Mi tía y su embarazo - 2 -
Más de una vez me masturbé, recordando esos momentos en que nos tocamos y aumentando mi loca fantasía en distintas posiciones haciendo todo lo inimaginable. Le escribí una vez, pero por supuesto, que nada sobre lo sucedido, me contestó contenta de recibir noticias mías.
Mi tía y su embarazo 2
El regreso fue algo bastante triste para mí, mantenía latente el momento que mi querida tía estaba desnuda frente a mí, ya dispuesta a tener un apasionado sexo, sin dejar de recordar ese cuerpo lleno de voluptuosidad, su panza, sus tetas y su esplendoroso culo.
Más de una vez me masturbé, recordando esos momentos en que nos tocamos y aumentando mi loca fantasía en distintas posiciones haciendo todo lo inimaginable. Le escribí una vez, pero por supuesto, que nada sobre lo sucedido, me contestó contenta de recibir noticias mías.
El tiempo fue pasando, hasta que tuvimos la noticia de que había tenido un bebé Andrés, alegrando intensamente a mi madre, que su hermanita (así la llamaba) había concebido un varón.
Por mi parte mi alegría no era tan intensa, sino que algo desesperanzado, sabiendo que ya no había demasiadas oportunidades, que sucediesen cosas similares a la anterior, ni que mi tía estuviese dispuesta a repetirlo, así que traté de guardar mis pensamientos y distraerme con algo más factible.
Mi madre más que dichosa por el acontecimiento, decidió ir a verla, esperando la oportunidad que estuviese sola, porque no había muy buenas migas con su esposo, además estar ambas solas era algo que no se daba muy a menudo.
No me veía en ese viaje, aunque realmente no sé si estaba demasiado interesado, dado que solo conocería a mi nuevo primito, y ver a mi tía que me traerían algunos recuerdos muy gratos, sumado a la presencia de mamá, carecía de posibilidades. Pero a pesar de mi decisión, surgió el requerimiento de mi madre, insistiendo en que debería ir a verla, que ella te adora y cosas por el estilo, pero a pesar de mi negativa, opté por acompañarla.
Así que, quince días después, viajábamos para verla, teniendo un lindo encuentro conociendo a mi primito que ya tenía casi tres meses, y ver a mi tía que estaba más delgada, con el cuerpo que la conocía tiempo atrás, pero con los pechos de cuando estaba embarazada, algo que no dejaba de dejar de fascinarme.
No pasó nada importante ese día, ni los subsiguientes, solamente una tarde en la que mi tía, tenía que amantar al bebé, era la primera vez que estaba presente, y sacó su teta regordeta, para alimentarlo, por supuesto que observé muy entusiasmado, a lo que mi madre, me dijo que me fuese a otra parte, mirando a mi tía que se sonreía, picaronamente.
Ya tenía ganas de regresar, porque mi madre, no dejaba de darle consejos, de cómo criarlo al niño, y una sarta de recomendaciones, a los que mi tía asentaba, y supongo, algo cansada de su hermana por esa cantidad de consejos. Solamente una vez, aprovechando la ausencia de mi madre mientras mi tía amantaba a su bebe, acaricie su cuello, volcando su cabeza sobre el dorso de mi mano, pudiendo ver por breves segundos su pezón, húmedo por su leche.
Por suerte una noche recibió mi madre un llamado de mi padre, que no sé qué problema había, que deseaba que retornara, a pesar de las protestas, decidió regresar al día siguiente, y por supuesto conmigo, aunque mi tía, le dice:
“Deja que se quede Paul, para que lo necesitas de paso me hace compañía”
Mi madre la observó, y le contesta:
“Creo que tienes razón, quieres quedarte hijo”,
“Si, no tengo problemas, total estoy de vacaciones, asi no la dejamos sola” Mientras la observaba, notando un dejo de picardía o de complicidad, mientras por dentro, mi corazón se aceleraba cada vez más intensamente. Fue realmente una dicha ver partir a mi madre, creo que hasta mi tía, le alegró su pronta partida.
