Mi tío Paco se cobró su parte 2

Continuación de la series Unas Jornadas en el Campo Mi tío Paco se muestra generoso conmigo.

...

Me quedé paralizado ente aquella invitación, por un momento pensé que no se refería a mí. Mi madre, abierta de piernas y con aquel hombre clavado en su ser, también mi miraba sonriente. Con el dedo indice de su mano izquierda me indicó que me acercara.

-Vamos cariño, ben a jugar con nosotros . - Dijo ella en voz baja.

-Venga hombre, no te quedes hay pasmado. Esta hembra da para los dos. - Insistió mi tío hablándome como si yo fuera otro hombre cualquiera.

Me acerqué algo tímido, con mi polla a punto de romper los calzoncillos, y me coloqué al lado de la cabeza de mi madre. Esta, se apresuró a quitarme la prenda y liberar mi nabo aprisionado. Luego se lo acerqué y comenzó a chupármelo. Las miradas de mi tío Paco y la mía se cruzaron un instante, y percibí un gesto aprobación en su sonrisa al tiempo que comenzaba a bombear lentamente a mi madre.

La escena me pareció de ensueño. Jamás imaginé que pudiera estar compartiendo a mi madre con nadie, y muchísimo menos con alguien de la familia. Pero era cierto. Allí estaba yo, con mi polla metida en la boca de mi madre, mientras mi tío Paco le follaba el coño impetuosamente.

Mi madre debía estar disfrutando, pues pocas veces me había chupado el nabo tan intensamente. De su boca ocupada, tan solo podían oírse ligeros gemidos guturales que delataban el placer que estaba recibiendo cuando algún orgasmo la embargaba.

Mi tío decidió cambiar de postura y puso a mi madre a cuatro patas. Me excitó muchísimo ver a mi madre de esa forma, de rodillas sobre la cama con las piernas ligeramente abiertas y el culo respingón meneandolo ligeramente de un lado a otro, como mostrando su impaciencia por ser montada de nuevo por mi tío. Sus hermosas tetas, con sus oscuros pezones duros y erizados, se bamboleaban graciosamente al ritmo de su contoneo.

Mi tío se colocó tras ella y agarrándose su gran polla con una de sus manos frotó su capullo varias veces a lo largo del chorreante coño de mi madre, que esperaba impaciente a que se la metiera hasta dentro. Yo me senté en la almohada, justo delante de ella, con las piernas abiertas ofreciéndole a mi madre el juguete que, como una niña golosa, tanto le gusta chupar. Me la estuvo lamiendo, hasta que del golpe que le dio mi tío cuando se la metió en el coño, ella hizo lo propio con mi polla en su boca. Me la chupó al ritmo de los golpes de cadera de mi tío. Él se la metía, mi polla entraba en su boca, él se la sacaba, mi polla salía de su boca. Así hasta que, tras provocarle varios orgasmos,decidió volver a cambiar de postura.

Luego se acostaron de lado. Mi madre levantó una de sus piernas, y mi tío, sujetándole la rodilla en el aire, volvió a penetrarla desde atrás. Yo también me acosté de lado, pero en la forma inversa a la posición de mi madre, como para hacer un sesenta y nueve, pero en esta ocasión la única de chupaba era ella. Yo coloqué mi cabeza sobre su otra pierna y... Dios, que maravilla. Pude contemplar el magnífico espectáculo de una gran polla entrando y saliendo del coño de mi madre, que profería gemidos contenidos, porque tenía mi polla dentro de su boca.

Aquella visión me hizo revivir todas aquellas sensaciones que yo tenía cuando, de niño, imaginaba como sería ver a mi madre follando. Pero la realidad superaba toda aquella fantasía. El coño de mi madre se me antojó esplendido. Dilatado y abierto a causa del grosor de aquella polla que la penetraba, era más hermoso de lo que yo pudiera haberme imaginado. Chorreaba profusamente sus fluidos, que eran batidos por la polla de mi tío, y dejaban su miembro abundantemente impregnado de algo parecido a una crema lechosa. Mi madre dejó de chuparme porque no pudo reprimir los gritos y gemidos cuando le sobrevino una oleada de orgasmos que la volvieron a dejar temblorosa entre convulsiones de placer.

