Mi triste destino
La necesidad de sentirme querida me llevó a introducirme en un mundo sórdido y lleno de perversiones.
Me habían diagnosticado Trastorno de la Personalidad por Dependencia. Al fin lo que me sucedía tenía un nombre pero no me solucionaron nada sobre como podía curarme. Probablemente tendría que convivir toda mi vida con ello y aprender a controlarlo para que no me arrastrase a situaciones demasiado comprometidas. Busque información sobre este tema y en alguna revista leí: “Puede llegar a hacer cosas que le resultan desagradables para agradar a los demás y obtener su apoyo y cariño”. Eso explicaría mi actitud sumisa ante mi vida sexual pero no me solucionaba el problema que me creaba. Yo no era consciente de tener ese problema, me refiero a la necesidad de agradar a los demás, solo sé que no puedo evitar acceder a tener relaciones que por un lado me asustan y por otro me excitan enormemente, creándome una confusión tal que solo puedo superarla abandonándome a la situación y dejando que sea otro quien controle y decida mis actos.
Todo empezó hace muchos años, cuando conocí a un hombre al que le gustaba dominar sexualmente a las mujeres y al que no pude sustraerme a sus deseos. Con el paso del tiempo nuestra relación alcanzó un punto de no retorno en el que él dominaba completamente mi vida sexual. Podría haberlo hecho con cualquier otro aspecto de mi vida pero no estaba interesado más que en controlar mi sexualidad. Yo le quería, eso es cierto, aunque no estaba colgada de él como lo había estado de otros, pero por alguna razón me proporcionaba una protección y una seguridad que necesitaba para que mi vida tuviese sentido y equilibrio y eso me obligaba a complacerle continuamente para mantenerlo a mi lado.
Empezó por separarme de mis amigas y a quererme únicamente para él. Pasaba los fines de semana en su casa donde ponía en práctica toda su extensa guía de sometimiento. Jugaba con mi voluntad a su antojo y me tenía a su completa disposición en todo momento. Era una relación complicada para mi, pues en un principio no me sentía cómoda con todo lo que me pedía, pero por un lado no quería contrariarle, eso me hacía sentirme culpable y por otro sabía que cuando alcanzaba el grado de excitación necesario me transformaba completamente y disfrutaba como una loca de la sensación de sentirme usada. Cuando llegaba a su casa lo primero que tenía que hacer era pasar al baño donde me tenía preparado un kit de depilación para que me rasurase totalmente el pubis y pudiese contemplarme con detalle sin impedimento alguno. Otras veces me hacía poner una braguitas que me había comprado que tenían dos pequeños consoladores fijos en su interior, que al ponérmelas se insertaban perfectamente en mi vagina y ano y que debía llevarlas el tiempo que él dispusiese, o incluso salir a la calle con ellas puestas. En cualquier momento podía disponer libremente de mí, como mejor gustase y por donde le apeteciese, teniendo que complacerle hasta en el más mínimo detalle. Aprendí a hacer cosas que por voluntad propia nunca hubiese experimentado pero que con él no había más elección que realizarlas y además no de cualquier manera ya que además me exigía máximo esfuerzo y voluntad ya que consideraba que si algo no lo hacía como él quería era porque no ponía todo el interés por complacerle. Yo vivía esa experiencia como algo muy personal y no podía ni imaginar que más allá de la puerta de su casa existía un mundo semejante al mío al que iba a tener que enfrentarme sin tardar mucho y para lo cual estaba recibiendo este adiestramiento, del cual ni siquiera era consciente. Había aprendido a cumplir perfectamente con mi rol de sumisa hasta el punto de necesitar experimentar esa sensación como si de una droga se tratase.
El nivel de exigencia cada vez iba aumentando, de forma progresiva pero lenta, asegurándose antes de obligarme a dar otro paso que había asimilado adecuadamente el anterior nivel.
Hasta ese momento todo lo que había hecho había sido exclusivamente para él pero a partir de entonces iba a descubrir que una sumisa no lo es únicamente de su amo, una sumisa lo es en si misma y esa condición debería estar presente en todo momento, incluso ante desconocidos si así se me solicitaba. Y no tardaría mucho en comprobarlo.
Aquel día llegué a su casa temprano, tal y como él me había dicho. Me abrió la puerta, le di un beso y pasé inmediatamente al baño para prepararme adecuadamente. Cuando salí del baño y fui a la sala de estar me quedé absolutamente cortada, sentado en un sillón había un hombre al cual yo no conocía de nada. Hice un gesto para cubrir mi desnudez pero Adrián, que así se llamaba mi novio, me indicó claramente que no me cubriese. Luego se dirigió al extraño.
- Esta es la chica de la que te he hablado. Como podrás comprobar está bien enseñada y hace todo lo que se le manda.