No sé que podría llegar a suceder, la situación no era la misma, creo que sería algo agobiante ser rechazado, la llegada de un hijo podría hacerla reflexionar sobre lo sucedido durante su embarazo, pero pasase lo que pasase, estaba muy complaciente de estar acompañándola. .
El bebé era muy tranquilo, dormía casi seis o siete horas durante la noche, pero 4 o 5 veces lo amantaba durante el día, uno de esos momentos, pude observarla mientras lo hacía, viendo esa bella teta, siendo adsorbida por su hijo, mi tía no le molestaba mi presencia, creo que hasta disfrutaba de ella, era lógico, no era la primera vez que veía sus pechos, además era una cosa hermosa apreciar ese bello contexto.
Hasta dos días de haberse ido mi madre no sucedió nada en especial, tenía como un cierto temor, de que actuase y fuese rechazado, aunque un día le comenté sobre una mancha que surgía en su ropa en la zona de su busto, diciéndome:
“Si realmente me tiene cansada después de algunas horas sin amantarlo, empieza a salir, es una desagrado, a veces mi esposo me lo hacía con un saca leche manual”
“Si necesitas estoy dispuesto, a ayudarte”
“No tengo dudas de tu interés” me contesta, riéndose.
No sé si por eso u otro motivo, comenzó a no tener demasiado reparo en dejar sus tetas al descubierto, algo que me alteraba terriblemente, aunque no perdía la oportunidad, de estar presente en esos momentos, a los que a mi tía no parecía incomodarle demasiado, actuando de una manera natural, como si no estuviese presente, llegando a pensar que lo hacía premeditadamente.
Aunque en una oportunidad mientras amantaba pasé por detrás de ella, acariciando su cuello, que al notar que se quedaba quieta, seguí haciéndolo hasta hacerlo en sus hombros, y tocar levemente la parte superior de su seno, otorgándome una sonrisa..
Pero una mañana que dormí hasta tarde, al llegar a la cocina, estaba mi tía amantando, había levantado su camisola, dejando al descubierto sus bragas, no hizo ningún tipo de ademan para taparse, sino que permaneció estática, ante su bella labor, a la vez que me saludaba alegremente.
No me cabían dudas que su provocación era evidente, mientras me servía el café no dejaba de mirarla, tomé un sorbo, y sin pensarlo demasiado me acerqué a ella, acariciando su cuello, volcando nuevamente su rostro sobre mi mano, eso fue más que suficiente, para acariciar mas su cuello, y luego su hombro descubierto, y esta vez mi mano tocó mas su teta, que al notar que no hacia ningún comentario, proseguí más intensamente hasta que pretendí quitar su prenda.
“ Que haces, Paul?” ` Sin dejar de sonreír, pensando que frenaría mi intensión, le digo: “Es que quiero que estés mas cómoda, si no te molesta?” Que manteniendo su sonrisa, responde:
“Si así lo crees, no me incomoda que lo hagas”, eso hizo que mi erección se hiciese más que incuestionable, que lo notó, pero no hizo ningún comentario.
Después de esas palabras, terminé quitando su prenda, dejándola en sus bragas, era un bello espectáculo, casi desnuda amantando, fui acariciando su hombro hasta llegar a su teta, oprimiéndola suavemente hasta que llegó a emanar algo de leche. Solo le dije:
“ Cada día estas más bonita, y estando de esta manera es algo sublime, poder admirarte.
Una nueva sonrisa afloro en su boca, agradeciéndome el cumplido, al parecer algo ruborizada por su estado, mientras continuaba dándole a su hijo, que ante ese silencio solo se oían, los chupones que efectuaba el pequeño y los leves gemidos de mi tía.