Mi tío seguía bombeando con rapidez y mi madre parecía al borde del desmayo entre gritos y gemidos. De pronto pude ver como su polla comenzaba a sufrir contracciones, signo inequívoco de que estaba llenando la vagina de mi madre con otra oleada de su semen. Mi tío se corrió entre bufidos que duraron unos instantes, durante el que mi madre también había tenido otro orgasmo casi al mismo tiempo que él.

Yo estaba extremadamente excitado.

Cuando mi tío se detuvo, mi madre seguía temblando por el placer recibido. Él permaneció con su polla dentro hasta que ella se tranquilizó y comenzó a relajarse entre jadeos. Luego, pude ver en primer plano, como su polla, aún dura, salía despacio del coño de mi madre, arrastrando tras de sí una buena cantidad de leche que le chorreó por el muslo. Cuando la tuvo toda fuera se tumbó relajado junto a mi madre. Entonces levanté mi cabeza de su muslo y dejé que ella también se pusiera boca arriba. En ese momento, y ante la visión del coño de mi madre empapado de fluidos y rebosante de semen, no pude reprimir el impulso y decidí lamer aquel bendito sexo, objeto de mi adoración y veneración.

No me importó lo que acababa de ocurrir, solo pensé en seguir proporcionado placer a mi madre. Metí mi boca en aquella raja sagrada e, impregnando mi cara de todos aquellos jugos que manaban de su interior, me aplique a lamerselo con profunda devoción. Los sabores se confundían en mi boca, pues los fluidos ligeramente salados de mi madre se mezclaban con el sabor indefinible del semen de mi tío. Aún así, esa mezcla de sabores no me resultó desagradable del todo, y aún menos provenientes del coño de mi diosa. Su clítoris, extremadamente sensible y abultado, se me ofrecía como un pequeño pezón. Lo introduje entre mis labios y lo chupé suavemente haciendo que mi madre volviera a retorcerse de placer. La hice temblar, de nuevo, de puro gusto.

-¡Métemela Andrés, métemela en el coño hijo mio, por favor! - Me pidió mi madre mediante un susurro jadeante.

Obedecí al instante. Me coloqué sobre ella e introduje despacio mi polla en su chocho empapado. Estaba tan mojado que casi la metí sin enterarme. Comencé a bombear despacio, ya que el grado de excitación en que me encontraba era tal que de ir más rápido me correría enseguida.

Mi madre tomó mi cabeza entre sus manos y comenzó a lamer, como una perra lame a su cachorro, los restos de fluidos de mi cara. Luego, al cabo de unos instantes, ella, que fue consciente del gran esfuerzo que yo hacía por no correrme, frustrado por no poder arrancarle otro divino orgasmo, tomó la iniciativa.

-¡Ben mi amor, acaba en mi boca! ¡Dale a mamá tu lechita, cariño! - Me pidió con ternura.

Rápidamente me alcé y colocándome a horcajadas sobre su pecho, metí mi polla en su boca. Ella agarró mi culo, y tras un par de bombeos lentos en los que hice que se la metiera toda en la boca, me corrí como un bestia llenándole la garganta de la leche que tanto le gusta a mi madre. Ella la tragó sin dejar escapar una gota. Después se entretuvo unos instantes en chupar toda mi polla hasta que fue perdiendo fuerza, entonces me tumbé a su lado sin poder creer lo que acababa de ocurrir.

-¡Oh... chicos, ha sido maravillo! ¡Que gusto me habéis dado, canallas! - Exclamó mi madre llena de dicha y satisfacción. - Siento que el coño me late como si tuviera el corazón hay metido. ¡Ha sido fantástico! ¡Me habéis hecho muy feliz!

