Mi tia Nhora de sesenta y cinco

Un día mi anciana tía Nhora se me insinúa y termino descubriendo sus calientes encantos.

Mi tia Nhora de sesenta y cinco

Un día mi anciana tía Nhora se me insinúa y termino descubriendo sus calientes encantos.

Mi tía Nhora tenía unos sesenta y cinco años. Era delgada de pelo corto y con una buena colección de arruguitas. Un día fui a su casa. Ella era a veces bastante explicita en sus conversaciones conmigo cuando hablaba de cosas de sexo. Mencionaba por ejemplo palabras como la cuquita, el pájaro, se la comió, el culo, etc. Ese día yo estaba sentado en el sofá de la sala. Ella tenía una falda negra a las rodillas y una blusa azul de manga larga. En un momento se paró del asiento del comedor y se llevó la mano a la ingle.- ¡ay! Tengo algo que me pica desde hace rato. – se acercó a mí se puso frente a mí y me dijo que le mirara, diciendo esto se alzo la falda y me mostró todo su muslo delgado y blanco, pero con la piel muy sana. – mire por aquí ¿tengo algún piquete de algo? – yo me agaché y no vi nada, pero la escena me gustó y decidí seguirle el juego. – Si, parece que tiene como unos punticos rojos- Eso debe ser lo que me pica – repuso. - ¿son muchos? – no son poquitos y pequeñitos – afirmé, sabiendo que mi tía usaba gafas y que no podía ver. De pronto se alzó la falda un poco más dejando ver el borde de sus calzones negros. – por aquí también me pica – dijo señalando el borde de sus calzones. – un poco tímido acerque mi dedo y lo pase suavemente cerca de sus pantys. Ella corrió un poco la tela y me dejó ver sus pelos saliendo por el borde. Mi verga se paró de inmediato. – ¿si ve algo por allí? – me preguntó – mmm pues parece que si – le respondí. Entonces ella subió más su falda y tocando su cuca por encima de los calzones me dijo: - si por aquí también debo tener algo debería revisarme. – de manera casi inconsciente levanté la cara y la mire, ella me miro con una sonrisa extraña. – ¿quiere ver que tengo allí? Es que me molesta. – bueno – le dije un poco tímido. – Ella se llevó la mano al borde de sus calzones y se los bajó- Su falda cayo y no me dejó ver nada. Cuando ya tenía sus calzones en la mano los arrojó al sofá – pero entre nosotros ¿no? No le vaya a contar a nadie. – noo tranquila le aseguré. Entonces subió su falda y me dejó ver su cuca. Tenía los pelos largos y algo lisos, no eran muy abundantes y formaban un triángulo estrecho y largo hacia arriba. Cerca de su rajita que se veía cerrada, salían algunos pelos blancos. Entre la raja y sus muslos se formaban un par de arrugas que resaltaban un poco su vulva hacia afuera. – Revíseme a ver – me acerqué y sentí un olor agrio pero excitante. Mi mano se comenzó a mover entre sus pelitos separándolos como si buscara algo- ¿si ve algo? Me preguntó .- no mucho le respondí. Entonces me señaló su raja, abriendo un poco las piernas y me dijo - por aquí busque. Comencé a mover mi dedo por su rajita lo subía y lo bajaba suavemente y pude ver su labios delgados y uniformes. Ella abrió un poco más sus piernas y se agachó empujando su pubis hacia el frente. Así podía ver más arriba su raja. Entonces puso los dedos a los lados de su vulva y se la abrió un poco más, dejándome ver su clítoris rosado erecto y el interior de sus labios trigueños y algo mustios. Unos largos y escasos pelos grises, blancos y negros se enredaban entre sus dedos y tapaban un poco la vista de su raja. Mi dedo bajo por dentro de sus labios hasta la entrada de su vagina. Allí sentí un poco de humedad y calor – ¿Se ven piquetes por ahí? – ehh, noo, parece que no, espere busco bien – Ella abrió más la raja, entonces yo aproveche y puse mi dedo en la entrada de su huequito y comencé a meterlo suavemente. Ella dio un saltito y un leve quejido. Yo solo metía un poco la punta del dedo pues aún no estaba muy húmeda su entrada. Comencé a mover la punta de mi dedo corazón haciendo círculos en la entrada de su vagina. Note como ella empujaba hacia adelante levemente como siguiendo el ritmo. Entonces con mi dedo índice doblado comencé a frotar también su clítoris- Ella se dejó hacer en silencio unos segundos, sus dedos mantenía abierta su raja y los movía suavemente de arriba abajo. Traté de meter un poco más mi dedo, pero su vagina aun no lubricaba bien. Decidí seguir mi juego. – ¿No hay nada entonces? Me interrumpió me tía – ssiii, parece que hay algo por aquí. No podía dejar que se interrumpiera el juego, entonces comencé a frotar con mi dedo su clítoris - ¿si y cómo es? – Es otro puntico rojito le dije, levanté sin querer la mirada y me encontré con la suya que me miraba sonriendo con picardía detrás de sus gafas. – Si allí me pica bastante, revíseme bien. Entendí que me daba su permiso para seguir jugando con su raja, entonces doblé mis dos dedos y comencé a pasarlos alrededor de su pepita. Ella dio otro quejidito y empujó su cadera suave hacia adelante. Insistí nuevamente con mi dedo en su huequito y lo noté un poco más lubricado, lo metí un poco más y comencé a moverlo en círculos suaves ella subió sus dedos y los puso al lado de su clítoris y comenzó a frotarlo suavemente. – uff- gimió suavemente, la miré y tenía los ojos cerrados, supe que era el momento de intensificar. Trate de meter más mi dedo, pero no lubricaba aún. Recordé que las personas mayores tienen trabajo para lubricar. Entonces lo mojé en mi boca y lo metí nuevamente. Ella se dio cuenta, me miro y cerró los ojos.

Espere pronto segunda parte.