Mi tio mi jefe y unico hombre en mi vida

Breve relato de lo que me ocurrio cuando tuve mi primer trabajo, descubri el amor y los placeres del sexo.

MI TIO, MI JEFE Y UNICO HOMBRE EN MI VIDA

Estaba emocionada, era mi primer día de trabajo. Era una empresa pequeña, de servicios, quedaba en Miraflores, en la que trabajaban unas 25 personas, casi todas mujeres, pero el jefe y dueño mi tío Manuel, divorciado y hermano menor de mi madre. Era una persona de aproximadamente 40 años, moreno, super atlético, gracioso, que vestía siempre a la moda, hábil en los negocios, pero también hábil con las mujeres, era del tipo de hombres que te desnuda con la mirada. A mí me había gustado mucho desde niña, porque era muy gracioso y guapo, y siempre que iba a la casa de mi madre, me traía regalos y era cariñoso conmigo.

Mi nombre es Erika, y en ese entonces tenía sólo 20 años, y era mi primer trabajo como asistente ejecutiva. Fui con toda la ilusión de poner en práctica todos mis conocimientos, trabajar y progresar, porque me interesaba mucho poder demostrar todo lo que había aprendido en el Instituto donde poco antes me había graduado.

Un alto en la historia para describirme. No soy ni alta ni baja, (poco más de un metro sesenta), de piel morena, tostada por el sol, y tengo unos ojos grandes y redondos, color miel, que dan una imagen de sensualidad y sumisión en mi mirada, ya me lo habían dicho antes. Además de una cintura estrecha, tenía unas piernas y unas pompis impresionantes, que se me desarrollaron desde los 16 años, y que evidentemente eran mi mejor carta de presentación. No importaba si estaba con falda, shorts o pantalón, siempre sentía miradas libidinosas de hombres y miradas de envidia en las mujeres al ver mi trasero y mis piernas. Yo lo sabía, pues me encantaba ver mi cuerpo desnudo en el espejo de mi cuarto, suave, terso, redondeado, muy bien desarrollado. Había practicado ballet desde muy niña y luego mucha gimnasia y baile, y eso, junto con la herencia genética familiar, hacían de mi cuerpo algo que no pasaba desapercibido. Mis tetas no eran nada despreciables, mas bien eran también grandes y duras, tenían forma de pera, jugosas y duras, es más, a veces me gustaba salir a la calle con un polo o blusa sin sostén y salvo por la aureola, nadie se hubiera dado cuenta que estaban así al natural.

Desde que mi tío Manuel me vio en su oficina, pude notar que quedó embobado por mí, no era niña, hija de su hermana que conoció, es cierto, era su sobrina, pero también su asistente directa, y me llamaba a cada momento y me tenía todo el día en su oficina dándome trabajo, pero más que nada, conversando, piropeándome y enamorándome. Al principio me molestaba un poco su manera de ser, sobre todo cuando me decía frases en doble sentido, pero poco a poco me fui acostumbrando a su forma de ser, y creo que llegamos a tener cierta confianza. Yo lo escuchaba y me decía "perro que ladra no muerde", y así fue.

Un día se fue de viaje por toda una semana, y cuando regresó, me llamó a su oficina y me dijo: "te he traído este regalo", abrí una bolsa de una boutique muy conocida y vi que era un conjunto rojo vino, pequeñito, que constaba de era una minifalda y arriba un saquito que tenía un escote tremendo, muy profundo, algo que nunca había usado, pero era lindo y de marca. En verdad era precioso, le agradecí mucho y me dijo: "la forma que me puedes agradecer, es dándome la oportunidad de vértelo puesto, pruébatelo por favor, te quiero ver vestida sólo con eso". Yo dudé al principio, pero después me pareció justo. Fui a su baño, que estaba dentro de su oficina, y me fui a cambiar el horrendo uniforme azul de la oficina, por esta belleza de vestido. Mientras lo hacía, me di cuenta que Manuel estaba mirando por el ojo de la cerradura, eso me sorprendió, pero me dio también una calentura terrible en mi cuquita. La idea que alguien me mire a escondidas, siempre me ha excitado mucho. Seguí quitándome lentamente la ropa, para que tenga la oportunidad de verme bien, con mi calzoncito y mi brassiere. Lo pensé mejor, y para que el vestido se viera bien, procedí a quitarme el brassiere, y mis lindas tetas salieron para beneplácito de mi mirón tío y jefe. Cuando terminé de cambiarme, salí para que me viera, y pude notar en su cara, esa imagen de animal en celo. Se me abalanzó, apretó mis tetas con sus manos, y me quiso besar, pero claramente le hice ver que eso no iba conmigo. El comprendió, me soltó, pidió disculpas y no pasó nada. Seguimos trabajando como si nada hubiera ocurrido, el siempre con sus bromas en doble sentido y cortejándome, pero nada más.

