Mi Tía: Origen de una pasión
Una de las mujeres más importantes de mi vida es mi tía Carmen. Ella me inició en el sexo y con ella disfruté de las mejores experiencias sexuales. Este primer capituló cuanta la iniciación de un adolescente y como me marcó para siempre la experiencia.
Parte 1.- 1995.
Mi tía Carmen ha ocupado un lugar importante en mi vida, especialmente en lo sexual donde, como os contaré a lo largo de este relato, ha ido primero un icono deseado, luego un recuerdo para terminar siendo una de las mujeres que comparte mi cama cada noche. Carmen es la hermana menor de mi madre, aunque se parece poco a ella. El recuerdo que tengo porque antes se difumina bastante su imagen, es la de una mujer grande y fuerte, muy guapa, con una melena intensa de un color castaño rojizo precioso, siempre simpática y extrovertida. Siempre venía
a
mi casa a vernos los jueves p
or
la tarde, en las celebraciones
de
cump
le
años y navidad, así como 15 días en vacaciones que pasábamos en Salou.
Hasta que desperté sexualmente y soy de los que lo hicieron con cierto retraso, Carmen era para m
í
una mujer rellenita
de 38 años
, apreciación que cambió claramente cuando la pubertad llegó a mi vida, los primeros pelos recubrieron mis huevos y note la dureza de mi polla ante la presencia de una mujer. Entonces, sin saber porque, la mujer rellenita se fue convirtiendo paulatinamente en una mujer impresionante, de grandes tetas, culo firme y una boca sugerente. Pero este cambio no fue de golpe. Con mis dos amigos de siempre el sexo se convirtió en el tema principal de conservación, sobre todo cuando Paco nos contó que la noche anterior se había hecho su primera paja. Aunque nosotros dos mentimos como bellacos diciendo
q
ue llevábamos meses haci
é
ndonos pajas, a mi particu
lar
mente me vino muy bien saber
cómo
se había
ma
sturbado Paco, como se había frotado la polla con la mano, mientras pensaba en Maribel, una rubia teto
n
a de clase y como había soltado varios enormes chorros de una especie de crema blanca que habían puesto la cama pringada.
A
ú
n recuerdo cuando dijo” “No sabéis como es; creí que me desmayaba del gusto
…
. hacerlo d
e
verdad con una chica debe ser increíble”.
Esa noche, tras
a
costarme, esperé un rato por si mi madre venía a arroparme y pertrechado con un calcetín (apercibido por Paco de lo que pringaba la crema blanca) comencé a m
a
sturbarme torpemente, subiendo y bajando mi mano por mi polla
casi
de niño, mientr
a
s me imaginaba a Maribel quitándose el sujetador frente
a
mí
, al tiempo que me decía ven y f
ó
llame, lo
e
stoy deseando.
Sin darme cuenta note como un calor agradable comenzaba a apoderarse de
mí
y como mi diminuta polla crecía apreciablemente, mientras,
sin po
d
er evitarlo, mi respiración se agitaba. No tardé mucho en sentir como si mi polla fuera a estallar, mien
tras
inconscientemente acel
e
raba el ritmo aún más, ya sin pensar en ninguna mujer, solo pendiente de mi propio placer, que, po
r
cierto, era sencil
la
m
en
te brutal, No pud
e
hacer uso del calcetín, así que mi primera corrida, como la de Paco, acabó sobre mi pijama y las sabanas
……
. y vaya corrida. No
sé
si mi mente me juega
ahora
una mala pasada, pero no recuerdo haber soltado tanta leche
jamás
, parecía que no iba a parar nunca. Cuando termine de corr
er
me y me relaje sobre la cama me d
i
cuenta que mi vida ac
a
baba de cambiar y que el sexo sería par mi algo esencial en mi vida …… como así fue.
