Mi tia... la buenona

Un break de mi relato actual... una inspiracion de una noche... que necesitaba plasmar... Un cambio... que para algunos les puede gustar y para otros no... un solo relato... sin continuación solo... este.

Esta no es una historia de amor… ni de poesías, ni de musas, ni de canciones tristes a la luz de la luna… esta historia es simplemente… una historia… (Aja se echaron a reír no?)

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Si pasó o no en la vida real, pues júzguenlo por ustedes mismo. Todo comenzó un 7 de diciembre, acá en mi país Colombia, se celebra algo llamado el Día de las Velitas (En católico la inmaculada concepción). Ese día es tradición familiar, reunirnos y compartir todos juntos, como siempre salí tarde del trabajo, llegué a mi casa afanada y fastidiada porque se me estaba haciendo realmente tarde para tomar carretera, fui quitándome la ropa para darme un baño, mientras que escuché un mensaje en la contestadora de mi prima… - No se te olvide primis, que tienes que llevar las gaseosas… ahhh y la nueva esposa de mi papá va a ir para que la conozcas - ¡Dios lo que me faltaba! – Pensé, ya es el tercer matrimonio de mi tío y no me sorprendería que en menos de dos años estuvieran firmando lo papeles de divorcio, lo único bueno es que mi prima va a estar allá, mis inicios en el arte de conquistar a una mujer fueron con ella, aunque no sean tan mal pensados, nunca pasó nada en realidad, solo uno que otro beso y tocadita mas allá de lo normal, puro morbo como dirían mis amigos.

Agarré las llaves de mi camioneta, una Nissan Pathfinder negra, rines de lujo, lo último en sonido y me puse en marcha para la reunión familiar. Me sentía feliz, alegre, al día siguiente no había trabajo, sol y playa, comida y cerveza… ¿Quién pide más?... mmmm pensándolo bien, una mujer, eso sería lo que me haría falta esta noche. Mi novia terminó conmigo hace poco, así que el síndrome del despecho todavía lo sentía en el ambiente, pero en realidad no fue algo que me haya dejado traumatizada. Mujeres es lo que hay en este mundo y ponerme a llorar por una… ¡nah!... eso no va conmigo, realmente no soy jugadora, ni me gusta el drama… es decir ni soy de relaciones largas, ni soy libertina.

Llegué a la casa de la playa, el ambiente era de fiesta y diversión, unos tíos estaban asando carne, los niños en la piscina, los primos término medio en la esquina socializando con los vecinos, los primos jóvenes como yo, sentados en la choza escuchando música y tomando cerveza. Mal contados habían unas 38 personas, realizamos los saludos respectivos y mi prima me observa con mirada picara.

  • ¡Prima tanto tiempo sin verte! – Me saludó efusivamente Sandra.
  • Claro prima, como esta feliz en los Estados Unidos, no te acuerdas de los pobres tercermundistas – La abracé y ella se reía de mi ocurrencia. - ¡Mafe! No tienes idea lo que he aprendido, ya no solo besitos – Me susurró al oído, nuestras miradas se cruzaron y una sonrisa se formó en mis labios -¡Ahh si! Pues me tendrás que enseñar ¿No? – La acerqué perversamente a mi cuerpo, abrazándola por la cintura y demostrándole que ya no era esa adolescente, que no sabía lo que hacía.
  • ¡Bueno, pero salúdame a mí, carajo! – Apareció mi tío Álvaro, agarrándome por la espalda y cargándome. -¡Tío bájeme!- Trataba de soltarme de sus brazos y en el forcejeo caigo de frente a la diosa del Olimpo.
  • P…pe…p… perdón – Sentí como subió y bajó todo mi interior en un segundo, choqué de frente con una Diosa, que digo Diosa, con la Reina de las Diosas, Afrodita debía estar revolcándose en su palacio, al ver una mujer tan impactantemente hermosa
  • ¡Mija la presento a su tía! – La estrechó a él con fuerza, mientras le daba una palmada en la cola. Que rabia sentía al ver como la tocaba, yo quería ser quien la tocara. Si su sonrisa me fulminó, su mirada me enterró y me volvió a la vida.
  • ¡Un placer! – Pronunció con acento extranjero – Mí nombre es Alexandra – El sonido de su voz, me estremeció por completo.
  • ¡Lo siento!... – La miré fijamente y le sonreí – Por lo del empujón – Estiré mi mano para tomar una de las suyas y presentarme oficialmente, aunque mi intención era poder tocarla – Yo soy María Fernanda, Mafe – Sentí un escalofrío recorrerme la palma de la mano y subir por mi antebrazo, que suavidad, su piel tersa y bronceada… me hizo imaginar mil cosas… todas incluían conocer cada centímetro de esa piel dorada.

