Mi última Sonata
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud,la sumisión y el sadomasoquismo.
Mi última sonata.
Capítulo 1º
Como la conocí.
No voy a contar algo imaginado, la realidad siempre supera a la ficción. Lo que voy a contar aún que parezca irreal es lo que me sucedió.
Yo soy ya muy mayor, los 80 son mi entorno, me conservo con buena salud, con flexibilidad y una agilidad poco corriente. Normalmente salgo todos los días a dar un paseo por los alrededores de mi casa. Vivo en Barcelona y mi casa está en las ramblas, cerca del Hotel Oriente.
Hace ahora 54 [Ramón Ros1] días concretamente que me sucedieron los hechos que motivan este relato.
Estaba yo paseando a la altura del teatro Liceo, cuando cerca de mi veo una impresionante mujer, joven, pero con aire de seguridad y prestancia que llamaba la atención. Iba cargada con un gran ramo de flores y un bolso en bandolera de color rojo algo grande.
De repente se gira hacia mí y me dice con voz dulce y clara
“Señor, por favor puede ayudarme y sostener este ramo, me está sonando el móvil y me está estorbando”.
Yo algo sorprendido, pero sin reparo contesté:
“Desde luego, señorita”, y añadí:
“Con mucho gusto”,
pues en realidad me produjo una agradable sensación que aquella espectacular mujer se dirigiera a mi persona.
Ella me tendió el ramo de flores y saco su móvil del bolso que pendía de su hombro y dándose la vuelta empezó a hablar por el móvil. No se la oía, pues estaba algo separada de mí. Finalmente, cerro el móvil lo guardó en el bolso y dándose la vuelta se dirige a mí y me dice con toda naturalidad:
“Señor sería tan amable de acompañarme hasta mi casa que está aquí cerca, pues tengo que recoger unos paquetes y el ramo me es un engorro.”
“Sin ningún problema”, contesté yo, y añadí nuevamente
“Y con mucho gusto”.
“Gracias”
contesto ella, y continúo diciéndome, señalando a una tienda que estaba a mis espaldas
“Espere un momento aquí, que recojo unos paquetes en esta tienda”
Se fue hacia la tienda, entro en ella y al minuto salía con dos cajas medianas en los brazos. Se vino hacia mí y me dijo: “ya está, Sígame, mi casa está en esta esquina” y señalo la esquina frente a mí,
empezó a andar en aquella dirección y yo naturalmente siguiéndola, a su lado.
Llegamos a un gran portal y me dice:
“Ya hemos llegado, acompáñeme hasta dentro” y con un tono algo misterioso dice:
“Para que pueda agradecerle su ayuda”.
Me pareció una expresión algo rara, pero no le di más importancia y la seguí hacia el interior de la vivienda.
Entramos, hay un gran vestíbulo y continuamos hasta un salón grande y espacioso.
Ella deja las cajas sobre una mesa que está en el centro, y dirigiéndose a mí, dice:
“Espere un momento que voy a buscar un jarrón para poner las flores”
Yo quedo de pie en el centro del salón a la espera de que traiga el jarrón para poder soltar las flores, que ya me estaban molestando.
Pasaron varios minutos y el jarrón no llegaba, me empezaba a impacientar, cuando oigo el sonido de unos tacones sonando fuerte y aparece aquella mujer completamente transformada. Llevaba el pelo suelto, una blusa semitransparente y desabrochada que permitía ver parte de sus senos, que me dejaron obnubilado y sin respiración.
“Bueno” dijo, con una voz fuerte y segura que anteriormente no había empleado:
“Ya es hora de que te agradezca tu ayuda y recibas tu premio”
Me llamó la atención el tuteo, que hasta este momento no había empleado, pero no le di mayor importancia. Al mismo tiempo que estaba hablando con los movimientos al andar dejaba ver sus pechos casi por completo. Yo ya no oía ni lo que me estaba diciendo, embebido en la de aquella bellísima mujer que estaba dirigiéndose hacia mí.
De pronto cuando llega a mi altura me espeta fríamente y en un tono seguro y mandón:
“De rodillas, esclavo [Ramón Ros2][Ramón Ros3] ”.
Yo no consigo reaccionar, estoy desconcertado y sin ni tiempo para pensar recibo una fuerte bofetada al tiempo que oigo
“De rodillas, te he dicho, esclavo”.
Estoy fuera de mi sin control y sin ser consciente de mi estado, me veo de rodillas frente a la mujer que me acaba de abofetear.
Enseguida oigo su voz nuevamente con aquel tono de seguridad que dice:
“Baja la cabeza, pon las manos en la espalda y abre las piernas, esclavo”.
Yo ya no soy yo, estoy fuera de mí, y una sensación rara pero placentera me invade al oír aquellas palabras y en especial la palabra esclavo, que me produce una agridulce sensación, desconocida por completo para mí.
De todas maneras, casi sin ser consciente, hago todo lo que aquella mujer me ha mandado. Hay un espacio de tiempo y mi cabeza empieza a reaccionar y a situarme en la realidad. Todo me parece un absurdo, pero una fuerza extraña me mantiene de rodillas delante de aquella mujer completamente desconocida para mí, pero que había anulado mi poder de reacción.
Entonces la mujer empieza a hablarme diciendo:
“Veo que serás un buen esclavo, y si es así podrás disfrutar de los placeres que te proporcionaré”
Oyendo estas palabras, sin saber porque, me siento invadido de un estado desconcertante, que hace que sienta un extraño placer por la situación al mismo tiempo que mi cabeza piensa que estoy en una pesadilla irreal.
De mis pensamientos me saca nuevamente la voz firme de la mujer diciéndome.
“A partir de ahora te dirigirás a mi como “Mi Ama [Ramón Ros4] ”, y no hablarás si no te lo autorizo”.
Yo oyendo estas palabras que me parecen irreales empiezo a decir:
“Pero es que Yo”, aún no habían salido estas palabras de mi boca, cuando una fuertísima bofetada impacta en toda mi cara, al tiempo que oigo:
“No te he dado permiso para hablar, esclavo”.
Me quedo mudo y sin reacción, aunque la palabra esclavo, martillea mi cerebro de forma extraña para mí.
Con el movimiento que hizo la mujer para darme el bofetón, la camisa se le ha abierto por completo y sus pechos han quedado a la vista totalmente. Ello me tiene fascinado y siento un deseo que anula mi voluntad.
La mujer intuye mi desorientación y mi deseo y me dice:
“Ahora quiero que te desnudes [Ramón Ros5] por completo para tu AMA”
La palabra AMA me produce una extraña sensación y carente de voluntad empiezo a sacarme la ropa inconscientemente.
“Puedes ponerte de pie, esclavo”, oigo mientras estoy desnudándome y sin darme cuenta me encuentro completamente desnudo delante de aquella desconocida.
“Bien, ahora ponte nuevamente de rodillas, con la cabeza baja, los brazos detrás del cuello y las piernas abiertas, para que tenga tu sexo a mi alcance.
Estas palabras me producen una sensación inenarrable, y a pesar de lo incongruente de la situación siento que mi sexo reacciona.
“Cuando yo te mando algo, me contestarás, Si mi Ama, ¿entendido?”
Sin ser consciente de que hablo, me oigo decir “Si, mi Ama”, y por extraño que sea, ello me produce una agradable sensación. Al mismo tiempo caigo de rodillas y cumplo todas las normas que mi Ama (así la llamaré a partir de ahora) me ha mandado.
“Bien, como es el primer día, y aunque te has portado bastante bien, tengo que castigarte, para que aprendas que, como esclavo, estas a mi capricho y comprendas que es la sumisión para conmigo”.
¿Entendido? No te he oído.
“Si, mi Ama”, respondo prontamente”
Seguidamente mi Ama abre el cajón de una consola que está en la pared de enfrente, y saca un látigo, que tiene varias tiras de cuero.
“Ponte de cuclillas” me dice y cuando estoy haciéndolo, siento un latigazo que me da en plena cara, al tiempo que dice ¿Entendido?
Reacciono enseguida diciendo “Si, mi Ama”
Bien, así me gusta, recuerda siempre de contestar así cuando yo te mande algo.
“Si, mi Ama” contesto rápidamente, aprendiendo la lección y sintiendo una rara satisfacción al decirlo.
Ahora te azotaré, con 10 latigazos [Ramón Ros6] y tu irás contándolos a medida que los recibas.
“Si, mi Ama”
Aplique rápidamente el latiguillo que ya no olvidaría y que me proporcionaba un cierto placer.
szaaaassss Yo en cuclillas y mi espalda desnuda recibe el primer latigazo. No me produce el dolor que esperaba, en realidad me da una sensación placentera. Uno, cuento yo.
Bien esclavo, dice mi Ama, pero ahora además de contar los golpes agradecerás el castigo que te educa, diciendo “Gracias, mi Ama”.
“Si, mi Ama”, respondo con prontitud.
szaaaassss “Dos, gracias, mi Ama”
szaaaassss “Tres, gracias, mi Ama”
szaaaassss “Cuatro, gracias, mi Ama”
szaaaassss “Cinco, gracias, mi Ama”
szaaaassss “Ay! Seis, gracias, mi Ama”. Este latigazo ya me ha dolido, pues mi espalda ya está muy sensible, y por ello ha salido de mi boca un grito de dolor.
“No me gusta que te quejes como una niñata, así que este golpe no contará”.
“Si, mi Ama” contesto presto.
szaaaassss “Siete, gracias, mi Ama”, intentando contener la queja.
“No estas atento, esclavo, ¿no sabes contar? Te he dicho que tendríamos que repetir el golpe, por lo tanto, hay que repetirlo de nuevo. “Si, mi Ama”.
szaaaassss “Seis, gracias, mi Ama”.
Ahora los azotes me dolían más cada vez, pero hacia un esfuerzo para no producir ninguna expresión de queja.
szaaaassss “Siete, gracias, mi Ama”.
Cada vez el dolor se agudizaba y se hacía más insoportable.
szaaaassss “Ocho, gracias, mi Ama”.
Y las lágrimas de dolor corrían por mis mejillas, pero sin queja.
szaaaassss “Nueve, gracias, mi Ama”.
Pero las lágrimas se estaban convirtiendo en sollozos.
“Que no te oiga lloriquear, o tendremos que empezar de nuevo el castigo. ¿Entendido?”.
“Si, mí Ama.” respondí prontamente.
szaaaassss “Diez, gracias, mi Ama”.
Y apretando la boca y los dientes, resistí sin quejarme ni sollozar.
“Incorpórate, y agradece y besa la fusta y la mano que te educa.”
Me incorporo y beso la fusta y la mano de mi Ama, al tiempo que digo “Gracias, mi Ama”
Mientras ella ha abierto su falda, que esta partida por la mitad, y veo con mareo todo el toisón dorado que cubre su entrepierna, pues debajo de la falda no lleva nada.
“Como has soportado correctamente el castigo te mereces un premio, por ello te permitiré que beses y huelas mi flor del placer.
“Gracias, mi Ama” digo al tiempo que ella me coge por los pelos y me acerca a aquel toisón dorado, al que beso con
profusión y me lleno de un olor [Ramón Ros7] que ya nunca más olvidaré.
Ella aparta mi cabeza de su bajo vientre y yo enardecido por el sabor y olor de su coño digo con espontaneidad y entusiasmo “Muchas gracias, mi Ama, agradezco que me haya convertido en su esclavo”
Lo dije porque así lo sentía, tenía una sensación de plenitud y agradecimiento que me embargaba y todo ello gracias a mi Ama.
“Veremos si me eres útil” me contesta.
De momento quédate aquí de rodillas hasta que yo vuelva”.
Y dando media vuelta se aleja hacia unas escaleras que hay al fondo de la sala y desaparece de mi vista.
Yo estoy desconcertado y no atino a situarme en el momento. Me veo de rodillas, pienso, ¿qué hago de esta guisa? y por qué no me levanto y me marcho de esta casa. Pero una fuerza desconocida hasta entonces me tiene atado al suelo donde mi Ama me ha dejado.
Así va pasando el tiempo y yo me veo incapaz de reaccionar.
Ahora mientras escribo y recuerdo estos momentos, noto como mi sexo lubrica solo con el recuerdo de mi sumisión.
Capítulo 2º
Mi primer día de esclavitud.
Pasa el tiempo, me parece que hace una eternidad que permanezco de rodillas en el centro de aquella gran sala, y sin voluntad para moverme. Las rodillas empiezan a dolerme y mis riñones acusan la duración del esfuerzo de mantenerme en aquella postura.
Mis pensamientos se atropellan igual que mis sentidos. No sé lo que pienso ni se lo que hago, pero solo tengo un deseo y un ansia que mi Ama vuelva a aparecer.
Esto aun tarda en ocurrir, pero al fin vuelvo a oír el ruido de sus tacones como los oí anteriormente y que ahora me suenan como el aviso de la llegada de mi deseo. Y así llega ella, mi Ama, esplendida dentro de un vestido ajustadísimo de color rojo y negro y con un escote exagerado que permite intuir la belleza de sus senos.
“Veo que te has portado como un buen esclavo”. Dice al entrar en la sala.
“Hoy empezaremos tu adiestramiento de esclavo y decidiremos se me sirves como tal”.
Yo digo con intención de agradar le. “Gracias, mi Ama por molestarse en educarme y adiestrarme”.
Esta frase me extraña a mí mismo, pero es tal el deseo de complacerla y de que perciba y sienta mi total sumisión que no puedo evitar manifestarme en este sentido.
“Bien en primer lugar estableceremos las normas a las que deberás someterte sin discusión.
Tendrás que grabarlas en tu mente y no faltar a ninguna de ellas, en caso contrario serás castigado según la gravedad de la falta.
La primera norma ya la conoces, Yo soy tu Ama y como a tal me trataras.
También conoces la 2ª y 3ª norma. No hablaras si no se te indica y asentirás a cualquier orden que te dé con el Si, mi Ama, ampliándolo con Gracias, mi Ama siempre que se te indique una orden o una acción sobre ti.
La 4º Norma es que permanecerás siempre de rodillas, desnudo con tu sexo expuesto y ofrecido claramente ante mí, mientras no se te indique lo contrario.
5ª Norma: Prohibido completamente tocar tu sexo o masturbarte sino es tu ama quien te lo manda.
6ª Norma: Cuando por las causas que sea tu libido te arrastre a la eyaculación, te contendrás esta hasta que te lo autorice expresamente.
7ª Norma: Cuando por causa de tus faltas a las normas o por mi capricho seas castigado, no manifestaras ruido y expresiones de dolor y agradecerás con sumisión el castigo recibido.
8ª Norma: Llevaras siempre este collar que ahora te colocare, y que lleva mi nombre para que recuerdes tú y todo el que te vea que eres de mi propiedad.
A medida que me iba dando las normas yo me sentía cada vez menos dueño de mí y con más deseo de someterme a la diosa que me estaba hablando, no comprendía mi estado, pero sentía un placer interior y en todo mi cuerpo que nunca había experimentado.
9ª Norma: Cuando te preste a otra persona, te portaras con ella con la misma sumisión con ella como conmigo misma. Y tus faltas con ellas serán castigadas como si fueran conmigo.
Y 10ª Norma: Tu como esclavo mío que eres no puedes emanciparte de esta esclavitud por tu deseo, solo yo tu Dueña puedo liberarte de esta condición.
Yo estaba tan excitado que hubiera asentido a cualquier norma que hubiese establecido mi Ama, pero ella meticulosa como era saco un documento y lo extendió encima de la mesa que tenía a su lado, diciéndome
“Aquí he redactado un documento donde están expuestas todas estas condiciones, donde además se especifica que tu libremente aceptas este estado de esclavitud y sumisión y que con fecha de hoy debes firmar para mi satisfacción”.
Yo aún permanecía de rodillas y humillada la cabeza, por lo cual mi Ama me dijo. “Puedes levantarte para firmar, si así lo deseas”.
Realmente yo bullía en deseos de firmar aquel documento o cualquier otro que mi Ama me hubiera puesto, así que me levante y cogí una pluma que estaba al lado del documento y estampe mi firma. “Pon también la fecha de hoy con tu puño y letra” me indica mi Ama.
“Si mi Ama” respondo con sumisión. Y así lo hago.
“Bien esclavo, ahora ya me perteneces por completo y has dejado de ser libre, arrodíllate ante mí y besa mis pies en agradecimiento”.
Me postro con premura de rodillas y acerco mis labios a sus pies y empiezo a besarlos con pasión.
“Sácame los zapatos y lame mis dedos” oigo la orden de mi Ama y rápidamente realizo la acción que se me indica con profusión y con un deseo incontrolado y me hubiera sido inexplicable unas horas antes.
Me regodeo besando y lamiendo aquellos bellos pies, cuando mi Ama dice,
“Puedes besarme y lamer mis piernas hasta la ingle sin tocar mi sexo, pero despacio y con suavidad.”
Aquellas palabras revolvieron todas las sensaciones que mi cuerpo casi no podía aguantar, pero con cuidado y dominando mis deseos de pasión besé y lamí suavemente todas sus piernas paulatinamente acercándome cada vez más al centro de mis deseos, aquel pubis perfecto que era para mí en aquel momento el símbolo del paraíso. Ya estoy cerca de él y siento su olor inconfundible que ya me quedo grabado anteriormente. Noto la reacción de mi sexo y percibo su turgencia, pero parece que no soy el único que se ha apercibido del hecho, pues oigo a mi Ama que dice.
“Pero que está ocurriendo, a ver ponte de pie que me parece que te estas excitando demasiado”. Dejo de besar y lamer sus piernas y me levanto para cumplir el deseo de mi Ama, mi sexo está en erección y mi Ama tocándolo descaradamente dice
“Vaya con el vejete, como se ha puesto”
al tiempo que decía esto iba tocando y palpando mi sexo sin pudor, esto provocaba espasmos eréctiles de mi sexo y cada vez un estado más próximo a la eyaculación. Al notar estos espasmos mi Ama dice:
“No se te ocurra correrte en este momento, sabes que debes tener mi consentimiento”.
No mi Ama, contesto rápidamente, pero es que con su contacto yo no puedo contener mis deseos. “Bien” dice ella retirando su mano de mis testículos. Vamos a ayudarte a contener estos deseos. Acércame la caja pequeña que esta sobre la mesa. Voy hacia la mesa y cojo una de las cajas que mi Ama había sacado de la tienda aquella misma mañana cuando nos conocimos, se la entrego y ella saco de la caja un raro artilugio y unos anillos de diversos tamaños.
“Vamos a ver cómo te quedan estos anillos”, y mientras está hablando coloca paulatinamente 3 anillos, uno ancho en la base de mi pene, otro algo menor a mitad del pene y el último más estrecho en la base del glande.
“Bien, esto te ayudara a mantener la erección, pero también te ayudara a retrasar la eyaculación”
“Gracias mi Ama” digo Yo, “Pero con su contacto al ponerme estos anillos mi incontinencia ha aumentado.
“Bueno, vamos a ver si le ponemos remedio y ayudamos a tu voluntad de detener esta eyaculación, Porque desearas cumplir la norma de no correrte sin el consentimiento de tu Ama, verdad.”
“Desde luego mi Ama, pongo toda mi voluntad en contener mi deseo, pero este puede más que mi voluntad y suplico su ayuda para contenerme”.
Mientras mi Ama está colocado en la base de mis testículos, un aro metálico abierto y con un tornillo en el lado de la obertura que va enroscando y cerrando el aro estrangulado la base de mis testículos con gran presión.
Con todo ello mi sexo continúa aumentando su erección, pero todos los anillos que me ha puesto mi Ama comprimen y estrangulan mi sexo. Pero mi deseo es cada vez mayor y no puedo más que suplicar a mi Ama.
“Por favor mi Ama, le suplico que permita aliviarme de este deseo incontenible”
“Tú te correrás cuando yo te lo permita, no antes.”
Si mi Ama, Gracias, mi Ama, pero vuelvo a suplicarle que me libere, no puedo contenerme y me duele todo mi sexo, se lo suplico, la próxima vez estaré mejor preparado, ahora no puedo contenerme más o pienso que todo mi sexo va a explotar.
“Contente y no me defraudes el primer día”
dice mientras se levanta y coge una fusta que esta encima de la cómoda a su alcance.
Yo noto que mi cabeza pierde lucidez y que mi sexo parece que va a explotar, creo que voy a desmayarme y en este momento mi Ama empieza a azotarme con fuerza a la vez que grita
“!!!Córrete esclavo!!!, suelta toda la leche de tu cuerpo”
Con el primer golpe y con el grito de autorización de mi Ama, mi sexo explota en un éxtasis de placer nunca sentido y con un escándalo de semen disparado a distancia, que ni en mi juventud había conseguido.
La sensación ha sido tan grande que mi cabeza pierde riego sanguíneo y mi conciencia desaparece unos instantes, nunca había experimentado una sensación igual y un placer tan intenso.
Todo ello desemboca en un deseo de agradecimiento hacia mi Ama y siento solo el deseo de complacerla sin ningún límite. Esta espectacular mujer se ha constituido dentro de mí en lo más profundo de mi alma en mi DUEÑA.
Capitulo 3º
Al esclavo hay que educarlo.
Aún no recuperado de mi explosivo orgasmo oigo la voz de mi Ama
“Bien esclavo, he permitido este pequeño placer porque a partir de ahora empezaras tu adiestramiento que debe convertirte en un esclavo perfecto. El adiestramiento puede que te parezca algo duro, pero si superas todo el proceso te ganaras mi adopción, te daré un nombre y serás parte de mi cuerpo de esclavos”
Y sacando un collar de cuero de la caja que yo había traído anteriormente, continúa diciéndome
“Arrodíllate que te pondré este collar que llevaras siempre puesto para mi comodidad”
Yo aún embargado de gratitud hacia mi Ama, caigo de rodillas mientras digo agradecido
“Gracias, mi Ama mi dicha es y será complacerla en todo”.
“Que así sea, sino te a tendrás a las consecuencias” me contesta fríamente.
Mientras, me coloca un collar de cuero que abrocha por detrás de mi cuello, al tiempo que saca una correa metálica de la misma caja de antes y con un sargento metálico la coge al anillo que está en el collar.
Ahora me seguirás gateando, de rodillas y bajaremos al sótano donde tu vivirás mientras yo no te necesite.
“Vamos pues al sótano”
Y diciendo esto empieza a andar y yo sujeto por la cadena que ella tiene en su mano intento gatear al ritmo de su paso. De tanto rato en esta postura las rodillas empiezan a dolerme, pero mi deseo de complacer a mi Ama hace que todo me perezca insignificante. Así llegamos a un rellano donde veo la entrada de un ascensor, al tiempo que mi Ama dice
“Hoy bajaremos por la escalera para que el esclavo vaya cogiendo forma”
Habla de mí de una forma impersonal, como si yo fuera una cosa, pienso para mis adentros.
Al tiempo que empieza a bajar los escalones sin tan siquiera mirarme. Yo con dificultad voy siguiéndola y probando diversas maneras de ir bajando aquellos escalones demasiado empinados.
Al fin llegamos al final de la escalera y enfrente se halla una puerta con barrotes de hierro, que me hacen pensar que aquello conduce a una especie de cárcel.
Veo que aprieta el botón de un mando que ha sacado de su bolsillo y la puerta de barrotes se desliza silenciosamente hacia dentro de la pared dejando franca la entrada a aquel recinto.
Tirado por la cadena entramos en aquel recinto que se abre en una gran sala, donde veo al fondo 10 jaulas de hierro de 1 metro de ancho, 7 de las cuales están ocupadas. Nos acercamos al centro de la sala y mi Ama, se para y dirigiéndose a mi dice:
“Esta es la estancia donde vivirás mientras yo no te reclame, como ves hay 7 jaulas ocupadas por 4 esclavas y 3 esclavos, 5 de ellos ya les he concedido mi favor, los otros 2 están acabando su adiestramiento y educación con buenas perspectivas hasta el momento. Tu ocuparas cuando se te indique la jaula número 8.
En aquel momento el recinto se ilumina completamente y puedo observar toda la estancia. Lo que veo me intranquiliza. Hay varios aparatos con anillas y tablas que imagino servirán para inmovilizar de mil maneras al sujeto que se coloque en ellos. Percibo también que todas las jaulas tienen un número y 5 de ellas tienen un nombre perfectamente visible en la parte superior. Leo interiormente los nombres: Arsenio, Marisa, Roberto, Teresa y África.
En aquel momento oigo un ruido y es que las puertas de las jaulas se han abierto todas a un tiempo. Pienso que mi Ama debe tener algún mando con el que hace funcionar todo a su deseo.
“Podéis salir dice mi Ama”,
y al momento veo a los 7 personajes de rodillas con las manos en el cogote y las piernas abiertas, delante de sus jaulas.
Ahora tus iras hacia los 5 primeros y en demostración de sumisión a su rango les darás un beso en su sexo. Luego vuelves a mis pies y el resto de los esclavos vendrán a besar tu sexo como saludo de bienvenida.
Al tiempo que dice esto ha soltado la cadena de mi cuello y empiezo a gatear libremente para cumplir la orden de mi Ama.
Szaaaassss cae un fuerte latigazo en mi espinazo, que hace detenerme automáticamente.
“Siempre que llegues o te alejes de mi deberás besar mis pies en señal de sumisión, ¿entendido, esclavo?”
“Si, mi Ama” respondo rápidamente, al tiempo que giro y me inclino para besar ambos pies de mi Ama.
“Ya puedes ir a hacer lo que te he ordenado”
Me acerco al primero, leyendo su nombre “Arsenio” en su jaula y sin mediar palabra acerco mis labios a su sexo en estado de excitación, no creo que sea por mi sino por la presencia del Ama y estampo con cierto reparo un beso en su base.
“Bienvenido”, me dice secamente.
Gateo hasta Marisa según dice el letrero de su jaula y me encuentro con un profundo triangulo de vello púbico perfectamente dibujado, y esta vez con agrado y deseo beso profundamente esta selva negra.
“Bienvenido”, dice también, pero con una sonrisa.
Me desplazo hacia el próximo con el nombre de Roberto según consta en el letrero de su jaula y ahora sí que mi sorpresa es superior, aquello no podía pertenecer a un hombre, en estado semierectil parecía la porra de Asterix, tengo que usar mi mano para sostener aquel órgano no humano para poder darle un beso en la punta de su glande.
“Bienvenido”, me dice sonriendo con sorna por mi expresión de sorpresa.
Ahora solo me queda faena agradable pienso yo y me dirijo hacia Teresa según indica el letrero de su jaula, y me encuentro ante un coño grande completamente depilado, abierto como una caverna y húmedo que chorrea, pego mi boca a él y lo beso mientras su fuerte olor llena mi nariz.
“Bienvenido” dice también algo excitada.
Ya solo me queda acercarme hacia una linda joven negra que tiene el nombre de África. Llego ante ella y contemplo un bonito triangulo de pelo muy ensortijado, con agrado bajo la cabeza para besar tan hermoso lugar y al hacerlo noto como al tiempo los labios de aquel coño pellizcan la lengua que yo he sacado para saborear su sabor.
Sorprendido por la habilidad del sexo de la joven negra, giro y me dirijo hasta los pies de mi Ama y paro al llegar a altura,
szaaaassss y otra vez el látigo cruza mi cara. Recuerdo tarde la norma que me dio mi Ama.
“Siempre que llegues delante de tu Ama debes besarme ambos pies, en señal de sumisión, esclavo”
Inmediatamente bajo mi cabeza y beso con fruición ambos pies.
“Ponte de rodillas en la 1ª posición que te he enseñado”
Inmediatamente me pongo de rodillas, paso mis manos detrás de mi cuello y abro mis piernas y desplazo mi bajo vientre hacia fuera para que quede mi sexo completamente expuesto.
“Venir a saludar” dice el Ama e inmediatamente los que están debajo de las jaulas 6 y 7 vienen en este orden gateando hacia mí.
Yo desnudo delante de todo el mundo, con esta postura que deja mi sexo expuesto impúdicamente, noto la excitación que va en aumento y otra vez empieza a nacer el deseo dentro de mí.
Se acerca el hombre que ocupa la jaula número 6 y al llegar a la altura del Ama baja su cabeza y le besa ambos pies.
“Bien, esclavo puedes saludar a tu nuevo compañero”
Es un hombre fuerte sobre los 40 años y de cara agradable, se inclina hacia mi acerca su boca a mi sexo que esta abiertamente expuesto y excitado y estampa un beso en la punta de mi glande y al mismo tiempo me da un pequeño mordisco que me hace retraer el cuerpo hacia atrás
Szaaaassss un latigazo cae sobre mis espaldas,
“No quiero ni un solo movimiento”
“Es que…”
Szaaaassss, nuevamente. Extrañamente ya solo el sonido me excita.
“Nadie te ha dado permiso para hablar, esclavo”
“Gracias mi Ama” contesto rápidamente para que vea que agradezco su corrección.”
Mientras el bromista Número 6 vuelve a besar ambos pies del Ama y se dirige a su puesto de jaula, la Número 7 ya está besando los pies del Ama y espera la orden para darme la bienvenida.
Ya puedes saludar a tu nuevo compañero, y como ha actuado hasta ahora casi de manera perfecta, en vez de besar su sexo le chuparas la polla hasta que yo te diga basta”
Al oír estas palabras mi sexo reacciona palpitando y cogiendo una turgencia que empieza a ser notable.
Ya la Número 7 se ha vuelto hacia mí y se acerca para alcanzar mi sexo, al tenerla tan cerca percibo que a pesar de tener un cuerpo magnifico y adulto es una chiquilla
Esto que unas horas antes hubiera desanimado mis deseos, ahora incomprensiblemente reacciono de manera contraria y mi excitación y deseo de placer aumenta considerablemente.
Ya mi polla está dentro de la boca de aquella chiquilla que con unos movimientos expertos y suaves hace que me sea difícil mantener la postura en la que me encuentro. El placer aumenta por que la lengua de esta niña tiene una variedad de movimientos que no creía que fueran posibles en un órgano tan limitado. Y va increcendo, mi polla aumenta considerablemente, mi cuerpo se estira como para recibir el placer que adivina y me siento a punto de explotar nuevamente, cuando oigo,
“Basta, vuelve a tu sitio, esto lo acabara el Número 6”.
El desencanto y otra vez la frustración, pienso que debería resistirme a que un tío me la chupara y menos el gamberro que ya me mordió anteriormente.
” Ven aquí Número 6”, oigo que dice el Ama, y sin dilación el Número 6 viene hacia nosotros y besa los pies del Ama.
“Haz que saque lo poca leche que le queda, ya puedes empezar”
Acto seguido se gira hacia mi coge mi sexo con sus manos y se lo introduce en la boca. Yo reacciono con desagrado y mi sexo reacciona en el mismo sentido, pero inmediatamente el calor y la suavidad de aquella boca hace que cierre mis ojos y centre mi atención en el suave masaje que recibe mi sexo. Este responde notoriamente y el placer vuelve a mi ser.
“Los ojos abiertos, y contempla a quien te chupa la polla y va a
hacerte correr”
A pesar de sentirme humillado por tener un hombre chupando mi polla, abro los ojos obedeciendo a mi Ama, y miro detalladamente a quien me la está chupando, y el rechazo que en principio había experimentado se está convirtiendo en un deseo de agradecimiento hacia aquel hombre que muy a mi pesar está cerca de hacerme correr y enseguida se me dispara la alarma y recuerdo que no tengo permiso para correrme,
“Mi Ama, me permite hablar”
“Di, esclavo, que quieres?”.
“Me da permiso para correrme?”.
“Cuando yo te diga, esclavo, si no quieres incurrir en una falta grave que conlleva un potente castigo que te aseguro no será de tú agrado”.
La cosa esta difícil, pues el Número6 se está aplicando de manera muy eficiente y bombea sin cesar mi polla con su boca. Esto requiere poder de concentración para poder resistir el deseo de venirme, pienso en el dolor al que me puede llevar si falto a la norma y pienso en cosas desagradables para distraerme del deseo desesperado de mi sexo. Estos pensamientos y distracciones más algo de lentitud en el ritmo de la mamada que está haciendo el Número6, permiten prolongar el tiempo de respuesta de mi lívido para poder aguantar hasta que mi Ama disponga.
Me contengo con estos pensamientos hasta el momento en que oigo a mi Ama.
“Tu acelera y tu ¡!!córrete ya¡¡¡”
Solo oír estas palabras y el chorro de mi semen llena la boca del Número6 y una fuerte exclamación de gusto sale de mi garganta.
“Tú, esclavo trágate el semen, no quiero ni una gota fuera de tu boca” Dice el Ama con voz autoritaria.
El Ama vigila severamente que se cumpla todo lo que ella dice, y todos cumplimos exactamente con las indicaciones del Ama.
Con gran esfuerzo he conseguido mantener la postura, pero el choque del placer hace tambalearme.
“No permitiré ninguna debilidad” dice el Ama “cada esclavo a su sitio”.
El Número6 besa los pies del Ama y vuelve al sitio que tiene asignado, y los demás continúan todos en sus puestos.
Yo lleno de agradecimiento, me inclino ante mi Ama y beso sus pies, al tiempo que digo:
“Gracias, mi Ama por su generosidad” y vuelvo a mi postura de sumisión.
Ahora el Ama se dirige hacia un confortable sillón que se encuentra cerca al tiempo que comenta
“Está bien que agradezcas mi generosidad, pero el disfrute de tu placer tiene un precio que ahora deberás de pagar.”
“Lo que Ud. Disponga, mi Ama” contesto.
“Favor con favor se paga, Número 6 ven a mi lado”
y el Número 6 acude presto a los pies del Ama a los que besa quedando de rodillas frente a ella.
Y dirigiéndose a mi oigo.
“Ahora esclavo devolverás el favor recibido y chuparas la polla de tu compañero hasta conseguir que se corra y tragaras su semen sin desperdiciar una sola gota o el mayor de los castigos caerá sobre ti, ¿entendido? Esclavo.”
Yo descompuesto ante esta perspectiva me atrevo a decir
“Por favor mi Ama, haga conmigo lo que quiera, azóteme o castígueme como desee, pero no me exija esta humillación que ni mi estomago resistirá
Szaaaassss otro azote cae sobre mi torso.
“Harás lo que te he mandado, y, recibirás mientras un azote cada 10 segundos hasta que consigas la satisfacción de tu compañero. Ya puedes empezar”
Yo deseo complacer a mi Ama, pero mi repulsa a chupar la polla a un hombre está muy arraigada en mi subconsciente, son dos fuerzas que luchan por sobreponerse una a otra.
¡Gog! “10 segundos” dice mi Ama y
szaaaassss nuevo azote sobre mis carnes.
Muy a mi pesar me acerco al compañero y venciendo el asco que me produce su contacto, cojo su sexo flácido con las manos y me lo introduzco en la boca.
Szaaaassss, nuevo azote, esta vez sobre mis nalgas.
Yo luchando con el asco que me produce la situación, y soportando alguna arcada de mí que sube de mi estómago intento succionar la polla que tengo en mi boca.
Szaaaassss, nuevamente.
“Chúpala, arriba y abajo, esclavo inútil” dice mi Ama.
Con un estado como de borrachera, empiezo a succionar y mover mi boca arriba y abajo de la polla, la cual voy notando que cada vez está más turgente y crece al tiempo que yo cada vez con más determinación voy chupando y entrando más en un estado alterado de conciencia.
Szaaaassss, este golpe ya me produce un fuerte dolor pues cae sobre la piel ya maltratada por tantos golpes.
Ya no siento, asco mientras chupo, al contrario, voy sintiendo un placer raro succionando aquella polla que va creciendo sin cesar y a la que ahora deseo hacer explotar.
Szaaaassss, nuevo golpe y el placer y el dolor se confunden en mi cerebro.
Ya disfruto con aquella polla en mi boca quiero hacerla sufrir y disfrutar al mismo tiempo, la chupo con gusto y la muerdo con intención, ella responde como algo vivo, palpitando dentro de mi boca.
Szaaaassss, nuevo golpe, el dolor ya es muy fuerte y ello estimula mi boca acelerando mis movimientos con un ritmo cada vez más rápido, noto o intuyo no sé cómo que está a punto de venirse y esto estimula mi subconsciente acelerando aún más mis acciones.
Szaaaassss oigo el ruido, pero el azote no cae sobre mi sino en mi compañero, y con él su polla explota y llena mi boca de con su semen.
Szaaaassss, szaaaassss, szaaaassss, caen los azotes sobre mí al tiempo que oigo a mi Ama.
“Traga, traga, traga, esclavo, no quiero ver ni una gota.”
Tiene un ácido sabor y trago con asco todo lo que ha inundado mi boca.
“Esclavo inútil. Chupa y escurre bien la polla de tu compañero”.
Me afano en esta acción pues me duele que mi Ama me trate cada vez de inútil, y pretendo que vea mi disposición a perfeccionarme para cumplir sus deseos.
“Acércate, esclavo”
Me acerco y beso sus pies.
“Levanta la cara y abre tu boca” ordena mi Ama. Así lo hago levantando mi cara y ofreciendo mi boca. Ella se acerca y acercando su boca a la mía introduce su lengua en mi boca deslizándola por su interior.
“Veo que has sido obediente y has tragado la esencia de tu compañero, hoy mereces descansar.”
“Marisa, puedes levantarte y prepara al Número 8 para descansar.”
La tal Marisa se acerca al Ama y besa sus pies y luego se dirige a una cajonera que está en la pared y saca un pequeño artilugio que enseña al Ama.
“Esta jaula de pene, será suficiente, se la puedes poner.”
Marisa viene hacia mí, me muestra el artilugio que lleva. Es todo de acero inoxidable y tiene forma de polla. No había visto nunca cosa igual. Toca mi polla que esta algo turgente por las experiencias pasadas y gira la cabeza para mirar al Ama, esta hace un movimiento de asentimiento y la chica se dirige hacia una pequeña nevera que está en la pared y coge un vaso grande de cristal e introduce unos hielos que saca del congelador. Rellena el vaso con agua y vuelve hasta mí, coge mi polla y la introduce dentro de aquel vaso de agua helada. Mi polla automáticamente con el contacto del agua fría queda completamente flácida, es entonces cuando la chica introduce unos aros que estaban al lado de aquel extraño aparato y prueba el que se ajusta más a la base de mi polla. Elige uno que deja bien ajustado y ensambla el resto del aparato. Ahora mi miembro queda perfectamente encarcelado dentro de este artilugio de acero inoxidable.
“Esto impedirá que te masturbes y te toques mientras estés solo” dice el Ama.
“Ponle un puño con pulgar” dice dirigiéndose a Marisa.
Esta vuelve a la cajonera y saca una pieza de cuero.
Y dirigiéndose a mi dice.
“Estira los brazos delante de ti y une las palmas de las manos”
Marisa ya está frente a mí y coloca aquella pieza de cuero sobre mis dos muñecas juntas apretando y cerrando con una hebilla, quedando mis dos brazos y muñecas unidas, seguidamente con una extensión que termina en un pequeño aro de cuero, introduce mis dos pulgares y cierra y ajusta con otra hebilla. Ahora puedo mover los brazos, pero no puedo separarlos al igual que mis manos.
“Los primeros días todas las precauciones son pocas para evitar que se auto manipule”.
Comenta el Ama.
“Toma la cadena y llévalo a su lugar de descanso”
Y diciendo esto le entrega una cadena también de acero inoxidable, Marisa la coge y la engancha al aro que tiene mi collar y lo cierra con un pequeño candado.
Tirando de la cadena me deja a los pies del Ama diciéndome,
“despídete de Tu Ama”
Yo beso los pies de mi Ama, y digo
“Gracias mi Ama por su atención, deseo ser su esclavo perfecto”
Y es que dentro de mi ha nacido un ansia que lleva a todo mi ser concentrado en el deseo de ser atendido por aquella mujer que ha entrado en mi vida, borrando todo lo demás del mundo, solo ella centra mis deseos e ilusiones. Quiero ser su esclavo exclusivo. Este deseo se ha convertido en una obsesión y mi mente solo atiende a lo que a mi Ama concierne.
Mientras Marisa tira de mi cadena y me lleva gateando a una sala situada al fondo del sótano, me acerca a una pequeña tarima con un colchón y un nórdico y me indica que me tumbe en él. Así lo hago al tiempo que ella engancha la cadena a una argolla que hay en la pared y la cierra con un pequeño candado.
“Ahora descansa, te vendrán a buscar cuando el Ama lo indique.”
Y se retira silenciosamente, dejándome solo en aquella penumbra y con mi cabeza por completa alienada.
Capítulo 4
Empieza mi adiestramiento
Tumbado bajo el mullido nórdico, mi cabeza empieza a serenarse y a reportar todo lo sucedido aquel día, 7 de marzo del 2020.
Era sábado y había salido a tomar una frugal pero sabrosa comida en El Amaya, donde mi paisano Mateo me atendía al tiempo que hablábamos del algún suceso de nuestro pueblo. Al salir del Amaya aprovechando el buen tiempo me decidí a dar un paseo cuando me sucedieron todas las cosas que he relatado.
