Mi tío, el hermano de mi papá, mi amante
Les cuento cómo comenzó una relación incestuosa con un tío, hermano de mi papá, luego de una fiesta en casa de mis abuelos.
Mi tío, el hermano de mi papá, mi amante
Resumen: les cuento cómo comenzó una relación incestuosa con un tío, hermano de mi papá, luego de una fiesta en casa de mis abuelos.
Hola: me llamo Alma, Alma Amelia. Yo soy de Coyuca, cerca de Cd. Altamirano, aunque vivo en la Cd. de México, de momento.
Soy una mujer de 23 años, delgada, chiquita, 1.56 m, morena, delgada, ojos negros, grandes, bonita, algo tímida y dócil.
Estudié para maestra, pero, luego de terminar, me mandaron para la costa chica de Oaxaca, a Río Grande, en donde comencé a tener relaciones sexuales con un hombre maduro, comerciante, de 45 años, cuando yo apenas tenía 19 años.
Nos juntamos a vivir y luego de tres meses de vivir en amasiato, cuando quedé embarazada de mi hija, nos casamos. Viví con él por casi 2 años, hasta que lo mataron al tratarlo de secuestrar. De él tengo una niña, de casi 3 años. Él tenía unos animales (Cebú); los engordaba y los vendía en Acapulco. Había un señor que le hacía el transporte, un señor más joven que él, que mi ex - pareja, pero mayor que yo, de 37 años, que siempre me pretendió pero yo nunca lo acepté hasta después de que murió mi ex pareja.
También me junté a vivir con este hombre, también en Río Grande, aunque luego de dos meses de eso, le ofrecieron trabajo como operador de trailer aquí en México, corriendo pa’ la frontera, y nos venimos a vivir para acá, pero en una de esas, le ofrecieron quedarse en los estados unidos, le consiguieron el permiso o la visa de trabajo, y se quedó allá. No ha querido regresar para acá pues quiere que le den la residencia. Me pide que me vaya para allá, con él, pero a mí me da miedo, y no me gustan los gringos, se me hacen ojetes.
Eso fue desde octubre del año pasado; pasé casi 3 meses esperando sus noticias, y desde entonces no había yo tenido relaciones sexuales con nadie, hasta que las tuve: ¡no me pude aguantar por más tiempo!.
Fue en una posada, en la casa de mis abuelos paternos, que ya son muy grandes y que viven en el D.F. Estuvimos platicando, riendo y tomando, pero cuando se pusieron a bailar, poco antes de media noche, yo me despedí, pues había ido yo con mi niña y ella ya estaba cansada, inquieta, molesta.
Un tío, hermano de mi papá, se ofreció a llevarme en su auto. Él vive en Santa Martha y yo vivo en Valle de Chalco; él me llevó hasta mi casa. Me ayudó cargando a mi hija, pues iba dormida. La acosté en mi recámara y cuando salí hacia la sala, mi tío ya había preparado dos copas. Nos las tomamos y nos pusimos a platicar.
Él es un hombre divorciado y vive solo, en un cuarto que alquila aquí en la delegación de Iztapalapa. Tiene 49 años, moreno, más alto que yo, como de 1.75 m, pero muy robusto, debe pesar como 85 kg, con algo de panza. Sus hijos no la llevan con él, tomaron el lado de su madre y lo dejaron de frecuentar; son un poco mayores que yo.
Se decía en el pueblo (que todo se sabe) que él había “andado” con mi mamá, y que mi hermano más chico era hijo de él, pero todo quedó en chismes y habladurías de la gente, el caso es que, yo siempre me había dado cuenta de que ese tío siempre había “querido conmigo”, pero nunca se me había podido “lanzar”.
Platicamos de muchas cosas, hasta que llegamos a mi pareja, a su ausencia:
= ¿No te hace falta un hombre a tu lado?,
me preguntó, pero no le entendí a su pregunta, y entonces él me aclaró:
= ¿Desde el punto de vista sexual?.
Me sentí apenada con esa pregunta y agaché la cabeza:
- ¡Ay tío…, cómo será…, por favor…!.
= No…, deveras…, te lo digo deveras… Yo porque me voy con las putas…, pero tú, como mujer…, ¿qué haces para calmarte tus ansias…?,
porque, ¿no me digas que no te dan ganas de que te la metan…?.
