Mi última acampada
Ultima experiencia con mi querida amiga Layla, en una acampada con varios amigos.
MI ULTIMA ACAMPADA:
Acepté rápidamente la propuesta de Layla cuando me llamó por teléfono, un jueves por la noche, para ir de acampada a pasar el fin de semana al campo. Era una zona situada en el centro de Gran Canaria, a unos 1200 metros de altura y como os podéis imaginar, se trata de un bosque de pino canario.
Los integrantes del grupo iban a ser aparte de nosotros dos, otros dos chicos, mas amigos de ella que míos. Sus nombres eran Pablo y Jonny. Pablo era enfermero y para no estar andando con muchas descripciones, diré que se parece mucho al cantante del grupo "El canto del loco", aunque sin pendientes ni nada de eso. Jonny en cambio, acababa de terminar la carrera de informática y mientras encontraba trabajo, ayudaba a su padre en la empresa familiar de aluminio. Es un chico de lo mas normal, bajito, fuerte, moreno y con la peculiaridad de que no pronuncia bien la letra "r". En cuanto a la descripción de Layla ya la di en mi primer relato (El probador), así como mi estrecha relación con ella. Lo digo para no estar siempre repitiendo datos y datos que al fin y al cabo son necesarios pero no si son los mismos, verdad??
La idea era salir el sábado por la mañana y llegar a la zona sobre el mediodía, para montar las casetas tranquilamente e ir preparando la comida sin prisas. Así que quedamos, como siempre, en casa de Layla para pasar a recogerla e ir en los dos coches, el de Pablo y en el mío, ya que yo tenía que regresar el domingo más temprano por asuntos que no vienen al caso.
Mientras estábamos en camino, Layla, que iba de acompañante conmigo en la "folloneta" (como llamo cariñosamente a mi furgoneta, por motivos obvios), me contó que el domingo por la mañana iban a subir otros dos chicos, Huascar e Inti. Eran primos y Huascar era un compañero de mi facultad que precisamente conocí un poco antes de principio de curso, pero que era amigo de Pablo desde niño. Inti, también había acabado la carrera de informática (era compañero de Jonny) y consiguió un trabajo en una empresa asociada a la universidad.
Y era precisamente del primero de quien me estuvo hablando casi todo el camino. Me confeso que en el viaje que hicimos a Gambia el año pasado (y que ya contare en otro relato), Huascar se le había declarado y que estando solos en una playa, la intentó besar, gesto que Layla no respondió y parándole los pies. A raíz de aquello, se sintió un poco culpable por ese gesto tan brusco de rechazo y empezó a relacionarse mas con Huascar hasta el punto de convertirse según palabras textuales " En mi segundo mejor amigo " (obviamente, el primero era yo), pero lo que me sorprendió fue la manera de decirlo, no se porque pero no me gusto mucho
Insisto tanto en esta historia con Huascar ya que precisamente la situación en la que transcurre parte de la "acción" que estáis esperando, tiene su propio significado .
Aparte de esta historia, Layla me dio las gracias por haber aceptado ir a la acampada, ya que hacia tiempo que no nos veíamos por diversos motivos personales entre ella y su novio David.
Cuando al final de una hora y pico de trayecto llegamos al lugar deseado por todos, nos dimos cuenta de nuestra buena suerte, ya que a un día esplendido de sol (para la época en la que nos encontrábamos), se unía el hecho de que no hubiera mucha gente por allí. Alrededor nuestro no había nadie, salvo dos parejas en sendas casetas a unos 100 metros de distancia.
Como acordamos, montamos las casetas y una vez terminadas, los chicos empezamos a jugar con un balón al volley y al fútbol. Mientras, Layla colocaba sus cosas en la tienda. Mencionar que armamos dos casetas, una para Layla y para mi y otra para Pablo y Jonny. Esta fue una idea de ella, ya que según me contó por teléfono, le apetecía pasar la noche conmigo, lo cual, claro esta, yo acepte encantado " Yo pongo la caseta y tu la cama " le contesté por teléfono, al tiempo que nos reíamos los dos.
He de contar, para ir adelantando acontecimientos, que desde que ocurrió lo de mi primer relato, en el probador, los "encuentros" con Layla han sido mas o menos continuos y lógicamente cada vez mas sexuales, hasta el punto de convertirme prácticamente en su amante, a espaldas de su novio David. Aunque, prefiero utilizar la expresión "amigos con con derecho a cama ", según escuche mencionar a una mujer mayor en un programa de cotilleos de la tele.
Una vez que nos cansamos de jugar, decidimos preparar la comida. Por ser el primer día, no íbamos a cocinar con la bombona, sino mas bien seria un almuerzo de bocadillos, sándwiches y cosas de esas. Mientras Pablo y Jonny se sentaron en un tronco caído, yo me estiré en el suelo, sobre la esterilla que había sacado de mi mochila y apoyado sobre mi codo izquierdo. Comenzamos a comer, excepto Layla que se entretuvo sacando sus cosas dentro de la caseta. Cuando salio con su comida, vino directamente hacia mi, y se sentó en la esterilla conmigo, pero de una forma que me gusto mucho. Se puso justamente a la altura de mi cadera. Lo que hizo después, me gusto aun mas, se pego hacia atrás, y puso su culo pegado a mi paquete, por lo que os podeis imaginar que bien me estaba sentando el bocadillo
De vez en cuando, Layla se movía de un lado para otro, restregándose mas aun contra mi, con lo que el bulto creciente en mi chándal lo tuvo que notar por fuerza. Mientras, ella estaba hablando tranquilamente con Pablo. Lógicamente, yo no iba a ser menos, y aparte de moverme también como podía para restregarme contra ella, cuando mi mano derecha dejaba el bocadillo en la esterilla, la iba deslizando acariciándole la espalda. Cada vez mas, el bulto de mi pantalón iba en aumento y mis caricias hacia ella también, ya que después metí la mano debajo de su camiseta e introduje mis dedos entre su pantalón corto de lycra de color gris. Como supuse, Layla no solo no se molesto por eso (no tenia motivos para ello) sino que de vez en cuando pasaba su mano izquierda a su espalda, buscando mi polla, para notar in situ si yo estaba excitado o no y ya creo que lo estaba Con la excusa de ir a coger la botella de agua que estaba a la altura de mi cabeza, ella se inclinó hacia mi, me miró sonriente y sin decir ni una palabra, me guiñó un ojo, se coloco de nuevo en su posición y como si tal cosa En ese momento, supe que esa noche iba a resultar ampliamente gratificante para mi.