La música inundó nuevamente el lugar, entre risas, bailes, bromas y mucha coquetería por mi parte, entablé una pequeña conversación con Alexa, nació en Atlanta, tenía 35 años y le encantaba el clima de nuestra región. Su mirada coqueta, su voz con acento gringo, la profundidad de esos ojos azules, el cabello negro, liso y revuelto sobre su rostro, unos shorts bien justos de jeans desgastado con hilachas en las puntas, permitían que viera unas piernas perfectas y atléticas, tenía una blusa naranja opaco en donde el escote, jugaba con mis ojos para ver de reojo, el nacimiento de sus perfectos senos, jamás me imaginaría que una mujer tan hermosa, tendría esa edad y menos que estaría con mi tío.

Sandra empezó a bailar un típico vallenato colombiano, la siguieron mis primos y solo quedamos Alexa y yo sentadas en el muro de la choza. La veía intensamente, sin descaro, aprovechando la oscuridad del lugar, recorría con mis ojos todo su cuerpo, pensando en todas las cosas que mi mas libidinoso deseo quería ejecutar sobre ella. Miré con atención y trataba de mover sus pies al ritmo de la música pero no lo lograba, un pensamiento malévolo cruzó mis pensamientos y sin antes analizarlos le tendía la mano y la invité a bailar. Al principio intentó rechazarme pero le insistí, coloqué cara de tierna pequeña y accedió a mi suplica.

Al principio le enseñe el paso básico, luego cuando al fin lo entendió, me acerqué suavemente con una mano en su cintura y otra sosteniendo su otra mano, empezamos a girar y con malicia a cada vuelta la acercaba a mí, la apreté en la cintura y su mirada se cruzó con la mía, sus labios seductores, carnosos y de un carmesí vivo, me invitaban a beber de ellos a cada segundo, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no acercarme a esa fuente de excitación. No sé si por mi estado hipnótico ante su presencia ó porque realmente fue así, sentí por un momento que tembló su cuerpo en el instante en que mi mano pasó por su espalda. La canción terminó y siguió una electrónica que la hizo mover todo su ser… y con eso se movió toda mi calentura, la miraba con deseo y con lujuria… no resistía más tenerla tan cerca pero tan lejos, por lo que decidí dar una vuelta en mi cuatrimoto.

Llegué a la bodega donde estaba guardada, la saqué, conecte la batería y llené el tanque de gasolina. Al momento de prenderla, apareció mi tío Álvaro haciendo señas… -¡Mija!- Con una seña le indique que qué quería. Apareció con Alexa del brazo, llegó hasta mi cuatri y dijo - ¡Dale un paseo por el lugar! Para que conozca el sitio… - Asentí.

Se encontraba sentada detrás de mí. Saqué la cuatrimoto con delicadeza, giré - ¡Alexa agárrate duro, me gusta la velocidad! – Le exclamé, sus manos se aferraron a mi cintura y su pecho se arrecostó contra mi espalda, cerré los ojos un segundo e imagine esos senos desnudos tocar mi piel. Moví la cabeza y escuche su voz - ¡A mí también me gusta la velocidad! No te preocupes por mí – Volteé para verla, me sonrío y yo se la devolví. Con fuerza aceleré y la brisa empezó a golpear mi rostro, el camino era pedregoso y rustico, sus manos se sujetaron a mi cintura, posó su cabeza en mi hombro y afirmó su cuerpo contra el mío.

La llevé por el camino hasta la orilla de la playa, la luna era perfecta, nos dejaba ver la infinita majestad del océano, el viento rozaba mi piel, apaciguando el calor y el frenesí que sentía por esa mujer, fruto prohibido pero anhelado… lo que haría por un beso de esos labios. Aceleré con más fuerza y tomamos el camino por el borde de la playa, ninguna dijo nada. Estiró su mano y señaló un punto donde se observaba todo el paraje.

Arribé al sitio deseado. El ambiente estaba amenizado con el rugir de las olas, el sonido de las palmeras, el olor de la sal del mar, la arena húmeda, el calor de la costa Colombiana y una hermosura a mi lado. Los arboles proporcionaban un lugar único para estar. No dijimos nada, bajé primero de la cuatrimoto y la ayudé a bajarse.