Me dijo mi tío, sentándose al lado mío, pasándome un brazo por detrás de mi espalda, abrazándome y jalándome contra de él:
- ¡No tío…, cómo será…, no hay que ser…!,
le dije, agachando la cabeza hacia el suelo, pero él me la levantó y trató de besarme en la boca, al tiempo que me abrazaba con fuerza hacia él y me colocaba mi mano sobre de su pene, parado, haciéndome sentir su erección.
= ¿Sientes cómo me tienes…, caliente…?. ¡Tengo muchísimas ganas de darte p’adentro!. ¿Me sientes…, lo sientes…?. ¡Te lo quiero meter!.
Todo quedó en una breve lucha, silenciosa. Abrí la boca para decirle que me soltara, que me dejara en paz, que NO, que yo no quería, pero mi tío aprovechó ese momento para plantarme un besote, hundiéndome su lengua hasta el fondo, cosa que me hizo venirme con gran abundancia.
- ¡Tío…!.
No tuve el tiempo de reaccionar, la mano de mi tío se me había metido bajo mi blusita, ombliguera y me había llegado hasta mis chichitas – pues no llevaba brasier – y me estaba estimulando mis pezones, completamente erectados, sin embargo, todavía lo traté de frenar:
- ¡no tío, no, por favor, no, déjeme en paz..., soy hija de su hermano...!, ¡soy menor que mis primos..., sus hijos..., pudiera bien ser yo su hija...!.
Se lo estaba pidiendo en voz baja, para no despertar a mi hija, que estaba dormida en su camita, en mi recámara, a un lado de mi cama matrimonial.
Otra vez la boca de mi tío buscó mi boca, introduciéndome su lengua en mi boca, mientras que una mano buscaba un pasaje enmedio de mis piernas, por arriba de mis pantalones, frotándome fuertemente mi sexo.
- ¡Tío..., por favooor...!.
¡Yo no quería ceder!; ¡yo era una mujer honesta!, y ese hombre: ¡era mi pariente, mi tío!, ¡él hermano de mi papá!. (Quizás ex amante de mi mamá). Además…, me daba pena que se diera cuenta de lo caliente que andaba, y eso sucedería si me lograba meter la mano en mi sexo: ¡estaba toda batida de la calentura que ya traía!.
En cuanto mi tío suspendió aquel beso, yo traté de recuperar el aliento, cometiendo el error de aflojarme, cosa que mi tío aprovechó para recostarme sobre de aquel sofá e inmovilizándome con su peso, comenzó a desabrocharme mi cinturón y a meterme su mano hasta adentro, introduciéndome un dedo en el interior de mi pantaleta, una rojo encendido, soltando una sonrisa perversa; ¡ya sabía que yo estaba toda venida!, el nylon de mi pantaleta estaba todo mojado.
Me puse a llorar de la pena, de rabia y vergüenza:
- ¡No hay que ser..., tío..., no se vale..., soy su sobrina..., la hija de su hermano Román...!.
Pero mi tío me ignoró: siguió con lo suyo, decidido a cogerme, a saciar sus instintos, a vaciar sus testículos, a envilecerme completamente:
= ¿porqué reprimirte si tú misma lo estás deseando...?. Tienes tu rajadita completamente venida..., te has estado mojando de la calentura que traes...
¡Estoy seguro que estás deseando que te la meta...!, ¿verdad...?.
Cerré los ojos mientras que el dedo de mi tío me acariciaba alternadamente la rajadita mojada de mi sexo y mi clítoris inflamado, sacándome un gran y delicioso orgasmo:
- ¡Aaaaggghhh..., tíiiooo...!,
que también me provocó un enorme remordimiento.
Unas lágrimas me comenzaron a escurrir sobre mis mejillas:
- ¡Tío, soy su sobrina..., hija de su hermana!. ¿Me entiende?. ¡Por favor...!, ¡No se propase conmigo...!.
Nos quedamos abrazados un rato, mientras reposaba mi orgasmo, y luego de ello:
= ¡Échame una mamada!,
me dijo mi tío, sacándose su pito de su pantalón y calzón.
No me atreví a tocarlo:
- ¡No tío..., cómo cree...!,
por lo que mi tío me tomó mi manita y la puso en su pene, ya desnudo y al aire.
- ¡No tío..., ya se pasó de la raya..., déjeme por favor...!,
Quise retirarla pero él no me lo permitió;
= ¡Hazme una buena “chaqueta” (puñeta)…!.
De mala gana accedí y comencé a “chaquetearlo”, de la mejor manera que pude. En un momento dado, mi tío, tomándome de la cabeza, me inclinó sobre sus piernas y me pidió que le mamara su pene:
= ¡Échame una mamada!.