Después de la comida, y para descansar un rato, empezamos a jugar a las cartas, al ajedrez (juego que me encanta) o simplemente hablar de cosas de la vida. Un poco mas tarde, y con la digestión hecha, como los niños buenos, decidimos ir de paseo por la zona, que aunque la conocíamos perfectamente, siempre es bonito ir caminando en medio de un bosque y que al final te encuentres un risco de piedra, con las vistas tan maravillosas que tenemos en esta gran isla. Por un lado, el gran Roque Nublo, con su "ranita" y su "monje" al lado. Por otro, todos los pueblos rurales en el valle y con la puesta de sol al fondo, y reflejando todo su brillo en el mar .
Mientras estábamos los 4 viendo semejante paisaje, la mano de Layla y la mía se juntaron y entrelazamos los dedos, nos quedamos mirando fijamente uno hacia otro y me preguntó " A que es bonita esta vista? ". Yo me quedé callado, mirándola directamente a los ojos, allí de pie y cogidos de la mano. Sonreí, puse cara de niño bueno y le contesté " Si es precioso, pero no tanto como tú ".
Ella, al oir eso, miró hacia el suelo sonrojada, buscó a Pablo y a Jonny con la mirada, para asegurarse de que no nos vieran, ya que estaban delante nuestro, distraídos y no se percataban de la situación. Layla levantó la cabeza lentamente, se acercó a mí y me dio el beso más suave y más dulce que me han dado en toda mi vida. Apenas fueron dos segundos el tiempo que sus labios estuvieron pegados a los míos, pero suficiente para saber que ese beso significaba mucho más que un simple gesto de cariño. Después del beso, nos quedamos mirando un instante más y luego volvimos la mirada hacia el valle. Nos soltamos las manos y ella paso su brazo por mi cintura, al tiempo que yo lo pasaba por sus hombros. Y así abrazados, permanecimos un buen rato, el tiempo en que anocheció lo suficiente y el sol se ocultó hasta la llegada de un nuevo día.
Respecto al significado de ese beso y la rapidez del mismo, he de decir, que teníamos que andar con cuidado de que no nos vieran besándonos ni en actitud comprometida, o excesivamente cariñosa, ya que como dije antes, Layla tenia novio (aunque el problema que nombre antes con éste, era que habían roto después de 10 años de relación) y yo "respetaba" hacia cierto punto eso ya que nunca le declaré mi amor, aunque imagino que ella lo sabia perfectamente. Esto también explica porque me sentó tan mal lo que me contó sobre Huascar . Me había puesto celoso
Dejando a un lado el tema sobre mis sentimientos, volvimos de nuevo a las casetas y preparamos la cena. El tiempo cambió radicalmente, ya que si bien durante el dia habia hecho muy bueno, por la noche apareció bastante niebla y empezaba a hacer frío (estábamos en febrero).
Así que decidimos hacernos las típicas sopas de sobre, que aunque no alimenten mucho, si que calientan el estomago rápido y sobre todo cuando el frío empieza a apretar. Nos colocamos en la misma posición que antes, es decir, Pablo y Jonny sentados en el tronco, yo tumbado en la esterilla y Layla sentada a la altura de mi pene, pegándose lo mas posible hacia mi, no solo para "calentarme" como a ella le gusta, sino mas bien por el frío reinante. Ella se había cambiado de ropa. Se puso una camiseta de manga larga con un jersey y unos pantalones largos de lycra de color lila claro, de esos ajustados que protegen bastante del frío. Aparte, sacó una manta de la caseta y la echó por encima mia y de sus hombros, tapándole la espalda y mi cintura.
Mientras comíamos, Layla y yo hicimos prácticamente lo mismo. Nos movíamos para restregarnos lo mas disimuladamente posible y de vez en cuando le frotaba la espalda, esta vez con la intención de darle calor, ya que es muy friolera y no era cuestión de que pillara un resfriado.
Cuando terminamos de cenar, lo típico. Los chicos sacaron las botellas de ron y whisky, las cervezas, las cola-colas, el seven-up y los hielos. Y empezamos a beber. Yo ya estaba cansado de estar en esa posición (ya que se me dormía el brazo izquierdo), así que me incorporé, me senté normalmente, pegando la espalda contra un árbol. Layla, me acompaño en el movimiento, y se termino sentando apoyando su espalda en mi pecho, con sus piernas recogidas, con lo que su culo estaba totalmente pegado contra mi polla y lógicamente con el rozamiento de antes y el de ahora, se había puesto mas o menos animada. Me pase la manta por la espalda y al ser de gran tamaño, pude taparla también completamente a ella, con lo que ahora mis manos estaban totalmente libres .
Seguíamos bebiendo, bueno, mas bien, seguían bebiendo ya que yo no bebo alcohol, así que me iba tomando mis "copas" de cola o seven-up tranquilamente. Se que ella no aguanta el alcohol muy bien, ya que sufre de jaquecas y se emborracha fácilmente, así que sutilmente le sugería entre susurros que no bebiera mucho, que esa noche la quería para mi. Al susurrarle al oído desde atrás, aprovechaba para besarla disimulada y tiernamente por detrás de la oreja, gesto que se perfectamente que le encanta, poniéndosele la carne de gallina .
Mis manos, como dije antes, estaban libres así que empezaron a actuar acariciando los muslos de Layla, en un primer momento para que no se enfriara y posteriormente ralentizando los movimientos no solo para el disfrute de ella, sino el mío, ya que me encanta la anatomía femenina y mas sin ver lo que estoy tocando, sino solo intuyéndolo por el tacto, el contorno de las piernas, la firmeza del músculo, el inicio de las nalgas . Me encanta .
