Mi trabajo es pajearlos... (05)

Además de las manitos, una puede usar otras partes del cuerpo, si es opulento como el mío para pajear a un hombre. Por ejemplo el culo. A mi novio lo tengo loco de la vida...

Mi trabajo es pajearlos... (05)

Por Mujer Dominante 4

Mujerdominante4@hotmail.com

Las historias de vampiros son una exageración. Matar a las víctimas tomándose su sangre, es algo estúpido. Yo prefiero tomarles su leche. Así que los ordeño y ordeño hasta que de tanto abusarlos, no les sale más leche. Y no hay ristra de ajos ni crucifijos que los protejan.

No voy a negar que mi rebosante culo de color ébano enloquece a los hombres, porque hasta a mí me enloquece, y veo los estragos que les hace en cuanto se los aplico en algunos de mis tratamientos. Pero sí, quiero destacar que mis enormes melones son mi principal arma de batalla, a la hora de atraerlos a mis servicios. "¡LOLA TE LA MASAJEA COMO NADIE! ¡DEJAME QUE TE HAGA UN BUEN MASAJE, NENE, Y TE VOLVERÁS UN ADICTO MÁS!" y mi foto con mis paradas tetonas al aire.

Algunos de mis clientes no vienen a que los pajee, sino que pagan por comerme el coño. A esos les cobro el doble, porque suelo correrme varias veces durante sus devotas lamidas. Así que tengo más desgaste.

Una de las cosas que más me gusta es doblegar a los muy machos. Cuando me llega uno de esos tipos peludos que alardean de su virilidad, les meto un dedo en el culo. Y se lo muevo y muevo, cogiéndoles el culo, como si yo me estuviera haciendo una paja en el dedo. Si es necesario les aferro la tranca, que se les pone durísima. Pero muchas veces no es necesario, y después de un ratito de cogerlos con mi dedo, empiezan a largar sus chorros de leche. Y se van bastante confundidos. Yo creo que a todos los hombres les gusta que les metan un dedo en el culo, y que se los cojan con una buena tranca, también. Creo que todos los hombres son un poco putos. Por lo menos, cuando pruebo con el dedo no me falla ninguno.

El culo es todo un asunto. A veces es la única parte de mí que uso para un masaje. Algunos tardan un poco más, y bueno, se los cobro, pero quedan muy agradecidos y acabados, en el sentido sexual del término se entiende. Algunos, varias veces acabados. Y bueno, les cobro por cada polvo, que una no trabaja gratis.

A mi pareja, Adrián, lo suelo trabajar mucho con mi culo. Le digo "Vení, nene, que te hago un masaje con el culo" y ya lo tengo tendido, esperándome. Por lo general empiezo por los pies, rodeándole primero un y después otro con mi culo, para que sienta bien mis glúteos. Y a veces, de paso, me hago una paja, logrando meter su dedo gordo en mi ojete. Debiera tener más cuidado con esa práctica, porque hace un mes casi le rompo el dedo, de tantos meneos que le dí. Y el pobre anduvo medio rengo por algunos días. Pero no puedo con mi genio.

Después voy subiendo por sus piernas, despacito, un poquito hacia delante y otro poquito hacia atrás, haciéndole sentir el calor de mi ojete, lo que lo va poniendo a mil. Para cuando llego a la rodilla, su polla flamea locamente. Si me quedo un ratito frotando mi culo contra su rodilla, puede que lo tenga corriéndose en un par de minutos. Y cuando le monto uno de los muslos, lo mismo. Claro que todo el tiempo está como hipnotizado por mis enormes tetones. Creo que con ellos lo conquisté. Pero después fui consolidando la conquista usando mis demás redondeces. El pobre está rendido ante mí. Creo que ni siquiera le importaría ver como me cogen otros hombres, ni la cantidad de pollas que ordeño por día. Pero por las dudas, no le cuento.

Aunque tuve un novio al que le gustaba que mientras le frotaba el culo en la cara, contra el piso, le contara las cogidas que me habían dado ese día. Pero eso te lo cuento otro día.

Bueno, como te decía, le voy subiendo el culo por el cuerpo a mi novio, siempre como en un masaje. Claro que cuando llego casi hasta la polla, lo tengo gimiendo, eso si no se ha corrido ya. Pero a mí me gustan las dos cosas. Si se corrió, porque se que lo pude, que sucumbió a la dominación de mi culo. Si gime, porque me enloquece tener a un hombre gimiendo bajo mío.

