Mi triángulo amoroso preferido.
De como me enamoré de dos chicos bastante peculiares
El regaño y el castigo fueron bastante severos. Después de que nos descubrieron teniendo sexo (ver el relato anterior) y por ende, fui expulsada en mi último año de secundaria. Por eso, tuve que volver a repetir el año, sólo y cuando pudiera conseguir un trabajo y ser la responsable de conseguir un lugar en otra escuela, o sea, que yo solita logrará realizar los trámites. El conseguir un trabajo, no fue un problema, porque lo logre, al encontrar un puesto donde ropa femenina que estaban solicitando. Ya que la dueña del negocio, me comentó que “era la chica ideal para la venta”, o sea, me hizo entender que era por mi belleza (modestia aparte, jijijiji). Y tuve que trabajar casi diario, descansando un día a la semana hasta que comenzará el siguiente año escolar, y a partir de ahí, trabajar nada más los fines de semana.
Tampoco tuve dificultad de conseguir una escuela, ya que gracias a un vecino, al que después tuve algunos encuentros esporádicos de amoríos. Me indicó que en su escuela, me aceptarían, y así fue. Me presenté e hice mis trámites como un caso normal, sin dar tanta explicaciones de por que repetía año.
En el primer día de clase, me asignado a uno de los 2 grupos que había en 3º grado, el grupo A. Pero ese mismo día, me cambiaron a otro salón, ya que el grupo sobre pasaba el cupo por mucho el salón y tuvieron que crear un grupo más, o sea, ya eran 3 grupos. Mañosamente, este tercer grupo, el 3º C, estaba conformado por “estudiantes problemáticos”, más los de nuevo ingreso, excepto una, que era estudiante muy atractiva. Y como yo, había tenido la experiencia de haber sido encontrada tenido sexo en mi escuela anterior, no me salvé al ser asignada en ese grupo.
En el grupo, me encontré grandes amigas, y algunos amigos, entre ellos a mi vecino que me ayudó a conseguir la escuela. Al principio, vi a los compañeros de clase, no me había llamado la atención en el sentido de atracción sexual, sin embargo, en otro grupo, en el B, estaba un chico bastante peculiar, ya que era bastante bajito, todo un enanito, si yo que era chaparrita, él era más bajito que yo. Cuando lo ví, la verdad pensé en “como sería su pene”, me puse a darme vuelta, de “cómo lo tenía”, en serio.
Ese día, me había sentado al lado de la ventana que daba al pasillo, y que ese lado quedaba la puerta y podía ver también las escaleras, y ver pasar a todos por ahí. En un momento, me quedé muy pensativa y mi mirada perdida entre el pasillo y las escaleras, cuando lo ví por primera vez a José Luis (el enanín) pasar, supongo que iba al baño, cuando lo ví, me sorprendió, pero se me hizo guapo, a pesar de su estatura, y fue ahí, que estuve pensando en su tamaño del pene, “cómo lo tenía”, y cuando lo volví a ver pasar, al regresar su salón de clases, me emocioné tanto, que sobresaltó mi corazón muy fuertemente.
No recuerdo, si fue en el segundo día, o el tercero, o a una semana, que llegó otro chico, también bastante guapo para mí, e igual bajito pero no tanto como José Luis. Él se llamaba Gabriel, venía de Mexicali. Casi de forma natural, me acerqué a él, para entablar la plática, me contaba como era por allá, y fue ahí, que me contó sobre una serie que se estaba haciendo famosa, y que después llegaría al centro del país, me refiero a los Simpsons. Y de tantas otras me contó, que me fui enamorando de él. Le conté a mis amigas sobre mi sentimiento hacia él, y luego ellas hicieron todo lo posible para convencer a éste chico, que se me declaraba, casi, casi obligándonos a hacernos novios.
La cosa fue así, nos obligaron a vernos, entre mis amigos y los compañeros del salón, en un salón vacío. Él, al estar frente a él, me agarró por la cintura, y ante la demanda de nuestros compañeros de clase, me dio un beso en la boca, pero también me agarró con una mano, mis nalgas muy fuertemente, de igual manera con la otra mano, una de mis bubis, muy fuertemente. Y mi reacción fue de enojo, ya que me había dolido tanto el apretón de mis lolas. Y el chico, ya no intentó seguir con andar conmigo.
Fue pasando los días, aumentaba más interés con José Luis, creo que era más la obsesión que tenía sobre su tamaño, o realmente me atraía mucho su carita alegre; pero también tenía un carácter bastante peculiar también. Ya que, no era un chico, ni tímido ni introvertido, sino todo lo contrario. Era audaz, atrevido, aventurado, e incluso, lo veía hacer el chico típico de hacer bullying a los demás, sobre todo era el chico que como dice el dicho, muy llevadero pero se aguantaba. Y esa personalidad, fue me cautivó más, prácticamente se volvió en mi chico ideal de aquél momento. Después supe, que yo también le atraía mucho a él.
