludarme. ¿Qué está pasando?”.
“Tranquila Marta, haremos que vaya a descansar, mientras pensaremos lo que debemos hacer de inmediato, ya has visto como esta tu hermano y necesita de todos nosotros”.
Acciona el mando y Jesús da la vuelta y se coloca dentro de su cajón y lo cierra.
“Ya has visto como esta tu hermano, no hace falta que sepas lo que le han hecho, mejor que no lo sepas, porque harías alguna barbaridad como las que estoy dispuesta a hacer Yo. Debes tener comprensión y dejar que tus padres hagan lo que crean más conveniente”.
“Si madre, se me ha puesto un cuerpo que soy capaz de todo”.
“Ricardo, baja y suelta a las dos mujeres que tienes suspendidas, las necesitamos para mandar a Jesús a descansar a las habitaciones del piso de arriba”.
Ricardo baja y desata primero a la abuela, Penélope le liga los brazos a la espalda y la fuerza a ponerse de rodillas. La misma operación hacen con la joven Alba.
“Ya habéis visto lo que le he hecho a Sara, no voy a ir con miramientos, o hacéis lo que os mando o ateneros a las consecuencias, después de lo que le habéis hecho a mi hijo, no me detendrán escrúpulos sensibleros”.
“Ricardo, arráncales la ropa y déjalas completamente desnudas, debemos degradar su dignidad para conseguir que Jesús les pierda el miedo. Y vosotras, putas asquerosas, hacer lo que os diga o empiezo a cortar lenguas y sacar ojos. Ahora saldrá Jesús, y tú, vieja sádica, le ordenarás que vaya a las habitaciones del piso y descanse tranquilamente en cualquier cama”.
Penélope da los 3 toques que indican que Jesús se presente frente a su Ama y este sale del cajón y viene directamente hasta someterse frente a la vieja, su cuerpo tiembla sensiblemente y no se atreve a levantar la cabeza del suelo, besando y lamiendo los pies de la vieja sádica.
Levántate, Jesús, esta mujer está en nuestro poder y no puede hacerte daño, ahora la voy a azotar y me voy a mear encima de ella para que veas que no tiene ningún poder sobre nosotros, más bien ella está en nuestro poder”.
Penélope empieza a azotar a la vieja con todas sus fuerzas y se mea en su cara animando a los suyos a que hagan lo mismo.
La vieja sádica no solo adsorbe la meada de Penélope, sino que pone su boca en su coño, empieza a hacerle un trabajo suficientemente placentero que hace que Penélope se entregue al placer tumbándose en el suelo y suspirando y gimiendo de placer.
Parece como si estuvieran sincronizadas, pero aprovechando que Ricardo y su hija se pusieron a mear sobre la vieja para conseguir su humillación delante de Jesús, ellas como la vieja han puesto su boca en los sexos de padre e hija y han conseguido que se entreguen al placer que las expertas bocas les está proporcionando.
En unos momentos todo son suspiros y gemidos de placer, es Penélope la que reacciona más rápidamente.
“!Parad, parad¡
“Esta gente con nuestras ansias de placer intenta poseernos, nos darán todo el placer que queramos, pero cuando lo decidamos nosotros , no ellas”.
Mientras esta hablando arranca a su hija y su marido de las placenteras bocas que los masturban.
“Estas mujeres son expertas en usar el sexo para sus fines, nosotros también usaremos el sexo que es el único lenguaje que entienden.
“Ricardo coge a Sara y has con ella lo que te apetezca, estas en un estado de excitación que puedes aprovechar para satisfacerte con su hermoso cuerpo, y tu hija, que estas deseando volver a sentir el placer que esta puta jovencita te estaba proporcionando, oblígale a que te de placer cuando y como quieras. Agotaremos todos nuestros deseos y ansias para que no puedan usarlos en su veneficio”.
Y vosotras putas haced lo que os pidamos o ya conocéis mis argumentos con la cizalla corta dedos.
Ricardo coge a Sara y la encula hasta correrse dentro de su culo, saca la polla y obliga a la mujer a que se la limpie lamiendo y comiendo toda la porquería que ha salido de su culo.
El deseo que posee a Marta la ha transformado en una exigente y mandona a joven, que obliga una y otra vez a que la experta Alba la lleve al éxtasis.
También Penélope sigue sus propios consejos y hace que la vieja sádica le masturbe llevándola al éxtasis una y otra vez.
“Continuareis dándonos placer hasta que nos plazca. Tu vieja mientras me comes el coño méteme los dedos en el culo y trabájamelo que es una sensación que potencia considerablemente mis orgasmos.”
Parece que la familia esta de acuerdo, pues tanto padre como hija obligan a que también les metan los dedos en el culo y se lo trabajen mientras les masturban.
La escena es digna de figurar en las paginas del Decamerón, pero llega un momento en que los cuerpos no resisten más placer y los suspiros, gemidos e incluso gritos de placer van menguando.
Es otra vez Penélope la que reacciona primero.
“Creo que por hoy ya vamos servidos y podemos dedicarnos a lo que hemos venido. Tu vieja puta manda a mi hijo a descansar al piso como te he dicho”.
Si la menor resistencia, la vieja sádica dirigiéndose a Jesús le dice:
“Ve al piso de arriba y túmbate a descansar en cualquier cama hasta nuevo aviso”.
Jesús que no ha dejado de temblar y que presenta un aspecto sudoroso y angustiado, se levanta y sin mediar palabra, como un zombi se dirige a las escaleras y desaparece de nuestra vista.
“Está visto que mostrarle a Jesús a estas putas sometidas y ultrajadas no le ha hecho efecto, debe considerar que todo se produce por el maquiavelismo de la vieja. Debemos tomar el otro camino que ya os apunté, hay que convertirlas en drogadictas para poder conseguir nuestros propósitos”.
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