Mi tío me alojó en su casa (2)

Cuando menos lo esperábamos, apareció mi padre a visitarme. Venía acalorado y se tomó una ducha nada mas llegar.

Mi tío me alojó en su casa (2)

Mi tío Rogelio y yo, llegamos al cine justo cuando ya empezaba la película. Nos sentamos en la oscuridad y sentí un gran placer de estar allí con mi tío al lado relajadísimos después de las dos tremendas corridas que habíamos gozado. La velluda pierna de mi tío rozaba la mía y yo no dudé en pegarla bien a la suya. No pasaron ni cinco minutos de la película sin que mi mano fuese a parar al muslo de mi tío y no pasó ni un minuto mas que mi mano estaba ya introduciéndose por la pernera de su pantalón corto buscando de nuevo el tacto de sus huevos. Al encontrarlos mi polla se puso tiesa instantáneamente. Mi tío, intuyéndolo, llevó su mano a mi bragueta, la abrió y dejó que mi tranca se liberara quedando fuera y bien agarrada por su mano. Yo solté momentáneamente sus cojones para comprobar como estaba la suya. Su picha estaba otra vez en todo su tamaño, así que dejé sus huevos, saqué mi mano de la pernera, abrí su bragueta, le saqué el nabo y vimos la película acariciándonos el rabo sin soltarlo ni un momento. Sólo recuerdo que la película era de esas que pasan en un barco del siglo XIX y que mi tío me dijo al oído:

Estás bien marinero?

Y que yo le contesté:

De cojones, mi capitán.

Hice como si se me hubiese caído algo y me agaché a recogerlo con la única intención de que mi cara pasara rozando el nabo tieso de mi tío. Al volver a subir, mi boca se detuvo unos momentos en su capullo y se lo chupé con tanta convicción que no tardó en obsequiarme con un nuevo y delicioso lefazo. Mi tío hizo lo mismo y yo en seguida le obsequié también con una nueva ración de semen.

Salimos del cine y nos fuimos a un bar a tomarnos unas cervezas. Nos sentamos en una mesa frente a frente rozándonos las piernas sin parar por debajo de la mesa. El polvo nos había sentado muy bien a ambos, mi tío estaba radiante y yo tenía unas ganas locas de volver a besarlo y de estar rodeado otra vez por su cuerpazo peludo y de, no lo negaré, de volver a chuparle los huevos y a mamarle polla. Pero el fin de semana acababa de comenzar y no teníamos ninguna prisa, apetecía divertirnos y estar juntos.

El bar estaba lleno de grupos de hombres, en general maduros, y entre ellos algunos, menos, de mi edad. Era evidente que allí éramos todos hombres heterosexuales, pero con lo que estaba viviendo aquellas últimas horas, de repente me dio por preguntarme si entre aquellos hombres tan machos que habían allí, también.... Lo cierto es que cada hombre de mi edad que veía en medio de aquellos grupos de maduros tan viriles, me hacía pensar si ellos también disfrutaban con "sus tíos" maduritos.

De pronto, veía a todos aquellos hombres maduros como machos que probablemente les daban polla a los más jóvenes como mi tío me había dado a mi aquella tarde. Y veía a los de mi edad como chavales deseosos de complacer las pollas de aquellos hombres mayores como yo la de mi tío.

Oye, tío, ¿tu crees que todos estos también....

No me atrevería a apostar a que no, muchacho, ja, ja, ja.

De pronto nos entró tal risa que todos lo hombres del bar nos miraron con curiosidad.

  • Ve al servicio, marinero y me cuentas.

A la orden, capitán.

Me fui al servicio donde había una hilera de ocho urinarios todos ocupados menos uno en el que me puse a mear. Discretamente miré hacia los chorros que soltaban los vecinos de ambos lados y vi que salían de dos buenos pollones, muy gordos aun estando fláccidos. Se trataba de dos hombres maduros bien interesantes. Ambos apuraron la meada y se la sacudían sin ninguna prisa de dejar su lugar. Miré al de la derecha y nos sonreímos.

  • Hola –le dije.