Desde entonces creó que me masturb
é
en la soledad de mi habitación el 90% de las noches que siguieron, aunque
, a solas,
no volví a sentir un placer como aquel primero. Aunque a lo largo de esos años tuve relación con muchas chicas y luego con muchas mujeres, la m
a
sturbación ha seguido siendo un elem
e
nto importante d
e
mi vida sexual. Me ayuda a relajarme cuan
d
o estoy estresado, a animarme cuando estoy triste, a calmarme cuando estoy cabreado
……
a veces veo películas, pero normalmente me basta con la imaginación, con imaginarme una escena excitante para hacerlo
…
. pero eso
sí
, la única condición es que en la escena imaginada esté yo y otros personajes reales y siempre cercanos. Mi mujer, mi cuñada y mi suegra suelen ser personajes recurrentes en mis sesiones de sexo a solas, porque, debo reconocerlo, mi mayor fantasía ha
sido siempre poder compartir con las tres mi vida, convertidas en mis am
a
ntes, solo pendientes de mi placer y de cumplir mis deseos. Sin
embargo,
en aquellos primeros años de mi despertar sexual (aun no las conocía) fue otra persona quien ocupo mi imaginación cada noche en la cama y esta no fue otra que mi tía Carmen. ¿Cómo empezó todo?
Un jueves de invierno, mi tía vino de visita como cada semana. Entro de la calle empapada, pues la lluvia caía con fuerza desde esa mañana
. Mi madre la ofreció una toalla y ropa seca, que mi
tía
aceptó de buen grado, pasando al baño que había dentro de la habitación de mis padres para cambiarse.
•
Luis
llévale
a tu t
í
a otra toalla -me dijo mi madre- que viene empapada y con una no tendrá. Como la puerta estará cerrada,
déjasela
fuera, pero
avísala
que lo has hecho.
Así lo hice, pero cual
sería
mi sorpresa cuando vi que la puerta del baño no estaba cerrada y que través de una pequeña rendija era fácil ver el interior, a lo que ayudaba el gran espejo que lo reflejaba todo. C
a
si me caigo de culo cuan
d
o vi lo que sucedía dentro: Mi
tía
se est
a
ba cambiando de ropa y en ese momento solo la cubría el sujetador y las bragas.
Aún
recuerdo el encaje blanco de ambas piezas y, sobre todo, como cubrían a duras penas la exuberancia de su cuerpo. Ese día me di cuenta que mi tía la rellenita era realmente un pedazo de impresionante, dotada de un par de tetas enormes, bastante por encima de la talla 100
y un culo a juego con ese par de tetas.
Sin darme cuenta una enorme erección rellenó mi pantalón, hasta hacerse casi dolorosa cuando vi
cómo
se quitaba el sujetador, también empapado, dejando ante
mí
, gracias el espejo, esas dos maravillas, coronadas pro enormes pezones muy oscuros, coronados por chupitos como mi dedo gordo.
Fue tanta la impresión, que trastabille hacia atrás golpeando levemente la cama, aunque lo suficiente para que mi tía se apercibiese que había alguien fuera:
•
¿
Quién
est
á
ahí? ¿Eres
tú
Lola?
•
No tía soy yo, Luis. Venía
a
traerte una toalla
……
.
•
No habrás estado cotilleando po
r
la rendija -me preguntó sin
darle
más vue
l
tas,
a
bocajarro, saliendo
del baño cubierta entera pro la toalla.
•
No
tía
, no ……. Para nada …
•
Está bien -me contestó con una sonrisa- no me gustan los cotillas. Si algún día necesitas preguntarme algo sobre “cualquier tema” no dudes en hacerlo. Estás creciendo rápido y seguramente tendrás muchas dudas. Se que con tus padres te cortarías en hacerlo, pero para eso está tu tía pref
e
rida. ¿O no?
•
Si
tía
, claro que si
…
. contesté saliendo lo más
rápido que pude d
e la habitación, con la certeza que mi tía se había percatado de que la espiaba, así como la
en
orme erección que tensaba mi pantalón y que no parecía que fuera a bajar nunca.
Luego viendo la televisión en el salón, no puede evitar perc
a
tarme de que mi tía me miraba distinto, como si hubiera descubierto algo en mí que desconocía. Con el paso
de los años y así me lo confirmo ella, ese día se dio cuenta de que su sobrino se estaba haciendo un hombre ……. y que, añadía con picardía, le estaba creciendo una buena polla bajo el pantalón.
Desde esa noche y muchas siguientes, me masturbe pensando en mi
tía
, soña
n
do con sus enormes tetas que me metía en la boca mientras la follaba una y otra vez. Lleg
u
é a masturbarme dos veces seguidas e, incluso, tres en un mismo día, po
rq
ue me tenía como una moto, deseando que llegase el jueves para volver a verla …… aunque nunca se re
p
itió la escena del baño
……
hasta aquel fin de semana, cuando se quedó con mi hermano y conmigo en casa, para cuidarnos cuando mis padres se desplazaron a una boda a Sevilla.
