Mi tiempo de educación
Lía va a tener unos días, en los que su Amo Juan la educara y moldeara a su gusto.
Era por la mañana, y entraba mucha luz por la ventana. Sentí unas leves caricias por mi espalda, que recorrían de arriba a bajo mi columna.
Giré lentamente mi cuerpo hacia él, tenía una sonrisa en la cara, sabía que ya me tenía algo especial preparado, y eso solo hacía que me gustara más, que estuviera más decidida a darme a él. Se acercó a mi oído, y dándome un azote suave me dijo:
J: El desayuno esclava, ya.
L: Si Amo.
Me levanté, y fui rápidamente a la cocina, ni reparé en vestirme para no perder tiempo. Mientras él se duchaba y vestía, yo puse los zumos, los cafés y unas galletas que tenía en un armario. Cuando llegó a la cocina, estaba esperándole de rodillas y con la cabeza gacha. Agarró me pelo, levantó mi cabeza y me dio un guantazo en la cara. Me sentía descolocadla, ¿qué había hecho mal?.
J: ¿Crees que una perra como tú, puede comer en la mesa con su Amo? Eso es algo que todavía no te has ganado zorra. Trae tu comedero ¡ya!, todavía tienes mucho que aprender.
L: Sí Amo, perdone la falta de esta perra.
A cuatro patas fui a por los comederos de perro, y me puso ahí el zumo en uno y en el otro el café. Me troceó algunas galletas y las puso en el café.
J: Con la boca guarra, y más te vale no dejarte nada, lo quiero limpio.
L: Sí Amo.
Me agache y estuve comiendo con la boca hasta dejar los comederos limpios, tenía la mayor parte de la cara manchada de zumo y café. Recibí una caricia de mi Amo, y entendí que era mi recompensa por haber obedecido. Se sentía como un bálsamo, me sentía bien, me calmaba.
J: Ahora vamos a prepararte perra. Hoy saldremos por esa puerta, (señalando hacia la salida de la casa), y cuando vuelvas a entrar por ella, ya no serás la misma, serás mi puta completamente mi esclava, mi todo.
L: Sí Amo.
Enganchó la correa a mi collar, y me llevó hasta el cuarto de baño. Hizo que me metiera en la ducha, y me lavó completamente, no quedo ningún resquicio de mi cuerpo, por el que no hubieran pasado sus grandes manos. Me sacudí el agua como un perro, y al verlo él se echó a reír, y con una toalla me estuvo secando. ¿Se podía ser más feliz? Esto era lo que tanto había buscado, y por fin lo había encontrado.
Me puse en medio de la habitación cuando acabamos, en mi posición arrodillada. Fue a la mesita y cogió... ¡un cinturón de castidad! Estaba muy sorprendida.
J: Sé que eres una perra que está mucho tiempo en celo, por eso llevarás esto. Ahora todo me pertenece y no jugarás con ello, al no ser que yo te lo permita, ¿lo has entendido puta?
L: Sí Amo.
Me colocó el cinturón de castidad, lo cerró y se guardó la pequeña llave del candado. Encima me puso un vestido que tapaba muy poco, y luego los tacones y el maquillaje. Recogió las cosas, y tiró de mi correa para que lo siguiera, hasta llegar a la entrada. Desenganchó la correa y con una señal le seguí. Fuimos hasta el coche en el garaje, y una vez cargadas las maletas en él, nos montamos nosotros. Cuando me senté de copiloto, me hizo levantar la falda y apoyar el culo directamente en el asiento.
J: A partir de ahora, te sentarás siempre así perra, sin excepciones. Ahora sal, desnúdate, dame el vestido y vuelve a entrar.
L: Sí Amo.
Salí del coche, y con toda la vergüenza del mundo, me quité el vestido y se lo di, quedando completamente desnuda menos por los zapatos y el cinturón. Me volví a sentar en el coche, y cerré la puerta al tiempo que sentía pellizcos en mis pezones, haciéndome sentir oleadas de placer. Estando en ese estado de placer, no me di cuenta de que sacaba unas pinzas enganchadas a una morrada, lo cual me puso todo tomándose su tiempo, disfrutando de cada de talle de mi cara.