- Es bonita, has sabido escoger una buena sumisa. Te felicito.
Yo no entendía bien a que venía todo esto. Lo que era evidente es que me estaba mostrando ya que tuve que pasearme y adoptar algunas poses para que pudiese ser perfectamente contemplada por su invitado, pero mucho me temía que esa inesperada visita no venía solo para verme.
- Escúchame con atención –dijo Adrián - hoy vas a tener que demostrar todo lo que has aprendido y vas a hacerlo sin ningún tipo de titubeos. Te he enseñado muchas cosas y tú has sabido satisfacer correctamente mi voluntad hasta el momento, Ahora también debes hacerlo. Ten muy en cuenta que a quien se somete a examen no es a ti, es a mí, a mi manera de enseñar y de dominar tu voluntad, por lo que mi prestigio depende de cómo respondas hoy. Este caballero es mi invitado y te he cedido a él para que te use a su antojo. Deberás dirigirte a él en todo momento llamándole amo. Esta es mi voluntad y también la tuya.
Y dicho esto se retiró al fondo de la sala de estar como un mero espectador.
Estaba asustada, no había sido advertida y no me había preparado para este momento. Tampoco sabía que era lo que aquel hombre iba a querer de mí. ¿Por qué mi novio iba a querer que un desconocido me usase a su antojo?.Todas aquellas dudas me generaban un estado de incertidumbre y miedo al que no sabía como enfrentarme y mi nerviosismo resultaba muy evidente. Dudé incluso de que se tratase de una broma de mal gusto y no sabía sinceramente lo que debía hacer. En medio de ese mar de dudas el invitado se dirigió a mí.
- ¿Has comprendido quien soy yo hoy para ti?
Dudé que hacer pero opté por seguirle el juego a ver que pasaba
- Si –contesté-
- Si amo. –me corrigió-
- Si amo – repetí-
- Bien, perfecto entonces. Me has sido cedida y ahora mi voluntad es tu voluntad y tengo el derecho al uso de tu cuerpo como más me complazca. ¿Esto también lo entiendes?
Aquello no tenia pinta de broma, parecía que hablaba muy en serio y la sola idea que un desconocido me usase sexualmente a su antojo me aterraba. Busqué con la mirada a Adrián esperando que me sacase del apuro y lo único que hallé fue un gesto de asentimiento. Por lo visto iba en serio. Vacilé, no sabía que hacer. El extraño volvió a preguntar
- ¿Entiendes las condiciones?
Me sentía pura mercancía pero por más que miraba a mi novio solo encontraba gestos de aprobación a la propuesta. Me armé de valor y respondí,
- Si amo, entiendo las condiciones
- Bien. Toma esto y colócatelo en el cuello –y me dio un collar de cuero negro con una inscripción grabada que no alcancé a leer- Ahora ya llevas la marca de mi propiedad. Me perteneces.
Y seguidamente se bajó los pantalones y los calzoncillos y me indicó que me arrodillase frente a él. Entendía que quería que se la chupase y busqué nuevamente con la mirada a mi novio, quien nuevamente asintió con la cabeza. No se porque lo hice, pero accedí a su juego. Me arrodille y busqué con mi boca su miembro semi erecto. Cuando estaba a punto de introducírmelo cogió mi cabeza y empujo hacia abajo. Supuse entonces que lo que quería era que lamiese sus testículos y cuando saqué la lengua otro empujón me llevó a contactar con su zona del perineo. En ese momento acomodó su postura sacando el culo más afuera y levantando sus piernas para colocar su ano a la altura de mi boca. Estaba claro lo que quería. Afortunadamente tenía esa zona adecuadamente limpia. Extendí la lengua y lamí suavemente su contorno anal con lentos movimientos circulares. Mientras lo hacía sentía como él abría su esfínter invitándome a proporcionarle caricias más profundas. Le introduje la punta de la lengua en leves y repetitivos empujones simulando una penetración. Mientras lo hacía, tomó mi mano y la llevo hasta su pene para que le masturbase al mismo tiempo. Cuando estuvo a punto de correrse levantó mi cabeza hasta su polla y me la metió en la boca sin contemplaciones. Yo no hacía nada, era él quien me follaba la boca una y otra vez sujetándome la cabeza con ambas manos. Su respiración se hacía cada vez más fatigosa y la velocidad con la que se movía era también más rápida. Enseguida lanzó unos gemidos más profundos y sonoros y sentí como manaba un fluido cálido y viscoso que a borbotones iba llenándome la boca mientras continuaba entrando y saliendo acompasando sus corridas. No sabía si tragármelo o no, temía hacer algo que le contrariase, no le conocía y no conocía sus gustos, así que opté por mantenerlo en mi boca hasta que terminase su orgasmo. Cuando finalmente la sacó me preguntó,
- ¿No te lo has tragado?