Verdaderamente mi madre estaba feliz. Su cara, ahora relajada y enrojecida por la actividad sexual, dibujaba un semblante de paz y bienestar que no pasó desapercibido a mi tío Paco.

-Inés, verdaderamente estoy sorprendido. Has actuado con total naturalidad, pese a haber sido follada por tu propio hijo. Es increíble. No se que pensar. - Dijo mi tío lleno de dudas.

-Es muy sencillo Paco. Entre mi hijo y yo, hay una relación muy especial. No es la primera vez que estamos juntos así. - Dijo mi madre sonriéndole.

-Ahora entiendo muchas cosas. Pensé que solo era tu confidente... o un niño faldero. Que bien lo estáis llevando. ¿Y si tu marido lo descubre?

-No creo que se entere..., si nadie se lo dice, claro. Él no está pendiente de esas cosas. - dijo mi madre cerrando los ojos y relajándose.

-Adoro a mi madre. Es para mi la mujer más importante del mundo. Es mi diosa, mi luz, el sentido de mi vida  y solo deseo que sea feliz. - Dije lleno de pasión devota que provocó un sentimiento de orgullo maternal en mi madre.

-Interesante. Así que tendremos que admitir... a un nuevo socio. - Dijo mi tío con fingida resignación. Todos reímos.

Ya debía de ser tarde, así que nos dispusimos a dormir. Lo hicimos los tres juntos. Me hizo mucha ilusión dormir con mi madre, así, desnudos como estábamos.

A la mañana siguiente me despertaron unos ligeros temblores de la cama. Cuando abrí los ojos vi que mi tío tenía abrazada a mi madre por detrás y manoseaba sus tetas, con su cara metida entre el pelo de ella a la altura de su cuello. Mi madre sonreía con los ojos cerrados, así que permanecí un momento contemplando su vello rostro hasta que, tras recibir un fuerte apretón de caderas de mi tío haciéndola sentir justo sobre la raja de su culo la dureza de su miembro, abrió los ojos sorprendida.

Nuestras miradas se juntaron y yo le sonreí. Mi tío seguía frotándose con su espalda con más ímpetu y ella le correspondía echando hacia atrás su culo para sentir mejor la dureza de su polla. Comprendí al instante que mi tío quería echar un polvo mañanero y no quise interferir. Di un beso de buenos días en los labios a mi madre, que agradeció con una sonrisa magnífica, y abandoné despacio la cama.

No me vestí, pues solo tenía el calzoncillo que dejé en el suelo, y me dirigí desnudo a la cocina para desayunar. Cuando yo sacié mi hambre matinal, fui hasta la piscina a darme un baño. El agua estaba fría, pero eso me repuso. Nadé un poco y salí del agua. Me sequé y marché hasta la casa con la intención de prepararles un suculento desayuno. Desde que salí de la habitación, hasta que terminé de hacerles el desayuno, había transcurrido como una hora, aproximadamente.

Justo en el momento en que terminé de prepararles la mesa aparecieron ellos, también bajaron desnudos. Ver entrar a mi madre de esta forma en la cocina, con sus hermosas y turgentes tetas bamboleándose ligera y libremente al ritmo de su caminar tan sensual, con ese meneo de caderas que tanto me enloquece, y mostrando el bien depilado pubis que dejaba ver perfectamente la raja de su coño que los labios mayores dibujaban a la perfección,  hizo que mi polla comenzara a palpitar, pero la presencia de mi tío, supongo que por algo de pudor inconsciente, contuvo mi erección.

-¡Oh... cariño, que detalle...! ¡Paco, nos ha preparado el desayuno! ¿No es adorable mi niño? - Dijo mi madre contenta y sorprendida.

-No, mamá. La adorable eres tu, que te lo mereces todo. - Contesté yo.

-¡Bueno, bueno!. Aquí hay más tema del que yo imaginaba. Realmente, creo que el verdadero matrimonio lo formáis vosotros dos. - Dijo mi tío riendo.

