Mi tía Helen, amante de mi madre
Resumen: De cómo una de las dos primas y amantes, se enamora del hijo de la otra prima, y lo seduce con su fetichismo por los tacos altísimos.
MI abuela era Manolita Zapatero, una muy sensual, diminuta y lindísima damita de ascendencia hispana que embrujó y se casó con mi abuelo paterno Sir James Shoemaker, un barón inglés, que era propietario de una gran empresa de confecciones de moda femenina llamada "Shoemaker International Inc., con su sede matriz y fábrica cerca de Boston. MA. y con sucursales distribuidoras en muchas ciudades de U.S.A y de Europa. MI padre era su hijo único y predilecto y lo bautizó Jaime, nombre español, como el padre de mi abuela.
MI padre Jaime Shoemaker, a quien lo apodaban Jim desde niño, se casó con mi madre, Heather Ward, la que conoció en una fiesta en la casa de Helen Latham una prima de Heather, cuyos padres la habían adoptado cuando quedo huérfana de ambos progenitores en un accidente en la calle.
History xxxx.
Las dos primas Heather y Helen, eran muy parecidas, tanto que los amigos las confundían y las creían gemelas y ellas adoraban el cuento, ya que eran inseparables y muy intimas amigas desde que Heather llegó a la casa a los 2 años.
Ambas muy hermosas y sensuales como la abuelita Zapatero de Heather, vivían, salían y se divertían siempre juntas y los esposos Latham las adoraban y las vestían igual, con lo que todos las creían gemelas y ellas estaban muy gustosas de parecerlo.
El único problema que era muy menor, era que cuando jovencita Heather era algo mas baja que Helen, por lo que acordaron que Helen usaría siempre unos tacos más chicos que Heather, casi siempre de no más de 2 1/2", y que Heather los usaría de 4" y aún de más si era necesario, además de hacer su peinado mas alto, con lo que quedaban de igual estatura.
El que Heather usara siempre tacos tan altos no fue ningún problema, ya que ambas habían tenido clases de Ballet por mas de 3 años y los zapatos con tacos tan altos se los conseguían fácilmente, ya que el padre de Jim era el dueño de las famosas tiendas de moda, y él además se había hecho muy amigo de los Latham.
Cuando era yo llegué a ser mayor, supe toda la verdad sobre su verdadera situación, ya que como ambas eran muy íntimas y la vigilancia de los Latham muy estricta sobre las salidas y las fiestas, por lo que habían tenido que satisfacer sus naturales ansias sexuales entre ellas y se habían convertido en asiduas amantes, aunque ambas tenían tendencia heterosexual.
De esta manera cuando mi madre se casó con Jim Shoemaker mi padre, Helen se fue a vivir con nosotros, por petición expresa de mi madre, y con la anuencia común de todos los parientes, ya que las abrumadoras ocupaciones de mi abuelo James, hacía que necesariamente su hijo Jim lo tuviera que ayudar mucho tiempo, por lo que mi madre estaría muy sola.
De ese modo ambas primas tenían la ocasión de amarse y disfrutar en el día, y en las tardes cuando Jim llegaba la ocasión desparecía y Helen quedaba muy sola, por lo que muy luego ésta le suplicó a mi madre Heather que buscara una solución apropiada.
Mi madre, que de verdad amaba muchísimo a su casi hermana gemela, además de la gran pasión que se les desataba cuando estaban juntas, le sugirió a su amante que, con su total acuerdo, tratara de conquistar el amor de su esposo Jim, ya que así ambas lo podrían disfrutar juntas si sucedía según sus planes.
Así una noche en que estaba mi madre junto a Jim en su lecho común, le dijo si le gustaría que su hermana del alma participara de esa intimidad, Jim quedó muy asombrado de la proposición de su esposa, ya que no la esperaba en absoluto, y le preguntó si de verdad no lo celaría por ello, a lo que mi madre le respondió que ella quería tanto a Helen, que al contrario le encantaría y la haría muy feliz, ya que Helen no quedaría triste y sola cada noche.
Jim no podía creerlo todavía, eran ambas tan parecidas de aspecto y de carácter, que había estado muy tentado varias veces de pensar como conquistar a escondidas el amor de Helen, pero sin perder el de Heater, por lo tanto la nada común proposición de ella le vino como anillo al dedo, y la puso en práctica con gran entusiasmo de él y de ambas primas.