- No –le respondí con la cabeza-
- Enséñamelo
Abrí la boca mostrándole la abundante cantidad de semen que me había depositado y que todavía mantenía bajo la lengua.
- Maravilloso. Pero ahora debes tragártelo. Es mi regalo para ti.
Y obedeciendo sus órdenes tragué todo el semen inmediatamente, hasta la última gota, relamiéndome después y abriendo nuevamente la boca para que viese que ya no quedaba nada.
- Buena chica. Una fantástica mamada. Y ahora límpiame bien la polla para que no quede ni rastro de la corrida y la pueda recoger limpia y reluciente.
Mire su pene ya en estado de flacidez y vi como todavía salía de su prepucio una gota del semen retenido en su conducto. Me lo introduje en la boca y succioné para extraerle toda la leche que le pudiese quedar al tiempo que con mi mano exprimía su pene desde la base para ayudar a sacar lo que le quedase en el interior. Lamí y relamí su polla hasta que tuve la certeza de que ya no quedaba ni rastro de su abundante corrida. Con un largo lametón desde la base hasta la punta di por finalizada la faena.
Dirigiéndose a mi hombre mientras se subía los pantalones, el invitado dijo
- Excelente sumisa. Veo que conoce el valor que tiene una gota de semen y sabe lo que debe hacer para que ni una sola se desperdicie.
Y dirigiéndose a mí continuó,
- La leche de tu amo es una parte de tu amo y le debes la misma devoción que a él. Me alegro que entiendas que estos valores son básicos para ser una buena sumisa. Felicito a tu amo por haberlo conseguido.
En ese momento tenia sensaciones contradictorias. Por un lado me sentía bien porque mi chico había superado la prueba y porque yo no le había fallado, pero por otra parte me sentía mal porque se la había chupado a otro hombre y me hacía sentir de alguna manera infiel, aunque también era consciente de que eso era lo él que quería que yo hiciese. Estaba hecha un verdadero lío, así que decidí que lo mejor era no pensar y dejar que las situaciones marcasen el camino a recorrer. Suponía que si algo no le gustaba me lo haría saber para que pudiese cumplir con su voluntad y no cometer errores.
De rodillas en el suelo y apoyada sobre mis talones permanecí un buen rato a la espera de instrucciones. Los hombres se habían levantado y estaban hablando entre ellos, en un tono tan bajito que no podía entender lo que decían. No sabía si aquella prueba ya se había terminado o todavía debía seguir obedeciendo por más tiempo la voluntad del invitado.
Tras unos minutos de charla pareció que llegaban a algún tipo de acuerdo. Mi chico se me acercó y me dijo
- Vístete que nos vamos, y ponte la falda de pasear.
Aquello significaba que no debía llevar ropa interior alguna por lo que supuse que todavía había más sorpresas preparadas para mí.
Al salir a la calle me introdujeron en un coche que estaba aparcado unos metros arriba y que debía ser propiedad del invitado. Ellos se sentaron delante y a mi me pusieron sola detrás. De camino hablaban de presentarme a no se que gente que estaban ansiosos por conocerme. No terminaba de entender la situación, una relación que hasta ayer era completamente privada entre mi chico y yo y restringida a la intimidad de la casa, de repente estaba en boca de otras personas de las que no tenia ni idea de quienes podían ser y a las que por lo visto iba a ser presentada. Quizá todo esto estaba empezando a ir demasiado lejos. Lo que más me dolía es que me estuviese haciendo esto sin haberlo hablado antes, sin siquiera habérmelo insinuado. Ya no estaba segura de nada, tampoco de quien hasta ayer era el faro que iluminaba mi camino y que ahora creía no conocerle. Pronto caí en la cuenta de que todavía llevaba el collar que me marcaba como propiedad del desconocido, lo que aun hizo que me preocupase más por lo que me pudiese ocurrir a partir de este momento. No me atrevía a hablar, solo buscaba insistentemente con la mirada a mi chico esperando alguna palabra que pudiese tranquilizarme, o mejor aun un cambio de opinión y que me llevase de nuevo a su casa, solos él y yo. Pero lamentablemente eso no ocurrió.
El coche se detuvo en una zona industrial. Era festivo y allí no trabajaba nadie. Bajamos del coche y entramos en una de las naves industriales. Unas escaleras subían a lo que parecían ser las oficinas. Por detrás de mí ambos hombres observaban bajo mi falda los movimientos de mi culo mientras subía las escaleras. Llegamos a una sala donde había dos sofás de cuero negro, una mesita de centro, una máquina de café y un dispensador de agua. Al fondo una puerta comunicaba la sala con el resto de las estancias. Me hicieron sentar y esperar. Ellos cruzaron la puerta que cerraron tras de si dejándome sola y asustada.