  • ¡Gracias! – Exclamó – En el momento de bajar de la cuatrimoto, tropezó con el asiento y se abalanzó sobre mí, no me esperaba que cayera en mis brazos y mis manos instintivamente se posaron sobre su pecho, por el aventón, caímos sobre el suelo, ella sobre mí y mis manos en sus senos, su mirada penetrante en mis ojos, me embobaron como una idiota, lo único que pude hacer fue entreabrir los labios y mis latidos empezaron a resonar en mi oído, el calor de su cuerpo de mujer, mi excitación al borde del abismo de caer y no regresar, su hermoso rostro… aguante la respiración… el tiempo pasó en cámara lenta y sentí como mi ser se humedecía por completo. Ladeó la cabeza y luego observó su pecho.
  • ¡P… p… pe… perdón! – Retiré mis manos, pero ella aún se mantenía sobre mí. Una mueca ¿Picara?... ¿De deseo?... no se… pero algo distinto se dibujó en su rostro.
  • ¡Tienes algo en la frente! – Se acercó lentamente y sopló suavemente en mi frente, mis ojos bajaron y vi el nacimiento de sus senos… ¡Y qué senos!... me estremecí al solo mirar esa línea divisoria… esa frontera sexual tan deseada por mí, que separa un gozo de otro, una montaña de otra, una locura de otra… Tuve que entrecerrar los ojos y apretar mis manos contra mis piernas para evitar tocarla, la ligera brisa que rosó mi rostro, me produjo un calor en la punta de mi abdomen, bajando hasta mi clítoris, lo sentía hinchado bajo mi tanga y necesitado de cariño… todo esto me hacía sentir y ni siquiera la había besado…. ¡Dios!...
  • ¡Ay… cielo lindo!... cielito lindo… dime donde vivo… - Escuchamos tararear a alguien que se acercaba.

Alexa se levantó velozmente y yo me movía más despacio, miré al borracho y siguió su camino como si nada, pero el momento especial, que la suerte me había regalado, simplemente se esfumó, Alexa volvió con su distancia y a mí ya me dio pereza intentar algo, mejor no meterme en camisa de onza varas

Regresamos como nos fuimos, me apretó nuevamente, pero esta vez mantuve mi distancia, si no iba a comer ¿Para qué calentar la comida?... Al volver, todos estaban en la piscina, tragos fueron y vinieron, mi tío se fue con Alexa y ya no me quise imaginar a qué… Sandra seguía coqueteándome, pero una cosa es que nos diéramos besos de pequeña, pero ¿Sería capaz de acostarse conmigo? Ó ¿Yo sería capaz de acostarme con ella?, ¡No!... simplemente no… es mi prima… a ver

Lentamente la familia se fue a dormir, alrededor de las 3am, luego de prender las velas, disparar fuegos pirotécnicos y hacer el rosario, fui la última en acostarme y apagar todas las luces, en la penumbra encontré una hamaca libre debajo de un par de árboles, frente a la casa de juegos, caí rendida… como un bebé.

Pasaron algunos 45 - 30 minutos, siento unas manos jalarme por el pie, todo estaba en absoluta oscuridad, el sonido de los insectos y el suave vaivén de las hojas de los árboles fue lo único que mi oído reconocía.

  • Mmmm… basta… deje dormir… - Decía entre dormida.
  • ¡Sígueme! – No pude reconocer la voz, pero era una mujer.

Me levanté como pude y tomé la mano de la persona que me guiaba, traspasamos el jardín central y entramos en la casa de juegos, avanzamos por el corredor y mis ojos se estaban habituando lentamente a la penumbra, hasta que al fin, llegamos a la última puerta y entramos a la habitación. Conocía este sitio como la palma de mi mano, la persona que me llevaba se movió hacia la izquierda, podía vislumbrar la sombra, pero como dije antes, conocía este sitio como mi mano, al lado derecho a tres pasos, encendí la lámpara que se encontraba allí

El cambio de la oscuridad a la luz, golpeó mis ojos, vi una figura femenina contonearse enfrente de mí, pero al fin pude observar con mayor claridad y lo primero que pude notar fue que tenía dos cervezas en las manos. Sonreí, moví mi cabeza afirmativamente, aceptando su bebida… nuestras miradas se aventuraban a pasear por los deseos desconocidos, con cada sorbo que daba más se acercaba a mí, el silencio reinaba en la habitación, pero mi libido aumentaba con cada paso, caminé hasta la mesa de billar, felpa negra y bordes en caoba, el lugar estaba completamente cerrado, una pequeña ventana detrás del mini bar y la luz tenue de la lámpara, daba un ambiente intimo, acogedor y propicio para una noche… diferente… simplemente diferente.