Y así sucedió que desde entonces, ambas llegaban a acostarse juntas y esperaban la llegada de Jim haciendo el amor lesbiano con gran deleite y pasión, y cuando él llegaba como siempre muy tarde desde la oficina, las dos procuraban darle el mejor de los placeres y mientras lo hacían se besaban y chupaban entre ellas causando el lesbiano amor en Jim un formidable deseo sexual, que luego ambas satisfacían con sus magníficas dotes amatorias.
Cuando yo nací, me bautizaron con el nombre de mi abuelo James y desde muy niño, me di cuenta de que tanto mi madre como mi tía Helen, caminaban con facilidad y una gracia increíble y con paso breve, empinadísimas sobre sus lindos zapatitos de elevadísimo tacón, ya que tardíamente mi madre había crecido un poco y así ambas habían podido elevar su altura usando tacones cada vez mas altos.
Ambas entonces hacían gran alharaca sobre la altura de sus tacos entre sus amigas, ya que les aseguraban que por su experiencia (La de Heather, para los demás.) aumentaba mucho la libido del hombre, lo que les serviría a ellas para satisfacer y capturar más al esposo.
Ya antes de los 10 años yo escuchaba este discurso, y me preguntaba si yo como hombre tendría la misma reacción que aseguraban que tendrían sus amores ante la gran altura de los tacones, y como la curiosidad es muy grande, no tardé en hacer la prueba poniéndome yo mismo los zapatos y las medias de ellas.
Y así fue como supe, que por una natural tendencia mía, yo era el mas consumado de los fetichistas, ya que en cuanto me subí sobre un par de mi madre que tenía sólo 5" y que apenas podía andar con ellos, sentí que mi pequeño pene se erguía tiesamente y sentía un enorme deseo de tocarlo.
Como estaba experimentando, lo así con fuerza e hice subir y bajar mi mano lo que me dio gran placer y de repente sentí que de la punta de la cabeza salía un abundante chorro de líquido blanco que se esparció por el suelo y en el espejo de enfrente, en el mismo momento en que el placer aumentaba de tal manera que me temblaron las piernas y me tuve que sentar exhausto en el lecho vecino.
Para mi máximo infortunio sentí que se abría la puerta de la pieza de vestir y que asomaba la figura inquisitiva de mi tía Helen, quien ante el insólito espectáculo se llevó las manos a la cara por lo que creí que era de horror, pero después supe que ere para ocultar su risa.
Después se acercó a mi y me dijo: !!!! ¿Pero que estas haciendo James.?¡¡¡. Lo que me dio mucho pavor, ya que siempre me había llamado Jim, hasta este instante. Yo le contesté:
Ay, tiita linda, yo quería saber como era el asunto que tú y mamá siempre dicen, de que la altura de los tacos de Uds. causan una gran sensación entre los hombres, y como yo también lo soy, quería saber como era eso.
--Pero tesoro mío--. Me dijo, abrazándome y besándome con fuerza. --Que estúpidas hemos sido las dos, no nos dimos cuenta nunca de cuánto has crecido tú--. ---Y ahora te encuentro el haciendo el papel de todo un hombrecito, amor mío--. Y con gran presteza, tomó un paño del baño vecino y me ayudó a limpiar el espejo y el suelo.
Luego me tomó entre sus brazos y besándome, me llevó al lecho, donde procedió a sacarme los zapatos y las medias, guardándolos en el closet, a limpiarme la mano y la punta de mi pene con la misma toalla, y a ayudarme a cerrar mi bragueta, no sin antes estampar un sonoro beso de perdón, en la aún húmeda punta de mi pequeño pene.
--Tesoro mío.. Me dijo muy seriecita, esto tiene que quedar entre los dos solamente, y no debes contarle a nadie lo que has descubierto hoy, ya que sé que te es muy agradable hacerlo, pero es una cosa muy personal y privada, y si otra persona lo sabe, talvez se va a enfadar, lo va a rechazar o se va a burlar de ti. Solo yo la sabré y nadie mas, y ahora vete a jugar y no te preocupes mas por ello. Me dio otro beso y se fue feliz con paso vivo.