Estuve tentada de irme, no me gustaba el cariz que estaban tomando las cosas pero necesitaba primero la aprobación de mi chico y por lo que estaba pasando eso no parecía posible ya que todo sucedía con su permiso. ¿Por qué me hacia esto?, ¿ya no me quería?, ¿por qué me entregaba a un desconocido con el que yo no quería tener nada?, ¿por qué me ponía a prueba si ya sabía que siempre haría lo que me pidiese?.
La puerta se abrió y salieron Adrián y su invitado. Se sentaron en el sofá, uno a cada lado y me entregaron un antifaz de esos que se ponen para dormir y que no moleste la luz, para que me lo pusiese. El invitado, mi ocasional amo, me dio las indicaciones
- Ahora ponte de rodillas sobre el sofá y apoya la cabeza sobre el respaldo
Inmediatamente hice lo que se me ordenó. Me di la vuelta y me coloqué de rodillas recostando la cabeza sobre el respaldo del sofá. En esa posición sentí como me levantaban la falda apoyándola sobre la espalda y seguidamente como un frió gel me era extendido por mi vagina y ano. Ya no podía buscar con la mirada a mi hombre y no podía saber si lo que iba a suceder a continuación era de su agrado o no, lo que todavía me causó más inquietud. Mi dueño continuó diciéndome
- Escucha con atención, ahora tú no vas a hacer nada de nada. Vas a permanecer en esta posición hasta que yo te lo ordene y solo vas a dejar que todo suceda, sin más. ¿Lo has entendido?
- Si amo, lo he entendido –respondí resignada-
- Bien. Yo permaneceré a tu lado y solo hablarás cuando se te pregunte. Ahora prepárate para la segunda prueba de hoy.
Aquellas palabras me resultaron inquietantes, ¿la segunda prueba?, ¿es que acaso solo era una más de las que habían preparado para mi?, en ese caso ¿hasta donde pensaban llegar conmigo?. Una rápida reflexión me concluyó en que lo que habían preparado era una serie de pruebas, cada vez más complicadas, hasta ver cual era mi límite de sumisión y esa conclusión me llenó de pánico. Quizá lo mejor fuese abandonar ya mismo y asumir las consecuencias de mi decepcionante comportamiento que ir superando dolorosas pruebas hasta llegar a algún reto para el que verdaderamente no estuviese preparada. Las próximas horas las veía como si estuviese en un potro de tortura en el que cada vez tensan más las cuerdas hasta que no pueda soportar el dolor o mis huesos quiebren. Esa era la descripción mas grafica que podía encontrar para comprender mi estado de ánimo.
Las susurrantes palabras de mi amo me sacaron bruscamente de mis pensamientos
- ¿Con cuántos hombres a la vez has estado hasta ahora?, ¿solo uno?, ¿quizá dos?, ¿o has tenido a tres?. No te preocupes por eso, ahora vas a tener a más de los que ni te habías imaginado, todos exclusivamente para ti, uno detrás de otro o quizá varios a la vez, eso ya lo veremos. Vas a disponer de más pollas que ninguna mujer que conozcas haya tenido nunca y quiero que las uses para correrte. Hazlo varias veces, todas las que puedas. Esto es para que tu lo disfrutes, úsalos a todos para darte placer, deja que te usen para que te lleven al mayor de los disfrutes posible. Compláceme y serás complacida.
Tras esas palabras se oyó como la puerta de aquella sala se abría. Sentí como un grupo de personas que no puede cuantificar, pero que no eran pocos, entraban en la sala. Se empezaron a oír murmullos. Yo no podía ver nada pero ellos podían verme perfectamente expuesta y dispuesta para servirse a su gusto. En ese momento sentí una caricia que recorrió mi mejilla con ternura para después atrapar mi mano con fuerza. Era Adrián, sin duda, quien en ese difícil momento me aportaba el cariño que me faltaba y que me daba las fuerzas necesarias para seguir adelante. En ese momento se disiparon mis dudas, Con él a mi lado yo era capaz de llegar todo lo lejos que me pidiese,
Casi no tuve tiempo de disfrutar de ese instante de ternura, enseguida sentí como alguien se había colocado tras de mi y estaba tratando de metérmela torpemente por el culo. Se le notaba ansioso, probablemente no se había visto en otra como esta y no quería dejar pasar la oportunidad de encularme. Estaba siendo bastante brusco y eso me hizo emitir un pequeño gemido demostrativo de mi incomodidad. Me agarré con fuerza a la mano de mi chico mientras desde el otro lado, mi amo me chistó para que guardase silencio. Cerré los ojos y aguanté como pude la ansiedad de aquel hombre. Afortunadamente se corrió en un momento. No sabía si lo había hecho dentro de mí o se había puesto condón. Eso me preocupaba sobremanera, no sabía quien era esa gente ni que enfermedades podía transmitirme. Inmediatamente otro hombre ocupó su lugar y continuó follándome por el culo, aunque esta vez la dilatación conseguida con la anterior penetración evitó que resultase dolorosa. Este también se corrió dentro de mí. Entonces le susurré muy levemente a mi chico
- ¿Llevan puesto condón?