Pero antes de que tuviera algo serio con José Luis, por una extraña razón. Me comenzó también llamar la atención otro chico. Se llamaba Rudi, era un estudiante de raza negra, alto, delgado, de pelo enchinado, también tenía una personalidad bastante llevadero, pero algo vulgar. Me comenzó a llamar la atención, no por su color de piel en sí, sino por los dichos que había escuchado por ahí, que los hombres de raza negra, según “poseían los miembros más grandes”, y al único negro que había en la escuela era él, fue que me comencé a fijarme también en él.
Entonces, mi corazón estaba en el dilema, si hacer todo lo posible, de que José Luis me llegará o de plano andar con Rudi, a toda costa. De cualquier forma, no tenía problema de que alguna chica, o al menos ellas me lo decía, que no se interesaban en ellos. Al contrario, me tachaban de loquita por fijarme en ellos dos, ya que según mis amigas, no tenían nada atractivo. Pero, yo les comentaba, que yo sí quería andar con ellos, y ellas se burlaban, las canijas.
Cuando José Luis supo que me gustaba, él no lo creía, ya que al parecer no había tenido éxito con las chicas, y por ende, no lo creía. Pensaba que mis amigas, de nuevo se estaban burlando de él. Y ahí entendía, el por qué su personalidad extrovertida. Pero bueno, para hacerle entender, que mi sentimiento hacia él, era auténtico. Le había comentado a mis amigas, que me gustaría, poder hablar con él a solas, o que se diera la oportunidad de entablar una conversación, sólo entre él y yo. Esto se dio, en un día, en la salida de la escuela, tenía que caminar como medio kilómetro para tomar el transporte para llegar a nuestras casas.
Al salir de la escuela, recuerdo que iba con mis amigas, y ví de reojo, que atrás prácticamente venía él, con sus amigos, de los cuales, algunos eran de nuestro grupo. Iba platicando con mis amigas, cuando una de ellas, se dio cuenta que venía mi chico adorado atrás de nosotras, y me comenzaron a molestarme de buena onda, de que me animará a hablarle, en vez de que él animará primero, como bien dicen los cánones del machismo. Y así fue, cuando llegamos a la parada del camión.
Al momento el camión, vemos que José Luis, ingeniosamente se pudo colar en la puerta trasera sin que el chofer lo viera, es decir, se subió de forma gratuita (risa). Y por esa razón, él pudo conseguir un asiento, y nosotras ya no alcanzamos. Entonces, mis amigas se les ocurrió comentarles a José Luis, diciéndole que si me diera su lugar para sentarme, y que sí lo hacía, que estaba yo disputa a ser su novia, y yo también sólo me sonrojé, pero también me quedé mirándolo y ofrecerle una sonrisa de complicidad de lo que decía mis amigas. Y él, como que no creía lo que decía mis amigas, entonces, dijo “que sí quería sentarse, que lo pudiera hacer, pero en su rezago”. Y fue ahí, que me decidí a no esperar más, y ya no aguantaba estar esperando a que él se decidiera, y le tomé la palabra, le di mis cosas a mis amigas, y voy directo a él, me ve llegar a frente a él, yo parada y él sentado con las piernas abiertas. Me volteo, me acomodo mi falda, (ah por cierto, él iba de pants, y no había percatado que se acomodado su miembro, de tal forma que tuviera totalmente en vertical y erecta), me siento en él, siento su pene entrando entre mis glúteos. Tardó en reaccionar, ya que después de eso, me abrazó por la cintura, y yo en eso, les pido mis cosas a mis amigas. Así estuvimos todo el trayecto en esa postura, hasta que llegamos a la parada de mi calle, le dijo muy melosamente, que ya me iba a bajar, y que me gustó que me diera un lugar. Al momento de bajar, se me quedó mirando y aproveché a lanzar un ademán de los dedos de la mano, haciéndole entender de una despedida placentera.
Así era la dinámica de los siguientes días, él sentaba, yo en sus piernas. Muchas veces, ya era muy descarado, al acomodarse su pene, de tal forma que lo sintiera entre mis glúteos. Casi, no platicábamos, ya que mis amigas se apropiaban de mi atención, tan sólo José Luis se quedaba oyendo de nuestra conversación, o platicaba con sus amigos. Al parecer, no se le desagradaba la situación, ya que siempre sentía como me abrazaba fuerte, en mi cintura, mientras yo sentía su pene. Y la verdad, lo sentía bastante grande. Que después lo corroboré, que sí lo tenía grande.
