Mi tía Lola (2)

Por fín he logrado que mi tía se entregue a mí.

Después de aquel día, a mi me habían quedado unas ganas enormes de follarme a mi tía, ya que al ver su cara de gusto me imaginaba que no podría oposición alguna a que la penetrase.

En cuanto tuve oportunidad en el trabajo, me acerqué de nuevo por el pueblo. Esta vez la llamé tan pronto como llegué al pueblo. Eran todavía las 11 de la mañana y le dije que me había fallado una visita y que tenía libre una hora. Ella me dijo que me pasase, que estaba sola en casa.

Efectivamente llegué a su casa y estaba en la cocina, preparando las cosas para hacer la comida, yo me senté en una de las sillas de la mesa de la cocina, y ella estaba con sus cosas, adobando una pedazo de carne que sería la comida de ese día. Ella estaba de espaldas a mi, haciendo sus cosas y yo hablaba con ella, como siempre de cosas sin importancia. En una de estas, empezamos a hablar de la salud y entonces ella me dijo.

-Mira, hace ya unos días que no me encuentro muy bien, me duele muchísimo la espalda y no sé de que es, pero el dolor es tan fuerte que no me deja ni dormir-

Entonces, yo me levanté, me fui hacia ella y le cogí el cuello.

-Tienes el cuello y la parte de los hombros muy agarrotados, y es posible que el dolor te venga de ahí, e incluso que te provoque dolores de cabeza- a lo cual ella asintió

–es verdad, se me ponen unos dolores terribles en la sien-

-Pues nada, en cuanto termines, que tengo un ratillo todavía, te hago un masaje en el cuello, ya verás como te pasa.

Ella terminó de hacer todo lo que estaba haciendo en la cocina y me dijo – hala, ya puedes empezar- y yo le comenté –aquí no es el mejor sitio, mejor te tumbas en cama y si tienes una crema o un aceite corporal me lo dejas para que pueda masajearte mejor-

Dicho y echo, sin rechistar se fue buscar una crema corporal y nos dirigimos a su habitación.

-Túmbate hacia abajo, y quítate la parte de arriba de la bata- ella llevaba puesta una bata fresca de verano de esas que se abotonan por delante de arriba abajo, y se desabotonó la parte de arriba y se la quitó, dejándola enrollada en la cintura. Se tumbó hacia abajo y yo, antes de untar mis manos con la crema, le quité el sostén. Este era bastantes basto, creo que como el que utilizan casi todas las mujeres de su edad, sobre todo si están un poco rollizas, que aparte de ser sujetador, tiene como un corpiño que le aprieta sus carnes hasta casi la altura del ombligo. Le desabroché el sostén, unté mis manos con la crema y le eché un poco a ella por la espalda, sin previo aviso y poco a poco desde la altura donde yo estaba. Primero un chorrillo en la nuca, luego otro encima de los omóplatos, otro a la altura de la curva lumbar… ella suspiró, ya que la crema estaba fresca. Entonces empecé el masaje, muy lentamente. Empecé por el cuello poco a poco, estirando y relajando todos y cada uno de sus músculos. Tenía muy agarrotado el cuello y yo se lo estaba estirando y haciendo que se relajase. Llevaba mis manos más abajo y subía desde cada uno de los omóplatos hacia el cuello, terminando en este y relajando toda la zona. Ella no decía nada, es más pienso que se estaba quedando dormida, de lo relajada que estaba. Yo seguí dándole el masaje, bajando hasta la zona lumbar y llegándole hasta el cuello para así completar toda la espalda.

Cuando terminé de darle el masaje, y notando lo relajada que estaba, empecé a hacerle unos juegos sensitivos con mis manos, es decir, era como un masaje, pero sin pararme a estirar ni a relajar los músculos, simplemente ir tocando toda su espalda con la yema de mis dedos, casi sin tocarla, y muchas veces, cambiando de un sitio a otro sin que ella supiese cual era el siguiente donde la iba a tocar, y cuando lo hacía se estremecía. Poco a poco notaba que ella empezaba a excitarse, por su respiración y por sus movimientos, ya que estaba esperando que las yemas de mis dedos hiciesen contacto con su espalda para seguir respirando y se movía como queriendo adivinar cual era el siguiente sitio donde lo haría. Yo estaba sentado encima de ella, justo un poquito pasadas sus nalgas y cómo me había quitado el pantalón del traje para no arrugarlo ni mancharlo, y en ese momento por la excitación de ella, me estaba poniendo muy cachondo, me imagino que ella notaba mi polla dura encima de sus nalgas, sobre todo cuando me inclinaba hacia arriba para llegarle a la zona del cuello.

Yo le pregunté –¿quieres que siga con el masaje?- y ella simplemente me dijo –Si- con una voz muy tenue, como cuando estas despertándote y casi no tienes fuerza para hablar.

Yo seguí con mi juego, pero ahora, me eché un poquillo hacia abajo y empecé a hacérselo también por las piernas, tocando apenas con las yemas de mis dedos. Primero por la pierna derecha, a la altura del tobillo, luego por la cara de dentro de su muslo izquierdo, después por la exterior de su gemelo izquierdo… así poco a poco, notando su excitación. Seguí un rato más con el juego, y empecé a acompañarlo con unos besitos, apenas un roce de mis labios, o unos sutiles lenguetazos, a lo cual ella reaccionaba más excitada y subiendo su culo y abriendo más sus piernas. Yo terminaba muchas veces dándole un beso justo en su coño, por encima de su faja, el cual notaba muy caliente y le echaba aire caliente posando mis labios contra él. Esto hacía que se estremeciese y gimiese un poquillo.

