Mi trabajo de invierno 5
Jaime estira mi culito.
Al día siguiente, fui a desayunar con Jaime y me senté sobre el dildo en mi silla, ya me estaba acostumbrando a comer de esa manera.
Jaime: Te gusta tanto el trabajo que no aprovechaste tu día libre.
Yo: No sé que sucedió conmigo.
Jaime: Así eres cariño, solo que nunca habías dejado salir esa parte de ti. Veo que Santiago te logró satisfacer, por eso lo contraté. Sabía que un viejo como yo ya no podría darte 2 rondas, pero Santiago es joven. Aunque ellos sólo te pueden follar cuando yo lo diga. Hoy vamos a entrenar un poco tu culito.
Yo: Señor, me duelen mis partes íntimas, creo que ayer fue demasiado.
Jaime: No es mi problema que hayas querido follar tanto en tu día libre, pero no te preocupes, hoy no va a haber fricción en tus partes íntimas. Tienes libre hasta las 5 de la tarde y no me vayas a pedir que te folle antes de esa hora.
Yo: Sí señor.
Me quedé pensando a qué se refería pero no se me ocurrió cómo podría entrenar mi culo sin estar metiendo y sacando dildos. De todos modos, me excitó la idea de estirar mi culito. Terminando de desayunar fui a la piscina y me dispuse a distraerme para no excitarme demasiado. Me metí a la piscina y comencé a nadar un poco hasta que sentí algo rico en mi cosita: había un tubo del que salía agua caliente a una presión perfecta para estimularme. Abrí mis piernas y cuando el chorro de agua tocó mi clitoris, comencé a gemir inmediatamente. Uff se sentía riquísimo en mi clitoris, me vine unas 10 veces y después me cansé de sostenerme. Salí de la piscina sintiendo mis piernas muy débiles por los orgasmos y me quedé dormida en el piso.
Desperté a las 5 de la tarde, cuando los doctores me estaban haciendo un enema en mi cama. Después me amarraron boca abajo con las piernas abiertas y almohadas debajo de mí para hacer que mi culo quedara levantado. Jaime llegó con dos juguetes que nunca había visto. Uno tenía forma de pene con una pequeña manguera que se conectaba a una bombita y el otro tenía bolitas. Jaime tomó el jugo que salía de mi vagina y lo puso sobre el juguete con forma de pene. Lo introdujo en mi ano pero no comenzó a moverlo, solo lo dejó ahí. De repente siento que comienza inflarlo. Lo infló tanto que sentía que mi ano se estaba desgarrando, ya debía tener unos 4 centímetros de diámetro.
Yo: Aah me duele.
Jaime me ignoró y lo infló un poco más. Tenía mucho dolor y quería expresarlo pero de nuevo mi cuerpo me estaba traicionando porque de mi vagina no dejaban de chorrear mis jugos.
Jaime: Buena perra.
Entonces desinfló el dildo y lo sacó de mi culito. Eso me dió un poco de alivio, hasta que siento que me empieza a meter el otro dildo a mi vagina. Este era más rígido y sentía que entraba una bolita a la vez, solo que cada bolita era más grande que la anterior. Me costó mucho soportar el dolor, pero una vez que entraron 4 bolitas Jaime se detuvo. Pensé que ya había terminado pero entonces comenzó a utilizar un martillo de goma para hacer que entraran más bolitas.
Yo: Aaah me está rompiendo.
Jaime comenzó a golpear más fuerte hasta que entraron en total 8 bolitas en mi ano. Me dolía demasiado, pero de nuevo mi cosita estaba empapada.
Jaime: Sé que dije que hoy no iba a haber fricción pero voy a romper mi palabra.
Comenzó torpemente a mover el dildo hacia afuera.
Yo: Aaah no por favor.
Escupió sobre mi ano y comenzó a mover el dildo hacia adentro y afuera. Sentí cómo las bolitas entraban y salían rápidamente, dolió mucho al principio, pero después empecé a sentir un placer impresionante. Sentía como mi ano temblaba con cada bolita que entraba y salía. Jaime lo hacía rápidamente pero cuando me iba a venir se detuvo.
Yo: Aaaah me vengo, me vengo. Deme más fuerte, se lo ruego.
Jaime: ¿Y qué harás por mí?
Yo: Lo que sea, solo déjeme venirme.
Entonces Jaime comenzó a meterlo y sacarlo más rápidamente y con más fuerza. De mi cosita salió una gran cantidad de líquido y tuve un orgasmo tan intenso que me dejó adormilada y temblando. Jaime dejó el dildo dentro de mi culito, desamarró mis piernas y quitó las almohadas que estaban debajo de mí. Entonces amarró mis piernas juntas y me dejó ahí toda la noche.