Durante ese tiempo, íbamos hablando de temas generales, del trabajo, la universidad, los amigos, hasta que el alcohol empezó a hacerse notar y desviamos la conversación hacia el tema de las novias, los novios, la guerra de sexos, las experiencias de cada uno y cosas típicas que cuenta la gente cuando esta "contenta" .
Las horas iban pasando y yo me daba cuenta que la conversación no acababa para poder ir a la caseta y pasar una noche en compañía de la chica de mis sueños. Mis manos la seguían acariciando, hasta el punto que las metía por debajo de la camiseta y tocaba sus pechos, libres de sostén, rozando sus pezones con el exterior de mis dedos y notar como se iban poniendo duros, al tiempo que ella se continuaba moviendo su culo, excitándome aún más.
Eran ya las 4 y media de la mañana y seguíamos allí en medio de las casetas, alrededor de la luz y deseando estar a solas con Layla para darle y recibir besos y caricias, entre otras cosas, esta vez sin tener que disimular ante nadie.
La noche transcurría entre conversación y conversación tranquilamente, cuando de repente, ella gira su cara hacia mi, echa la cabeza hacia atrás y me susurra al oído " Lo has notado? ", yo me quedé extrañado y sorprendido por la pregunta ya que no sabia a que se estaba refiriendo. " Si he notado qué? ", respondí también en un susurro. Ella me volvió a mirar, sonrió y volviendo a repetir el gesto, contestó " Que no llevo bragas ", al tiempo que me mordía disimuladamente el lóbulo de la oreja. En cuanto escuché sus palabras, mi pene se puso mas duro aun, ya que esa es una de las cosas que mas me excitan, el saber que no lleva ropa interior y la forma tan sensual de decírmelo
¡¡¡ Como se me podía haber pasado algo así !!!, Estaba tan absorto en mis pensamientos de ir pronto a la caseta, que mientras le acariciaba las piernas no note nada. Bueno, tengo que decir a mi favor, que tampoco es sencillo darse cuenta, ya que suele usar unas braguitas bastante pequeñas, no tipo tanga, pero de las que no abultan demasiado.
Lógicamente, quise comprobar in situ si sus palabras eran ciertas, y dirigí mi mano derecha directamente a su entrepierna. Pase los 3 dedos centrales por su vulva y sentí perfectamente sus labios vaginales apretados contra la lycra. Al hacer este gesto, noté como ella se tensaba un poco y emitía un leve gemido que solo yo, por estar tan cerca, pude oir. Esto se debió no porque la pillara de sorpresa, sino porque ella lógicamente también estaba excitada debido al transcurso de la noche, los efectos del alcohol y a la acción de mis manos bajo la manta.
En ese momento, ya no resistí mas y dije " Bueno, qué, nos vamos a dormir que es tarde?, que si no mañana no podemos aprovechar todo el día ". Pablo respondió que tenía razón y finalmente, recogimos un poco y nos fuimos a las casetas. Éstas estaban separadas unos 4 metros, ya que con la excusa de buscar un sitio llano y menos duro, la situé lo más lejos posible de la de ellos, para evitar que oyeran posibles "ruidos" durante la noche.
Ellos entraron en su caseta y mientras Layla y yo nos dirigíamos a la nuestra, puse mi mano en su nalga y comencé a apretarla. Ella giró la cabeza, me sonrió y dijo " No desesperes. Ya veras como la espera tiene su recompensa ", yo respondí " Sí?, pues ya estoy esperando a ver cómo me compensas ". Entonces, se paró, puso una mano en mi cuello y otra sobre mi polla, acariciándola fuera del chándal, empezó a besarme de una forma lenta, pausada, como calentando los labios para acciones posteriores. " Te gusta el aperitivo? ", me preguntó y sin decir nada más, se dispuso a entrar en la caseta agachándose para quitarse las botas, enseñándome su culo y como el pantalón de lycra marcaba sus partes mas intimas por detrás. Yo la miré, cerré los ojos y exclamé " Uffffffffffffffff ", ya no podía más .
Al fin entramos en la caseta, yo detrás de ella y cuando al entrar, como lo primero que encontré fue su culo en mi cara, ni corto ni perezoso, le pegué un pequeño mordisco. Ella, al notar la fuerza de mis dientes en su nalga, dio un pequeño " Ayyyy " y separándose de mi boca, se tumbó boca abajo. Me puse encima de ella y sin dejarla girarse, empecé a besarla el cuello. Como casi siempre, tenía el ese precioso pelo castaño y lacio, recogido en una coleta, por lo que pude besarla por toda la nuca sin ningún problema. Le había agarrado las manos con las mías por encima de su cabeza, y mientras le daba caricias con mis labios, iba moviendo mi cadera lentamente para que sintiera mi excitación en su culo. Tenia su cabeza ladeada hacia la izquierda, con los ojos cerrados y dejando que su cuerpo sintiera completamente las sensaciones que estaba recibiendo. Se le notaba en la sonrisa de su boca y sus pequeños gemidos " mmmmmmmm ", era lo único que acertaba a decir.
Mis labios pasaron a su oreja y mordisquearon el lóbulo hasta oír un tímido gesto de dolor. Le solté las manos y empecé a subirle el jersey y la camiseta por la espalda. A medida que iba descubriéndola, iba besándola lentamente, pasando la mi lengua suavemente por su piel morena para terminar con un dulce beso. Al llegar la ropa a la altura de su cuello, le dije que se girase para quitársela completamente. Layla me obedeció, sentándose y elevando los brazos. Yo estaba de rodillas frente a ella, entre sus piernas y cogiendo la camiseta con mis manos, tiré hacia arriba lentamente. No quería que se trabase la ropa. Intentaba hacerlo como en las películas, quitándolo todo despacito pero de una vez. Lo conseguí y finalmente quedó vestida solamente con el pantalón lila de lycra.