Aún desorientado, y repasando todo lo sucedido que me parece como si lo hubiera soñado, voy relajándome de las tensiones pasadas y caigo dormido profundamente.
“Despierta Número 8” oigo mientras alguien me zarandea agarrándome por mi hombro. Abro los ojos y completamente descolocado con mi conciencia medio dormida veo una mujer cerca de mi cara que está diciendo.
“Levanta que ya son las 9 y hay que arreglarse y prepararse porque a las 10 baja el Ama.”
El sonido de la palabra Ama me electriza completamente. Es como un golpe que me devuelve a la realidad instantáneamente. Recuerdo en un flas todo lo ocurrido y se apodera de mi un desasosiego, y vuelvo a sentirme embargado por aquellas ansias que la presencia del Ama había invadido mi persona. Reconozco a la mujer que esta frente a mí, es la que responde al nombre de Marisa, y que me dejo atado a la pared con una cadena que aún está fijada en mi cuello.
Ella abre el candado y libera la cadena y tirando de ella dice:
“Sígueme que tienes que bañarte y aliñarte para cuando baje el Ama”
Tira de mi cadena. Yo estoy desnudo y siento un poco de vergüenza ante la mujer, pero ella con naturalidad empieza a andar y yo obligado por la cadena que tira de mi la voy siguiendo hasta una sala donde hay varios baños y tocadores como de peluquería.
Me quita el collar y la jaula de pene que me había puesto la noche anterior, me hace entrar en una bañera ya llena de agua a una temperatura muy agradable. Hecha un pote de sales que huelen a azahar y con una suave esponja empieza a frotarme espalda y dorso al tiempo que hace que me ponga de pie.
“Inclínate hacia delante y abre las piernas, tengo que limpiar tu culo y el orificio de tu ano”.
Ahora la vergüenza me hace enrojecer, pero soy como un autómata y voy haciendo y siguiendo todas las indicaciones que recibo. Me inclino y abro las piernas como me ha indicado, y ella frota mis nalgas y de repente siento como una quemazón dentro de mi culo, que me hace exclamar un ay¡¡ de queja.
“No pasa nada es una pequeña esponja que he introducido en el ano para limpiarlo.”
Ni ahora que recuerdo todo esto comprendo mis reacciones. Pero la verdad es que yo voy facilitando todo lo que quieren hacer conmigo.
Me indica que salga de la bañera y con una suave toalla seca todo mi cuerpo.
Seguidamente hace que me siente ante una bacía de barbero y lava mi cabeza con energía.
Con un secador acondiciona mi cabello, perfila y limpia mis cejas, mis orejas y mi nariz.
“Bueno parece que ya estas presentable, mientras no baje el Ama te cubrirás con esta chilaba blanca que está colgada en el perchero.”
Coge la chilaba y ayuda a ponérmela. Es como la que lleva ella, me llega casi hasta los pies, está abierta tanto por delante como por detrás de cintura hacia abajo, lo cual hace que al andar muestre mis intimidades sin remedio.
“Ya son cerca de las 10. Ahora vamos a la sala y cada uno ocupara su jaula, tú debes entrar en la Número 8”
Vamos a la sala y me indica que entre en la jaula con el Número 8, así lo hago y una vez dentro, la jaula se cierra automáticamente.
“Recuerda, cuando baje el Ama, si te indica que salgas de la jaula, debes sacarte la chilaba doblarla, dejarla frente a ti, y tú de rodillas delante de tu jaula en la postura de sumisión que ya te han enseñado.”
“De acuerdo y gracias” me oigo decir.
La jaula es estrecha y no permite demasiados movimientos. Pero mis pensamientos están solo
esperando de que sean las 10 y que aparezca el Ama.
Parece que el reloj se ha detenido y que el tiempo no pasa, la espera se me hace eterna, pero de golpe la sala se ilumina, y de la puerta del ascensor sale mi deseada Ama, radiante, con un precioso traje rojo que le llega hasta los pies, calzada con unos finos zapatos también rojos y con un tacón enorme que realza aún más su bella figura.
Andando va hacia el gran sillón que preside la sala y se deja caer lánguidamente en él.
“! Salir ¡, esclavos”.
Al mismo tiempo que oigo estas palabras la puerta de la jaula se abre, y yo apresuradamente me saco la chilaba y la doblo al tiempo que salgo de la jaula y me arrodillo cara al gran sillón donde está el Ama, y me pongo en la postura de sumisión que ya me dejaron claro el día anterior.
“Hoy tenemos un nuevo esclavo, el Número 8, y por lo tanto debemos dedicarnos a los preparativos para iniciar su adiestramiento. Marisa será la tutora del nuevo esclavo. Acércate, Marisa”
Marisa gateando se acerca a los pies del Ama y se somete besando sus pies.
“Espero que el Número 8 esté debidamente preparado, pero para mayor seguridad vista su edad, le aplicarás un buen enema para asegurar su absoluta limpieza.”
“Si, mi Ama, cuando Ud. lo indique”
“Levanta y haz lo que te he mandado”
“Si, mi Ama”
Marisa se levanta viene hacia mí, engancha el collar con la cadena que esta frente a mi jaula y me lleva gateando hasta un Yacusi que está a la izquierda del sillón del Ama. Hace que entre dentro y me recueste de lado en una plataforma que hay en uno de los lados.
Yo hago todo lo que me indica, estoy como en un sueño sin ser dueño de mí.
“Flexiona las rodillas y pégalas al pecho”
dice Marisa y yo hago lo indicado. Ella veo que coge un frasco de lubrificante y una manguera de ducha que hay en el yacusi que termina en una fina cánula la cual lubrifica extensamente. Acto seguido se acerca a mí y abriendo mis nalgas introduce la cánula en el recto. Ello me produce un cierto dolor y al mismo tiempo placer. Inmediatamente siento como entra un líquido moderadamente caliente dentro de mí, con tal presión que siento invadido todo mi bajo vientre.
“Creo que habrá suficiente, que retenga el líquido un cuarto de hora.”
“De acuerdo, mi Ama”. Contesta Marisa y dirigiéndose a mí,
“Ya has oído al Ama, aguanta hasta que te lo indique o saldremos los dos perjudicados, ¿entendido?
Asiento con la cabeza y procuro no moverme y resistir, aunque mis ganas de aliviarme son ya manifiestas.
“Mientras esperamos que Marisa acabe con la limpieza del Número 8, dejaré que Teresa venga a masturbarme, se ha portado bien últimamente y merece un premio”.
Al tiempo abre su vestido y deja ver un monte de venus dorado y esplendido.
Teresa no ha tardado ni 10 segundos y ya está a los pies del Ama, a los que besa con sumisión mientras ella abre sus piernas para facilitar el acceso a su vulva.
Teresa ya está como loca lamiendo y chupando el coño del Ama. Esta coge de una mesita un frasco que está a su lado se llena la mano con su contenido y la pasa por su entrepierna, al mismo tiempo que se reclina en el sillón cerrando los ojos y concentrándose en las sensaciones que le produce la laboriosa y entusiástica entrega de Teresa.
“Mis pechos, esclavos”.
Inmediatamente todos corren hacia el Ama,
Arsenio y Roberto empiezan a lamer los pechos y los pezones del Ama, mientras el coñón del Número 6 y la pequeña del Número 7 besan y lamen los pies y los dedos.
Teresa debe ser una experta en este oficio pues al poco el Ama empieza a gemir y balbucear cada vez más fuerte llegando a gritar de un modo exagerado hasta que la niña que está lamiendo sus pies coge un objeto de la mesita y la introduce en el recto del Ama, al momento esta chilla como si fuera a perder la vida y suelta un chorro de líquido por su vagina que deja el suelo encharcado.
Al poco cesan los gritos y gemidos.
“Retira y apaga el vibrador”
y la niña retira la bala vibradora, que le introdujo en el ano y que hizo estallar el clímax de su Ama.
Yo contemplando estas escenas pierdo la concentración y sin más me abro a vaciar mi vientre de todo el líquido que se me había introducido.
La plataforma donde estoy acostado tiene un desnivel con agujero que drena toda mi expulsión.
Teresa continúa acariciando suavemente toda la entrepierna del Ama, lamiendo con suavidad su vulva y sus labios, mientras la niña recoge y limpia lo expulsado por la eyaculación del Ama.
Parece que todos enfrascados en atender al Ama nadie se ha enterado de mi evacuación.
Pasan unos minutos y el Ama se yergue en el sillón y pregunta por mi estado.
¿Como está el Número 8?
“Acaba de evacuar” dice Marisa.
“Pásale crema y lubrificante que le pondremos un dildo de dilatación. Creo que no tiene el culo trabajado”.
Yo acostado en la plataforma inmóvil sigo mentalmente todo lo que está ocurriendo, pero como si lo viera desde fuera.
“Fíjalo en el banco multiusos con las piernas separadas hacia arriba.”
“Bien, mi Ama.”
Marisa tira de mí y me lleva hasta un aparato que tiene una plataforma acolchada a unos 70 cm. del suelo y una barra transversal en la parte superior.
Coge un par de esposas de cuero con anillas incorporadas y las fija en mis puños.
“Túmbate de espaldas sobre la tabla y levanta las piernas para que pueda fijarlas”.
Me tumbo en la plancha mientras ella coge mis brazos uno después de otro y los fija por los puños al lateral del banco. Seguidamente me ajusta unos cinturones de cuero en cada tobillo y los fija a unos anillos situados en lo alto de las barras laterales.
A más inri, Marisa fija también mi cuello con dos sujeciones cogidas a las argollas de mi collar.
Un juego de espejos refleja mi posición en el techo de la sala.
Mi cabeza queda mirando al techo y veo mis nalgas y mis piernas levantadas con todo detalle. La visión acaba de humillarme aún más si es posible. Mi espalda esta sobre la plataforma, pero mis nalgas quedan fuera por completo. Estoy inmovilizado y a merced de lo que quieran hacer conmigo.
El Ama se ha levantado y se acerca al banco donde yo estoy. Desnudo, con las piernas abiertas, exponiendo por completo toda la parte de mis nalgas y la entrada de mi culo.
“Marisa, tráeme la caña de dragón, calentaremos un poco estas nalgas, para que cojan sensibilidad”.
Mientras, noto la mano y las uñas de mi Ama en las nalgas y el escroto, lo cual me produce una reacción electrizante que hace palpitar mi sexo.
“Debes aprender que estás para mis caprichos y que tu misión solo consiste en satisfacerme. No me importa si disfrutas o sufres solo importa lo que yo deseo, ¿vas entendiendo?
“Si, mi Ama, solo deseo complacerla”. Y digo estas palabras no por temor o cualquier otro motivo, las digo porque siento esta ansia de complacer a aquella mujer que se ha convertido en una diosa para mí.
“Tápale los ojos para que no pueda ver cuando recibirá el azote”
Y Marisa me coloca una máscara en los ojos que impiden por completo la visión.
Todo ello me hace concentrar a la espera del golpe que voy a recibir.
Noto unos toques suaves en mis nalgas y de golpe
Zassssss, como un aguijonazo he sentido en mis nalgas.
Zassssss, Zassssss, Zassssss seguidos y cada vez más fuertes.
“¿No has aprendido a contar y agradecer la mano que te educa?
Mi cabeza funciona con toda rapidez recordando mi experiencia del día anterior.
“Si, mi Ama. Perdón, mi Ama.”
“Pues, empecemos”
Vuelvo a sentir pequeños toques en mis nalgas y otra vez de golpe
Zassssss. “Uno, gracias mi Ama.”
Zassssss. “dos, gracias mi Ama.”
Zassssss. “tres, gracias mi Ama.”
Los golpes ya van siendo más dolorosos a medida que caen en la carne ya sensibilizada.
Y siempre jugando con los toques suaves y amagando el golpe recibo 10 nalgadas.
“Destápale los ojos para que pueda verse”
Me destapan los ojos y a través de las lágrimas que llenan mis ojos, contemplo mis nalgas completamente rojas con líneas ya negras por la necrosis que me han producido los fuetazos.
“Le han quedado unas bonitas nalgas” dice mi Ama.
“Tráeme un Dildo de principiantes”.
Y Marisa va hasta la consola del fondo y viene con un dildo negro que entrega al Ama.
“Le has lubrificado suficientemente?”
“Sí, como usted ha indicado, mi Ama
“Acaríciale y estimúlale la polla para que se relaje mientras yo le introduzco el dildo.”
“Ahora te colocaré un pequeño dildo que iré cambiando diariamente para aumentar tu capacidad anal.”
Estimula mi ano con un pequeño masaje al tiempo que introduce uno de los dedos dentro de él. Siento un escozor intenso en mi interior, pero al momento retira su dedo y empieza a introducirme aquel chisme puntiagudo que poco a poco va penetrando en mi recto hasta su totalidad.
Con esta operación acompañada de la labor de Marisa sobre mi pene, éste ha tomado vida y está completamente rígido.
“Tráeme la fusta de cuero que el vejete se está colocando”
El Ama coge la fusta que Marisa le entrega, empieza a darme golpes con ella en los testículos y en mi pene con una rápida carencia y cada vez con mayor intensidad. El resultado es un fuerte dolor y una rápida flacidez de mi miembro.
“Bueno así estas mejor, pues aún no hemos terminado tu limpieza, esclavo”
Mientras los demás esclavos están en sus puestos completamente desnudos, callados y sometidos, observando todo lo que está sucediendo.
“La niña que venga con su tutor, y tu desata al Número 8”.
Mientras Marisa me desata y me ayuda a salir de aquel potro de castigo, la niña y el hombre que corresponde a la jaula de Arsenio se postran ante el Ama y besan sus pies, como es preceptivo.
“Dado que la Número 7 lleva una semana de adiestramiento y con buena disposición considero que merece se le impongan las credenciales y ornamentos que corresponden a los esclavos de mi pertenencia”.
La niña esboza una sonrisa se satisfacción, pero al momento se la ve algo asustada, por lo que seguramente sabe va a suceder.
Marisa y yo pasamos a besar los pies del Ama, y nos dirigimos a arrodillarnos delante de nuestras jaulas.
Yo me siento raro con aquel objeto dentro de mí. En principio me daba cierto dolor y un fuerte escozor, pero poco a poco me voy acostumbrando y dejo de notarlo.
Mientras Arsenio y la niña se colocan delante de un aparato de madera, tiene un rectángulo vertical y un travesaño con dos esposas metálicas y diversos agujeros que permiten graduarlo en altura.
“Fíjala con las piernas abiertas y con los brazos en cruz”.
“Si, mi Ama”
Y Arsenio coloca a la niña de la guisa que ha mandado el Ama.
Ahora con el cuerpo tenso y estirado por las fijaciones que la inmovilizan, muestra toda la belleza de su cuerpo espectacular, un vientre plano, unas caderas prominentes y unos senos bellos y perfectos.
“Querida, primero pondremos mis anillos en tus pezones y si lo mereces después anillaremos tu clítoris con mi marca también. Si soportas con dignidad la prueba marcaré el final de tu espalda a fuego con mi hierro y te daré el nombre de Lolita para nuestra comunidad. ¿Estas dispuesta a someterte por libre voluntad a estas pruebas de iniciación?
“Si, mi Ama, no tengo otro deseo que serviros y complaceros y tener la dicha de perteneceros por completo”.
“Empecemos, pues. Arsenio, tráeme los anillos y un succionador triple. Estimularemos los pezones y el clítoris de la niña para facilitar la colocación de los anillos”.
La niña como me pasó a mí puede verse en un espejo que esta frente a ella, parece que está tranquila pero su cuerpo continúa tenso.
“Cubríos y acercaos todos para ver la iniciación de la futura Lolita”
Yo miro a Marisa y esta me indica un arnés de cuero negro que está colgado al lado de mi jaula.
“Póntelo que yo te lo abrocharé por la espalda y tú me abrochas el mío”.
El suyo es de color rojo y le favorece enormemente. Al ayudarla y tocar su carme, verla tan bella y desnuda delante de mí, el deseo crece y mi sexo reacciona perceptiblemente.
“Cuando se vaya el Ama dejare que te satisfagas conmigo, ahora repórtate, si nos ve nos castigará a los dos”.
Estas palabras aún potencian más mi deseo, procuro ponerme de modo que no se tan visible mi sexo.
Mientras el Ama ha colocado unos succionadores y por lo que oigo también vibradores en los pezones y en el clítoris de la niña. Esta responde rápidamente con jadeos y suspiros de placer. Su cuerpo intenta retorcerse, pero esta inmovilizada por completo de cabeza tronco y extremidades.
Las pequeñas copas son transparentes y permiten ver sus pezones que se han convertido en unos bonitos y grandes botones al igual que su clítoris que se hincha y se hace prominente, aumentando claramente de tamaño.
Ello solo hace que mi libido aumente y mi sexo también, miro a Marisa como para explicarle que no puedo disimular mi erección y ella ríe diciéndome,
No te preocupes, aquí puedes sentir lo que quieras el Ama ya nos hace presenciar esto para ver como reaccionamos.
La niña creo que tiene varios orgasmos, por los gritos y suspiros que se le oyen.
Ahora el Ama, retira la copa del pezón derecho, mientras la niña sigue gimiendo, lo coge con las yemas de su mano izquierda y con la derecha clava una aguja de grosor considerable en la base del pezón. El grito de la niña llena la sala y me sobrecoge.
Pienso que la futura Lolita estaba en pleno éxtasis, y con la sensibilidad exacerbada cuando el Ama conscientemente y con crueldad ha atravesado su pezón con la aguja.
“Buena y valiente chica” dice el Ama mientras la niña le saltan las lágrimas por el dolor experimentado.
“Quiero complaceros, mi Ama, pero os suplico que no sigáis, no aguantaré este dolor, os pido que no sigáis”
“Deja de lamentarte, has dado tu libre consentimiento, no voy a detenerme ahora porque a la señorita le ha dolido un poco.”
La niña sigue llorando y suplicando.
Al Ama parece que le agrada el dolor y las súplicas [Ramón Ros8] de la niña y continua su labor retirando la copa del otro pezón y realizando la misma operación, clavando otra aguja en la base del pezón. El grito ahora es mucho más fuerte y desgarrador, todos tenemos cara de desaprobación, pero al Ama parece que le gusta el momento, pues está sonriendo satisfecha y se acerca a la cara de la niña a la que mira fijamente a los ojos.
“Tu dolor me excita y humedece mi sexo, ahora voy a hacerte sufrir más de lo que te imaginas y puedas soportar, porque tu dolor es mi placer y alcanzaré el éxtasis más intenso que puedas imaginar”.
La niña continúa llorando y lamentándose, al tiempo que pide piedad para ella.
“Teresa, a ti que te gusta tanto la niña ven y chúpale el clítoris que ya tiene bastante excitado y hazme una señal cuando notes que ha crecido suficiente para poder anillarlo”.
Teresa acude rápidamente y acaricia con dulzura a la pobre niña que está completamente inmovilizada y que continúa llorando profundamente. Reacciona a las caricias con una débil sonrisa y parece que va calmando su ánimo, y más con el trabajo que Teresa empieza a hacerle en su coño ya excitado por el aparatito de marras, que retira mientras pega su boca y lengua dentro de la niña que lo agradece sonriendo y suspirando profundamente.
A pesar de mi edad yo estoy excitadísimo, aunque me apena la pobre niña martirizada cruelmente.
Teresa continua con su labor con gran satisfacción. Está claro que es deseo lo que la mueve por la forma en que se aplica a su mandato.
La niña empieza a jadear y dar pequeños gritos de placer cada vez más notorios y parece vuelve a tener orgasmos. Me maravilla la capacidad que tiene de disfrutar de orgasmos encadenados, cuando yo a mi edad tengo que encontrar la situación y las circunstancias muy especiales para conseguirlo.
Justamente en estos dos días que estoy en esta irrealidad mi poder de satisfacción esta revolucionado, consigo excitarme continuamente y mi lívido se ha alterado como la de un púber.
Los jadeos y gritos de satisfacción de la niña son tan continuos que no pueden esconder el éxtasis en que se encuentra.
“Teresa te he mandado que avisaras cuando la niña estuviera preparada, estas faltando a mi mandato, esta tarde arreglaré cuentas contigo. Ahora deja a la niña y cómeme mi coño mientras yo disfruto torturando a esta pequeña putilla.”
Teresa se encara al bajo vientre del Ama y empieza a lamerle y chuparle el sexo.
El Ama se planta delante la niña la mira fijamente a los ojos, ella le corresponde con deseo y entonces el Ama le besa profundamente en la boca y la niña responde con pasión.
“¿Quieres ser mi esclava, quieres que te posea completamente?
“Si, mi Ama. Es lo que deseo más ardientemente. Quiero ser vuestra por completo”
“Pues entonces sufre el dolor que me excita y grita y llora para mi satisfacción”.
Mientras está diciendo esto con unas pequeñas pinzas engancha el prominente clítoris de la niña y lo atraviesa con la aguja que tiene en su mano. La niña exhaló un inenarrable grito al tiempo que el Ama, que ha explotado en un éxtasis de placer ha inundado de líquido la boca de la complaciente Teresa, que continua a pesar de ello lamiendo y succionando el coño de su Ama.
Entre los gritos de dolor de la pequeña oigo al Ama diciendo.
“Podéis aliviaros a vuestro gusto”
No sé qué significa, pero mi miembro está completamente rígido como hace años no lo he visto.
Marisa se ha echado encima de mí y me monta sin reparo, veo a Arsenio que la encula y noto el peso y los golpes que recibe.
Con la excitación de todo lo ocurrido me vengo dentro de Teresa que gime al recibir mi semen en su coño y el de Arsenio en su culo. Nos desmontamos completamente rendidos tanto por los orgasmos conseguidos como por las emociones pasadas.
Miro a mi alrededor y veo que África ha recibido el mismo trato que Marisa a manos de Roberto y el Número 6.
Ahora estamos todos tumbados y relajados, excepto la niña que aún emite gritos de dolor y Teresa que continúa complaciendo con su boca el coño de la languideciente Ama. Esta hace un ademán y Teresa saca la cara de la entrepierna del Ama.
“Calma a la niña que tengo que ponerle las anillas”.
Y Teresa complaciente empieza a acariciar a la pobre niña que continúa llorando profundamente
“Ya lo doloroso ha pasado, cambiare las agujas por las anillas y te tomaré como mi esclava Lolita. ¿Estás contenta?”
” Si, mi Ama. Gracias por tomarme para su satisfacción. No me importa sufrir si ello os complace. Me satisface el sufrimiento cuando pienso que él se convierte en placer para usted.
“Serás una buena esclava para mí”.
Mientras ha ido cambiando las agujas por unas pequeñas anillas de plata.
“Teresa, suelta a Lolita del potro y que pasen todos a felicitar a la recién nacida”.
Y seguidamente por un escalafón no escrito pero que debe ser consensuado y del que yo formo parte, pero en último lugar, vamos desfilando por delante de Lolita a quien felicitamos de palabra al tiempo que besamos su sexo exageradamente rojo e hinchado.
El Ama se levanta del sillón donde se había estirado y se dirige al ascensor mientras también por un turno no escrito todos los esclavos vamos acercándonos a besarle sus pies.
“Quedáis libres hasta la tarde que tengo que ajustar cuentas con Teresa y terminar la limpieza del Número8”.
Y diciendo esto entra en el ascensor y desaparece.
Capitulo 5º
Quien la hace, la paga.
El Ama se ha marchado y en este momento hay como un relajamiento general. Yo me mantengo en una irrealidad que me tiene confundido y que altera mi estado de conciencia.
“Relájate y descansa. Has vivido experiencias bastante traumáticas y es natural que te encuentres desorientado”,
oigo que me dice Marisa.
Después del polvo que me ha echado, siento un afecto y una ligazón hacia ella.
“Marisa, siento un profundo afecto hacia ti y puedes contar siempre conmigo. Aunque tu belleza me perturba, y hace difícil estar cerca de ti sin que mi imaginación se dispare”.
“Como ya te he dicho, ahora descansa que por lo que ha dicho el Ama aún no ha acabado contigo”
Esto me inquieta y me desasosiega pues la incertidumbre de estas palabras hace más inquietante lo que significan.
“¿Pero a que puede referirse con lo de “no he acabado con el Número 8”?
“No le des vueltas, nunca sabemos que pasa por la cabeza del Ama, más vale que lo olvides y descanses hasta las 2 en que baja la comida del mediodía”.
Me dirijo a la sala donde tengo el colchón, pero está cerrada por una verja de hierro. Voy a Marisa y le pregunto por esta circunstancia.
“Hasta las 10 de la noche no se abre la verja de las habitaciones. Ahora solo puedes quedarte en esta sala o encerrarte en tu jaula. Si te encierras en la jaula no podrás salir hasta que el Ama te requiera. Esto lo hace para poder castigarnos si faltamos a las normas establecidas. Ella nos tiene vigilados en todo momento, aunque no esté presente”.
Y mientras dice eso me está señalando los techos donde hay varias cámaras emplazadas.
Miro alrededor y veo como Teresa está hablando con la nueva Lolita, parece que solo tiene ojos para ella. En cambio, el Número 6 está discutiendo con Arsenio, y este le hace ademán de que se vaya de su lado. Pregunto a Marisa,
“Y a esos que les pasa”.
“No hagas caso, el Número 6 es gay, y está buscando a Arsenio, como Teresa está detrás de Lolita”.
Vaya panorama pienso yo, y recuerdo que en casa habrá preocupación por mi ausencia, aunque no es la primera vez que falto uno o varios días.
“¿Oye Marisa, que puedo hacer para comunicarme con mi casa y tranquilizar a la familia?
“Solo tienes que usar el interfono, que está en la entrada de la sala de las habitaciones, explicar tus razones y si el Ama lo cree conveniente se te abrirá la caja de al lado donde hay un teléfono que podrás usar.
Mientras voy hacia donde me ha indicado Marisa voy pensando que excusa daré para tranquilizar a la familia. Llamaré al nieto diciendo que en casa no me contestan, a él me será más fácil contarle la historia que se me está ocurriendo.
Explico por el interfono mis razones para poder usar el teléfono, e instantáneamente la puerta de la caja de al lado se abre. Cojo el teléfono portátil que hay dentro y suerte que como yo no uso ni tengo móvil, recuerdo los 4 o 5 teléfonos importantes para mí, entre el que está el de mi nieto. Marco el número y me contestan al instante.
“Hola Ricardo, que estoy llamando a casa y no me contestan. Tengo que viajar con un compañero y como sabes yo no tengo móvil y no podré llamar hasta que lleguemos a su casa. Tiene que enseñarme unas cosas importantes y puede que este un par de días con él. Avisa a la abuela que no se preocupe que ya llamare cuando pueda.”
“De acuerdo abuelo, que vaya todo bien, yo llamaré ahora a la abuela y se lo explico todo. Un beso”.
“Adiós, hasta pronto”
Y cuelgo el portátil en la base y la caja se cierra automáticamente.
Por un momento me pareció que había vuelto al mundo normal, pero solo darme la vuelta y ver aquella gran sala con toda clase de aparatos y dependencias, sí que vuelvo, pero no al mundo normal sino al mundo real.
Se oye un ruido en un rincón de la sala y veo que todos se dirigen allí. Hay un elevador y veo que
van sacando por el turno de siempre unas bandejas con comida. Todas lleva un número, pero no todas llevan las mismas viandas, especialmente me fijo que la bandeja de Teresa solo lleva un cuenco con una especie de sopa y un chusco de pan. Yo recojo la última bandeja que lleva el Número 8, con espaguetis, un muslo de pollo, patatas fritas, pan y un flan.
Se oye el ruido de una verja que se desliza y se ilumina una nueva estancia donde hay una larga mesa y los utensilios necesarios para instalarnos a comer.
Las sillas están numeradas y cada uno se sienta en la que le corresponde, el Número 1 está en una punta de la mesa y yo como último en la punta contraria. Hay agua, vino tinto y blanco y todo lo necesario para aderezar los alimentos.
Me resulta algo extraño notar que estando todos en la misma mesa se hable tan poco, solo para pedir algo o comentar la bondad de la comida. Pienso que se debe a saber que estamos vigilados por cámaras, aunque yo no las veo en esta habitación.
Lo encuentro todo como si estuviera conviviendo en una comunidad o en un convento.
Hace ya un rato que he comido y todos estamos algo relajados, pero continuamos con poca conversación.
De repente las luces disminuyen de intensidad y quedamos en una penumbra. Todos se levantan y van saliendo de la estancia, yo les sigo, soy el último en salir y veo como la verja se desliza y cierra la estancia donde hemos comido.
Marisa se me acerca y me dice,
“Ve a los lavabos y límpiate y aséate que en un cuarto de hora bajará el Ama y debemos estar limpios y aseados para estar en su presencia”.
Así lo hago. En los aseos hay unos vasos numerados con cepillos y dentífrico para lavarse la boca, cojo el Número 8 y paso a ejecutar lo necesario para la limpieza y aseo que creo necesario.
Al poco la sala se ilumina fuertemente y del ascensor sale el Ama con un corsé, liguero, tanga y zapatos de altísimo tacón todo en negro.
Esta vez caigo de rodillas y doblo mi cabeza hasta el suelo, como veo que hacen los demás, pero la rápida visión que he tenido del Ama me ha embargado de tal modo, que tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no levantar la cabeza y disfrutar de esta visión que solo un pequeño destello ya me ha impresionado tan profundamente.
“Poneros en posición de entrega”
Y todos enderezamos el cuerpo, ponemos los brazos detrás del cuello y proyectamos las caderas hacia delante para que nuestro sexo sea más visible y accesible.
A pesar de mi inquietud por lo que pueda hacerme, su visión es tan impresionante, que no me preocupa lo más mínimo. Lleva unos tacones muy altos que estilizan más su hermoso cuerpo. Andando hacia su sillón veo su prominente culo desnudo y rosado y las ultimas fibras que me unen con el mundo real desaparecen de mi mente. Quiero ser una alfombra para este ser superior, quiero lo que ella desee, sea mi placer o mi dolor, nada me importa más que su atención, no hay más mundo para mí, sin ella no quiero ser.
“Primero acabaremos con el Número 8 y después ajustaremos cuentas con Teresa”.
La segura Teresa ahora se ha puesto pálida y algo temblorosa.
Yo estoy tan obnubilado que ni oigo ni siento, solo estoy dispuesto a complacer a mi Ama.
“Marisa, coge al Número 8 y fíjalo en la camilla”
Marisa viene hacia mí, engancha una correa de cuero en mi collar y tirando de mi me lleva hasta una camilla llena de enganches en todos los lados.
“Túmbate con los brazos encima de la cabeza y las piernas separadas”.
Me tumbo y Marisa empieza a fijar mis piernas en los enganches laterales y mis brazos en la cabecera de la camilla y con unas correas que hay en la camilla ata mis piernas y mi cintura al igual que mi cabeza fija por una correa que pasa por mi frente.
Estoy mirando al techo y ya no me sorprende verme reflejado en un espejo.
Estoy algo inquieto por la indefensión en que me encuentro, pero aquella ansia que ha nacido en mí de complacencia hacia mi Ama está borrando todo temor, más bien deseo estar en sus manos sea lo que sea lo que ella desee hacerme.
Ahora se ha acercado a mí y me mira fijamente, yo la miro y desfallezco de placer al ver su hermoso cuerpo y percibir su suave olor. Para mi cerebro todas estas sensaciones son como una droga que produce múltiples sensaciones.
Esta junto a mi cara mirándome fijamente y acerca su boca a mi boca y me besa. Estoy en un sueño, todo mi cuerpo tiembla y a la vez entra en calor y sofoco generalizado.
Se incorpora y pasa sus manos por todo mi cuerpo, piernas, pecho, brazos y finaliza acariciando mi sexo. La sangre no llega a mi cerebro, va a donde va su mano y ahora hincha mi pene.
“Quiero verte sufrir para mi placer, si tu sufrimiento hace estallar mi placer, yo seré después tu premio. ¿Entendido, esclavo?
Solo pensar en poseer a mi diosa hace que entregue mi voluntad sin límite.
“Si, mi Ama. Hazme sufrir lo indecible, tortúrame, provócame el mayor dolor que seas capaz de infligir, quiero ser digno de ti”.
“Tranquilo, ahora no pasara de una pequeña molestia, ya me ganarás en otras pruebas”.
Mientras veo que coge una fina y larga cánula, la cual unta copiosamente con glicerina liquida. Pasa sus uñas por mi escroto y pene, mientras dice.
“Marisa excítale un poco para poder proceder a su lavado”.
Marisa empieza a acariciar mi sexo y este ya medio excitado va poniéndose rígido apuntando al techo.
“Déjalo, ya está bien, aguántale el pene que no se mueva mientras le introduzco la cánula y le lavo el interior”.
Estas palabras me inquietan, pero mi consciente está incontrolado y mi cuerpo inmovilizado.
Siento y veo como toman mi pene y el ama empieza a introducir la cánula por su orificio. Me produce cierto dolor, pero no tanto como hubiera podido imaginar. El pene continúa tieso y se ha tragado casi toda la cánula, entonces siento como un chorro de agua tibia dentro de mí, veo como sacan la cánula y con ella sale un gran chorro de líquido. Al parecer me ha dado un enema prostático.
“Bien, esclavo, ahora te liberarán y pasaremos al castigo de Teresa por su desobediencia”.
“Arsenio y Teresa venir delante de mí”.
Ambos acuden rápido y besan los pies del Ama para demostrar su sumisión.
“Tú, Teresa, bollera incorregible, le vas a chupar la polla a Arsenio hasta que esté a punto de reventar, entonces lo montarás para su disfrute total, y tu Arsenio la agarrarás fuertemente para que no pueda escaparse”
Así lo hace Teresa y cuando percibe que Arsenio está fuertemente empalmado monta sobre él y continúa follándoselo. En este momento el Ama manda a Roberto:
“Pronto, Roberto, encula a Teresa y métele los huevos si es posible”.
Al oír esto, el espanto sacude a Teresa se dirige al Ama diciendo:
“NO¡¡¡, mi Ama, por favor no haga esto, con esta polla suya me destrozará y desgarrará toda”.
“Como más daño te produzca, más placer para mí”.
Arsenio la tiene fuertemente agarrada como le ha indicado el Ama y ya Roberto se ha colocado encima de Teresa, le dobla las piernas hacia arriba y la encula, está empieza a chillar como un cerdo en la matanza, pero los dos hombres bombean con sus penes los dos orificios.
Los chillidos de Teresa continúan y suben en intensidad, mientras el Ama se acerca y descubre su sexo y lo pone casi al alcance de la martirizada mujer, que a pesar del dolor que está sufriendo intenta con su boca alcanzar el sexo del que solo puede percibir su olor, para encabritarla más.
Los chillidos van en aumento mientras los dos hombres aumentan la cadencia de bombeo que indica que van a venirse de un momento a otro, la mujer a pesar de sus gritos de dolor intenta alcanzar el coño del Ama que esta fuera de su alcance. Entonces el Ama empieza a lanzar latigazos sobre ellos al tiempo que los anima a venirse.
“¡¡¡Correos dentro de ella, llenad su cuerpo con vuestra leche!!!
Exhalando gritos de placer los dos hombres descargan sus testículos del semen acumulado.
“Sacar vuestras pollas que quiero ver el destrozo que ha producido el pollón de Roberto”.
La mujer está en cuquillas y al sacar la polla de su culo, se ve lleno de estrías que sangran con abundancia.
Parece que el Ama ya había calculado los efectos que produciría la penetración, tiene en su mano un palo que termina en una especie de cuña de hierro incandescente y lo aplica sin consideración en el ano de Teresa. El grito es desgarrador y la mujer se revuelve por el suelo en una especie de ataque epiléptico.
“África, rápido¡¡¡ cómeme el coño, y tu Número 6 encúlame y masajea mis pechos”.
Por el nerviosismo del Ama, se nota que el sufrimiento de su esclava la ha excitado poderosamente y pronto empieza a dar gemidos de placer.
“Moveos más rápidamente, inútiles¡¡¡”.
Y ambos aceleran los movimientos y el Ama suspira y gime con más intensidad cada vez.
“Número 8 viejo inútil coge el látigo y azótame con fuerza”.
Estoy paralizado y miro hacia Marisa, ella me hace un gesto de aprobación y con las manos un movimiento que indica que actúe con rapidez.
Cojo el látigo y empiezo a golpear al Ama.
“Mas fuerte y más rápido, viejo inútil”.
Ya mi mente está en blanco y actúa como dirigido por la voz del Ama, empiezo a dar latigazos cada vez más fuertes y aumentando la cadencia.
El Ama aumenta sus chillidos al tiempo que solo dice:
“Mas, Mas, Mas…”
Y con un gemido ensordecedor y prolongado, explota en medio de convulsiones de todo su cuerpo.
Aun doy 2 o 3 latigazos y miro a Marisa que con las manos me hace un gesto indicando que detenga los golpes.
Así lo hago, mientras el Ama se ha ido relajando y hace un gesto para que me acerque a ella.
Me acerco a su cara y ella me coge por la cabeza y me da un profundo beso.
“Gracias a ti mi placer ha sido total”.
Mientras, toca mi pene que está en plena erección.
“Marisa y Lolita recompensar al Número 8 por su actuación conmigo”.
Ambas se acercan a mí y empiezan a chupar mi polla y mis testículos, lo que me lleva muy rápidamente al deseo de correrme.
“Ama, ¿permite que me corra?
“Eres libre, ya te he dicho que quiero premiarte”.
En este momento, Lolita que está chupándome los huevos coge por la base el dildo que está en mi culo y empieza a moverlo adelante y atrás y ello hace explotar mi polla de inmediato. Lleno la boca insaciable de Marisa que continúa bombeando mi polla y que relame completamente, limpiando todo el semen vertido.
Caigo tendido sin fuerzas y viendo estrellas en mis ojos. Es la flojera que siento en todo el cuerpo menos en el centro de mi sexo.
Nuevamente al recordarlo me excito y veo como mi pene empieza a lubrificar.
Voy a dar por terminado el capítulo, continuare contando las experiencias de aquellos días, mañana.
Capitulo 6º
Preparándose para unas visitas.
Teresa aún se revuelve y llora por el dolor infligido por el hierro candente del Ama.
“Marisa ponle Furacin a Teresa, para que no se le infecte la quemadura y le ayude a cicatrizar.”
Dice el Ama mientras pasa su mano por la cara de Teresa y está a pesar de su dolor le besa la mano y también los pies en un gesto de sumisión.
Ello me impresiona enormemente. Pienso como uno puede entregarse al dominio de otra persona hasta tal punto.
El Ama se dirige al ascensor, todos acudimos a besar sus pies aceptando su dominio.
Cuando el Ama desaparece por el ascensor, todos nos cubrimos con las túnicas. Ello me serena algo, no estoy cómodo desnudo cuando no está el Ama.
Marisa se acerca a Teresa y la acaricia para que la mujer se vaya relajando. Poco a poco deja de agitarse y se postra con el culo levantado y las piernas separadas para evitar todo lo posible el dolor que le produce cualquier roce en su ano.
Marisa con cuidado aplica una buena cantidad de pomada que protege con una fina gasa, indica a Teresa que junte las piernas y se levante pues la abundante pomada impedirá el dolor del roce.
Teresa la mira agradeciéndole el cuidado y se levanta para dirigirse a una jaula horizontal que está detrás de la que tiene su número y se tumba dentro de ella. Se oye un clic y la jaula se cierra automáticamente.
Parece que lo sucedido esta tarde ha dejado a todo el mundo impresionado, sin embargo, nadie comenta nada y permanecemos en un silencio demasiado notorio.
Marisa se dirige hasta Lolita y oigo que le dice:
“Ve al lado de Teresa, solo tú puedes consolarla y amortiguar su dolor. Pero ve con cuidado y piensa que el Ama nos vigila”.
Lolita va hasta la jaula de Teresa y a través de los barrotes acaricia y besa a su compañera. Parece que esto produce efecto en la pobre mujer, pues deja de lloriquear y toca y besa a la bella niña.
Por los altavoces que hay en la sala se oye la voz del Ama que dice:
“La cena y la apertura de las habitaciones de descanso se adelantarán hoy una hora, mañana tengo invitados y a las nueve debéis estar todos dispuestos para recibir las órdenes para atenderlos debidamente”.
Miro el reloj que está en el frente de la sala y falta poco para las ocho, supongo que será la hora de la cena, si se abren una hora antes las dependencias de descanso y se abrían siempre a las 10 y ahora a las nueve, la cena tiene que ser una hora antes.
Me dirijo a Marisa y le pregunto,
“¿Que órdenes tiene que darnos el Ama porque tiene invitados?
“Si hay invitados a cada uno de nosotros nos darán unas indicaciones y tareas que debemos realizar, nada fuera de lo normal, el Ama acostumbra a tener invitados muy a menudo.”
Parece que el torno empieza a sonar y todos nos dirigimos a buscar la cena y pasamos a la sala comedor.
Retiro mi cena, tengo sopa, merluza y yogurt.
Mientras comemos el silencio continúa, parece que nadie tiene ganas de comentar lo de esta tarde.