Muy apenada y con poco convencimiento, pero demasiado excitada, lo obedecí. Cerré los ojos, acerqué mi boca y le di apenas un tímido beso, por la pena que yo tenía:
= ¡no, así no; abre la boca y chúpalo todo, como si fuera un caramelo...!.
Poco a poco mi excitación se fue imponiendo a mi vergüenza y le fui tomando confianza. Siempre me ha gustado mamar una verga, jugar con los huevitos, ver cómo se menea, cómo se levanta, cómo se engorda antes de eyacular y, ¡que terminen en mi boca!. ¡Me atraía en demasía y me puse a mamarla con ímpetu!; aceleré movimientos y lo que debía suceder, sucedió. Su explosión de semen me llenó completamente la boca. ¡Fue algo salvaje y brutal!:
= ¡trágatelos...!,
me dijo mi tío, y aunque no me lo hubiera dicho, me los tragué, pues me gusta su sabor, me gusta la sensación. Así lo hice con la mayor parte, pero me quedó algo embarrado en mi cara y mis labios.
A mí me gusta mamar una verga y tragarme los mecos pero, estaba apenada, turbada, pues ese hombre era mi pariente, mi tío, el hermano de mi papá. Bajé la vista. Él tomó mi cara y comenzó a besarme en la boca;
- ¡Tío...!
le respondí, tremendamente excitada y me prendí nuevamente, en unos instantes.
Me levantó la blusita, me sacó mis senitos, me los besó, me besó el estomago y comenzó a bajarme los pantalones.
En cuanto me los quitó por debajo de mis pies, comenzó a acariciarme mi vientre...,
= ¡quítate los calzones!,
me dijo mi tío, y toda obediente, caliente como ya andaba, me sentí a mí misma tomarme el elástico de mi pantaleta y comenzar a deslizarla hasta por debajo de mis rodillas, desde donde mi tío me las terminó de quitar. Acariciaba con sus manos mis rodillas:
= Separa las piernas Almita.
Estaba recostada en el sillón, con las piernas abiertas, mostrándole indecentemente mi sexo, completamente batido de mis venidas. Su mano se puso a frotarme mi rajadita. Sentí su aliento en mi vagina y al poco su lengua que me devoraba mi cuevita. ¡Me sentí transportada con esa “mamada”!. Era una sensación deliciosa, sabia, directa.
Mientras me lo mamaba, mi tío me estaba jugando mi clítoris, sintiendo cómo se endurecía bajo sus dedos, mientras que yo me mordía fuertemente los labios...
- ¡sí tío..., sígale tío..., síiii..., asíii...!,
le gritaba, pero ya no podía contener la ola de placer que me sumergía. La boca de mi tío me volvía loca del placer que me daba; su lengua me exploraba a todo lo largo de mi rajada, hundiéndose algunas veces en mi vagina, caliente y muy húmeda. Me sentía totalmente confusa, aprisionada entre la vergüenza y el deseo carnal de la concupiscencia; vibraba placenteramente..., ¡era más fuerte que yo!. Mis piernas se abrían, ¡me le estaba ofreciendo completamente!, ¡a mi tío..., al hermano de mi papá...!.
¡Tuve un orgasmo increíble!. Unos deliciosos espasmos me recorrían por mi vientre y yo gemía y me venía entre suspiros de placer malsano, que mis sentimientos de culpa los volvían más violentos aún.
Mi tío me hizo venirme por varias veces, con su boca, agárrandome el clítoris tan fuertemente, que me dejaba sin fuerzas y..., cuando me volvió a besar otra vez..., descubrí en su boca mi propio sabor, a mis propias venidas.
= ¿A poco no te gustó?. ¿Ya viste de lo que te habías perdido...?,
volvió a añadir nuevamente mi tío.
- ¡Tío..., no hay que ser..., está abusando de mí...!.
Le dije bajando la mirada, avergonzada de haberle cedido a ese hombre, mi tío, mi pariente, el hermano de mi papá, pero..., ¡andaba yo muy necesitada de sexo!, ¡lo estaba deseando!, ¡de a madres!, es más, ¡seguía yo sintiendo muchísimas ganas, ganas de que me la metiera, de que me diera p’adentro!, y..., yo creo que mi tío también andaba ganoso y..., luego de eso, como es más grande que yo, me cargó fácilmente en sus brazos y me condujo hasta mi recámara, a mi cama matrimonial, en donde terminó de desvestirme, completamente. ¡Estaba completamente desnuda, acostada boca arriba en mi cama, mostrándole mis senos, mis piernas abiertas, mi sexo, completamente desnudo a mi tío..., que se regocijaba de verme entregada.