La cerveza se acabó, pero mi mirada seguía el movimiento de esas piernas torneadas, de ese culito parado, de esa cintura de avispa, de esos senos… me muero por esos senos, su cabello negro lacio, sedoso, hasta aterrizar en sus labios rojos, incendiados con el deseo que expelía esa habitación. Se colocó al lado de mí, una de mis manos rozó lentamente una de las suyas, no quería que saliera corriendo, su rostro mostraba duda, angustia, miedo… tenía que encargarme y asegurarme que se sintiera cómoda, relajada y en confianza.

El roce inicial fue aceptado por ella, su mirada se posó sobre la mía y seguí acariciando su mano, subí por su antebrazo hasta su hombro, vi el placer en su rostro, continué hasta su cuello, pasando por su espalda, subí y bajé hasta la punta de su prominente cola, pero dio un brinco.

  • No debería… estar aquí - Pronunció en un susurro, se levantó para irse, pero la agarré por el brazo bruscamente.
  • ¡Si estás aquí es por algo! – La giré hacía mí y le cerré el paso de salida, apoyándola contra la mesa de billar, mis manos bajaron hasta su cintura y su respiración se incrementó fuertemente, por un momento nuestras miradas se cruzaron, vi en ellos la señal que necesitaba.

Agarré su rostro con fuerza y junté mis labios contra los de ella, en ese instante no realizó ningún movimiento, solo me quedé allí acariciando con mis labios los suyos, sentía su lucha, su freno, pero la excitación le hacía perder la batalla, entreabrió su boca y por fin… probé sus labios, sus manos tomaron mi cabeza y nos entregamos en un beso puramente pasional, su lengua se enredó con la mía, creando sensaciones en mi cuerpo indescriptibles, sentir su calor de mujer, su cuerpo vibrar con mis caricias, una de sus manos me empuja, pero sin mucha fuerza, sigo besándola, agarro una de sus manos y la coloco sobre la mesa de billar, trata de empujarme nuevamente pero no la dejo moverse.

  • ¡Suéltame ya!... – Gimió debajo de mí.
  • ¡No!... estás muy buena… estas buenísima… - Dije con el deseo a flor de piel, las ganas de estar y acostarme con ella, incendiaron mis palabras con pura malicia… La escuche reír.
  • ¡Estoy casada! – Me dice… eso si me pudo frenar… era mi tío… ¿Cómo voy a hacerle eso? Me levanto de la mesa de billar y la observo, su ropa desencajada, su cabello revuelto, sus mejillas sonrojadas
  • ¡Si tienes razón!... Eres la esposa de mi tío… - Me levanto y decido salir de allí

Camino lentamente hasta la puerta

  • ¡Pero tu tío… no está aquí!... ¿cierto? – Esas palabras salieron de sus labios, le sonreí… éramos cómplices en esto y no me importaba, solo quería ser dueña de esa mujer… así fuera solo por esta noche.

Corrí hasta sus brazos, apretándola, estrujándola con fuerza, arranqué toda su ropa con mis manos desesperadas, sus gemidos de placer me enloquecían… su piel transpiraba, la mordía, la lamía, palpaba cada centímetro de ese hermoso cuerpo. Con violencia la agarré por su culo y la levanté hasta el borde de la mesa de billar, sus piernas estaban abiertas de par en par, las entrecruzó en mi cintura, mis manos apretaban y se marcaban mis dedos en sus nalgas

  • ¡Sigue!... así… - Gemía en mi oído. Chupé su cuello y mordí el lóbulo derecho de su oreja, sentía la humedad de mi interior bajar por mi vagina, sus manos estrujaban mi cabeza a su cuerpo, la terminé de ubicar sobre la mesa de billar. Me detuve por un segundo para observar sus maravillosas tetas, esa montaña, ese bulto de los dioses, donde se acunan todos y donde deseo morir… pezones perfectamente parados, erectos ante mí, dispuestos a ser míos, firmes ante las caricias que yo les estoy propinando…, suplicando por mis caricias… no dudé ni un segundo y mi boca atrapó el primero, el contacto de mi lengua húmeda y caliente con su piel tersa y suave, me produjo contracciones involuntarias de la cintura para abajo. Respiraba entrecortado, ella levantaba su espalda una y otra vez, revolcándose de placer sobre la mesa de billar, una de mis manos bajó y agarré su pierna, mientras bajaba lentamente hasta su centro de placer, apretaba ese muslo glorioso, duro y firme.