Poco a poco todos van saliendo del comedor y pasean por la sala esperando el momento que se abran las habitaciones.
En los altavoces vuelve a sonar la voz del Ama.
“Marisa ponle una jaula de pene al Número 8, y fíjalo con la cadena, no quiero que se masturbe por la noche”.
Y Marisa abre un cajón de la cómoda que está en la pared y saca el artilugio, que yo ya conozco.
Por lo menos disfrutaré de la manipulación de mi sexo.
Marisa llega a mi lado, ha abierto descaradamente el escote de su túnica, esto deja sus hermosos pechos completamente expuestos a mi vista, me hace un ademán como disculpándose por lo que va a hacer.
“Lo siento, pero el Ama manda”.
Y al tiempo que me habla va manoseando muy lentamente mi sexo, mientras va colocando la jaula metálica.
Mi pene responde rápidamente a los intencionados y expertos tocamientos, yo no resisto la tentación de tocar sus hermosos senos y ello acaba de excitarme.
Marisa ha enjaulado ya mi pene y la excitación hace que comprima mi miembro, ello produce dolor en mis huevos, como los calentamientos en mi juventud.
“Cálmate, si te excitas demasiado la jaula te producirá dolor”.
“Tanto me da, estoy aprendiendo a disfrutar sufriendo”.
En este momento se oye el ruido que indica que se abren las dependencias de descanso, Marisa fija una cadena a la argolla de mi collar y me lleva a mi tarima de descanso, dejándome fijado, lo cual me impide desplazarme.
Me tumbo y rememoro todos los acontecimientos del día, mientras, voy durmiéndome sin enterarme.
Se han encendido las luces y se oye ruido por las dependencias, miro el reloj de la sala y veo que son las 8 en punto.
Marisa acude y me libera de la cadena que impide desplazarme y retira la jaula de mi pene sin apenas tocarlo.
“Date prisa en lavarte y prepararte, a las 8 y media bajarán el desayuno y a las nueve bajará el Ama y deberás estar preparado para su revisión”.
Voy rápidamente a las dependencias de baño, me ducho, lavo mis dientes, afeito mi cara con la maquina eléctrica que hay en el tocador y arreglo el poco pelo que me queda.
Ya los compañeros visten su túnica y yo me pongo también la mía. Ya todo me parece de lo más normal, no siento ni vergüenza por ir desnudo ni deseo por el desnudo de los demás.
Los desayunos están en el torno, retiro el mío, café con leche con ensaimada.
Una vez desayunado, paseo un poco por la sala algo expectante y un poco inquieto por lo que me deparará el día, me estoy acostumbrando a temer y desear los próximos acontecimientos.
Se encienden las luces, se abre el ascensor y aparece el Ama, radiante dentro de un vestido muy sensual de algodón de encajes rojos, dejando entrever bajo la tela el tanga a juego, mangas largas, espalda descubierta y dos finísimos tirantes que permiten colocar el vestido a la altura que más le convenga. Nunca he visto nada más hermoso.
Nos sacamos las túnicas las doblamos y caemos todos postrados de rodillas ante la diosa que domina nuestras vidas.
Se dirige a su sillón mostrando su espalda y el desnudo de sus glúteos que permite su mínimo tanga.
“Acercaos a darme pleitesía y luego a vuestros puestos, en postura de entrega.”
Todos pasamos a besar sus pies y humillarnos para demostrar nuestra sumisión.
“Como ya os anuncié, hoy tengo invitados y tenemos que definir las funciones de cada uno. Seréis siete, pues vuestra compañera Teresa no está en condiciones de participar, y continuará en su jaula. Cuatro harán el servicio de bajo mesa y 3 el de mesa”.
Yo no comprendo a lo que se refiere el Ama, veo que a nadie le extraña lo que ha dicho, espero que me expliquen lo de “servicio de bajo mesa”.
“Dado la importancia de mis invitados, deseo que no se produzca ningún fallo, por ello pasaremos a mis dependencias para ensayar las distribuciones y funcionamiento. Arsenio, queda encargado de subiros al vestíbulo de la entrada principal, a las 9 en punto”.
Se levanta dirigiéndose al ascensor, mientras todos acudimos sumisos a besar sus pies.
Falta poco para las nueve, nos colocamos la túnica y adecentamos tanto el cuerpo como el espacio donde nos movemos y quedamos a la espera que Arsenio nos conduzca a las dependencias del Ama.
Enseguida recuerdo el día que conocí al Ama y lo ocurrido al entrar en su salón, incomprensiblemente este recuerdo humillante provoca excitación en mi libido.
“Todos al rellano del Ascensor”.
Grita Arsenio desde el rellano delante de la puerta del ascensor. Acudimos todos menos Teresa que aún está encerrada en su jaula.
A los pocos minutos la puerta del ascensor se abre, es lo suficiente grande para que podamos entrar todos. Entramos se cierran las puertas y el aparato se pone en marcha, para y se abren las puertas y salimos todos al rellano.
“Seguirme”
Dice Arsenio. Nos lleva hasta al vestíbulo de la entrada. Otra vez el recuerdo trastoca mis emociones y excita mis deseos.
“Desnudaros doblar las túnicas y poneos en posición de entrega para recibir al Ama, cuando entre postraros con la cabeza en el suelo hasta que se os mande otra cosa.”.
Cumplimos rápidamente estas instrucciones y nos ofrecemos todos en la posición que se nos ha indicado.
A los pocos minutos aparece el Ama, nos postramos con la cabeza inclinada como nos han indicado.
“Pasar a la posición de entrega”
Y va a reclinarse lánguidamente en un diván o cheslong, como quiera que se diga, que hay junto a la pared.
La visión del Ama a la luz natural es aún más espectacular. Solo verla y noto la necesidad de servirla y adorarla. Es un ansia rara que me hace desear pertenecer por completo a aquel ser superior.
“Primero cogeréis las prendas que están sobre la mesa del centro. Os las probareis, si son de mi agrado os las dejareis puestas. Acercaos a la mesa y que cada uno coja la prenda que lleve su nombre o su número. Podéis levantaros y coger las prendas y os las poneis. Cuando estéis vestidos pasar por turno para mí aprobación”.
Vamos hacia la mesa y yo recojo la prenda que lleva el Número 8. Es un body sin mangas con el p echo cubierto con tela semitransparente y con corte de pantalón en la parte alta del muslo. En la parte alta predomina la transparencia, tanto en la parte delantera como en la espalda, que deja medio culo a la vista y en la zona inferior hay vinilo. Parece de mi talla y me lo coloco con facilidad. Se adapta perfectamente y me siento más confortable que estando desnudo por completo.
Ya veo que Arsenio está frente al Ama, con un body con tirantes , que no sólo aporta sujeción a sus zonas más íntimas, sino que le brinda la posibilidad de mostrar su cuerpo de un modo muy seductor. El Ama inspecciona la colocación de la prenda por delante y por detrás.
“Perfecto, ya vale”
Seguidamente es Marisa, que se muestra con un Liguero negro de encaje con tanga y medias a juego, que resaltan sus hermosas piernas y deja al descubierto sus firmes senos.
“Perfecto, ya vale”.
Ahora el turno es para Roberto, que posa con un suspensorio rosa y negro hechoco n tela de red y con un llamativo color rosa para destacar mejor qué es lo que tiene para ofrecer. Me impresiona cada vez que veo este miembro tan fuera de lo común.
El ama toca y coge con ambas manos esta imponente tranca. Parece que no ha podido resistir el deseo de manosearla.
“Perfecto, vale también”.
La negra África está deslumbrante con unos puños y tanga con collar,El tanga negro de encajes se une a un collar de tela mediante una cadena plateada que asciende por el abdomen.
“Bonito de verdad, ya vale”.
Ahora una Lolita desconocida, con un disfraz de colegiala. Con un top blanco y una minifalda de estampado tartán azul, sin bragas y que deja al descubierto tanto parte del culo, como el depilado de su vagina.
“Me gusta, veremos si estimula al viejo profesor”.
El número 6 ya está frente al Ama con un bóxer semitransparente. Es una llamada a la provocación. Ese trocito de tela con efecto metalizado no ha sido colocado en la parte frontal de la prenda por pura casualidad.
“Bien, ya vale”.
Solo falto yo, me planto frente al Ama, ella hace un gesto indicando que me gire. Doy la vuelta y escucho su aprobación.
“Hasta el vejete está acertado”.
“Esta será vuestra vestimenta mientras permanezcan los invitados en casa. Cuando lleguen, Lolita ira a recibirles y a abrir la puerta, los demás formareis por el turno de vuestro número, al pie de la escalera que sube al comedor, con las manos en la espalda y la cabeza baja”.
“Ahora subiremos al comedor para señalar los puestos y la misión de cada uno de vosotros”.
“Arsenio, hazlos subir por la escalera yo cogeré el ascensor y os espero arriba”.
Y el Ama se dirige al ascensor que se abre automáticamente.
“Poneros en fila por numeración y seguidme”
Arsenio empieza a subir por la amplia escalinata y los demás detrás de él. Cuando llegamos al comedor, el Ama ya está sentada en la punta de una ancha mesa de cristal transparente, que está colocada en el mismo medio de la amplia estancia.
“A partir de ahora y para el mejor transcurrir de los hechos, quedáis dispensados de las muestras de sumisión repetitivas hasta nueva orden. ¿Entendido?
“Si, mi Ama” contestamos todos a coro.
“Marisa, África, y los números 6 y 8, acercaros, para que pueda clavar el chivato necesario para vuestro trabajo”.
Viniendo del Ama y conociendo ya su placer por la crueldad, temo al oír la palabra clavar.
Marisa ya está frente al Ama ante la que se arrodilla. El Ama mordisquea y succiona su pezón izquierdo hasta conseguir que sea más prominente. Coge un aro rodeado de pequeños pinchos lo pasa por el pezón y lo cierra clavando los pinchos en la carne. Se perciben unos pequeños puntitos rojos de sangre alrededor del pezón.
Realiza la misma operación con África.
“Marisa toma estos 2 aros y pónselos al 6 y al 8”.
Vaya decepción, yo al menos pensaba que me compensaría el dolor la excitación de mi pezón por el Ama.
Marisa mordisquea y juega un poco con el pezón del número 6, hasta que nota su grosor y clava el aro como ha hecho el Ama con ella.
Viene hacia mí y juega con mi pezón, que cuando se excita a mi edad es como el de una mujer. Cuando cree que está suficientemente crecido, clava el aro en mis carnes produciéndome menos dolor de lo esperado.
“En el aparador hay desinfectante. Limpiaros y desinfectaros la pequeña herida que os ha producido el aro”.
Hacemos lo mandado por el Ama y regresamos con los demás compañeros.
“Los que lleváis el aro arrodillaos y poneros debajo de la mesa, entrad por orden numérico, dos a cada lado, alternando los lados”.
Yo como los otros tres me arrodillo y me coloco debajo de la mesa en último lugar como corresponde a mi número.
De golpe noto una pequeña descarga eléctrica en mi pezón, que hace que encoja mis brazos instintivamente.
Todos a los que se nos a clavado el aro han [Ramón Ros9][Ramón Ros10] hecho el mismo movimiento.
“Esta pequeña descarga es lo que notaréis cuando alguien reclama vuestros servicios, al tiempo que se encenderá un número en la cabecera de la mesa que determinará a donde debéis acudir. Como veis hay un número delante de cada silla de la mesa”.
“Cuando se os solicite, el servicio que debéis proporcionar, mientras no se os indique lo contrario, es chupar y lamer lo mejor que sepáis el sexo y todo el entorno que esté a vuestro alcance, hasta que se os mande parar”.
“Creo que está bastante claro, pero para que no haya malentendidos, ahora haremos una prueba. Arsenio, Roberto y Lolita junto conmigo ocuparemos las sillas de los invitados, y ensayaremos el funcionamiento del sistema”.
A través del cristal de la mesa, vemos como el Ama y los compañeros se sientan en las sillas numeradas, correspondientes a los números 1, 2, 3 y 4.
“Ahora nosotros, a mi orden, con el mando empotrado en la mesa, pulsaremos un número del 1 al 4, teniendo en cuenta que, si el número no se enciende, es que alguien lo ha marcado ya, y en este caso tendremos que marcar otro número, hasta que recibamos por medio de la señal que ha funcionado la solicitud. Los que estáis en el servicio de bajo mesa, cumpliréis la demanda, como si fueran los verdaderos invitados”.
“Podéis accionar los botones, ¡¡¡ya!!!”
Recibo una descarga en el pezón, no tan débil como había creído, cuando está el número 3 encendido.
No me lo puedo creer, me ha tocado Roberto con su tranca descomunal. Si tenía reparos en que me tocara un hombre, esto ya es superior para mí. De todas maneras, hago de tripas corazón y me coloco en la entrepierna de este monstruo, tengo que tirar del velcro que cierra la tapadera rosa de su suspensorio, para sacar su enorme pene, intento metérmelo en la boca, pero es más grande de lo que yo la puedo abrir. Lamo y chupo su glande y testículos, lo cual va provocando la erección del pene de una manera descomunal. A medida que voy actuando las vibraciones de aquel miembro me están indicando que es capaz de correrse en mi boca, intento pausar mi acción, pero sus movimientos aumentan. Espero que, sin la orden del Ama, no se atreverá a venirse dentro de mí.
Mientras estoy temiendo que ocurra lo que no deseo, oigo que el Ama empieza a gemir y suspirar. Miro y veo a África entregada a su servicio. Por como suspira y se mueve el Ama, pienso que las habilidades de la bella negra no distarán de las que experimente con Lolita, el Ama se vendrá de un momento a otro y terminará la función, antes que el enorme falo de mi compañero me ahogue con su semen.
Ocurre todo lo contrario, los suspiros del Ama van en aumento y oigo su voz, diciendo:
“¡¡¡Correros en sus bocas!!!, y que traguen todo lo que expulséis hasta la última gota, para que la prueba sea completa”.
Y diciendo esto gime y suspira emitiendo un fuerte grito de placer y soltando como siempre un fuerte chorro líquido.
Al mismo tiempo mi boca se ve inundada de un espeso líquido que me produce náuseas pero que trago, no sé si por temor o por ardor hacia el Ama.
“África sigue con tu trabajo, los demás salir de debajo de la mesa, y vosotros levantaros de las sillas”.
“Acércate número 8 y abre tu boca”.
Hago lo que me dice y otra vez me besa moviendo su lengua por dentro de toda mi boca.
“Muy bien esclavo, tenía que cerciorarme de que habías cumplido mis ordenes, no estaba muy segura de ti”.
“Gracias, mi Ama, solo deseo ser un esclavo digno de vos”.
“Creo que el servicio de bajo mesa ha quedado completamente claro. Ahora ensayaremos el servicio de mesa igual que hemos hecho anteriormente, hasta las últimas consecuencias”.
Tomar asiento en las sillas del 1 al 4, por orden de numeración.
Yo como es natural ocupo la silla número 4.
“Los que estáis sentados tenéis ahora la misma potestad que tendrán mis invitados. Por lo tanto, podéis solicitar los servicios y realizar los caprichos que se os ocurran de los esclavos que están para servir, sin tener que solicitar mi permiso para nada”.
“Yo participaré para que haya 4 por bando, pero solo atenderé las solicitudes del novato número 8”.
Al oír esto, siento un mareo por el deseo que me invade. Inmediatamente reacciono, pues no creo que me vea con el valor suficiente para solicitar los servicios del Ama.
“La prueba acabará cuando suene la última campanada de las 12 en el carrillón del fondo. Y empieza ¡¡¡Ya!!!”.
Marisa hace un gesto a Arsenio para que se acerque, le saca el pene de su body y lo sienta en la mesa de cara a ella montándose encima y clavándose el erecto pene de su compañero, sin dejar de balancearse arriba y abajo, mientras clava sus largas uñas en su espalda.
África llama a Roberto y lo manda arrodillar para que trabaje su coño y su entrepierna.
Lolita con su traje de colegiala sin bragas, se tumba de cintura para arriba sobre la mesa, dejando su precioso culo expuesto para que el marica del número 6 la encule con gusto.
Yo tiemblo de placer solo pensando en la oportunidad que tengo de poseer aquel cuerpo fascinante y misterioso de la mujer que me domina, pero no me atrevo. Tengo el miembro en plena erección solo por el deseo que me invade. Veo pasar el tiempo y sé que terminará el plazo sin atreverme a ejercer el derecho que ella misma me ha otorgado.
“Decídete, viejo inútil. ¡¡¡Enculame ya!!!
Mientras se ha recostado en la mesa, a apartado la fina tira de su tanga y poniendo su increíble culo a mi vista y a mi alcance, chilla
“¡¡¡Ya! Viejo imbécil”.
Inútil, imbécil…, estas palabras resuenan y torturan mi cabeza y con rabia me tiro sobre su culo y lo empalo con toda mi rabia. Nunca había hecho algo así, y noto una fuerte opresión desconocida en todo mi miembro, al tiempo que el culo empieza a hacer movimientos de dentro a fuera y de lado a lado y un placer intenso y desconocido me invade.
“Oprime y araña mis pechos con fuerza. Aprieta y retuerce mis pezones hasta hacerme llorar”.
Yo ya no estoy en este mundo, mi conciencia no rige ni dirige. Solo respondo a impulsos e instintos. Aprieto retuerzo y doy fuertes golpes con mi pene dentro de su culo.
Ella chilla, gime y se retuerce.
“¡¡¡Muérdeme!!!, ¡¡¡ mátame!!! Pero suelta toda tu leche en mi culo.
Dice mientras con su mano derecha maltrata fuertemente su coño
Y yo exploto dentro de ella chillando y babeando, en un éxtasis jamás sentido ni imaginado, mientras ella clava fuertemente sus afiladas uñas en mis glúteos, y chilla mientras suelta chorros líquidos sobre la mesa.
“¡¡¡Dámela toda!!!, viejo egoísta, quiero dejarte seco como una pasa”.
Suenan las campanadas del carrillón, parece que con ellas desaparecen los deseos y las fuerzas de todos nosotros.
Capítulo 7º
Mi primer servicio
“Saca tu polla de mi culo y forma con los demás”
Yo, como saliendo de un sueño, aterrizo en la realidad y me coloco al lado de mis compañeros arrodillado como ellos, cara al Ama.
Ella se recuesta en lacheslong y llama a Lolita.
“Lolita, ven limpia mi culo de la leche del viejo, traga todo lo que encuentres y después acaricia mi sexo con tu habilidosa lengua. Los demás bajar a vuestras dependencias, para adecentaros y corregir si hay algún deterioro o herida que tratar. A la una menos cuarto debéis estar en el vestíbulo para la recepción de los invitados. Ya podéis iros”.
Con la dirección de Arsenio bajamos por la gran escalinata y descendemos a los sótanos donde están nuestras dependencias.
Mas o menos todos tenemos pequeños desarreglos en la indumentaria y, además, todos necesitamos de una buena ducha que deje nuestros cuerpos limpios después del jaleo del ensayo.
Me ducho, lavo profundamente mi boca, que aún me sabe al lefazo que me ha soltado Roberto, pongo desinfectante en el pezón donde me han clavado el aro, y estoy perfectamente dispuesto y preparado para asumir mi rol, en la fiesta que se prepara.
“Es hora de subir al vestíbulo, como ha mandado el Ama, seguidme para formar en el vestíbulo como nos ha mandado”.
Es la voz de Arsenio desde el pie de las escaleras.
Y todos en fila según el escalafón numeral, seguimos a Arsenio hasta el pie de la escalera del vestíbulo, allí quedamos formados en fila a la espera de la llegada de los invitados.
Ya son más de la una, no ha acudido nadie y continuamos formados al pie de la escalera.
Al poco suena el timbre, el Ama aparece y dirigiéndose a Lolita, le dice:
“Puedes ir a abrir y ya sabes cómo debes comportarte.
“Si, mi Ama.”
Y Lolita se dirige a la entrada y abre la puerta.
Aparecen los invitados y el Ama se acerca a saludarlos, besando a la mujer mayor que acompaña a un apuesto y elegante caballero, ya entrado en años, pero que se mueve con agilidad.
“Estas deslumbrante querida, niños saludad a la tía Sara”
Y los dos jovencitos abrazan y besan a la que resulta ser su tía”.
El caballero se dirige a Lolita preguntándole.
“Y tu niña que años tienes”.
“Acabo de cumplir los 18, señor”. Contesta Lolita.
“Yo he dado clases muchos años a niñas como tú, aunque tú eres más bonita que mis alumnas, y llevas un uniforme muy bonito, esta minifalda es muy atrayente. Acércate y levántala para ver que llevas debajo”.
Lolita, se acerca al caballero y bajando la cara aparentando vergüenza, se levanta la falda mostrando su tentadora entrepierna. El caballero pone la mano descaradamente en su coño.
“A pesar de tenerlo al fresco despide bastante calor”.
“Está a su servicio, señor” responde la niña.
Todos ríen la broma, yo quedo pasmado de lo que estoy presenciando, parece que a mis compañeros no les llama la atención.
“Madre, pasemos al salón”.
Ahora estoy perplejo, la señora es la Madre del Ama, los chiquillos sus sobrinos, y a pesar de estar en familia no extrañan ni las bromas del caballero, ni nuestra presencia a pesar de la vestimenta que llevamos.
La Señora se dirige directamente a Roberto y soltando el velcro deja a la vista su enorme tranca.
“Que tal Roberto, ya tenía yo ganas de volver a ver y tocar esta verga”.
Dice mientras toca sin ningún pudor la enorme tranca del compañero.
“Bien, señora. Como siempre a su disposición”.
Contesta Roberto, sin levantar la mirada.
“No te preocupes espero disponer de ella antes de marcharme”.
“Papá, parece que te ha gustado la pequeña colegiala”.
“Pues sí, alegra la vista y la vida ver niñas tan deseables a mi edad”.
Yo ya no me siento ni escandalizado, no estoy en el mundo real, estoy dentro de una película o una pesadilla que desaparecerá de un momento a otro.
Al llegar a mi altura, la niña se para frente a mí, y con su mano agarra mi paquete y dirigiéndose a su tía, dice:
“Pero tía que vas a hacer con este viejo, si no puede ni empalmarse”.
“Igual te llevas alguna sorpresa con él, sobrina”.
“Date la vuelta, quiero ver tú culo”
Y cogiéndome por el hombro me hace girar por completo. Noto su mano por dentro del pequeño pantalón, y siento el dedo de aquella niña entrando en mi ano. Pienso que ojalá el Ama no me hubiera mandado quitar el dildo aquella mañana.
“Mira hermano, igual puedes aprovechar al viejo, tiene el culo que está por estrenar”.
“Sergio y Alba dejaros de juegos y vamos al salón”.
“Vosotros seguirnos”.
Se dirigen al salón, mientras nosotros en fila y por el orden de costumbre, encabezados por Arsenio seguimos a aquella familia que me tiene desorientado por completo.
“Sara, que se ha hecho de aquella esclava tan aficionada a nuestros sexos”.
“Nada madre, es que hoy está algo indispuesta y la he dejado en el sótano”
La naturalidad que hablan entre ellos de hechos y cosas que parecerían de fantasía, me está dejando perplejo.
“Temía que hicieras como tu hermano, que disfruta torturando a sus esclavos hasta la muerte”.
“Madre, no estamos en Mauritania como tu hijo Carlos, esto no es posible en España”.
Me están tomando el pelo para asustarme, o hablan en serio. Ahora estoy convencido de que están vacilando con nosotros. Todo esto no puede ser verdad.
“Aunque estoy planteándome ir a hacerle una visita y pasar una temporada con él y experimentar algunas de sus locuras”.
“Hija, piénsatelo bien, a pesar de todo siempre hay peligro con estas cosas. Mira sus hijos, tienen que estar con nosotros porque tu hermano no se fía de lo que pueda pasar en aquel sitio. Con un loco en la familia tenemos bastante”.
Me doy por vencido, no creo que puedan estar todo el rato haciendo comedia, esta gente son de otro planeta. Yo sin embargo dejo de pensar en todo ello, viendo la belleza de mi Ama y mis nuevas experiencias, lo único que me interesa y me cautiva es el disfrute que me proporciona mi sometimiento.
“Esclavos poneros cada uno en los sitios asignados. Nosotros padre, nos instalaremos ya en la mesa donde podemos continuar hablando, mientras vamos comiendo lo que nos han preparado”.
La mesa está llena de toda clase de viandas exóticas y apetitosas.
Yo y mis compañeros siguiendo la orden del Ama, nos colocamos en los puestos asignados.
Estoy bajo la mesa y veo como toman asiento los invitados. El Ama se ha colocado en la cabecera de la mesa, a su derecha su padre, y a su izquierda su sobrino, Alba está al lado del padre y la abuela al lado de Sergio.
Permanezco de rodillas y esperando recibir una descarga en mi pezón que indique a quien atender, según me ha ordenado el Ama.
Continúan charlando al tiempo que empiezan a saborear los diversos manjares que están en la mesa. Mis compañeros que han quedado para atenderles sirven los licores y facilitan cualquier demanda de los invitados.
“Roberto, ves a enseñarle a Alba tu monstruo, no creo que haya visto nunca nada igual”, dice la madre del Ama.
Roberto, se planta delante de Alba y saca su enorme tranca, la niña la coge y la acaricia suavemente.
“Abuela, he visto y disfrutado de buenas pollas, pero esta se lleva la palma”.
Y diciendo esto se la pone en la boca y empieza a bombear y lamer con entusiasmo. La polla de Roberto va aumentando de tamaño hasta el punto de que a la niña no le cabe dentro de la boca.
“Alba, para, acabamos de empezar a comer y lo vas a dejar inútil, utiliza a los de debajo la mesa para entretenerte”.
Exclama la abuela, que no desea que gasten a Roberto antes que ella pueda usarlo.
Una descarga pica en mi pezón mientras veo el numero 3 encendido. No me desagrada, será un placer saborear un coño tan tierno. Voy hacia la niña. Tiene las piernas abiertas y no lleva bragas. Puedo empezar mi trabajo sin impedimentos. Pongo mi boca en su coño y empiezo a lamer y succionar aquel manjar exquisito, tiene un olor y un sabor que me embriaga y que aumenta mi entusiasmo acelerando mis movimientos de lengua y succionando cada vez con mayor fuerza y entusiasmo.
De repente agarra mi cabeza y la aprieta contra su coño, al tiempo que recibo una fuerte meada dentro de mi boca que tengo que tragar para no asfixiarme.
“Te vas a tragar mis meados y mis mierdas, no sirves para nada más.”.
Este esclavo es un inútil, solo sirve para mearse y cagarse en él”.
“Alba, no te incomodes. Está en periodo de adiestramiento aún no lo he adoptado. Me pareció exótico y desafiante convertir a un viejo como él en un devoto y entregado esclavo. Me motivó pensar si a pesar de su edad podría conseguir que me entregase su voluntad de manera total. El hombre tiene buena disposición y está deseando entregarse a mí por completo. Creo que haría cualquier cosa para satisfacerme.”
“¿Tú crees que se autolesionaría o incluso se mataría por ti?”. Le pregunta su madre.
Esta dama despiadada tiene unas ocurrencias escalofriantes.
“Estoy segura de que sería un mártir por mí”.
Mientras observo como Lolita está a horcajadas encima del viejo profesor y lo cabalga a todo ritmo.
“Para pequeña, a mi edad no puedo malgastar mis reservas a la primera envestida, ponte en la mesa frente a mí que quiero comer tu juvenil coñito”.
Lolita se sienta en el borde de la mesa y el viejo verde se tira a comerle el coño con entusiasmo. Parece que al mismo tiempo ha activado la llamada a Marisa, pues veo que esta se acerca al viejo y empieza a lamer y chupar todo lo dejado por Lolita en el pene del viejo, y activa una mamada increcendo que hace remover al viejo en su silla. Se enciende el luminoso con el número 1 y veo como el número 6 acude rápidamente y empieza a lamer y chupar los huevos de caballero y el culo de Lolita. Esta entre la montada que lleva más la comida de coño que le están haciendo empieza a suspirar y gemir anunciando una corrida inminente. El viejo se le ha puesto la verga escandalosamente tiesa dada su edad, y también es inminente su corrida en la boca de Marisa.
La vieja Señora ha tomado el gran falo de Roberto y después de acariciarlo y chuparlo con fusión intenta meterlo dentro de su viejo culo, lo cual consigue para sorpresa mía. Al tiempo que Roberto empieza a moverse para hacer mover su pene dentro de la caverna, que es el culo de la vieja. Parece que la vieja desea más marcha pues siento una descarga en mi pezón y el número 4 aparece en el luminoso. Con desgana acudo al servicio de la vieja y empiezo a chuparle el coño sin mucho entusiasmo. Siento que me agarran de mis cabellos y me aplastan al viejo coño.
“Chupa fuerte viejo inútil. Ya la niña ha dicho que no sirves más que para tragar mierda y esto tragarás si no te empleas mejor en tu labor”.
Solo pensar que me sometan a algo tan horrible como tragar las mierdas de esta vieja, hace que me afane con entusiasmo en la comida del viejo coño.
Sergio se hace encular por Arsenio. Su tía que está al lado colabora haciéndole una mamada a su sobrino, mientras lanza una descarga a África para que le coma el coño.
Los suspiros son generalizados. Los gemidos se están convirtiendo en gritos. De pronto la vieja señora pega un aullido ensordecedor chillando:
“¡Que me vengo, me vengo YAAAAAA!
Un chorro de líquido entra en mi boca, mientras se oyen gritos y suspiros como si hubiéramos caído dentro un fuego abrazador.
Poco a poco los chillidos y suspiros van menguando. Invade una especie de calma relajante que deja a todos prostrados y con los cuerpos exhaustos.,
Han pasado unos 10 minutos sin que nadie se moviese. Parece que todo el mundo ha quedado satisfecho.
No es mi caso, mi primer servicio ha sido nefasto y deprimente para mí, parece que todo el mundo ha disfrutado del placer de la carne, mientras yo solo recibía efluvios asquerosos e insultos por mi torpeza.
Capitulo 8º
La familia del Ama.
El Ama es la primera en moverse, al parecer ha tragado el semen de su sobrino, saca su pene de la boca y le besa profundamente. El sobrino se dirige a su tía en cuya boca a descargado toda su leche y con una expresión de admiración dice:
“Tía Sara, el placer que tú sabes dar me enloquece, quiero quedarme aquí contigo”.
Su hermana Alba, a la que la abuela le quitó el capricho de disfrutar de la tranca de Roberto, lo que al parecer le ha dejado de mal humor, se levanta de la silla al oír las palabras de su hermano.
“Tú eres mi esclavo y no vas a quedarte con nadie” y dirigiéndose a su tía, dice:
“Lo siento tía Sara, pero es cuestión de diciplina y aunque estemos en tu casa debo castigar cualquier falta de mis esclavos. Sergio ya ha aceptado mi superioridad y se ha entregado a mi autoridad voluntariamente, y la abuela me ha cedido el control del abuelo, ya que ella empieza a estar cansada para poder controlarlo adecuadamente”.
Y diciendo esto coge el látigo de cola que el Ama siempre tiene al lado de su silla, y golpea fuertemente el torso de su hermano.
“Quiero a mis esclavos inmediatamente desnudos y besando mis pies, en completa sumisión”.
El panorama ha cambiado por completo y todos estamos atónitos ante los acontecimientos.
Vemos como el hermano y el abuelo de Alba se desnudan y acuden presurosos a besar los pies de la joven Alba.
“Os he dejado hoy libres en atención a la invitación de la tía Sara, ya me advirtió la abuela que no debía permitiros esta libertad, veo que tenía razón, como siempre. Como castigo os mantendré en total castidad, 15 días para el esclavo Sergio y 30 para el esclavo Ángel, ¿comprendido?”
- Dice, recalcando especialmente la palabra esclavo en ambos casos.
Y bajo mi estupor oigo al hermano de aquella chiquilla y al viejo señor, ahora desnudo y postrado delante de su nieta, decir:
Si, Ama. Lo que Usted disponga Ama.
“Ahora tú, abuelo, me comerás el coño y tú, hermano el culo, hasta que me corra un par de veces, pues me he quedado con ganas de un par de corridas”.
Y diciendo esto se tumba en el borde de la mesa para propiciar el trabajo de sus esclavos.
“Muy bien Alba, no permitas nunca un solo desliz de un esclavo, podrían dejar de creer en tu superioridad moral y personal. Y no te preocupes por la tía Sara, ella comprende perfectamente lo que haces y lo que tienes que hacer”.
Y cumpliendo la orden recibida Ángel y Sergio se entregan de inmediato a cumplir los deseos de su Ama.
Yo y mis compañeros hemos quedado mudos, silenciosos y expectantes, ante los acontecimientos. No sabemos cómo todo ello puede afectar a nuestra interrelación con la familia del Ama.
“Sara, hija. Aclara a tus esclavos, que deben tener dudas después de lo acontecido”.
“Si, madre, no te preocupes ellos son conscientes de que no deben opinar ni pensar por su cuenta.”
“Vosotros esclavos, recogeréis y adecentareis la mesa y la sala. Una vez todo en orden, bajareis a vuestras estancias a la espera de nuevas órdenes”.
“Si, mi Ama”. Respondemos todos a coro, y empezamos a recoger y adecentar la estancia.
Mientras la joven Alba empieza a suspirar y gemir cada vez de una manera más escandalosa.
“Mas fuerte y más intensidad, quiero MAS, MAS, MAS. No pares hasta que yo os lo diga”.
Y cada vez los gemidos son más fuertes y se convierten en chillidos, pidiendo,
“MAS, MAS, MAS”.
Yo oyéndola, pienso que ya ha tenido más de un orgasmo, pero continúa pidiendo más y más.
Los chillidos son ya ensordecedores y prolongados, cuando se oye:
Vale, basta ya.
El hermano para de inmediato, pero el abuelo sigue comiendo aquel joven y oloroso coño que debe fascinarle, por lo que recibe una fuerte bofetada.
“He dicho basta, esclavo”.
Ambos quedan postrados, de rodillas delante de su Ama.
Poneos en posición de entrega que quiero comprobar vuestro estado.
Ambos se colocan de rodillas con las piernas abiertas y las manos detrás de la nuca, dejando sus sexos expuestos al máximo.
La vista de esta joven imponiendo su poder sobre de aquellos dos hombres, me produce una sensación de deseo, del que disfruto estos últimos días, en que he descubierto mis ansias de sumisión. Nunca hubiera imaginado disfrutar del poder de otro sobre mí, pero ahora este poder, tensa todo mi ser.
La joven Ama, al comprobar que ambos esclavos están completamente empalmados, debido al servicio que han hecho en su coño y en su culo, empieza a darles golpes con sus manos, alternando con roces y caricias que hacen vibrar sus miembros.
Os he castigado a un tiempo de continencia, pero esto no quiere decir que no juegue y excite vuestros penes. Lo que impediré es vuestra satisfacción sexual, dejándoos siempre al borde del orgasmo, haciendo que me supliquéis vuestra satisfacción, que os negaré a mi capricho, así reconoceréis mi poder.
Mientras dice esto va manipulando ambos sexos a su capricho, ora acariciando, ora golpeándolos.
“Abuela dame de tu bolsa un par de jaulas de pene, quiero asegurarme de que no puedan masturbarse”.
La abuela saca de un gran bolso que lleva siempre consigo, un par de jaulas de pene metálicas y se las entrega a su nieta. Esta se dirige a mi diciendo:
“Tu viejo esclavo inútil, ven a colocar estas jaulas a mis esclavos”.
Yo acudo rápidamente hasta donde se encuentran y me dispongo a colocar las jaulas en sendos miembros, ya conozco su funcionamiento por experiencia propia y los coloco sin dificultad.
“Bien, esclavo, veo que aún sirves para algo, arrodíllate y besa mis pies y mi coño y vuelve con los tuyos”.
Ser dominado por mi Ama me produce una gran tensión, pero la sensación que siento en el sometimiento ante aquella cría me produce una fuerte erección que no le pasa desapercibida.
“Bien viejo, quédate quieto como estas, voy a enseñarte por qué no debes excitarte si no te lo ha mandado algún superior”.
Y diciendo esto empieza a chupar mi polla hasta que siento que va a reventar. Me contengo con toda mi voluntad y distrayendo mi mente con imágenes desagradables, sé que si me corro sin permiso voy a ser castigado sin reparo. Por suerte o desgracia para de masturbarme con su deliciosa boca, y puedo contener mis ganas de eyacular, aunque me lleno de frustración por la satisfacción no recibida.
“Ahora mi viejo esclavo te la mamará hasta que yo diga basta, pero interrumpiendo cada vez que estés a punto de correrte. Así aprenderás a no tomar iniciativas de autosatisfacerte”.
Y dirigiéndose al viejo caballero que tiene enfrente, desnudo arrodillado y entregado a su poder.
“Tu esclavo, ves y mámasela, pero cuidado que no quiero que se corra. Hay que tenerle en tensión hasta que yo te ordene lo contrario. Espera, antes le pondremos una mordaza con sujeción de muñecas a la espalda, para asegurarnos de que no pueda tocarse”.
Rápidamente, la vieja Señora saca de su bolso, una mordaza de bola con tira de cuero que acaba en dos esposas del mismo cuero.
La joven Ama, me coloca el collar y fija mis muñecas con las esposas a mi espalda.
Continuo con una tremenda erección, e intento distraerme para contener mis ansias de eyacular.
“Ya lo tenemos debidamente preparado, empieza a mamársela y recuerda lo que te dicho, si fallas, los dos os exponéis a un duro y doloroso castigo”.
La bola incomoda dentro de mi boca, dificulta mi respiración, justamente ahora que la tengo más alterada. También me impide hablar, solo puedo emitir sonidos sin sentido o gemidos de más o menos intensidad.
Ya no me importa si me la está chupando un hombre o un cuervo, solo estoy concentrado en contener mis deseos del disfrute de un orgasmo que ya todo mi cuerpo reclama.
El viejo parece ser un experto en calibrar mi tensión, cuando estoy a punto a abandonarme al placer irresistible que demanda todo mi ser, detiene la manipulación sobre mi miembro.
Realiza la misma operación una y otra vez, la frustración repetida de esta acción acaba produciéndome un ataque de histeria, y emito unos horribles sonidos y todo mi cuerpo empieza a temblar sin control. Mi cabeza va y vuelve de su conciencia y me veo al borde del desmayo, cuando oigo:
“Para ya, esclavo. No quiero que se corra, hoy lo dejaremos en su frustración, así aprenderá a dominar sus deseos”.
Mi cuerpo continúa temblando de deseo frustrado y de mi garganta surgen horribles sonidos que no puedo dominar. Nunca mi cuerpo ha experimentado mayor deseo de placer y mayor frustración.
Mi ataque de histeria y mis temblores perduran durante varios minutos. No soy dueño de mis actos ni puedo controlar mi cuerpo, estoy como inconsciente, cuando de golpe recibo varios fuertes latigazos en mi espalda. El dolor templa mi descontrol y hace que concentre mi cuerpo para amortiguar los fuertes y dolorosos latigazos.
“Creo que este infeliz no olvidará tu lección. Haz hecho un trabajo digno de una nieta mía”. Dice la sádica y vieja abuela.
Poco a poco voy recobrando la conciencia y el dominio sobre mí. Veo que mis compañeros están todos de rodillas y mirando al suelo, creo que los acontecimientos les han atemorizado.
“Antes de marcharnos quiero ver a tu esclava Teresa, siempre me proporciono intensos placeres y quiero que me recuerde”.
“Ahora mando a los esclavos que bajen a sus dependencias mientras nosotras bajamos en el ascensor”.
“Alba, dispón lo que quieras de tus esclavos, yo mando a los míos a sus dependencias. Pero antes de que os vayáis quiero follarme a padre y a Sergio, pues ya me ha dicho la abuela que iréis de viaje y estaremos un tiempo sin vernos. Con Sergio acabaré pronto, pero con padre necesitaré tiempo para excitarlo lo suficiente, quiero que me la meta bien tiesa”
Tú, que les has puesto las jaulas, ves y déjales las pollas libres. Cumplo rápidamente lo mandado entregando las 2 jaulas al Ama.
Los dos hombres están de rodillas, desnudos, mostrando sus sexos lo más expuestos posibles. El de Sergio, al oír la propuesta del Ama, ha cimbreado y agrandado de inmediato.
“Sergio, ven aquí que voy a follarte”.
“Si, Ama, lo que usted disponga”.
Sergio se acerca a su tía con el miembro ya tieso y empalmado como corresponde a un adolescente que ve perspectivas de satisfacción sexual.
El Ama le manda sentarse en su silla y ella se sienta sobre su miembro hasta introducirlo en toda su longitud dentro de su vagina. Los movimientos expertos del Ama predicen la pronta corrida del joven, al que casi no le da tiempo de enterarse de lo que pasa y ya está suspirado y lanzando su joven leche dentro del Ama. Un plis, plaz y listo.
Ya puedes volver con tu Ama. Y tú viejo esclavo ven a mis pies humíllate y sométete a mi superior voluntad, me produce un intenso placer tener sometido a padre y entregado a mi capricho y voluntad.