- ¡Silencio! - Exclamó mi amo -. Te he dicho que no hables si no se te pregunta. Eso es algo que a ti no te importa. Yo soy quien decide si se ponen condón o se corren dentro de ti.
Y tras unos segundos de silencio, continuó
- ¿Confías en tu novio?
- Si amo, absolutamente
- Pues continúa confiando. Cuando la oscuridad no te permite ver, la confianza es la mejor de las luces para iluminar el camino.
Y sentí como Adrián me apretaba la mano con fuerza en señal de conformidad.
Mientras tanto uno tras otro se iban turnando follándome indistintamente por vagina o ano. Ya no sé cuantos llevaba cuando por fin alcancé el primer orgasmo. Había logrado apartar las preocupaciones y me había centrado en disfrutar de la interminable sesión de sexo que me estaban proporcionando. Mientras me corría volví a sentir en mi mejilla la tierna caricia de mi novio. Comprendí que aquel gesto de complacencia significaba que se alegraba de que yo también pudiese disfrutar ese momento.
- Vaya, vaya –susurró mi amo al oído - la zorrita se ha corrido, ¿lo estas pasando bien?, ¿tienes suficientes pollas o te conseguimos unas pocas más?. Por cierto, me impresiona lo grande que te están dejando el culito, claro que con la de tíos que te lo han follando… pero no te preocupes, aun te queda mucho por disfrutar y además está la sorpresa final…
Lo de la sorpresa final sonó preocupante. ¿Qué podía tenerme preparado?, después de tantos hombres que ya me habían follado, no imaginaba nada que pudiese sorprenderme.
Traté de concentrarme para lograr un nuevo orgasmo pero me resultaba dificultoso. Tantas pollas me estaban empezando a escocerme. Cada vez que me sentía penetrar por una nueva, mi gesto denotaba cierto desagrado. Imagino que alguien se percató de la situación porque sentí como un refrescante y abundante chorro de gel lubricante empapaba mis dos orificios. Aquello fue un alivio y la irritación no me fue a más. Menos mal porque todavía tuve que soportar a unos cuantos más desfogarse hasta correrse. Hasta que llegó la sorpresa final.
- Te he guardado lo mejor para el final – dijo mi amo - vas a tener las dos pollas mas grandes de la sesión follándote al mismo tiempo y esta vez sin condón. Te van a llenar de leche los dos agujeritos al mismo tiempo.
Y tomándome de la mano me levantó del sofá.
- Ven aquí y siéntate sobre este semental .
No tardé en sentir como una inmensa verga se introducía lentamente por mi sexo. La sensación al sentirme penetrada por algo tan grueso fue extraña. El roce que sentía era mucho mayor del que había sentido nunca y las sensaciones eran mucho más intensas. A pesar de su tamaño traté de moverme con ligereza sintiendo la presión que ejercía aquella polla dentro de mi cavidad vaginal.
- Ahora vas a recibir por el culo a la reina de las vergas y podrás disfrutar simultáneamente de ambos placeres.
Si aquello era tan grande como lo que ya tenía dentro seguramente no podría entrar a pesar de lo dilatado que me lo habían dejado, pensé. Y pronto comprendí que no me había exagerado. Lo que pugnaba por entrar en mi culo no parecía una polla humana, creí que me lo iba a romper cuando empujó para forzar la resistencia de mi esfínter. El dolor que me producía la penetración era el mayor que había sentido nunca y mis gritos evidenciaron la dificultad para recibirle, pero a pesar de ello continuó dándome cada vez más fuerte y más profundo. Ambas pollas pugnaban por repartirse el reducido espacio en el interior de mi vientre, les sentía tan dentro y me sentía tan ocupada que temía por que me pudiesen dañar. Ya no tenía fuerzas para moverme y eran ellos los que empujaban cada vez más fuerte y rápido entrando y saliendo de mí de forma alternativa. Gracias a que estaba perfectamente lubricada sus pollas se deslizaban fácilmente por ambos orificios y la presión anal que había sentido cuando me la introdujo había remitido al lograr a la fuerza una mayor dilatación. Era la primera vez que me follaban por los dos sitios a la vez y tenía que ser por dos tallas xxl, para que nunca olvidase este momento.