Tenia la piel un poco erizada por el frío y debido a ese mismo motivo y a la excitación, los pezones estaban completamente duros. Al quitarle la ropa, me senté sobre mis rodillas y me quedé mirándola un instante, al tiempo que ella preguntó " ¿Qué? ", " Nada ", respondí yo, " Que eres preciosa " y al terminar de decirle eso, me puse de nuevo sobre mis rodillas, me quite la camisa y mi pecho descubierto quedó a la altura de su cara. Cogí su cara con ambas manos, le eche la cabeza hacia atrás y comencé a besarla. Nuestros labios empezaron a jugar suavemente, mordisqueándose sin cesar. Ella se fue tumbando hacia atrás mientras yo hacia lo propio sobre ella. Ahora eran nuestras lenguas quienes jugaban. Notaba sus pezones erectos clavándose en mi pecho y lógicamente ella notaba mi pene totalmente empalmado sobre su vulva.
Empecé a besarle la barbilla, bajando poco a poco hasta el cuello. Mis manos se habían dirigido hacia sus pechos, acariciándolos levemente y rodeando con mis dedos sus pezones. Seguí bajando lentamente hasta que mi boca se detuvo entre sus tetas. Besaba su contorno, lamiendo con la punta de mi lengua la aureola de sus pezones, para después soplar sobre ellos. Ese contraste, hacía que se pusieran aun más duros. Empecé a mordisquearlos, sin fuerza, solo cogiéndolos con mis dientes. Layla mientras, ponía sus manos sobre mi cabeza e iba moviendo su cadera, apretándose cada vez mas contra mi polla, que ya pedía salir al exterior del chándal.
Después de jugar con sus pezones, mi boca continuó con su recorrido descendente, besando cada tramo de piel que encontraba por su camino, hasta llegar al ombligo donde se detuvo de nuevo. Tras una breve pero intensa pausa en esa zona, seguí bajando hasta dar con el borde del pantalón de lycra. Pasaba mi lengua justo por el borde superior, cosa que ella agradecía soltando mas gemidos cortos de intenso placer.
Pensé en ir bajándole el pantalón poco a poco, para encontrarme con esa cuevita que tanto me gusta, pero lo dejé para más tarde. Quería disfrutar al máximo y, por supuesto, que ella también lo hiciera. Así que continué besando la fina tela y bajando justo hasta sus labios vaginales. Cuando mi lengua llegó, lo primero que recuerdo es la sensación de humedad que invadió mi boca. Yo estaba completamente excitado, pero Layla no era menos. Empecé a lamer esos tiernos labios, pero la lycra me dificultaba a veces la tarea. Entonces le dije " Súbete la lycra ". Ella se me quedó mirando, sin saber muy bien a que me refería. Como no hizo nada, le repetí " Venga, súbete el pantalón ". Soltó la manta que tenía agarrada fuertemente con sus manos y cogiendo la lycra por sus bordes, a los lados de su cadera, comenzó a estirar aun más la tela. A medida que ella hacia fuerza hacia arriba, el pantalón presionaba aun más su sexo, con lo que sus labios se marcaban descaradamente y dejaban una visión muy excitante y a corta distancia de mi boca.
Sin dejar que terminara de subírselos, mi lengua volvió de nuevo a recorrer esa parte húmeda y cálida a la vez que tanto nos gustan a los hombres. Ahora sí que notaba perfectamente el tacto de su piel sensible bajo la lycra y empecé a lamerle lo mejor que pude el clítoris. Y cada vez le iba humedeciendo más la tela por lo que finalmente se le formó una mancha de humedad en esa parte.
Me incorporé nuevamente y agarré a Layla por la cintura. Le di la vuelta, dejándola de nuevo tumbada boca abajo. Le subí la cadera, por lo que se apoyó en sus antebrazos para mantener el equilibrio. En esta posición, yo de rodillas detrás de ella, pasé mi mano por su sexo y noté claramente lo excitada que estaba. Quería penetrarla, pero analmente
Me cambié de posición y sentándome detrás de ella, poniendo mis piernas estiradas debajo de su cuerpo y dejando su culo frente de mi cara. Mis manos empezaron a bajarle la lycra y poco a poco su piel fue apareciendo ante mis ojos, justo hasta el lunar que me trae por la calle de la amargura ..del placer. Está en su nalga derecha, es redondito y con un color natural. Cuando se pone un bikini, queda justo por debajo de la tela, lo que hace que su culo parezca mucho más bonito y exótico.
Dejé a la vista el lunar e inicié el contacto con su ano. Besaba sus nalgas, dándole pequeños mordiscos que ella aceptaba de buen grado. Me humedecí el dedo índice cargándolo de saliva. La misma que iba a usar para facilitar la entrada por la "puerta de atrás". Mi dedo estuvo jugando un rato alrededor de su ano, mientras yo seguía besándole las nalgas. Poco a poco fui acercando mi dedo a su esfínter e iba trabajándolo lentamente, ya que al cuando la penetrara no quería provocarle ningún desgarro.
Layla me había contado, en otras ocasiones, que con su novio David practicaban de forma habitual la penetración anal, pero yo se que ésta siempre tiene que ser suavemente, nunca de forma brusca, ya que pueden producirse desgarros y de hecho David, por impaciencia o ganas o lo que sea, ya se los había provocado en un par de ocasiones. Mi intención con ella era que disfrutase plenamente, no hacerle daño en absoluto.
Así, fui introduciendo poco a poco el dedo en su culo, dejándolo introducido un rato, para que se adaptara a la situación. No me costó tampoco tanto trabajo, debido a la excitación de Layla. Continué un rato más, penetrándola con otro dedo, hasta que creí conveniente empezar con algo más serio.
Después preparar el terreno, le quité completamente la lycra, haciendo ella lo propio después con mi chándal y ropa interior. Me tumbé boca arriba y Layla se puso encima mía, acercando su sexo hacia mi boca, al tiempo que ella empezó a chuparme la polla y ponerla dura de nuevo para la penetración.
