Mi trabajo de invierno 3
Mi segundo y tercer día en el trabajo, entrenándome para ser buena perra.
Me dejaron sola y después de venirme una y otra vez en la almohada, me quedé dormida en mis propios jugos. Debí haber dormido un par de horas cuando me desperté sintiéndome muy caliente de nuevo. Esta vez no era la droga, sino mi propio libido. Era como si una parte de mí que apenas había explorado, despertara. Entonces vi que todavía tenía el plug anal 1. Me puse en 4 patas pero con mi cabeza sobre la cama y mi culo levantado y con mis manos comencé a meter y sacar el plug. Se sentía demasiado bien, entonces comencé a moverlo muy rápido y fue entonces que me corrí mojando todas las sábanas. Logré volverme a dormir y a la mañana siguiente fui a desayunar con Jaime.
Jaime: Hola, Lucía. Temo que desobedeciste así que hoy toca castigo.
Yo: No por favor, todavía tengo el plug dentro.
Jaime: Cariño, te vi meterlo y sacarlo muchas veces, rompiste las reglas.
Entonces recordé que había cámaras en mi habitación y que me habían visto masturbarme.
Yo: Lo siento mucho, se lo puedo compensar, no me haga lo mismo que ayer por favor.
Jaime: No Lucía, hoy me lo vas a compensar de otra forma. Comenzamos en 3 horas.
Estaba nerviosa pero al mismo tiempo emocionada. Cuando llegó la hora me fui a mi cuarto, me puse en 4 patas con mi cabeza sobre mi almohada y esperé a que llegaran los médicos. Pero solo llegó Jaime y traía una maleta.
Jaime: Pero qué tenemos aquí, una perrita bien entrenada. Aunque eso no te librará de tu castigo.
Yo: ¿En dónde están los doctores?
Jaime: No los necesitaremos hoy, hoy todo va a ser sin droga, pero viendo lo mojada que estás creo que no la necesitaremos.
Realmente estaba muy mojada y deseosa de que me cogieran. Me puso boca arriba y me conectó unos electrodos en toda mi cosita.
Jaime: Si cierras las piernas te vas a arrepentir.
Y prendió el aparato de los electrodos. Al principio se sentían poquito pero fue aumentando rápidamente la intensidad y comenzó a doler. Quería cerrar mis piernas pero me contuve y fue cuando sentí el látigo en mi clitoris. Y el orgasmo fue casi inmediato, eyaculé una gran cantidad de líquido y comencé a tener espasmos que cerraron mis piernas.
Jaime: Te lo advertí.
Me puso boca abajo y me amarró a la cama con las piernas abiertas. Me sacó el plug anal 1, casi no recordaba que lo tenía puesto. Metió dos dedos a mi vagina y luego los metió a mi culito como para lubricarlo. Sacó sus dedos, sacó su polla del pantalón y lo metió a mi culito.
Yo: Hmmm dame más.
Jaime prendió los electrodos de nuevo y me comenzó a follar muy fuerte y profundamente. Abrió mis nalgas para que su polla entrara más en mi culito. Sentía que su polla entraba muy apretada en mi culo y me hacía sentir tanto dolor y placer. Con todo y el dolor me vine y comencé a gemir muy fuerte. Jaime se vino dentro de mí, también gimiendo. Me quitó los electrodos y me dejó ahí amarrada. Con mi culito lleno de su semen y sobre la cama empapada de mis jugos, me quedé dormida. Al igual que el día anterior, me desperté a media noche muy deseosa. Estando amarrada, lo único que pude estimular fueron mis pezones contra la sábana. Conseguí un orgasmo leve pero fue suficiente para volver a dormirme. Al día siguiente desperté todavía amarrada, miré a mi alrededor y todo seguía igual que ayer. Solo que mi culito se sentía sucio por el semen seco de Jaime. Los doctores llegaron unos minutos después con una máquina que tenía un dildo en un tubo. La máquina hacía que el dildo de moviera como si alguien estuviera follando. Metieron casi todo el dildo en mi vagina (que era bastante largo y ancho) pero no prendieron la máquina, solo se retiraron. De repente siento que el dildo estaba empapado en la droga, y esta vez fue diferente. Mi mente se nubló y solo podía pensar en ser follada, era como un instinto animal. Me moví como pude para sentir entrar y salir el dildo, y entonces me comencé a venir. Jaime entró a la habitación con los doctores y los hombres que me habían ayudado el primer día, sólo que nadie tenía ropa. Cuando me vieron se les paró su polla y entonces prendieron la máquina. La máquina comenzó a mover el dildo dentro de mí y yo sólo me dejé llevar en la ola de orgasmos, uno tras otro, sin parar.
Yo: Aaah no aguanto.
Ya había eyaculado varias veces y mi cuerpo prácticamente dejó de obdecerme, entre espasmos y temblores no me podía liberar de tanto placer. Entonces detuvieron la máquina, me amarraron con las piernas juntas y almohadas abajo de mí para que mi culo quedara al aire. Sentí entonces que Jaime me comenzaba a follar por el culo, y ufff fue demasiado placer. Jaime se corrió dentro de mí y los hombres se pusieron en una fila para follarme el culo también. Los 4 doctores y los otros 2 hombres me follaron, pero a quién recuerdo más fue al que me había parecido más atractivo el primer día. Él tenía una folla especialmente gruesa que me hizo sentir suya, con él tuve el orgasmo más intenso.
Jaime: Métanle el plug anal 5.
Doctor 1: No creo que le entre señor.
Jaime: Métanselo, no quiero que se le salga la lechita que acaba de recibir.
Sacaron un plug de unos 5 centímetros de grosor y me lo ensartaron. Yo sólo dejé salir un gemido.
Jaime: Báñate y te espero para cenar.
Me costaba mucho moverme con el plug dentro de mí, pero me bañé como me dijo y bajé a cenar. Tenía mucha hambre y sed. Solo que cuando me iba a sentar, vi que mi silla tenía un dildo en forma de pene.
Jaime: Siéntate.
Yo: Señor, ni si quiera sé si me podré sentar con el plug puesto, este dildo no me va a entrar.
Jaime: Entonces comerás como perra.
Entre los dos hombres me amarraron las manos a la espalda, me pusieron de rodillas y me bajaron la cabeza al suelo, quedando con el culo al aire. Entonces me llevaron mi cena y la colocaron en el piso. Tenía tanta hambre que comencé a comer y tomar agua torpemente como perra. Al terminar, me soltaron de las manos y uno de los hombres llevó a mi habitación. Me volvió a amarrar boca abajo con el culo levantado por las almohadas y me colocó el aparato en la vagina, solo que esta vez se sentía mucho más apretado con el plug. Jaime entró a mi habitación.
Jaime: Esta noche te vamos a entrenar para que sepas tener tus agujeros llenos.
Configuró la máquina para que cada hora se moviera muy rápido durante 10 minutos y me dejó ahí.