Mi trabajo de invierno 4
Mi día "libre"
Esa noche fue eterna, estaba exhausta de todo lo que me habían hecho pero cada hora me despertaba sintiendo orgasmos deliciosos que me dejaban temblando y deseosa de más una vez que la máquina se detenía. Me acostumbré al plug anal que me habían puesto, en esa posición se sentía muy bien. En la mañana llegaron los doctores y me quitaron la máquina. Me dijeron que bajara a desayunar. En mi silla seguía puesto el dildo de la noche anterior y cuando vi los platos de perro en el piso, vi que esta vez sí tenían comida de perro.
Jaime: Tú decides perra, comer con tus agujeros llenos o comer como perra.
Sentí tanto asco de la comida de perro que me dirigí hacia mi silla. El dildo no se veía demasiado grande y yo estaba bastante mojada así que creí poder hacerlo. Me fui sentando lentamente hasta que el dildo entró completo y me pude sentar. Sentí que el dildo de mi vagina y el plug anal chocaban dentro de mí, tan sólo se sentían separados por una delgada capa de tejido. Estaba muy incómoda y para hacerlo peor, el desayuno tardó mucho en llegar.
Jaime: Qué linda perrita que ya va siendo entrenada.
Yo: Gracias, señor.
Jaime: Hoy es tu día libre. En un momento te quitan el plug anal.
Desayunamos y después fui a mi cuarto. Me coloqué con el culo hacia arriba y en unos minutos llegaron los doctores. Creí que eso del día libre era falso pero efectivamente sacaron el plug anal 5, no mencionaron nada y se fueron. Fui a la piscina y estuve estimulando mi clítoris. Tuve muchos orgasmos, pero nada se comparaba a los orgasmos que me daba el sexo anal. Así que tomé una almohada de las sillas y la monté mientras metía dos dedos a mi ano. Eso me dio aún más placer y me hizo venirme muchas veces. A pesar de estar sin droga, yo ya era adicta al sexo. Después de unas 3 horas me cansé de masturbarme, pero seguía deseosa de sexo, así que fui a la oficina de Jaime.
Yo: Señor, me podría follar por favor.
Jaime: Hmm así que ya te gustó ser utilizada.
Yo: Sí señor, quiero que me follen.
Jaime: Pues no es cuando tú quieras, tú trabajas para satisfacerme a mí.
Yo: Por favor señor, se lo ruego.
Jaime: Ve a tu habitación, acuéstate y ni se te ocurra tocarte ni estimularte hasta que llegue.
Yo: Sí, señor.
Fui a mi habitación, me acosté boca arriba y abrí mis piernas. Jaime llegó unos minutos después.
Jaime: Me encanta que mi putita está siempre lista. Te traje un regalo. Sacó un dildo que podía penetrar tanto mi vagina como mi ano.
Yo: Mmm sí.
Jaime: Pero no tan rápido, también me tienes que satisfacer a mí.
Llegó el hombre que se me había hecho más atractivo, Jaime le dio el dildo. Yo estaba lista con mis piernas totalmente abiertas pero entonces Jaime jaló mi cuerpo e hizo que mi cabeza colgara de la cama. Me abrió la boca y ensartó su pene en ella, lo que me dio ganas de vomitar porque llegaba hasta mi garganta.
Jaime: Hasta que no se te quite ese reflejo no te van a meter el dildo.
Así que intenté e intenté hasta que dejé de querer vomitar. El reflejo de querer vomitar simplemente se me quitó y Jaime pudo follar mi garganta a gusto. Sentía que me ahogaba con su polla pero definitivamente me estaba excitando mucho la situación.
Jaime: Ya quedó entrenada esta perra. Aah qué rico se come mi polla.
Santiago, el hombre apuesto tomó el dildo doble y me comenzó a estimular con él. Comencé a gemir, pero solo se escuchaba mi voz ahogada porque Jaime me estaba follando la garganta. Me vine una y otra vez hasta que Jaime se vino en mi garganta y me tragué toda la leche que me dio. Después me volteé para dejarle bien limpia su polla.
Jaime: Que buena perrita. Santiago (refiriéndose al otro hombre), quiero que la folles, déjala satisfecha.
Santiago: Sí, señor.
Jaime se fue y yo me puse en posición de misionero para que Santiago me follara. Pero él me dirigió a la mesa de mi habitación. Estando enfrente de la mesa, me empujó hacia adelante, quedando descubierto y tomó unas correas y me amarró los tobillos a las patas de la mesa. Tomó un vibrador y me dijo que me iba a dar la follada de mi vida.
Comenzó tocándome el clitoris con su mano, mientras se tocaba su polla con la otra mano. Entonces siento la punta de su polla en mi vagina pero en lugar de moverla, comienza a moverla de arriba a abajo sobre mi cosita. No pude evitar venirme. Después me la ensartó en mi vagina y la comenzó a mover con mucha fuerza hacia dentro de mí. La mesa chocaba contra la pared de lo fuerte que me estaba follando. Amaba su pollla, tenía el grosor perfecto. Entonces prendió el vibrador y lo puso en mi clitoris. Yo comencé a temblar de los orgasmos y a tener espasmos.
Santiago: Nooo hagas eso.
Yo: ¿Qué cosa?
Santiago: No aprietes tu vagina que me vengo...
Y se vino dentro de mí, los dos gimiendo como animales. Se fue a acostar a la cama y yo me quedé en la mesa. Sentí como se escurría su semen por mis piernas, me había dado una gran cantidad. Me quedé quieta unos minutos pero al rato regresó la urgencia de masturbarme. Me metí 2 dedos al culo y así comencé a masturbarme hasta que me vine.
Santiago: Se supone que yo debo satisfacerte, vamos por una segunda ronda.
Se fue un momento y regresó con la máquina que metía y sacaba el dildo de mi vagina. Me desamarró de la mesa y me llevó a la cama. Me acostó boca abajo con las piernas abiertas, metió el dildo a mi vagina. Después puso el vibrador debajo de mí para que estimulara mi clitoris y prendió ambos aparatos. Comencé a temblar del placer y para evitar que me moviera, me amarró a la cama. Entonces me ensartó su polla en mi culo y comenzó a follarme. Yo sólo era una marea de placer, fue orgasmo tras orgasmo. Mi mente se quedó en blanco por completo, estaba temblando en todo el cuerpo. Santiago me folló con muchísimas fuerzas y después se vino dentro de mi culito.
Santiago: Es el mejor sexo de mi vida.
Me quitó los aparatos y me dejó temblando en la cama, todavía amarrada. Me quedé dormida y desperté en la mañana, esta vez había podido dormir toda la noche, definitivamente Santiago me había dejado satisfecha.