Ahí se me plantean varias alternativas. Si cabe le aplasto la poronga contra la panza, y se la pajeo con mi orto. ¡Las lechadas que le hice echarse con eso! O también cuando me lo entierro hasta el fondo y me lo cojo con el culo hasta que suelta los chorros. Pero a veces, ni la una ni la otra: continúo subiendo por su panza mientras lo escucho gemir, bajo mis avances y retrocesos. Creo que el peso de mi culo lo vuelve loco. A veces siento los lechazos contra la parte de atrás de mi cintura, porque no pudo aguantar más la tensión erótica. Pero si la pudo aguantar sabe que tiene un premio. Con mi culo contra su pecho tiene una visión alucinante de mis enormes tetones parados, y yo lo dejo disfrutarla un ratito, hamacándome sobre su pecho. Si ahí no me lanza sus chorros sobre la espalda, entonces le doy el premio. Y con lenta deliberación, como para que pueda tener una buena vista de lo que se le viene, le voy bajando mi soberbio culo sobre la cara. Generalmente, en ese momento, siento sus chorrazos sobre mi nuca.

Cuando le tapo el rostro con mi culo, sus gemidos suenan más apagados. Y cuando veo que comienza a retorcer el cuerpo con desesperación, levanto un poco el culo para que pueda tomar algunas bocanadas de aire. Y enseguida se lo vuelvo a bajar. Una y otra vez, y así le voy cabalgando la cara. Yo me entusiasmo mucho, y me echo varios polvos sintiendo su nariz en mi ojete. Pero me tengo que andar con cuidado, porque sino, le aplasto el rostro por unos momentos tan largos durante mi acabada, que más de una vez se me ha desvanecido. Y un día me lo puedo encontrar asfixiado. Pero él igual me adora. Yo creo que al novio es el hombre del cual más una debe abusarse. Hay que abusarlo y abusarlo, hasta que ya no sepa ni como se llama. Eso es amor.

A veces, cuando levanto mi culo de su cara, después de un cataclísmico orgasmo, y veo sus ojos vidriosos, su cara congestionada, y el gran charco de semen en su panza, siento tanta ternura que le vuelvo a coger la cara con el culo. Mi amado nunca se va a sentir privado de mi culo sobre su persona...

En el consultorio tengo un cliente que me paga para que lo mee. Es un señor mayor, pelado, bajito, que se enloquece cuando siente mis chorritos amarillos de pis caliente en la cara. Y el los recibe gimiendo, y tragando lo que puede. Me pide que me ponga sobre la camilla, con una rodilla a cada lado de su cara, y que me abra los labios de la concha, así él puede ver el pis cuando brota. A mí me resulta práctico, porque me evito algunas idas al baño. Pero si no se corrió cuando se me acabó el pis, entonces me paga otro turno y se va a la sala de espera hasta que yo le avise que estoy lista de nuevo. También le gusta oler mi peluda concha, tanto antes como después de que lo haya meado. A este le cobro un poco más, porque sino ¿dónde estaría el abuso?

entre meada y meada me espere en el baño que tengo en el consultorio, así cuando tengo ganas voy y lo meo. Y en el entretanto puede entretenerse pajeándose. Aceptó alborozado.

Así que ahora lo meo directamente en el baño, haciéndole poner la cara boca arriba en el inodoro. Una meadita, vuelvo al consultorio, otra meadita, y así. Al no tener que juntar tanto puedo mearlo más seguidito. El hombre chocho. Claro que el baño se va llenando de olor a pis, pero con cerrar la puerta y abrirla y cerrarla rapidido, alcanza.

No le he contado nada a mi novio de este señor, por temor a que se ponga celoso y me pida que lo mee también a él. Sería un enchastre con las sábanas. Bueno, en realidad tampoco le cuento de mis otros clientes, como te decía, así que todo está bien.

Mi amiga Sandra dice que ese viejo es un pervertido, pero a mi no me parece. Yo no soy una pervertida porque me guste mear. Y si él me paga por hacerlo en su cara, ¿qué problema hay? Perversión sería si no me pagara, pienso yo.

"¿A ti te parecería una perversión si yo te cagara en la cara?" A Sandra le brillaron los ojos: "¡¡Looolaaa!!" me dijo.

Bueno, que siga con sus clientas femeninas. No puedo imaginarme que variantes ha encontrado para no aburrirse.

Uno de estos días le voy a pedir que me deje asistir a una sesión suya...

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Recibo muchas cartas de mis lectores enviándome sus relatos y pidiéndome consejos. Pero yo no me dedico a eso, por falta de tiempo. Así que siempre les digo que le escriban a Bajos Instintos 4, que sí se dedica a la enseñanza y supervisión, en su taller virtual de narrativa erótica. Si ese es tu caso, y quieres escribir bien, te paso su dirección de email: bajosinstintos4@hotmail.com .