  • ¿Qué hay? –me contestó muy serio tocándosela bastante al sacudírsela.

Hay que vaciar la cerveza de vez en cuando –dije muy viril empezando a mear.

Él miró hacia mi polla mientras se guardaba la suya.

Para beber hay que saber mear. Muy bien, chaval, muy bien.

No sé si el muy bien se refería a mi meada o a mi polla, pero sospeché que con aquél madurazo seguro que había posibilidades de jugar un ratillo. Salió y a continuación miré al de mi izquierda vi que también mas que sacudírsela se la estaba sobando. El cabrón de mi izquierda la tenia morcillona y tenía parte de sus huevos a la vista. No me miró pero se apartó un poco como dejándome ver mejor su considerable aparato. Empecé a empalmarme y pensé que eso no estaba bien teniendo a mi tío esperándome fuera. Así que me la guardé y salí no sin antes echar un vistazo a los otros tíos que estaban meando, todos maduros y casi tan atractivos como mi tío y el maduro con el que acababa de hablar. Dos de ellos estaban con la tranca tiesa tocándosela muy insinuantes. Era como para quedarse un rato allí a ver que pasaba, pero mi decencia me decía que debía salir y volver a mi mesa. Al salir me crucé con un chavalote de mi edad que entraba abriéndose la bragueta y que ni me miró al ocupar el urinario que yo dejaba libre. Mira este cabrón, pensé. Y pensé también, ya volveré a darme una vuelta por aquí.

Al volver hacia la mesa donde mi tío me esperaba pasé al lado del que había tenido meando a mi lado, me saludó con una amplia sonrisa y me siguió con la mirada hasta que me senté en la mesa con mi tío.

¿Qué tal, muchacho? –preguntó mi tío.

Que yo tampoco apostaría un euro, tío.

Volvimos a reirnos y llamamos al camarero para que nos pusiera otras cervezas.

Por ti, sobrino.

Por ti, tío.

Y por la noche, que es joven como tu.

Por la noche, que es madura como tu.

Creo que vamos a pasarlo muy bien este fin de semana.

Y también lo creo.

En ese momento me sonó el móvil. Era mi padre.

Hombre, papá, que sorpresa.

¿Donde cojones estáis? He llegado a casa de tu tío para verte, quería darte una sorpresa, chaval. Pero llevo aquí una hora y no aparecéis, cabrones.

No me lo podía creer. Mi padre venía a verme antes que mi novia. ¿Qué mosca le había picado?

Espera un momento que estoy aquí con el tío. –le dije a mi tío muerto de la risa. –Es papá, que ha venido a verme sin avisar para darme una sorpresa y nos está esperando en la puerta de tu casa.

Será cabrón. Venga, dile que en cinco minutos estamos ahí.

En cinco minutos llegamos, papá, hasta ahora.

Nos acabamos la cerveza de un trago y nos fuimos para casa. De pronto todo el plan de cachondeo que llevábamos se venía abajo. O al menos, eso pensé en ese momento. De cualquier modo, me gustaba que mi viejo se hubiese montado esa película por mi.

Mi hermano está como un cencerro como siempre. Pero con los años que hace ya que no le veo me ilusiona que esté aquí chaval.

Joder, es cantidad de legal y buen tío mi padre. Y se mantiene en forma que no veas. Está casi tan bien como tu y eso que te lleva... ¿cuántos, tío?

Cuatro mas que yo. Sí que tengo ganas de verlo, muchacho.

Míralo, el muy cabrón, allí está.

Joder, si que está forma. ¿Y que cojones hace con esa gorra en la cabeza?

Tendrías que verlo últimamente con los looks que se casca. Yo creo que se enrolla con alguna chavala joven el cabrón.

Llegamos a la puerta y nos abrazamos. Especialmente él y su hermano que hacía años que no se veían.

La hostia, Javier, que bien estás –dijo mi tío plantándole un efusivo beso en la mejilla.

Estás fabuloso Rogelio, qué alegría abrazarte, chavalote. ¿Y mi chaval como se porta?

Tu chaval es un tío cojonudo, Javier, digno hijo tuyo, cabrón.