Después, nuestro grupo tuvo una salida hacia una gruta, cosa que la escuela contrató un camión foráneo de los años 1980s. Eso implicó que José Luis no iba a ir, entonces aproveché avanzar en la relación con Rudi. Sorpresivamente para él, no sabía que él me gustaba, y yo sabía que el sentimiento hacia mí, era de igual manera. Al ver su reacción en su cara que me vió sentarme a su lado, me dio el ánimo de dar el paso decidido para ser su pareja. Al principio, me costó entablar una conversación fluida, ya que casi nunca habíamos hablado, tuve que insistir, hasta que ya estábamos en la gruta, cuando se soltó y se animó a mantener la conversación y andar juntos durante la visita al lugar. Ya para cuando subimos el camión para regresarnos, las cosas ya era de total confianza entre nosotros. En eso, ya el camión en movimiento, el día se estaba oscureciendo, los dos estábamos en total aislamiento de los demás, veo que se me acerca su cara hacia mi cara, veo que se acerca su boca hacia mis labios, y me dejé que siguiera, y que terminará lo que ya ansiaba que pasará, en darme un beso. Veo que algunos compañeros se dieron cuenta, entre ellas, mis amigas. Para ellas, creo que daban crédito, lo que estaba pasando, sabiendo lo que pasando con José Luis, creo que para ellas fue shock, pero no me importaba, quería también andar con Rudi. Durante el viaje de regreso, tan sólo era besos y abrazos, y de vez en cuando, alguna conversación sin tanta importancia. Llegamos, ya muy noche, tuvimos que separarnos, porque nuestros padres estaban esperándonos en las afueras de la escuela, y tenía disimular, sobre todo lo que había pasado con mi anterior episodio.
Al día siguiente de clases, hice lo posible de evitar encontrarme con José Luis, porque la verdad, tenía más ganas de andar con Rudi que con él. Hasta ese momento no sabía lo que había ocurrido. Temía que alguien que vieron y supieron de mi relación con Rudi, se lo contaba. Al parecer hasta la salida y la toma del transporte público, no supo José Luis. Ya que, no tuve opción de mantener la relación en secreto. Ese día, la misma dinámica se iba a dar, pero cuando él estaba esperando que me sentará en su regazo, tuve que decirle de forma muy triste que “no, ya no puedo hacerlo, voy a ir con Rudi”. Y de ahí, me senté a su lado, yo en la ventanilla, y él a lado. Como me bajaba antes que ellos dos, Rudi vivía más lejos que José Luis, lo ví bajar muy triste, pero bueno, yo tenía que aprovechar y disfrutar de andar con mi nuevo novio, Rudi. Y después supe que se la pasó llorando por ésa situación.
Ese día, lo acompañé a su casa. Tuvimos muchísima suerte, que en su casa no se encontraba nadie. Ya libre de que José Luis me viera, gozar de sus besos y caricias de Rudi. Me dejé que subiera de tono, hasta tal grado que cuando bajamos para ir a su casa, yo ya no podía más que imaginar como iba a ser la penetración, y comprobar lo que se dice de los negros. Durante la caminata hacia su casa, cada rato, nos parábamos, frente a frente, dándonos nuestros besotes, y él agarrándome de la cintura. Como él era más alto, tuve que estar de puntitas, y de vez en cuando, me levantaba una de mis piernas, como la clásica escena de cine.
Al llegar a su casa, al percartamos que no había nadie, él me invitó a ir a su cuarto. La verdad, vivía en una casa muy pobre, y su cuarto al parecer lo compartía con sus hermanos. Pero tuvimos la suerte que nadie estuviera. Ya sabía, que lo que él quería, era ya cogerme y yo también. Así que, con los besos en el camión, el recuerdo del viaje, en el camino hacia su casa, al llegar a su cuarto, nos acostamos a su cama, yo abajo, besándolo, y el encima acariciándome y correspondiendo los besos, también. Así estuvimos un buen rato, hasta tal grado que ya mi pussy se estaba lubricando muy bien. Entre sus toqueteos a mi cuerpo, muy descarado podría decirse, me percato que comienza a sacarse su pene de su pantalón, y luego sus manos se mete entre mi falda escolar (que por cierto, era de forma amplia, pero a la altura de mis rodillas), en eso le ayudo, a quitarme mis bragas, para así, ya que me penetrará. La verdad, hasta ese momento no lo había visto su pene, ni su forma, ya me dí cuenta, cuando me comenzó a penetrarme. Al hacerlo, sentí que su pene era bastante largo, eso sí, pero también bastante delgado. La verdad no había sentido un pene así, no es que “no me haya agradado”, más bien, lo sentí bien curioso, pero me gustó. Pero eso sí, me gustó tanto, que nunca había sentido, que su pene, si fue muy profunda, lo sentía rico, y a la vez, lo sentía que me daba picotones lo más profundo de mi vagina. No sé, sentir su puntita muy adentro, me hizo, literalmente venirme, ¡mi pussy lo humedeció tanto su pene! Que para él, lo sintió que “me había meado, pero no era así, lo sé, porque no sentí eso que hacía, sino que sentí esa explosión que sólo algunos hombres nos hace llegar.