Poco después tío Manuel efectuó un segundo viaje a Guayaquil, por unos días, y al regresar, me llamó a su oficina, esta vez me obsequió dos tangas con Hilo Dental, una era negra, linda, con dos triángulos en la parte de arriba, que con las justas tapaban las tetas, y la otra blanca, medio transparente, que era un ensueño. "Pruébatelas, quiero verte sólo con eso" me dijo. Yo sabía a lo que me exponía, pero igual fui a su baño y lentamente me fui probando una a una cada prenda, dejando que vea a través del agujero de la cerradura.

Cuando salí con la primera, que era la negra, que con las justas tapaba mis tetas por arriba, y era sólo un hilo que no tapaba nada de mis pompis, me dijo, date, la vuelta, modela para mi, yo al voltear, sentí cómo sus manos me atrapaban por detrás y el hombre me empezaba a besar y a recorrer mi cuerpo. En el acto volteé y le dí una bofetada, increpándolo por lo que pretendía hacer. Se sorprendió y pidió disculpas y juró que nunca más intentaría hacer una cosa así. No me probé nada mas, regresé al baño, y pude sentir cómo me miraba por el agujero de la cerradura mientras quedaba desnuda al quitarme la tanga y me volvía a poner el uniforme, y sentía cómo se masturbaba acompasadamente. Francamente imaginar la escena, me excitó.

Al poco tiempo efectuó un tercer viaje, esta vez a Bogotá y a su regreso me llamó inmediatamente a su oficina, me sonrió y me entregó una cajita muy pequeña y me dijo: "te he traído esto, y quiero verte puesta sólo esto, y nada más". Fui al baño, cerré la puerto, al principio supuse que era otra tanga o inclusive ropa interior, cuando la cajita que contenía mi regalo, me quedé sorprendida, era una cadena de oro maciza con esmeraldas y un par de aretes también de oro con esmeraldas. Era una belleza y debía de haberle costado una fortuna. Al principio no entendí bien la situación, pero esto significaba que debía estar completamente desnuda y sólo con la cadena y los aretes. No supe qué hacer, primero pensé en devolverle todo………….., pero la cadena y los aretes con esmeraldas eran tan lindos y se verían tan bien haciendo contraste con mi piel tostada, que lo pensé mejor, y me dije: " tienes que portarte como una zorra" demuéstrale que puedes.

Procedí a quitarme lentamente la ropa que tenía puesta, hasta quedar sólo con mi diminuta tanga y el brassiere. Miraba de reojo y Manuel seguía mirando por el rabillo de la cerradura. Entonces se me ocurrió una idea, me quité muy lentamente la tanga y el brassiere, me puse de espaldas a la puerta para que pueda ver mi culo redondo, me incliné hacia adelante, y traté de abrirlo lo más que pude para que vea mi vagina y el nacimiento de mi anito. Luego cogí la cadena de oro con esmeraldas, y empecé a deslizarla entre mis piernas, haciéndola pasar entre mis labios vaginales, y luego pase entre mis nalgas cerca a mi anito. Era un movimiento pendular, que estaba segura, volvía loco a mi tío y jefe, al sentir cómo se frotaba la verga con la mano. Esto me excitó tremendamente, no sólo el roce de la cadena, sino saber el placer que le estaba dando a Manuel.

Después de unos minutos, en que juzgué que ya le había dado un buen espectáculo, paré, y decidí salir desnuda para que me vea. Cuando salí así, totalmente desnuda, vestida sólo con la cadena que ahora brillaba aún mas, por los líquidos que habían salido de mi vagina, lo encontré desnudo, con una tremenda verga erecta. Yo era virgen y me dio un poco de temor. Se me abalanzó otra vez, le dije "Tío, por favor, no me toques", el insistió, tratando de besarme, lamerme, acariciarme. Sentía cómo intentaba llegar a tocar mi vagina con sus manos. Entonces le propiné una sonora bofetada, que lo hizo caer arrodillado sobre la alfombra. Entonces me dijo: "Qué es lo que quieres? Te amo desde el primer momento en que entraste a trabajar acá. Vivo enamorado de ti, no duermo, no puedo pensar en nada que no seas tú. Sé que eres mi sobrina, pero mira estas ojeras, todo es por ti, no hay otra mujer en el mundo que me haya puesto en este estado. Si no me aceptas, me voy a morir."