Casi se me saltaban las lágrimas de ver aquellos dos hombretones maduros tan felices de verse de nuevo y de abrazarse.

Venga, vamos dentro –dije- que vais a parar la circulación con tanto abrazo.

Mi tío cogió la bolsa de mi padre y él me pasó el brazo por los hombros y me dió un beso en la mejilla.

¿Estás bien, hijo? ¿te va bien el trabajo? ¿Te trata bien el chuloputas de mi hermano?

Sí, papá, todo va de cojones.

¿Ya llevas bien este calor? –dijo resoplando y quitándose la camisa nada más entrar.

Te acostumbras, papá. Anda date una ducha que vienes sudadísimo.

Si, hijo, estoy achicharrado.

Le pondremos el aire acondicionado a tu padre que es muy caluroso –dijo mi tío.

Acompañé a mi padre al baño, le di una toalla y le di otro beso.

Ponte fresco, papá. Mientras prepararemos unos tragos para celebrar tu llegada.

Al volver al salón, mi tío ya había sacado copas y una botella de champán.

Esto merece algo especial, muchacho.

Eres un encanto, tío. Me caes de cojones –le dije dándole un beso en los labios e introduciéndole la lengua sólo un poco y pasándole mis manos por toda su espalda hasta llegar a su culo presionándolo para que su paquete se apretara contra el mío.

Tu también me caes de puta madre, Jorge. Te echaré mucho de menos cuando tengas que irte.

¿Sabes qué, tío? Le dejaremos mi habitación a mi padre y tu y yo dormimos juntos mientras él esté aquí. ¿le parece bien, mi capitán?

Perfecto, marinero.

En ese momento apareció mi padre con la toalla envolviéndolo de cintura para abajo, dejando ver su hermoso pecho tan peludo como el de su hermano aunque todavía mas canoso. Eso sí, el coqueto de mi padre seguía con la gorra puesta.

¿Qué pasa? –dijo, con cachondeo- ¿Hay que vestirse también en esta casa en la que sólo hay hombres?

Para nada, papá. Puedes estar como te salga de las pelotas.

He venido para veros, pero si os soy sincero es que necesitaba librarme de tu madre aunque fuera un par de días. Está insoportable. Quiere que nos separemos, que me vaya de casa. Le ha dado por decir que le pongo los cuernos. Perdonad, no quiero hablar de eso, vengo a estar con vosotros y a relajarme de una puta vez.

Pues no se hable más de eso –dijo mi tío descorchando la botella con una buena explosión. –Bebamos a tu salud, Javier.

Mi tío llenó las copas y los tres brindamos y bebimos emocionados por la situación inesperada.

Venga, despelotémonos, chaval, para tener a tu padre contento.

Mi padre, ni corto ni perezoso se quitó la toalla de la cintura quedándose en bolas con la gorra puesta. A mi tío y a mi poco nos costaba, ya que íbamos con las dos simples piezas que nos habíamos puesto para ir al cine y que mi tío se quitó en un santiamén. Yo pensé, qué cojones, pues en bolas también delante de mi padre. Sí que pensé por un momento que aun llevaba el semen de mi tío pegado en los pelos del culo, pero difícilmente mi padre iba a darse cuenta de eso. Así que me quedé también en pelotas y los tres riendo volvimos a brindar.

Por ti, hijo. Por ti, hermano.

Por ti, papá. Por tí, tío.

Por tí, hermano. Por tí sobrino.

Ven aquí que te abrace, hijo –dijo mi padre.

Me acerqué a él y me dejé estrechar contra su cuerpo y besar repetidamente la mejilla. Qué gusto me daba sentir el roce del vello de mi padre.

Qué guapetón estás así como viniste al mundo, hijo. Veo que con tu tío has perdido los remilgos de desnudarte entre hombres –dijo al separarnos mirándome de arriba abajo. – Y ven tu también, Rogelio, que te abrace fuerte, joder.