Esa venida, con una sóla posición, la del misionero, me bastó para seguir con él, durante varias veces, hasta que terminará el curso. Ese día de la primera vez con él, tan sólo fue la única penetración, pero después, iba a probar varias más en otros días, oficialmente ya era su novia cogelona. Cuando Rudi sabía de antemano que no había nadie en su casa por las tardes, me llevaba, obviamente para cogerme. Ahí practiqué la de perrito, la chivito en precipicio, la de misionero, sentada en él, un sinfín de posiciones. En las vacaciones de diciembre y de la semana santa, literalmente cogíamos diariamente. Incluso en el año nuevo, me quedé en su cama toda la noche, y tuve que inventarles a mis padres que andaba con mis amigas, a las cuales entendieron en mentirles a mis padres.
Pero por alguna razón, en la graduación, no se presentó en la fiesta. Yo me había esmerado a adquirir de la tienda donde trabajaba los fines de semana, un vestidito bastante ajustado, de esos que mal llama “putivestido”, era de color blanco, me había comprado mis primeras zapatillas de tacón alto del mismo color. Me había levantado todo el pelo. Y como mi vestido lo sentí muy, muy ajustado, se me ocurrió no ponerme ni bragas ni sostenes, por temor de que se me marcará y que fuera la comidilla de la escuela. No sé, si fue lo correcto o no, pero lo hice, andar sin nada debajo del vestido.
Como dije, Rudi no llegó, pasaba el tiempo y ni su rastro de presencia. Pero ví a José Luis y fui con él, para poder disculparme, no tenía pensado que hacer eso. Me acerqué, me evadió. Mi orgullo salió a flote, y me dije a mi misma: “ah sí, ahorita verás, me tendrás que respetar”. Y tuve que seguirle, hasta que se salió del salón de fiesta, en las afuera, estaba unas escaleras que daba tanto abajo hacia la calle, y como no estaba tan atrás persiguiéndolo, no ví que se bajará, entonces quedaba la opción de que se haya subido del edificio, arriba del salón, y al subir, veo que ahí estaba sentado entre piso de la escalera escondido, pero con una cara de tristeza. Le cuestiono, “el por qué estaba triste” (obviamente, sabía el por qué) y me lo confirmó de mala manera, casi, casi faltó de decirme literalmente que “era una puta desgraciada”, pero fue tan correcto para contarme, que tuve que tragarme mi orgullo. Y le pedí perdón, y le hice entender que cierta parte, él tenía la culpa, que yo sí estaba enamorada de él, pero como tan lento, ya que daba señales, hasta le hice entender el por qué me sentaba en sus piernas. Él, como que entendió y le bajo el humor. En eso, le propuse que para que me perdonará, estaba dispuesta a hacerle un favor, él no entendió, y fue cuando le agarré su paquete por encima de su pantalón. En eso, comienzo a bajarle el cierre, meto mi mano, lo saco, le doy unas cuantas jaladas, como ambos estábamos sentados, yo a su lado, en eso me incorporo inclinándome, bajando mi parte de la cintura hacia arriba, iendo a su paquete, y lo comienzo a succionar su pene, hasta ponerse muy dura y erecta. Mientras le mamaba, cosa que tenía pensado sólo hacerlo eso, me pidió que si estaba dispuesta a ser cogida por él. Y todo mi plan cambió, y le dijé: “está bien, pero para que vea que lo amaba tanto, le iba demostrar, déjame coger por el ano”, su expresión de cara cambió de forma muy positiva para él. Me mostró su carita de alegría, esa carita que me había cautivado siempre. No tuve más que complacerle, al ver esa expresión que me había enamorado, me levanto, me doy media vuelta, levanto mi vestido en la parte de la falda, supongo que al verme sin bragas, se emocionó tanto, que mientras yo estaba bajando para sentarme en él, él se levantó y me agarró de la cintura, y sin problema, entró su pene en mi culito. Con el peso de mi cuerpo, le ganó al suyo, y nos sentamos, fue tan rico sentarme encima de él, que decidí de forma inmediata darme de brincos encima de él. Me sorprendió que durará un buen rato. Ya cuando se vino, me dijo que iba a entrar a la fiesta que “le iba a despedirse, y que lo esperaba”. La verdad, no quise ya más hacerle daño, porque la verdad, no sé, decidí dejarlo entrar y escaparme. No sé, porque lo hice, pero lo hice.