El viejo caballero, desnudo y desprovisto de toda dignidad, se arrastra hasta los pies del Ama, entregado a lo que quieran hacer con él.
El Ama, le atiza una brutal bofetada.
“No sabes aún tus obligaciones de esclavo, besa mis pies y ofrece tu sexo para mi placer”.
El pobre hombre cumple rápidamente besando los pies del Ama y mostrándole su miembro directamente.
“Voy a azotar tu sexo hasta que el dolor reclame la sangre suficiente para enderezarlo”.
Y con una fusta que acaba en una pequeña paleta, empieza a golpear el pene y los testículos de su padre, aumentando y disminuyendo la intensidad según su parecer. Al contrario de lo que parece que tendría que suceder, el viejo miembro va aumentando de tamaño y cogiendo rigidez hasta el punto de dejar al viejo caballero completamente empalmado.
“Muy bien padre, ahora fóllame dame placer y también llena mi coño con tu leche”.
Es evidente que sentirse follada por su padre excita poderosamente la libido del Ama, que empieza a jadear y gemir y no tarda en explotar.
“Así padre, fóllame, fóllame, no pares”.
Y chillando y gimiendo se corre entre fuertes gritos de placer.
“Continua padre, no te corras, quiero venirme otra vez, ahora quiero notar tu leche dentro de mí, córrete ya, llena mi vientre con tu leche.”
El anciano caballero explota también con fuertes gritos de placer, al tiempo que el Ama con fuertes gemidos va chillando:
“Así padre, ya noto tu leche dentro de mí, quiero exprimir tus huevos hasta la última gota”.
Los dos acaban rendidos sobre la mullida alfombra que cubre la estancia.
“A sido un buen polvo hija, ya ves que tu padre aún tiene jugo que sacar, venir las dos y darme un poco del placer que os sobra”.
La nieta y la hija acuden al requerimiento de la abuela y empiezan a masturbarla. Mientras la hija le come el viejo coño, la nieta le presiona intensamente los pezones. Creo que el dolor que le produce la presión en los pezones le excita más que la manipulación de su sexo. Saca un dildo supuestamente vibratorio del bolso y se lo da a su hija.
“Métemelo por el culo y ponlo a la máxima intensidad, yo también necesito explotar de placer”.
El Ama introduce un dildo de gran dimensión en el culo de su madre y acciona el mando a distancia, al tiempo que introduce la mano dentro de la vagina moviéndola de manera experta.
Mientras la nieta acentúa la presión en los pezones de la vieja abuela, esta empieza a suspirar y gemir de gusto de una manera cada vez más escandalosa.,
“Mas fuerte, darme más fuerte, que me vengo de gusto, darme más, mas, no paréis, más fuete, QUE ME VENGO” Chilla como si la mataran, cada vez más fuerte. Parece que el éxtasis se le prolonga en el tiempo.
“YA, YA, ¡YAAAAAAAAAAA!” y suelta un gran chorro de líquido sobre la cara de su hija mientras chilla de placer.
Tengo que interrumpir el relato, el recuerdo de aquellos momentos excitan y lubrican mi pene y reclaman una autosatisfacción que me impide continuar escribiendo.
Capitulo 9º
Un extraño entra en la casa.
Me disculpo por haber abandonado la narración de los hechos, pero hay exigencias que uno no puede dejar de atender. Reanudo mi relato a continuación.
La vieja Dama, queda completamente exhausta después de la enorme corrida, que le han proporcionado su hija y su nieta.
“Ahora que yo también he quedado satisfecha, y antes de marcharnos, bajaremos a los sótanos para ver a Teresa, tengo curiosidad para ver cómo está”.
“De acuerdo madre. Esclavos, dirigiros a los sótanos y esperar nuevas órdenes. Tu Alba ya dirás que hacer con los tuyos”.
“No te preocupes tía Sara, yo los preparo y bajaremos también al sótano”.
“Esclavos, a cuatro patas, con el culo frente a mí y las piernas bien abiertas”.
Ambos acuden raudos a la orden de su Ama, quedando con los culos expuestos frente a ella, y con los penes y testículos completamente expuestos a su alcance.
Ésta mientras ha sacado del bolso de la abuela unas finas cuerdas de algodón, que ata fuertemente apretadas en la base de los testículos de ambos esclavos, tirando fuertemente de ellos.
“Cuando quieras tía, ya podemos bajar al sótano”.
Y tirando fuertemente de las cuerdas se dirige hacia el ascensor, obligando de esta manera a los dos esclavos a retroceder marcha atrás y a cuatro patas.
Yo bajando las escaleras, tengo visión de todo ello. Me produce una extraña sensación ver aquellos dos hombres conducidos por su joven Ama. Me siento excitado y con deseos de ocupar su puesto para sentirme humillado por esta joven. No acabo de explicarme estas sensaciones, pero estos días descubro placeres donde no pensaba pudieran encontrarse.
Ya bajamos a los sótanos y esperamos al pie del ascensor la llegada de las Amas.
Se abre la puerta y salen del ascensor, Alba tirando de las cuerdas fuertemente atadas a los testículos de sus esclavos, y la vieja dama y su hija, hablando tranquilamente de la situación que provocará la aparición del nuevo virus del que hablan todas las noticias.
La sala se ilumina y la jaula de Teresa se abre.
“Teresa sal que tu antigua Ama quiere verte”.
Al oír estas palabras Teresa sale precipitadamente de su jaula, parece que la noticia ha hecho desaparecer el dolor que tanto sentía. Se dirige directamente a la vieja dama y empieza a besarle y lamerle sus pies, con una sumisión, diría que casi “sacramental”.
“Mi buena esclava Teresa, ¡cuánto tiempo sin verte ni gozarte ¡
“Que alegría mi Ama, aquí me tenéis, en el fondo siempre seré vuestra”.
Mientras continúa postrada, besando y lamiendo los pies de la vieja dama.
“Besa y huele mi coño para recordar viejos momentos”.
La pobre Teresa como loca, besa, huele y lame el coño de la vieja dama.
“El olor de vuestro coño está en todos mis sueños, ni que viviera mil años podría olvidarlo”.
“Tía, me parece que esta esclava falta a la fidelidad debida, si vos no la corregís lo haré yo para ejemplo de todos”.
“Has lo que debas, yo no tengo nada que decir”.
“Arsenio, trae una plancha de servitud y ata a la esclava Teresa en ella, a cuatro patas, para que queden bien al alcance, sus nalgas y culo”.
Arsenio viene con una especie de maleta que despliega frente a la joven Ama. Es una plancha de skay acolchada con argollas de fijación en los lados. Coge a Teresa por el collar y la hace poner de cuclillas en la plancha. Engancha su collar a una fijación frontal y seguidamente pone unas esposas de cuero en brazos, piernas, muñecas y tobillos, todas las cuales fija también en las argollas laterales de la plancha.
Teresa, queda de cuclillas a cuatro patas, con las piernas abiertas y todo su lesionado culo a la vista y al alcance de la joven Ama.
“Abuela acércate a la cara de la esclava, para que pueda percibir el olor de tu coño, pero que no pueda alcanzarte”.
Teresa debe intuir las intenciones de la joven Ama, pues empieza a suplicarle.
“Perdonar mis palabras fruto de la emoción, os juro que nunca más tendréis de mi ni el más pequeño reproche. No torturéis a esta esclava que siempre ha sido fiel a vuestra familia y os seguirá sirviendo hasta la muerte”.
“Si estuviera mi hermano, igual la muerte os llegaría hoy mismo, así que agradece que me vea compensada solo con tu tormento y tu dolor”.
La pobre Teresa continúa llorando y suplicando en vano, mientras la joven Ama está sujetando un expansor anal inflable y se acerca dónde está la esclava completamente inmovilizada.
“Tu”. Dice, dirigiéndose a mí.
“Parece que no eres muy hábil. ¡No quiero que el disfrute sea mayor que el dolor ¡, te colocarás por debajo de la esclava en posición invertida, para que puedas comer su coño y al mismo tiempo, pellizcar sus pezones. Ya puedes colocarte y empezar tu trabajo, se trata de que la esclava tenga la sensibilidad en la máxima potencia, yo mientras fustigaré con la fusta sus nalgas para que su sangre se concentre y aumente la sensibilidad de su maltrecho culo”.
La pobre Teresa continúa suplicando, pidiendo perdón y prometiendo todo lo prometible. Pero inexorablemente, la joven Alba empieza a fustigar con una fina vara las nalgas de la pobre esclava, al tiempo que yo estoy chupando su coño y apretando sus pezones, tal como ha mandado la joven Ama, no quisiera salir responsable de cualquier negligencia y caer en manos de esta sádica chiquilla, aunque me excita sobre manera solo pensar en su dominio sobre mí, y mis deseos de que me sometiera a su voluntad.
“Esclavos, levantad las cabezas y mirar el castigo para que os sirva de ejemplo”.
Todos están de rodillas, levantan la mirada que dirigen hacia donde está su compañera. Creo que todos están lo suficiente atemorizados como para que no les cojan en ningún renuncio.
Los fuetazos son cada vez más fuertes y el dolor debe ir en aumento pues los lloros y lamentos de Teresa son cada vez más estentóreos. A cada fuetazo su cuerpo golpea mi cara pegada a su coño.
La vieja dama, se ha sentado a pocos centímetros de la pobre Teresa, exponiéndole su tan deseado coño. Está, a pesar de su dolor y atraída por la visión y olor de su vieja Ama, hace esfuerzos para alcanzarlo, pero sin éxito.
La joven Alba parece que detiene los fustazos, ya las nalgas de Teresa están completamente negras de los fuertes varazos que le ha propinado la pequeña sádica.
“No chilles como una niñata aún no he tocado tu quemado culo. Piensa en ofrecer tu dolor para nuestro placer, en reparación de la falta cometida.
Mientras, unta el expansor con vaselina, detalle que agradecer, y lo enfoca en el quemado ano de la infeliz esclava introduciéndolo en su totalidad. La operación ha sido rápida y parece que poco dolorosa según la débil reacción de la esclava. A continuación, la joven Alba empieza a bombear aire dentro del expansor, este debe aumentar de tamaño dentro del culo de la esclava y esta empieza a chillar nuevamente cuando las estrías y la carne quemada de su culo empieza a expandirse. A medida que bombea más aire dentro del expansor más fuertes son los chillidos de la pobre mujer, que chilla pidiendo perdón y piedad. La operación aún se endurece durante unos largos minutos en los que la maltratada esclava invoca la piedad de su Ama y de la vieja dama, en memoria de su fidelidad y entrega de tantos años.
La joven Alba, parece insensible a las suplicas y lloros de la mujer torturada despiadadamente.
“Estaríamos buenos si dejáramos nuestro deber de diciplinar a los esclavos al primer lamento, nuestra superioridad tiene sus deberes y uno y principal es la correcta y total educación del esclavo, por lo tanto, deja de lamentarte, no voy a renunciar a mis deberes por tu debilidad de ser inferior”.
Y continúa bombeando aire a pesar de los chillidos cada vez más estridentes.
Traerme una mordaza de bola, haremos que paren estos gritos.
Marisa saca una de la cómoda de la sala y se la entrega a la joven Ama, sin levantar su cabeza para que no interprete descaro por su parte. Creo que todo el mundo esta temeroso de provocar las iras y el sadismo de la joven.
Quédate, me ayudarás a ponerle el bocado a esta escandalosa, tápale la nariz para que tenga que abrir la boca y pueda colocarle la bola. Así lo hace Marisa y meten la bola dentro la boca, fijándola fuertemente con la correa. Los gritos y lamentos de la desgraciada ahora se han convertido en murmullos apagados.
“Bien ahora más tranquilos podemos continuar el castigo. Vosotros, mis esclavos, vais a participar en la fiesta. Voy a sacar el globo de su culo para que podáis uno y otro encularla. Ahora tiene el culo bien abierto y no os costará nada penetrarlo. Tener en cuenta que estáis castigados sin poder correros y no voy a consentir ni el más mínimo fallo”.
Tal como están los ánimos no creo que se atrevan a pasarse ni una raya de lo permitido.
El Ama saca el globo de silicona sin vaciarlo totalmente, lo que provoca una subida de tono de los sonidos a pesar de la bola que tiene Teresa en la boca.
“Sergio, tu primero, estás siempre preparado para meterla”.
Y tira de la cuerda atada a sus cojones hasta donde esta Teresa, esta no puede chillar, pero mueve todo el cuerpo y la cabeza todo lo posible como queriendo huir de su fatal destino.
“Encúlala ya”, y Sergio penetra con su polla tiesa hasta el fondo del culo de Teresa, que continúa emitiendo sonidos inarticulados y fuertes movimientos de cabeza.
La Ama Alba al mismo tiempo, empieza a fustigar con su fusta tanto el culo de su hermano como el de Teresa, de manera muy intensa. Los movimientos de Sergio son cada vez más rápidos, lo que presupone la proximidad del orgasmo. Todos estamos expectantes por ver el desenlace de la enculada, pues pensamos que si después de la advertencia de su Ama comete indisciplina le pueden caer fuertes castigos.
Sergio prudentemente se retira del culo de Teresa antes de correrse. Parece que hay una expresión de alivio en todas las caras de mis compañeros.
“Vamos, ahora te toca a ti viejo chocho”,
dice la joven Ama, tirando de la cuerda atada a los cojones de su padre hasta dejarle detrás de Teresa.
“Si no te empalmas pronto para encularla te voy a dar un tratamiento que no te gustará”.
Ver y sentir el poder de aquella joven mujer me excita no solamente a mí sino a todos los presentes, ya nadie ve a la chiquilla que entro esta mañana por la puerta, ahora vemos, y hablo como yo lo siento, una poderosa hembra que nos domina con solo su mirada y nos atemoriza con el poder que ha conseguido sobre todos nosotros.
Su propio padre se empalma al sentir el poder de esta Ama poderosa, y encula a la maltrecha esclava que continúa con sus gemidos y movimientos de escape imposibles.
Tememos por el viejo, que llevado por la excitación está enculando fervientemente el destrozado culo de la mujer, mientras yo continúo chupando su coño y apretando cada vez más fuertemente sus pezones.
Los gemidos de la mujer y sus movimientos ya no sé cómo interpretarlos, pero empiezan a caer latigazos sobre el viejo y la mujer, al tiempo que noto mi boca llena por la bestial eyaculación de aquella mujer herida y maltratada pero que no ha podido contener el placer que le produce el dolor y el goce simultáneos.
El viejo se ha retirado a tiempo bajo la mirada atenta de su Ama, que ha soltado la cuerda que tiraba de sus cojones y puede volver a su puesto y a su posición de entrega.
“Nieta, has hecho un buen trabajo, Ahora suelta a Teresa para que te page tu atención para con ella. Tiene una gran habilidad con los coños femeninos y te gratificara con un servicio que no olvidaras”.
“Arsenio, suelta a Teresa y que venga a aquí a masturbarme”.
Arsenio desata a Teresa de la plancha y esta se dirige hacia Alba y le besa los pies con sumisión.
“Gracias Ama por vuestra atención y por dejarme corresponderos con las únicas habilidades que tiene esta sierva y que os suplica deje ejercerlas sobre vos”.
“Vamos a ver Teresa si consigues corresponderme como merece la atención que he tenido para contigo”.
Parece que siguen el dicho de “El que bien te quiere te hará llorar”. No sé si cada vez estoy más confundido o todo me parece ya muy natural.
Teresa se entrega a dar placer a su tercera generación de Amas, con la maestría que sabe desarrollar cuando está motivada por el dominio que siente ejercen sobre ella.
Se enciende una luz en la entrada del sótano, y el Ama Sara se dirige a Lolita diciendo:
“Sube, ve a abrir la puerta que debe ser el repartidor de Pizas, que trae el pedido para la cena de los esclavos para esta noche, pregunta el importe y baja a buscar el dinero.”
Lolita, rápidamente sube al piso para cumplir la orden del Ama, mientras todos los demás estamos arrodillados por la presencia de las Amas.
Teresa continúa su labor y El Ama Alba ya suspira y gime de placer y vemos que está corriéndose por segunda vez y la fiel Teresa continúa estimulando el placer del Ama sin prescindir de atender todas sus partes sensibles, incluso es notorio que presiona los pezones de manera exagerada cuando nota que el Ama se está corriendo. Parece que los orgasmos son continuaos y los gemidos devengan en chillidos de placer. No puedo saber los orgasmos que Teresa ha proporcionado a la nueva Ama, pero sus pezones se han transformado en unos grandes botones que denotan la excitación recibida. Ya los gritos quieren calma y la experta Teresa va enlenteciendo sus manipulaciones acabando en suaves caricias que relajan por completo a la joven Ama.
“Bien Teresa, tenía razón mi abuela, eres una buena y útil esclava”.
Se oye ruido por la escalera, y veo aparecer a Lolita seguida de un fornido muchacho, supuestamente recién salido del gimnasio.
Ama, Sara este chico no se fía de mí y dice que quiere ver al dueño o la persona que tiene que pagar las Pizas.
Los dos están ya al pie de la escalera y el chico con cinco cajas de Pizas en los brazos se queda mirando estupefacto la reunión.
“Parece que estamos de fiesta, seguro que os falta un macho Alfa que anime la reunión.”
Capítulo 10º
El Macho Alfa.
El silencio se ha impuesto en la sala, yo y mis compañeros hemos quedado petrificados.
“Pagar el encargo a este muchacho y que se vaya”. Dice la vieja dama.
“No tan deprisa abuela, seguramente las “titis” que están a su lado, querrán que me quede para que las ponga en forma.
“Si, seguro que tienes razón, pero ahora ni ellas ni yo estamos para atenderte, cobra y vete con viento fresco”.
“Abuela, yo no atiendo viejas ni pagándome el doble, en cambio puede que les haga una rebaja a estas “titis”
buenorras que están a tu lado”.
“Sara, como el señor parece que quiere quedarse invítale a una copa y que se ponga cómodo”.
No sé qué pretende la vieja dama, pero a Sara parece que no le extraña la reacción y dirigiéndose al fornido muchacho, pregunta:
“Que te apetece tomar, muchacho, Güisqui, cava o cualquier otra cosa”.
“Yo no bebo alcohol ni fumo, solo tengo un vicio, y es atender a las mujeres bonitas como tú.”
La abuela se levanta y se dirige al arcón refrigerador de bebidas que hay en la pared cercana, y sacando una Coca-Cola la abre y vierte en un vaso de cristal.
“Sara toma esta bebida y dásela al muchacho. A los deportistas les gustan las bebidas frescas y viniendo de ti le parecerá más buena”.
Sara, siguiéndole el juego a su madre, coge el vaso de Coca-Cola y se lo ofrece al fornido muchacho.
“Espero que no me rechaces esta bebida de bienvenida.”
“La beberé porque viene de una muchacha bonita, pero no te hagas ilusiones, no te [Ramón Ros11] haré ninguna rebaja”,
dice con chulería. Y riéndose de su gracia, coge el vaso y lo vacía de un solo trago.
Sara mira a su madre y esta hace un movimiento de cabeza de asentimiento.
Bien muchacho, ya que quieres participar en nuestra fiesta, túmbate en esta cheslong y ponte cómodo mientras te explico lo que estamos haciendo.
El muchacho siguiendo lo indicado, se recuesta en la cheslong con movimientos pausados como si estuviera cansado.
“Cuando se duerma, ponerle un cinturón y esposas de cintura, a este chulito lo quiero domar yo, a la vieja usanza. Ahora ya no oye, pero esperad que esté más dormido, he metido en la Coca-Cola a una buena dosis de Rohypnol que lo dejará dormido un buen rato”.
Y efectivamente el muchacho queda profundamente dormido sobre la cheslong.
“Arsenio y Roberto, desnudarlo y ponerle el cinturón de acero que os he dicho y sujetar los brazos en la espalda con una servidumbre de cuero con collar y restricción de brazos y muñecas”.
Ambos esclavos toman al muchacho, lo levantan de la cheslong, lo desnudan al tiempo que le colocan el cinturón de acero. Inmovilizan sus brazos en la espalda con unas correas de cuero, que enganchan en una ancha correa que baja desde el collar, que le han colocado en su cuello hasta un enganche del cinturón de acero.
“Engancharlo a las anillas de la pared, por las axilas y los tobillos. El individuo parece suficientemente fuerte para que tomemos las debidas precauciones”.
Los dos esclavos cumplen las ordenes de la vieja Ama y una vez inmovilizado el individuo, vuelven a su puesto.
Desnudo presenta una imponente figura, seguramente muy trabajada en el gimnasio. Debe tener una edad alrededor de los 20 años, con una hermosa cara y un largo cabello negro que le favorece positivamente.
“Esperaremos que despierte, para empezar su doma. Quiero que todos los esclavos presencien las acciones que harán posible someter a mí voluntad a este individuo, para que comprendan que someter a un ser viviente, sea animal o humano es posible cuando un ser superior lo desea. Posiblemente será el último imbécil que dome, pero por dios que esta vez voy a disfrutar de lo lindo con este chulito”.
Yo y mis compañeros nos mostramos inquietos a la espera de los acontecimientos, pero tal como se apuesto el panorama, nadie se atreve ni a mover un dedo.
El joven ha quedado medio colgado de las anillas de la pared, debido al estado de sueño en el que aún se encuentra.
“Madre, crees que vale la pena que te esfuerces ahora en la doma de este chaval, Alba y yo podemos ocuparnos de él sin que tu tengas que intervenir”.
“No hija, esta es la última lección que aún tenéis que aprender como seres superiores, para tener el secreto del poder total sobre los demás”.
“Bien madre, como tu dispongas, pero piensa que Alba y yo estamos aquí para ayudarte”.
“Tía Sara, deja a la abuela, ella sabe lo que hay que hacer, deseo ver como doblega la voluntad de este chulo”.
El muchacho empieza a moverse y se está despertando del sueño provocado por la droga ingerida. Realmente tiene una figura impresionante, lo cual explica los aires de suficiencia que ha mostrado.
“Qué coño es esto, soltarme inmediatamente, o lo vais a lamentar, estúpidos”.
“Creo que aquí nadie va a soltarte, solo esta vieja tiene el poder sobre ti”.
“Suéltame, puta vieja, o lo vas a lamentar”.
“Aquí los únicos lamentos serán los tuyos. Cuando acabe contigo conseguiré que comas en mi mano como un manso perrito y que solo al verme te mees y cages de miedo, del terror que incrustaré en tu cerebro”.
“Esto no lo va a ver ni tu puta madre, vieja loca”.
“Veremos quién tiene razón al final”.
“Arsenio, trae la silla de tabla y sienta a este idiota a horcajadas en ella. Que te ayude Roberto”.
Arsenio trae una silla con el asiento en forma de triángulo, y colocan al muchacho sentado en ella de cara al Ama Dolores.
“Inmovilizarle el cuerpo y las piernas, para que pueda trabajar cómodamente”.
Arsenio pasa unas correas por el cuerpo y las piernas del muchacho y las ancla a los laterales de la silla.
“Soltarme de una vez u os denunciaré a todos, pandilla de tarados”.
“Sara y Alba venir a ayudarme a calmar a este joven tan vehemente”.
Las dos amas acuden solícitas al requerimiento para prestar la ayuda que sea necesaria.
“Poneros una a cada lado y pellizcar la piel del escroto, manteniéndola plana sobre la tabla, le voy a clavar los huevos en la madera”.
“Pero que es esto, esta vieja está loca, parad ya, como broma ya os estáis pasando”.
“Este pobre idiota no se entera de nada”.
“Arsenio tráeme el martillo y unos clavos de techo”.
Este con premura busca dentro de un gran armario que hay en la pared del fondo de la sala, y saca una caja de herramientas, de la que extrae un martillo y unos clavos. Va hasta el ama y deja todo ello encima de la madera de la silla donde está sentado el muchacho.
“Como broma os estáis pasando de la raya, si lo que queríais era darme una lección ya lo habéis conseguido, me disculpo si he estado algo impertinente y mal educado”.
“Calla la boca desgraciado, o te la voy a coser”.
Y diciendo esto, coge un clavo y lo clava en la piel del escroto que su hija Sara tiene estirado. El joven pega un fuerte chillido, no sé si de dolor o de espanto.
“Pero que hace, detenerla, esta vieja está loca”.
“Cállate de una vez, ya te he avisado que, si no te callas, te coseré la boca”.
Y diciendo esto clava un segundo clavo en la piel del escroto que su nieta Alba tiene estirada.
El joven chilla de terror, al ver que nadie se mueve para impedir lo que está sucediendo, la indefensión en que se encuentra es lo que empieza a aterrorizarle.
“Quiero que le inmovilicéis la cabeza, me molesta tanto movimiento”.
Esta vez es Marisa que se acerca trayendo un artilugio de hierro que coloca como una corona en el cráneo del infeliz, fijándolo fuertemente al respaldo de la silla donde se encuentra sentado.
Este aterrorizado, empieza a chillar con todas sus fuerzas pidiendo socorro.
“Chilla todo lo que quieras, nadie te va a oír, resígnate solo yo tengo el poder sobre ti y más vale que te calles o te callaré yo”.
El muchacho esta aterrorizado, se siente perdido y continúa chillando, pidiendo socorro.
“Ya me he cansado de esta histeria, Alba, acércame mi bolsa que tienes a tu lado y Marisa que traiga Betadine de la farmaciola. Voy a coser la boca de este histérico”.
El muchacho pone cara de espanto, se está dando cuenta que nadie se va a oponer a lo que diga o haga aquella mujer.
“¿Como lo vas a hacer abuela?”. Pregunta la joven Alba.
“No te preocupes, tengo experiencia en poner grapas”.
El joven intenta serenarse y dirigiéndose a la mujer que le está torturando, le suplica que se detenga, que disculpe su comportamiento y que promete olvidar todo lo pasado y que se compromete a hacer lo que quieran mandarle.
“El miedo hace prometer lo que cree que te librará de él, pero cuando el miedo desaparece las promesas se olvidan. Yo hare que el miedo y el terror que tendrás de mi se incrusté en tu cerebro hasta tu muerte”.
Mientras ha sacado un estuche de grapas sanitarias y una tenacilla que sirve para ayudar a clavarlas. El joven aprieta los labios e intenta esconderlos dentro de su boca.
“Abuela, ¿le tapo la nariz para que abra la boca para respirar? Así le cogeremos los labios”.
“No hace falta Alba, tengo unos ganchos con los que le estiraremos los labios y podremos trabajar tranquilamente.”
“No quiero ver a ningún esclavo que baje la vista o se las tendrá conmigo, y no estoy de humor para aguantar tonterías”.
Yo, como todos los demás, estamos como petrificados y lo último que se nos pasa por la cabeza es llamar la atención de cualquiera de estas Amas, miramos atentamente como se nos ha mandado y procuramos pasar desapercibidos con nuestra actitud.
“Coger un gancho cada una, clavarlo en el labio y estirar hacia afuera para que yo pueda ir clavando las grapas”.
Al escuchar esto y ver los ganchos en las manos de las dos mujeres, el joven abre la boca y saca los labios hacia fuera.
“Bueno, parece que no harán falta los ganchos, el chico va entrando en razón y cada vez irá colaborando más con nosotras. Coger fuertemente los labios y tirar de ellos para que yo vaya clavando las grapas”.
Y mientras habla empieza a clavar las grapas, empezando por el medio de los labios y siguiendo con dos más a cada lado, mientras el infeliz emite unos fuertes gemidos de dolor.
“Creo que con estas 5 grapas habrá bastante, si no escarmienta y hace demasiado ruido le cortaré la lengua, con esto creo que el chico dejará de molestar”.
El terror del muchacho se refleja en su cara y en sus ojos desorbitados que lloran con abundancia de lágrimas. La vieja Ama se acerca a su cara, lame las lágrimas que caen por su cara y mirándole fijamente, le dice:
“El sabor de tu dolor me excita enormemente, mientras, mi poder sobre ti aumenta rápidamente, ya empiezas a querer complacerme, ¿verdad?”
El infeliz emite unos gemidos, que todos interpretamos como afirmativos en respuesta a la pregunta de la vieja Ama.
“El trabajo no se ha acabado aún, este chico al parecer con razón o sin razón tenía una alta autoestima frente a las mujeres y tendré que demostrarle su equivocación. Le anillaré el glande para poder pasearle como un perrito de compañía”.
El sadismo de la Ama Alba aflora en este momento acercándose a la cara del muchacho y besando su cosida boca, al tiempo que acaricia la polla del pobre infeliz, que a pesar de las circunstancias palpita al contacto de los expertos tocamientos de la joven Ama, mientras le dice:
“Que te parece el arte de mi abuela, estoy seguro de que al final del tratamiento que te está dando acabarás adorándola”.
“Haces bien Alba en excitarle el pene, descapúllale bien que tengo que atravesárselo con una aguja candente, para evitar la infección”.
“Madre, yo tengo un aparato eléctrico que pone incandescente cualquier metal que le pongas, es con lo que calenté la cuña con la que cautericé a Teresa”.
Dásela a Teresa y que caliente una aguja de punta redonda y de 3 milímetros.
Mientras su nieta está provocando la erección del miembro del pobre muchacho, que a pesar de las circunstancias no puede dominar la erección que le provoca la experta muchacha, que incluso se pone lo polla en la boca y empieza a chupársela con afición, a medida que la va chupando esta va creciendo, poniéndose cada vez más rígida.
“Alba, para un poco, no quiero que se corra ahora, cuando sea el momento le dejaré que se venga, pero ahora tiene que saber que está bajo mi control para todo. ¿Lo has descapullado totalmente?”.
“Si, abuela, aquí lo tienes, a punto”.
Dice la nieta mientras exhibe el pene del muchacho que tiene cogido con su mano.
El chico emite fuertes gemidos a través de su cosida boca, al tiempo que muestra una cara de espanto que me conmociona fuertemente.
Teresa ya está al lado del Ama, con la aguja al rojo vivo, ensartada en unos pequeños alicates especiales.
La vieja Ama coge los alicates y sosteniendo el pene del muchacho lo atraviesa de un golpe de parte a parte.
Los gemidos y sollozos del infeliz suenan fuertemente a pesar de tener la boca cosida, y las lágrimas corren abundantes por su cara.
La vieja Ama, mira fijamente sus ojos llorosos.
“Este crio tiene poco aguante para el dolor, esto es lo menos doloroso de lo que te espera”.
“Teresa tráeme una argolla de tamaño adecuado para ponérsela en el pene”.
Y Teresa le entrega una argolla con cierre, de un tamaño considerable. El Ama la pasa por el agujero recién hecho en el pene y seguidamente esparce media botella de Betadine por todo el miembro.
“Sacarlo de la silla, sin sacarle las restricciones, quiero dar un paseo con él”.
Entre Arsenio y Roberto sacan al muchacho de la silla donde ha sufrido dolores y miedos, y lo plantan delante de la vieja Ama, esta levanta la mano y cogiéndole por sus preciosos pelos le hace agachar hasta el suelo, el pobre infeliz a pesar de tener su boca cosida, intenta besar los pies del Ama, pero el Ama le hace ademán señalando su coño que desea recibir el tributo de sumisión en aquel profundo lugar.
El pobre infeliz restriega patéticamente su rostro y su nariz por el coño del Ama intentando complacer sus deseos.
“Darme una cadena que voy a pasear un rato al perro”.
Teresa rápidamente le alarga una de las cadenas que nos atan al cuello, y el Ama la engancha a la argolla del pene del muchacho. Este tiene los brazos amarrados a su espalda y restricciones en los tobillos que le hacen caminar a pequeños pasitos.
El Ama tira de la cadena y el pobre muchacho se afana en seguirla pegando pequeños saltitos.
“Tienes que llegar hasta tu lugar de descanso, te dejaré que pases la noche y mañana seguiremos el tratamiento de domesticación. Hoy ha sido suave los momentos dolorosos serán mañana”.
El pobre muchacho masculla sonidos de terror ante la perspectiva que le está anunciando el Ama.
“Ya hemos llegado, esta bonita silla será tu cama esta noche”.
Están delante de un sillón de madera completamente cubierto de pequeños clavos, con correas que denotan la función de atar con ellas a sus ocupantes.
Arsenio y Roberto venir a ayudarme a aposentar debidamente a mi futuro esclavo. Estos acuden y ayudan al Ama a sacar las restricciones de cuero con las que esta inmovilizado el chico y lo colocan debidamente sentado y atado al sillón.
“Descansa todo lo que puedas que mañana nos espera un día ajetreado”, dice el Ama con toda su mala intención, y se va hacia donde están su hija y su nieta.
“Bueno, creo que hoy hemos hecho un buen trabajo, tendremos que quedarnos aquí hasta que termine completamente la domesticación de este individuo. Esta noche debemos descansar ya que mañana nos espera un duro día. No es fácil conseguir el completo sometimiento y el quebrantamiento de la autoestima. La resistencia moral y la voluntad de un individuo solo puede quebrantarse con el terror. Hay que persistir en la tortura hasta que acceda fácilmente y de buen grado a mis deseos, sean los que sean.
“Hurra, por mi abuela, es la mejor”.
Capítulo 11º
Sometimiento del Macho Alfa.
Las Amas se han retirado y yo y los demás esclavos estamos alucinados contemplando al muchacho que han dejado sentado y amarrado en esta silla tan especial. Nadie se atreve a comentar nada y el silencio es lo que domina el ambiente.
“Dejar de pensar en lo sucedido, y procurar descansar esta noche, mañana deberemos estar muy atentos sino queremos caer en el enfado de nuestras Amas”. Dice nuestro compañero Arsenio.
Pienso en lo acertado del consejo, mientras me dirijo a mi catre de descanso, pero no puedo sacar de mi cabeza la visión del infeliz muchacho, con los huevos clavados y su pene traspasado. Esta visión me paraliza de terror pensando lo que mi Ama puede hacer conmigo si contrarío sus deseos.
Intento pensar en otras cosas para poder conciliar el sueño, pero del fondo de la sala llegan los sonidos angustiosos del muchacho que me lo impiden.
Va pasando el tiempo y el sueño me va venciendo a pesar de la angustia que me producen los sonidos que el pobre infeliz no deja de emitir. Se nota en la sala una extraña quietud, pero nadie se mueve de sus sitios de descanso y sin darme cuenta me quedo dormido.
Despierto y lo primero que oigo son los continuos lamentos que proceden del fondo de la sala, ahora se han encendido las luces y puedo ver la silla donde el muchacho ha pasado la noche. Por su aspecto sudoroso, pienso que no ha podido dormir debido al tormento que la silla le habrá producido durante toda la noche. Miro el reloj de la sala y son las ocho, rápidamente me levanto y acudo a asearme debidamente antes de que bajen las Amas. Hoy deberé tener mucho cuidado en no enfadarlas, pues no estará el bollo para bromas. Constato que todos mis compañeros tienen mí misma inquietud, todos han acudido con presteza a su acicalamiento y compruebo que lo hacen a conciencia, nadie quiere exponerse a una reprimenda.
Ya han bajado los desayunos, que hemos consumido más rápidamente que otras veces, y estamos todos a la espera de la llegada de nuestras Amas. Falta poco para las nueve y pienso que posiblemente esta será la hora en que aparecerán nuestras dueñas.
Ya son las 9 y se oye el funcionamiento del ascensor. Se abre la puerta y aparecen las 3 Amas. La visión es mareante. Todas de negro, pero con vestidos completamente diferentes. La vieja Ama lleva una elegante falda de cuero hasta el suelo hecha de suave y fina piel. El dobladillo de la falda flota justo por encima del piso, a partir de la rodilla en adelante, se abre en columpio, está cerrada en la parte posterior por una cremallera de unos 20 cm de largo. La joven Ama Alba lleva un Body con escote muy sexy de manga larga, muy ceñido que resalta lo mejor de su cuerpo y que estiliza favorecedoramente su silueta. Su cintura ceñida acentúa la proporción entre pecho y caderas, y con el conjunto de medias de rejilla me deja boquiabierto. Pero lo que veo de mi Ama me pone a cien, y borra de mi cerebro cualquier temor. Lleva un Body de Rejilla muy sexy con encajes de cuerpo entero que destacan su lado más sexy y sensual. Es una pieza única de los pies hasta los hombros que destaca por su ornamentación a modo de liguero en los muslos y su «top» con forma de body que ayuda a remarcar sus caderas. Se ve una abertura en la entrepierna que le permite poder acceder a sus partes íntimas sin necesidad de quitarse el vestido.
Todos mis compañeros igual que yo están fascinados por la visión de las 3 Amas, y permanecen de rodillas en la posición de entrega delante de sus jaulas.
Las Amas están ya delante del pobre muchacho, que presenta unos síntomas alarmantes, con los ojos mirando al vacío, sudando por todo el cuerpo y con temblores esporádicos que hacen que los pequeños clavos le vayan hiriendo lo suficiente para verlo con sangre por todo el cuerpo.
Mientras van hablando entre ellas.
“La falta de descanso al no poder dormir y la pérdida de sangre, harán que hoy su voluntad se haya debilitado y estará más dispuesto a colaborar, pero hará falta provocarle mucho más dolor para conseguir doblegarlo totalmente”.
Va comentando la vieja Ama delante del infeliz muchacho, que aumenta sus gemidos y sonidos de dolor como implorando piedad.
“Le voy a descoser la boca, así podre interlocutar con él mientras le estoy torturando y ello también le aumentará el pánico”.
Y dirigiéndose al muchacho le dice:
“Te voy a descoser la boca, pero ya te advertí ayer que si me molestas demasiado con tus gritos y lamentos te cortaré la lengua”.
Pienso que el muchacho ya ha asumido que la vieja Ama no habla en balde, y cualquier amenaza le ira afectando en su seguridad.
Arsenio, quítale la fijación de la cabeza, para que al menos pueda moverla para decir sí.
Arsenio acude rápido y libera la cabeza del desgraciado.
“Bien, he pensado que te convertiré en una esclava para mí, de momento no amputaré tu sexo, pero tú tienes que asumir el papel de chica de manera convincente, así te darás cuenta de la superioridad de la mujer frente al primitivo macho copulador”.
El muchacho, libre la cabeza, hace movimientos afirmativos repetitivos, como para demostrar su acatamiento a lo dicho por el Ama. Esta se acerca al muchacho y con unas tenacillas especiales que lleva en la mano se dispone a sacarle las grapas que le clavo el día anterior.
“Estate quieto que te voy a sacar las grapas, y acto seguido con movimientos expertos, abre las 5 grapas que liberan los labios del infeliz.
“Gracias, señora y estoy dispuesto a acatar todo lo que me proponga sin discusión”. Dice intentando agradar a la vieja Ama.
“Muchacho, te dije que cuando acabara contigo te mearías y cagarías solo al verme, y no te has meado ni cagado, porque aún no he acabado mi trabajo”.
“Señora haré y seré lo que Usted disponga, desde ahora mismo, mi entrega es absoluta y sin reparo, no hace falta que se esfuerce más, reconozco que el único poder es el suyo”.
“Arsenio, vuelve a fijarle la cabeza, pudiendo hablar le sobra todo lo demás. Y acerca la mesa de castigo de manos”.
Arsenio diligente como de costumbre cumplen lo pedido y deja la mesa frente al muchacho, es de madera con pequeños puentes de acero inoxidable con otros más grandes detrás.
“Roberto ayuda a Arsenio. Colocar los brazos y dedos del chico fijos en la mesa”.
Los dos esclavos cumplen lo pedido por el Ama y dejan dispuesto al muchacho según su deseo.
Los brazos y los dedos han quedado inmovilizados por los puentes de acero que se cierran en pivote de la misma mesa.
Quiero a todos los esclavos presentes para presenciar el dolor que ha de sufrir este joven para que yo consiga romperle mentalmente
El Ama se sienta frente al muchacho, le mira fijamente y cogiéndole por la barbilla se acerca a medio palmo de su cara mientras le está diciendo:
“Ahora empezarás a saber lo que es el verdadero dolor y podrás comprobar el placer que me produce torturar tus bonitas manos, es tal el placer que cuando empiezo no se detenerme, ni que oiga las súplicas más angustiosas ni las promesas más firmes. Te participaré siempre cual será el próximo tormento, para que el terror te vaya invadiendo. Simplemente cuanto más dolor sufras más placer recibo, será una mañana de placer para mí y de sufrimiento para ti”.
“Señora, se lo suplico, tenga piedad de este pobre muchacho que está dispuesto para todo lo que quiera pedirle”.
Me conmueven las suplicas y excitan mis instintos más sádicos. De momento te arrancaré una uña de cada mano. ¿Quieres elegirlas tú?
“Piedad señora por el recuerdo de su madre, por Dios y su Santa Madre, no siga, se lo suplico con toda humildad, reconozco ser un imbécil engreído y siempre respetaré con consideración a todas las mujeres”.
El pobre muchacho ya no sabe ni lo que dice presa de pánico al intuir el sadismo de la vieja Ama.
“Lolita ven que necesito una boca experta para chuparle la polla al muchacho, quiero ver si goza o sufre con el pene anillado y quiero que me avises cuando veas que va a correrse para arrancarle la uña al mismo tiempo”.