Mi tío y mi padre se abrazaron juntando bien sus cuerpos y dándose sonoros besos en las mejillas. De repente quise estar entre ellos, siendo yo quién recibiese los besos de ambos. Como si hubiesen adivinado mi pensamiento, me miraron, se miraron, y mi tío dijo:

Ven aquí con nosotros, chaval, que esperas.

Sin pensarlo me acerqué para abrazar a los dos. Ellos como intuyendo mis deseos se separaron un poco para que yo pudiera introducirme entre los dos y darme ambos el calor de sus velludos cuerpos.

Sois cojonudos – dije, feliz de sentirme así y besando las caras de mi padre y de mi tío sin importarme donde iban a parar mis besos.

Una de las manos de los dos hombres habían ido a parar a cada una de mis nalgas y las otras a una de las de ellos. Las mías, en medio de aquel emparedado de pelo no tenían otro campo de acción que la zona de sus genitales, así que fueron a parar a los respectivos cojones de mi padre y mi tío. De pronto las lenguas de ambos hombres empezaron a lamerme la cara y yo abrí la boca para que me entrase alguna de ellas. Fueron las dos las que me la buscaron y las recibí dándoles la mía con un gemido de dicha insuperable. Pero no era insuperable, porque de pronto, mi tío, con su inmensa generosidad masculina dejó que fuera sólo la lengua de mi padre la que se entrelazara con la mía. Nunca había sentido nada igual.

Uhmmmmm, papá...

Sí, hijo, besa a tu padre.

Nuestras pollas vibraban ya enardecidas y éramos conscientes de su contacto.

  • Hostia, papá, como se te h puesto.

  • Y a ti hijo, y a ti.

Pero no dejemos solo a tu tío. Ven aquí Rogelio.

Mi padre y él se dieron la lengua y a continuación mi tío me la introdujo a mi de nuevo para enseguida volver los tres a un morreo delicioso que llevó enseguida nuestras manos a acompañarlo con un sobeo mutuo de nuestras pollas tiesas.

Parece que la familia está en forma –dijo mi padre, creando un poco de distancia para que nos viéramos bien las pichas tiesas.

Cuando descubrí que mi padre aun la tenía mas gruesa que mi tío no pude reprimirme y me bajé para probarla con mi boca, sin soltar por supuesto la de mi tío que no quería abandonar ni siquiera por la de mi padre por muy apetitosa y querida que me resultase. Me metí en la boca la polla de mi padre ante las miradas complacidas de él y de mi tío. Quería conocerla bien, así que tras probarla me dediqué a mirarla, a comprobar su tamaño y sus detalles. A pesar de lo larga y gruesa tenía abundante pellejo como la de mi tío. Jugué a cubrir y descapullar el glande que tenía un diámetro que me obligaba a abrir mucho la boca para mamarlo. Pero lo que me gusto mucho pero mucho de mi padre fue poder besarle sus grandes cojones con el vello mas canoso que los de mi tío. Lamí sus huevos uno a uno y noté que mi padre gemía de placer. Mientras le comía los cojones a papá, mi tío fue a llenar de nuevo nuestras copas sentándose a observar el encuentro de mi padre y yo.

Papá, tienes unos cojones fabulosos –le dije arrodillado.

¿Te gustan, hijo?

Muchísimo. Mira tío, ¿no es demasiado?

Ya lo creo, Jorge, tu padre tiene unos huevazos buenísimos.

Ummmmmmmm, papá....

Anda, descansa, hijo, bebamos la copa que ha preparado tu tío.

Sí, papá, vamos con él.

Nos fuimos al sofá y me senté entre aquellos dos sesentones de cuidado. Bebimos un sorbo y lo compartimos pasándonoslo de una boca a otra.

Oye, hijo, si tienes algún capricho, hoy es tu día. Tu tío y yo estamos dispuestos a dártelo, ¿verdad, Rogelio?

Claro que sí, Javier. Lo que él quiera. Tu hijo se lo merece todo.

Deseaba algo fervientemente: estar otra vez entre los dos como en un emparedado. Sentir sus cuerpos peludos por delante y por detrás y tener las pollas de ambos entre mis piernas. Y así se lo pedí.

Eso se lo haremos gozar mejor en la cama –dijo mi tío.

