Mi tío Grabriel regresa a casa.

Una tarde entre semana escuché la camioneta de mi padre era mi tío Gabriel, venía a Torreón por unas refacciones Lo que sucedió después fue muy interesante

Mi tío regresa a casa

Había sido un día muy pesado, una noche anterior estuve estudiando para el examen, estaba cansado, llegué a casa, me metí bajo la regadera, para aliviar el calor de mí cuerpo. Era una tarde entre semana, no recuerdo el día, estaba terminando de vestirme cuando escuché que la camioneta de Miguel se estacionaba frente a la casa. Me extrañe por ello, aunque me dio gusto. Me apresuré a salir para recibirlo, para mi sorpresa era Gabriel quien llegaba a casa.

  • ¡Hola tío! ¿Y mi papá?
  • ¡Hola Juanito! ¿Cómo te va? Tu padre se quedó en un negocio, me envió por una llanta de refacción, unas herramientas y algo de comida, voy al centro de la ciudad, acompáñame.
  • No tío que te pasa, tengo que estudiar.
  • Anda, no tardamos, pasamos con tu amigo por unas cervezas.
  • Bueno deja me pongo un pantalón.
  • No, así estas bien, te ves divino, tienes unas nalgas muy ricas.

Un momento después nos encontrábamos sobre la carretera, 15 minutos nos separaban del centro de la ciudad, pasaríamos a comprar las herramientas antes de que cerraran la ferretería, luego a comprar la llanta de refacción, compraríamos los víveres y por último pasaríamos por unas cervezas, mi tío me acariciaba las piernas, su bulto entre las piernas estaba crecido, lo miré, no resistí la tentación de llevar mi mano hasta el, acariciarlo sobre su ropa.

Intentó desviarse, le dije que debíamos apurarnos si queríamos encontrar la ferretería abierta, y continuó hacía el centro de la ciudad. Cuando llegamos estaban cerrando el negocio, pidió que lo atendieran, no fue posible, debían de cerrar, aprovechamos para ir por la llanta de refacción, después a comprar los víveres, y por último pasamos al negocio de don Marcial.

  • Hola muchachos, ¿otra vez por aquí? ¿Qué van a llevar?
  • Unas cervezas señor y una botella de ese Ron tan rico que vende
  • Se ve que te gustó muchacho, Oye Juanito ¿Qué noticias me tienes de tu papá? Hace tiempo no lo veo.
  • Trabajando en Viesca señor Marcial, mi tío vino a comprar unas herramientas, encontramos cerrada la ferretería.
  • ¡Oh que contrariedad! será hasta mañana.
  • Si, mañana regresaremos a comprarlas.
  • Oye Juanito, invita a tu tío a una reunión, seríamos solo nosotros tres y un amiguito nuevo que conocí, es de tu edad. ¿Qué te parecer?

A mi tío le pareció muy buena idea, quedamos que en cuanto se diera la oportunidad, solo habría que avisarle a Don Marcial. Nos despedimos ya en la camioneta con un pretexto bajé a hablar con el hombre. Para pedirle fuera discreto con relación a Miguel.

Hacía un calor del demonio, no soplaba ni una ligera brisa cuando iniciamos el regreso a casa, abrimos las ventanillas de la camioneta para que se refrescara un poco. Se notaba que Gabriel estaba excitado, su verga dentro de su ropa se veía rígida.

  • Es interesante la invitación de Marcial, ¿Has estado en una de esas reuniones?
  • No tío, creo que mi papá si ha ido, la verdad no sé.
  • Me dio la impresión que si has asistido.
  • No tío para nada.
  • Pues nos ponemos de acuerdo.

Al llegar a casa bajamos las compras mi tío esperaría hasta mañana para ir a la ferretería a comprar el encargo de Miguel.

Si algo tengo que agradecer a Gabriel es su pulcritud, llegando se metió a bañar, esperé a que saliera, mientras tanto preparé unos bocadillos, los dispuse sobre la mesa, con una botella de el ron que nos agradas. No tardó mucho en salir cubierto con solo con una toalla, aproveché para meterme a bañar, estaba sudado, el calor me agobiaba, abrí la regadera, mi pequeño pene estaba erecto, me apliqué un enema, Miguel me había enseñado a usarlo para estar muy limpio.  Mientras tanto la figura de mi tío bailaba en mi mente. Ya había probado su pene, me imaginaba lo que sucedería esta tarde-noche, sequé muy bien mi cuerpo, me apliqué una crema con olor a rosas, me vestí con un short, el más pequeño que tenía y salí muy orondo.