Después de escucharlo, me acerqué lentamente a él, y lo besé suavemente en la boca, hice que mis labios recorrieran suavemente sus labios, los que mordí coquetamente. Le dije: "eres mi tío, te he visto en casa desde que era una niña, pero también me siento muy a gusto contigo como hombre, me encantas y también pienso en ti todo el día, lo que pasa es que siempre pensé que me veías como a una niña. Ven, abrázame, pero por favor trátame con cuidado porque soy virgen."

Manuel me cargó con sus fuertes brazos y me depositó en un sofá de su oficina, me hizo abrir las piernas, y tiernamente empezó a besar y lamer mi vulva, mi vagina, mis labios, mi clítoris, y mi anito. Ese movimiento de lengua hizo que estallara en un primer orgasmo, que me lubricó completamente.

Yo no sabía que el sexo era tan rico, si lo hubiera sabido, estoy segura que hubiera empezado desde el colegio.

Hicimos el 69, yo encima de él, mientras lamia y chupaba su pene, grande, cabezona y bien cuidada, el me seguía besando mis labios vaginales, que se había puesto rojos y sensibles de tanto roce con su lengua. Después de un rato, tiernamente me pidió cambiar de posición, y me arrodilló en el sillón, dándole la espalda, el detrás mío, fue jugando con su artefacto, pasándolo por mi vagina, y mi ano. Esto último me hizo sentir mucho placer, me hizo gritar de gusto, sentir cómo su verga hacía círculos alrededor de mi culo era suave, rico, delicioso. Bueno, continúo, después fue bajando lentamente el pene hasta ponerlo a la altura de mi vagina, y fue entrando poco a poco, no sentí mucho dolor, ni salió mucha sangre (todas las cosas a las que yo le tenía miedo desde pequeña). Cuando estuvo adentro de mí, me pegué lo más que pude a él, quería sentirlo todo. Me empezó a cabalgar lentamente, con un mete y saca que me hacía pasar electricidad, con su boca besaba mi cuello y mis orejas, y con sus manos recorría toda mi espalda, desde el cuello, pasando por toda la columna y terminando en el huequito de mi culito. A veces metía un dedo, y yo gritaba de placer. No aguanté más y me vine por segunda vez. El siguió y siguió hasta que me dijo que quería venirse mirándome a la cara. Fue entonces que me puse boca arriba y él me penetró limpiamente, de un solo envión. Casi me desmayo de placer. Siguió metiendo, frotando su miembro dentro de mi vagina, mientras me besaba la boca y sentía su lengua recorriendo mi paladar, mis dientes, mi lengua. Con sus manos frotaba mis pezones y a veces me hacía cosquillas en mi vientre. Siguió y siguió hasta que me dijo "no aguanto más, me vooooyyyyy" y se vino dentro de mí, mientras yo sentía estremecer todo mi cuero, y mis jugos, producto de otro orgasmo, se mezclaban con todo su esperma dentro de mi vagina.

Fue lo mejor que me había pasado en la vida hasta ese momento. Seguimos así toda la tarde, hicimos el amor de todas las formas posibles, y desde ese día, Manuel y yo vivimos una historia de amor, sexo y ternura, que no pensé podía existir.

Viajo con el constantemente por razones de trabajo, pero luego de trabajar, él es completamente mío, así como yo de él, nuestra vida es una luna de miel juntos. Me ha explorado toda y no hay agujero en el que no haya dejado su esperma. Yo soy multiorgásmica, basta que lo vea y me toque las zonas que él tan bien conoce, y me siento venir.

Conté lo que pasaba a mi madre, y aunque al principio no lo aceptó, poco a poco fue entendiendo que era amor del bueno. Ya tenemos más de 2 años juntos, y espero que esto sea para siempre.

Escribo esta historia para ustedes, porque me siento enamorada y atraída por mi tío, jefe y único hombre en mi vida.