No solo la deseaba, creo que estaba enamorada de ella, aunque nunca se lo exprese, eso y otras cosas me volcaron a acariciaba su cuerpo de una manera lenta, disfrutando de esa suave epidermis, hasta que me fui apoderando de sus pechos, de una manera ansiosa y sin ningún tipo de disimulos, entregándome a su delirante excitación. Si bien las veces anteriores había desbordado mi excitación, esta vez excedía mi arrebato. Mi mano exploraba su piel sin dejar de frenar mis impulsos a sus agobiadas tetas, me encantaba sentir esa tersa piel, conjuntamente con los gimoteos de mi tía.
“Tienes una tersa y atractiva piel, tía”
“Hacia mucho que no recibía tantos elogios, y menos de un sobrino, el que más adoro”
Me contesta, manteniendo una corta charla en ese leve juego libidinoso, donde nuestras hormonas iban revolucionándose cada segundo.
Algo más osado me arrodillé frente a ella hasta mamar de su otro pecho, sintiendo como sus líquidos maternos, humedecían mi boca, acariciando al unísono su abdomen, para continuar con su entrepierna, que las abría como ofreciéndomelas sin reparos, para continuar hasta la delirante unión de las mismas.
La exaltación de mi tía era cada vez, más que evidente, continuando con mi tarea, intentando elevar su calentura, hasta que comencé a meter mis dedos dentro de su prenda, donde alteraba cada vez más su estado, llegando a elevar asentaderas, como en señal, de ser despojada de esa prenda, que ante dicho indicio, comencé a desplazarla lentamente, quitándola al igual que sus sandalias.
Que al observarla totalmente desnuda, me arrodillé, apoyando mis manos sobres sus rodillas, acariciando su entrepierna, separando suavemente sus extremidades, para poder inclinarme y poder lamer su ingle, y aprovechar el distanciamiento de sus piernas, para continuar con su vulva, leves espasmos alteraron su cuerpo, conjuntamente con gemidos de placer, pretendiendo, perturbarla cada vez más, hasta que me dice:
“Espera, por favor, espera”
Me detuve, creyendo que no deseaba proseguir, mientras ella se levantaba, para poner a su hijo en la cuna y regresar a mi lado, donde al verla retornar, me quité mi bóxer, esperándola desnudo pronto a cobijar mi verga en su abertura. Nos besamos apasionadamente, oprimiendo sus tetas contra mi pecho, percibiendo la humedad de sus líquidos. La alcé, rodeándome con sus piernas, mientras mi verga, se iba introduciendo en su empapada vagina, donde nuestros cuerpos se fusionaron en una loca y lasciva copulación.
Mi tía parecía desenfrenada, me enloquecía su estado, su boca se pegaba a la mía mientras su lengua me la metía en su totalidad, era algo indescriptible ese encuentro, mientras me apretaba fuertemente, sintiendo como su cuerpo no dejaba de convulsionarse. Hasta que después de unos minutos acabé en su interior, donde parecía que su cuerpo estallaría de placer.
Se bajó, arrodillándose para mamar con total vehemencia mi falo, aun erecto, realmente era algo más que placentero, cuando nos apaciguamos, me dice:
“Fue una locura, lo sé pero no me pude contener, me acaricias de una forma, que me alteras, ya había quedado perturbada aquel día, tan frustrante, al punto de desearte, a pesar de saber que está mal”
Después de unos segundos me confiesa:
“Además quería ser la primera en desvirgarte, aunque me dio la sensación que estabas algo experimentado.
“En realidad he tenido algo de experiencia, pero nunca había tenido algo así, donde ha sido mi primer coito” le contesto, a pesar, de haberlo hecho hacia unas semanas, creo que esa mentira piadosa, parecía alegrarle..
Ese día fue el más que candente, prácticamente, permanecimos desnudos gran parte del día, pero cada vez que amantaba a mi primito, lo hacía desnuda, terminando en una nueva copulación. Esa noche dormimos juntos, reiterando una serie de copulaciones, hasta quedar extenuados, aunque el resto de los días intentamos de dormir cada uno en su cuarto por si llegaba a venir su esposo, aunque solía después de la medianoche, ir a su aposento, quedarnos juntos unas horas regresando apenas lloraba su hijo.