Pues vamos, chicos –dijo mi padre cogiéndome de la polla.

Mi tío se tumbó en la cama boca arriba y me indicó que yo me tumbara sobre él pero boca arriba todo lo largo y que me pusiera su polla en la entrepierna como a mi me gustaba. Así lo hice y al sentir su vello en toda mi parte posterior y aquel mástil duro y gordote otra vez en mi entrepierna lancé un gemido de placer.

Jooooder, que buena la tienes, tío.

Entonces mi padre su puso encima mío también todo lo largo con todo su espeso vello sobre mi y yo le dejé sitio para que uniera por delante su pollón al de mi tío bajo mis huevos.

Toma, hijo, siente esto también.

Joder, papá.

¿Bien, hijo?

De la hostia, papá.

El gusto de apretar con mi entrepierna aquellas dos trancazas era indescriptible y cuando los dos empezaron a moverla creí morirme de placer.

Joder, que trancas tenéis...

Démosle gusto al chaval con nuestras pollas juntas, Rogelio.....

Oh, papá, oh, tío, que pollas tenéis, qué pollas....,

Coño, hijo, uhmmmmmmm....

Como le gusta al chaval, eh Rogelio?

¿Te has fijado en lo bien que las casca con su entrepierna, Javier?

Tiene a quien parecerse, no, Rogelito?

Joder como te gustaba a ti eso cuando tenías su edad...

Seréis cabrones....

Dame tu boca hijo.

Tómala papá.

Joder, Javier, entre tu polla y la entrepierna de tu hijo me vais a hacer correr rápido –decía mi tío moviendo su picha entre mis piernas y la polla de mi padre y comiéndome el cuello y una oreja por detrás. –Uhmmmmmm.

¿Te gusta tener nuestras pollas ahí, hijo?

Muchísimo, papá –dije moviéndome en ellas.

Y en otro sitio aun te gustará mas hijo, ¿verdad Rogelio?

Ya lo creo que le gustará, Javier, no ves como le gustan las pollas al cabrón?

Joder si le gustan. Te gustan mucho, hijo, no lo niegues.

Mucho, papá, mucho..... mucho.... como que me estoy corriendooooooo.... QUE POLLAS!!!

Ummmmmm, hijo pues TOOOMA mi leche tambien....

Siiii papaaaaaaaaá.

Y TOOOMA la mía sobrinoooo....

Siiiii, tíoooooo.

Como te estás corriendo Rogeliooooo...

Y tu Javieeeeer.......

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!! –berreamos los tres soltando leche y mas leche.

Al deshacer el emparedado nos dimos cuenta de que la leche de mi tío llenaba el pelo de la barriga de mi padre, la suya los cojones de mi tío y la mía mi estómago y el pecho de papá. Mi tío lamió la leche de la barriga de mi padre y la de mi pecho, mi padre lamió la de mi pecho y la de los huevos del tío y yo también me comí la de los huevos del tío y la de la barriga de mi padre.

Dejadme que os limpie las pichas –dije yo y me dediqué a lamer bien los dos glandes.

Mi padre y mi tío juntaron sus pollas para que yo pudiera lamer ambos capullos como si fueran uno. Sus pichas iban cediendo en su dureza quedándose poco a poco en su estado fláccido manteniendo eso sí un grosor delicioso. Ellos dos empezaron a morrearse y a frotarse sus pechos velludos dejándome a mi entretenerme con sus pollas y sus cojones que así, juntos, eran un manjar que merecía ser admirado, olido, besado, tocado, lamido.... cosa que hice a discreción. Me gustaba tanto que aun no haciendo ni dos minutos que me había corrido yo ya estaba empalmado otra vez. Y ellos se dejaban hacer yendo también a lo suyo, besándose y sobándose.

Ya tienes casi tantas canas como yo, Rogelio, pero sigues teniendo un cuerpo estupendo, muchacho

Y tu te mantienes de cojones, Javier, y besas mejor cabrón.

Es el tiempo que hacía que no nos comíamos la boca, cabronazo.

Uhmmmmmmmm, Javier....

