Mi trabajo de invierno 8

El efecto del hipnotista duró un poco más.

Hola, me disculpo por no haber publicado, Jaime requirió mis servicios unas semanas y bueno, ya se imaginarán… Ahora sigo con el relato:

Parecía que me habían utilizado toda la noche porque cuando me levanté ese día, mi cuerpo estaba exhausto, además tenía un extraño dolor de cabeza. Jaime me ordenó darme una ducha, así que lo hice rápidamente. Se me ocurrió que nadie me había dicho que no me podía sacar el plug anal, así que me lo iba a sacar para limpiar un poco mi culito. Solo que cuando intenté llevar mis manos a mi culito, estas se detuvieron. Algo me impedía tocar mis partes íntimas, era como si mis articulaciones se congelaran. Asumí que era el cansancio así que no le di mucha importancia. Entonces decidí bajar a desayunar algo para después volver a dormir. Ahí estaban los 4 “doctores”, Santiago y el otro hombre que ocasionalmente me ayudaban, y Jaime y su amigo. Cuando bajé las escaleras todos se me quedaron viendo con lujuria, supuse que esos 8 hombres eran los que se habían corrido en mi culito la noche anterior. Jaime chasqueó los dedos y automáticamente yo me puse en 4 patas enseñándoles mi culito a ellos. No sabía cómo había sucedido eso, intenté levantarme pero no lograba mover más que mis caderas.

Jaime: Veo que ha funcionado el entrenamiento.

Hipnotista: Claro, puedes probar todos sus comandos.

Jaime chasqueó de nuevo y me pude poner de pie. Entonces aplaudió y sentí un estímulo muy rico en mi cosita, era como si alguien hubiera acariciado mi clítoris. Entonces comenzó a aplaudir más veces, mis piernas perdieron fuerza y solo me pude dejar caer al piso sintiendo un placer increíble, pero no logré venirme. Dejó de aplaudir y yo intenté tocar mi cosita para poder venirme, pero de nuevo no pude tocarme. Hincada con mis piernas abiertas, me froté contra la alfombra en busca del orgasmo pero este nunca vino, solo me ponía más caliente y caliente pero no podía aliviarme y parecía que a todos les excitaba mucho verme de esa forma.

Jaime: No lograrás nada, perrita.

Hipnotista: Ya va siendo hora de retirarme, Jaime. Ya sabes cómo liberarla cuando termines.

Jaime: Te lo agradezco mucho, amigo.

Hipnotista: Ya sabes que esto es lo que me gusta más de mi ocupación.

Creí que el hipnotista ya se retiraría pero en lugar de eso puso su polla enfrente de mí.

Jaime: ¡Come!

Y sin poder controlarme, empecé a darle una mamada al hipnotista. Sin que nadie me dijera, me la metí hasta la garganta y comencé a ir incrementando gradualmente la velocidad. Ni si quiera sabía que mi cuello podía mover mi cabeza tan rápido. En menos de 5 minutos el hipnotista se vino dentro de mi boca y yo me tragué todo. Luego le limpié bien su polla y una vez que guardó su polla, pude sentir un poco más control sobre mi cuerpo, aunque todavía no lograba tocarme. El hipnotista se fue sin decir nada más y yo me quedé hincada sin poder creer lo que acababa de hacer.

Jaime: Ahora ve a desayunar.

En lugar de sentarme en la mesa, fui a una esquina del comedor en donde estaban los platos de perro uno tenía cereal y el otro leche. Ni si quiera me molesté en tomar el cereal con las manos, simplemente me agaché y comencé a comer directo del plato. Comí hasta que me sentí satisfecha y al igual que en la situación anterior, volví a recuperar un poco de control cuando terminé la “tarea” que me había dado Jaime.

Yo: Déjame tocarme.

Jaime: No tiene sentido, de todos modos no te vas a poder venir hasta que te dé el comando.

¿A qué comando se refería? No tenía mucho sentido lo que me estaba diciendo, pero tampoco podía hacer nada al respecto.

Jaime: Vamos señores, los dejo follarla una vez más. ¡Pared!

En cuanto escuché la palabra, me puse de pie y me fui directamente a una pared, me agaché y abrí mis piernas. Entonces los doctores empezaron a hacer una fila para follarme. El primer doctor me folló por la vagina mientras metía y sacaba el dildo de mi ano. Los demás doctores me follaron por el culo, lo cual se sentía aún más rico pero no me podía venir. Después sentí la enorme polla de Santiago en mi culito y su mano sobre mi clítoris, eso se sentía delicioso pero de nuevo no lograba venirme. Mientras Santiago me cogía, el otro hombre me hizo mamarle su polla hasta que los dos se vinieron también. Me tiré al piso por el cansancio y la desesperación de no poder venirme.

Jaime: Ahora sí viene mi turno, pero me gustaría que la amarraran en la nueva posición.

Entre los doctores y los otros hombres me llevaron a un sofá, me hicieron abrazar mis piernas con mis brazos y me los amarraron de esa forma. Entonces Jaime metió un vibrador de conejo en mi vagina y lo prendió. Aah era delicioso sentir la estimulación en mi vagina y clítoris al mismo tiempo. Entonces, Jaime me comenzó a follar por el culo. Sentía que toda la excitación se acumulaba más y más; pero no me podía venir.

Yo: Déjame venirme, por favor. Ya no puedo más.

Jaime me estaba follando muy fuerte, mi cuerpo comenzó a tener espasmos, realmente ansiaba un orgasmo. Jaime estaba jadeando y parecía estar a punto de venirse.

Jaime: ¡Ahora!

Y sentí el orgasmo más intenso de mi vida, ni siquiera recuerdo cuanto duró. Jaime se vino dentro de mí y volvió a insertarme el plug anal. Mis piernas luchaban por estirarse pero no podían por los amarres, creo que eyaculé varias veces. Mi abdomen se contraía y sentía el orgasmo recorrer cada parte de mi cuerpo. Cuando reaccioné, estaba demasiado adormilada, solo pude escuchar a los lejos la voz de Jaime.

Jaime: Listo, Lucía.