-Si pudiera, me casaría con él. Es lo mejor que la vida me ha dado. - Dijo mi madre cogiéndome la cara con ambas manos y besándome la frente.

-¡Va, va..., tampoco es para tanto! Venga, desayunad que se os va a enfriar, tortolitos. - Dije yo restando importancia a los comentarios y algo ruborizado.

Mientras daban cuenta de las viandas, sonó el teléfono. A mi se me encogió el estomago, ellos se miraron sorprendidos.

-¿Si...? - Contestó mi tío.

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-¡Ah... coño, eres tú, Salvador. Que susto nos has dado.

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-Si. ¿a que no te imaginas a quien tengo aquí..., para mi solo?

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-Exacto. Tu cuñada Inés.

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-¡Ja,jajaja...! ¡Nooo..., sencillamente celebrábamos el encuentro con John Thompson

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-Si. El fin de semana pasado la conoció.

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-Según me dijo, quedó fascinado. - Dijo mirando a mi madre, que sonrió tímidamente.

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-Pues creo que se ha colado por él. No se que le hizo, pero la ha dejado prendada. Seguramente se halla enamorado.

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-Si, ya solo queda un escollo. Haber como lo salvamos.

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-Estupendo... si, vale, te esperamos para comer.

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-Si, si, la tarde promete...¡jajajaja!

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-Hasta luego, primo.

- ¿Que quería mi cuñado? Hace ya tiempo que no nos hemos visto.

-Quería saber su ya os habíais conocido John y tu.

-Este Salvador es muy cabrón. Que es lo que tramará el muy hijo de puta . - Dijo mi madre en tono jocoso. Mi tío Salvador es el padre del mayor de mi tres hermanos pequeños.

-Ha dicho que estará aquí a la hora de comer.

-Estupendo, que sorpresa. Tengo muchas ganas de verlo. - Dijo mi madre algo emocionada

Terminaron de desayunar y decidimos ir al pueblo de al lado a comprar algo de comida preparada, no habíamos ido a cocinar precisamente, así que nos vestimos y nos marchamos.

Regresamos pronto, y tras dejar las bolsas en la nevera nos dispusimos a darnos un baño. Ya hacía calor, así que los tres nos dirigimos a la piscina desnudos. Nos metimos en el agua, y tras nadar un poco nos pusimos a jugar haciéndonos bromas. Por supuesto que mi madre era la diana de nuestros tocamientos, sus tetas y su entrepierna no se libraron. Ella reía divertida. Yo pensé que debía dejarlos a ellos dos, así que decidí salir del agua y tumbarme a sol.

Los dos tortolitos seguían con sus juegos en el agua, siendo mi madre la que se llevaba la peor parte. Sin embargo reía a carcajadas por las bromas de mi tío. Mi madre estaba radiante, muy jocosa y divertida, y eso a mi me gustaba, me sentía feliz de verla así, hasta el punto que viéndoles como dos adolescentes cachondos comencé a excitarme.

Mi polla se me había puesto dura y me la acariciaba suavemente contemplando como jugaban desnudos en el agua. Pensé que si tardaban mucho en salir me correría allí mismo. Así estuve hasta que mi madre se percató de mis manualidades y, diciéndole algo a mi tío al oído, salió de la piscina y se dirigió hacia mi.

Cuando llegó sin decir nada y mojada como estaba, se colocó a horcajadas sobre mi y clavándose mi polla, bajo la atenta mirada de mi tío Paco, me instó:

-¡Vamos potrillo, galopa! - Me dijo mirándome sonriente, al tiempo que comenzaba a contonear ligeramente sus caderas.

