Mi tío Toni

El tío abusón se aprovecha de su joven sobrino

MI TÍO TONI  - 1981

Siempre fue mi ídolo, mi debilidad. Toni, mi tío mayor, era todo lo que me a mí me gustaría ser. Un deportista nato, guapo, estudioso y un crack con las chicas, ya con buen trabajo, un ligón empedernido. Jamás pensamiento obsceno tuve sobre él, jamás noté que él lo tuviera hacia mí.

A mis 18 años había ido de viaje a Madrid para preparar la documentación en la facultad e iniciar allí la carrera, Toni vivía en el centro, en el piso que se había comprado con su novia, la boda sería en septiembre, tres meses después.

Toni era 8 años mayor que yo, por ello mi obsesión en imitarle, en ser como él. Pasaba siempre sus vacaciones de verano y de navidad en nuestra casa, dormía siempre conmigo, desde crío, nos quedábamos hasta las tantas hablando de fútbol, de chicas o de los estudios, siempre en plan amistoso, como familia.

Pero ese día a últimos de julio del 81 algo inaudito sucedió. Habíamos ido por la tarde a un parque cercano en el que había una cancha de fútbol sala a jugar un partido con sus amigos, me pareció buena idea y lo pasamos bien, yo le informé, he estado lesionado del menisco, llevo tres meses sin hacer ejercicio, no fuerces, me contestó. Pero tras casi tres horas jugando un partido tras otro, cuando llegamos a casa a eso de las nueve, el resultado fue el esperado, llevaba unas agujetas impresionantes, los gemelos cargados y los abductores agarrotados por completo.

Me tumbé derrotado en el sofá y me bebí más de un litro de agua fría mientras él se duchaba en primer lugar, me avisó cuando terminó, entré en el aseo y me lo encontré frente al lavabo, estaba preparando los utensilios para afeitarse, los calzoncillos blancos eran su única prenda además de una toalla pequeña colgada del cuello. Abrí el grifo, me desnudé y me metí en la ducha. Desde allí iniciamos una conversación, no sé por qué, acabó desembocando de esa manera.

TN: Cómo vas Fran ¿?

FR: Perdido, estoy perdido, me duele todo, tío

TN: Pues ahora cuando acabes, te secas y te tumbas aquí, te suelto los músculos y te doy un masaje con ésta crema.

FR: Genial, tomaré un antiinflamatorio también.

Salí de la ducha, me sequé, él ya se aclaraba del rostro la crema de afeitar, me acuerdo, de la marca Lea.

TN: Tira la toalla al suelo y túmbate.

Cumplí con la orden, como un corderito extendí la toalla en el suelo y me tumbé boca abajo, él se acomodó entre mis piernas, no tardé en sentir el frescor de sus manos en mis muslos embadurnadas en crema, empezó muy suave, poco a poco fue apretando más y más. Mientras hablaba temas intrascendentes, en un momento noté como sus pringosas manos se metían entre mis nalgas buscando con sus dedos mis abductores y apretando mis ingles desde atrás, al sentirlo en esa zona, inocentemente le pregunté

FR: Me giro para que te sea más cómodo ¿?

TN: No, no, tranquilo, así mejor, no te muevas

En minutos el masaje  terapéutico se centraba ya en esa zona solamente, ingles y entre nalgas, no le di importancia, pero notaba con claridad como el agujero de mi ojete estaba húmedo, pringoso, la crema lo refrescaba. La sensación no era desagradable, al contrario, me confortaba, volvió a hablarme, pero noté su voz como entrecortada, había cambiado el tono.

TN: Fran, espero que no te enfades con lo que va a pasar ahora, lo necesito, no te imaginas como lo he deseado durante años, no me odies por ello, por favor.

Iba a preguntarle a qué se refería, no entendía su comentario, pero no me dio tiempo, el estar colocado entre mis piernas impidió que las cerrase, noté cómo se tumbaba sobre mí, apoyaba su codo izquierdo contra la toalla, con la derecha se sujetó la polla, la enfiló en mi culo y facilitado por la crema que había depositado previamente, empezó a penetrarme, de un empujón me metió el capullo en mi culo virgen, quise revolverme, qué haces, le grité, noté un doloroso pinchazo en el culo, me sujetó la cabeza a la altura del cuello y al estar tumbado sobre mí no me fue posible moverme, déjate llevar, por favor, si te relajas y no te resistes no te dolerá, me contestó entre suspiros, siguió adelante y entre mis gritos la metió entera, hasta el final, sentía el roce del vello de su pubis en mis nalgas y cómo sus testículos querían golpear los míos desde atrás.

FR: Toni, qué haces joder ¡¡¡ Sácala ¡¡ No soporto el dolor, por favor ¡¡

TN: Schussss, te digo que te relajes y se te pasa, confía en mí

FR: Qué confíe en  ti ¿? Joder ¡¡ Me estás follando, eres maricón o qué ¡¡

No, me contestó mientras iniciaba el bombeo, sólo me gustas tú, eres el único tío que me atrae, hace un par de años que quería decirte que me había enamorado de ti, nunca me atreví.

A mí me pareció una eternidad, pero en verdad no lo fue, antes de cinco minutos de suplicio noté como un líquido caliente me inundaba el interior, se acababa de correr en mi culo. Tras unos jadeos, dos o tres lo siento y un si tú no quieres no volverá a pasar, me la sacó, se oyó un ploff. Me quedé quieto, inmóvil, notando como de mi ano salía su esperma buscando el bulto de mis huevos por detrás. No hablé, no me queje más, estaba digiriendo lo ocurrido, mi tío, mi héroe, mi ídolo de la infancia acababa de profanar mi culo, me había echado sin mi consentimiento un polvo en toda regla.

Se lavó la polla en el lavabo y se secó, se sentó en el borde de la bañera y se quedó allí quieto, callado, mirando a su primer amante masculino tirado en el suelo expulsando esperma por el ano, humillado, ultrajado.

Continuará …