Comenzó haciéndome una pequeña paja, para más tarde meterse todo mi flácido pene en la boca, mamando y estirándolo como si de un chicle se tratara. No tardé mucho en reaccionar y noté como mi miembro fue creciendo dentro de su boca, con lo que empezó a acariciarme los huevos y también a chuparlos. Mientras, yo jugaba con mi lengua en su clítoris, aunque debido al "trabajito" oral que Layla me estaba haciendo, la verdad es que me costaba concentrarme en otra cosa. Ella iba pasando la lengua por la longitud de mi pene y al llegar a la punta, rodeaba el glande con sus labios y lo succionaba, realizando movimientos rápidos con su lengua en círculos, metiéndosela finalmente lo más que podía en su boca. Estuvimos en la conocida postura del 69 un buen rato, ya que ninguno de los dos quería dejar de dar y recibir placer al mismo tiempo.
Finalmente, Layla se separo de mí, colocándonos en la posición inicial, es decir, ella tumbada boca abajo, con las piernas semiabiertas, y yo de rodillas, pajeándome para no perder la erección y empezar a penetrarla.
Giró la cabeza, me miró a los ojos primero y a la polla después y dijo " Venga, reclama tu recompensa " y volvió a sonreír con esos labios que me tienen a su merced. Yo también sonreí, me incliné hacia delante y me coloqué encima de ella, dejando la punta de mi pene justo en la entrada de su culo. Le di un beso en el hombro y le dije " Con todo el derecho del mundo, reclamo este premio " y acto seguido la penetré lentamente, sintiendo como iba abriéndole su pequeño agujero y notando como mi pene se sentía presionado en su interior. Ella cerró los ojos y bajó la cabeza. Soltó un pequeño gemido de dolor, pero enseguida soltó otro que era de puro placer. A ella le gustaba el anal y lo demostraba
Poco a poco fui follándola mas rápido. Apoyé mis manos al lado de su cabeza y todo el peso de mi cuerpo, servía de impulso para penetrarla. Besaba su hombro y dándole a veces ligeros mordiscos. Acerqué mi boca a su oído para que sintiera mi aliento caliente y los gemidos de placer que yo también emitía. " Mmmmmmmm, así, así, sigue así ", decía Layla con la voz jadeante.
Estuvimos follando así un rato, cambiando de posición unas cuantas veces y penetrándola vaginalmente también y, finalmente, la ultima posición fue la del misionero. Me gusta acabar así y a ella también ya que podemos mirarnos directamente a los ojos, besándonos estando a punto de acabar. Ella tenía las piernas cruzadas por detrás de mí, apoyadas en mi cadera y cuando estaba a punto de correrme le dije " Aquí voy mi amor ". No se porqué le dije eso, simplemente me salió así. Pero tanto ella como yo nos sorprendimos de la frase (repito que nunca me había declarado). Al oír esto, ella me acercó con sus manos y me beso tiernamente, justo en el momento en que me corría en su interior.
Y no, no habíamos usado preservativo, pero no importaba, ya que Layla desde los 17 años toma la píldora. Les recuerdo que ella ha estado con su novio David desde los 15 años.
Finalmente, descansé sobre ella, extasiados, sudorosos y jadeantes. Le besé la mejilla y le dije " Gracias ", y me puse a su lado, abrazándola y besándole la frente. Ella no dijo nada. Solamente me miraba, me acariciaba el pecho con su mano y me besaba tiernamente en los labios.
Finalmente respondió " No me des las gracias. Yo también he disfrutado mucho. Ha sido cosa de los dos ". " Ya lo se. Pero me apetecía darte las gracias .por ser como eres ", volví a decir yo. Y la besé en los labios, mientras la apretaba contra mí queriendo sentirla lo mas cerca que fuera posible.
Me tumbé boca arriba y ella se acercó a mi, puso su cabeza sobre mi brazo izquierdo y nos quedamos dormidos así, abrazados .
No se cuánto tiempo después, me despertó una musiquilla, aunque no sabía muy bien ni lo que era ni de donde provenía .descubrí después que se trataba del móvil de Layla. Ella seguía dormida, ahora acurrucada de espaldas a mí. Me incorporé como pude para alcanzar el teléfono y mirar que era Huascar. Eran las 9 de la mañana . Acababan de llegar al punto donde supuestamente tenia que ir a recogerlos, a unos 15 kilometros carretera abajo. " Vale, ahora voy ", fueron mis ultimas palabras antes de colgar.
Al volverme, Layla me estaba mirando con los ojos medio abiertos, con una sonrisa de felicidad y con su pelo lacio que estaba ahora revuelto por lo ocurrido durante la noche. " Quien era? ", preguntó. " Huascar, que acaban de llegar ", respondí. " Joooooooooooooo, yo quiero dormir mas ", rechistó ella, cruzando los brazos en señal de impotencia y de cansancio. " Duerme tu tranquila lo que quieras, que yo me encargo ", le dije, mientras le acariciaba la mejilla y la besaba en la frente. Me vestí tranquilamente mientras ella se recostaba de nuevo. " Y no me das un beso de buenas noches?? ", preguntó ella poniendo cara de niña buena, pero con pícara sonrisa " Claro, los que quieras ", y la besé nuevamente, esta vez en los labios, acariciándole la cara. " Me voy y vístete, no vaya a ser que se encuentren un regalo que no se merecen ", le dije, guiñándole un ojo y sonriéndole. Ella se empezó a reír, buscó en su mochila y se puso una camiseta de tirantes blancas " Así estoy presentable?? ", preguntó y se volvió a reír, mientras yo abría la cremallera de la caseta.
Hacía un día espléndido, aunque algo frío. Me dirigí hacia mi furgoneta, la puse en marcha y estuve 10 minutos esperando a que se calentara, ya que es un coche mas o menos viejo y es recomendable que caliente bien. Aparte, hacía tiempo para que Layla pudiera descansar un poco más. Fui conduciendo lentamente durante todo el trayecto para hacer aun más tiempo. Tardé una media hora en llegar a Cruz de Tejeda, el punto donde habíamos quedado. Saludé a los chicos, se montaron y volví a conducir un poco mas rápido, ya de vuelta.