El muchacho oyendo al Ama empieza a lloriquear y suplicar sin cordura.
Lolita ya está chupando la verga del infeliz, que supongo debe intentar resistirse a la felación de la experta muchacha. Cosa que no creo consiga, por lo que se va viendo su pene va creciendo a medida que Lolita lo va chupando.
El Ama ya ha pinzado una uña con los pequeños alicates que tiene en la mano y parece que espera la señal de la niña para actuar, esta se saca el pene de la boca y le dice al Ama.
“No hará falta que le avise, tal como se está poniendo y según mi experiencia no podrá evitar chillar de gusto”.
“Bien, continúa y esmérate”.
Todos estamos expectantes como en una película de Alfred Hitchcock y de repente oímos el grito de placer del joven y vemos como la vieja sádica le arranca la uña y el grito ahora de dolor del infeliz es inenarrable y retumba por toda la sala.
“Ha sido una bonita combinación, ¿no crees?”.
Le espeta la Ama en la cara de su víctima, que continúa sollozando y llorando desconsoladamente.
“Perdón señora, perdóneme se lo suplico por todos los santos del cielo, perdone mi ignorancia y enséñeme el camino correcto para servirle y entregarle mi ser”.
“Primero aprende que no soy una señora, soy tu Ama, dueña de tu vida y de todo tu ser, y tú eres mi esclava y como mujer tienes que comportarte”.
“Si, mi Ama, como Usted decida”.
“Tu voz es demasiado varonil, corrígela o castigaré tu falta de interés”.
Si, mi Ama, pondré todo mi cuidado en corregir mi voz”.
El pobre muchacho intenta aflautar ridículamente la voz que le queda de un ridículo manifiesto.
Las 3 Amas se funden en una sonrisa burlona. Deben pensar en la arrogancia de la llegada del joven a la casa, dándoselas de macho Alfa, y la transformación que representa asumir el papel de mujer.
“Querida esclava, tengo que continuar mi trabajo, puede que ahora sea algo más doloroso para ti, pero como mujer aguantarás mejor el dolor que siendo chico”.
El Ama machaca la personalidad del muchacho con estos continuos ridículos.
“¿Ves estas cañitas de bambú?, pues son tu próximo regalo, te las clavaré entre las uñas hasta que el placer que me proporciones se trasmita a mi sexo y explote en éxtasis”.
El muchacho o muchacha ya no articula frases coherentes, solo va diciendo: “Piedad, matarme si esto os place, pero no me torturéis más no lo puedo resistir”.
“No tienes ni idea de lo que puedes resistir, aún tengo que divertirme un buen rato contigo”
Y diciendo esto va clavando las cañitas de bambú entre la carne y las uñas del desgraciado, que chilla desmesuradamente y al que le empieza a temblar todo el cuerpo como si un potente frio le envolviera.
Finalmente, el chico no resiste más y se desmaya sentado en la silla donde aún está atado.
Capítulo 12º
El poder total
“Bueno ya tenemos el primer desmayo, tenemos que reanimarlo para conseguir desequilibrar su psique, hay que barrer su personalidad totalmente. Debe comprender que no le quedan esperanzas de defensa ni posibilidades de poder ser rescatado o socorrido. No podemos detener la tortura. Quiero la aniquilación total de todo su mundo, hay que continuar”.
“Arsenio, échale un cubo de agua fría a ver si lo despertamos”.
Arsenio cumple con diligencia la orden de la vieja Ama, y el torturado muchacho vuelve relativamente a un estado de conciencia.
Su torturadora se planta a un palmo de su cara y lo mira fijamente y con una media sonrisa burlona, le besa y muerde en los labios aun doloridos por las grapas con que le cosió la boca.
“Igual me enamoro de ti, siempre me han gustado las nenas y tu al primer dolor te desmayas como una pequeña nenaza. Ya me dirás que harás cuando te aplique dolor de verdad, hasta ahora esto ha sido solo puro calentamiento”.
Al muchacho aún medio inconsciente, el mordisco y las palabras lo traen a la realidad, y sollozando empieza a pedir clemencia y piedad.
“Te dije que te arrancaría 2 uñas y solo te falta una, voy a terminar el trabajo, pero ahora nadie te chupara la polla, ahora te follaran mientras te la arranco”.
“Tú Marisa, que pesas algo más que Lolita me servirás. Anímale la polla para que puedas cabalgarlo mientras yo le arranco la uña. Con tu peso y tus movimientos conseguiremos que se le claven más profundamente los pequeños clavos de su silla”.
El pavor se refleja en los ojos del muchacho, y con lloros va implorando piedad y clemencia.
“Detenga este suplicio, se lo suplico mi Ama, seré su esclava, su sirvienta o lo que usted desee, pero detenga este tormento”.
El Ama como si no lo oyera, pide la presencia de Arsenio.
“Cuando Marisa este montando a la nenaza, quiero que enciendas la plancha que hay bajo sus pies, hasta que huelas a quemado. ¿Entendido?”
“Si, Ama”. Responde Arsenio.
“Esta vez vamos a hacer un completo. Alba, a ti te gustará asfixiar a la nenaza, colócale una bolsa de plástico al muchacho y cuando veas a Marisa adelantada en su trabajo, cierra la bolsa y mantenla cerrada hasta que veas que está a punto del desmayo, observa con cuidado, no vayamos a quedarnos sin juguete. No sé porque, pero la asfixia hace empinar las vergas y ayudará a completar el numero”.
Marisa ya está acariciando y chupando la polla del desgraciado muchacho, mientras Arsenio se ha colocado a los pies y espera el momento para accionar el encendido de la plancha donde se apoyan los pies del torturado joven. Parece que a pesar de la situación Marisa es capaz de hacer reaccionar el sexo del maltrecho muchacho, y cuando lo ve suficientemente poderoso se sienta sobre él y empieza a cabalgarlo. Sus movimientos y su peso hacen que los pequeños clavos de que esta provista la silla, se claven más profundamente en sus carnes, pero, los expertos y cada vez más lentos movimientos circulares de la mujer, hacen que al muchacho se le escapen pequeños suspiros de placer, Alba cierra la bolsa de plástico para impedir la respiración del infeliz, y Arsenio a conectado la parrilla, mientras Marisa empieza a gemir y suspirar de placer:
“¡¡¡Como crece la condenada!!! Suelta ya tu leche, polla querida”
Chilla y gime de placer mientras se viene y el muchacho parece que también ha vaciado sus huevos hasta la última gota.
La sádica Ama a arrancado la uña mientras el torturado se estaba corriendo lo que ha provocado unos fuertes y estremecedores alaridos que nos han puesto a todos los pelos de punta. Con todo el dolor sufrido más la quemazón que ahora reciben sus pies, el muchacho vuelve a desmayarse.
“Bueno, veremos cuantas veces se nos va a desmayar antes de que vea mi poder absoluto, y comprenda que puedo infringirle dolor hasta su destrucción.
“Voy a tomarme un café. Reanimarlo y cuando despierte sacarlo de la silla y dejarlo de pie. No os preocupéis, se quedará tal como lo dejéis”.
Las 3 Amas van a sentarse en la mesita que hay en la sala.
“Traernos 3 cafés con leche y unas ensaimadas que aún no hemos desayunado.”
Dice el Ama Sara.
“Yo estoy algo excitada y necesito que padre me haga una buena comida de coño, como él sabe hacer”.
“Tú, viejo esclavo ven a dar placer a tu Ama”.
Rápidamente el viejo caballero, que ahora desnudo y arrodillado no lo parece tanto, se acerca a donde están las Amas.
“Besa el coño de tu mujer y tu hija en señal de tu sumisión y luego vas a comerme el coño, pero con ganas, pues si no quedo satisfecha apechugarás con las consecuencias y, además te pondré de rodillas cara la pared para que no veas lo que estamos haciendo con el muchacho, sé que te encanta ver torturar a los demás. Sabes que no me tiembla la mano a la hora de castigarte”.
El humillado padre hace lo mandado y luego emprende la labor de masturbar a su hija.
“Chúpame el culo también que me gusta mucho”.
El hombre se afana en su labor y poco a poco la pequeña Ama va soltando suspiros que devienen en gemidos, mientras coge la cabeza que le está chupando el coño y la aprieta fuertemente contra él.
“Bien, ahora ya puedo pensar en el trabajo, necesitaba un relax”.
“Nosotras esperaremos a terminar el trabajo, antes de darnos un relajo. ¿No te parece Sara?”.
“Si, madre, creo que será lo mejor”.
“Bueno, ya hemos descansado y tenemos que volver al trabajo, creo que la fruta está a punto de caer madura”.
Se levantan y se dirigen hacia donde está el infeliz muchacho, que siguiendo las instrucciones del Ama han sacado de la silla y dejado de pie a la espera de la llegada de las Amas.
Cuando divisa a las Amas, su cuerpo se pone rígido y sus ojos expresan terror. La vieja Ama alarga la mano para coger la cabeza del muchacho y este empieza a temblar y tener convulsiones al tiempo que se mea encima y cae postrándose, como adorando a su torturadora.
“Soy vuestra esclava y merezco todos vuestros castigos, haced conmigo lo que os plazca”.
“Esclava, besa la mano que te castiga, lame los orines que has soltado y ve a sentarte al sillón de dentista que se ve al fondo”.
“El muchacho ya está roto, pero lo remacharé con más dolor para doblegarlo con suficiente intensidad para que no haya camino de vuelta”. Dice dirigiéndose a las 2 Amas que le acompañan.
El muchacho se está afanando en limpiar el suelo tragando sus orines por completo, y luego se dirige al sillón tipo dentista que hay en la sala y se sienta en el obedientemente.
Arsenio y Roberto, ir e inmovilizar a mi nueva muchacha, para que yo pueda trabajar a gusto.
Estos prestamente acuden e inmovilizan al muchacho tanto el cuerpo como la cabeza.
“Ya queda poco para tu transformación. Ahora, repasaré tu boca, limpiaremos tu uretra y te marcaré con mi divisa y te daré nombre, para el reconocimiento de los demás”.
El muchacho medio solloza, pero sin ni una sola palabra, mientras todos contemplamos aquel cuerpo desnudo por completo, aún bello, manchado de sangre que le sale de las pequeñas heridas producidas por los clavos de la silla al que he estado atado más de 12 horas. Parece como ido, con la vista perdida y una expresión de ausencia, con toda seguridad debido a las ultimas horas vividas, más el tormento de la silla que le ha impedido el sueño.
El Ama saca un artilugio, que ahora sé que es un dilatador de uretra, coge el pene del muchacho y ancla el anillo en la base del glande e introduce las 2 varillas de unos 10 centímetros en la uretra. Las varillas están unidas a unos tornillos que el Ama empieza a enroscar produciendo la dilatación de la obertura de la uretra, dejando esta ensanchada y presentando un espacio que permite que pueda introducirle cualquier cosa.
El joven esta como ausente, hasta que la sádica Ama saca unas ortigas de su bolsa y empieza a introducirlas dentro del conducto uretral del desgraciado muchacho. Como si despertase de un sueño empieza a chillar mientras el Ama retira el dilatador de uretra y ahora le introduce una sonda vibradora que hace que las ortigas que le ha introducido se esparzan por el interior. Los chillidos reflejan un estado de histeria en el torturado. Los picores deben ser inaguantables, pero al mismo tiempo el vibrador uretral produce sensaciones de placer, todo ello es lo que produce un estado de histeria en el muchacho.
“Por favor Ama corte me la polla no puedo aguantar este picor, se lo suplico por lo que más quiera”
“Tranquila, no seas nenaza, olvida el picor y céntrate en el placer que te produce la sonda, así conseguirás correrte y aliviaras la comezón que te molesta”.
Mientras acaricia el pene del muchacho para aumentar su placer.
“Abuela, déjame trabajarlo a mí, conseguiré que explote a pesar de las ortigas”.
“Bueno Alba, pero ve con cuidado, hay restos en la punta de la polla”.
“No te preocupes, igual me estimulan”.
Y la joven Ama empieza a lamer y chupar por todo el miembro del infeliz muchacho, y tal como predijo con la acción de la sonda, más la manipulación que hace la joven experta con las manos y boca, al poco el muchacho empieza a tensar el cuerpo y es eminente que está próximo al orgasmo. No puedo decir si sus gritos son de dolor o de placer, pero el joven descarga sus huevos en una intensa corrida que expulsa a pesar de la sonda.
“Esta chica disfrutará hasta en el infierno al que la voy a llevar”.
“Marisa tráeme un abrebocas metálico”.
Esta acude inmediatamente y entrega al Ama, un artilugio de acero inoxidable.
“Abre la boca”.
El muchacho como un autómata abre la boca, el Ama le coloca el abrebocas mientras va informándole lo que va a hacerle.
“Ahora repasaré tu boca y te arrancaré un par de dientes, como no dispongo de anestesia lo aremos a lo vivo, así disfrutaré yo también un poco”.
El muchacho ya ni reacciona, solo llora desconsoladamente.
“¿Qué te parece la idea?
“Yo, mi cuerpo y mi vida le pertenecemos, usted es mi dueña y yo no tengo derecho ni a pensar”.
Bien, muchacha, empiezo a estar satisfecha con tu comportamiento. Queda poco para que dé por buena tu conversión.
Ahora la vieja Ama coge unos alicates de dentista, y empieza hurgar dentro de la boca del muchacho, parece que las ha fijado y empieza a hacer movimientos intentando arrancar el diente que tiene presionado, el chico empieza a chillar y el Ama parece no tener la fuerza suficiente para conseguir la extracción.
“Madre, déjame a mí, hace falta más fuerza para arrancar los dientes y más estando sanos como el que intentas arrancar”.
“Lo se hija, no es el primero que arranco. Acaba tú la faena antes que la nena se nos desmaye y no sirva para nada el esfuerzo”.
El Ama Sara con unos movimientos precisos extrae el diente del infeliz. Es como si tuviera experiencia en estos menesteres. Mientras los gritos del muchacho son cada vez más desgarradores en consonancia con las dolorosas manipulaciones que sufre.
“Continua Sara, pero ahora extráele una muela que producirá más dolor”.
Mientras está hablando, se acerca a la cara del aterrado muchacho y lame las lágrimas que surcan su rostro.
“Mírame fijamente y no olvides nunca que tengo todo el poder sobre ti, tu vida esta solo para servirme y obedecerme, y júrame en este momento que tu entrega es total”.
El joven la mira aterrorizado y completamente ido, y la vieja sádica con un guante provisto de pinchos le aprieta la polla que empieza a sangrar, al tiempo que pregunta:
“¿Vas a jurar o pasamos al próximo grado de dolor?”
“Juro por lo que más quiero que me entrego por completo a vuestro poder y que deseo permanecer bajo él hasta mi muerte”.
“Bien Sara, termina el trabajo para sellar el pacto y luego lo marcaré con mi divisa y le pondré nombre”.
“Con este sacrificio acepto tu total entrega y te tomo como mi esclava.”
Dice la vieja Ama al oído del torturado joven, mientras su hija arranca la muela que tenía fijada en sus alicates.
No hay gritos desesperados porque el muchacho ha caído desmayado durante la extracción que ha practicado el Ama Sara.
“Ya me he apoderado de su cuerpo y de su espíritu, su vida ya no le pertenece y es él el que desea que me pertenezca a mí”.
“Buen trabajo, abuela”.
Dice la entusiasta Ama Alba.
“Dejarlo descansar 5 minutos y luego despejarlo y soltarlo de la silla”.
Y las 3 Amas se dirigen nuevamente a sentarse en la mesa donde han desayunado, mientras yo y los demás esclavos continuamos arrodillados y completamente silenciosos para no llamar la atención de las Amas.
“Ya he barrido a este sujeto y he destruido su personalidad”.
“Pero deberemos tener cuidado en su vigilancia, podría traernos problemas si logra escapar”.
Dice la joven Ama Alba.
“Ya no debemos preocuparnos de él, el mismo se auto vigilará.”.
“¿Tú crees?, abuela”.
“Luego te lo demostraré”.
“Que venga mi esclava”.
El desconcertado muchacho ya ha sido reanimado y está de pie y sin mover un solo dedo.
Al oír la voz de su Ama empieza a temblar y andar hacia ella, al llegar a su altura y verla directamente sus tembleques se convierten en convulsiones y suelta completamente sus esfínteres tanto anal como el de su vejiga, tumbándose en el suelo pidiendo perdón y piedad por su falta.
“Esta vez no voy a castigarte, porque me satisface ver que he conseguido lo que te prometí. Comete y limpia todo está porquería que has sacado y luego levántate y ven para que te marque con mi divisa y te dé un nombre”.
El muchacho sin ningún recelo hace lo que su Ama le ha mandado y luego tembloroso se presenta delante de su Ama, se arrodilla e inclina la cabeza en completa sumisión.
“Marisa, enchufa y trae mi hierro de marcar”.
Esta trae un hierro que termina en una especie de corona de unos 3 centímetros, completamente al rojo vivo. Supongo debe tener una batería que posibilita su incandescencia.
“Saca la lengua, para que pueda marcarte”.
El muchacho sin la menor reticencia saca la lengua y la deja expuesta al alcance de su Ama, está la aprisiona con unas pinzas y le aplica el hierro candente dejándole la señal del hierro en medio de la lengua.
“Muy bien, esclava. Ahora descapulla tu polla y mastúrbate para que coja un tamaño suficiente para poder poner mi marca en ella”.
El muchacho hace lo que su Ama le ordena y a pesar de su estado empieza a masturbarse para conseguir una erección que presente suficiente superficie para poder recibir la marca de su Ama.
“Abuela, déjame que le ayude. Así iremos más rápidos, sabes que me gustan las pollas y más si están sangrando como esta”.
Y la joven Ama se acerca al infeliz y empieza a chuparle y lamerle el escroto hurgando al mismo tiempo con sus dedos el ano del joven, que rápidamente reacciona empinando su miembro.
“Ya es suficiente, aguanta el pene, tenlo quieto, no quiero que la marca salga borrosa”.
Y mientras dice esto, clava el hierro en la superficie del glande, y el joven aguanta tenso, pero con solo un pequeño grito de dolor.
“Y con esta marca te doy el nombre de Salomé, para que bailes y seas la distracción y la servidora de todos los presentes”.
“Gracias mi Ama, seré una buena esclava y también una diligente sirvienta”.
La vieja Ama blandiendo una de las cucharitas que había sobre la mesa, le dice mirándole fijamente a la cara.
“¿Ves esta cucharita? Si me fallas una sola vez te sacare con ella un ojo a lo vivo, y sabes que no amenazo en vano”.
“Puede estar convencida que nunca voy a desobedecerla pida o haga lo que sea”.
“Bien, quedas advertida. Marisa, átale la polla y los huevos y escóndelos entre las piernas para que mientras no decida operarlo tenga más presencia de mujer.”
Marisa maniobra al parecer con experiencia y deja al muchacho con una entrepierna limpia y sin atisbos de su sexo.
La vieja Ama saca un billete de 5 euros y dirigiéndose al muchacho, dice:
“Que te den ropa para vestirte y vas al quiosco que está en la rambla, compras La Vanguardia y me la traes que necesito leer las ultimas noticias sobre el virus que está rondando por la ciudad”.
“Pero abuela, como vas a dejarlo salir de la casa, si se escapa, nos puede traer problemas”.
“Ya te he dicho antes que te demostraría que estás equivocada, tú ves al muchacho que llego ayer a nuestra casa, pero ahora es Salomé y es incapaz de hacer nada sin mi permiso. Darle ropa de mujer y acompañarla hasta la puerta para que pueda ir a comprarme mi periódico”.
Entre Arsenio y Marisa visten al muchacho con ropas de mujer y Arsenio lo lleva al piso superior para franquearle la salida al exterior.
Todos hemos quedado expectantes frente al desafío que representa la salida del muchacho. El tiempo pasa lentamente y la angustia de que el joven no vuelva está en la mente de todos menos en el de la Vieja Ama, que reclama la presencia de Teresa.
“Teresa, ven y dame un buen orgasmo que creo me lo he ganado con creces”.
Teresa acude rauda y se zambulle directamente en la entrepierna del Ama, mientras esta se estira lánguidamente para saborear el trabajo de la experta Teresa.
El tiempo pasa y la intranquilidad y la inquietud de todos aumenta hasta el momento en que oímos el sonido del timbre de la casa. Nos miramos con incredulidad que aumenta al ver aparecer a la joven Salomé. Así la llamaré a partir de ahora pues creo que la vieja Ama tiene realmente el poder de transformar a las personas.
“Ama, aquí tiene su periódico y el cambio de su billete”.
Capítulo 13º
Ejerciendo el poder total.
La muchacha tiene el rostro sudoroso y esta con temblores, temo que entre en convulsiones, cuando sin previo aviso recibe un latigazo de su Ama en plena cara.
“!!!Como te atreves a presentarte vestida delante de tu Ama¡¡¡, desnúdate y humíllate de inmediato. Si tengo que enseñarte tus obligaciones, te aseguro que lo lamentarás”.
La pobre muchacha con notorios temblores en todo su cuerpo se despoja con rapidez de la ropa y se postra tumbada por completo delante de su Ama.
“Bien, ahora Marisa te curará y te adecentará para que puedas presentarte debidamente ante mí. Marisa atiende a Salomé, desinfecta sus heridas y adecéntala debidamente, para que este presentable”.
“Si, Ama”.
Responde Marisa y se lleva a Salomé para cumplir las órdenes del Ama.
La nieta de la vieja Ama se abalanza encima de su abuela, mientras está diciendo:
“Eres una maestra única, a tu lado me convertiré en la mejor Dominatriz del mundo, y así mantendremos el prestigio que tu tan esforzadamente te has ganado. Deja que agradezca tus lecciones de la mejor manera que se, dando placer con mis habilidades al cuerpo que merece todos los placeres”.
Y mientras está hablando se ha arrodillado delante de su abuela y acaricia y besa su entrepierna. La hija de la vieja Ama también se levanta y se acerca a su madre.
“Yo también quiero agradecerte las continuas lecciones que me das y deseo disfrutar de tu cuerpo y darte todo el placer que me sea posible”.
La vieja Ama se ha estirado en la silla abatible y ahora su hija y su nieta están empleando todo su saber para conseguir su placer.
“Calmaos, Teresa acaba de hacerme un trabajo muy especial y creo que estoy ya relajada”.
Pero las dos Amas continúan acariciando, chupando y lamiendo todo su cuerpo, y la vieja Ama empieza a suspirar y gemir.
“No paréis, no paréis, seguir, pero quiero pollas en mi coño. Alba manda a tus esclavos que me hagan una doble penetración, me he excitado desmesuradamente y quiero también la polla de Roberto dentro de mi boca. Después del éxito de mi trabajo, hoy estoy dispuesta a morir de placer”.
Tanto su viejo marido como su joven nieto enculan y penetran a la vieja que deja de gemir cuando la gran tranca de Roberto entra en su boca.
Al poco los gemidos y suspiros salen ya de todas las bocas y entre gritos y gemidos explotan las pollas de padre, nieto y Roberto dentro del cuerpo insaciable de la vieja Ama.
En su exaltación las tres Amas sorben con pasión y fruición las pollas chorreantes de semen como si fuera manjar de dioses.
Mientras Marisa a adecentado a Salomé y le indica que se presente delante de su Ama. A medida que se acerca a la vieja Ama la joven empieza a temblar y a sudar copiosamente, Marisa acude en su ayuda, diciéndole:
“Arrodíllate y besa los pies del Ama”.
La pobre muchacha con temblores cada vez más evidente se arrodilla y empieza a besar y lamer los pies del Ama de la que solo el recuerdo de su sadismo le descontrola. Esta le tira un pequeño delantal transparente mientras le dice:
“Ponte este delantal, ahora serás la sirvienta de esta sala, y cuando digo sirvienta quiero decir en todos los aspectos, harás todas las faenas de limpieza, adecentarás toda la estancia y tendrás camas y mesa siempre en estado de revista, sin olvidar que tus servicios serán también todos los que te soliciten tus compañeros, sean de la índole que sean, sexuales inclusive por supuesto. ¿Entendido?”
La muchacha recibe un fuerte latigazo en toda su espalda que le deja una fuerte señal.
¿Entendido?
Y un segundo latigazo cae nuevamente en su maltrecha espalda, sin que la infeliz muchacha logre reaccionar. Marisa se acerca a ella y le susurra al oído:
“Di, si mi Ama”.
La muchacha logra articular un tembloroso, si mi Ama antes de recibir el tercer latigazo que el Ama estaba a punto de darle.
“Así debes responder siempre que te de una orden, y tú, bondadosa Marisa, que me has quitado el placer de azotar a esta inútil, recibirás multiplicado por diez el latigazo que le has evitado, pero no en tu espalda sino en tu intimidad”.
Y dirigiéndose a mí oigo a la vieja Ama decirme:
“Tu viejo, no vas a estar todo el día solo mirando, vamos a ver cómo te portas cuando se te pide colaborar. Toma una de las fustas que hay en el paragüero y deja el coño de la bondadosa Marisa maltrecho e inútil para unos días”.
“Si, Ama”.
Contesto mientras voy pensando, ¿cómo voy yo a maltratar a la única persona que me ha socorrido y ayudado desde que he entrado en esta casa? cuando oigo:
“Y vete con cuidado de no ser clemente con ella, sino la castigas con la intensidad que yo deseo, recibirás tú en tu polla y tus huevos el doble de lo que ella merece. Y tú Marisa túmbate en la cheslong con las piernas abiertas para facilitar al viejo el acceso a tu coño.
Yo cojo una de las fustas del paragüero y me dirijo a donde esta tumbada Marisa.
“Yo marcaré la cadencia de los fustazos, cuando diga 1 le darás un fuerte fustazo y así sucesivamente mientras yo vaya cantando los correspondientes números. ¿Entendido?
Si, Ama.
Y me planto frente a la bella Marisa, que completamente desnuda y tumbada aún me parece más hermosa.
La sola visión de su desnudez amplía mi querencia hacia ella.
“Uno”.
Y yo doy un tímido fuetazo en la entrepierna de Marisa.
“Parece que no has entendido mis órdenes, aparte de que el fuetazo que has dado no va a contar para Marisa, si hay un próximo golpe no satisfactorio, recibirás tú el doble en tu polla y tus huevos, de los que te colgaré previamente. ¿Entendido?”.
“Si, Ama”.
“Uno”.
Repite la vieja sádica, y yo aterrorizado por la amenaza del Ama, atizo un fuetazo en todo el coño de Marisa que la hace saltar y gritar de dolor.
“Dos”.
Y así hasta diez, y yo sin ser consciente he ido intensificando los golpes, absorbiendo como en una borrachera el placer de golpear y producir dolor.
“Calma ya. El viejo le ha cogido afición a la fusta. Si le dejo, acaba matándola a fustazos. Y tú Marisa aprende la lección, no debes pensar ni actuar si no has recibido una orden expresa para hacerlo”.
“Si, Ama, gracias por su corrección”
La vieja Ama se vuelve hacia su nueva esclava, que continúa postrada en el suelo sin atreverse a levantar la cara, solo parece tranquilizarse como los avestruces, escondiendo el rostro y así no ve lo que le aterroriza.
“Escucha bien lo que voy a decirte porque no te lo repetiré. El anillo que he insertado en tu pene es un receptor de señales eléctricas. Deberás estar atenta a estas señales porque corresponderán a indicaciones mías. Si recibes una solo descarga, significará que debes disponerte a encerrarte en el cajón que hay debajo de la cheslong, permanecerás allí sin moverte por ningún motivo, hasta que recibas una nueva indicación a través de las descargas eléctricas que percibirás en tu pene. Dos descargas te indicarán que debes levantarte y ponerte al servicio de los demás, y tres descargas significarán que debes presentarte ante mí. ¿Entendido?”.
“Si, mi Ama”.
Contesta sin levantar el rostro del suelo, debido al terror que le produce la vista de la vieja sádica.
“Vamos a probar si la nenaza ha entendido mis instrucciones, la voy a mandar a descansar”.
Dice mientras acciona un pequeño mando, y la postrada Salomé reacciona con una convulsión de su cuerpo, lo que hace pensar que la descarga debe ser bastante potente. Seguidamente empieza a gatear en dirección a la cheslong, cuando recibe un latigazo en todo su cuerpo desnudo, que la paraliza de inmediato.
Siempre que estés en mi presencia, antes de retirarte, te humillarás besando mis pies, para que recuerdes a quien perteneces.
La muchacha se detiene y sin mirar al Ama que la aterroriza, empieza a besarle los pies completamente humillada, que sin embargo atiza un nuevo latigazo sobre su espinazo.
“Te olvidas de contestar, “Si mi Ama”, cuando recibes una orden”.
“Si, mi Ama. Perdone mi falta, producto de mi desorientación”.
Parece que la muchacha poco o mucho está reaccionando ante los continuos latigazos del Ama.
“Ya puedes retirarte, no se trata de que disfrutes con mis pies, solo quiero tu demostración de sumisión”.
Y la muchacha se dirige arrastrándose hasta la cheslong y abriendo el cajón que está en la base se introduce dentro de él.
“Tira de la cinta que cuelga para que se oculte el cajón”.
Parece que Salomé ha tirado de la cinta porque el cajón se desliza al interior del mueble, quedando completamente oculta a la vista.
“La dejaremos descansar un rato, para darle tiempo a absorber plenamente lo que significa su nueva situación. Luego le interrogaré para que me de todos los datos personales que puedan interesarme, igual sacamos algún placer o beneficio”.
Comenta la vieja Ama con sus dos tocayas.
“Abuela crees que, por la noche, o cuando este sola, continuará manteniéndose encerrada en el cajón sin moverse”.
“Tenlo por seguro, es un ser sin voluntad propia, su voluntad soy yo, ya no es libre de pensar con lucidez, en su mente solo impera el terror hacia mí, terror que, por supuesto yo tengo que ir alimentando, como si regara una planta para mantenerla con vida, yo tengo que ir torturando su cuerpo y su espíritu para mantenerle bajo mi poder. Para que veas hasta dónde llega mi dominio, subiremos a la sala de nuestro piso, desde allí podremos, siguiendo las cámaras instaladas en el sótano, ver lo que sucede cuando no estamos presentes, y veras la fuerza que tiene el terror incrustado en la mente de una persona. En un animal ocurriría igual, siempre que perciba que no tiene escapatoria”.
“Si abuela, vámonos arriba que quiero ver como controlas a alguien que ni tan siquiera te ve. Madre vamos al piso que la abuela nos hará un experimento que demuestra el poder absoluto que consigue con el terror”.
Las tres Amas se dirigen al ascensor, mientras los esclavos acuden a besar los pies de sus Amas, que entran en el ascensor.
Se percibe un ambiente algo tenso, a pesar del relajo que representa la ausencia de las Amas. Lo contemplado en las últimas horas ha dejado un estado de tensión general, pienso que ni los más experimentados habrían contemplado escenas tan crueles. Hay una reacción general que parece absurda y es, recluirnos en nuestras pequeñas celdas, que van cerrándose a medida que estamos entrando en ellas. Parece que ello nos da un margen de seguridad.
De repente se enciende la gran pantalla que esta frente a las jaulas, y aparece un mensaje escrito en ella.
“Abrir el cajón donde esta Salomé y, asegurándole que su Ama se ha marchado, incitarla a salir del cajón, para que pueda relajarse.”
Al mismo tiempo se han abierto las puertas de las jaulas y todos vamos saliendo de ellas, dirigiéndonos al centro de la sala doce esta la cheslong.
Arsenio toma la iniciativa, y abre el cajón donde se ha encerrado la que ahora llamamos Salomé. Esta está completamente tumbada como dentro un féretro mortuorio. Arsenio y también Marisa le indican que puede salir y relajarse, que las Amas se han ido y que nadie se enterara.
“Así podrás moverte y relajar las piernas y el cuerpo”.
La muchacha no se mueve y hace expresivos movimientos de cabeza negativos, Marisa insiste en que le conviene salir y que la misma Ama lo ha aconsejado, pero la muchacha continúa negando con la cabeza, y ante nuestra insistencia, con voz temblorosa nos dice:
“Por favor dejarme, mi Ama no me ha dado el aviso de levantarme y no puedo moverme del cajón”.
Y con temblores cada vez más manifiestos, tira de la cinta y se encierra dentro del cheslong.
Por los altavoces suena la voz de la Ama Dolores:
“Dentro de unos momentos daré orden a Salomé para que salga del cajón, entonces de la forma que creáis más oportuna debéis de conseguir llevarla a un estado de excitación que la deje a las puertas del orgasmo, y hasta nueva orden cada vez que salga del cajón debéis conseguir llevarla al mismo estado de excitación”.
A los pocos momentos se abre el cajón de la cheslong, y sale Salomé completamente desnuda, salvo el pequeño delantal transparente que le dio su Ama.
Siguiendo las indicaciones del Ama, Marisa, Teresa y Lolita van hacia ella, mientras Lolita le recuerda:
“Sabes que tu Ama te ha mandado que debes atender nuestras demandas como si vinieran de ella y ahora nos apetece jugar con tu sexo y tus deseos y vamos a chuparte la polla los huevos y el culo hasta que te corras, por lo tanto, túmbate en la cheslong y deja que disfrutemos con tu cuerpo”.
Las tres mujeres empiezan a lamer, chupar y acariciar todo el cuerpo de la muchacha algo tensa en principio, se la ve que va relajándose y poco a poco entra en un estado que inevitablemente la llevara al orgasmo.
Empieza a emitir los primeros sonidos de satisfacción, que van aumentando paulatinamente, y cuando creemos que va a explotar en un fuerte éxtasis, su cuerpo pega un brinco y se levanta dirigiéndose rápidamente a encerrarse en el cajón de la cheslong.
Lolita que tenía su polla en la boca, comenta.
“He notado una descarga en su polla cuando se la chupaba, su Ama lo habrá hecho exprofeso para putearla”.
Pero mientras está hablando, Salomé vuelve a salir del cajón y las tres mujeres vuelven a cogerla por su cuenta y vuelven a llevarla a las puertas del orgasmo, cuando nuevamente con un movimiento de contracción de su cuerpo vuelve a levantarse y encerrarse en el cajón de la cheslong.
Así sucesivamente hasta siete veces, la muchacha ya con cara de ida por completo, después de las sucesivas interrupciones de su inminente orgasmo, se mueve como una autómata histérica. Esta séptima vez consigue soltar un primer chorro de esperma, pero sale pitando hacia su escondite mientras va soltando semen por el camino.
Al poco se abre el ascensor ay aparecen las tres Amas, hablando tranquilamente.
“Ya habéis comprobado que incluso ante el momento del máximo placer, el terror que le domina no le impide obedecer mis consignas, como si estuviera hipnotizado”.
“Ha sido un experimento muy aleccionador y ardo en deseos yo también de disfrutar este poder sobre alguien”.
Dice la joven y sádica Ama Alba.
“Ahora que esta madurito, le haré una interrogación muy personal y comprobareis como confiesa hasta los hechos más íntimos y secretos. Marisa tráeme un cepo de testículos, que sea metálico y con pie”.
Marisa al poco acude con un artilugio metálico que entrega reverencialmente al Ama, mientras está a accionado su mando a distancia, mandando tres señales eléctricas al anillo receptor colocado en el glande de Salomé.
Esta ha salido del cajón donde esta guardada, y con cara de espanto y fuertes convulsiones se dirige hacia su Ama tumbándose por completo cuando llega a su altura.
“No debes preocuparte, si colaboras con sinceridad, no tienes nada que temer. Arsenio y Roberto fijármela en esta pared, y soltarle el pene que lleva atado y escondido en su entrepierna “.
Dice mientras señala la pared que tiene enfrente, y estos cogen a Salomé y la atan a las anillas que hay en la pared.
El Ama planta el cepo metálico que ha traído Marisa y coloca el sexo del infeliz en él, apretando las tuercas al máximo.
“Lolita tú que tienes buena boca y arte para las pollas, ven a poner esta polla muerta en forma para que me sea útil en mi interrogatorio”.
“Abuela, esto lo puedo hacer yo con la misma o mejor habilidad”
“Si es de tu gusto colaborar con Marisa, así será todo más rápido”.
Ambas mujeres se afanan sobre el sexo y la entrepierna, haciendo empinarse la polla prisionera en el cepo, que queda completamente rígida, al alcance del Ama.
“Vamos con la 1ª pregunta. ¿Como te llamas?”.
“Salomé”. Responde el infeliz pensando, que el Ama le está poniendo a prueba.
“Ahora ya se cómo te llamas, pero antes de que yo te convirtiera en nenaza, ¿cómo te llamabas, donde vivías y con quien vivías? ¿Entendida la pregunta?".
Sim mi Ama, me llamo, Jesús Ruiz García, y vivo en Gracia en casa de mis padres.
Mientras el Ama ha encendido una gruesa vela, y vuelca la cera derretida directamente en el glande que tiene aprisionado con el cepo metálico.
“Espero que me digas la verdad, ya sabes que no tengo miramientos a la hora de los castigos si veo que intentas engañarme. Dime la dirección completa de tu casa y quien habita en ella además de ti”.
Medio temblando y sollozando, va dando la información que el Ama le ha pedido:
Vivo en la calle Guillermo Tell, nº 26 3º, del barrio de Gracia, con mis padres y mi hermana pequeña.
“Bien, ahora cuéntame si tienes novia o alguna compañera o compañero con la que practicas sexo”.
“No tengo novia ni nadie fijo con quien haga sexo, solo cuando se presenta la ocasión y la mayoría de los casos con chicas”.
Ahora el Ama acerca la llama de la vela al glande descapullado, y durante 3 o 4 segundos la aplica directamente en él. Ahora la reacción es un fuerte y angustioso grito de dolor.
“Le juro que es verdad lo que le he dicho”.
La sádica Ama aplica nuevamente la llama ahora en su arrugado escroto, provocando un nuevo y angustioso grito.
“¿Seguro que es todo lo que me tienes que decir, no me estarás ocultando algo, ¿verdad?
“Bueno alguna vez con mi hermana hemos estado jugando, tocándonos e inspeccionándonos nuestros sexos, pero sin practicar sexo con ella. Le juro que es todo lo que le puedo confesar”.
“Bien, creo que me dices la verdad. Ahora cuéntame cómo son tus padres, que edad tienen y a que se dedican.”
Completamente sudoroso y con temblores evidentes, responde diciendo:
Mi padre tiene 45 años, no tiene profesión alguna, trapichea algo con drogas y cosas robadas, mi madre es más joven tiene 36 años y trabaja esporádicamente en un bar de copas por las noches, y mi hermana esta aun estudiando en el Instituto Vila de Gracia.
“Creo que me dices la verdad, pero como en principio te has reservado algo, tengo que dejarte un recuerdo para que no intentes nunca más ocultarme nada cuando te pregunte. Te aplicare la llama de la vela directamente en tu polla, no te preocupes, tampoco tiene demasiado futuro, a la larga te voy a capar para que pierdas esta señal de tu antigua identidad de macho”.
Y mientras, aplica la vela en la polla, provocando los aullidos del desgraciado.
“No chilles como un berro, si se me acaba la paciencia ya te avisé que te cortaría o arrancaría la lengua”.
Los temblores son cada vez más incontenibles y su cuerpo suda ya por todas partes.
” Piedad mi Ama, os he dicho toda la verdad, mi deseo es solo serviros, pedirme lo que queráis que si está en mi mano os lo daré”.
“Escucha bien esclavo y no te atrevas a negarme ni un solo capricho. Me vas a demostrar que realmente solo deseas satisfacer mis deseos. Deseo follar y esclavizar a tu madre y que seas tu quien me la entregue para que yo disfrute de ella, y la amaestraré como esclava para mi harén. Ya puedes ir pensando como cumplir mi deseo y cuenta con los medios necesarios para conseguirlo. ¿Entendido?”.
Si, mi Ama, haré lo que Usted me pide. Dice entre sollozos y convulsiones.
Ahora retírate a pensar y descansar. Antes pídele a Marisa que cure tu sexo quemado y mañana me dirás que plan has pensado, para cumplir con mi orden.
Capítulo 14º
La madre.
Las últimas palabras de la vieja Ama han producido en los presentes un efecto paralizante. Parece que nadie sabe lo que debe hacer. Es Marisa la primera en reaccionar llamando a la desconcertada Salomé.
“Salomé, acércate para que pueda curar tus heridas”.
La muchacha está tan desorientada que no atina a ir hacia Marisa, pero esta solícita, se acerca a ella, la coge del brazo y se la lleva para atenderla, y curar las heridas que le han producidlo las últimas maniobras de su Ama.
“¿Abuela, tú crees que Salomé hará lo que le has pedido?
“Ya has visto como ha podido escaparse y ha vuelto, has visto cómo ni la inminente llegada del orgasmo impedía cumplir mis órdenes. ¿Qué crees que puede hacer frente a mi petición? El terror que yo le produzco le impide cualquier reacción lógica y humana, no te quepa la menor duda que me entregará a su madre, a pesar de haberle dicho que la quiero para convertirla en mi esclava y que formará parte de mi harén.”
