Mi tierno sobrino, yo Ivonne. 2
Que inicie el juego.
Gracias por todos sus mensajes, en verdadd lo aprecio mucho. dratentacion@gmail.com
El juego debia dar inicio, no había tiempo que perder, siempre libre!
Mi tierno sobrino, yo Ivonne. 2
Pero no quiero salirme del tema principal. Nos quedamos hablando la situación, y así seguimos durante todo ese mes, hasta que juntos decidimos, como un juego, provocar actitudes como la de ese día en la alberca y la película, pero siempre y cuando fuera con chicos adolescentes. A esa edad pueden ser complicados de manejar, y tanto Ivonne como yo queríamos tener control total de las situaciones que se generaran. Una de las primeras cosas que hice fue poner un espejo en la ventana que da a la alberca, con el fin de poder espiar desde allí sin ser visto.
Ahora sólo restaba esperar a que se diera la oportunidad de comenzar a practicar nuestro jueguito...
Por razones de seguridad, y como para ir tomando confianza, la primer víctima de nuestras fantasías sería nuevamente Héctor. Nunca habíamos repetido aquello, y el nunca hizo comentario alguno, pero era evidente que se debería estimular mucho pensando en como había visto a su tía.
Un día que nos llamó para venir a la alberca, aprovechamos que contestó mi mujer para incitarlo, para lo que le dijo:
- Dale, vente que yo también quiero aprovechar este día, porque Rafa tuvo que ir al trabajo a arreglar unos asuntos, y no tengo ganas de nadar sola...
Eso bastó para que en media hora estuviera sonando el timbre. Yo me había instalado tras la ventana con las provisiones suficientes como para quien va al cine a una función de permanencia voluntaria, por lo que me sorprendió ver llegar a Héctor con otro chico, un amiguito suyo de la escuela llamado Quique. Era obvio que Ivonne también se sorprendió, porque en cuanto los chicos fueron a cambiarse, entró a la sala y me propuso suspender el evento. Yo, por el contrario, más ganas tenía de llevarlo a cabo. La convencí diciéndole que sólo eran dos chicos, que iba a tener el control absoluto de la situación. Aceptó no muy convencida pero la excitación de exhibirse y que yo viera ayudó a hacerlo, según ella para no quitarme la ilusión a mí.
Cuando los chicos llegaron a la alberca, Ivonne se estaba cambiando, por lo que pude oír claramente cuando Quique le decía a mi sobrino: - Que buena está tu tía, ¿va a salir a la alberca?, a lo que Héctor le contestó: - Cállate la boca, que es mi tía...
No terminó de decirlo, cuando apareció Ivonne con una bata blanca, que hacía contraste maravilloso con el tono de su piel. Ambos se quedaron impactados. Más aún cuando Ivonne (siempre de acuerdo al plan) los obligó a ponerse el protector solar, debido al peligro del sol a esas horas. Ambos se negaron, pero la insistencia tuvo su resultado. Héctor cedió primero,
-Te lo pones tú o quieres que te ayude, preguntó Ivonne. La respuesta fue obvia.
- Me voy a quitar la bata así estoy más cómoda y no la ensucio, ya estoy sudando del calor que hace..., dijo, para inmediatamente quedarse sólo con un bikini pequeñito que apenas cubría lo necesario, blanco, con un top de triangulitos muy delgados y una tanga muy pequeña donde se marcaba deliciosa su conchita, casi transparente en la entrepierna. De atrás sólo se veía una delgada línea de tela clavada en la cola que prácticamente no tapaba nada.
Héctor se acostó en el camastro boca abajo y luego al revés, mientras Ivonne, sentada a su lado, le colocaba la crema. Luego fue el turno de Quique, que no podía disimular lo bien que la estaba pasando, y se repitió el procedimiento.
El momento de más tensión fue cuando mi esposa, al terminar con Héctor, preguntó:
-Bueno, ahora me toca a mí, ¿quién va a ser bueno y me pondrá la crema a mí?.
Los chicos parecían pelearse por responder, entonces Ivonne dijo:
- Hazlo tu, Héctor, que tienes más confianza. Se acostó boca abajo y se entregó de lleno a la tarea de mi sobrino...