En ese punto me sentía totalmente entregada y rendida a lo que quisieran hacerme y solo podía pensar en que terminarían corriéndose dentro de mi, lo que me preocupaba sobremanera aunque al mismo tiempo sentía la extraña seguridad de que si así lo habían decidido era porque no entrañaba ningún riesgo. Las incómodas sensaciones iniciales se estaban tornando placenteras y mi cuerpo empezaba a reaccionar a los excitantes estímulos que estaba recibiendo. Ellos continuaban infatigables en su buen hacer y yo sentía que en cualquier momento el placer que iba acumulando rompería en un impetuoso orgasmo. Mis gemidos eran inequívocos de aquella situación, lo que les provocaba a ellos para intensificar el ritmo de sus penetraciones. Finalmente no pude más y me corrí de una forma incontrolada, gritando como no lo había hecho nunca antes para descargar toda la excitación acumulada. Aquel momento les liberó de la necesidad de retenerse y casi al unísono se corrieron ambos dentro de mí, entregándome dos potentes eyaculaciones que llenaron mi recto y vagina con su abundante esperma.
Estaba rendida y exhausta y tenía mi sexo extremadamente sensible, reaccionado ante cualquier roce con una mezcla de placer y dolor. Cuando por fin se retiraron y mis esfínteres se relajaron, sentí como su semen se escapaba y se escurría por mis muslos. Quise limpiármelo pero inmediatamente me detuvieron.
- No. No te lo limpies – ordenó mi amo - Deja que toda la leche que llevas dentro mane libremente por tus muslos.
Y a pesar de lo sucia que me sentía permanecí inmóvil sintiendo como aquello iba saliendo poco a poco y se deslizaba lentamente por mis todavía temblorosas piernas.
Cuando me quitaron el antifaz todos los hombres ya habían abandonado la sala. Solo quedábamos nosotros tres. Miré a Adrián con la vergüenza de haber sido usada por un montón de extraños y de un sentimiento de infidelidad que no podía evitar. Pero muy al contrario, a Adrián se le veía satisfecho y su sonrisa daba buena muestra de ello. Yo me encontraba desconcertada ante tal situación y ya solo deseaba que nos marchásemos rápidamente de allí y que mi ocasional amo me liberase para poder buscar la ternura y el cariño de un abrazo de mi chico, al que tanto necesitaba en esos momentos. Pero de repente sentí como a mis espaldas la puerta se volvía a abrir. No tuve valor para girarme y recé para no tener que pasar nuevamente por lo mismo. El culo me dolía y la vagina la tenía extremadamente sensible como para tener que seguir follando con no se cuanta gente más. Pero los pasos que oía a mi espalda no eran masculinos a tenor del sonido de tacones que se acercaban. Cerré los ojos unos instantes y cuando los volví a abrir pude contemplar que se trataba de dos mujeres mayores que yo, de unos treinta y muchos años, completamente desnudas y con los pezones anillados. Sin que nadie les dijese nada se arrodillaron frente a mí y se pusieron a lamer el semen que escurría por mis piernas. Sentí una doble sensación de desagrado, por lo que estaban haciendo y porque dos mujeres estuviesen lamiendo mi cuerpo, pero sabía que no debía hacer ni decir nada al respecto, solo continuar inmóvil y dejarles hacer. Sus bocas recorrían mis piernas de abajo a arriba recogiendo todas las gotas de semen que encontraban en su camino y tragándolas como si fuesen el néctar de los dioses. Poco a poco fueron subiendo por la cara interior de mis muslos hasta llegar irremediablemente a mi sexo que seguía expulsando continuamente los restos de la eyaculación. Cuando sentí finalmente la lengua de una de ellas rozar con mi vagina un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al tiempo que una contradictoria sensación de repulsa y placer envolvió mi hipersensible sexo. Su lengua recorría toda mi raja en busca del semen que todavía quedaba en el interior. La otra mujer hizo lo propio en mi culo, situándose detrás de mí y juntando ocasionalmente sus bocas para compartir el sabor de los fluidos recogidos. De forma inconsciente abrí mis piernas en jarra para permitir que pudiesen lamerme con mayor comodidad. Pero allí no iban a terminar las sorpresas.
Los dos hombres se situaron detrás de cada una de las mujeres arrodilladas, mi chico al frente y el otro detrás y empezaron a follarlas. Aquella imagen me dolió sobremanera, ver como mi pareja se follaba a otra mujer me llenó de tristeza. No importaba que yo hubiese hecho lo mismo hace unos minutos con otros hombres porque lo mío solo obedecía a su voluntad y no a mis deseos. Por eso sentí que ya no me necesitaba y que ya no me deseaba, que podía follar cuando quisiese con otras mujeres con tal de obtener su propio placer o dejar que cualquier extraño me follase sin que eso le importase y sin que le importasen mis sentimientos. Todas esas sensaciones tan decepcionantes hicieron que irremediablemente rompiese a llorar, de forma silenciosa, sin lágrimas en los ojos, pero completamente rota por dentro. Estaba cumpliendo con todos y cada uno de los deseos que me pedía y lo hacía por complacerle, aunque no me gustase, sin preguntar, sin rechistar, únicamente porque quería que se sintiese orgulloso de mi, pero no contaba con que también habría de compartirlo con otras mujeres.
