Mi tierno sobrino, yo Ivonne. 1

El plan de mi marido y yo pues dandole gusto.

No paro de contestar todos sus mensajes, gracias en verdad. Si no están en la lista para el eBook es momento que escriban para que no se lo pierdan. Va a estar buenísimo! dratentacion@gmail.com   Twitt @dratentacion

Siempre libre explorando y complaciendo.

;)

Mi tierno sobrino, yo Ivonne. 1

Antes que nada voy a presentarme. Me llamo Rafa, tengo 40 años, estoy casado con Ivonne desde hace 3, hemos decidido no tener hijos.

Ivonne es una verdadera belleza, tiene 39, y la conocí cuando pasaba unas vacaciones con mis amigos en Cancún, hace de esto ya algunos años. En ese momento se llevaba a cabo un concurso para elegir a la reina del bikini del verano, y fui elegido, por casualidad, para formar parte del jurado, ante la envidia de mis amigos. Ivonne, obviamente, participaba del mismo, con tanta suerte (o no, ya que era infinitamente más madura y hermosa que el resto) de que resultó ganadora. Está demás decir a dónde fue a parar mi voto. Luego, durante las fotos de rigor, pude comenzar a charlar con ella, resultó ser algo tímida, todo lo contrario de mí, que en cada lugar que estoy suelo transformarme en el centro de atención.

Conseguí su número telefónico, y a los dos días, estábamos saliendo. Enseguida me di cuenta de su experiencia en el tema hombres, a todo nivel, lo cual no me resultaba extraño. Que tipos tan idiotas, pensaba yo, dejando libre a semejante monumento de mujer, pero claro, no iba yo a preocuparme por eso.

El hecho es que un año después nos casamos, y llegando al día de hoy, hemos sido muy felices el uno con el otro. Pero aquí es que comienza la historia que quiero contarles. Afortunadamente estamos en una buena situación económica, con casa con alberca, dos autos último modelo, todo lo que nos hace falta.

Sexualmente nos llevamos de maravilla, el tiempo nos llevó a intentar nuevas cosas. Todo comenzó un día, unos tres meses atrás...

Estando un día mi sobrino en casa, venía siempre a disfrutar la alberca. Recién empezaban los primeros calores de la primavera, y ese sábado, Héctor (ese es su nombre), que tiene 18 años me pidió permiso para tirarse un chapuzón. Le dije que se viniera, que no había problema. El hecho es que verlo disfrutar del agua nos tentó tanto a Ivonne y a mí, que nos decidimos a unírnosle.

Estaba yo cambiado, cuando aparece Ivonne diciéndome que había un problema.

  • Como recién empieza el calor, todavía no bajé los trajes de baño normales del cuarto de azotea, y hacerlo ahora me tomaría toda la tarde. - Eso no es problema, metete en lencería o en uno de los bikinis que usas para mi... - Pero ¿y Héctor?. - Es un niño, además un bikini muestra lo mismo, le dije... no pasa nada.

Esto último la convenció, se desvistió, y se puso con un bikini blanco de fina tela muy atractivo, sin duda era hermosa. Bajamos a la alberca, Héctor nadaba sin prestar atención a sus tíos, que tomaban sol. Al salir de la alberca, noté que miró sorprendido a Ivonne, como diciendo -Epa!, mi tía está en bikini transparente. Sería la primera vez que veía a Ivonne en ropa tan ligera, ya lo noté incómodo, pero a la vez muy curioso, ya que trataba afanosamente de poder ver todo lo que le permitían sus ojos.

No voy a negar que la situación me excitó un poco, pero traté de restarle importancia hasta que...

  • Voy al agua, dijo mi mujer.

Bajó por las escaleras, ante mis ojos era una sirena. Yo seguía en la mía, pero notaba que ella, que al principio estaba más incómoda que el chico, ahora parecía más desinhibida, y en ella era una señal: lo estaba disfrutando. Le gustaba que el chico la viera.