  • ¡Juanito, que rico estás!
  • Hay tío, no digas eso.

Gabriel sentado a la mesa tomando una cerveza, destapé otra para mí y me senté a su lado, encendí un radio que solo mi padre manejaba, puse música agradable. Mi tío solo vestía una trusa, su erección era notoria, mi pequeño pene también estaba erecto, Gabriel se levantó de su silla me obligó a levantarme me tomó entre sus brazos, me llevó a bailar, abrazándome

Gabriel tiene cuatro años mas que yo, es un hombre desarrollado, de constitución fuerte, manos grandes, moreno, más alto que yo, comparado con mi cuerpo, que es delgado, de voz aún aniñada. Sentí sus brazos fuertes sobre mi espalda, mientras nos movíamos al compás de la música sus manos exploraban mi espalda, su boca abierta se pegó a la mía, sus manos se posaron sobre mis nalgas con un dedo buscó la división entre ellas, mi short le permitió llegar directamente a mi ano.

  • No tío, no, por favor.
  • Cómo no Juan, cómo no, si estás deseando.

¡Qué gusto sentir sus manos calientes sobre mis nalgas! su crecido y gordo falo pegando sobre mi cuerpo, yo fingía un rechazo que no sentía, trataba de hacerme el interesante, traté de deshacer el abraso, sus fuertes brazos me lo impidieron, traté de decir algo, no me lo permitió sus labios se pegaron a mi boca, su lengua se metió en mi boca, sus manos abrían mis nalgas para posar e introducir un dedo en mi ano una vez más traté de impedirlo.

  • No Tío por favor no. ¡Me duele!
  • No me digas que no te la han metido -Me dijo-
  • No Tío, nunca.

Ignoro si Gabriel creyó mi mentira, traté de rechazarlo, el abrazo sobre mi cuerpo era firme, su verga asomó sobre su trusa blanca, en ese momento mi falsa oposición falló, me arrastró hasta el cuarto de Miguel, sentado sobre la cama con las piernas abiertas me obligó primero a meterme entre ellas, le retiré la trusa. Miré fijamente el rostro de Gabriel, como pidiendo su aprobación se limitó a jalar mi cabeza hasta la punta de su pene, lamí la punta, percibí su olor a un alto grado de excitación, abrí mi boca y recibí por fin su verga.

  • ¡Te gusta la verga, Juan! ¡Vaya que te gusta!

Con la boca llena no me quedó más que contestar con un movimiento de afirmación, fui mamando, primero su glande, lentamente, sin prisa, la metía un poco más, Gabriel gemía, tomó mi cabeza y me obligó a engullirla toda, sentí que tocó mi garganta, me atragantaba. Mi tío Tenía los ojos cerrados, aproveché para sacarla, me ahogaba, mis lagrimas salieron, aún así mis labios abrazaban esa hermosa verga gruesa, mientras decía.

  • Te está gustando, sigue no pares, sigue Juanito.

Volvió a tomarme de la cabeza y comenzó a cogerme por la boca, son movimientos muy lentos al principio, me sacó la verga de la boca para que lamiera sus testículos, mientras tanto se masturbaba, de nueva cuenta volvió a introducirme la verga comencé a mamar de nuevo introduciéndome centímetro a centímetro, mi mamada fue aumentando, mi tío suspiraba.

  • Sigue Juan, sigue, no pares me voy a venir.

Y si, casi inmediatamente se puso rígido y descargó su semen en mi boca, continué con la mamada hasta que tragué toda su leche, levanté mi vista a su cara, vi una cara de satisfacción.

  • ¡Oh Juanito! ¡Oh! Que sabroso mamas, que rico,

Yo estaba deseoso, quería seguir, aunque aún simulaba indiferencia. Gabriel me llevó al centro de la cama, me abrazó por la espalda, me estuvo acariciando mis piernas, mis nalgas, profiriendo palabras excitantes, sentí que su verga volvía a la vida, la sentía entre mis nalgas, a la entrada de mi recto.  Besaba mi cuello, lamía mis orejas, con una mano acariciaba mi espalda, con la otra mis nalgas.

  • Ahora te toca a ti Juanito, voy a llevarte a la gloria.
  • ¡Hay tío, No! Me va a doler.
  • Lo haré con cuidado, te va a gustar.