“Si consigues tu propósito, no quiero perderme ni un solo detalle. Sera emocionante vivir esta experiencia al detalle”.
“De momento lo mejor que podemos hacer hoy, es retirarnos a nuestro piso y dejar a los esclavos que descansen y digieran las experiencias vividas. Mañana les espera otro día complicado, para ellos y también para nosotras”.
Y las 3 Amas mientras reciben las muestras de sumisión de sus esclavos, se dirigen al ascensor para subir a la planta noble donde tienen su vivienda.
Yo y mis compañeros, una vez las Amas han desaparecido del sótano, parece que conseguimos relajarnos y empezamos a poner en claro nuestras ideas sobre todo lo sucedido.
Hay tres situaciones diferentes, que se vislumbran entre nosotros. Primero estamos los esclavos del Ama Sara, que consideramos estar en nuestro territorio, luego los dos familiares del Ama, que parece tienen un status superior, nadie se atreve a interferir en sus cosas, y finalmente la desgraciada Salomé, sobre la que todos se ven con derecho a opinar y decidir, especialmente el nº 6, que no ve en ella a la mujer en que la ha convertido su Ama, sino en el guapote muchacho que entro en la casa, y piensa en el derecho que el Ama nos ha dado, de poder usar de él a nuestro capricho. Ya se ha acercado a él y le toca la maltrecha entrepierna.
“Sabes que tu Ama te ha indicado que debes aceptar nuestras demandas, tú me gustas y quiero darme gusto contigo”.
La pobre Salomé da un grito de dolor, al sentir tocado su quemado sexo.
“Deja tranquila a la pobre muchacha, ya disfrutarás con ella cuando se le curen las quemaduras” dice la benefactora Marisa.
“Bueno, pues que me haga una buena mamada y cuando este empinado me voy a correr en su culo, tengo derecho según ha dicho su Ama”.
“Si, tienes derecho, pero esto no quita que seas un abusón y un borde.”
“Tu, muñeca, chúpame la polla que voy a follar tu culo, (digan lo que digan los demás)”.
Y sabiendo que no podrá evitar cumplir la orden de su Ama, le empuja para que se arrodille y le mete la polla en la boca.
“Chúpala con más arte, a partir de ahora tendrás que aprender a satisfacer con tu cuerpo a los demás, o sea que ves practicando y aprendiendo”.
La pobre Salomé se afana en dar satisfacción al abusón nº 6, y consigue que este entre en estado de excitación, lo que provoca que saque la polla de su boca y se la meta por el culo, al tiempo que empieza a gemir, anunciando la venida del orgasmo.
“Ahora, siento haber abusado de él, pero con todo lo visto estaba excitado y con ganas de satisfacción, una vez satisfecho me arrepiento de mi comportamiento”.
“Algo es algo, piensa que tú puedes encontrarte en su misma situación, espero que le dejéis recuperar durante unos días. Y tú Salomé dedícate a mantener las cosas ordenadas y limpias como te ha mandado el Ama.”.
Comenta Arsenio, que parece se compadece también de la maltratada Salomé.
El día acaba de pasar sin más novedades, y con todos apartándonos instintivamente de formar coros y grupos, parece que estamos más relajados, y pensando en lo que nos espera mañana. La única novedad es la entrada de Salomé en su cajón de reclusión.
Paso el día y la noche, y a las 8 de la mañana, todo el mundo está ya en marcha, esperando acontecimientos que supuestamente serán importantes y espectaculares.
Yo observo a mis compañeros, esperando ver alguna señal indicativa de lo que esperan que suceda. Todo el mundo sigue la rutina de manera normal, adecentarse, desayunar y dar pequeños paseos por la sala.
Rompe la rutina a las 9 Salomé, que sale de su cajón y se dirige donde hemos desayunado y va recogiendo todo lo que ha quedado sobre las mesas.
Es nuevamente Marisa quien le indica que recoja del torno su desayuno y aproveche para desayunar, antes de que bajen las Amas.
El nº 6 se acerca a ella y como el día anterior le echa mano a sus partes, provocando nuevamente una pequeña expresión de dolor.
“¿Quieres que repitamos el jueguecito de ayer, monada?”
“Porque no la dejas en paz, bastante tiene con lo suyo, para que vayas importunándola”.
Le espeta Marisa, siempre atenta y defensora.
“Es que, sino aprovechamos ahora, temo que no tendremos más oportunidades, pues no creo que pueda salir intacta con la petición que le ha hecho su Ama”.
Al poco se oye el funcionamiento del ascensor, y todos nos preparamos debidamente, para cuando aparezcan las Amas. Solo consiste en desnudarse y estar cerca de nuestras jaulas, preparados para arrodillarnos y tomar la postura de entrega y sumisión.
Las Amas salen del ascensor y se dirigen a la mesa, donde acostumbran a desayunar o tomar café mientras van hablando de sus cosas.
Me llama la atención lo que está diciendo mi Ama, sobre la declaración de la OMS, según las ultimas noticias ha elevado la situación de emergencia ocasionada por el nuevo virus a pandemia internacional.
“Me gustaría acabar el trabajo con Salomé, lo más rápido posible, deseo irme a casa, no quiero tener problemas por si hay
alarmas sanitarias por este virus. Voy a llamar a la chica para aclarar lo que vamos a hacer”.
Salomé esta ordenando las mesas, pega un salto y se pone tremendamente tensa y temblorosa, mientras se dirige hacia donde está su Ama, a medida que se acerca sus temblores se están convirtiendo en convulsiones y sin poder contenerse nuevamente sus esfínteres se relajan y se orina encima.
“No temas, si cumples con mis deseos no recibirás ningún castigo, limpia lo que has ensuciado y cuéntame que has ideado para cumplir con mis deseos, espero que tendrás un buen plan”.
La pobre muchacha limpia rápidamente sus orines y aun temblando empieza a hablar entrecortadamente.
“Solo tengo que hablar por teléfono con mi madre y quedar con ella cerca y a una hora determinada y ella acudirá, entonces yo la traeré aquí para usted”.
“Darle su teléfono para que llame a su madre, y que haga lo que tenga que hacer para acabar con esta historia, lo más pronto posible. Ve donde esta Marisa, ella te dará tu teléfono, y estando lejos de mi hablarás con más tranquilidad”.
Salomé acude al lado de Marisa, y más tranquila empieza a hablar por el teléfono que esta le ha dado.
Al poco, apaga el teléfono y lo devuelve a Marisa, y algo más relajada acude donde su Ama, diciendo:
“Mi madre acudirá a las 12 delante de la puerta del Liceo, si usted me lo permite, yo iré a buscarla y regresaré con ella”.
“Bueno, por tu bien, espero que todo salga como dices, no querría tener que castigarte por una falta grave”.
“No hay motivo para que no ocurra como le he dicho”.
Parece que Salomé está más tranquila, después de la llamada de teléfono.
“Marisa darle a Salomé sus ropas de chico, para que pueda ir al encuentro de su madre sin levantar sospechas”.
“Si, Ama”.
Marisa se lleva a Salomé a una sala y le entrega las ropas con las que llego a la casa, ella se viste y se queda a la espera de lo que le indique su Ama.
“Cuando Salomé, este preparada y adecentada, subiremos todos a nuestra planta, esperaremos que sean las 12 menos cuarto, para que Salomé vaya a buscar a su madre, nosotros quedaremos a la espera de su vuelta. Ahora tenéis tiempo libre, podéis acabar de adecentaros y poneros a punto para no tener necesidades durante la jornada”.
Cada uno de nosotros emplea este rato en lo que más necesita y al filo de las 11 y media, las 3 Amas suben en el ascensor hacia su piso, advirtiendo el Ama Sara a Arsenio que organice nuestra subida también.
Una vez en el piso del Ama, formamos frente a un gran sillón que hay en la sala principal. Las Amas no están presentes, estarán en alguna dependencia contigua.
A las 11,45 en punto, se oye la voz de la vieja Ama por los altavoces:
“Marisa, acompaña a Salomé hasta la puerta, y ábrela para que pueda salir a buscar a su madre. Y tú Salomé no pierdas el tiempo y regresa lo más rápido posible”.
¡Si, Ama”! Contestan las dos al unísono.
Ambas se dirigen a la puerta y Marisa abre el portalón y franquea el paso a Salomé.
Todos estamos expectantes, por cómo van a desarrollarse los acontecimientos. Aún con la ausencia de las Amas, el silencio es total y se percibe un nerviosismo general.
A las 12 en punto aparece el Ama Dolores, con un traje negro de vinilo, con cremallera en la parte delantera, y falda oscilante que llega hasta el suelo, que da un impactante punto de morbo, y se sienta medio reclinada en el sillón que preside la sala.
Todos hemos doblado nuestras túnicas, una vez completamente desnudos tomamos la postura de sumisión obligada en presencia de las Amas.
A medida que pasan los minutos el nerviosismo de todos nosotros va en aumento, furtivamente todos estamos pendientes de la puerta de entrada y esperando oír la llamada o ver que esta se abre, pero nada de esto ocurre y el nerviosismo entre nosotros aumenta a cada minuto que pasa. El Ama parece ser la única que está libre de este nerviosismo, se la ve relajada y no pendiente de la puerta, desde luego es la única que parece indiferente a los momentos expectantes que todos estamos viviendo.
Mi perspectiva del tiempo no tiene nada que ver con la realidad, me parece que pasa una eternidad antes de que la puerta de la calle se abra y aparezca Salomé con una esbelta y hermosa mujer de mediana edad.
Supongo que, deslumbrados por el sol del exterior, su visión del interior de la casa en semipenumbra y de todos los presentes tarda unos segundos es ser nítida.
“Jesús, ¿dónde vamos? Estoy deslumbrada y casi no veo nada”.
“No te preocupes madre, ahora verás a la señora que desea conocerte”.
“Estas muy extraño, no sé porque quieres que conozca a esta persona”.
En este momento se aumenta sensiblemente la iluminación de la sala.
“Jesús, ¡donde me has traído!, allí hay gente arrodillada y desnuda”.
“Basta de tonterías, esclavo. Presentaos delante de vuestra Ama con el respeto y la forma obligada”.
Es la voz del Ama Dolores, en un tono tajante y autoritario.
Al oír la voz de su Ama, el muchacho empieza a temblar, cae de rodillas al tiempo que se desnuda.
“Madre, desnudaros y arrodillados por favor”.
“Te has vuelto loco, que es lo que está pasando aquí, voy a llamar a tu padre, esto no me gusta nada”.
La mujer busca dentro del bolso que lleva en su brazo, extrae un móvil con intención de hacer una llamada, cuando se oye la voz firme y autoritaria del Ama Dolores.
“Salomé, desnuda inmediatamente a tu madre, póstrala ante mí y dámela como ofrenda”.
La pobre Salomé, con fuertes temblores y sudando copiosamente debido a la tensión que soporta, tira del vestido de su madre hasta arrancarlo por completo y la obliga por la fuerza a arrodillarse delante de su Ama.
“Aquí os entrego a mi madre como os prometí, soy vuestro esclavo y mi deseo solo es serviros”.
“Pero que le habéis hecho a mi hijo, esto no quedará así, pagareis por todo lo que le hayáis hecho”.
“Tápale la boca, no quiero oírle ni una palabra. Marisa trae una mordaza abierta de boca y una corbata de cerdo, y ponérsela a esta mujer, a ver si conseguimos que se calle y atienda a nuestras órdenes”.
Salomé, tapa con su mano la boca de su madre.
“Por favor, madre, estaros quieta y callaos”.
Mientras Marisa llega con los artilugios que el Ama a pedido. Coloca primero en la espalda, la llamada corbata de cerdo, en las muñecas y tobillos de la mujer, dejándola sin posibilidad de movimiento en piernas y brazos, luego coloca la mordaza en su boca. Solo puede articular sonidos más o menos apagados, pero le impide articular palabras.
“Pon a tu madre a mis pies y la azotarás hasta que los bese y los lama con reverencia y sumisión. ¿Entendido?”.
“Si, mi Ama”.
La mujer ahora desnuda e inmóvil, presenta una imagen extraordinaria, su cuerpo, aunque ha perdido la lozanía de la juventud tiene unas proporciones fuera de lo común y todos estamos como fascinados con su contemplación.
Salomé ha puesto a su madre a los pies del Ama, y coge el látigo que el Ama le entrega.
“Empieza a azotar a tu madre hasta que muestre su sometimiento, y ves con cuidado en no ser blando con ella, si creo que has sido blando te aseguro que preferirás la muerte al tormento que te aplicaré”.
La amenaza del Ama desata una furia de latigazos sobre la mujer inmovilizada, por parte de su enajenado hijo aterrorizado por las amenazas de su Ama.
La pobre mujer cae tumbada sobre el suelo y se arrastra para llegar a los pies del Ama y besarlos.
El enloquecido hijo está fuera de sí y no advierte la sumisión de su madre y continúa azotándola.
“Para, esclavo, que vas a despellejarla viva”.
Salomé parece que regresa a la realidad, detiene el castigo al tiempo que se postra ante su Ama, besando y lamiendo sus pies en unas ansias de agradecimiento hacia su sádica Ama.
“Gracias mi Ama, seré siempre vuestro esclavo más fiel”.
La mujer ha quedado completamente marcada y herida en todo su cuerpo, por los fuertes latigazos recibidos de su hijo. Tiene la mirada perdida y una expresión de incredulidad, como buscando una razón y explicación a lo que le está sucediendo.
“Tú vas a ser mi esclava a partir de este momento, el pequeño castigo que has recibido es insignificante al lado de las torturas que puedo infligirte si no satisfaces mis demandas. Siempre te dirigirás a mi como tu Ama, no hablarás ni harás nada sin mi permiso. Ahora te quitarán la mordaza para que puedas ofrecerte y prometerme tu acatamiento y sumisión”.
“Salomé, puedes quitarle la mordaza a mi nueva esclava”.
Salomé quita la mordaza a su madre, ésta a pesar de las heridas que ha dejado el látigo por todo su cuerpo, se acerca a los pies del Ama Dolores, los besa y lame para demostrar su sumisión.
Su hijo se le acerca y le dice:
“Tienes que prometer fidelidad y obediencia para ser aceptada, sino te castigara”.
“Yo os prometo ser fiel y obedecer vuestras órdenes con mi mejor voluntad.”
Está claro que la mujer a comprendido que, no tiene otra posibilidad que acatar y obedecer a la mujer que demuestra tener poder sobre todos los demás.
“Bien, si cumples tu promesa seré benigna contigo, pero si fallas en atender mis deseos, serás castigada severamente. Tu hijo te podrá explicar que no es bueno enfadarme. Ahora para aceptarte como mi esclava, te anillaré los pezones y el clítoris, con los logos de la divisa de mi harén, y marcaré a fuego el final de tu espalda con el nombre que tendrás a partir de ahora. Tu hijo, me ayudará sujetándote fuertemente. Por cierto, tu hijo ya no es tu hijo, yo lo estoy transformando en mujer, de momento solo tiene el nombre y el trato de todos como mujer, pero pronto lo caparé y le pondré sexo femenino”.
La tranquilidad y normalidad con que habla la vieja Ama de capar a su hijo es de suponer que produce en la infeliz mujer, una conciencia de lo que le está ocurriendo y ello la hace más entregada a la sumisión.
“Sujeta fuertemente a tu madre, para que pueda anillarle y ponerle la marca con la que la conoceremos en nuestra comunidad, y Tú, Marisa, tráeme la caja de marcar a los esclavos y prepara el hierro con el nombre de “Madre”, y mientras Lolita le trabajará los pezones y el clítoris, para hacerlos más accesibles y facilitar la operación”.
Marisa acude con una caja como las de las pistolas de duelo del siglo XVIII, y extrae como un atizador de hierro, en la plataforma de la cual inserta las letras que forman la palabra “Madre”, y enchufa la clavija a una toma eléctrica.
Salomé tiene fuertemente sujeta a su madre arrodillada de cara a la vieja y sádica Ama. Esta coge como unos finos punzones y sin mayor miramiento aparta a Lolita que está chupando el pezón de la mujer para hacerlo más prominente y se lo atraviesa con un solo movimiento, provocando en la infeliz un fuerte aullido de dolor. Con movimientos expertos saca el punzón sustituyéndolo por un anillo plateado y seguidamente hace lo mismo con el otro pezón.
“Dejaremos más tiempo a Lolita para que consiga la excitación del clítoris, el dolor que ha sentido en los pezones, ha hecho retraer el placer, dejaremos que el suave masaje que le está dando vaya haciendo olvidar el dolor pasado”.
La visión de la mujer desnuda, arrodillada e inmovilizada, por la corbata de cerdo más la sujeción de los fuertes brazos de su hijo, es realmente excitante a pesar de las sádicas manipulaciones de la vieja Ama.
Parece que la mujer va serenándose y relajándose, con el tratamiento que la experta boca de Lolita está haciendo en su sexo.
“Lolita, para, que vas a conseguir que se venga y no es esta mi intención”.
El Ama al igual que lo que hizo el Ama Sara con Lolita, capta el clítoris de la mujer con unas pinzas y lo atraviesa con un solo movimiento. Ahora los aullidos de dolor se han multiplicado por cien, mientras la mujer entra en convulsiones y fuertes temblores, que cesan cuando el Ama aplica el hierro candente con las letras de “Madre” en el punto donde la espalda empieza a perder su digno nombre. Parece que el dolor sobre el dolor ahoga sus gritos.
“Hemos hecho un buen trabajo, y tu Salomé has cumplido satisfactoriamente mi petición, por lo que te voy a dar un premio, haciendo que mi nueva esclava te proporcione placer con su boca. Ya has oído “Madre” mi deseo, espero que la mamada que le hagas sea memorable e inolvidable para tu querida Salomé”.
La mujer completamente transportada por los actos del Ama se acerca a su hijo, y como una autómata se introduce su polla en la boca, y empieza a masturbarle de una manera que demuestra una muy experta habilidad. Con seguridad que no es la primera polla que come.
A pesar de lo insólito del caso, la polla del hijo se ve claramente como crece con rapidez, la rigidez y el tamaño aumentan por momentos, al tiempo que los primeros gemidos de placer salen de su boca, en este momento la vieja Ama introduce una bala vibradora en el culo de Salomé que le hace explotar de placer. La madre recibe en toda su boca el semen de su hijo, al tiemplo que el Ama le grita:
“¡Traga toda su leche!, recibe de vuelta toda la leche con la que le has amamantado en su infancia”.
Todos están con unos espasmos de placer que se trasmiten y excitan a todos los presentes, noto como mi sexo se endurece y las ansias de placer se apoderan de mí.
“Eres joven, con un poco de ayuda te repondrás rápidamente para poder cumplir con mi próximo deseo. Quiero que te folles a tu madre, ahora y cada día durante todo el mes. Quiero que la dejes preñada, así tendrás un hijo y hermano al mismo tiempo, que también servirá para mi harén, y será un delicioso placer para la última etapa de mi vida”.
Ayudar a recuperar a Lolita para que pueda cumplir mi nuevo deseo. Rápidamente Marisa y Lolita van donde esta Salomé y empiezan a acariciarle por todo el cuerpo de manera que la vitalidad de esta resurge con la rapidez que le permite su juventud.
La verga vuelve a estar rígida y empinada y dispuesta para ensartar el primer coño que encuentre, que no es otro que el que le muestran de su madre aún no repuesta de las sensaciones vividas.
“Fóllate a la mujer que te dio la vida y siembra con tu leche su huerto, para que nos de él fruto que alegrará mis próximos años.
La rígida polla del hijo, penetra profundamente la vagina de su madre, y llevado por el deseo que le posee, empieza un mete y saca que va acelerándose a medida que el placer se acerca, la mujer al contacto placentero del miembro de su hijo dentro de su vagina, responde también instintivamente con movimientos cada vez más acelerados, y en un sincronismo perfecto explotan madre e hijo en un éxtasis jamás sentido, con suspiros y gemidos incontrolables y llenando el joven hijo la matriz de su madre, con el fértil semen de sus testículos.
Capítulo 15º
El Padre.
Madre e hijo han quedado tumbados a los pies de su Ama.
“Bien Salomé, ya has disfrutado follándote a tu madre, ahora espero que seas solidaria con tus compañeros y les ofrezcas también a ellos el placer de poder disfrutar de su bello cuerpo, y espero que la puta de tu madre les ofrezca también las habilidades y el deseo que ha demostrado contigo. Tú la mantendrás cogida por los pelos, mientras tus compañeros se vayan satisfaciendo con tu madre al gusto de cada cual. Y vosotros, esclavos, respetando vuestra jerarquía, ir disponiendo de la madre de Salomé a vuestro capricho”
Teresa es la primera que se tira literalmente a comerle el coño a la mujer fuertemente sujetada por su hijo, mientras Roberto ya le ha metido su enorme tranca dentro de su boca, y cogiéndola la cabeza para moverla adelante y atrás y así conseguir el placer de masturbarse e inundar con su semen la boca de la mujer, cosa que ocurre en pocos momentos, cuando ya el nº 6 ha conseguido meter su polla en el culo, y también en pocos momentos vemos como su leche resuma por los bordes del ano de la mujer. Yo estoy lleno de deseo por el hermoso cuerpo de la madre de Salomé, pero petrificado por los acontecimientos no logro reaccionar. La tranca de Roberto es sustituida de inmediato por la polla de Arsenio y el vacío que deja el nº 6 lo cubre con celeridad la polla del joven Sergio. La rapidez con que ambos estallan, me indica, que no soy el único sobrepasado por la excitación y el deseo que lo que estamos contemplando nos provoca.
La mujer a pesar de todos los abusos responde con suspiros y movimientos que indican la proximidad del placer, por la forma arto experta de Teresa que pone todo su deseo y su sabia experiencia para extraer y producir las sensaciones placenteras que van a llevarla al clímax sin remedio. Hay lamentos, chillidos y gritos, que tanto pueden ser de dolor como de placer.
Se oye la voz del Ama Dolores: “Teresa, eres capaz de dar placer hasta en el infierno, continúas siendo la mejor comedora de coños que he conocido, deja la mujer y ven a comerme el mío, me he puesto cachonda y solo tú sabes darme lo que deseo”.
Ángel, el padre del Ama, al ver el coño de la mujer libre, coloca su semirrígida polla dentro, empezando un movimiento pausado pero continuo, que permite masajear su polla con el coño de la bella mujer, esta aun excitada por el orgasmo producido por la experta Teresa, reacciona con movimientos cada vez más sincopados, que la llevan a un nuevo orgasmo y provocan el del viejo sátiro.
Yo continúo lleno de deseo de poseer aquel hermoso cuerpo, es Marisa quien me empuja diciéndome:
“Nº 8, espabila si quieres follartela, porque el Ama nos cortará en cualquier momento, yo voy a ponerle mi coño en su boca, tu aprovecha el coño que ha dejado libre el otro viejo, o te vas a quedar sin premio.
África, sin demasiado entusiasmo, está chupando y mordiendo los heridos pezones de la mujer, yo con la polla en erección, excitado por la visión de la desnudez de la mujer, y el comportamiento de mis compañeros, meto mi polla en aquel deseado recinto que me tiene fascinado, sin poder resistir más mi fuerte deseo y motivado por las palabras de Marisa. Mis movimientos son más nerviosos de lo que deberían, debido a mi excesiva excitación, los acompasados movimientos de la mujer relajan mi nerviosismo, siento como el placer me va invadiendo, al tiempo que noto como mi escroto está siendo chupado y lamido con sabiduría, percibiendo a Lolita, que está chupando el culo y el perineo de la mujer, al tiempo que también alcanza mis huevos, con todo ello me corro con un éxtasis prolongado.
“Bien, ya habéis celebrado la adopción de la nueva a esclava, parece que todos estáis satisfechos, solo me falta la confirmación de que su entrega es incondicional. Haré unas pruebas para confirmar su lealtad y terminaremos todo lo referente a mis esclavos, para que podáis reanudar la vida cotidiana que interrumpisteis con la llegada del muchacho que estoy transformando en una bonita y buena esclava”.
“Salomé suelta ya a tu madre, Marisa la llevara al jacuzzi para limpiarla y comprobar si tiene alguna herida, que se le atenderá debidamente. Después de atenderla, que vuelva a presentarse ante mí”.
Marisa acude y se lleva a la mujer para atenderla según ha mandado el Ama Dolores.
Las 3 Amas se sientan tranquilamente en la mesita, mientras van hablando de lo que está ocurriendo con la aparición de cierto virus, que la OMS ha declarado pandemia mundial.
“No quiero estar lejos de casa, por si este virus complica la situación, mejor estaremos en la finca que en medio de Barcelona. Por esto quiero acabar de una vez con estas domesticaciones lo antes posible, y poder regresar tranquilamente a la finca. Esta nueva esclava no tiene condiciones de sumisa, tendré que anular su voluntad por intermedio de su hijo, solo con el temor de lo que pueda hacerle a su hijo se me entregará. Ahora cuando vuelva empezaré la presión, quiero acelerar su entrega lo máximo posible, pero manteniendo la máxima efectividad”.
La madre de Salomé ya está de vuelta acompañada de Marisa. La visión de las 2 mujeres desnudas, ambas con unos hermosos cuerpos, llaman la atención de todos los presentes y a pesar de las satisfacciones pasadas, siento estimular mi libido.
La mujer se planta delante de la vieja Ama de forma desafiante, como demostrando que no va a someterse a sus demandas.
“Quiero verte de rodillas ante mí, besar mis pies y pedirme que te tome como esclava y te use a mi capricho. Parece que tu actitud desafiante quiere demostrarme que no vas a claudicar ante mí. Pues bien, aquí vez a tu hijo, que, si sabe de los argumentos que uso para convencer a los recalcitrantes, el pagara por tu desafío. Seguidamente voy a castrarlo delante de ti, y me asegurare que tú lo veas, mientras le estoy torturando.”
El hijo que está presenciando el enfrentamiento, con fuertes temblores y con voz quebrada se dirige a su madre llorando y suplicándole que cumpla los deseos de su Ama.
“Madre, os lo suplico hacer lo que el Ama os mande, yo ya no puedo resistir más, prefiero la muerte a que me continúen torturando cada vez más intensamente”.
La madre ante el desespero de su hijo se tumba ante la vieja Ama, y besa y lame sus pies, mientras jura servir y acatar todos sus deseos.
“Tu rebeldía no puede quedar sin recibir castigo, pero gracias a tu sumisión y entrega, tu hijo solo recibirá la mitad del castigo, pero debes escoger cuál de los dos testículos eliges para extirpar, sino eliges ninguno le sacaré los dos”.
El sadismo de la vieja Ama queda patente, obligando a la madre a escoger la tortura de su hijo.
“También eres responsable del sistema que empleare. Si hubieras sido más obediente, hubiera empleado un cepo de estrangulamiento, que en pocos días elimina los testículos sin dolor por la falta de irrigación sanguínea, pero debido a tu comportamiento tu hijo será capado como los esclavos el siglo XVIII, abriéndole el escroto y cauterizándole la herida al fuego.
Oídas estas palabras, Salomé completamente descontrolada, y con fuertes convulsiones, suplica para que no se le castigue, aduciendo que él se ha comportado siempre obedientemente y con lealtad.
“Os suplico mí Ama que no castiguéis en mi los fallos de mi madre, no puedo soportar más suplicios, descargar vuestra ira sobre ella, que no cumple con vuestros deseos, yo os soy fiel y obediente y cumpliré siempre todos vuestros deseos”.
La claudicación de la joven, acusando a su madre ante el terror de las nuevas torturas, me produce un estado deprimente, creo que compartido por todos los demás, a excepción de las Amas que sonríen ante los signos de entrega de la aterrorizada Salomé.
“Tu madre debe aprender cual es la obediencia y entrega que Yo exijo a mis esclavos, y mientras no esté convencida de que se rinde y entrega por completo a mis deseos, tu pagarás en tus carnes la renuncias de tu madre. Por injusto que te parezca mi decisión es la que me conviene y es la que aplicaré hasta llegar a tu sacrificio total”.
La madre completamente desquiciada ante la desesperación de su hijo no para de suplicar y afirmar su total entrega al poder del Ama.
“Os juro por lo que más quiero, que os seré siempre fiel y obediente, os suplico perdonéis mis faltas y que caiga sobre mí los castigos que tengáis a bien aplicarme, librad a mi hijo de más torturas que pueden llevarlo a la locura”.
“Esto es lo que conseguiréis si vuestra entrega no es total, vuestras faltas pueden llegar a que determine torturar a vuestro hijo hasta la locura e incluso la muerte si me falláis una sola vez”.
“La madre fuera de sí, besa y lame los pies del Ama, afirmando una y otra vez sus deseos de servir y cumplir hasta la muerte todas las órdenes y deseos del Ama”.
Soy vuestra esclava y os suplico useis de mi a vuestro antojo, no tengo otro deseo que satisfaceros, permitir que, con mi cuerpo de placer al vuestro, de la manera que más os plazca.
“Ahora os exijo no solo vuestra entrega total, ahora deseo que me améis y deseéis con pasión de mujer. Quiero sentir vuestro deseo de mi”.
“Ama, verdaderamente vuestro poder hace nacer en mi la admiración y adoración que me lleva al amor, mi cuerpo vibra ante vuestra presencia y a pesar del absurdo, el terror que me produce vuestra presencia estimula por otra parte mi admiración y mis deseos de entrega. No sé si es amor, pero mi cuerpo vibra y goza al estar junto a vos.”
Realmente viendo lo que está pasando, pienso que la mujer está explicando lo que realmente a ocurrido. Los hechos están demostrando que realmente la admiración ha llevado a la mujer a sentir este sentimiento de amor.
“Parece que te estas convirtiendo en la esclava deseada. Como Ama siempre debo cumplir mis promesas, espero decidas cuál de los testículos de tu hijo debo extirpar. No valen más suplicas ni ruegos en contra de mis decisiones, ya te he dicho que lo que un Ama promete siempre se cumple”.
La mujer ya debe estar más que convencida de que las decisiones de su Ama no tienen marcha atrás, ya que con voz queda se la oye decir:
“Que sea el testículo izquierdo, y os suplico obreis con el máximo cuidado en atención al amor y admiración que os profeso”.
“Bien, así será. Marisa tráeme el maletín de capar esclavos. Tengo prisa en acabar esta función”.
“Arsenio y Roberto, tumbad a Salomé en una camilla de servidumbre, dejarla fijamente atada para que yo pueda actuar cómodamente”.
Estos cogen a la temblorosa Salomé y la tumban y fijan fuertemente en la camilla. La infeliz está sudando copiosamente debido a la tensión a que está sometida y sus sollozos se escuchan en toda la sala.
“Sentad a su madre enfrente de la camilla, quiero que contemple directamente la castración de su hijo. Y tu madre no cierres los ojos o coseré tus párpados”.
A estas alturas la madre y todos somos conscientes que las promesas del Ama Dolores son de inmediato y seguro cumplimiento.
El Ama se acerca a la camilla y abriendo el maletín que trajo Marisa saca un escarpelo, se enfunda unos guantes de látex y rocía el escroto de Salomé con Betadine. Acto seguido con pulso firme hace una escisión en el escroto y extrae con cuidado el testículo.
“Pásame la plancha para cauterizar la herida”.
Marisa le pasa una barra de hierro con una plancha en el borde al rojo vivo, que aplica sobre la herida del escroto abierto. El angustioso grito emitido por Salomé me impresiona y creo que impresiona a todos los presentes.
“De momento hemos terminado el trabajo. Ahora es el momento de que cumplas tu promesa y quiero notar tu deseo de mí y sentir el placer que me proporciones con tu cuerpo”.
Dice la vieja Ama dirigiéndose a su esclava.
Esta, ansiosa se abalanza a los pies de su ama y empieza a besar y acariciar su cuerpo de manera que ciertamente demuestra un deseo carnal evidente.
Ambas mujeres se entregan a las caricias y deseos de forma evidentemente intensa, los suspiros y gemidos no tardan en oírse, mientras se han instalado en un 69, que al poco las lleva al orgasmo de manera algo bestial, por los gritos y gemidos que emiten.
“Ha sido un día intenso mandaré a recluirse a tu hijo en su caja, y tú me acompañarás a mis habitaciones. Deseo retirarme a descansar con mi nueva y querida esclava”.
Pone un collar y cadena a su esclava y se dirige con ella al ascensor, que se abre y entra en el desapareciendo de nuestra vista.
Seguidamente se oye la voz de mi Ama.
“El n º 8 que se acerque para cambiarle el dildo anal. El resto de la jornada será libre para todos, mañana a las nueve reprenderemos la rutina diaria”.
Yo me presento delante de mí Ama, me arrodillo y beso sus pies como es de rigor.
“Ponte de cuclillas con las piernas separadas y con el culo hacia mí, para que pueda cambiarte el dildo de principiante por un número mayor”.
Me pongo en la postura mandada y noto como extraen el dildo de mi culo y con dificultad me penetran con uno que me produce más dolor e incomodidad.
“Bien de momento este servirá para un par de días, luego ya pondremos uno que deje tu culo más preparado para su uso. Alba vamos a retirarnos nosotras también, dejaremos a los esclavos que descansen, para que mañana estén listos para reanudar las tascas rutinarias”.
Una vez las Amas han salido del sótano, una sensación de esparcimiento recorre nuestra sala de esclavos. Quien más o quien menos ha vivido las experiencias del día de una manera tensa y ahora puede abandonarse al relax necesario.
La memoria del resto del día está en blanco solo recuerdo la grata sensación de descanso al final del día.
Me despierto con una sensación extraña, son más de las ocho y no hay movimiento en la sala, parece que los desayunos tampoco están en el torno. Me acerco a Marisa para preguntarle que está sucediendo.
“No sé qué ocurre, es extraño que no hayan bajado los desayunos, el Ama es amante de la rutina y no comprendo que puede haber sucedido”.
Entonces se oye la voz de la Ama Sara por los altavoces:
“Arsenio, pasa la cadena de fijación por los aros de todos los esclavos incluyéndote a ti y cierra el candado”.
Hay una larga cadena de hierro fijada firmemente en el suelo, Arsenio va pasando la cadena por cada uno de los aros ce acero que tenemos en el tobillo, por último, pasa por su anillo y cierra la cadena en un anclaje en el suelo, con un gran candado. Así quedamos todos los esclavos inmovilizados sin poder desplazarnos del lugar en que nos encontramos.
Se oye el ruido del ascensor que está descendiendo y al abrirse aparece un gran y fuerte hombre con un cuchillo puesto en la garganta de la joven Ama Alba y la madre de Salomé agarrando por los pelos al Ama Dolores.
“Manda salir a mi hijo de la caja o tu nieta pagara las consecuencias”.
La vieja Ama acciona su mando y Salomé sale de la caja y al ver a los presentes exclama:
“Padre, ¿qué estás haciendo?
Capítulo 16º
El Fin de las Amas
“Tranquilo Jesús, tu padre ha venido para ayudarnos”.
“Pero que hacéis, haréis enfadar al Ama y me castigará”
Dice Jesús, con incipientes temblores y voz asustada.
Su madre viendo la paranoia de su hijo, obliga al Ama a que de la señal para que vuelva a su reclusión.
Jesús sin más palabras gira sobre sí mismo y vuelve a meterse en el cajón donde el Ama le mandó retirarse.
“Penélope, que ocurre aquí, nuestro hijo se pasea desnudo, y todo el mundo aquí va desnudo”.
“Ahora te cuento, pero no saques la navaja del cuello de la chica hasta que yo te avise”.
“Tu vieja, enséñame donde tenéis vuestros juguetes”.
Esta le lleva hasta un gran armario que hay en la pared, lo abre y se ve que está completamente lleno de artilugios de bondage. Penélope coge un rollo de cinta adhesiva para embalaje y empieza a envolver a la vieja Ama con él. Coloca ambos brazos en la espalda y los envuelve con la cinta y dando varias vueltas por el cuerpo de la vieja, la deja inmovilizada de la parte superior del cuerpo. Seguidamente da varias vueltas con la cinta en las piernas, dejando completamente inmovilizada a la mujer.
“Tu, ven aquí si no quieres que mi marido le raje la garganta a tu hija”.
Dice dirigiéndose al Ama Sara. Esta acude rápidamente donde está la madre de Jesús, y esta hace la misma operación que ha hecho con la vieja Ama y ambas quedan completamente inmovilizadas. Entonces con un pequeño golpe en las piernas las hace caer al suelo. Se dirige donde está su marido con la Ama Alba, y hace con ella lo mismo, dejándola también inmovilizada y tumbada en el suelo.
“Ahora con tranquilidad te voy a contar que es lo que ha pasado”.
Yo y como yo todos mis compañeros, estamos completamente descolocados, y temerosos de lo que pueda acontecer.
Mientras Ricardo y su mujer Penélope se instalan en la mesita que usaban las Amas, y Penélope le cuenta todo lo sucedido desde que llego a la casa con su hijo.
“Pues gracias a que decidiste que espiara el encuentro con tu hijo, no hubiera nunca imaginado nada igual”.
“Es que de la manera que me habló por teléfono, me hizo pensar que había algo raro, por esto te dije que vigilaras donde íbamos y si por la mañana no habíamos regresado nos fueras a buscar”.
“Cuando la chica me ha abierto y he preguntado por vosotros y me ha dicho que aquí no estabais, acostumbrado a los líos de los traficantes de droga, he pensado lo peor, y por eso la he cogido y amenazado con la navaja”.
“Yo estaba en la habitación de la vieja por lo que ya te he contado. Hasta allí han llegado los gritos de la chica y todos hemos salido y acudido al vestíbulo”.
“Por eso al veros bajar, tu completamente desnuda y las otras dos medio desnudas también, les he avisado de que le rebanaba la garganta a la chica sino os deteníais inmediatamente”.
“Tu aviso las a acobardado, al ver el miedo en sus caras, mi cabeza a reaccionado y han perdido el poder que habían conseguido sobre mí. No tenían poder, ahora lo tenías tú, con tu navaja en el cuello de su querida hija y nieta”.
“¿Y al niño que le pasa? Me ha parecido un zombi”.
“Esto va a ser bastante complicado, Jesús esta aterrado por lo que le habrá hecho la vieja, tendremos que pensar como lo recuperamos, necesitamos saber todo lo sucedido, y esto solo nos lo pueden explicar los que estaban aquí, por esto he obligado a la mujer a que mandara inmovilizarlos a todos, no hubiéramos podido contenerlos si estuvieran sueltos”.
Y dirigiéndose a las mujeres que tiene en los suelos, pregunta:
¿Dónde están los mandos y las llaves con las que hacéis funcionar este tinglado? Ya podéis entregarme todo lo necesario para manejarnos aquí. ¿O esperamos a que el hambre y la sed os hagan ser más colaboradoras?
“Con este mando que está en el suelo, funciona todo el sistema electrónico, las demás llaves están en la arqueta al lado de la salida del ascensor, el mismo mando abre la arqueta”.
Es la voz del Ama Sara la que se ha oído.
Penélope se dirige hacia el ascensor, acciona la tecla que dice llaves, del mando que ha recogido del suelo, se oye un clic y la arqueta de la pared se abre automáticamente. Hay gran cantidad de llaves, cada una con un número y un nombre.
“¿Quién es el nº 8?”.
“Soy yo señora”.
Respondo levantando la mano.
“Vaya, el vejete silencioso, que siempre está observando lo que ocurre. Tu servirás para mis propósitos”.
La mujer va al armario donde están los artilugios, saca un cinturón de bondage, con anclaje de muñecas a la espalda, viene donde estoy anclado a la cadena general, y me instala el cinturón y ancla mis muñecas a la espalda.
“Cualquier precaución es poca con esta gente. Hasta que no sepamos todo lo que pasa en esta casa no podemos fiarnos de nadie. Ahora que esta inmovilizado, lo liberaré de la cadena para tener una charla con él”.
Mientras va hablando abre el anillo de mi tobillo y me libera de la cadena donde están todos anclados.
“Como te llamas”. Pregunta.
Yo me doy cuenta de que me había identificado con el número 8, reacciono con lentitud y extrañeza.
“Ramón, señora”.
“Bien Ramón, ven a sentarte con nosotros y explícanos todo lo que sepas referente a esta casa”.
“Nos sentamos en la mesita de la sala y empiezo a contar todo lo que yo he visto desde mi llegada a la casa”.
“¿O sea que tú te entregaste a la que llamas Ama Sara voluntariamente?”
“Si, señora. Su presencia me fascinaba y entregaba mi voluntad con ansia de servirla y agradarla. Es algo inexplicable ahora que la veo tendida en el suelo e impotente”.
“Lo que cuentas, que le ha hecho la puta vieja a mi hijo no tiene perdón y lo pagará con creces, pero el problema está en hacer que Jesús recupere la razón y su personalidad, parece que lo vivido le ha producido un fuerte trauma”.
“Padre, tenemos que conseguir que Jesús, supere el terror que siente ante la mujer que le ha torturado. Tendremos que demostrarle que es una insignificante persona que solo suplica nuestra piedad. Puede que tu afición y arte en el bondage, que tanto te gusta, nos sirva ahora para algo positivo, aquí encontrarás todo lo necesario para desarrollar tus habilidades”.
