Mi timida esposa 2
Han pasado 2 años de nuestra primera experiencia. Mi mujer sigue siendo la tradicional ama de casa preocupada del hogar y la familia. Pero en el cine como en la vida todo puede pasar.
Mi Tímida esposa 2
De aquello ha transcurrido ya casi 2 años.
Aquella deliciosa experiencia vivida no había modificado nuestras formas de comportamiento. Toñi seguía siendo esa perfecta ama de casa que todo hombre desea tener a su lado, preocupada del hogar y la familia.
Durante este tiempo jamás me insinuó la posibilidad de volverlo a hacer. Después de aquel encuentro mis fantasías si bien no habían desaparecido al menos estaban mas calmadas. Seguimos haciendo el amor regularmente, y solo de vez en cuando, ella se masturba para mi evocando nuestra primera y por el momento última experiencia fuera de lo normal.
Todo transcurría con normalidad, hasta la tarde noche del 25 de Agosto de este año.
Aquel día, liberados de nuestras cargas familiares, decidimos dedicárnoslo. Tomaríamos unos vinos, cenaríamos algo por ahí, e iríamos al cine.
A las 8 de la tarde, nos empezamos a arreglar para salir. Después de una refrescante ducha, nos vestimos. Yo de sport, ella con un vestido suelto rojo de verano que le llegaba por encima de las rodillas.
Una vez en la calle Toñi, como buena mujer previsora, decidió volver a casa a por una par de chaquetas (esas que todos nos ponemos cuando nuestras esposas tienen frío),
Debería subir a casa a por un par de chaquetas me dijo Toñi- no sea que refresque por la noche.
La temperatura no había bajado de los 30 º todo el día por lo que le respondí:
Pero si hace un calor tremendo.
Ya, pero por las noches refresca.
Estuvimos "picoteando" en varios bares hasta que llegó la hora del cine y para alli fuimos.
Después de retirar nuestras entradas, accedimos a la Sala y esperamos pacientemente el inicio de la película.
Eramos de los primeros, la gente iba llegando poco a poco. Cada cual ocupaba el asiento que le correspondía.
Nosotros estabamos situados algo mas atrás de la mitad de la sala. No había mucha gente en el cine, mucho menos de media entrada. En cada fila de asientos no había mas de 4 ó 5 personas. En la nuestra éramos tan sólo 3 personas si bien con los asientos correlativos.
Yo ocupaba el asiento 13, Toñi el 15 y el 17 había sido ocupado por un hombre maduro (le eche unos 55 años), atractivo y elegantemente vestido.
Desde el momento en que ese hombre se sentó, pude apreciar como disimuladamente se le iban los ojos a las piernas de mi mujer. No dije nada, pero mis fantasías pasadas volvieron a hacer acto de presencia mientras luchaba por evitarlas.
Pero era una lucha sin resistencia, pues enseguida me excite con la idea de entregar a mi esposa a ese hombre.
El hombre seguía mirando de soslayo, alguna vez con mas descaro que otra. Me imaginaba que sería el típico mirón que se contenta con machacársela viendo a una mujer. Poco me equivoqué.
Toñi, no se había percatado de nada.
La luz se apago y el cine quedo ligeramente iluminado por la luz que emitía la propia pantalla.
La película avanzaba. Yo más que mirar la película me dedicaba a mirar de reojo al hombre aquel. Como esperaba, el seguía mirando las piernas de mi esposa. Toñi las había puesto una encima de la otra, lo que hizo que su vestido subiera hasta casi la mitad del muslo.
Aquella visión, que tampoco era excesivamente provocativa, debió de volver loco a aquel individuo, pues con bastante disimulo coloco su americana sobre sus piernas y notaba yo como empezaba a acariciarse muy despacio por encima del pantalón.
La verdad que a mi en cierto sentido me estaba calentando, pues veía como aquel extraño se estaba excitando viendo a mi esposa, y puedo asegurar que en ningún momento me sentí molesto por ello, al contrario me ponía bastante.
Yo estaba ya completamente absorto en esa fantasía y me deje llevar. Miré a ese hombre a los ojos, me sostuvo la mirada y enseguida nuevamente volvió a posar sus ojos en las piernas de mi esposa. Todo ello sin dejar de acariciarse por debajo de la americana.
Decidí ayudar a aquel tipo.
Le pasé a mi mujer el brazo por encima del hombro y la traje hasta mi. Ella apoyó su cabeza en mi hombro con el cuerpo medio inclinado y las piernas una sobre la otra, dejando ver la parte posterior de su pierna izquierda y la parte interior de su pierna derecha.