Me puso el cinturón y luego se colocó en su asiento, poniéndose el cinturón y arrancando el motor. Se me hizo eterno el viaje en coche, cada vez nos alejábamos más de la cuidad, y no paraban de aparecer grandes zonas con árboles. Los pezones y la mandíbula me dolían, cerré por unos instantes los ojos, y cuando los abrí ya habíamos parado, mi puerta estaba abierta y mi amo tiraba con fuerza de la correa. Salí del coche y me puse a cuatro patas, y caminamos hasta llegar a la entrada de una pequeña cabaña.
Entramos y era bastante amplia, y mi Amo ya había condicionado todo el espacio, mi comedero, la zona mazmorra.... Me puso en medio de la habitación, y dejó la correa en mis manos, la cual sujeté con fuerza. Se sentó en un sofá muy cerca de mí.
J: A partir de ahora comienza tu entrenamiento y educación. Cuando salgamos de esta cabaña serás una puta completa, sin tapujos ni nada, mi esclava.
Con una seña me acerque a él y me coloque entre sus piernas. Me quitó la mordaza y las pinzas, los pezones me ardían, pero sin darme tiempo a pensar en ello, mi amo me hizo una señal para que le levantara y le sirviera algo de beber.
Yo sabía que mi Amo no tenía por costumbre beber, así que serví un par de hielos en un vaso y después la coco cola. Me acerqué a él, y cuando estaba a su lado, al ofrecerle el vaso, bajé levemente la cabeza. Cuando cogió el vaso, iba a volver a mi posición, pero me señaló una mesa.
J: Perra, túmbate boca arriba sobre la mesa, y la cabeza que cuelgue.
L: Sí Amo.
Lentamente se fue bebiendo la coco ola, mientras no perdía detalle de mi, de como mi respiración se iba agitando por la excitación y los nervios de no saber que iba a pasar. Al acabárselo, se levantó y fue andando hacia mí, cogió unas cuerdas y primero levantó mis brazos por encima de mi cabeza y los ató, a la mesa. Y lo mismo hizo con mis piernas, dejándome totalmente inmóvil y sin escapatoria. Mi cabeza solo podía pensar en una cosa, en ser follada por mi macho, en poder servirle. Me quitó el cinturón y el coño estaba encharcado.
J: Mira que eres zorra, ya estás mojada. Menuda cerda estás hecha, que dirían los demás si te vieran así, pensarían que eres una vulgar puta, aunque a mí me gusta que seas así de guarra.
Se acercó a mi cara y me soltó un guantazo que me hizo abrir la boca, lo cual el aprovecho para meterme la polla con fuerza, sentía como perforaba una y otra vez mi garganta, mientras que grandes cantidades de saliva caían de mi boca. La sacó, y tuve que escupir un poco, para poder respirar, pero eso solo hizo que cayera más en mi cara. Con su polla llena de babas, me la restregó por toda la cara, y al parar cogió unas cuerdas para atar mis tetas. Se estaban poniendo moraditas, acercó su polla a mi boca, y la abrí instintivamente. Volvió a metérmela y a ahogarme con ella, y a la vez azotaba mis tetas sin parar. Salió de mi garganta, y restregó toda la valija en mi cara con la mano, que luego se limpió en mis tetas. Bajo a mi coño, apuntó con la cabeza de la polla y la metió de una estocada, arrancándome un sonido gutural de mi garganta. Me estaba follando frenéticamente, mi cabeza daba vueltas, solo podía pensar en placer, placer, placer.... sentía como me abría por dentro, y dándome unas ultimas embestidas, se corrió dentro de mí, dejándome ahí todo de él, ese elixir tan preciado. Salió y me desató, bajándome de la mesa, me puse a cuatro patas y me llevó a bebedero a beber como la perra que era. Me metió en la jaula y la cerró.
J: Descansa perra, mañana te espera un día muy intenso.
L: Sí, Amo.
Apago las luces, y se fue a la cama. Me coloqué en la jaula, pensando en qué tendría pensado para mañana, cerré los ojos y me dormí.