Al salir del agua, tanto Héctor como yo nos quedamos boquiabiertos: la delgada tela del bikini blanco, al contacto con el agua, dejaba traslucir sus redondos, rojizos y erguidos pezones, además del monte abultado de su entrepierna. Estaba desnuda, para hacerla mas sencilla. Ella pareció notarlo y lejos de cubrirse, se dio tiempo de pasear y contonearse lentamente, agarró una toalla y se envolvió en ella. A los quince minutos, fuimos a ducharnos y cambiarnos.

Era casi la hora de cenar, así que le dije a Héctor que llamara a mi hermano mayor (su padre) para decirle que se quedaba a comer. Parece que mi hermano tenía planes, ya que pidió hablar conmigo:

-Rafa, ¿hay algún problema en que se quede a dormir allá?, hoy es mi aniversario, y aprovechando que Mariano (mi otro sobrino, de 18 años) está en casa de mis suegros, habíamos pensado con Marta en irnos de fiesta por ahí...

Contesté afirmativamente al pedido de Fernando, mientras me reía aprobando sus planes.

Durante la cena, Héctor miraba a Ivonne de una manera especial. Ella estaba con una minifalda de mezclilla, muy corta y un top de algodón que dejaba ver su ombligo, estaba deliciosa...

Fuimos luego a la sala de juegos a ver una película, Ivonne se acostó en el piso, apoyando su cabeza en mis piernas, y el chico se ubicó frente a ella.

Era obvio que quería seguir viendo la ropa interior de su tía, ya que cada movimiento que hacía Ivonne, el se sonreía con satisfacción y aprobación.

Al acostarnos, no sabía como hacer para sacarle a mi mujer el tema. Era obvio que algo había notado, tenía miedo que lo tomara a mal. Al desvestirse y quedarse sólo con una hermosa y diminuta tanguita negra, aproveché para comentarle... -Parece que tuviste un gran impacto sobre tu sobrino. -¿Por qué lo dices?, preguntó como sabiendo la respuesta.

-Bueno, el hecho de verte en ese bikini transparente lo puso como loco, durante la peli, no hacía más que mirar a tu entrepierna cada vez que te movías. - Es cierto, es más, al principio no le daba importancia, pero a medida que pasaba el tiempo, la situación me producía una extraña sensación, y me empecé a cruzar y descruzar de piernas cada vez en forma más evidente, para dejarlo satisfecho, ya que si no, con las poses que hacía para disimular, mañana iba a tener un dolor de espalda y cuello que ni hablar. Además, ya me había visto bastante en la alberca, no era nada raro ya... ya me había visto toda.

Esto que dijo me sorprendió, siempre ha sido una mujer que gusta mostrar un poco más de lo permitido, cosa que, sinceramente, a mi me excita; total una cosa es ver y otra tocar y disfrutar. Recuerdo una anécdota, que cada vez que la cuento me hace llorar de la risa, y a ella ponerse de todos colores.

Estábamos pasando unas vacaciones en el Caribe, en un crucero paradisíaco. Un día estábamos en la habitación y, como siempre, pedíamos servicio de cuarto.

El chico que traía la orden era un adolescente de no más de 18 años, y yo había notado que miraba a Ivonne como deslumbrado por su belleza. Me propuse jugarles a ambos una broma: luego de hacer el pedido, comencé a jugar con ella como calentando motores, a tal punto que la dejé tendida sobre la cama, boca arriba, sólo con la tanga y un diminuto brassiere, por supuesto con sus zapatillas puestas. Le vendé los ojos, porque le dije que le tenía una sorpresa preparada. Cuando llegó el mesero, le abrí la puerta y lo hice pasar. Siempre lo había atendido en la puerta, por lo que se sorprendió, entró y cuando estuvo ante la cama se quedó paralizado, pero trató de disimular. Le dije a Ivonne que la sorpresa estaba lista, y cuando vio al chico mirándola, se puso colorada en un principio, tapando sus tetas con las manos, dijo sentir pena y lentamente se levantó de la cama, se dio tiempo de darse un par de vueltas sobre la cama luciendo su figura y cubrirse con una bata delgada transparente, para entonces salir caminando cadenciosamente al baño. Le excitaba saber que la veían con deseo.

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