Cuando llegamos, aun no se habían levantado ninguno de los tres, ni Pablo ni Jonny ni Layla. Huascar preguntó, por supuesto, que donde estaba ella. Le dije que en mi caseta, pero que no entrara, que aún estaba dormida. Puso una cara de cabreo al oír mis palabras, pero no dijo nada más y nos alejamos un poco para poder hablar sin despertar a nadie. Ahora, el que estaba celoso era Huascar y se le notaba bastante. Empezaron a preguntar que tal habíamos pasado el día anterior, a donde habíamos ido, que habíamos hecho .cosas típicas.
Una media hora después de estar charlando, vimos como salían Pablo y Jonny y se acercaban a saludar a los dos recién llegados. Seguimos hablando y decidimos esperar a que Layla se despertara para empezar a desayunar. No tardó mucho, ya que al cabo de unos 15 minutos, asomaba su linda cara por la entrada de la caseta. Rápidamente, Huascar se acercó para saludarla con un par de besos en las mejillas y después la saludó Inti.
Mientras desayunábamos, Huascar solamente hablaba con ella, preguntándole lo mismo que a mí, que habíamos hecho, y esas cosas. Tras el confortable desayuno, decidimos realizar un nuevo pateo, esta vez mas largo, hacia una nueva zona.
Para no perder tiempo, nos pusimos en marcha y comenzamos a caminar. Ibamos todos juntos, salvo la nueva "parejita" que iban mas retrasados y hablando todo el rato. El sendero se llama "Camino de la plata", un camino rural utilizado por los antiguos pobladores canarios para transportar madera hacia la costa. El camino original dura unas 8 10 horas, según el ritmo que se lleve, por eso nosotros sólo hicimos una parte, de unas 3 horas de duración total (ida y vuelta).
Ya de regreso hacia las casetas, llegamos sobre las dos de la tarde, hora perfecta para comer. Nos pusimos manos a la obra y en una media hora ya estábamos todos con el tenedor en la mano.
El tiempo había empeorado rápidamente. Ya llegando de la caminata, el frío había hecho acto de presencia e iba aumentando su intensidad. Además, la niebla volvió a aparecer, con lo que la humedad se dejaba sentir al contacto con la ropa. Aquí es lo que solemos llamar la "lluvia horizontal", debido al grado de humedad relativa tan alto que existe en estas maravillosas islas.
Después de comer, decidimos entrar en la caseta de Pablo, que aunque no era muy grande, si lo suficiente como para estar todos juntos sentados. Empezamos de nuevo otras conversaciones, sobre todo de política, ya que Huascar es de ideología comunista y yo para cabrearlo, empecé a meterme con los partidos políticos de izquierda .sin más intención que el verlo alterar (tenía en mente las palabras que Layla me había dicho sobre él, el día anterior).
Tras un rato de intenso debate en el que ninguno de los dos llegamos a un acuerdo, ni tampoco nadie que participo en nuestra conversación (obviamente, existían 2 o 3 conversaciones distintas dentro de la caseta), dije que me iba a echar una siesta a mi caseta, que estaba cansado porque no había pasado buena noche (mirando con cara pícara a mi "compañera" mientras pronunciaba estas palabras) y que de paso me iba a cambiar de ropa, ya que la tenia más o menos mojada y era la que use en la caminata.
Entré en mi caseta, cerré la cremallera, me cambié de ropa y me acurruqué en las mantas para no pasar frío. No pasaron ni dos minutos, cuando siento que alguien abre de nuevo la cremallera. Me incorporo y veo a Layla entrar rápidamente, para no pasar tanto frío. " Que pasa, no quieres estar en la otra caseta hablando?? ", le pregunté. " Si, pero quiero cambiarme de ropa también y además ..prefiero estar contigo ", me dijo. " Mejor para mi ", volví a decir, mientras le sonreía.
Layla empezó a desnudarse y a vestirse con otra ropa. Se puso una camiseta de tirantes, de color rosa, sin sujetador. Unas bragas rojas pequeñas, pero no tipo tanga, un pantalón corto amplio de color gris y por supuesto un buen par de calcetines blancos. Cuando terminó de vestirse, me miró y dijo " Hazme sitio ", al tiempo que levantaba una parte de la manta, para tumbarse junto a mí. Cuando se colocó, saco de su mochila un libro que le había devuelto Huascar y que trataba sobre el poder de la mente y no se qué sobre las posibilidades de uno mismo o algo así. Dijo que el libro era muy bueno y que le gustaría leerme algunos capítulos, para ver si me gustaba. " De acuerdo, lee lo que quieras ", le dije.
Comenzó a leer, mientras estaba tumbada boca arriba. Yo, que estaba al lado, estaba apoyado sobre mi brazo izquierdo, de perfil, mirando y escuchándola mientras leía. La verdad es que el libro si parecía interesante, pero en ese momento, la dulce voz de Layla leyendo sólo para mi, aparte de su preciosa cara mirando con detenimiento las letras del libro, volvieron a ejercer sobre mi el poder de atracción que siempre han tenido desde que la conozco. Además, la situación de estar allí los dos solos, con los cuerpos juntándose y buscando calor mutuo, con el recuerdo de una noche maravillosa aún cercana en mi memoria, hicieron que mi excitación volviera a reavivarse.
Mientras ella continuaba leyendo, yo mesaba tu pelo suavemente, dejando que cada mechón se deslizase entre mis dedos, al tiempo que mis ojos no apartaban la vista de sus delgados labios, deseando volver a sentirlos junto a los míos y escuchando atentamente cada palabra que Layla soltaba por esa boca, anhelada ser oída por alguien interesado en el tema en cuestión.