La excitación tanto de mi tía como mía era enorme. Yo tenia la polla durísima y apenas la podía contener en mis boxer, los cuales estaban un poquillo mojados por el líquido preseminal.

Después de estar unos 10 minutos con el juego sensitivo, y cuando ella estaba preparada y en una de esas que estaba con el culo hacia arriba para que le diese el beso en el coño, le agarré la faja y tiré hacia abajo y se la quité. Ella no decía absolutamente nada, simplemente sentía su respiración y sus pequeños gemidos de gusto.

Empecé a tocarle las partes anteriores de los muslos y ella separaba las piernas. Al mismo tiempo le daba unos pequeños besos en sus nalgas y empezaba a llegar con mis manos a rozarle muy lentamente su coño, con cada roce, ella levantaba el culito y separaba un poco las piernas. Yo me coloqué de nuevo detrás de ella y empecé a lamerle su agujerito y a darle besos por sus nalgas, mientras con otra de mis manos, le estaba tocando el clítoris, con muchísima suavidad, apenas rozándole. Su respiración se hacía más acelerada y sus gemidos con el roce de su clítoris, más fuertes. Con mi lengua seguía lamiéndole el culito, haciendo pequeños círculos y llegando a la entrada de su vagina, que emanaba un rico olor. Ella estaba a punto de correrse, y entonces en un arrebato, si dio la vuelta, me tiró en la cama de espaldas y empezó a comerme la polla, con una virulencia frenética.

Se la metía en la boca y la llenaba de saliva, y empezaba a frotarla de arriba hacia abajo, incluso hacía que me mordía el capullo, y a mi me ponía a cién.

Yo la arrime su cuerpo e hice que se colocase para un 69 y así de esa manera seguir con la faena.

Ella no paraba de comerme el rabo, y yo ahora estaba con mi lengua, lamiéndole sus labios y su clítoris, con mucha insistencia y veía que ella de un momento a otro iba a correrse, ya que apretaba mi cabeza con sus piernas.

Ella ahora cuando no me chupaba la polla hablaba y me decía –Ay, hijo mío, como me gusta lo que me estás haciendo, me vuelves loca, y seguía chapando como una posesa.

De repente siento sus convulsiones y como deja de comerme mi polla y cómo se para su respiración unos segundos y un ratillo después suelta un gemido contenido y deja caer su cuerpo sobre el mío, agarrándome los pies y con sus tetas a la altura de mis rodillas. Yo saco mi cuerpo debajo del de ella, la tomo por las caderas y hago que ponga su culo hacia arriba. Ella seguía respirando muy profunda y entrecortadamente después de su orgasmo. Yo hoy si que no podía dejar pasar la oportunidad y cogí mi miembro, lo puse en su coño y se lo metí hasta el fondo. Ella se estremeció. Yo me quedé quieto, sintiendo cómo terminaba su orgasmo con mi polla dentro. Ella contraía sus músculos vaginales y yo estaba con mi polla clavada dentro.

Cuando empezaba a notar que se empezaba a relajar, empecé a sacar y meter, poco a poco, con mucho cuidado. La sacaba casi de todo, y empujaba hasta llegar hasta el fondo. Ella sólo decía –que durita la tienes, me encanta, como te siento dentro, que gusto- y poco a poco era ella quién aceleraba el ritmo, moviendo el culo hacia atrás para que mi polla se clavase más todavía. Ella empezó de nuevo a tener otro orgasmo, ya que empezó a gemir y dejó caer su pecho contra la cama, dejando el culo hacia arriba. En ese momento y al ver que ella se estaba corriendo, empezó a llegarme una descarga eléctrica que iba desde los píes hasta la cabeza, y empecé a correrme, llenándola con mi semen y bombeando hasta que no podía más, entonces me eche hacia delante dejando caer mi cuerpo encima del de ella.

Ella bajó su culo, y yo sin quitarla de dentro, me dejé caer con ella hasta quedar totalmente encima de ella mientras me bajaba la erección, dándole unos besitos muy suaves, por encima de sus hombros.

Cuando ambos nos relajamos, nos dimos media vuelta. Ella me cogió la cara y me dio un beso en la boca y me dijo –Es el mejor día de mi vida. Nunca he disfrutado tanto con el sexo, y no sabía que se puediese llegar a sentir tanto gusto-

Yo le correspondí a su beso,  sonreí y le dije –Todavía puedes disfrutar más, hay miles de cosas que se pueden hacer, y siempre que quieras, yo estaré encantado de hacértelas-

-Gracias, hijo mio. No se si esto esta bien o no, lo que si sé es que, lo que he hecho ahora, no me arrepiento y sólo digo que sería una pena irse de este mundo sin haberlo probado y lástima no haberlo hecho antes, porque me doy cuenta de los años que he desperdiciado- y con una pequeña sonrisa me dice –hasta se me ha ido el dolor de espalda-

Nos levantamos los dos y nos fuimos al baño a asearnos. Yo terminé de quitarle su ropa, mientras ella aguantaba con su mano de que no le cayesen sus líquidos y los mios al suelo. Nos metimos en la ducha y nos bañamos, sin prisas, dándonos besos cada vez que lo necesitabamos.

Terminamos, yo me vestí, le dije que volvería en un par de semanas y me fui.

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