Mi tía Isabel

Como mi tia me pagó por mis favores

Esto me pasó hace algunos años, pero todavía cuando me viene a la memoria me entran ganas de masturbarme.

Ante todo, me llamo Carlos, y en aquella época tenía 19 años, estaba estudiando grado superior de FP en electrónica, y acababa de sacarme el carnet de conducir.

Y ahora voy a hablar de mi tía Isabel. Es hermana de mi padre, y se casó con un importante empresario, vamos, que pegó un pelotazo, tuvo un hijo de mi edad, que nos llevábamos muy bien y estuvimos de pequeño mucho tiempo juntos, O sea, que teníamos mucha confianza.

Por entonces tendría unos 44 años y llevaba 3 divorciada. El divorcio le había dejado muy bien de dinero y no tenía necesidad de trabajar. Mi primo estaba en Inglaterra estudiando y solo venia en vacaciones.

Decidió vender el piso en el centro y comprarse un chalet en una urbanización que acababan de construir en un pueblo a 60 km de allí.

Un día me llamó:

-Carlitos – Así me llamaba ella – Quiero poner luces en la casa nueva y como sé que tu entiendes de eso, pues si no te importa, me gustaría que me lo hicieras tú, te pagaría, no te preocupes.

Aunque lo mío no era la electricidad, también entendía de eso, y la perspectiva de que me paguen por un trabajo, también me animó a aceptar.

Quedamos una tarde y me enseño un catálogo de lo que quería, me dio 1000 euros y quedamos para el fin de semana, que me enseñaría el chalet y podría empezar.

El sábado por la mañana ya había comprado lo que me dijo, y en el coche de mis padres fui a la dirección que me había dado.

El chalet era muy coqueto, no muy grande, pero tenía una piscina, pequeña, pero para el verano servía para remojarse.

Total, que comencé a poner luces, interruptores y demás, mientras ella iba pintando remates de las paredes, puertas, y esas pequeñas cosas que hay que hacer en una casa nueva.

Tenía puesta una camiseta vieja, que la quedaba grande y cada vez que se agachaba dejaba ver sus pechos, cosa que yo trataba de evitar, pero se me iban los ojos.

Mi tía siempre había sido una mujer elegante, se había cuidado mucho y aparentaba menos años de los que tenía. Como también vestía muy bien, con un toque sexy, incluso yo le había comentado a mi primo que me gustaba mucho su madre y él se reía.

Ya por la tarde, cuando dije que me iba, me comentó que me quedase a dormir y así al día siguiente no tenía que volver, pero me negué alegando que mis padres se iban a extrañar, y que había quedado con los amigos. Aunque en realidad lo que me daba miedo era quedarme solo con ella, así que me fui a mi casa.

Aunque casi no pude dormir pensando en esas tetas que me imaginaba comiendo con hambre, tanto me lo imaginaba que me tuve que hacer una paja para relajarme.

Al día siguiente temprano, me fui pensando solo en una cosa. Imaginaros el que.

Seguí con mi trabajo sin dejar de mirarla de vez en cuando. Esta vez tenía un pantaloncito corto, tan apretado que le marcaba la braga y la misma camiseta del día anterior.

En una de estas se le cayó un bote de pintura y le manchó la camiseta. Enfadada se fue al baño a limpiarse.

Dio la casualidad de que yo pasé cuando iba a recoger unas cosas y la vi porque estaba con la puerta abierta. Estaba lavando la camiseta en el lavabo y desnuda de cintura para arriba, por lo que vi sus hermosas tetas, ahora sí, sin ningún impedimento.

Me quedé paralizado, con unos ojos fijos en sus pechos, hasta que me vio, y sin decir nada, cerró la puerta.

Después de comer, estábamos sentados y me dijo de repente:

-¿Te gustó lo que viste?

Yo no sabía que decir, si la iba a sentar mal, el caso es que la vergüenza se adueñó de mí.

-Dime ¿te gustó? -Insistió porque no me salían las palabras.

-Si…bueno… no… fue sin querer – Balbuceé.

-No pasa nada – Dijo, y dimos por terminada la conversación.

Al cabo de unos días, me volvió a llamar:

-Carlitos, oye, mira, que a ver si puedes venir cuando puedas a ponerme la tele y el equipo de música, que sé que a ti se te dan muy bien los cables.