Continué masajeando con mi boca sus pezones, derecho, izquierdo y regresaba una y otra vez… -¡Ahhh! Aggg, yes… agggg… que rico – Empezó a gritar, sus movimientos se hacían cada vez más fuertes, mas incontrolables... – Me tienes hot… estoy arrecha… hazme tuya… dame duro – La escuchaba decir, sus palabras y su calentura, mezclada con mi deseo, nublaron todos mis sentidos y simplemente introduje dos de mis dedos en su vagina. El gemido ahogado de placer que escuche de sus labios, me confirmó todo, sus uñas se clavaron en mi hombro y empecé un mete y saca descomunal, introducía con violencia mis dedos, haciéndola mía… mi mujer por esa noche… - ¿Te gusta gringa?... – Le pregunté…. - ¡Dame así!... más duro, más duro – Continué con el violento mete y saca, succionando sus pezones, aprisionando entre mis dientes su piel, su vagina comprimía mis dedos con cada movimiento, con cada penetración sentía que mis dedos entraban más y más dentro de ella, su paredes apretaban y succionaban, la humedad salía a borbotones, sus fluidos inundaban mi mano, su calor estaba llegando al límite, pero quería que sintiera más, baje con maestría, mientras mis manos seguían con el violento mete y saca, mi boca llegó a su clítoris y lo lamí, su cuerpo se convulsionó en un primer orgasmo fogoso, continué con el vaivén de sus caderas, mientras mi boca daba un masaje penetrante a su clítoris, lo jalaba, lo chupaba, lo presionaba, su capuchón estaba duro y erecto, rojo de la pasión acumulada desde el inicio de mis caricias… sentí la presión en su vagina y presioné fuertemente su clítoris. - ¡ME CORRO!... ME VENGO…. Ahhhhggggggg Ahhhgggg… si… si… -

Sus caderas se convulsionaban, su espalda se arqueo totalmente sobre la mesa de billar, el sabor de sus flujos eran agrios pero sin ningún olor, sus movimientos cesaron y me levanté… quien lo iba a imaginar… que la tía mamacita se iba a acostar conmigo, que la tendría sobre una mesa de billar dispuesta para mi… entregada a todo lo que yo quisiera… Para mi sorpresa era lo que iba a encontrar, cuando me levanté por completo y dirigí mi mirada hasta la entrada de la habitación. Me encontré con la mirada de mi prima, viendo en primera fila ese espectáculo que le dimos, colocó una mano en sus labios y vi que sus manos estaban dentro de su tanga… imagino que se ha tenido que dar la masturbada de su vida, mientras veía como me comía a su madrastra, salió de mi campo de vista… con una sonrisa de par en par.

Subí hasta los labios de Alexa, nos besamos con locura, con pasión, como dos adolescentes que apenas están aprendiendo, la luz despuntó por la ventana, nuestro silencio lo decía todo, las palabras sobraban, yo no diría nada, ella no diría nada, no estamos aquí por amor, estamos aquí por deseo, por lujuria y pasión. Se acomodó sus ropas y salió de allí, con el recuerdo de un tremendo orgasmo propinado por la sobrina de su esposo… quedé pensando en lo ocurrido… pensando y deseando que se volviera a repetir

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Esa mañana mi prima y yo, hablamos de todo… menos de lo que presenció, no era necesario… las sonrisas lo ocultaban todo, guardamos el secreto

Desde ese 7 de Diciembre, la tradición familiar no ha cambiado para nada nos encontramos todos los años, en el mismo sitio y en el mismo lugar, unos tíos asan carne, otros están en la piscina, otros bailan, mas tarde en la noche, prendemos las velas, lanzamos juegos pirotécnicos… pero, lo nuevo de esta tradición, es que luego de apagar las luces, mi tía la buenona llega, me saca de mi sueño y vamos juntas hasta la mesa de billar, esa… que desde hace 5 años nos vio empezar, hoy es testigo del quinto encuentro… y de la quinta vez en que mi prima se masturba, mientras yo le hago de todo a esa Diosa de ojos azules