Llevaba un rato acostado en mi habitación, esperando que mi
tía
se acostase para poder aliviar la tensión que me recorría todo el cuerpo, aunque se concent
ra
ba en mi polla, dura como una roca tras una tarde disfrutando de
su presencia en casa
. Me la pase entera como en trance, solo pendiente de ella, de
cómo
se movía, de
cómo
hablaba, de
cómo
se a
gachaba para abrir un cajón o recoger algo del suelo,
de
cómo
se apoyaba en la en
c
imera tensando su pantalón ese maravilloso culo que lo rellenaba. Aproveché todas las oportunidades que se presentaron para cotillear por su escote aquellas dos maravillosas montañas de carne
, c
ubiertas por un sujetador negro de encaje ………
……
. y sin que ella se diese cuenta de
“mi vigilancia”
, estoy seguro de ello.
A ello ayudó sobremanera las tres o cuatro cervezas que se tomó para cenar, así como los dos ron con coca cola que la sirvieron de postre y que hicieron que
,
cuando me fui a la cama
,
mi tía estaba ya un poco colocada.
Carmen
tuvo, según mi madre, una juventud un tanto alocada
, llegando
a marcharse a una comuna a Ibiza durante unos
me
ses, por lo
que
no me extraño el aroma a porro que me llegaba a la cama desde el salón. Estaba claro
q
u
e esa noche mi tía iba a dormir muy bien.
De repente la puerta se abrió y en la luz que entraba pude ver la silueta de mi
tía
, cubierta por un camisón corto que, en
esa posición, transparentaba completamente el contorno de sus figura.
•
Luis, ¿Estás despierto?
– me pregunta desde la puerta, con un tono “alcohólico” que no deja lugar a la duda.
•
Si
tía
, ¿Qué pasa?
-con
t
esto nervioso, sin saber muy bien a
qué
viene esa visita.
•
Quiero hablar contigo cariño, me
dice
sentándose en la c
a
ma, junto a
mí
,
mientras yo perm
a
nezco
tumbado,
casi para
liz
ado de terror,
sintiendo como su muslo se junta
a mi
cuerpo
, en la penumbra de la
habitación, lo
que
, desgraciadamente,
no
me
permitía ver casi nada.
•
Siiiiii ……- logré contestar
temblando
, porque sabía que se avecinaba algo importante.
•
Mira Luis, te lo voy a decir sin dar
más
vueltas al tema. Me he dado cuenta que te has tirado toda la tarde mirándome y mirándome
…
. ¿Cómo te diría? De una forma especial, no como miraría un sobrino a su tía …….
s
ino d
e
otra forma.
•
Lo siento
tía
…
……
.
no he podido evitarlo.
•
Tranquilo peque, tranquilo. No te lo digo para echarte la bronca, ni mucho menos. No hay nada malo en mirar así
a un
a
mujer
…
. bueno, si, …. Tampoco hay que ser tan exagerado como
tú
, porque resultaría agobiante
sentir tus ojos
devorándome.
•
Perdona
tía
, perdona ……… logré balbucear a duras
penas…
. no vo
l
verá a pasar.
•
No te preocupes amor, contestó mi tía, abrazándome- no pasa nada. Algún día encont
r
arás una chica que te guste y entonces verás que bonito es
……
. ¡
Qué
digo una! Un chico guapo como
tú
, tendrá en su vida las mujeres que quiera.
•
Pero es que yo ………
……
. yo te quiero a ti -contesté, alucinado d
e
las
palabras que salieron d
e
mi boca, como
si las pronunciase otra persona; sinceramente creo que las tetas
d
e mi
tía
, solo cubiertas por el camisón y que se apoyaban contra mi pecho, me dieron el valor suficiente para decirlo.
•
Anda tonto ……… contesta mi tía, riéndose. Yo soy tu tía, el día que te guste una mejor lo notarás ……………………- me dijo, interrumpiendo la frase, cuando su mano
,
al apoyarse para
desligarse
del ab
razo q
ue me daba
y elevarse de la cama,
se pos
ó
, sin
q
uerer
, sobre
mi polla a punto de estallar- joderrrrrrr -exclamó,
sorprendida
- ¡
Qué
barbaridad mi niño, como estás
de
duro!
•
Que
vergüenza
tía
, que
vergüenza
-exclame, tratando
d
e darme la vuelta en la cama.