Sentí sus besos en mi cuello, me apretaba las nalgas, puso su pene en mi entrada hizo presión, apreté mi ano para impedirle la entrada, fingiendo que nunca la había recibido.

  • Relájate, no tengas temor, cuando la tengas adentro te gustará, te juro que te gustará Juanito.
  • Hay tío tengo miedo, la tienes muy grande.
  • Si está grande, y gorda, relajándote te va a entrar, ya verás

Metió un dedo, dos en mi boca para luego ponerlos en la entrada de mi recto, metió uno, luego otro, aflojé, para que pudiera jugar dentro. Entonces puso su falo a la entrada, presionó y permití que entrara en mí, poco a poco fue abriéndose paso en mi recto.

  • Despacio Tío, despacio, me duele, no seas brusco.
  • Te lo hago lento hijo, vas a ver las estrellas en un momento.

Se mueve dentro de mí, lentamente, lo hace con cuidado, aprieto mi ano para oprimirle la verga, cogido con ambas manos de mis caderas me da, aprieta el ritmo, una y otra vez entra y sale. Me llena, me satisface.

  • Oh tío, si, así dame, dame más.
  • Bribón, sabía que te gustaría.
  • Si, te siento muy sabroso, sigue, sigue.

Se movía con mas fuerza, ahora me colocó en cuatro, se puso tras de mí, e introdujo una vez mas su verga dentro de mi ano, despacio en un principio, luego aumenta el ritmo, me daba duro, muy duro.

  • Así, así, dame más. ¡UUUUffff qué rico!
  • Mucho Juanito, muy rico.

Después de un largo rato siento que su verga entra hasta el fondo de mi recto, aprieto mi ano sobre su base, giro mi culito con un movimiento muy sexual, lento, muy lento de izquierda a derecha, aprisionando su gran verga, mi vista se fija en el rostro de Gabriel, sus labios contraídos por el deseo

Me sentí completamente suyo, desde que conocí a Gabriel nunca pensé que esto podría pasar, mi relación con Miguel sin lugar a dudas me impedía pensar en alguien más, ahora estaba en los brazos de Gabriel, mi tío, y vaya que lo estaba disfrutando, mas de lo que había imaginado.

  • Oh Juanito para ser tu primera vez lo hace muy bien, aguantas la verga.

No dije nada, me colocó boca arriba, se metió entre mis piernas, apuntó su pene en la entrada y entró, entró hasta el fondo, lo sentí, aguanté su embestida, me dio una y otra vez, entrando y saliendo.

  • Así Gabriel, cógeme, méteme la verga, soy tuyo, has de mi lo que te plazca.

Gabriel empujaba, me embestía, me penetraba. Yo chillaba, suspiraba, nuestra excitación era máxima. Mi tío trató de salir de mí, se lo impedí abrazando su cintura con mis piernas muy fuerte, era el momento cumbre de nuestro ayuntamiento, sentí la tensión de su cuerpo de su pene saló su semen que inundó mi recto, mis entrañas, estuvo dentro de mí hasta que su pene se debilito y salió por si solo.

Durante un largo rato quedamos tendidos sobre la cama, exhaustos, sin pronunciar palabras, mi tío me había cogido, me había metido la verga sin la menor consideración, fuerte, como queriendo demostrar su superioridad,

Un rato después Gabriel comenzó a vestirse.

  • ¿Qué haces tío? Pensé que te ibas a quedar a dormir en casa para ir mañana por las herramientas.
  • No Juan, me voy para tener pretexto para regresar otro día y así poder ir con tu amigo a la encerrona que nos propuso, quizá mañana o pasado. ¿Qué te parece?

  • Hay tío no sé, me da miedo., no sé, no creo atreverme.

No dijo nada, termino su arreglo, subió sus cosas a la camioneta. Me dio un beso, una nalgada. Me acarició las nalgas, y le dije…

  • Tío traes un faro de la camioneta apagado, no te puedes ir así.
  • No te preocupes con uno tengo.

Antes de que subiera a la camioneta lo abracé le ofrecí mi boca, nos besamos con mucha fuerza y le dije…

  • Tío, recuerda que lo que hicimos no debe saberlo mi papá
  • No te preocupes, solo se queda entre nosotros.

Encendió el motor y arrancó.

Cualquier comentario se los agradezco a mi correo juanfuldos@hotmail.com