Yo la obedecí y, cogiéndola por la cintura, comencé a follarla. Notaba como la penetración se hacía muy intensa gracias a que ella, con sus movimientos circulares de cadera, hacía que mi polla entrara hasta topar con la punta en lo más profundo de sus entrañas. Yo estaba haciendo un verdadero esfuerzo por aguantar para que se corriera, y ella, que era consciente de la situación, lo hizo muy despacito, ayudándome a contenerme. Así consiguió un orgasmo maravilloso que la hizo gemir de gusto.

En ese momento yo ya no podía más, y golpeándole ligeramente la nalga con una de mis manos le indiqué que el momento estaba a punto de llegar. Ella descabalgó rápidamente y metiéndose mi polla en la boca esperó, acariciándome los huevos, a que mi leche la inundara. Cuando terminé, mi madre permaneció unos instantes chupándomela hasta limpiarla y luego se recostó a mi lado.

Mi tío Paco contempló la escena desde el borde de la piscina y nos miraba sonriente.

-¡Que rica... mi amor! ¡Como me gusta tu lechita, vida mía! - Me dijo sonriendo y relamiendo sus labios. Mi madre siempre me ha dicho que mi semen tiene un sabor distinto al de los otros hombres, que le resulta especialmente delicioso.

-Seguramente será culpa de la rica y dulce leche que mamé de ti, mamá. Bendita seas. - Dije yo extasiado.

Paco salió de las piscina y se tumbó junto a nosotros a tomar el sol. Charlamos y bromeamos. Mi madre reía con nuestras irónicas ocurrencias, hasta que se hizo la hora de comer.

-Vamos a preparar lo que tenemos para comer. Tu cuñado estará a punto de llegar. - Dijo mi tío.

-Si, vamos, que aquí ya nos estamos tostando. - Dijo mi madre.

Cuando nos dirigíamos a la casa vimos a lo lejos como se acercaba un coche, así que, por si acaso entramos rápidos y nos pusimos los trajes de baño. Era mi tío Salvador que llegaba puntual. Ya estábamos en el porche cuando llegó. Mi madre corrió hasta él y se fundió en un abrazo apasionado que culminó con un largo morreo con lengua, mientras él le agarraba las nalgas.

-¡Oh... Salvador, mi amor! ¿que ganitas tenía de verte, cariño? - Dijo mi madre muy contenta.

-¡Inés... preciosa, yo sí que te he echado de menos. Y... no sabes cuanto. - Dijo mi tío Salvador echándole mano a su entrepierna.

-¡Mmmm... y esto está ansioso por recibirte, cariño...! - Le contestó mi madre en un tono muy mimoso.

-¡Ala..., dejaros ya de tonteo y vamos a comer algo. Luego nos echamos... una siestecita! - Dijo mi tío Paco con segundas.

Mi tío Salvador vino sin equipaje, obviamente solo quería pasar la tarde con mi madre, así que nos dirigimos directamente a la cocina.

-Bueno Inés, cuéntame, que tal el becerro de mi hermano, sigue tan gilipollas como siempre?

-Va... quizás más. Que error más grande cometí casándome con él. Menos mal que lo único que ha hecho bien es darme a mi hijo Andrés. - Contestó mi madre con resiganción.

-Vamos mujer, con un poco de suerte todo puede cambiar en el futuro. ¿No es así Paco?

-¡Ya lo creo que puede cambiar!. - Contestó su primo.

-Por cierto Inés, ya has conocido a John, ¿verdad?

-Si, si claro... ¿y tu como lo conociste? - Contestó mi madre yendo directamente al grano.

- Los negocios, ya sabes

- Pero tu te dedicas a los clubes de alterne. ¿Quieres decir que él también trabaja en eso?

-Bueno, no exactamente. Él dirige una agencia de mujeres de compañía. Prostitución de lujo, para entendernos.

-¡Ya me temía yo que las cosas iban por hay!. - Exclamó mi madre.

-¿Es que no te gusta la idea? Inés.

-Si, si, claro que me gusta, como puedes dudarlo, sabes que mi sueño es hacer eso. Lo que pasa es que me da algo de miedo. Ese hombre es tan... misterioso, y a la vez tan galante y amable que me hace dudar.