Toñi se apresuró a arreglarse el vestido.
Con la mano que le había pasado por detrás de su espalda me aferre a su cintura tomando todo el control sobre el vestido aquél.
Ella seguía en la misma posición, y yo haciendo como que le acariciaba su cintura aprovechaba para irle subiendo poco a poco su vestido, permitiendo al tipo aquel una mejor visión de los muslos de mi mujer.
Había conseguido subirle un buen trozo el vestido cuando Toñi me susurró con dulzura:
Nos van a ver
Que va, si esta oscuro. Le decía yo.
Pero Toñi rápidamente, se recompuso nuevamente.
Para entonces el hombre de al lado ya no miraba con disimulo, sino que eran constantes sus miradas. Toñi no podía verlo, pues en la posición en la que la había colocado le obligaba a mirar o a la pantalla o al lado izquierdo de la sala.
Yo seguía acariciándola la cintura, y con cada roce de mi mano su vestido subía un poco más.
Lo tenía ya bastante subido cuando mire al individuo como diciéndole:
Aquí la tienes, ¿te gusta verdad?
La reacción de él no se hizo esperar. Con sumo cuidado se desabrochó, el botón del pantalón, se bajo la cremallera de su bragueta y saco su polla. Estaba totalmente empalmado, y a decir verdad era una buena tranca, sobre todo por su grosor.
Toñi nuevamente se arregló el vestido bajándoselo. Yo insistía, le acariciaba un pecho, recorrria con la mano su cadera y en cada avance nuevamente el vestido subía. Había conseguido subirselo de tal manera que ahora el hombre aquel tenía a su vista parte de la ropa intima de mi esposa y sus nalgas.
El Hombre empezó a masturbarse, sino con fuerza, si con un ritmo mas constante. Al principio no se oía nada, pero a los pocos minutos empezó a oirse timidamente l roce de la mano de ese tipo subiendo y bajando por su polla.
Toñi se dio cuenta:
El de al lado, me parece que se está masturbando
Yo haciéndome el incrédulo, le dije:
No digas tonterías y mira la película.
Toñi se colocó las chaquetas sobre sus piernas, volvió a su posición normal sobre el asiento y me retiro la mano que hace rato tenía apoyada en su cadera, sujetándomela en su regazo.
El Hombre no pareció importarle que mi esposa medio lo descubriera, pues seguía con su polla fuera masturbándose muy lentamente.
Toñi, volvió su cara hacia el individuo aquel que con descaro y sin dejar de mirarla se masturbaba en silencio.
Volvió la cabeza hacia mi y me susurro:
Vámonos, anda.
¿Qué pasa? le conteste como sorprendido.
El tipo este me está mirando y masturbándose a la vez.
Déjalo, tú sigue viendo la película y no le hagas caso, ya verás como se marcha.
Mi esposa volvió su cara hacia la pantalla aunque de reojo no dejaba de espiarle. Seguía oyéndose el roce de su mano con su polla aunque esta vez ya me di cuenta que también había liberado sus testículos cuyo tamaño era acorde al del grosor de su polla.
Toñi de vez en cuando me decía al oído.
¿sigue aún?
No se, míralo tu misma, con disimulo.
Mi mujer así lo hizo.
sigue todavía y me está mirando las piernas.
Haber si se corre de una vez y nos deja ver la película.- Le contesté
Al decir esto yo coloque mi mano derecha entre las piernas de mi esposa haciendo una leve presión para separárselas pero el intento fue en vano:
Aquí no podemos.- me dijo Toñi
Pero ¿no querías que se marchara ya?
Si, pero que quieres que hagamos.
Déjame hacer y confía en mi.
En ese momento retire las chaquetas del regazo de mi esposa y sumergí mi mano debajo de su falda, acariciando con las puntas de mis dedos la vulva de mi mujer. Toñi se resistía, no quería, intentaba disimular pero su excitación fue en aumento lo que aproveche yo para separar sus braguitas y acariciar de la mejor forma posible, dada la situación, sus labios vaginales. Notaba perfectamente el humedecimiento de su coño y como separaba cada vez mas las piernas.
Yo tenía la mirada en la pantalla pero con mi mano seguía acariciando suavemente el coño de mi esposa. Toñi, por su parte estaba bastante nerviosa, pero no por ello quería que dejara de acariciarla.
El tipo aquel con lentitud acercó sus dedos a los muslos de mi esposa. Al notarlo Toñi dio un respingo y no sin cierta brusquedad retiro aquella mano extraña.