De vez en cuando, ella comentaba su punto de vista sobre lo que acababa de leer y preguntaba mi opinión, siendo por supuesto, contraria a lo que ella decía, para tener oportunidad de seguir discutiendo el asunto y deseando que el tiempo no pasase de ese instante. Esta era una de las cosas que mas me gustaban de ella. La capacidad de elocuencia y conversación que tenía. Podíamos, bueno, y podemos, hablar horas y horas sobre cualquier tema, ya que en muchas ocasiones ella es de una opinión y yo casualmente defiendo la contraria. Estoy de acuerdo en ese famoso dicho que reza que "los polos opuestos se atraen".
Layla cada vez leía de una manera mas sensual, con un todo de voz que me dejaba ensimismado al escucharla y al mirarme, notaba como sus ojos querían decirme otras palabras que en esos momentos sus labios no dejaban escapar. En un momento determinado, ya no aguanté más y mientras ella estaba leyendo otro párrafo, aparté el libro de sus ojos, le giré la cara con mi mano y la besé. Ella, nada sorprendida por este hecho, respondió acomodando su cuerpo para recibir más fácilmente caricias de mi parte, caricias que no tardaron en producirse ya que inmediatamente, coloqué mi mano en su vientre y comencé a acariciarlo suavemente, pasando después a su pecho, acariciando sus tetas sobre la minúscula camiseta de tirantes que se había colocado un rato antes.
Noté como sus pezones se volvieron a erizar debido a la excitación, al igual que en mi pene también empezó a fluir mayor cantidad de sangre en su interior para aumentar su volumen. Layla deslizó una mano hacia ese bulto oculto por las mantas y comenzó a tocarme la polla, deseando que no tardara mucho en adquirir el tamaño apropiado. Yo me incorporé un poco, y me apoyé ahora sobre mi codo, con lo que podía besarla de una forma mas cómoda para ambos, al tiempo que mi mano se introdujo bajo su camiseta y empezó a ir subiéndola lo mas rápidamente posible, para poder dejar al descubierto los ya duros pezones, que mi boca empezaban a anhelar.
Tras un breve instante, pude lograr mi objetivo y mis labios empezaron a succionar esos pequeños montes que tan ansiosamente buscaban mis manos tiempo atrás. Layla por su parte, introdujo su mano en mi pantalón y ya directamente, me estaba haciendo una paja, subiendo y bajando su mano con rapidez para conseguir darme mayor placer. La mano con la que subí su camiseta, bajó apresuradamente hacia su corto pantalón y con la misma alegría, empecé a rozar mis dedos sobre su sexo por encima del pantalón.
No tarde más de 30 segundos en cambiar la ubicación de mi mano, esta vez, en el interior del pantalón y bajo sus rojas bragas, no sin antes haber humedecido mis dedos en mi boca. Le acariciaba el clítoris, haciendo círculos con mi dedo índice, mientras nos besábamos, ya de una forma mucho mas apasionada, juntando nuestras lenguas en el interior de una u otra boca. Mi excitación me llevó al punto de introducirle el dedo corazón en su ardiente vagina, cosa que ella agradeció por medio de un ligero gemido.
De pronto, sentimos que la cremallera de la caseta se abría de nuevo, haciendo instintivamente que nuestros cuerpos se separasen, dándome tiempo a bajarle la camiseta y a ella tiempo para darse la vuelta, volver a darme la espalda y coger el libro como si estuviera leyendo. " Que estáis haciendo?? ", sonó la voz de Huascar asomando la cabeza por la entrada. " Nada especial, le estoy leyendo a Juan el libro que te presté ", respondió rápidamente Layla con inteligencia.
" Ah, vale. Es que tenía frío y estaba incómodo allí y esta caseta parece más confortable ", dijo Huascar. Así que ni corto ni perezoso, se tumbó la lado de Layla, aunque separado medio metro y se tapó con las mantas que nos sobraban. Dijo que estaba cansado y que quería dormir un rato, porque ayer había trabajado hasta tarde en El Corte Ingles, ya que aparte de estudiar conmigo, trabajaba de vez en cuando. Yo me quedé asombrado con la jeta de algunos, pero bueno, así son las cosas. Menos mal que se puso de espaldas a nosotros, porque desde luego yo iba a seguir con la "fiesta" que tenía entre manos (y nunca mejor dicho), estuviese él o no.
Así que mientras Layla empezaba a leer de nuevo en voz baja (para no molestar a Huascar), yo volví a meter mi mano bajo el pantalón de Layla. Esta vez, ella si se quedó sorprendida por mi actitud porque aunque no nos viese, solamente estaba a medio metro de distancia y quizás podía escuchar algo. Así que ella con su otra mano (tenía en la izquierda el libro), intentó quitar la mía, pero yo me resistí y le hice un pequeño " Shhhhhhhh ", como queriendo decir que estuviese tranquila.
Empecé de nuevo a frotar mis dedos contra su sexo, aún húmedo aunque la interrupción nos había cortado todo el rollo. Tenía que empezar desde el principio a excitarla. Mientras mi mano hacía el trabajo por abajo, mis labios comenzaron el trabajo superior, dando suaves y silenciosos besos por su cuello. Estas caricias hicieron que la voz de Layla sonara entrecortada, con lo que comprendí que mis gestos estaban surtiendo el efecto por mí deseado.
Seguí con el mismo ritmo de masturbación de mi mano, a la vez que mi boca acometía nuevos objetivos, esta vez, el lóbulo de la oreja, a la que mordisqueaba sigilosamente. De vez en cuando, levantaba la vista para observar que Huascar no se hubiera movido un ápice de su posición.
Una vez noté como Layla respiraba mas apresuradamente, volví a meter mi mano bajo su pantalón, por debajo también de sus bragas e inicié nuevamente el movimiento que tanto deseaba ella. Las caricias de mis labios sobre su cuello, se tornaban ahora en cálidos besos, humedeciendo su nuca o la parte posterior de su oreja con la punta de mi lengua, para posteriormente soplar delicadamente y hacer que la sensación de diferencia térmica generara en ella mayor excitación.