Con la mirada perdida, no quería prestar atención a lo que estaba sucediendo, ni como mi chico alcanzaba un orgasmo que todavía castigó más mi destrozado corazón. Después de correrse ambos, las mujeres se tumbaron de lado en el suelo para realizarse un sesenta y nueve y continuar, esta vez entre ellas, degustando de sus propios sexos el semen que ambos hombres les habían eyaculado dentro.
Los hombres se sentaron en el sofá y mi amó me requirió inmediatamente.
- Ven, límpianos a conciencia hasta que no quede el más mínimo resto de sus coños.
Ya nada me importaba, que más daba que se la chupase o no, ya no tenía sentido para mi. Me arrodille y primero se la chupé al improvisado amo. Despacio, sin prisa y a conciencia lamí y relamí su polla como antes lo había hecho en casa de mi chico, limpiándola de restos de semen y del flujo vaginal con que se había impregnado. Mientras lo hacía miraba a los ojos de mi chico con una mezcla de dolor y rabia, ¿era esto lo que quería?, pues esto le daría, el placer de ver como chupo una polla, cualquier polla, todas las pollas que fueran necesarias. Tanto interés puse en mi obligación que en seguida reaccionó con una nueva erección. Sentía como crecía en mi boca y como poco a poco iba ganándole terreno hasta casi llegar a mi garganta. Esta vez no tuvo que decirme nada, sabía como le gustaba y fue lo que le di. Baje mi boca hasta su ano y se lo lamí con fuerza, insistentemente, sin dejar de mirar ni por un segundo a Adrián, que observaba la situación con un poco de sorpresa al no haberme ordenado nadie que lo hiciese. Pero yo seguía, cada vez con más furia, intentando sobrepasar mis propios límites, chupándosela y buscando la forma de tragarla completamente hasta que las arcadas me impedían profundizar más. A pesar de ello quería que viese que me estaba entregando totalmente y que estaba dispuesta a superar mis propios límites. Solo buscaba hacerlo de la forma mas extrema que lo había hecho nunca, hasta que las manos de aquel hombre me sujetaron la cabeza frenándome en aquel ímpetu desbordante para poder correrse a gusto al ritmo que deseaba.
Cada chorro de semen que descargaba en mi boca era como un latigazo de menosprecio que recibía por parte de mi chico. Mis ojos llorosos producto de la extrema felación y del dolor y la rabia contenida, continuaban clavados en su mirada. Mientras mi amo terminaba de descargar sus últimas gotas que yo apuraba a tragar, pude ver como también a mi chico le había excitado mi comportamiento y presentaba por ello otra nueva erección. Pero no hice nada. Todavía llevaba puesto el collar que me marcaba como propiedad de otro hombre y que sin su autorización no podía hacer nada. Una vez hube exprimido la última gota retiré mi cabeza y abrí la boca para que pudiese ver que me lo había tragado todo, sin retirar ni un instante la mirada de los ojos de mi chico. Permanecí así, con la boca abierta y relamiéndome los labios hasta que recibí nuevas instrucciones.
- Ahora límpiasela a él.
Esta vez cumplí estrictamente sus órdenes y me limité a limpiar de restos de flujo y semen de su semierecto pene tratando de no provocarle una mayor erección. Una vez hube concluido volví a mi posición de rodillas frente a ellos.
El amo terminó con unas palabras
- Por ahora es suficiente. Has sabido cumplir con todo lo que se te ha pedido y no ha habido una mueca de rechazo por tu parte. También has sabido disfrutar y eso es lo que más he apreciado de ti, que has aceptado la situación como voluntaria y le has sabido sacar provecho. Si sigues así tienes un futuro muy prometedor como sumisa.
Y dicho esto me retiró el collar del cuello liberándome en ese instante de la obligación de cumplir su voluntad.
- Ya eres nuevamente libre, quiero decir, de tu verdadero amo. Probablemente en fechas venideras volveré a tener el placer de disfrutarte, siempre claro que tu amo me lo permita.
Y dicho esto, nos marchamos de aquel lugar dejando a las dos mujeres todavía inmersas en su particular orgía de sexo oral y cogimos el coche para volver a casa sin mediar palabra durante el trayecto. Las conversaciones vendrían después.