Acepté, claro. Solo por volver a probar suerte y poder admirar su cuerpo era capaz de todo. Y el sábado, de nuevo, ahí estaba yo con mis mejores ganas.

Me abrió la puerta con un top ajustado que no sé cómo podía contener sus pechos y unos leggins que le marcaban todo.

-Disculpa, suelo hacer ejercicio por las mañanas, pasa, pasa.

Me dijo lo que tenía que hacer, conectar la televisión, y buscar los canales, y colocar el equipo de música, conectar los altavoces y que funcionase todo, mientras ella seguía corriendo en la cinta andadora.

Cuando estaba todo, me acordé de un detalle.

-Tita –Así la llamaba yo - ¿Quieres que te conecte la tele al equipo de música?

Como no me contestaba, fui a buscarla, y la veo saliendo de la ducha tapada con una toalla minúscula que dejaba ver media teta y llegaba justo para tapar su coño.

-Carlitos, siempre llegas en el momento justo – Me dijo – Anda, ya que estás, hazme un favor.

-Si…si… lo que quieras.

-Sécame la espalda – Y dándose la vuelta, se quitó la toalla y me la dio.

Me quedé con la toalla en la mano, admirando sus curvas y ese culo, joder con el culo, se le notaba duro, prieto. Con cuidado comencé a frotar su espalda intentando no fijarme en su cuerpo, aunque era imposible.

-Vamos, sobrino, con más ganas – Me dijo. Y dándose la vuelta se frotó con energía - ¿Ves? Así se hace, aprende para cuando lo hagas con tu novia.

En aquel momento solo veía sus tetas, hermosas, y su coño depilado y no pensaba en nada más. Era una visión espectacular que se me quedó en la memoria.

Ella se puso unas braguitas y un sujetador blancos, muy sexys, que realzaban más su espléndida figura, y encima un vestido corto que enseñaba los muslos, cosa que me ponía tanto como antes.

-Bueno, y ahora que te has puesto bien – Me dijo, señalando mi bulto que se había puesto en erección - ¿Qué me ibas a decir?

Le expliqué lo que quería, lo hice y nos sentamos en el sofá a probar que tal iba todo.

-¿No tienes novia, Carlitos? –Dijo, al cabo de un rato.

-No, todavía no.

-La que te toque va a tener suerte. Sabes hacer muchas cosas.

Estaba todavía cortado por lo que había pasado y no me atreví a decir nada.

-Pero ¿ya has estado con alguna? – Insistió.

-Si, bueno, amigas si tengo.

-Pero seguro que ninguna está tan buena como yo – Dijo, mientras se levantaba las tetas.

-No, ninguna – Mis ojos ya no sabían dónde mirar.

-Y…. ¿Has follado con alguna?

-Sí, ya he estado con una…. si – Dije, notando como su mano me tocaba la pierna.

-Pero seguro que no has gozado tanto como pensabas.

Intenté recordar cuando estuve con Miren, como se llamaba, y ufff, pero no sé si por la inexperiencia, no fue algo para enmarcar, aunque luego, otras veces ya mejoró la cosa y tuve unos buenos orgasmos.

-Tú lo que necesitas es alguien que te enseñe – Decía, subiendo su mano y metiéndola entre mis muslos.

Noté una excitación que hizo que mi polla se empezase a hinchar, cosa que no pasó inadvertida a mi tía, que mirándome a los ojos y frotando su mano contra mi paquete, acercó su boca a la mía, que intentando devolverle el beso, mi lengua tropezó con la suya que estaba explorando el paladar.

Casi sin respiración como estaba, y con mi verga creciendo, la abracé para atraerla contra mí y noté sus tetas clavándose en mí pecho. Ella no paró de comerme la boca ni de tocarme el rabo por encima del pantalón.

Ya, me bajó el pantalón junto con el slip, saliendo mi polla tiesa como un palo a su vista, que ella no tardó en cogerla con la mano y frotarla de arriba abajo, notándola dura como una piedra. Dejó de besarme y bajando su cabeza se metió toda la polla en su boca mientras con su mano me acariciaba los huevos.

Me la estaba chupando con una energía que hizo que me corriera en su boca, ya que no la quitó y se tragó toda mi leche.

Se levantó y me enseñó la boca, todavía con restos de semen, y se fue al baño.