Había una fuerte atracción de nuestros cuerpos, era algo alucinante e incontrolable, una noche mientras mirábamos televisión, comencé a acariciarla, rápidamente se encendió, mis manos comenzaron a desprender y quitar su ropa, hasta dejarla como Dios la trajo al mundo. Inicia unas succiones en sus pezones, que se erizaban al leve contacto de mis labios, mordiéndolos hasta hacerla gemir de dolor.
Así continúe con el resto de su cuerpo, que se crispaba ante mi continuo acecho, hasta que llegué a su sexo, obviamente totalmente empapado, mordisqueando sus abultados labios inferiores, introduciendo mi lengua en esa seductora vagina, mordisqueando su clítoris erguido como un centinela ante mi inquietante acoso.
Su cuerpo se arqueaba, absorto mamando ávidamente de esa fuente de excitación, acariciaba su vientre, sus convulsiones no dejaban de avistarse, incitándole a hacer más cosas, hasta que mi largo dedo lo introduje en su ano.
Algo que la alteró mucho más, continuando con mi acometimiento, me encantaba ponerla en un estado de total enajenación, parecía una gata en celo, sin dejar de doblarse, gemir, mientras tocaba mi cabello,
A pesar de intentar pararme, para intentar copular, me mantuve en mi objetivo, hasta meter dos dedos en su útero, permaneciendo el otro en su esfínter, el movimiento en su vagina hizo que se viniese con total euforia, con gemidos y hasta gritos de excitación.
Verla en ese estado me alteraba, aunque no intenté poseerla, continuando llevarla al límite de su fogosidad, hasta que exhausta por mi intervención cayó sobre mí, con su respiración entrecortada, intentando recuperar sus energías. La mantuve abrazada, con mi erecta verga, pronta a descargar mis fluidos, cuando al cabo de varios minutos, me besó ma dirigir su boca a mi miembro, introducirlo totalmente, succionándolo sutilmente, hasta que su dedo lo introdujo en mi recto, rozando mi sensible interior.
Sin poder contenerme, y disfrutando de su emprendimiento, mis espermas terminaron regando el interior de su boca, me sentí algo avergonzado por haberle hecho eso a mi tía, pero en esos momentos de excitación es difícil contenerse.
Me besó en los labios percibiendo la humedad de mis flujos, que realmente me atrajo, ese loco encuentro, nos quedamos abrazados hasta dormitarnos en el sillón, cuando los berrinches de mi primito nos trajeron a la realidad.
Una mañana al levantarme, con mi pene erecto, me dirigí a la cocina, ahí estaba Eve, preparando algo, con su corto camisón, transparentado sus bragas, me bajé mis bóxer, caminando sigilosamente hacia ella, sorpresivamente metí mis manos hasta manotear sus tetas, la sorpresa la hizo gritar, diciéndome:
“Eres un sádico, me quieres matar de un susto”
Mientras se reía besaba su cuello, mordisqueaba su lóbulo, lamiendo la nuca, sin dejar de oprimir sus tetas, que comenzaron a despedir su leche materna, quité su camisón, continuando con sus volubles pechos, que despedían chorritos, al punto de decirme:
“Vas a dejar sin leche a tu primito”
En ese contacto tan activo, fui bajando sus bragas, haciéndola separa sus piernas, apoyando mi rígido falo, que al sentirlo sobre sus glúteos, me dice:
“Vaya parece que mi sobrino, está buscando algo”
A la vez que la tomo del cuello, encorvando su cuerpo, para apoyar su pecho contra la mesada, le seguí, acariciando su espalda y sus glúteos, que al separarlos vi su rosado ano, jugué con mi verga en esa raya, hasta apoyarlo en su orificio, que me dio la sensación que no le causó, mucha gracia.
