Mi tio y su secreto
Mi tio guardaba un secreto que me enseño y me hizo muy feliz.
Hola, me llamo Marta, tengo 18 años y vivo en una pequeña capital de provincia de España. La historia que os voy a contar ocurrió hace 2 años cuando tenia 16. Por aquel entonces yo era una chica rubia, con la piel muy blanca y me gustaba vestirme con una ropa ajustada y provocativa como a todos los jóvenes de la edad.
Bueno, toda la historia comenzó un día cuando estaba estudiando en casa, primero os diré que mi madre tiene otras cuatro hermanas más y ella es la mayor de todas, el caso es que un día mi tía la pequeña estaba en mi casa con mi madre, hablando de sus cosas en la cocina, la verdad es que entre las hermanas se llevan muy bien y se cuentan todo, mientras, yo estaba en mi habitación estudiando, pero mi habitación estaba pared con pared de la cocina con lo que yo escuchaba toda la conversación perfectamente.
Habían estado hablando de un montón de trivialidades pero al cabo de un rato empezaron a charlar sobre el fin de semana pasado, habían ido a un lago a bañarse, y habían ido a una pequeña playa alejada de todas las demás donde al parecer se habían bañado completamente desnudos, mi madre le decía a su hermana Sonia que se habían quedado alucinando ella y las demás amigas que allí estaban cuando el marido de mi tía la pequeña, Sonia, había aparecido desnudo y vieron que tenia una enorme verga.
En ese momento puse mucha más atención olvidándome por completo de los libros, entonces, escuche como mi tía Sonia le decía a mi madre, que si, que era impresionante que al principio de novios estaba asustada y que después le costo asumir semejante trozo de carne, pero que ahora la hacia gozar. Aquello que había escuchado me quedo memorizado y cada vez que veía a mi tío Fernando no podía evitar mirarle la entrepierna como buscando aquel trozo de carne del que tanto hablaban.
Fernando, tenia 30 años, no era muy alto pero tenia un cuerpo atlético de haber hecho bastante deporte, realmente trabajaba como empleado de banca pero lo que realmente se le daba fenomenal era dar masajes y toda la familia siempre que podíamos le pedíamos que nos diera un masaje, eran tremendamente relajantes.
Un día de verano, iba a mi casa cuando me encontré con mi tío Fernando, nos pusimos ha hablar y me puso la mano en el hombro, entonces le dije, "cuidado que me duele", entonces comenzó a darme un pequeño masaje y yo gemía de placer. Entonces me dijo, ven hasta casa conmigo y te voy a darlo bien, yo encantada de sentir un masaje de mi tío porque después sabia que estaría en la gloria. Llegamos a su casa y no había nadie, mi tía estaba en Madrid durante toda la semana haciendo un curso.
Me dijo pasa a la habitación y vete desnudándote como ya sabes, que ahora mismo vengo. Yo empecé a quitarme la ropa, pero cuando me iba a quitar el pantalón me acorde que solo tenia un tanga puesto y me daba vergüenza quitarlo osea que solo me quite la camisa y me quede con el pantalón y el sujetador.
Cuando llego Fernando, me dijo, ¿pero que haces con el pantalón? Y yo le dije que es que tenia tanga y me daba un poco de vergüenza, el se rió, y dijo, no seas niña, venga, quítatelo. Me volví a levantar de la cama y me quite el pantalón, note como él miraba disimuladamente mi culo y me dio un poco de vergüenza pero una vez con las bragas y el sujetador volví a echarme sobre la cama boca abajo. Se puso sobre mí, y me desabrocho el sujetador como de costumbre, me lo saco de debajo de mi y lo puso con el resto de la ropa en la silla.
Comenzó a masajearme las piernas y luego la espalda y yo estaba en la gloria, pero de pronto, con toda la naturalidad del mundo y cuando más relajada estaba note como agarraba mi tanga y me lo bajaba totalmente llegando a quitarlo del todo y poniéndolo junto al resto de la ropa. Yo quede de piedra, no sabia que hacer o que decir, y me quede como si nada pasara apretando las piernas lo mas que podía. Mientras el seguía masajeando mi culo yo estaba allí, muerta de vergüenza. Bajo de la espalda a mi culo y luego comenzó por la parte alta de las piernas, entonces me dijo, "no aprietes el culo, abre un poco las piernas que si no no puedo seguir" y yo totalmente desconcertada le hice caso y abrí las piernas un poco, creo que podía ver mi rajita, quería morirme en ese momento. De repente note como su mano bajaba por entre las piernas y empezaba a masajearme mi rajita, entonces me pregunto si me gustaba y yo le dije que si. La verdad es que estaba tremendamente asustada pero excitada a la vez por la situación.