“Bueno déjame 2 o 3 horas con ellas y te las dejaré como un presente de calidad”.
“Mientras yo iré a inspeccionar por el piso. Me llevaré al vejete para que me ayude en lo que haga falta. ¿De acuerdo Ramón?”.
“Como usted mande”.
Ahora que parece que el poder de mi Ama ha desaparecido, me encuentro con ansias de sustituirla y he estado a punto de dirigirme a la señora como “Mi Ama”.
“Bien, vamos a subir al piso a ver qué es lo que pueda servirnos mientras estemos en esta casa. Tendrás que ponerte algo encima, no vas a venir conmigo desnudo como vas”.
Al coger conciencia de mi desnudes delante de tan hermosa mujer, mi sexo me delata dilatándose copiosamente.
Ella percibe la rigidez de mi pene y jocosamente dice:
¿No estarás fantaseando conmigo?
“No, mi Ama, quiero decir señora”.
El deseo me ha traicionado, ella se vuelve hacia mí me contempla en toda mi desnudes y dice:
“Igual me gusta tener un esclavo para mis caprichos, probaremos, si lo encontramos satisfactorio y mi marido no se opone. Ven arrodíllate ante mí y besa mis pies”.
“Gracias, mi Ama”.
Respondo con euforia, al tiempo que me postro a los pies de la hermosa mujer a los que beso con pasión, sintiendo un placer interior y sexual que embarga todo mi ser, haciéndome consiente del disfrute de mi condición de sumiso.
“Seré el mejor esclavo para vos y disfrutaré de que me useis para vuestros caprichos”.
“Aprende a no hablar si no te autorizo, y ahora sígueme desnudo como vas, en tu nueva condición es lo más apropiado”.
“Si, mi Ama”.
Digo sintiendo nuevamente una euforia interior que me trastorna, al ser consciente de mi desnudes delante de ella, noto como se contrae mi estomago por el placer.
Subimos por el ascensor al piso superior, y mi nueva Ama registra habitación por habitación y mueble a mueble todo lo que encuentra. Yo la acompaño y le sirvo en pequeñas cosas, como limpiar o ir a tirar cosas a la basura.
Ahora está repasando discos, cintas y disquetes que llenan el mueble anexo a un gran equipo de música.
“Esto me está gustando, aquí hay muchas de las piezas que más me gustan. Pondremos el equipo en marcha, para tener siempre una suave música de fondo”.
Mientras esta insertando un disquete en la ranura del aparato y empieza a sonar por toda la casa, la conocida Sonata "Appassionata" de Beethoven .
“Sabes que es esta música? La Sonata para piano n.º 23 en fa menor, "Appassionata" de Ludwig van Beethoven . A mí me apasiona oírla y me transporta. La llamada música clásica es mi pasión, pero esta sonata me transporta”.
Mientras, se ha reclinado en una cheslong que esta frente al aparato de música, cerrando los ojos y pienso que trasportada a otras fantasías.
“Ven, acaricia y besa mis pies para relajarme por completo”.
Yo acudo eufórico a cumplir una orden tan deseada, y me afano en ser lo más suave posible, para no romper el ensueño que vive mi Ama. Nunca hubiera imaginado en ella esta sensibilidad por la música clásica.
Estamos así los aproximados 25 minutos que dura la sonata.
“Te encargarás de poner 2 sonatas por la mañana y 2 por la tarde, sin repetirlas hasta que se acaben”.
“Así lo haré, mi Ama”.
“Ahora bajaremos al sótano a ver que ha hecho mi marido con las 3 mujeres”.
Ella se levanta y descubre mi excitación, producida durante el tiempo que he estado acariciando su cuerpo como me mandó. Siento algo de vergüenza ante el desamparo de mi desnudes. Ella me mira descaradamente y alarga su mano cogiendo mi pene con toda naturalidad, acariciándolo suavemente haciendo estremecer todo mi cuerpo.
“Tienes un aparato apreciable y de buen trato, ¿te gusta que te lo toque, verdad bribonzuelo?”
“Si, mi Ama, muchas gracias mi Ama, por el placer que me otorga”.
El delicado contacto de su mano pone más rigidez a mi pene por momentos, al tiempo que noto que estoy lubrificando de manera exagerada.
“Contigo no hará falta vaselina, tienes la fábrica muy a punto”.
La naturalidad como me habla y la suavidad con que está tocando mi pene parece que calma algo mi deseo de lujuria.
“Luego are que alguna de tus compañeras alivie tus deseos”.
“Mis deseos solo están dirigidos a vos, mi Ama”.
“Eso tendrá que esperar, a no ser que quieras enfrentarte con mi marido”.
Perdón, no pretendía ofender, solo que en mis ansias y fantasías solo estáis vos.
“Cuando estemos en el sótano no te permitiré estas intimidades. No creas que no tengo carácter de dominante, te vas a sorprender”.
“Estoy seguro, señora, de que así será”.
“!!! De rodillas¡¡¡ y con la cabeza en el suelo, se acabó lo de señora, soy tu Ama y como tal me tratarás. En el sótano te voy a castigar para que sepas cuál es tu lugar.
“Si, mi Ama, lo que usted disponga”.
Y me someto con rapidez a los pies de mi nueva Ama. No es una orden para mí, es un regalo.
“Si te has creído que puedes vacilarme, no sabes con quien estas tratando, a las buenas soy la mejor, pero a las malas también, tú mismo lo vas a comprobar. Y ahora bajaremos ya al sótano”.
Cogemos el ascensor y descendemos al sótano. Frente de la salida del ascensor, hay 3 bultos que cuelgan del techo.
“¡Sorpresa!, ¡sorpresa! ¿Qué te parece mi trabajo?”
Son las tres Amas que cuelgan como tomates emparrados, completamente comprimidas por las cuerdas que envuelven sus cuerpos.
“Este lugar es una delicia, hay todo lo necesario para hacer un buen trabajo de bondage”.
Dice Ricardo, mientras voltea a las mujeres que cuelgan de las cuerdas.,
Haz hecho un buen trabajo cariño, aquí podrás disfrutar de tu afición, pero ahora debemos pensar que es lo que más nos conviene hacer. De momento tú tienes que ir a buscar a Marta, que ya estará en casa esperando que lleguemos. La vas a buscar y la traes aquí, nos instalaremos unos días hasta que solucionemos el problema de Jesús. Recoge también toda la droga que puedas, puede sernos útil con estas sádicas colgadas. Y ahora fíjame a este desgraciado al potro que hay al fondo de la sala, lo he tomado como esclavo y voy a darle la primera lección. No preguntes, después te explicaré lo que he pensado hacer para recuperar a Jesús”.
Definitivamente mi Ama Penélope ha tomado el mando de la situación con toda autoridad.
Ricardo me coge del brazo y me lleva hasta el potro, me coloca sobre él y ancla todas mis extremidades, dejándome completamente al capricho de cualquiera.
“Ya me explicaras que haces paseándote con este viejo desnudo, y por qué quieres tenerlo inmovilizado”.
“Ya te he dicho que luego te explicare lo que vamos a hacer, ahora vete a buscar a la niña y no te olvides de traer toda la droga que puedas”.
“Vale, pero piensa que tardare bastante si quieres que recoja una buena cantidad de droga”.
“Tienes todo el día por delante, pero consigue la mayor cantidad posible, si es heroína mejor. Anda vete de una vez, y cuando regreses llámame al móvil para que suba a abrirte la puerta”.
Ricardo se va y mi nueva Ama se acerca donde me han dejado atado, con mi espalda y nalgas completamente expuesta al alcance de cualquiera.
“No te creas que no tengo condiciones de Domina, es una de mis fantasías, pero la realidad no me permitía realizarlas. Ahora voy a disfrutar de mis deseos y tu conocerás mis verdaderas condiciones de Dominatrix”.
Y recibo el primer latigazo, con una fuerza inesperada y de algo completamente duro, que siento desgarra la piel de mi espalda.
“¿Resistirás 20 latigazos como este, vejete?”.
Al tiempo que me enseña el látigo con el que me azotó. Es un látigo de los que llaman de 7 colas y que lleva adheridas pequeñas bolas de plomo que hacen desgarrar las carnes.
“Para mí se acabó el juego, el espanto se apodera de mí, la impotencia me lleva al miedo y este a intentar apaciguar a mi Ama suplicándole sin vergüenza”.
Piedad, mi Ama, apiadaos de este pobre viejo y de sus impertinencias, solo deseo serviros y hacer todo lo que sea de vuestro agrado.
Pero las suplicas no tienen efecto, y los latigazos caen fuertemente sobre mi espalda y mis nalgas, algunos de los cuales dan también en mi escroto que está completamente colgando. Ahora mis gritos son angustiosos y la cabeza se me funde.
Despierto completamente mojado y con una quemazón horrible en toda mi espalda y en mis nalgas. Me veo en el espejo que hay siempre frente a los lugares de tortura, mi espalda y mis nalgas están negras y ensangrentadas, el dolor es insoportable.
“Parece que me he pasado un poco, pero mis ansias y deseos de mucho tiempo, han quedado satisfechos. Siento el poder, y esto me produce una sensación mayor y más fuerte de la que podía imaginar”.
“Abra que hacer algo contigo, para curar estas heridas. Me parece que una tal Marisa es la que siempre se cuidaba de estos menesteres.”
Y en voz alta se oye ¿Dónde estás Marisa?”.
“Aquí, señora” responde Marisa levantando la mano, desde su lugar en la cadena donde esta los esclavos”.
El Ama Penélope va a la arquilla de las llaves y saca la que lleva el nombre de Marisa. Luego, coge unos grilletes de tobillos y muñecas unidos, del armario y se los coloca a Marisa, y la desancla de la cadena.
“Parece que tú eres la enfermera de la casa. Ves al viejo y cúrale las heridas, lo he medio destrozado. Y basta de señora, ahora soy el Ama de esta mazmorra y quiero el reconocimiento de todos”.
“Si, Ama. Estoy a vuestro servicio” contesta prudentemente Marisa, mientras se dirige hacia mí, al poco tiempo siento el alivio que me producen las curas que Marisa me va aplicando”.
“Procura no moverte durante un buen rato, hasta que notes que el dolor se te ha calmado”.
Señora, el numero 8 está ya curado.
“Te he dicho que lo de señora y números 8 se ha acabado. Soy la nueva Ama y vas a pagar por tu impertinencia. Ven aquí y póstrate a mis pies sino quieres acabar peor que tu número 8”.
La experiencia de Marisa le indica que debe actuar con prudencia y tacto sino quiere acabar lamentándolo, y acude lo más rápido que se lo permiten los grilletes de sus tobillos y se tumba ante el Ama Penélope, besando y lamiendo sus pies, mientras se le oye suplicar perdón y comprensión.
“Perdonar Ama, no es impertinencia sino fruto de mi lealtad, la misma que tendré con vos, si tenéis a bien aceptarme como vuestra esclava”.
Muy lista Marisa. Con sus palabras a apaciguado la ira del Ama. Pero a esta no se le escapa detalle.
“Si deseas de verdad ser mi esclava, debes dirigirte a mi como: “Mi Ama” no solo Ama, tienes que aceptar que eres algo que me pertenece”.
“Así lo aré, mi Ama, y como vuestra que soy disponer de mi a vuestro placer, os ofrezco todo mi cuerpo y mi habilidad para satisfaceros corporal y sexualmente”.
Responde con rapidez Marisa, mientras sigue besando y lamiendo los pies del Ama.
“Cuento con mi poder para disfrutar de lo que me apetezca ni que no quisieras ofrecérmelo, también satisfaceré mis fantasías sádicas contigo cuando me apetezca, estas en mi poder y me perteneces, yo no necesito consentimientos, solo aplico mi voluntad y vosotros no tendréis más remedio que acatarla, a gusto o a disgusto”.
Oyendo a la nueva Ama, pienso que nos hemos librado de Escila para caer en Caribdis.
Cada vez son más audibles los sonidos que provienen de las tres mujeres suspendidas del techo. El Ama Penélope se dirige a donde están y las interpela directamente.
“Os voy a tapar la boca, estoy cansada de oír vuestros lamentos. Marisa tráeme la cinta adhesiva”.
“Escuche señora, descuélguenos y le recompensare con la cantidad de dinero que me diga. Puedo firmarle un cheque ahora mismo y lo puede cobrar de inmediato. Pero por favor descuélguenos y marque la cantidad que desee”.
Es la vieja Ama Dolores que intenta negociar su liberación.
Desde el lugar de los esclavos se escucha la voz de su viejo marido queriendo reafirmar lo que ha dicho su mujer.
“Señora le daremos la cantidad que quiera si acabamos con esta insensata situación”.
“Tú debes ser el marido de la que tengo colgada encima de mí. Os creéis que lo podéis todo con vuestro dinero, pero hay cosas como las que habéis hecho a mi hijo, que no se pueden olvidar por mucho dinero que me deis. Sufriréis 100 veces lo que habéis hecho sufrir a mi hijo”.
Mientras se ha acercado al viejo, y sin mediar palabra le atiza un par de latigazos en plena cara.
“Ponte de rodillas con la cabeza en el suelo, cuando yo este delante de ti, cabrón. Tengo ganas de cortarte los huevos de un tajo y por dios que lo haré si me importunas”.
El viejo consciente de que no es conveniente aumentar la irritación de la mujer, se postra de rodillas ante ella.
“Calmaos y pensar que nuestro ofrecimiento puede arreglar la vida de vuestra familia”.
” La tuya voy a arreglarte yo, imbécil. Y del asunto del dinero ya hablaremos, pero a mi manera, que creo no os va a gustar”.
Y le atiza dos latigazos más en su desnuda espalda.
“Ven Marisa y cuéntame cómo funcionáis y os organizáis la rutina diaria, como las comidas, limpieza, compras de lo que necesitáis y demás cosas necesarias para la vida diaria”.
“Realmente mi Ama, yo no os puedo asesorar mucho sobre estas cosas, aquí en el sótano tenemos siempre lo necesario para nuestra higiene y para adecentarnos según se nos indica. Las comidas bajan regularmente por el torno del fondo de la sala. La que os puede indicar como funciona toda es la Ama Sara, que es la dueña de la casa, las otras estaban de visita”.
“Aquí la única Ama que hay, soy Yo, olvídate de todo lo que estaba establecido anteriormente y cíñete solo a lo que Yo disponga. Bien, dime cuál de las 3 que están colgadas encima nuestro es Sara”.
“Es la del medio”.
El Ama va a la pared donde están las poleas que permiten subir y bajar a los que están suspendidos, y baja el cuerpo de Sara hasta el suelo.
El Ama pregunta a Sara por como rige el funcionamiento de toda la rutina diaria y esta explica detalle a detalle todo lo que concierne a la intendencia y funcionamiento general.
“Bien, visto lo que me has contado, a ti te liberaré parcialmente, para que continúes haciendo lo necesario para que no se note ningún cambio en el funcionamiento general. Estaré al tanto de lo que haces y si intentas cualquier jugada lo pagaras tú, tu hija y toda tu familia. Ahora estáis bajo mi absoluto poder y tarde o temprano os rendiréis a él, si os resistís yo disfrutaré más atormentándoos. Pierde toda esperanza tú y toda tu familia se someterá a mi poder, vuestra etapa de poder a terminado, ahora pasareis de ser amas poderosas a esclavas suplicantes. La primera demostración es que ahora te soltaré de las cuerdas que te atan, solo dejaré inmovilizados tus brazos y tú te someterás a mis pies y besaras mi coño en prueba de tu entrega total”
“Deja de decir fanfarronadas y considera nuestro ofrecimiento económico, no tendrás otra oportunidad tan conveniente ni que vivas mil años”.
“Tranquila Sara, cuando se den cuenta de la cantidad de dinero que pueden obtener, se avendrán a razones. Muéstrate con el orgullo de nuestra clase”.
Es la voz del ama Dolores, que apoya a su hija.
Sara se muestra desafiante, segura que su oferta tentará a una mujer con pocos posibles.
“Eres más gilipollas de lo que había pensado, ¡Marisa!, tráeme una cizalla que he visto en el armario, y una silla con posa brazos”.
“Déjate de fanfarronadas, coge ahora lo que te ofrecemos o dentro de poco mi hermano notará nuestra ausencia y te arrepentirás de no haber aprovechado esta ocasión”.
Marisa ya ha traído la silla y la cizalla. Penélope sienta a Sara en ella y fija brazos y piernas con cinta adhesiva.
“Ahora imbécil vas a enterarte de quien soy yo. Te voy a cortas los dedos de tu mano uno a uno hasta que cumplas con lo que te he pedido”.
“No te acobardes hija, no tiene valor para hacer esta barbaridad”.
Pero que gilipollas sois, como no voy a tener valor después de lo que le habéis hecho a mi hijo”.
Y diciendo esto con un golpe de cizalla corta el dedo menique de Sara. Esta lanza un grito desgarrador y muestra una cara de sorpresa y terror.
“Vamos por el segundo a no ser que quieras rendirte a mi poder”.
Sara ya se ha hecho cargo de con quien está tratando.
“Soltarme para que pueda rendiros la pleitesía que demandáis, me inclino ante vuestro poder y estoy ansiosa de mostraros mi rendición”.
“Marisa sácala de la silla para que pueda postrarse a mis pies y rendirse a mi poder”.
Marisa ha soltado y sacado a Sara de la silla, esta se postra delante de Penélope y besa el coño que esta le presenta con un aire de superioridad y de orgullo.
La escena de la rendición de Sara deja en todos una fuerte impresión.
“A partir de ahora tu sometimiento deberá ser completo, me tratarás como tu Ama y yo te tomaré de esclava, si haces los méritos que yo considero necesarios. ¿Entendido?”.
“Si señora, pero considere nuestro ofrecimiento, creo que le es muy conveniente y debe aceptarlo”.
Sara recibe dos fuertes latigazos mientras esta postrada a los pies de Penélope.
“No olvides que debes dirigirte a mi como tu Ama, la próxima vez que tenga que corregirte no te saldrás con solo dos latigazos. ¿Entendido esclava?”
“Si, Ama”.
“Marisa siéntala y átala otra vez en la silla, parece que no acaba de entenderme”.
Marisa hace lo que se le indica, susurrando al oído de Sara:
“Lo siento Ama, no puedo oponerme a sus mandatos”.
“Ya te avisé que nada de señora, soy Tu Ama y solo así debes considerarme, te cortaré tu otro meñique para que vayas haciéndote a la idea de con quien estas tratando. Déjate de ofrecimientos, lo que yo os voy a proponer y me concederéis es mucho más de lo que podáis ofrecerme, me quedaré con todo lo que poseéis y me lo daréis por propia voluntad, no soy la ignorante que os creéis. Pronto llegara mi marido y lo arreglaremos todo a mi gusto. Y a ti Marisa luego pasaremos cuentas, he oído lo que le decías a la esclava Sara”.
“Os pido perdón por mis palabras, no tenían más intención que mostrar mi pensamiento”.
Sin más miramientos, con otro golpe de cizalla, Penélope corta el otro menique de Sara.
Esta emite un grito aterrador y mira a Penélope como si viera un extraterrestre.
“Parece que no os colocáis en situación, estamos aquí para rescatar a mi hijo y vengarlo de las atrocidades cometidas con él, esto os dará idea de lo que estoy dispuesta a hacer con vosotras. Ahora mientras esperamos a mi marido y a mi hija Marta, tu Sara harás todos los trámites necesarios para que todos los servicios funcionen como de costumbre, siéntate en la mesa del barecillo y dispón lo necesario, mientras Marisa cura tus heridas”.
Tu Marisa, cauteriza las heridas de la esclava Sara, y déjala en condiciones de que pueda trabajar.
Sara, sangrando por ambas manos es atendida por Marisa.
“Tendré que emplear la plancha para cauterizar las heridas, os dolerá, pero es el único sistema con el que puedo detener el sangrado”.
“Haz lo que tengas que hacer, no te preocupes de mi dolor, lo que interesa es parar la hemorragia”.
Marisa procede a cauterizar y tapar las heridas de Sara.
“Si es posible, debemos cambiar los apósitos con frecuencia”.
“Si Marisa, aprovecharemos cualquier momento. Cuida todo lo que puedas de mi familia”.
Hablan en voz muy baja, para no ser oídas por el Ama. Se nota que Sara aún tiene ascendencia sobre Marisa, es notoria la afinidad entre las dos mujeres.
Penélope se acerca a la mesa donde están las mujeres y se sienta en la misma mesa.
“Marisa, tráeme un cortado. Se que tú sabes lo que debes hacer”.
¡Si, Ama!
“Te doy el 2º aviso, por cada aviso recibirás un castigo. Te he dicho que debes dirigirte a mi como “Mi Ama”, no Ama simplemente. Luego no te quejes de mi severidad. ¿Entendido?
“Si, mi Ama”.
“Vas aprendiendo. Ahora tráeme el cortado. Y tú, esclava, ves haciendo tu trabajo”.
El Ama recalca la condición de esclava, cada vez que se dirige a Sara
“Si, mi Ama”. Contestan las dos a la vez.
“Al cabo de un buen rato suena el móvil que el Ama Penélope tiene sobre la mesa”.
“Si, un momento, ahora subiré a abriros”.
Con la cinta adhesiva, fija los brazos y las piernas de Sara a la silla donde está sentada.
“Marisa subirá conmigo a abrir la puerta”.
Ambas suben y al poco aparecen por el ascensor, el padre, la madre, Marisa y una chiquilla de unos 15 años, de talle largo, complexión delgada y una abundante y larga cabellera, de un negro intenso.
“Bien, vamos a sentarnos y preparar el plan para recuperar a Jesús y ver que solución le damos a todo el personal que hay en esta casa”.
Es Penélope la que habla mientras se sientan en la mesa que hay en medio de la sala.
“El problema principal está en curar a Jesús del terror que tiene delante de la puta vieja. En principio he pensado en drogar a toda esta familia de tarados, una vez sean adictos conseguiremos que hagan nuestra voluntad a cambio de la dosis de droga, por esto te he insistido que recogieras toda la droga posible”.
“Madre, me parece que te estas pasando. Vas a destrozar a esta gente si los conviertes en adictos”.
“Marta no sabes lo que le han hecho a tu hermano, cuando lo veas no pensarás lo mismo”.
“Es que quiero verlo ya, madre. ¿Dónde está?”
“Enseguida lo verás, pero estate tranquila, no le lleves la contraria, y no le hagas caso, diga lo que diga, piensa que no está en sus cabales”.
“Madre, me estas asustando. ¿Qué le han hecho a Jesús?”.
“Tranquila Marta, estamos aquí para recuperar a nuestro querido Jesús, con paciencia y amor volverá a ser el de antes, pero debemos tener cuidado y paciencia”.
“Ahora lo llamaré, pero que nos vea tranquilos y seguros”.
Acciona el mando y Jesús sale del cajón donde le confino la vieja ama. Ve a sus padres y a su hermana y les hace un gesto como de saludo.
“Tengo que recoger y adecentar todo el sótano, sino mi Ama me castigará”.
Y sin más continúa recogiendo y limpiando todo lo que encuentra.
“Pero madre, donde va completamente desnudo, y por qué no ha venido a saludarme. ¿Qué está pasando?”.
“Tranquila Marta, haremos que vaya a descansar, mientras pensaremos lo que debemos hacer de inmediato, ya has visto como esta tu hermano y necesita de todos nosotros”.
Acciona el mando y Jesús da la vuelta y se coloca dentro de su cajón y lo cierra.
“Ya has visto como esta tu hermano, no hace falta que sepas lo que le han hecho, mejor que no lo sepas, porque harías alguna barbaridad como las que estoy dispuesta a hacer Yo. Debes tener comprensión y dejar que tus padres hagan lo que crean más conveniente”.
“Si madre, se me ha puesto un cuerpo que soy capaz de todo”.
“Ricardo, baja y suelta a las dos mujeres que tienes suspendidas, las necesitamos para mandar a Jesús a descansar a las habitaciones del piso de arriba”.
Ricardo baja y desata primero a la abuela, Penélope le liga los brazos a la espalda y la fuerza a ponerse de rodillas. La misma operación hacen con la joven Alba.
“Ya habéis visto lo que le he hecho a Sara, no voy a ir con miramientos, o hacéis lo que os mando o ateneros a las consecuencias, después de lo que le habéis hecho a mi hijo, no me detendrán escrúpulos sensibleros”.
“Ricardo, arráncales la ropa y déjalas completamente desnudas, debemos degradar su dignidad para conseguir que Jesús les pierda el miedo. Y vosotras, putas asquerosas, hacer lo que os diga o empiezo a cortar lenguas y sacar ojos. Ahora saldrá Jesús, y tú, vieja sádica, le ordenarás que vaya a las habitaciones del piso y descanse tranquilamente en cualquier cama”.
Penélope da los 3 toques que indican que Jesús se presente frente a su Ama y este sale del cajón y viene directamente hasta someterse frente a la vieja, su cuerpo tiembla sensiblemente y no se atreve a levantar la cabeza del suelo, besando y lamiendo los pies de la vieja sádica.
Levántate, Jesús, esta mujer está en nuestro poder y no puede hacerte daño, ahora la voy a azotar y me voy a mear encima de ella para que veas que no tiene ningún poder sobre nosotros, más bien ella está en nuestro poder”.
Penélope empieza a azotar a la vieja con todas sus fuerzas y se mea en su cara animando a los suyos a que hagan lo mismo.
La vieja sádica no solo adsorbe la meada de Penélope, sino que pone su boca en su coño, empieza a hacerle un trabajo suficientemente placentero que hace que Penélope se entregue al placer tumbándose en el suelo y suspirando y gimiendo de placer.
Parece como si estuvieran sincronizadas, pero aprovechando que Ricardo y su hija se pusieron a mear sobre la vieja para conseguir su humillación delante de Jesús, ellas como la vieja han puesto su boca en los sexos de padre e hija y han conseguido que se entreguen al placer que las expertas bocas les está proporcionando.
En unos momentos todo son suspiros y gemidos de placer, es Penélope la que reacciona más rápidamente.
“! Parad, parad ¡
“Esta gente con nuestras ansias de placer intenta poseernos, nos darán todo el placer que queramos, pero cuando lo decidamos nosotros, no ellas”.
Mientras está hablando arranca a su hija y su marido de las placenteras bocas que los masturban.
“Estas mujeres son expertas en usar el sexo para sus fines, nosotros también usaremos el sexo que es el único lenguaje que entienden.
“Ricardo coge a Sara y has con ella lo que te apetezca, estas en un estado de excitación que puedes aprovechar para satisfacerte con su hermoso cuerpo, y tu hija, que estas deseando volver a sentir el placer que esta puta jovencita te estaba proporcionando, oblígale a que te de placer cuando y como quieras. Agotaremos todos nuestros deseos y ansias para que no puedan usarlos en su veneficio”.
Y vosotras putas haced lo que os pidamos o ya conocéis mis argumentos con la cizalla corta dedos.
Ricardo coge a Sara y la encula hasta correrse dentro de su culo, saca la polla y obliga a la mujer a que se la limpie lamiendo y comiendo toda la porquería que ha salido de su culo.
El deseo que posee a Marta la ha transformado en una exigente y mandona a joven, que obliga una y otra vez a que la experta Alba la lleve al éxtasis.
También Penélope sigue sus propios consejos y hace que la vieja sádica le masturbe llevándola al éxtasis una y otra vez.
“Continuareis dándonos placer hasta que nos plazca. Tu vieja mientras me comes el coño méteme los dedos en el culo y trabájamelo que es una sensación que potencia considerablemente mis orgasmos.”
Parece que la familia está de acuerdo, pues tanto padre como hija obligan a que también les metan los dedos en el culo y se lo trabajen mientras les masturban.
La escena es digna de figurar en las páginas del Decamerón, pero llega un momento en que los cuerpos no resisten más placer y los suspiros, gemidos e incluso gritos de placer van menguando.
Es otra vez Penélope la que reacciona primero.
“Creo que por hoy ya vamos servidos y podemos dedicarnos a lo que hemos venido. Tu vieja puta manda a mi hijo a descansar al piso como te he dicho”.
Si la menor resistencia, la vieja sádica dirigiéndose a Jesús le dice:
“Ve al piso de arriba y túmbate a descansar en cualquier cama hasta nuevo aviso”.
Jesús que no ha dejado de temblar y que presenta un aspecto sudoroso y angustiado, se levanta y sin mediar palabra, como un zombi se dirige a las escaleras y desaparece de nuestra vista.
“Está visto que mostrarle a Jesús a estas putas sometidas y ultrajadas no le ha hecho efecto, debe considerar que todo se produce por el maquiavelismo de la vieja. Debemos tomar el otro camino que ya os apunté, hay que convertirlas en drogadictas para poder conseguir nuestros propósitos”.
Capítulo 17º
Las Amas nacen o se hacen.
“Empezaremos el tratamiento ahora mismo, yo preparo lo necesario para dar una dosis a cada una de estas tres putas sádicas. Vosotros prepararlas de modo que pueda inyectarles la droga con facilidad.”
Dice Penélope mientras saca de su bolso lo necesario para preparar la droga.
Ricardo y Marta sientan a las 3 mujeres en sendas sillas, inmovilizándolas y con los brazos a la vista para poder inyectarles la droga por vía intravenosa.
Penélope con la jeringuilla ya preparada, inyecta una dosis a cada una de las mujeres.
“Con la heroína pronto estarán enganchadas lo suficiente para que hagan nuestra voluntad. Ricardo, cuelga a las dos jóvenes de manera que sea lo más vejatoria posible, deja a la vieja a mi cuidado que empezare a presionarla”.
Ricardo desata a las dos mujeres y se las lleva hacia las escaleras, mientras Penélope se acerca a la vieja Dolores y mirándola fijamente, le dice:
“Ya has visto como he convencido a tu hija para que se sometiera, a ti no te cortaré ningún dedo, ya no te sirven para mucho. Contigo me dedicaré a tus pezones y tu clítoris. Es lo único que empleas, vieja puta. Ya lo sabes, si quieres conservar estos placenteros trocitos de carne, tendrás que someterte a mí, besar y lamer mis pies y mi coño, y suplicarme que te tome como esclava. Ahora te pondré un cinturón de bondage, y te desataré de la silla para que puedas someterte a mis pies. ¿Entendido, puta?”.
“Si”.
Contesta lacónicamente la vieja, mientras se tumba a los pies de Penélope y besa y lame sus pies y su coño, y con desgana se la oye decir:
“Tomarme por esclava”.
Es evidente que el efecto relajante y euforizante de la droga, hace sus reacciones desconcertantes. Pero Penélope no atiende a estas circunstancias.
“Voy a encender tus deseos, pues veo que están bastante apagados”.
Coge a la vieja y la sienta y fija en una Silla de Queening, maquiavélica, con cruz y cepo para el cuello, que tienen a su lado.
“Vamos a comprobar cómo se encienden tus ánimos”.
La vieja queda sentada con las piernas abiertas, los brazos en cruz y la cabeza inmovilizada por el cepo.
Penélope la mira fijamente casi tocando su cara.
“Siento que tengo todo el poder sobre ti, esto me excita de manera tan fuerte como nunca imagine. El poder me da placer y que tú lo percibas lo sublima. Espero que las súplicas y promesas que te arranque con mis tormentos me lleven al éxtasis”.
Penélope pone y enciende una robusta vela en la base de la silla de Queening, que al estar abierta calienta directamente todo el tejido alrededor del ano de la vieja, al mismo tiempo con un par de velas encendidas las aplica bajo las axilas de la mujer que empieza a chillar de dolor. Penélope esta con su cara a un palmo de la cara de la vieja a la que mira mostrando su poder.
“¿Quieres que apague las velas? ¿Como lo conseguirás? Yo gozo carnalmente de estos momentos de poder”.
“Por favor, Señora y Ama, detenga este tormento, seré vuestra esclava y cumpliré todos sus deseos, os lo suplico con toda humildad, reconozco vuestra superioridad sobre mí, y me entrego a vuestro servicio”.
A pesar del placer y bienestar que produce la heroína, el dolor que experimenta la vieja mujer trasciende su estado de euforia.
“Parece que el fuego enciende pasiones ocultas, me siento divina con el poder sobre ti y voy a ejercerlo deteniendo el tormento que solo depende de mi voluntad, esto me excita sobremanera”.
Penélope apaga las velas y mirando a la vieja, dice:
“Que debe decir ahora una esclava bien educada”.
“Gracias, Ama, perdón, mi Ama, por librarme de más castigo”.
“Bien veo que te sabes la lección, de todas maneras, continuaremos probando tus conocimientos como esclava, no olvido lo que le has hecho a mi hijo. Piénsalo e imagina lo que te espera”.
“Solo os pido piedad y perdón y me ofrezco en cuerpo y alma, todo lo que tengo será vuestro cuando y como queráis”.
Ahora hablaremos de esto con vuestro esposo y mi marido.
“Penélope, ven a ver qué te parece como han quedado de decorativas”.
Y Ricardo muestra a las dos mujeres colgadas de la pared, como dos estatuas al lado del gran espejo, que hay frente a la salida del ascensor. Completamente desnudas, con los cuerpos arqueados hacia fuera, por efecto del hierro que presiona la espalda a la altura del vientre, las muñecas y tobillos apresados por argollas fijas en la pared, y los largos pelos fijados de manera que las cabezas quedan mirando al techo. El efecto plástico es sensacional, son como dos antorchas que iluminan con su belleza la estancia.
“Has decorado la pared de la manera más plástica que se pueda imaginar, están y son preciosas las dos, comprendo que quieras disfrutarlas, son nuestras, podemos hacer con ellas lo que queramos, hasta yo siento fuertes deseos sexuales ante su hermosura, las disfrutaremos sin escrúpulos y falsas moralinas, son nuestras pertenencias y las disfrutaremos a nuestro capricho”.
Mientras ha acudido Marta, que queda impresionada por la imagen.
“Han quedado maravillosas, aunque yo prefería cuando disponía de la joven a mi capricho. Me estaba gustando mucho tener a alguien a quién poder mandar”.
“Disfruta de esta visión, y no te preocupes por tener a alguien bajo tu capricho, allí tenemos a una pareja joven que libraremos para que tu dispongas de ellos, ahora estas personas están todas en nuestro poder, tenemos que ser conscientes de ello y disfrutar del poder que representa su posesión. Ahora con la ayuda de padre, enjaularemos a los esclavos que están encadenados, así los tendremos aislados y los sacaremos a medida que queramos algo de ellos. Estos días que no podemos salir por la cuestión de la pandemia, los aprovecharemos para estar en esta casa para recuperar a Jesús, y ajustar cuentas con esta familia de sádicos”.
Los tres se dirigen a donde están mis compañeros, uno a uno les coloca unos grilletes de tobillos y muñecas unidos, y les obligan a entrar en sus respectivas jaulas.
“Ahora que tenemos todo dominado, veremos que podemos sacar de esta familia de tarados. Han estado ofreciendo dinero a mansalva para conseguir su liberación, si esperamos unos días, por medio de las drogas conseguiremos lo que queramos, pero yo no quiero solo sacar dinero de esta desgracia, quiero también que nos donen parte de las propiedades que tienen. Para ello debemos llamar a un notario que efectúe los trámites necesarios, si nota síntomas de drogadicción el notario no admitirá sus demandas. He pensado que suponiendo que las propiedades deben estar a nombre de los abuelos, presionaremos a estos mientras hagamos los trámites con el notario, advirtiéndoles que en el caso que algo no transcurra como les habremos indicado, sacrificaremos a su hija y a sus nietos con los tormentos más atroces que puedan imaginar. Debemos convencerlos de nuestra determinación, para inspirarles el suficiente terror que les impida tomar alguna decisión contraria a nuestros deseos”.
“Madre me parece un poco complicado este plan, pero si padre está de acuerdo yo contribuiré en lo que pueda. Mientras madre, deberías darme a esta jovencita que está en el número 7, ya que habéis colgado a la que ya me había acostumbrado y me proporcionaba intensos orgasmos. Tu misma dices que podemos usar de ellos a nuestro capricho, tanto padre como tu habéis disfrutado con ellos, yo he descubierto el placer del sexo, intensificado por el poder de sentir el dominio sobre otra persona. Quiero volver a sentir, la sensación de poder que he experimentado con la chica, obligándola a satisfacerme una y otra vez”.
La joven Marta, habla de los enjaulados como cosas de su propiedad, pidiendo a su madre que le dé la joven Lolita. Con toda seguridad, el virus del poder ha entrado en su cerebro.
“Bueno hija, ahora la sacamos y te la damos para que disfrutes de ella, después también si lo deseas te puedes quedar con el otro jovencito, de momento lo necesitamos para presionar a los viejos”.
El lenguaje que emplean las dos mujeres hablando entre ellas, denota que han asumido la esencia del poder. El virus de la dominación ha invadido su inconsciente.
“Voy a sacar al padre y al sobrino de la dueña de la casa, para ver hasta qué punto les convenzo de entregarme sus bienes. Estos dos, por lo visto tienen alma de sumisos. Veré si consigo quedarme con ellos”.
Acciona el mando que abre las jaulas correspondientes, y enganchándoles una cadena al collar se los lleva al centro de la sala.
“Madre, abre también la jaula número 7, que me traeré la chica para mí”.
Penélope acciona el mando que abre la jaula nº 7 y Marta le coloca la cadena en el collar y se la lleva hasta la cheslong que hay en el centro de la sala.
Lolita demostrando su condición de sumisa, se postra delante de la joven Marta, en posición de entrega, besando y lamiendo sus pies.
“Acójame como su esclava, disponga de mi a su conveniencia, en la seguridad que yo le entregaré mi cuerpo y mi voluntad y pondré todo mi esfuerzo en complacer sus deseos”.
Al oído de estas palabras la joven Marta, tensa su cuerpo y tira de la cadena del collar de Lolita, haciendo que esta alce su cabeza y la mire directamente.
“Tus palabras me excitan, mi estomago se contrae y mi sexo se humedece, al sentir el placer de la posesión. Sométete, besa y lame mis pies, acaricia mi sexo, para llevar mi excitación al máximo. Luego, si consigues llevarme al éxtasis deseado, te tomaré como la primera esclava de mi harén”.
Lolita que ya comprobamos que tiene gran habilidad de movimientos con su lengua, se entrega con todo ardor a cumplir los deseos de la joven Marta. Al poco ésta empieza a contorsionarse y suspirar alcanzando el orgasmo con fuertes gemidos y contorsiones. Lolita continúa aplicándose en su labor a pesar del orgasmo que ha provocado, hasta conseguir que la joven Marta le reclame que continúe y no pare de acariciarle.
“No pares, continúa masturbándome hasta que caiga exhausta. Quiero correrme hasta morir, este placer me enloquece”.
Visiblemente Marta está llegando al orgasmo una y otra vez. Imposible de contabilizar sus venidas, está en un continuo gemido y en una convulsión continua.
“Para ya. Te va a dar un ataque de histeria si continuas así. Y tú chica déjala que se calme, se nota que tienes habilidad para dar placer, lo tendremos en cuenta para cuando sea necesario”.
Es Penélope que pone calma en el ambiente.
“Quédate con ella, pero úsala con mesura. Parece que hoy has descubierto el sexo, debes aprender a controlarlo dentro de lo posible. Ya sabes que soy muy liberal en estas cuestiones, pero debemos aprender a controlar nuestros sentidos e impulsos”.
Hablan como si se refirieran a animales o cosas, no personas. Definitivamente el placer de la dominación y de la posesión está calando profundamente en su cerebro.
Marta ya más calmada, pero en con la plena exaltación que le produce el poder, se dirige a la joven Lolita:
Has conseguido llevarme a unas cotas de placer desconocidas para mí. Deseo tu entrega total y sentir el placer de poseerte. Quiero convertirme en una perfecta Domina y tú serás mi campo de entrenamiento. Hoy como premio al placer que me has dado, yo te premiare azotándote, para que disfrutes, si realmente tu placer es mi placer, del que me produce castigarte simplemente por capricho. Ponte de cuclillas y no quiero oír lamentos ni expresiones por dolorosos que sean mis azotes. ¿Entendido?
“Si, mi Ama. Y os ofrezco mi dolor con satisfacción, si este se convierte en placer para vos.”
“Encuentras las palabras justas que me excitan y complacen. Creo que nos llevaremos bien, tú y yo”.
Y diciendo esto, con un látigo de los llamados de 7 colas, mejor conocidos como gato de 7 colas, sin garras, pero con nudos en las extremidades de las colas, Marta lanza el primer azote de su vida, sobre la desnuda espalda de la joven Lolita. No ha sido excesivamente violento, pero su cara refleja el placer que le ha proporcionado.
“¿Que tienes que decir, esclava?”
Es evidente, que instintivamente espera alguna reacción de su víctima.
“Perdón, mi Ama. Uno, y gracias por disciplinarme, mi Ama”.
Esta reacción enardece a la joven Marta, que aumenta a cada golpe la furia de los azotes.