-Puedes estar tranquila Inés, no tienes nada que temer. Lo conozco desde hace ya algún tiempo y puedo decirte que nos podemos fiar de él.

-Será como dices, pero... prometedme los dos que estaréis siempre a mi lado. Este mundo siempre me ha fascinado, pero ahora... tengo dudas, no sé, lo veo todo... demasiado fácil.

-Bueno, es normal mujer. Teniendo en cuenta que te estas iniciando en estos asuntos, es lógico lo que sientes. Pero te prometemos que siempre estaremos a tu lado... Palabra... del Señor de la Luz.

Aquella última frase me sobrecogió especialmente. Mi madre tampoco pareció entenderla pero no le dio mayor importancia. Mi tío Paco se quedó impasible. Terminamos de comer y mis tíos decidieron tomar una copa en la sobre mesa. Después se dispusieron a... pasar la tarde en la habitación de matrimonio.

Cuando ellos salieron, mi madre me miró como interrogándome por lo que yo haría. Le hice un gesto negativo con la cabeza y le indique que se fuera con ellos. Ella me lanzó un beso junto con un guiño cómplice y se marchó tras sus pasos. Aguanté las ganas de espiar lo que pude, hasta que pasados unos instantes decidí subir para practicar mi afición favorita: espiar a mi madre mientras se la follan.

Como de costumbre, mi madre había dejado la puerta descuidadamente entreabierta, con lo que no tuve ningún problema para mirar.

Cuando me asomé, vi a mis dos tíos desnudos tumbados en la cama. Mi madre se encontraba a los pies, sentada en un pequeño sillón y masturbaba su coño frente a ellos. Gesticulaba sensualmente con la cara mientras se acariciaba las tetas con una de sus manos. Con la otra frotaba su clítoris suavemente pero con un ritmo constante. Ellos se acariciaban sus pollas disfrutando del espectáculo que mi madre les brindaba. Mi madre llegó a tener un orgasmo, a judgar por los temblores, espasmos y gemidos que dio.

Cuando se recuperó se dirigió a donde ellos estaban gateando sobre la cama hasta llegar a la atura de sus pollas erectas. Ellos se juntaron para permitirle mamárselas a los dos a la vez. Así estuvo mi madre durante un buen rato. Se metía las pollas enteras en la boca. Era milagrosa la capacidad que mi madre tiene para engullir nabos. También les lamió y chupó intensamente los huevos.

Mi tío Salvador tomó la iniciativa, y apartándose del alcance de la boca de mi madre se puso detrás de ella, que seguía a cuatro patas. Colocó su polla en la entrada de su cueva y de un golpe certero se la clavó toda entera. Mientras se la folló como a una perra, ella seguía mamándole la polla a Paco que sonreía complacido, mientras ella ahogaba sus gemidos de placer con su polla metida en la boca. Al cabo de un rato cambiaron de postura. Ella se tumbó de lado, pero ahora era Paco quien la follaba por el coño desde atrás, arrancándole esos orgasmos a ella tanto enloquecen. Salvador prefirió que le lamiera el flujos que impregnaba su polla. Luego volvieron a cambiar. Mi madre se acostó boca arriba y Salvador se le echó encima. Le metió la polla en el coño comenzó a follala con tal frenesí que ella no pudo reprimir los gritos de placer hasta que Paco, colocándose a horcajadas sobre su cara, le metió la polla en la boca y ahogó los gritos.