Yo no quería hacer mucho ruido, pues estaba durmiendo mi hija en la camita de al lado de la mía, pero..., lo vi desnudarse. Su pene lo tenía bien parado.
Lo vi aproximarse a mi lado y..., se me acomodó entre mis piernas y comenzó a colocarme su pene sobre de mi rajadita:
- ¡No hay que ser tío..., recuerde que soy su sobrina..., soy la hija de su hermaaano Romáaan...!,
le decía, cuando sentí que me la empujaba, pero estaba yo tan cerrada, que parecía yo quintito, como si fuera esa mi primera vez: ¡tenía casi tres meses sin sexo!.
- ¡Aaaayyy..., tío..., despacito..., con cariño..., que hace mucho que no me la meten..., cuídeme por favor..., despacito...!.
¡Me quiso penetrar pero no lo logró!. Soy estrecha de por sí y en aquel tiempo, sin relaciones sexuales, lo era aún más, además de los nervios del momento...
Mi hija a un lado de nosotros; el que fuera mi tío, el que fuera hermano de mi papá: ¡todo eso me hacía apretarme más, en lugar de aflojarme!.
¡Tres penosos intentos debió realizar, para que por fin, hasta el cuarto, consiguiera penetrarme!.
La primera vez me abrió las piernas y con una de sus manos localizó la entrada de mi vagina. Sentí su empujón pero no fue posible ni la más leve penetración. La segunda vez tomó su miembro con una mano y lo dirigió nuevamente a mi vagina, pero volvió a fallar.
Comenzó a desesperarse; con sus dedos me abrió los labios vaginales y lo volvió a intentar. Nada. Un tercer intento fracasó; mi tío se desesperaba con una inquietante ansiedad. En cada intento yo me sentía más caliente y más apenada con mi tío: pensaba en mis parejas anteriores, que yo creo por eso casi ni me “montaban”, a pesar de ser yo tan caliente, pues ¡les costaba trabajo meterla!.
Soy estrecha y me dolía pero, estaba ya tan caliente que, ¡deseaba que lo lograra, deseaba que me la metiera ese hombre: ¡mi tío!.
- ¡deje que yo me la coloque tío...!,
le dije, ofreciéndome a ayudarlo, sin que se fuera a ofender.
Tomé su miembro entre mis manos, le puse un poco de mi saliva – aunque estaba yo muy mojada de mi vagina, lo acaricié hasta que lo sentí al máximo de dureza, lo acerqué a mi rajadita sexual; separé suavemente mis labios vaginales, a un lado y otro, y poco a poco comencé a empujarlo hacia adentro. ¡Sentía la penetración en mi ser!; sentía mucha pena, mucha vergüenza. ¡Me daba coraje conmigo, pero al mismo tiempo, sentía una infinita satisfacción. ¡Me encanta sentir una verga adentro de mí!, ¡la disfruto a lo grande!.
En cuanto estuvo hasta adentro, mi tío se puso a bombearme, muy fuertemente y después suavecito y entraba y salía, ¡me gozaba!: ¡parecía no querer terminar!. Yo abría mis piernas lo más posible, tratando de aminorar el roce pero, ¡era imposible!. Sin embargo, a pesar del dolor y de mis remordimientos, comencé a experimentar un inmenso deseo de sentir su semen adentro de mí. Me aferré a su cuerpo y creo que hasta le clavé las uñas:
- ¡Aaaaggghhh…, tío…, me viene…, me vengo tío…, me vengo…, agh…, agh…, agh…!.
Sentía un leve cosquilleo que pronto fue aumentando hasta convertirse en una verdadera ansia:
- ¡Aaaaggghhh…, sí…, tío…, sí…, démelos…, agh…, agh…, agh…, démelooosss!.
El miembro de mi tío seguía durísimo. Era un placer que, aunque soñado por tantas noches durante 3 meses, sin nada, aún no lo podía saborear, por la enormidad de mis remordimientos, sin embargo, el recorrido de ese esperma tibio que me invadía y me llenaba mis entrañas me hizo vibrar de alegría:
- ¡Tío…, tío, qué rico…, tío…!,
Le dije, aprisionándolo con mis piernas alrededor de su cintura, mientras se estaba viniendo en mi sexo, en mi vientre, en el fondo de mis entrañas.
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Nos quedamos dormidos hasta el otro día, y desde ese día, él comenzó a frecuentarme pero, eso ya es otra historia.