Conseguido el propósito, humedecí nuevamente mi dedo corazón para comenzar a penetrarla. Layla al notar mi intención y presa del profundo placer me facilitó la labor colocando su pierna derecha sobre las mías y posibilitando un mejor acceso de mi mano, ya que sus labios mayores se abrían al separar sus piernas. Mi dedo fue introduciéndose lentamente en su vagina, no sin antes haber estimulado el clítoris para conseguir un mayor grado de lubricación. El ritmo de penetración fue inicialmente lento, para evitar posibles ruidos que pudieran alertar a Huascar de que algo raro ocurría bajo las mantas.
Posteriormente, fui aumentando dicho ritmo para después humedecer un segundo dedo (el índice), y realizar la misma operación anterior. Layla cada vez leía con una voz más tenue y plausible. Era casi imposible entender lo que decía. Al darme cuenta y para evitar sospechas, empecé a leer lo que mis ojos acertaban a ver del libro, ya que entre mis atareadas manos y el meneo de Layla, el libro no se sujetaba firmemente.
Al aumentar el ritmo de mis dedos, ella bajó de nuevo su mano derecha para apretarme la muñeca, indicando que estaba a punto de alcanzar el clímax. Yo insistí en ese ritmo un poco más, hasta que ella cambió de posición y se tumbó boca arriba completamente. Sus ojos se encontraron con los míos y pude entender un estado de excitación máxima, con lo que me indicaba que deseaba que continuase masturbándola. Ella apretaba sus dientes y sus labios, ya que en la situación en la que estábamos, no podía emitir ningún gemido de placer por bajito que fuese.
Al cambiar de postura, ya no pude leer más, ya que el libro se encontraba boca abajo, apretado contra el pecho de ella. Por eso, aproveché ese instante, para humedecerme el tercer dedo (el anular) y susurrarle al oído " Quiero que te corras ", aprovechando también la posición de mis labios para morderle de nuevo el lóbulo de la oreja. Dicho y hecho, empecé a penetrarla nuevamente, esta vez con los tres dedos, estimulándole previamente el clítoris y al principio, igual que en ocasiones anteriores, despacio para evitar posible sobresaltos.
Ella cerró los ojos, se llevó el libro a la boca, y lo mordió de una manera que casi arranca el trozo de papel que tenía en la boca. Elevó la cadera debido a la excitación y se abandono completamente a mi antojo. Ya todo le daba igual y sus ojos lujuriosos así lo expresaban al mirarme de nuevo profundamente, salvo por el pequeño detalle de evitar soltar ningún ruido que pudiese delatar nuestra íntima relación.
No tardé más de un minuto en tener los tres dedos chorreando de sus flujos vaginales, ya que incrementé el ritmo de masturbación debido a que ella no podía leer por razones obvias y yo tampoco ya que estaba concentrado en proporcionarle el mayor placer posible y ese silencio resultaba sospechoso para Huascar que podía girarse en cualquier momento y pillarnos in fraganti.
Al tiempo que ella me mojaba los dedos con sus fluidos, no pudo resistirse mas y soltó un leve gemido, que por supuesto llego a oídos de nuestro "vecino" que se apresuró a girarse y preguntarle a Layla que pasaba. " Nada, que le he dado un golpe con la rodilla ", respondí yo, mientras interponía el libro entre la mirada de Huascar y la cara de Layla, para que no se diese cuenta del estado de excitación en el que se encontraba. Creo que no se dio cuenta que la mano que sujetaba el libro era la misma que instantes antes había hecho gozar tanto a la chica que se encontraba entre nosotros y que por supuesto aún mostraban restos de los fluidos vaginales de ella.
" Es que como no escuchaba nada, pensé que se quedaron dormidos ", volvió a insistir él. " No, es que estábamos leyendo para nosotros mismos, para no molestarte ", le volví a responder. Se giró de nuevo, contrariado por no habernos pillado (aunque sospechaba y con razón) y se tumbó de nuevo a seguir "durmiendo".
Mientras, Layla estaba temblando, nerviosa, no porque tuviera miedo de ser pillada, sino porque acababa de tener el mejor orgasmo que yo le recuerdo. Se giró hacia mí, y apoyó su cabeza contra mi pecho, al tiempo que trataba de calmar su respiración. Yo la bese suavemente en la frente y la abracé fuertemente con mi brazo.
Digo que creo que fue el mejor orgasmo, porque aunque ya la había masturbado otras veces, nunca la había visto tan excitada, ni se había corrido de esa forma, ni tenia esa mirada de placer infinito en sus ojos. Se perfectamente, que es difícil que una mujer alcance el orgasmo solamente con el coito, desde luego, puede suceder y de hecho sucede, pero no tan a menudo. Pero con la masturbación, es bastante más fácil que llegue al clímax. La verdad es que no se exactamente la razón, pero he podido comprobar que es bastante acertado ese comportamiento.
Tras una media hora de relajación, en la que Layla volvió a su estado normal, avisé que me tenía que ir, antes de que anocheciera del todo, como advertí antes de venir. Así, mientras terminé de recoger mis cosas y fui llevándolas al furgón, ellos también empezaron a recoger para no dejarlo todo a última hora.
Después de despedirme de todos, Layla me acompañó hasta el coche y una vez allí, le pregunté si se encontraba bien, después de lo acontecido en la caseta. " Mejor que nunca ", me respondió, acercándose a mí y besándome en los labios mientras una mano se apoyaba en mi hombro y la otra me acariciaba el pecho. Nos despedimos y quedamos en vernos en otra ocasión en que la pudiéramos coincidir.
Por la noche, ya una vez en mi casa, recibí un mensaje que decía " Gracias x este fin de semana tan maravilloso. Nunca lo olvidaré. Te quiero ".
A pesar de esa última frase, que de verdad me impactó emocionalmente, ya que nunca antes se había expresado de ese modo, ese mensaje fue lo último que supe de ella, salvo que regresó con su novio David y ahora están viviendo juntos en casa de él. Cosas de la vida. Aunque desde luego, se que más tarde o más temprano vamos a tener la oportunidad de protagonizar otro encuentro íntimo