Uhmmmmmmmm. Rogelio...

Y que blanco que se te ha puesto todo el vello. Te sienta de fábula, hermano. ¿No es verdad, sobrino, que tu padre está guapísimo así?

Yo tenía la boca tan ocupada con sus pollas y sus cojones que sólo asentí con la cabeza, aunque mis manos respondieron también acariciando el vello del cuerpo de mi padre.

¿Sabes que te sienta muy bien esa gorra, Javier?

¿Te gusta? Ten, te la regalo. Uhmmmmm, estas muy interesante con ella, Rogelio.

Tu estás igual de guapo sin ella que con ella, cabrón. Uhmmmmmmm, que buena está tu lengua....

Y la tuya, Javierito, uhmmmmmmmmmmmm...

Yo estaba alucinado, las pollas de los dos sesentones se estaban empalmando otra vez literalmente ante mis narices. Yo hacía rato que lo estaba otra vez también, pero ellos, con su edad, joder...

  • Estáis empalmados otra vez, cabrones –les dije.

Ja, ja, ja.... –se rieron los dos dejando de besarse para interesarse por mi actividad en sus bajos.

Tu, no, muchacho? –dijo mi tío, guapísimo con la gorra de mi padre.

Claro.

¿A ver, hijo? –dijo mi padre incorporándose un poco – acércanos eso que tienes que lo veamos bien....

Gateé sobre sus cuerpos y llevé mi polla hasta las caras de mi padre y mi tío. Ambos empezaron a lamerme juntos la polla y los huevos y dios que sabían como hacerlo.

No está nada mal lo que tiene mi chaval, ¿verdad Rogelio? –decía mi padre palpándome los huevos y lamiendo mi polla en toda su extensión.

Pero que nada mal, Javier. Y que vello mas negro tiene el cabrón hasta en el culo, ¿verdad, Javier? –contestaba mi tío con mi capullo en su boca y sus manos acariciándome el vello de las nalgas.

Las manos de los dos acariciaban mis nalgas peludas mientras se comían a medias mi picha y mis cojones. Sin saber de quién eran exactamente, empecé a notar que sus dedos paseaban por mi raja y tanteaban la abertura de mi ojete buscándola entre el espeso vello que me lo cubría. Mis manos se fueron también hacia atrás y agarraré otra vez sus pollas ahora tiesas como el acero. Notaba que cada vez que uno de aquellos dedos entraba un poco en mi ojete una de las pollas pegaba un latido y se tensionaba aun mas en mi mano. Cuando noté dos dedos en mi ojete fueron las dos pollas a un tiempo que pegaron el latido endurecedor y comprendí que eran los dos que estaban tanteando juntos mi ojetillo que nunca había sido tanteado así ni por mi novia. Pero lo cierto era que mi polla también respondía tensionándose mas a cada acometida en mi ojete de los dedos de mi padre y mi tío. Y los cabrones también lo notaban en sus bocas.

Ummmmmmmmmm, nene, parece que te está gustando....

Sí, papá –era verdad, no podía negarlo.

Y diría que mucho, ¿no es verdad, sobrino?

Mucho, tío.

A ver, muchacho, que te veamos bien esa delicia.

Me di media vuelta y puse mi culo ante sus caras donde un segundo antes estaban mi polla y mis cojones.

Que hermosura de culo peludo tienes, hijo. ¿has visto esto, Rogelio?

Ábretelo un poco con las manos, Jorgito.

¿Así?

Muy bien, vamos a apartar un poco ese pelo....

Uhmmmmmmmmmm, precioso, muchacho...

Es una maravilla, hijo...

Sentí en mi orificio un roce húmedo, delicioso, que me hizo contraerlo y volverlo a abrir y sentí un estremecimiento en toda mi piel.

  • ¿Qué me hacéis, cabrones?

Es la lengua de tu tío que sabe un huevo de esto, chaval....

Uhmmmmmmmmmmm, siiiiii, tio....

Es la de tu padre, chaval, que no se queda corto....

Pero que ojete tienes, hijo, uhmmmmmmmmmmmmmm.