•
Tonto, es algo natural. Estás excitado y eso no puedes evitarlo …… aunque sea yo la culpable, lo que me confunde bastante. Tienes que aliviarte cariño o no podrás dormir ……. ¿Sabes
qué
hacer? Bueno, supongo que si ….
Vaya tranca que gasta mi sobrinito y está a medio desarrollar. En un par de años habrá que verla ya rematada.
•
Claro que si -contesté ofendido- no es la primera vez.
•
¿Tienes que aliviarte muy a menudo? -me pregunto mi
tía
en la penumbra de la habitación, mientras yo notaba que esta vez era ella a la que temblaba la voz, lo que me pareció divertido, dándome ánimos para ve
n
cer la vergüenza que hasta hace unos i
ns
tantes me avasallaba.
•
Cada noche tengo que hacerme una …… bueno, ya sabes …….
•
¿El que? -escucho que me pregunta mi tía, con voz algo temblorosa
•
Cada noche -contestó sacando valor no
sé
dónde
- me masturbo pensando en ti.
•
¿
Sí
?, ¿de verdad que piensas en
mí
?
•
Si
ti
a,
de verdad.
Desde que te vi aquella tarde …… no peudo dejar de pensar en ti.
•
Cuéntame que piensas
……
. me con
t
esta, acomodándose en mi cama, junto a
mí
.
•
Pues pienso -alucinado con todo lo que está sucediendo- en que
entras en la habitación,
te tumbas junto mi en la cama y me acaricias.
•
¿Así? -con
t
esta mi
ti
, acaric
ia
ndo mi cara,
el cuello y mi pecho.
•
Si, justo así -
digo
temblando como una vela-luego me besas.
•
¿Así? -me vuelve a preguntar, deposita
n
do un beso suave en mis labios, mientras sus m
a
nos recorren mu pecho.
•
Siiiii, así -logró con
te
star, cada vez más excitado, sin saber muy bien si está pasando o solo es un sueño-
luego, …
. luego ……
•
¿El que cariño? ¿E
l q
ue pasa luego?
•
Luego ………….
luego me lo haces.
Ya sabes …… me haces
“eso” hasta el final.
Esta vez no con
t
esta nada, simplemente mete la mano bajo el pantalón y suavemente agarra mi polla con delicadeza, comenzando un maravilloso movimiento arriba y abajo
, subiendo y bajando mi prepucio, que se desliza, no sin cierto esfuerzo, a lo largo de la cabeza del pene y luego de su tronco.
•
Aggggggg, -gimo, sabiendo que no podr
é
aguantar casi nada- es
increíble
.
•
Shhhhhhh, no hagas ruido nene. Re
lá
jate un poco, no quiero que a
ca
bes tan rápido. Ya que
m
e he metido en este embolado, quiero que te resulte maravilloso.
•
Quítate
el camisón por favor ……
……
. quiero tenerte desnuda.
Me encantan tus tetas …………
•
Ya lo he notado sobrino, no me has quitado los ojos de encima en toda la tarde.
Aunque no la veo la cara,
sé
que sonríe al levanta
r
e y quitarse el camisón
, dejando ante mi (solo puedo percibir su forma en la penumbra) sus dos enormes tetas.
Vuelve a sentarse en la cama, pero esta vez me baja el pantalón para poder maniobrar mejor, volviendo a bajar y subir mi prepucio, aunque esta vez con mayor vigor:
•
Ummmmmmm -gimo al notar su mano en mi polla
, volviendo a subir y bajar el prepucio, de un modo casi doloroso (tenía
entonces
algo de fimosis y finalmente un tiempo después tuve que operarme)
•
Perdona, ¿te duele?
•
Un poco, yo suelo utilizar algo de crema para que sea más suave. Está en el baño
…
.
•
No hace falta ……. ya que es tu primera vez, que sea un servicio más completo -añade
dejando caer la cabeza. Aunque no veo nada, nunca olvidaré como sus tetas, duras como rocas, se apoyan en mis piernas y como mi polla se desliza dentro de su boca
cálida
y húmeda.
•
Diossssssssssss, exclamo, sintiendo que estoy en el cielo, mientras la cabeza sube y baja en torno a mi pene. Años después me daré cuenta que mi tía era una experta mamando pollas, pero en
ese
momento cualquier cosa me hubiera parecido increíble
, dado que era la primera vez que una mujer ¡Y
qué
mujer!
s
e metía mi polla en la boca y me la chupaba como si no hubiera un mañana.