Una vez en casa me senté en silencio esperando el momento propicio para hablar de todo lo ocurrido con mi chico. No tardó mucho en sacar la conversación
- Has estado estupenda, nos has impresionado a todos. La verdad es que no esperábamos que pudieses llegar tan lejos.
Como si no hubiese oído sus palabras de dije en tono disgustado
- ¿Por qué lo has hecho?
- ¿A que te refieres?
- ¡Cómo que a que me refiero!, a por qué me has cedido a ese hombre y por que has permitido que todos esos salidos me follasen, ¿es que ya no te importo nada, es que ya no significo nada para ti? Y lo peor de todo ¿por qué te has follado a esa mujer, ya no te complazco, ya no te importan mis sentimientos?
Mis palabras le descolocaron completamente, no comprendía mi actitud de rebeldía después de haber sido completamente sumisa y complaciente sin protestar por nada de lo que se me había pedido.
- Pero… no te entiendo… creía que estabas de acuerdo… te he estado preparando para este día y nunca has puesto ningún impedimento, al contrario, me habías demostrado tu deseo de complacerme ciegamente, sin peros ni inconvenientes. Yo no te he obligado a nada, has sido siempre libre de parar este proceso y no lo has hecho. De verdad que ahora no te entiendo.
- ¿El que no entiendes, no entiendes que yo te quiera, que desee complacerte en todo porque me gusta verte feliz a mi lado, que disfrute con tus perversiones sexuales porque te hacen disfrutar a ti?. Además, yo nunca te pedí que me trajeses a nadie, ni que me entregases a extraños, ni mucho menos que desease verte haciéndolo con otra, todo eso ha sido tu voluntad, no la mía.
- Pues claro, de eso se trata, de hacer mi voluntad, y hasta ahora has estado de acuerdo.
- ¿Pero por que nunca me hablaste de lo que estabas preparando?, ¿por qué no trataste de averiguar si yo estaría de acuerdo en dar este paso?, porque no se si te has dado cuenta que lo de hoy no tiene nada que ver con todo lo anterior…
- Ya lo sé, y pensaba hablarlo contigo, pero me aconsejaron que no lo hiciese, que así seria mejor para saber hasta donde eras capaz de llegar si habértelo pensado antes y sin conocer los límites a los que ibas a ser llevada. Sinceramente no creía que fueses capaz y contaba con tu negativa, pero ha sido una grata sorpresa comprobar hasta donde estabas dispuesta llegar para satisfacerme.
- ¿A satisfacerte?, a quien, a ti o al hombre que me puso su collar.
- A mí, por supuesto. Te cedí a ese hombre porque solo él era capaz de organizarlo todo. Y lo que hoy ha sucedido ha sido con mi aprobación, así que si no estás dispuesta a continuar dímelo ahora y nos evitaremos más complicaciones en un futuro.
Sus palabras sonaban amenazadoras, se le notaba disgustado y contrariado y eso también me preocupaba tanto o más que ser el juguete de sus perversiones. Perderle era lo peor que me podía suceder en este momento. Ahora me sentía dolida, sobre todo por haberlo visto con otra, pero sabía que si había sido capaz de superar la prueba de hoy, también podría hacerlo ante los futuros retos que se me presentasen. Así que decidí ser prudente y aceptar su juego, al menos hasta donde me fuese posible.
Me abracé a él con fuerza, besándole y susurrándole al oído
- Sabes que soy tuya para lo que quieras si eso te hace feliz. Dispón de mí a tu voluntad que también será la mía.
Mis palabras le calmaron al tiempo que le excitaron. Liberé su pene de sus pantalones y me senté sobre él cabalgándole con fuerza mientras nos besábamos con pasión. Fue un momento especial lleno de pasión y ternura después de lo sórdido que había sido el día. Esta vez le tenía para mi sola y no tenía que dar cobijo a nadie más en mi sexo, podía disfrutar de su olor, de su tacto, de su forma de hacerme el amor. Ya no me dolía nada y tenerle dentro era lo mejor que me podía suceder en ese momento. Cuando se corrió disfruté tanto o más que él por haber sido yo quien le proporcionaba ese placer que trataba de que no se acabase nunca. Si hubiese sido posible hubiera estado montándole continuamente vez hasta hacerle correrse una docena de veces, pero tuve que conformarme con satisfacerle una vez, al menos por el momento, porque necesitaba darle todo para hacerle comprender que ya tenía suficiente con él, que no necesitaba a nadie más para colmar mis deseos y que igualmente yo podía ser todo lo que él quisiese que fuera y darle todo lo que se le antojase para complacerle plenamente.
Pero tristemente para mí, había encontrado un filón para explotar y al cual no tenía intención de renunciar. Me había convertido en simple moneda de cambio.