Empezó tímidamente por su espalda y hombros, yendo y viniendo, hasta que Ivonne le dijo riendo, que sería bueno que el resto del cuerpo también recibiera crema. Esto pareció desinhibir a Héctor, que comenzó a acariciar su cuerpo poco a poco, tocó sus pies, sus piernas, sus muslos hasta que al llegar a la cola, hizo como que la rozaba sin intención, como para tantear la reacción de Ivonne, que ni se inmutó. De inmediato, tomó más crema y la comenzó a untar en las nalgas de mi mujer, la cual se había empezado a relajar al ritmo continuo del masaje de mi sobrino. Terminé de confirmarlo por las señas que se hacían los dos chicos, hasta que Héctor preguntó en voz muy baja...
-Tía, tía, estas dormida?..., al no tener respuesta, echaron una sonrisa como de satisfacción.
Quique, que a mis ojos parecía un poco más despierto que Héctor, le dijo a éste que era su turno, casi como una orden.
Yo ya estaba completamente excitado, acariciaba mi miembro, pero esperaba un poco más...
Quique, llenándose de crema las manos, fue directo a las piernas de Ivonne, las tocó, las acarició, pasó a su culito, repitiendo la escena, pero luego de eso se centró en la tanga. Comenzó a tocarla suavemente, la acomodaba, ya que debido a los masajes había ido perdiendo su postura, y siguió jugando con ella, hasta que en un momento, y mirando a mi sobrino, la corrió de su "canal", dejando a la vista de ambos la raya del culo de Ivonne. No decían palabra, estaban mudos... Hacía rato que sus inexpertos elementos habían comenzado a sentir el efecto, yo lo notaba desde la ventana...
Con mucha curiosidad, Héctor desabrochó el brassiere, y tras esto procedió a despertar a Ivonne, que se encontraba medio dormida. Al levantarse para darse vuelta, no se percató de que el bra no estaba amarrado, quedando completamente con las tetas al aire ante los dos chicos. Se puso de todos colores, mientras se lo acomodaba rápidamente.
-No puedo creer que me hayan visto así, dijo, sin imaginar que mientras dormía su raya había sido inspeccionada minuciosamente.
Se puso boca arriba y le dijo a Quique que era su turno. Este rogaba que se durmiera de nuevo, por lo que empezó a acariciar, principalmente, sus brazos y la cabeza, tocaba su cuello y jugaba con su cabello, logrando que ella dijera, casi murmurando...
-Chicos, que buenas manos tienen, me estoy quedando dormida...
Unos segundos después, las manos de Quique masajeaban el vientre de Ivonne, hasta que en un momento desembocaron en sus tetas, las mismas que habían visto un rato atrás. Las tocó, las acarició, pero siempre por arriba del diminuto top del bikini.
En ese instante, Héctor tomó valor y apoyó su mano en la entrepierna, primero con suavidad, luego con más ímpetu, provocando que Ivonne emitiera un pequeño gemido y se moviera un poco.
-Mira, la tanga está toda mojada, dijo mi sobrino, a lo que el otro le alcanzó una toalla para secarla (en ese preciso instante acabé por primera vez, sobre el piso de la sala, acompañado de una amplia sonrisa por la ingenuidad de los muchachitos).
Cuando terminaron, fueron al agua, no sé si a bajar el calor o a hacerse una paja. En eso estaban cuando se despertó Ivonne, y desde el borde de la alberca les ofreció un refresco, el cual vino a buscar a la sala donde yo estaba. La vi entrar con la cara muy feliz, sus ojos brillaban. Se sentó frente a mi sobre mis piernas, hizo de lado la pequeña tanga y tuvimos el mejor sexo. Llegó a venirse unas 3 veces. Luego se dio un baño, se puso la bata (sin nada debajo) y unas zapatillas altas para llevarles el refresco a los chicos. No hubo tiempo para más, porque les dijo que tenía que cambiarse porque yo la había invitado a cenar, por lo que debían marcharse. Mientras se duchaban, salí del salón y colgué en el tendedero la blanca tanga de mi mujer, adornada por los efectos de los jugos que habían salido de su vagina. Al notar que salían los chicos, me escondí rápidamente en el salón. Ya se iban, cuando noté que Quique le decía algo a mi sobrino y regresó corriendo, como si se hubiera olvidado algo. Mi sorpresa fue verlo descolgar la tanga, olerla intensamente y guardarla en su mochila...
Si todavia no estas en la lista para el eBook, escribeme y te cuento. dratentacion gmail com