•
¿Te gusta amor?, ¿Te gusta? -pregunta, levantando la cabeza unos instantes.
•
Es alucinante
tía
,
alucinante, ….
. me estás matando.
•
Me alegro amor – me dice,
mientras
vuelve a bajar la cabeza y reinicia su
ma
mada, mientras
s
iento, como novedad, como una mano agarra también mi polla y la otra oprime mis huevos.
•
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh
, me encanta.
Eso no hay quien lo
a
guante, así que no tardo mucho en estremecerme y comenzar a agitarme, dejando a las claras la
inminencia
de una buena corrida, mientras ella impasible sigue y sigue con su tarea. Me está volviendo loco, así que solo puedo dejarme llevar, aunque eso si no voy
a hacerlo sin catar esas maravillosas tetas, por lo que estiro mis manos y las
a
garro con firm
e
za, sintiendo su dureza y su opulencia.
•
¡
Me co
rro
t
ía!
¡
me corro
!,- l
a digo,
casi gritando,
mientras
,
com
bá
ndome en la cama
,
siento como los chorros de semen entran en su boca, sin que la retire ni un momento, dejando que hasta la
ú
ltima gota se deposite en su interior
.
Y
o solo puedo dejarme llevar, vaciándome en su boca
; l
uego, c
ua
ndo ya nota que la corrida ha terminado, va retirando su boca centímetro a centímetro pro la longitud de mi pene, permitiendo que el semen vaya depositándose a lo largo de él, hasta dejarlo cubierto de leche blanca y espesa.
•
Que corrida niño, ha sido una pasada. Los tenías a rebosar, no me extraña que te sintieras mal.
•
Gr
acia
s t
ía
, gracias – con
t
esto, dándola un beso en la cara- ha sido maravilloso.
•
Era lo mínimo que podía hacer por ti …… si, como dices soy la causa de tus “males”, aunque realmente creo que también lo he hecho porque estoy un poco borracha. Seguramente mañana me arrepentiré de todo esto.
•
Solo puedo decirte que me ha encantado -contesto, limpiándome con una toallita h
ú
meda que tengo en la mesilla- y que
…
. me gustas mucho.
•
Anda tonto, déjate de historias, soy tu t
í
a. B
ú
scate una chica guapa con la que p
a
s
á
rtelo bien y dejarte de
historias. Podía ser tu madre, así que olv
ída
te
……
. porque me estoy empezando a sentir mal. Te lo he hecho porque me ap
e
tec
í
a y porque te veía mal
…
. pero ahora me doy cuenta que debía haberme quedado quieta.
•
No te enfades t
í
a. Haré lo que dices y me buscaré una novia …….
Pero nunca
olvidaré lo que ha sucedido esta noche.
•
Así est
á
mejor nene -me dice dándome un beso- por lo menos vas a dormir bien y muy relajado – añade, cogiéndome la polla nuevamente, esperando encontrarla ya sin
erección- ¡Pero n
i
ño! ¿
Qué
es esto? ¿Es que no te relajas nunca?
-añade, al notar como mi polla está aún como una roca, deseosa de volver a ser utilizada.
•
T
í
a, si no me corro dos veces, no puedo dormir
…
. digo poniendo voz de pena.
•
Que cara tienes cabrito, que cara
– me contesta, volviendo a meterse la polla en la boca- pero termina pronto
q
ue tengo sueño.
Vaya contentas que vas a tener a las mujeres que conozcas nene; calidad y cantidad no te falta -añade justo antes de que la polla se deslice dentro de ella.
Aquella noche cambio mi vida, aunque menos d
e lo
que yo creía, ya que esa misma semana le surgió a mi tía un trabajo en Bruselas, de donde solo volvía en navidad, porque en verano se iba siempre a algún lugar exótico. Además, esa primera navidad ya vino con un acompañante, Michel, un bel
ga
con el que se
casó
al año siguiente, así que poco a poco fui olvidándome de lo sucedido aquella noche, que se convirtió en un agradable recuerdo de la infancia. Sin embargo, en el fondo de mi corazón yo est
a
ba seguro que est
á
bamos predestinados a “encontrarnos” más veces en esta vida y que
,
más tarde o más temprano
,
esa mujer sería mía.
Y vaya si lo fue ……………………………….
Continuar