Me di cuenta de que mi esposa iba a protestar, por eso fingiendo que no me había percatado del acercamiento de aquel individuo frote con mayor celeridad la vulva de mi esposa que para entonces estaba ya rebosante de líquidos.
El hombre no se dio por vencido. Esperó que la excitación de mi esposa fuera máxima para intentar un nuevo acercamiento.
Me costo algo mas de lo habitual hacer llegar a mi esposa al máximo placer, pero al final lo logré y mi esposa empezaba a perder el control.
Con una habilidad asombrosa se quito las bragas, sin importarle que estuviera mirando aquel caballero que seguro le quedaban dos sacudidas para correrse, se colocó las chaquetas encima de sus piernas y las abrió todo lo que pudo..
Todo ello sin dejar de mirar la pantalla. Yo aproveche la ocasión para masajearla con mayor comodidad su humedo coño, separándole los labios acariciándole el clítoris y metiendole un poco el dedo corazón.
Toñi empezó a dejar de mirar fijamente la pantalla. De vez en cuando cerraba sus ojos y me miraba. Hacía intentos por agarrarme la polla pero con dulzura le retiraba la mano para que no dificultara la paja que le estaba haciendo.
El individuo de al lado volvió nuevamente a la carga. Metió su mano por debajo de las chaquetas tocándole el muslo a mi esposa. Mi mujer se la retiró, pero no tan bruscamente como la primera vez.
Toñi acercó su boca a mi oido para susurrarme:
Sigue, no pares, sigue.
¿Te, gusta?.- Le pregunte
Si, no pares, no pares.- Insistía ella
Te voy a dejar que sigas tu sola.
No, sigue, sigue
En ese momento retiré delicadamente mi mano de su empapado coño. Toñi que estaba cerca de correrse metió su mano izquierda debajo de la chaqueta y empezó a masturbarse. Al principio me miraba constantemente. De repente torció su cara hacia el vecino de al lado bajando la mirada para ver como se masturbaba aquel hombre.
Nuevamente, nuestro compañero de fila acerco su mano a las piernas de mi esposa. Esta vez Toñi no se la quito. Al notar la extraña y caliente mano, mi mujer apoyó su cabeza en mi hombro y dejó de masturbarse.
Toñi me miró lujuriosamente, mantuvo sus ojos en los mios y de repente los cerró, señal inequívoca de que aquel hombre estaba empezando a masturbarla. Toñi que notaba mi excitación retiró las chaquetas para que viera que estaba pasando. Y no me equivoqué.
El individuo estaba con sus dedos acariciando el coño de mi mujer, separándo sus labios vaginales y jugando con su clítoris. Toñi me miraba para saber cual era mi reacción pero enseguida volvia a cerrar sus ojos y a suspirar silenciosamente cada vez que el tipo aquel le metía uno de sus dedazos en el coño.
Toñi y yo nos miramos. Su mirada denotaba que estaba cerca de correrse. Luego, muy despacio aparte su cabeza de mi hombro e incline el cuerpo de mi mujer hacia el lado del vecino, que seguía penetrando a mi esposa con sus dedos de la mejor forma posible.
Aquel hombre, con la mano que le quedaba libre cogió la de mi mujer y la atrajo hacia su polla.
Con una pequeña resistencia, Toñi alcanzó aquella gruesa verga. Con su pequeña mano no alcanzaba a agarrarla toda entera. Al sentir el suave tacto de aquella polla, mi mujer se estremeció y echando su cabeza para atrás se corrió a la vez que movía frenéticamente aquel pollón..
El individuo que estaba a punto de correrse, agarró la cabeza de Toñi forzándola hacia abajo con la intención de que mi esposa se tragara su leche. Toñi no quería, pero el hombre aplicó un poco mas de fuerza consiguiendo acercar la cara de mi esposa a su verga pero no lo suficiente, pues antes de que mi mujer atrapase con sus labios aquella polla, el individuo descargo gran cantidad de leche, parte de la cual debido a la fuerza con la que salió y a la proximidad de la cara de mi esposa, le alcanzo a Toñi en los labios y barbilla.
Terminado todo, mi esposa me miró. Tal vez con algo de culpa y vergüenza. Pero me acerque a ella besándola en la boca y en la barbilla y sintiendo el sabor del semen que aquel extraño, que ahora abandonaba ya el cine, había depositado sobre la cara de mi mujer.
De vuelta en casa hicimos el amor. Estoy seguro que ella pensaba en aquella polla gorda y gruesa que pocas horas antes había masturbado. Yo también.