Después de que la desgraciada Lolita, con voz entrecortada y con lágrimas en los ojos, agradezca el décimo azote, Marta detiene el castigo. O se da por satisfecha o la furia que ha imprimido en los azotes le ha dejado el brazo exhausto para continuar.
Lolita aprovechando el parón, besa los pies de su Ama y la mano y el látigo que le ha castigado.
“Gracias Ama, agradezco su atención para diciplinarme y ofrezco mi dolor para su placer”.
“No es solo tu dolor lo que me satisface, es sentir el poder que tengo sobre ti, saber qué puedo hacer contigo lo que inspire mi capricho, es una sensación inenarrable que se trasmite por todo mi cuerpo. Ahora en agradecimiento de mi atención para contigo, deseo sentir nuevamente tu dulce boca en mi sexo”.
Marta se estira en la cheslong. Sin pérdida de tiempo, Lolita ya tiene su boca en el sexo del Ama y con su hábil lengua estimula su clítoris, provocando de inmediato suspiros y suaves gemidos de la hermosa joven, que con sus convulsiones y movimientos se muestra casi completamente desnuda.
Los gemidos van en aumento y el orgasmo se precipita e intensifica, cuando la experta Lolita sin dejar de estimular a la joven que por la intensidad de sus gemidos está a punto de venirse, le introduce un dedo en el culo, lo que provoca un fuerte grito de placer en la joven Ama.
“Marta no puedes estar todo el día abusando del placer del sexo. Para, ven aquí que tenemos que solucionar lo que hacemos con esta gente. Tú te subes al piso para hacer compañía a tu hermano, si duerme déjalo tranquilo, pero si está despierto procura distraerlo y no dejes que baje aquí, hasta que yo te avise”.
Es otra vez Penélope, que pone algo de calma, en el encendido ambiente que ha provocado Marta.
“Bien madre, pero me llevo a Lolita, se me ha ofrecido como mi esclava, y quiero disfrutar de esta experiencia”.
“De acuerdo, pero con juicio. ¿Vale?”.
“Vale, madre. Vamos esclava”.
Y desaparecen por las escaleras que llevan al piso superior.
Ricardo y Penélope tienen al matrimonio y el nieto de rodillas delante de ellos.
Ya habéis visto lo que he hecho a vuestra parienta, la tenéis allí colgada con su sobrina. Espero no tener que ser demasiado cruel con vosotros, pero no escatimaré recursos para conseguir mi voluntad. Debéis asumir que la única Ama a la que os debéis es a mí y como tal espero vuestra sumisión o ateneros a las consecuencias.
Y Penélope desabrochándose el vestido, se muestra completamente desnuda frente a la codiciosa mirada del abuelo y nieto.
Yo soy vuestra única Ama, postraros ante mí y rendirme pleitesía besando y lamiendo mis pies y mi sexo, y pidiendo que os acepte como esclavos para mi harem.
Los penes de los dos sumisos reaccionan de forma inmediata con una erección notoria, mientras se postran para besar y lamer los pies y el sexo de la nueva Ama. Está a percibido la erección de ambos y les conmina.
“Me gusta la excitación de vuestras pollas, deseo su entrega incondicional, ponerlas en mis manos para que tome posesión de ellas”.
Y extiende las manos para facilitar la toma de posesión. Ambos ponen sus pollas en las manos de Penélope, y esta solemnemente dice:
“Tomo posesión de ambas pollas, para mi satisfacción y servicio, y quedan bajo mi control. Sin mi permiso no realizarán ninguna acción y deberán pedir autorización para cualquier uso que quieran hacer con ellas.
“Ahora, consentir y prometer cumplir mis condiciones y yo sellaré el pacto enculandoos uno a uno mientras vuestra vieja os hace una experta mamada para ganarse la próxima dosis de droga”.
“Prometemos cumplir vuestras condiciones en todo momento y circunstancia”.
Recitan ambos como una promesa conocida.
Y colocándose un arnés con pene vibrador hinchable, toma al joven Sergio y lo pone al alcance de su abuela, que sin ninguna resistencia empieza a hacerle una mamada en toda regla. Penélope obliga a inclinarse al joven Sergio y lo encula con el arnés vibrador. El joven no resiste la acción conjunta y se viene en un santiamén.
Ahora te toca a ti viejo, veremos si después del millón de mamadas que te habrá hecho tu mujer aun eres capaz de tener una buena corrida.
Lo deja al alcance de la vieja, que automáticamente se mete su polla en la boca, empieza a hacerle una mamada en condiciones, acelerando y relajando el ritmo, penetrándose hasta el esófago, mordiendo su glande y toda suerte de variedades a las que debe estar habituado el viejo sumiso.
Penélope le encula con el arnés vibrador, jugando, cambiando de ritmo vibratorio. Este al igual que su nieto, se viene como un joven buey, mugiendo y buscando un aire que no encuentra. Esperaba fuera más resistente.
La intuición de Penélope percibe la disconformidad de Ricardo, que ha permanecido todo el tiempo sin intervenir ni pronunciar palabra.
“Querido, no te enfurruñes, todo lo que hago solo tiene como fin nuestro bien. Comprendo que las escenas que estamos viviendo te alteren. Relájate y toma el placer que deseas y cumple con tus más íntimas fantasías, aquí me tienes a mí, desnuda y deseosa de que me tomes y poseas con todo tu ardor, y cualquier otro deseo que surja de tu natural, tienes con quien realizarlo. Si las deseas hay otras mujeres que cumplirán todos tus caprichos, solo tienes que mandarles lo que te apetezca”.
“Sabes que mi mayor deseo eres tú, quiero follarte y sentir que tu cuerpo disfruta con mi posesión, oír tus gemidos de placer cuando mi leche explosiona dentro de ti”.
Mientras hablaba, Ricardo se ha desprendido de sus pantalones, mostrando orgulloso un erecto y hermoso pene de considerables dimensiones.
“! Fóllame ya¡, entra dentro de mí y dame tu leche. Quiero sentir la fuerza de tu polla y que me lleve al mundo del placer”.
“¡Marisa ¡ven y come nuestros culos mientras me folla mi hombre, quiero alcanzar un orgasmo para recordar”.
Y así parece que sucede, dado los gritos y gemidos que está provocando este intenso y deseado polvo, con la colaboración de la entusiasta Marisa, que con su experta aportación intensifica el momento del orgasmo compartido con unos claros movimientos de sus dedos en los culos de la pareja.
“Para cariño, que me vas a matar de placer.”
Dice Penélope, y dirigiéndose a los dos sumisos, que no han perdido detalle, y que es notorio por sus penes erguidos y tiesos que se han excitado con la escena:
“Vosotros ir y limpiar la polla y el culo de mi hombre y luego limpiáis también mi culo y mi coño”.
Ambos prestos se afanan a la labor con entusiasmo.
“Es hora de hablar de negocios, Padre siéntame al tarado de este crio en la silla que está al lado de la mesa, y fíjalo de manera que le sea imposible moverse”.
Mirando directamente a la pareja de viejos que tiene a sus pies, les dice:
“Veis aquí a vuestro nieto dispuesto a sufrir mis torturas, siempre que no atendáis mis demandas. No penséis que después de lo que habéis hecho a mi hijo, tenga ni la más mínima compasión por ninguno de vosotros.
“Lo primero que vais a hacer, es trasferir el dinero de vuestras cuentas bancarias a la cuenta que ya os dejo indicada en el móvil que os entrego, para realizar la operación. Ya estabais dispuestos a ofrecerme gran cantidad de dinero por vuestra liberación, pero yo lo quiero todo, o acabaré con vuestro nieto y con todos vosotros, pandilla de tarados”.
Los dos viejos se miran entre sí, y la mujer propone nuevamente el ofrecimiento de una gran cantidad de dinero.
Penélope se dirige a su marido diciendo:
“Ricardo, tráeme un martillo y los clavos más grandes que encuentres. Marisa te indicara donde encontrarlos, voy a convencer a estos viejos, aunque tenga que matarlos uno a uno”.
El viejo hace una mirada como de interrogación, hacia su mujer, esta aun desinhibida por el efecto de la droga administrada, hace un gesto como de no “hagas caso”.
Ricardo acompañado de Marisa ya entregan un gran martillo y unos grandes clavos a Penélope, esta coge uno de aquellos clavos y se dirige a la silla donde está el nieto, sin ni amenaza previa, clava el gran clavo en el pie derecho del joven Sergio, que queda sujeto a la tarima de madera en que estaba apoyado.
El grito del muchacho resuena por todo el sótano.
“Abuelo, abuela, hacer lo que os dice, esta mujer está loca y es capaz de cualquier cosa para conseguir lo que desea”.
Los dos viejos han quedado petrificados al ver la acción de Penélope y el dolor de su nieto, que continúa aullando y suplicando.
“Ángel, has las trasferencias, esta mujer no se detendrá hasta conseguir lo que desea”.
El viejo coge el teléfono y después de varios minutos se lo entrega a Penélope.
“Aquí está la demostración de que se han trasferido nuestros saldos a la cuenta indicada. Ahora os suplico que liberéis a mi nieto, de su suplicio”.
“¿Me reconocéis como vuestra Ama y prometéis servirme sin dilaciones ni escusas?”
“Si Ama” contestan ambos al unísono.
“Perdón, Mi Ama”, rectifica el sumiso Ángel.
“Ricardo, arranca el clavo del pie del muchacho”.
Ricardo se muestra ansioso de conocer cuál ha sido la transferencia de los viejos.
“¿Madre, cuánto dinero han ingresado?”
“No te preocupes, lo suficiente para poder hacer lo que queramos. Ahora sácale el clavo al chico, pero dejarlo fijo en la silla, mientras yo continuo el negocio con los viejos”.
Y dirigiéndose a los viejos va diciendo:
“Relacionarme las fincas y terrenos que tenéis a vuestro nombre, llamaremos a vuestro notario y formalizaremos unas donaciones o compra venta, en fin, lo que sea más conveniente a juicio del propio notario. Ahora os expondré las medidas que voy a tomar para que cumpláis con lo que os estoy proponiendo”.
Capítulo 18º
La última Sonata
Penélope, lo ha dispuesto todo según les ha indicado a los viejos:
El notario vendrá a las 12, con las escrituras preparadas y se formalizarán las compra ventas convenidas y las donaciones acordadas.
A primera hora de la mañana, Penélope ha llevado a los dos viejos a la sala insonorizada del sótano, donde tiene a la hija y a la nieta, colgadas de una cruz, una frente a la otra, completamente desnudas, con síndrome de abstinencia. Llevan ya varias horas sin recibir la dosis que se les ha ido aplicando últimamente.
“Madre hacer lo que os digan, pero que me den la droga, no resisto más este dolor y esta ansia”.
Es su hija Sara la que implora a su madre.
“Si, abuela, hacer lo que haga falta, pero sacarnos de aquí, y traernos la droga que no resisto más este tormento”.
Ambas tienen convulsiones, temblores y sus cuerpos sudorosos, debido tanto al síndrome de abstinencia como a la suspensión de sus cuerpos en las cruces.
“Ya veis a vuestra hija y vuestra nieta, que están esperando que cumpláis con todo lo que yo os he pedido. Tener en cuenta que, si intentáis cualquier maniobra que ponga en peligro todo lo que he previsto, además de no recibir su dosis de droga, recibirán tormento y no saldrán vivas de esta habitación. Quedáis avisados, espero obreis en consecuencia. ¿Entendido?”.
“Haremos todo como lo hemos convenido, no tema nada por nuestra parte”.
Es Ángel quien habla, y dirigiéndose a su mujer le dice pidiendo su conformidad:
“¿Verdad que cumpliremos con lo acordado?”.
“Si Ángel, si, no te preocupes, haremos lo que haga falta por el bien de las chicas”.
Parece que el viejo estaba preocupado por la reacción que pudiera tener su mujer, la vieja le da tranquilidad con sus palabras.
“Ahora subiremos al piso, para que os adecentéis y arregléis para recibir la visita de vuestro notario”.
Dejan al joven Sergio atado a la silla, y entran en el ascensor y desaparecen de nuestra vista.
Al poco aparece saliendo del ascensor, Marta acompañada de la recién adquirida esclava Lolita, y se dirigen donde esta Sergio atado a la silla.
“Bien muchacho, me han dejado encargada de tu vigilancia y cuidado, después de ver la reacción de mi hermano al ver a tu sádica abuela, tú no lo vas a pasar bien en mis manos, estoy lo suficientemente rabiosa, como para hacerte pagar, por todo lo que le ha hecho tu abuela a Jesús”.
Y dirigiéndose a mí y a Marisa, nos manda desatar al muchacho y ponerle un cinturón de bondage, con las manos inmovilizadas en la espalda.
“¿Qué te parece Lolita el pene del muchacho? ¿Crees que podemos aprovecharlo para algo?
“Desde luego mi Ama, aunque a su edad dan poco juego, se vienen a penas los tocas”.
“Vamos a jugar con él, quiero ver esta polla completamente erguida, tú que tienes más experiencia, has que se excite al máximo, pero no dejes que se corra”.
“Tendré mucho cuidado en dejárselo en plena erección, pero ya os digo que al más mínimo toque se viene sin remedio”.
“Quiero verlo y tenerlo en la máxima erección. Quiero follármelo con todos mis agujeros y dejarlo seco como una pasa”.
“Tendréis que hacerlo por partes. Ya podéis ver, que con solo oírnos se le esta empinando la verga, aunque también es cierto que ha esta edad se rehacen con facilidad y presteza”.
“Tampoco nos encorre nadie, iremos haciendo según su capacidad, me ilusiona la idea, nunca he tenido una polla en propiedad, es algo estimulante”.
“Espero que un insulso pene, nos os haga olvidar mis servicios”.
“Descuida Lolita, tú has sido mi primera propiedad y esto no se olvida fácilmente. Y para que aprecies ser mía, ahora te dejo mi cuerpo para que disfrutes llevándome al placer que tu solo sabes darme”.
Mientras está hablando, Marta, ha desabrochado su falda y ha dejado a la vista el tupido toisón de su entrepierna, y con la mano en la cabeza de Lolita obliga a esta a arrodillarse dejándole su boca a la altura de su sexo.
“Gracias mi Ama, por permitirme daros todo el placer que pueda ofreceros con mi pericia, el sometimiento al que me obligáis remueve mis entrañas e impulsa mis deseos, ninguna esclava puede ser más feliz que esta que come vuestro coño”.
El pene del joven Sergio, ante la visión de la escena que se desarrolla delante de sus ojos, se hincha por momentos alcanzando un considerable volumen y rigidez.
Lolita que observa la erección del muchacho, cuando percibe que su Ama está acercándose al clímax, le indica que le meta su rígida polla por el culo, ello hace estallar en gritos de placer a la joven Ama, que, sorprendida al sentir la penetración, reacciona con movimientos compulsivos, que provocan la corrida del joven Sergio dentro del culo del Ama.
Las recientes experiencias de Marta la llevan a un estado de posesión, que ha exacerbado su pasión al límite, haciendo que se entregue a las acciones más impensables. Así ella se lanza a chupar y lamer la sucia polla de Sergio que sale de su culo, lamiéndola y chupándola con tal pasión, que esta reacciona hinchándose nuevamente cogiendo rigidez y llenando la boca ansiosa de Marta, que ejecuta la primera mamada de su vida, con tal afición que logra un nuevo orgasmo del joven que le llena la boca de su semen, que también por primera vez saborea y traga a causa de la excitación desmesurada en que se encuentra.
Ya exhausta se tumba en la cheslong dejando que tanto Lolita como Sergio acaricien su cuerpo ya desnudo por completo, consiguiendo irse relajando paulatinamente, quedando medio adormecida.
Es Penélope que irrumpe en el sótano y zarandeando a la adormecida Marta va diciéndole:
“Son momentos de estar despejada y bien despierta, dentro de poco vendrá el notario, tú debes estar aquí abajo en el sótano, controlando todo como ya hemos convenido. O sea, que ya te estas despejando, y olvídate de tus juegos hasta que el notario se haya marchado. Ahora métete en la sala insonorizada, deja al chico bien atado en la camilla que hemos dejado dispuesta, estate atenta a mis posibles intervenciones por el altavoz. Dejaré que te lleves también a Lolita si me prometes no jugar con ella hasta que todo esto se acabe. Y tú Lolita pagarás las consecuencias si no hacéis lo que os he dicho. ¿Entendido?”.
“Si, Ama”.
“No te preocupes madre, estaré atenta a tus instrucciones si se da el caso y de todas maneras estaré pendiente de todo, me doy cuenta de lo importante del momento. No tengas ningún temor, se lo que debo hacer.
“Bueno me voy más tranquila, sé que eres consciente de la importancia del momento”.
Antes de subir al piso Penélope nos obliga a Marisa y a mi ha meternos en nuestras jaulas.
“Espero que nadie haga ruidos innecesarios, cuando acabemos lo que estamos haciendo, bajaré y trataremos de lo que haremos con todos vosotros”.
Una vez ha desaparecido el Ama, quedamos todos en nuestras jaulas a la espera de los acontecimientos venideros. No se oye hablar a nadie y todos se tumban a descansar dentro de sus jaulas.
Pasadas más de 3 horas aparecen Penélope y Ricardo acompañados de los dos viejos, todos correctamente vestidos y acicalados.
“Ahora sacaremos a vuestra hija y a vuestros nietos, tal como os he prometido, vosotros desnudaros y postraros a mis pies en señal de sometimiento”.
Los dos viejos ya entregados por completo al poder de Penélope se desnudan y arrodillan a sus pies.
“Marta, tu sube a buscar a tu hermano y bajad para celebrar el éxito del día de hoy”.
Esta con gran contento, corre escaleras arriba en busca de su hermano.
Mientras Ricardo está descolgando a las dos crucificadas, y liberando al joven Sergio.
Penélope abre la jaula de Marisa y la mía y nos manda salir.
“A vosotros dos os quiero tener a mano para que me ayudéis en lo que crea conveniente. Además, Marisa es la enfermera ideal y el viejo hará lo que le mandemos sin presentar problemas”.
Marta aparece corriendo y sollozando.
“Jesús no me hace caso, como si no me conociera, solo va diciendo que el Ama no le ha mandado bajar y él no se mueve hasta que su Ama se lo diga”.
Presa de rabia y furor se acerca dónde está la vieja ama, y empieza a patalearle el cuerpo y la cabeza de manera furibunda.
“Que le has hecho a mi hermano, te voy a matar con mis manos hija de la gran puta. Cuando te veo solo tengo deseos de machacarte, ya solo matarte me puede calmar”.
“Sosiégate Marta, ya iremos recuperando a Jesús. Cuando se dé cuenta de que la vieja está indefensa y en nuestro poder, se recuperará y volverá a ser el chico alegre que era”.
“Tu no le has visto lo enneurado que está, creo que nunca volverá a ser el mismo”.
“Tranquila, ahora haré que baje, accionando el pulsador que emite las señales que percibe su cuerpo. Tres impulsos y vendrá hasta donde está la vieja, y entonces le mostraremos que no tiene ningún poder, muy al contrario, está a nuestra merced. Esto le liberará del temor que le tiene”.
Penélope pulsa el mando y todos estamos a la expectativa de la aparición de Jesús. No han pasado 10 segundos y este aparece por las escaleras, tembloroso y con el cuerpo completamente sudado se postra a los pies de la vieja.
Ricardo lo coge por el cuerpo y lo levanta y aparta de la vieja.
“Padre déjeme, tengo que besar los pies del Ama para demostrar mi sometimiento o me castigara”.
“Pero no te das cuenta, esta vieja no tiene ningún poder, al contrario, tu madre la tiene sometida y esclavizada”.
“Suélteme padre, sino me castigara”.
Jesús mientras, hace esfuerzos para librarse del abrazo de su padre que lo tiene inmovilizado, al tiempo que su cuerpo empieza a convulsionarse de manera cada vez más exagerada.
Penélope visto el panorama, pulsa el mando una vez, mientras le indica a Ricardo que suelte a su hijo. Una vez libre y obedeciendo la señal recibida se dirige a su cajón y se encierra en él.
“Esto va a ser un problema difícil de solucionar. Creo que la única solución será un tratamiento de profesionales, veo que nosotros no daremos con la solución”.
“Madre estoy completamente rabiosa, sino me cargo a esta vieja puta, no tendré sosiego”.
“Yo también estoy rabiosa y tengo sed de venganza. De momento continuaremos administrándoles la dosis de droga, para conseguir su degradación y dependencia. Les haremos pagar todo el mal que han hecho”.
Ricardo ha liberado a las mujeres y al muchacho y aparece en la sala con ellos.
“Padre encárgate de administrarles la dosis de droga a las mujeres, a ellos continuaremos sin darles, espero aprovechar su alma de sumisos y añadirlos a mi estrenado harem”.
Las dos mujeres están ya con convulsiones por el síndrome de abstinencia.
Ricardo liberada la tensión que ha soportado todo el día y frente a los hermosos cuerpos de las dos mujeres, siente la llegada del deseo y despojándose de su ropa se dirige a ellas, diciendo:
“Os daré vuestra dosis si hacéis que me corra dos veces seguidas, y me dejáis más seco que una pasa”.
Las dos expertas y hermosas mujeres se lanzan sobre el cuerpo de Ricardo y con sus bocas y con sus manos consiguen una rápida erección y corrida del ansioso miembro de Ricardo, la segunda tampoco tarda demasiado, pues Sara introduce sus largos dedos en el ano y llega a acariciar la nuez prostática, lo que le produce una rápida segunda corrida.
“Veo que han encontrado tu punto débil. Tendrás que ahijarte este hermoso cuerpo, si quieres continuar disfrutando de sus habilidades”.
Dice Penélope que ha estado observando toda la operación.
“Madre, hemos quedado sin escrúpulos, ni falsas moralinas. Tú has hecho lo que has querido, ahora no te pongas escrupulosa conmigo. Además, sabes qué una cosa es el placer por el placer y otra distinta el sexo entre tú y yo”.
“Este no es el problema, estoy rabiosa y vengativa por lo que han hecho con nuestro hijo y no quedaré satisfecha hasta que no vea sufrir las penas del infierno, a estas hijas de puta”.
“Haz lo que quieras con la vieja y la joven, pero deja a la otra, para que yo pueda disfrutar de ella”.
“Adminístrales la dosis a cada una, luego iremos a la sala insonorizada, quiero explicarte lo que deseo que hagas. Tengo tanto deseo de venganza que no me detendré hasta verlas morir en mi presencia. Tu harás lo que yo te diga, a cambio te quedas con esta drogadicta que tanto te gusta. Ven a la sala de las cruces y te cuento lo que quiero hacer con ellas”.
Ambos entran en la sala insonorizada y aparecen nuevamente al cabo de media hora.
“Coge a la vieja y a la joven y haz lo que te he pedido, yo voy a probar si el abuelo y el nieto, me sirven como sumisos”.
Ricardo coge las cadenas de la vieja y de su nieta y se las lleva a la sala insonorizada.
Mientras Penélope ha cogido al abuelo y al joven Sergio, los tiene a sus pies cuando les dice:
“Ya habéis visto que he sometido y esclavizado a vuestra ama, si veo disposición por vuestra parte de entregaros, en cuerpo y voluntad a mi poder, os tomare como esclavos y disfrutareis de estar bajo mi voluntad. En caso de no poder aprovecharos, como esclavos a mi servicio, vuestro destino va a ser más trágico”.
Mientras les está hablando, se despoja completamente de sus vestiduras y se muestra en su bella y completa desnudes, observando el efecto que esto produce en el sexo de sus sometidos. El efecto es notorio en ambos casos, la vista del hermoso cuerpo desnudo, unido a las palabras que excitan su condición de sumisos, provoca en ellos una rápida erección.
Observo buena condición por vuestra parte, prometerme lealtad y entrega, y yo os marcaré y anillaré con los atributos de mi harén.
“Ama, tomarnos como los más leales esclavos y disponer de nuestros cuerpos y de nuestra voluntad a vuestro capricho, nuestro único deseo es complaceros y proporcionaros todo el placer posible”.
Es el viejo Ángel que está hablando.
“Y tú, joven. ¿Te adhieres y te reafirmas con las palabras pronunciadas por tu abuelo?”
“Por completo, mi Ama. Espero ser vuestro esclavo más leal, disponer de mí, os entrego mi cuerpo y mi voluntad sin condiciones”.
“Acepto vuestra entrega y mi adopción será efectiva siempre que me complazca vuestro servicio. Luego, cuando tenga todo dispuesto como he ideado, os marcaré con el hierro de mi divisa y anillaré vuestro sexo a mi gusto. Habéis tomado una buena decisión, en caso contrario vuestra suerte no os hubiera sido nada agradable. Como veo que la contemplación de mi cuerpo y la emoción que os produce someteros a excitado vuestros sexos, aprovechare para comprobar vuestra potencia sexual. Quiero que me hagáis una doble penetración, el jovenzuelo por delante y el abuelo por detrás. ¡¡¡Ya!!!”.
Rápidamente, cada uno con sus penes erectos y turgentes por la perspectiva, penetran a la bella Penélope que, excitada por el ejercicio del poder que siente, entra en éxtasis en pocos segundos.
“Mis pezones!!!, apretad mis pezones, inútiles”.
El abuelo que está bombeando el trasero con calma, agarra los pezones de Penélope y los aprieta y retuerce con gusto.
“Mas fuerte, inútil, apriétamelos más fuerte y retuérzalos hasta hacerme chillar de dolor y placer”.
Se oye a Penélope entre gemidos suspiros y gritos no se si de dolor o placer.
El joven Sergio explota derramando su semen en el interior de su bella Ama.
“Saca tu polla de mi coño y métela en mi boca, quiero beber la leche de tu polla”.
Evidentemente Penélope esta sobre excitada y al tiempo que chupa la polla del joven, aumenta los movimientos de su culo de tal manera, que el abuelo entra en un fuerte orgasmo.
“Dame también tú, mi esclavo, la leche que alimenta mi lujuria”.
Y así la hermosa Penélope limpia y traga todo lo que la polla del viejo lleva saliendo de su culo.
“Ahora chuparme por donde me habéis penetrado hasta que mis orgasmos me dejen exhausta”.
Y así, durante un buen rato, ambos esclavos lamen y succionan, el sexo y el ano de su Ama, que encadena un sin fin de orgasmos, que solo se interrumpen por la súbita aparición de Ricardo.
Madre, ya está todo dispuesto como me has pedido, cuando quieras entramos para que disfrutes del cuadro que me has pedido realizar. Como supongo que tu continuaras usando a este par, Yo utilizaré a Sara, que sabe cómo darme gusto”.
Mientras ha acudido Marta acompañada de Lolita.
“Me dijiste que el joven era para mí y ahora te lo quieres quedar tu”.
“Tienes razón Marta, puedes quedártelo tú, para mi es demasiado joven”.
Continúa sorprendiéndome la forma en que hablan las dos mujeres, como si fueran cosas y no personas a las que se refieren.
“Nos ira bien tener a alguien con polla, aunque sea joven, ¿verdad Lolita?
“Pues sí, mi Ama, siempre va bien tener una verga para usar”.
Ahora iremos a comprobar si padre ha dejado las cosas como yo le he indicado. Vamos a ir todos los que no estéis enjaulados, estos ya lo verán después. Los esclavos sueltos que acompañen a sus dueñas y se comporten según se les indique.
Acudimos todos y nos encaminamos hacia la sala insonorizada, que está al fondo de la gran sala, detrás de los dormitorios. Ricardo va delante y abre la puerta de par en par.
La visión de su interior es espeluznante hasta para la persona más cruel. Allí están las dos mujeres, una crucificada y la otra doblemente empalada.
“Que todo el mundo contemple mi venganza, la vieja morirá empalada por los orificios que ha usado para su placer y su joven nieta colgará crucificada hasta su muerte, por el sadismo del que ha disfrutado cuando ha tenido el poder”.
La hermosa Sara, que lleva encadenada Ricardo, cae desmayada después de lanzar un estridente grito de angustia. Los demás quedamos mudos y aterrorizados ante la maldad que contemplamos.
“Ahora están tranquilas, les he administrado una fuerte dosis de heroína, pero poco a poco ira desapareciendo el efecto de la droga y el dolor llenara su cerebro”.
Realmente, es lo que quería. Quiero tenerlas aquí viviendo su agonía, que deseo sea lo más larga posible. Quiero que pasen todos los esclavos y vean su destino.
Marta, tira de la cadena de Sergio, su nuevo esclavo, situándolo entre su tía y su hermana.
“Ves aprendiendo la lección. Yo no olvidaré nunca lo que tu abuela le hizo a mi hermano, espero que te comportes con la lealtad debida y no tenga que tomar decisiones como las que ha tomado mi madre con tu familia. Ahora besaras y lamerás los coños de las dos, para su escarnio y para satisfacer mi deseo de burla ante tu dolor.
Ante ambas sacrificadas hay unas pequeñas escaleras que permiten llegar a la altura de las dos desgraciadas. Sergio usa las escaleras para poder llegar a cumplir el mandato de su Ama, besando y lamiendo los coños hasta que su Ama le manda detenerse.
Penélope, también se sube en la escalera que esta frente a la vieja, y mirándola frente a frente se le oye decir:
“Tú que te creías superior a los demás, mírate ahora aquí, sacrificada para mi venganza. Yo si tengo verdadero poder porque actúo por odio y nada puede detener mis ansias. Poseo tu cuerpo y poseo tu vida, me corro de satisfacción al sentir el poder que tengo sobre ti, vas a sufrir lo que ni tú puedes imaginar. No recibirás más droga y nada va a paliar tu sufrimientos. Mírame a la cara vieja puta, para que veas como disfruto con tu dolor.
“Todos los esclavos pasaran como ha hecho Sergio, a saludar a las dos putas y lamerán y besaran sus coños. Si alguno se resiste puede ir imaginando lo que haré con él”.
A pesar del horror que me parece todo lo que estoy viviendo, ni yo ni nadie de los sometidos, creo que tenga valor, para oponerse a los deseos de la sádica Ama que nos domina por el terror. Paso yo, pasa el viejo esposo y abuelo de las sacrificadas, con el rostro lleno de lágrimas y el cuerpo encorvado como si le hubieran caído 50 años encima de golpe.
“Marisa, ves y tráete a los demás esclavos, ya he abierto sus jaulas. Les das las instrucciones que ya he manifestado. Quiero que vean mi poder y luego les dejaré escoger su destino.”
“Ramón, ves y acompaña y ayuda a Marisa en lo que necesite”.
“Si, mi Ama”. Respondo con prontitud y agradeciendo poder alejarme de aquel cuadro tan cruel.
Uno detrás de otro van pasando y cumpliendo con las ordenes de la cruel Penélope. Sus caras muestran la angustia que les produce la crueldad con la que se encuentran, y todos creo yo que perciben el terror en el que pueden caer si contradicen los caprichos de esta nueva y sádica Ama que se ha impuesto sobre ellos.
“Al punto de cada hora, todos repetiréis esta acción que acabáis de hacer. Esto será obligado desde el momento del despertar de la mañana hasta la hora de retiraros a dormir.
Ahora formar todos en el centro del sótano, para que podamos decidir el destino de cada uno de vosotros”.
Nos agrupamos todos en el centro del sótano y Penélope se presenta delante de nosotros subida en una pequeña tarima que la deja a una altura por encima de nosotros y que permite así que todos la veamos perfectamente.
Sin más preámbulo Penélope se desprende de sus ropas y se muestra a nuestra vista en toda su hermosura.
“Yo soy la mejor Ama a la que podéis entregaros, los que quieran someterse a mi poder, que se postren a mis pies y supliquen que les tome como esclavos. Si os acepto os marcaré y anillaré como a todos mis esclavos, con los que no quieran someterse pactaremos las condiciones de su libertad”.
No sé qué les mueve, pero todos de golpe se han postrado a los pies de Penélope, intentando besar sus pies para demostrar su ansia de sumisión.
Yo con gran temor a las consecuencias, me he quedado inmóvil, demostrando que no estoy preparado para estas sumisiones tan desmesuradas. Parece que a mi izquierda otro también se ha resistido al sometimiento. Miro y reconozco al número 6. Él tampoco había sido marcado y aceptado totalmente por la antigua Ama.
Bien, durante los próximos días os iré aceptando y marcando con el hierro de mi harén, y también anillaré vuestro sexo a mi capricho. A vosotros dos que no deseáis ser mis esclavos, a última hora de esta tarde os liberaré después de que hayáis grabado un video, y firmado un documento, haciéndoos responsables y coparticipes de las torturas y muertes que aquí se hayan podido producir.
“Gracias, Ama. Se hará lo que usted disponga”. Contesto agradecido.
La bella Sara se he recuperado de su desmayo y está llorando desconsoladamente. Ricardo le indica como debe saludar a las dos sacrificadas, pero ella se niega rotundamente.
“Bueno cuando vuelvas a necesitar el chute de heroína, ya veremos si te niegas igualmente.
Las próximas horas trascurren con tranquilidad, acudiendo al toque de cada hora a cumplir con el mandato que ha dejado establecido la sádica Penélope.
Sara antes de que suene la tercera hora esta ya entrando en un estado de abstinencia que la hace dependiente y falta de voluntad.
“Se acerca a Ricardo y abriendo sus pantalones empieza a chupar su polla con todo su saber.
Penélope que está observando se dirige a ella, diciéndole:
Si quieres una buena dosis de heroína, ahora no me conformo con que beses y lames los coños de tus familiares, no tendrás más droga hasta que yo te vea comiéndole el coño a tu sobrina y consigas a pesar de su crucifixión, que se corra ante mis ojos.
La fuerza del deseo y el aumento del síndrome de abstinencia lleva a la bella Sara a situarse frente a su sobrina, que ha ido perdiendo el efecto de la última dosis de droga administrada, y la herida de sus muñecas y pies clavados con grandes clavos de hierro, está despertando con incipientes muestras de dolor. Sara, llena de ansia por conseguir la dosis prometida, se lanza como una posesa a masturbar con su boca y sus manos a su desgraciada sobrina. No sé qué manipulaciones realiza, pero al cabo de poco tiempo el cuerpo de la joven crucificada se contorsiona y su boca emite evidentes gemidos, que delatan la explosividad de un orgasmo.
“Ahora darme mi droga y luego si lo deseáis tomar mi cuerpo y hacer con él lo que queráis, pero ahora calmar esta ansia que me atormenta”.
Ricardo mira a Penélope, esta asiente con la cabeza y Sara recibe la dosis de droga ansiada.
“Ahora solucionaremos el problema de los dos que desean marcharse. Ramón y el que responde como número 6, venir y tomaremos un video que os incriminé en los hechos de hoy”.
Yo y el llamado número 6, nos presentamos ante el Ama Penélope y arrodillados en postura de entrega, ofrecemos nuestros cuerpos y explícitamente nuestro sexo.
“Yo iré grabando todo lo que hagáis a partir de ahora. Como veo que el viejo esta con su polla muerta, haremos que su deseada Marisa, le ponga la verga con suficiente rigidez, para poder follarse a la crucificada, mientras el numero 6 lo encula, no va a marcharse virgen, después de los días que lleva en esta casa”.
Acto seguido acude Marisa y empieza a trabajar con sus manos y su boca mi flácido pene. A pesar del estrés en que me hallo, las sabias manipulaciones de Marisa hacen revivir mi pene dejándolo con capacidad suficiente para meterlo donde haga falta.
“Sube ¡¡¡Ya!!! Y penetra a la chica, para que el 6 pueda encularte”.
El terror que me produce el Ama Penélope, borra de mi mente cualquier intento de rebeldía, y agarrándome a los palos de la cruz, entro toda mi polla dentro de la vagina de la desgraciada Alba, cuando noto una fuerte sacudida y siento mi culo penetrado por algo que me da la sensación de gran tamaño y que con fuertes golpes entra y sale de mi ano, hasta notar el calor que produce la descarga del caliente liquido de su semen dentro de mí.
“Bien, todo esto ha quedado grabado, como prueba de vuestra participación en lo que aquí ha sucedido. Ahora firmar este documento que está sobre la mesita, en el que confesáis vuestra participación en todo lo sucedido. Cumplido este requisito, os liberaré de vuestras sujeciones y podréis marchar libremente. Hoy lo hará el viejo y tu esperaras a mañana, no quiero que los dos salgáis juntos, además hay confinamiento en la ciudad debido al virus que ha provocado esta pandemia universal”.
“Por hoy daremos el día por terminado. El servicio de la cena ya ha sido entregado y lo encontrareis en el torno. Mañana remataremos todos los puntos sueltos y estudiaremos la posibilidad de viajar a la finca que ahora poseemos en la Costa Brava”.
“Ricardo y Marta, dejar vuestros protegidos que vayan a cenar y descansar, y vosotros subir conmigo, dejaremos que Ramón se vaya con viento fresco y luego intentaremos que Jesús este con nosotros en el piso”.
“Marisa ves al guardarropa y trae las pertenencias de Ramón, para que pueda salir a la calle”.
Enseguida Marisa me proporciona las ropas que llevaba cuando llegue a la casa y allí mismo me visto y al verme vestido siento como si saliera de un sueño.
Subimos con el ascensor y al salir y ver la sala donde empezó todo lo que acabo de relatar, siento como que renuncio a un futuro y unas experiencias que no podría imaginar.
No perdamos tiempo y acabemos con todo esto de una vez”.
“Si, mi Ama, como vos mandéis”.
Es como intentar unirme con un último eslabón al sometimiento disfrutado.
“De más joven, hubieras podido ser un buen esclavo, has llegado un poco tarde para disfrutar de esta condición. “¿Oyes la música que está sonando, sabes cómo se llama esta sinfonía?”
Es la Sonata para piano n. ° 32 en do menor, Opus 111 de Beethoven, escrita en 1822, al final de la vida del gran compositor. Es “LA ÚLTIMA SONATA” de su vida. Pero el primer movimiento de esta sonata es la música más intensa que jamás se ha escrito. Lo cual demuestra que la edad no siempre es un impedimento, sino muy al contrario es la explosión de las experiencias de toda una vida.
Mientras me está hablando ha abierto el portalón, y con ello mi vida regresa a la rutina de la que no debía haber salido.
Fin del Capítulo 18 y fin del relato.
Mi última Sonata
Epilogo
Después de mi salida de la casa, permanecí confinado en mi domicilio hasta el 21 de mayo. A partir de esta fecha salía para hacer algunas compras, por las tiendas de alrededor. Pasaba siempre por delante de la casa donde pase aquellos días tan intensos que he relatado. Estaba siempre cerrada, a mí me daba la impresión de que estaba deshabitada. Convencido de ello, un día me atreví a llamar al timbre, nadie contesto. Y normalmente, a partir de aquel día siempre daba unos timbrazos para comprobar que la casa estaba vacía.
También antes de terminar mi paseo, me acercaba al chiringuito de la cazalla, que hay en la esquina de la calle Arc del Teatre, a tomar una copita. Un día mientras degustaba una copita de cazalla, una mujer desarrapada iba pidiendo limosna, saqué unas monedas y al dárselas y ver su cara reconocí a la Ama Sara. Discretamente hice como si no la conociera y ella expreso una mirada de sorpresa que dejo en mi la duda de que mi hubiera reconocido, pero marcho sin más.
A partir de aquel día, paso siempre por el mostrador del “Cazalla 1912”, a tomar mi copa y me quedo hasta la llegada de la mujer para darle mi aportación.
El deterioro de la mujer es evidente y empeora cada día que pasa, pienso que la administración de heroína que recibió en la casa habrá hecho de ella una yonqui irrecuperable.
Ayer como todos los días estuve esperando su llegada hasta altas de la tarde, pero no apareció. Quede algo preocupado pensando que algo malo podría haberle pasado.
Esta mañana leyendo el periódico, encuentro una crónica firmada por Permayer, hablando de una de las familias de la alta sociedad barcelonesa, a causa de haber encontrado muerta a la hija mayor por una sobredosis de heroína, y comentando la extraña desaparición de toda la familia de la vida pública barcelonesa. Mire las necrológicas y ciertamente venia la esquela de Sara, no diré sus apellidos por discreción. En ella constaba como única persona viva su hermano, que residía en Mauritania, y había sido informado del suceso. El cadáver había sido depositado en el tanatorio de Sancho D’Avila y el sepelio seria el mismo día a la 1 del mediodía, antes de su entierro en el cementerio de Montjuic.
Acudí a Sancho D’Avila y asistí al sepelio. Su hermano hablo con ternura y tristeza al mismo tiempo, alabando las virtudes y la hermosura de su aún joven hermana. Acabado el sepelio se despidió el duelo y regrese a mi casa con el dolor de alguien que ha perdido a un ser querido y llore por ella y recordé su hermosura y todas las fuertes sensaciones que me hizo vivir en mi senectud.
IN MEMORIAM DE SARA.
FIN
[Ramón Ros1] Día 7 de marzo
[Ramón Ros2] Primera orden
[Ramón Ros4] Es el Ama, es mi dueña.
[Ramón Ros5] Debo estar desnudo delante del Ama.
[Ramón Ros6] 10 latigazos para situarme
[Ramón Ros7] El olor de su coño
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