Pero a pesar de eso lo introduje escasamente; cuando me dice:
“Por favor, ten cuidado, nunca lo hice”
Creo que esas palabras, me incitaron mas, continúe acariciando sus glúteos, tan atrayentes y sensuales, volviéndolos a separar, disfrutando se ese ano, que pronto trataría de penetrarlo, oyendo leves gemidos de mi tía, pronta a tener un sexo anal con su sobrino, disfrutando de lo que se avecinaba.
Intenté de lubricarlo echándole unos chorritos de mi saliva, desparramándola con mi dedo alrededor de ese esfínter que parecía contraerse, luego de lamer su ano, parecía ponerse más enardecía, cuando me dice;
“Has lo que te plazca, sobrino”
Sus palabras ilustraban en el estado que estaba, así que sin pérdida de tiempo, apoye mi glande en esa tentadora cavidad, produciendo una leve introducción, sin dejar de acariciar su desnudo cuerpo, continuando incursionando centímetro a centímetro, deteniéndome a cada gesto de dolor de mi tía.
Ya llevaba casi la mitad, sin dejar de acaricia su espalda, cuando le efectué un envión, hasta que mi pelvis tocaba sus glúteos, seguida de un grito de molestia. Me encantaba sentir mi miembro comprimido por su conducto efectuando unas contracciones a mí aparato reproductor, acariciar su desnudo cuerpo, sentir esos leves gemidos de satisfacción, hasta que le pregunte:
“Quieres que lo saque, tía” le algo temeroso por si la había dañado, pero solo me contestó:
:”No, pero quédate quieto hasta que se me amolde”
Así lo hice, hasta que comencé a moverme lentamente, y mi tía parecía empezar a disfrutarlo, hasta que aceleré los movimientos, para fusionarnos en ese patético coito anal. Para apretar sus tetas, abrazarla fuertemente e impulsarme con mayor bríos, ante las exclamaciones de satisfacción de ella.
Después de esa serie de empellones, quité mi verga de su abierto orificio, para girarla y apoyarla sobre la mesada, elevando sus piernas para afirmarlas sobre mis hombros, volviendo a penetrarla analmente, observando ese lindo rostro expresando su excitación,
Paraba y la miraba, hasta que le hice llevar su mano a su sexo, que si bien se sorprendió, rápidamente comenzó a friccionarlo, acariciando su vulva, metiendo sus dedos, llevándola a una frenética masturbación. Me encantaba ponerla en ese estado de enajenación así que traté de contenerme hasta que mi tía alcanzase el punto de ebullición, mientras sus pómulos se enrojecían, y su semblante parecía relajarse, besándola, y observando su grieta donde no dejaba de aflorar sus líquidos casi blancos. Al igual que su leche materna, que por su estado, brotaba a fluir, listas a ser adsorbidas.
Así me mantuve, hasta que me era imposible, contenerme, cuando ella se vino de una manera enardecida, mientras eyaculaba en su interior, quedando exhausta por ese coito anal, a la vez que mi tía recostada en esa mesada, veía como brotaba de su ano, el esperma que le había proporcionado.
Sabíamos que era algo prohibido, pero no podíamos contenernos, apenas tocaba su piel, mi tía se enardecía, confesándome que jamás había sentido esa necesidad tan desesperante de fornicar, al punto de desear tener sexo anal, algo que jamás había practicado.
Recibía llamadas cada tanto de su esposo, hasta que en la última le comentó que regresaría antes de lo previsto porque los extrañaba, por un lado sentí bronca por su regreso, pero por otro pensé que a pesar de ser mi tía, estaba disfrutando de su mujer.
A mi tía le afecto su llegada, diciéndome que esto tarde o temprano debería finalizar, que lo había disfrutado muchísimo, manteniendo en secreto estos momentos de tanta sexualidad.
Decidí irme antes de su llegada, creímos que era lo mejor, nos despedimos con bastante tristeza, pensando que no sabíamos si se repetiría algo así.