Oh, papá.....

Has visto un chochete igual, Rogelio?

Cabroneees.... –gemía yo queriendo mas.

Mira como se abre y se cierra comiéndose tu lengua, Javier.

Que chocho tan cachondo tienes, hijo... Ábrelo.... Cierralo.... Ábrelo.... Cierralo....

Oh, papá.....

No soy yo, hijo. Es tu tío....

Ufffffff, siiii, tiíto....

No soy yo, sobrino, es el lamechochos de tu padre....

Como lo abre, Rogelio, mira.....

Y qué cabrón, cómo lo cierra....

De pronto se callaron, solo oía los chasquidos de sus lenguas que se me estaban comiendo el ojete. Eran los dos, estaba claro. Note unos dedos otra vez, pero ahora entraban dentro... dentro... y yo, indefenso, lo único que podía hacer era gozar de aquel taladro y empujar para que me llenaran mas. Mis manos volvieron a agarrarse a sus pollas durísimas. De repente quería sus pollas en mi culo. Lo cerraba en sus dedos, lo abría para que entraran mas, lo volvía a cerrar... Y sin mas los cabrones sacaron sus dedos; pero yo quería que siguieran....

Sigue, papá, sigue, tío....

Has visto un chocho de tío mas cachondo que el de tu hijo, Javier?

Este chocho necesita ser follado, hijo, se le nota...

Lo está pidiendo a gritos....

Hacer con él lo que os salga de la polla, cabrones, no me dejéis así....

Mira como lo abre.... uhmmmmmmmm.

Y como lo contrae el cabrón..... uhmmmmmm...

Vamos, dadle su merecido ya... –grité.

Anda, hijo, suéltanos la picha de la mano y siéntate tu mismo en la que quieras.

Mejor empieza por la mía, sobrino, que tu padre la tiene mas gorda...

Vamos, hijo, que tu ojete está pidiendo algo mas que dedos.

Seréis cabrones....

¿No quieres?

Cómo no iba a querer. Respondí mirándoles sonriente y dije:

Que cabrones que sois.

Y sin decir una palabra mas, acoplé mi ojete abierto al glandote de mi tío, sin soltar, por supuesto la polla de mi padre. Nunca imaginé que haría una cosa así, pero lo cierto era que no necesitaba instrucciones. Sencillamente eso tenía que entrar y entraría. Así que me escupí en la mano y lubriqué con mi saliva mi ojete y el aparato de mi tío.

Muy bien, muchacho.

Así, hijo, métetela como un hombre.

Iba entrando.

Uhmmmmmmmmm, tío, es demasiado gorda, joder.

Venga, chaval, que si te gustaba sentirla entre las piernas, así aun te gustará mas. Haz tragar polla a tu chochete como antes lo hacías con tu entrepierna ....

Eso me calentó aun mas e hizo que mi culo fuese cediendo y absorbiendo mas y mas nabo..... mientras ellos acariciaban mi polla que respondía a la invasión del rabote de mi tío poniéndose mas tiesa si cabía.

  • Joder, papá, que polla tiene el tío

Lo sé, hijo, lo sé. Disfrútala bien que es una buena polla.

Muy buena, papá, muy buena....

Así, machote, uhmmmmmmmmm, que bien te la estas tragando....

Venga, sobrino, un poco mas y la tendrás en tu culo hasta los huevos.

Sí, tío, toda.... toda..... así.....

Era maravilloso, la tenía toda dentro e instintivamente empecé a subir y bajar y cerré los ojos para sentirla bien. Oía jadear a mi tío, que empezó a mover su picha acoplando su movimiento al de mi culo y notaba como la polla de mi padre que seguían en mi mano era como un acero caliente que latía a cada embestida de la de mi tío o a cada bajada mía hasta sus huevos para metérmela hasta dentrooooo. Mi tío me follaba con verdaderas ganas y no me importaba que se corriera en mi culo, al contrario, lo deseaba....

Jorgito, cabrón...

Qué polla, tienes, tío, qué polla...

¿Te gusta, eh, chavalote?

Mucho, tío... uhmmmmmm...