Entonces se levanto y me dijo, date la vuelta. Yo me quede un rato en la misma posición pensando lo que hacer, pero no se como ni porque me di la vuelta y quede completamente desnuda delante de el. Entonces se acerco y empezó a chuparme los pechos y el placer era inmenso, luego bajo por mi estomago, me abrió las piernas y empezó a chupar mi clítoris, ¡Dios mío, nunca había sentido nada igual! Se veía que era un maestro. Yo por aquel entonces no era virgen ( o al menos eso creía), con mi novio Alberto habíamos hecho el amor media docena de veces.
Cuando parecía que me iba a correr Fernando se levanto y se quito la camisa dejando un cuerpo bastante musculoso a la vista, luego se quito los pantalones y los zapatos y quedo con unos slips que no me atrevía a mirarlo porque el bulto era tremendo, entonces me acorde de la conversación que habían tenido mi madre y su hermana y un latigazo de terror recorrió todo mi cuerpo. Entonces se quito los slips y apareció una enorme verga que empezaba a ponerse en erección. La de mi novio parecía un juguete al lado de la verga de mi tío. Entonces se acerco hacia mi y puso su glande al lado de mi boca, entonces le mire, tenia una sonrisa en los labios, cogí su verga con mi mano, que no la rodeaba, abrí mi boca y metí su glande en mi boca, parecía que me iba a ahogar y que iba a romperse la mandíbula, comencé a lamerlo con mi lengua y a moverlo lo poco que podía dentro de mi boca, entonces Fernando comenzaba a gemir, seguía chupando y chupando y de repente lo saco y me dijo que parara o se correría en mi boca.
Abrió un cajón de la mesilla y saco un preservativo que se enrollo rápidamente, cogió mis piernas, las puso en sus hombros y acerco su glande a mi vagina, entonces le dije: "Fernando, no por favor, eso no me cabe dentro, por favor, no quiero hacerlo, me da miedo".
Él rió y dijo con seguridad no te preocupes, veras como vas a disfrutar, entonces note como su glande se acercaba a mi vagina y lentamente empezaba a entrar, notaba como los labios cedían paso a aquel enorme mástil, pero cuando entro el glande note un fuerte dolor, le dije que parara, y el pareció hacerme caso pero de repente pego un fuerte empujón y metió su enorme mástil dentro de mi, creí morirme, todo dentro de mi se había dilatado para dejar paso a aquel monstruo, notaba como la punta apretaba el final de mi agujero, entonces comenzó a moverse primero lentamente, y luego más rápido y el dolor se transformo en placer, intensísimo placer, notaba como sus huevos pegaban contra mi culo y hacían ruido con cada golpe, mi placer aumentaba y aumentaba mientras el se movía más rápido, entonces note que me corría, nunca me había pasado mientras hacia el amor, siempre me corría después masturbándome.
Y mi vagina al estremecerse comprimía aquel enorme falo que me estaba atravesando una y otra vez. Fernando espero a que terminara de convulsionarme por el tremendo orgasmo, entonces saco la verga se quito el preservativo y empezó a masturbarse, cada vez más rápido, me hizo sentarme y su verga quedaba a 5 cm de mi boca, entonces me dijo, abre la boca, y así lo hice, entonces empezó a gemir como una bestia, paro su mano mientras se apretaba hacia abajo la piel de su pené y comencé a notar como chorros calientes de semen chocaban en lo más profundo de mi boca, parecía no terminar, cuando acabo, me hizo cerrar la boca y me dijo "traga", yo deje escapar todo el semen que pude por la comisura de mis labios pero el resto me lo trague.
Creo que aquella tarde conocí realmente el placer y me sentí verdaderamente una mujer, luego nos vestimos, me dio un beso y me dijo que cuando me sintiera estresada no dudara en ir para que me diera otro masaje y la verdad es que fui unas cuantas veces más.