Luego, fue Paco el que se tumbó boca arriba, e hizo que ella se sentara y se clavara su polla en el coño. Mi tío salvador, no pudo reprimirse y separándole las nalgas dejó al descubierto su ano. Escupió un par de veces sobre el agujero y luego, colocando la cabeza de su polla sobre el esfinter, comenzó a empujar hasta que la metió. Mi madre gesticuló de forma dolorosa. Mi tío había sido muy poco delicado en esta ocasión, pero pronto su dolor se transformó en placer cuando los dos machos comenzaron a follarla al unísono. Mi madre gritaba y gemía de puro placer. Se corrió un par de veces antes de que mi tío Salvador le llenara el culo de abundante leche. Cuando le sacó la polla, el semen salió con fuerza impregnado la polla de Paco que seguía dándole por el coño. Pero no duró mucho, pues al instante comenzó a bramar y comenzó a echarle oleadas de semen que llenaron a rebosar las entrañas de mi madre. Durante el proceso, ella también debió correrse, a juzgar por sus movimientos espasmódicos.

Cuando ambos machos se hubieron desahogado, se tumbaron y dejaron que mi madre limpiara con su boca y su lengua los restos de fluidos que quedaban en sus pollas, ya semi flácidas. Después mi madre se acostó entre ambos y los tres se relajaron placenteramente. Yo bajé al salón y me hice una formidable paja en honor a la puta de mi madre.

Sin saber como, el tiempo había pasado volando. Rápidamente me dirigí a la habitación y los encontré aún durmiendo.

-¡Mamá, mamá despierta. Son las siete de la tarde tenemos que marcharnos!.

-¡Mierda. Joder que tarde es!. - Dijo mi madre saltando de la cama. -¿Como no nos has llamado antes?.

Me he quedado traspuesto en el sofá, lo siento! . - Me disculpé.

- Prepara las maletas mientras me ducho, Andrés. - Me ordenó.

Mis dos tíos también se levantaron, pero ellos no tenían prisa. Se vistieron y bajaron al salón. Yo hice las maletas rápidamente y también baje. Al cabo de unos instantes mi madre bajaba las escalera apresuradamente. Tenía el pelo aún mojado, a medio secar, que junto con su cara de preocupación y su vestido veraniego, la vi más linda que otras veces.

Salimos al porche y yo me dirigí a guardar las maletas en el coche, luego me acerqué a despedirme.

- Salvador, por favor. Prometeme una cosa. - Pidió mi madre mirando a los ojos a mi tío.

- Dime cariño.

-Cuando hables con John dile que lo hecho mucho de menos, que me muero de ganas de verlo. Dile. Dile también que, que... le debo algo... y que ya estoy preparada para dárselo, vale. Por favor, díselo, es muy importante para mi. Prometemelo. - Suplicó mi madre.

-No te preocupes, Inés. Se lo diré, te lo aseguro.

Nos despedimos, montamos en el coche y nos marchamos. Recogimos a los niños e iniciamos el viaje de vuelta.

-Tu padre me mata. Por favor, que tarde es... - Dijo mi madre angustiada.

-Tranquilizate mamá. Solo tenemos que decirle que nos hemos entretenido en casa de los abuelos y se nos ha ido el santo a cielo. Lo entenderá. - Dije yo intentando tranquilizarla

-Ojalá sea como dices, hijo, si no... no se lo que va a pasar.

- No pasará nada mamá..., te lo aseguro. Mientras yo esté a tu lado, no pasará nada.

-Eres un cielo, mi amor, no se que haría sin tí.

Mi madre me besó en agradecimiento a estas palabras. Hicimos el viaje relativamente callados, pues ella iba preocupada por la reacción que pudiera tener mi padre.

Cuando llegamos a casa, él nos recibió con numerosos reproches por lo que habíamos tardado, y nos dijo que estaba apunto de llamar a su primo Paco para ver que pasaba. La escusa de que nos habíamos entretenido demasiado en casa de los abuelos fue suficiente para que se calmara y dejara de hacer preguntas, pero su enojo continuó.

Aquella noche les oí discutir. Él quiso follarla y ella intentó escusarse alegando estar cansada, pero de nada le sirvió. La impotencia que yo sentía de saber lo mal que lo estaría pasando soportando el peso de ese despreciable hombre duró poco, el tiempo que tardó el cerdo en dejar de gruñir.

Continuará...