Mi última noche con ella

Esa fue la última vez que mis dedos la acariciaron y mis labios se embriagaron de ella.

Mayo está a punto de concluir, y apenas la semana pasada, volví a tener el segundo encuentro con ella.

Fue un momento de esos en los que armas un encuentro, que sabes o crees saber cómo terminará.

Y así fue, me invitó a conocer el cuarto donde ahora vive y como la condición era quedarme a dormir, así sucedió.

Nos acostamos a dormir y sucedió, lo que desde hace tiempo, debió suceder para que yo hubiese sido menos infeliz los últimos cuatro años.

Un abrazo fue el inicio de un aroma conocido, el de su cuerpo; un roce de sus manos, me recordaron lo suave que puede ser la vida cuando tienes por la madrugada un cuerpo que acariciar.

Y de repente ahí estaba buscando acomodo en su cuerpo que tantas veces ha albergado el mío.

A poco me acomodé y fue sentir que a pesar de  todo lo pasado con ella, mi deseo sigue buscándola. Los impulsos de mis manos, de mis labios, buscaban descargar en ella...en la suavidad de su piel, de sus manos, de su vientre, de sus senos, de sus caderas, cintura, muslos...hasta llegar a su negro clavel de un aroma que reconocí de inmediato...allí estaba como hace cuatro años. Si el momento hubiera sido otro, le habría dicho...a ti te recuerdo, tu esencia la he tenido en mi olfato y tu sabor en mis labios...a ti te recuerdo por haberme mostrado el cielo una y otra vez...a ti te recuerdo y al verte se que eres tú, y sé que me encantas, no te he olvidado y de volver a verte no sé donde nace el deseo, las ganas de volverme a perder en ti...de sentirte, probarte, escucharte respirar y saber que ese aliento tuyo, agitado, quejoso, caliente, moribundo, es por mí, porque después de tanto tiempo he vuelto, me has abierto las puertas de la gloria y del infierno al mismo tiempo...porque después de tanto tiempo eres tú y soy yo como al principio.