¿Quieres sentir el semen de tu tío en tu chochete, chaval?

Claro que sí, tío.... llénalo....

Vas a tenerlo....

Yo también estaba enloqueciendo sintiendo como la polla de mi tío estaba a punto de explotar en mi culo evidentemente tan tragón como un coño.

Uhmmmmmmmmm, siiii, dámela, dámela....

La polla de mi tío empezó a soltar semen en mi interior y él a berrear. Abrí los ojos para ver como gozaba.

Toma, machote, traga leche por el culo como un hombre. Toma. Toma, Toooooomaaaaaaaaaaa!!!

Ummmmmmmmmm si, tío, siiiiii.....

Mi padre soltó mi polla.

Tu no te corras, hijo, aguanta, que antes tienes que recibir mi polla también.

Claro, papá.

La polla recién corrida de mi tío perdió presión enseguida, se salió y yo con todo el ojete chorreando leche me senté en la picha de mi padre que aun siendo mas gorda que la del tío con lo que llevaba tragado entró entera de golpe sin la menor dificultad y yo seguí cabalgando otra polla dura en mi interior.

Así, papá, la tuya también. Toda.

Eso es, follate también mi polla, disfruta hijo, jódete bien, métetela hasta los huevos.

Si, papá, toda tu picha en el chochete de tu chaval.

Eso es, hijo. Asiiiiii.... Pero como se la traga tu chocho, hijo...

Y con lo gorda que la tienes, papá.... ufffff y que bien entraaaaa.....

Ya veo que te gusta la polla de tu padre....

Mucho, papá.... y asiiii.... toda dentro, uhmmmmmm, mira, padre, hasta los huevos.

Sí, hijo, sí. Toda mi polla para tu coño, machote....

Toda, papá, toda....

Así, hijo, muy bien....

Qué polla tienes papá, qué pppolla....

Con él no cerré los ojos, podía sentir igual el placer de cabalgar con mi culo abierto sobre una gran polla con los ojos abiertos. Que guapo estaba mi padre jodiendo. Empecé a acariciarle el vello del pecho con una mano y con la otra la cara metiendole los dedos en la boca, mientras yo me jodía el culo con su picha y él me meneaba la mía con su mano. Mi tío nos miraba tumbado un poco exhausto pero guapísimo con la gorra de mi padre y su bigotazo canoso. Incansable, el calentorro se masajeaba con los dedos las tetillas mirándonos.

Que culazo tiene el cabroncete de tu chaval, Javier...

Un chocho de cojones, Rogelio. Se va a tragar otra ración de leche pero ya.

¿Si, papá?

Sí, hijo. ¿La quieres?

Sí, papá, sí, quiero tu leche también.

Dale fuerte y la vas a tener ya

¿Así, papá? ¿Así?

Así, cabrón, asiiii.

Ufffffff que pollon tienes papá....

¿Te gusta, eh?

Joder si me gusta. Mira como me lo clavo, papá, todo, hasta los huevos.

Mueve ese chocho que me corro hijo.

Córrete, papá, lléname el chocho y me corro contigo

Toma la leche de tu padre, hijo. Tooooomaaaaala....

Síiiiiii, ummmmmmmm la siento papá, la sientooooo

Toma mas, hijo.....

Que machote eres padre, que lefazoosssss..... Toma la mía, papá, ahí tienes la leche de tu hijo.....

Al oír eso, mi tío se incorporó y acercó su boca abierta donde mi padre me la meneaba.

  • Ahhhhhhhhhhhhhhh, Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii –berreamos mi padre y yo.

Venga, cabrones, que no se pierda nada – murmuró mi tío recibiendo parte de mi leche en su boca y lamiendo la que quedaba en la mano de mi padre.

Había sido demasiado. Caí rendido sobre el pecho de mi padre abrazando también a mi tío, sin ni siquiera sacarme su picha del culo. Le besé profundamente y mi tío se unió al beso trasladándonos dulcemente los restos de mi lefa que aun no se había tragado. Así, abrazados los tres, nos quedamos fritos en la cama de mi tío.