Volvió solo con la ropa interior, esa que se había puesto delante de mí y sin decir nada se sentó encima de mí.

-Antes te has quedado con ganas de tenerlas ¿verdad? – Y me puso sus tetas frente a mí.

Empezó a frotarlas sobre mi boca, ayudada con sus manos.

-¿Esto es lo que quieres?- Decía mientras se bajó el sujetador y pude sentir esos pechos duros sobre mi cara.  – Chúpalos, demuéstrame lo que sabes.

Yo nunca había visto semejantes melones, pero puse todo mi empeño en chuparlos todo lo que pude.

-Así, con la lengua en mis pezones – Me iba indicando lo que tenía que hacer, y yo, obediente hacia caso a todo lo que me decía.

-Sigue, sigue – Decía mientras su coño, todavía con la braga puesta se frotaba contra mi polla, todavía cansada del esfuerzo anterior.

-Ahora ven – Quitándose la braga y sentándose con las piernas abiertas – Chúpame el coño, a ver qué tal lo haces.

Con toda mi buena voluntad, hundí la cabeza entre sus muslos y con mi lengua iba recorriendo su raja de arriba abajo. El olor de la excitación me llegaba y seguí con más ganas.

-La pepita – Dijo – chúpala con la boca.

Así que me afané en ese punto en concreto, su clítoris rosadito. Con mi boca lo chupaba y con mi lengua lo lamia. Sus gemidos iban en aumento y no me dejaba parar, ya que apretaba con su mano mi cabeza sobre su coño.

Siguió empujando sus caderas y su mano, hasta que noté unos espasmos y noté su jugo resbalando por mis labios. Intenté levantar la cabeza, pero su mano apretaba más mi cabeza, como queriendo retener su orgasmo, así que me tragué su líquido y el olor se me metía en la cabeza.

-¿Lo ves? – Me dijo cuando por fin pude levantarme – Así es como debes hacer feliz a una mujer.

-Sí, si –Pude llegar a contestar - ¿he estado bien?

-Muy bien, pero creo que tú quieres más.

-No, si yo…

-Shhh – Me mandó callar poniéndome el dedo sobre mis labios. Luego fue moviendo el dedo por mi boca suavemente y me lo introdujo dentro de mi boca, jugando con mi lengua. Yo, para no ser menos comencé a chuparlo cual caramelo.

-Sí, vas aprendiendo.

Bajó la cabeza y empezó a besar mi polla, que con todo aquello se le notaba crecer. Pasaba su lengua por el tronco, bajando a los huevos y volviendo a subir para rozar el glande que sobresalía rosadito.

Aquello hizo que mi polla cogiese de nuevo la dureza, cosa que ella aprovechó para metérsela en la boca hasta el fondo sacándola suavemente y mojándola con su saliva. Repitió la maniobra hasta que se levantó.

-Ahora vas a ver lo que es un buen coño – Y dicho esto se puso encima, y con su mano en mi polla la fue moviendo por toda su raja, de arriba abajo, acariciándose, mientras yo notaba su humedad en la punta de mi rabo.

Despacio, se puso recta y fue bajando, introduciendo mi pene suavemente en su coño mojado, hasta que se metió entero.

Yo estaba en éxtasis, notando mi miembro abrazado en aquel agujero, cuando ella se empezó a mover, primero en círculos, luego de arriba abajo, para obligar a mi polla a moverse con su cuerpo.

Siguió con los movimientos, cada vez más rápido, y entre eso, y que oía sus gemidos de placer, mi cuerpo no pudo más y me corrí con más fuerza que nunca dentro de su cavidad. Pero ella no paró de moverse, cada vez más fuerte, mientras gritaba con ganas:

-Sí, sí, sí, SIIIIIIIIIIIIIIIIII.

Y noté su cuerpo temblar, todavía con mi polla dentro de su coño, sintiendo su chorro juntarse con el mío, una mezcla de semen y flujo vaginal que me hizo sentir totalmente placentero.

Después de un rato nos duchamos y dispuesto a irme, mi tía me dijo:

-Te llamaré cuando necesite algo. No te olvides de mí. –Y me dio un beso de tornillo que todavía me duelen los labios.

Por supuesto que estoy esperando su llamada para arreglar “cualquier cosa”.