Yo le obedecí y me fui al jardín a jugar con mi bicicleta, muy contento de que ella fuera tan cariñosa y amable conmigo, a pesar de que me había visto en medio de mi oculta actividad y me había pillado por sorpresa, sin reprocharme nada y acariciándome mucho como si estuviera haciéndose parte y cómplice de ese secreto tan especial para mí.
Y así fue como me inicié en esta actividad tan placentera, ya que desde entonces, no cesé de ponerme esos maravillosos zapatos de ambas mujeres y de usar sus finas y elegantes medias y portaligas, para hacerme unas masturbaciones cada vez mas placenteras, pero esta vez mas oculto, para no ser pillado por otros
Me gustaban cada vez más los zapatos mas finos y elegantes, o las elegantísima sandalias de suela delgadita y con finitas tirillas que se afirman al píé, pero lo que mas me entusiasmaba era que los tacos fueran más y más altos, allí los había de hasta 5", que ya es una altura algo exagerada, pero yo los quería aún más altos.
Así transcurrieron varios años, en que yo seguía apegado a esos zapatos con tacos de 5", hasta que me quedaron demasiado chicos y me atreví a pedirle a mi tía Helen que me comprara otros mas grandes y con taco mayor, ya que con la práctica y el mayor largo del pie, podía usarlos de bastante mas altura.
Tía Helen con su maravillosa comprensión, me hacía caso y los encargaba especialmente a su zapatero diciéndole que era para una amiga muy querida, cuyo pie era de ese número, y así yo ya contaba ocultos en mi closet con varios pares, de 5 ½" y 6", todos muy elegantes y bellísimos, que hacían mi delicia en cada momento de solaz.
Hasta que cuando yo ya tenía 16 años y era un chico no muy musculoso pero alto y esbelto, de cara bastante parecida a mi tía y a mi madre, mi tía Helen me abordó una tarde después de la escuela, en cuyo último curso yo estaba. Habíamos quedado los dos solos, porque mi mamá había viajado a inspeccionar las tiendas de afuera junto con papá y no volvían hasta un par de días más.
Me dijo entonces. ----Jim, amor mío, hasta cuando vas a estar encargándome esos zapatos que ya son de una altura tan colosal que mi zapatero no me cree que sean para esa amiga imaginaria-------. Yo le contesté. -------¡Si tiita linda, tienes razón, esos últimos que te encargué son con tacos de mas de 7" y sólo con un N° 12 como el mío, es posible de usarlos, ya que tú con tu N° 9, no podrías usarlos.!----
Ella sonrió con mucha sorna y me dijo. --------Eso es lo que tú crees mi amor, yo si que puedo usarlos y mejor que tú, ya que los usas solo en la pieza y yo, puedo pasear con ellos además----- y sin mas vacilación se dirigió a su pieza y sacó del closet un par de reinas de gamuza negra con siete trabas con hebilla sobre el empeine, y se los colocó.
Eran con tacos de 71/4" y los pies le quedaban tan absolutamente doblados en sus arcos, y los empeines pasaban mas allá de la línea recta por el frente y parecían quebrarse de salientes en curva que quedaban y así con ellos puestos se dirigió al vestíbulo y comenzó a subir y bajar por la escalera, haciendo verdaderos prodigios de equilibrio, causándome una erección de envidia, que me enloqueció completamente.
Ella llevada de una verdadera locura de amor por su único sobrino tan querido, ya que siempre había anhelado ser amada por él, se colgó amorosamente de su ya fornido cuello y lo besó con pasión infinita, mientras él que había adivinado los deseos de su adorada tía, la depositaba amorosamente sobre el lecho del dormitorio vecino.
Y fue así como mientras las bocas se besaban furiosamente, ardientes de pasión, las manos desprendían rápidamente las ropas, quedando ambos solo con las medias y los zapatos de altísimo tacón, comenzando una danza furiosa de cuerpos que en medio de anhelosos suspiros pasionales y el golpeteo de los cuerpos ansiosos de interpenetrarse y entregar y recibir las cálidas simientes fruto de esa pasión desatada por el sensual transvestismo desenfrenado que ambos cómplices habían llevado a cabo.
Exhaustos, ambos se quedaron dormidos estrechamente abrazados, habiendo quedado satisfechos de la entrega apasionada del mutuo amor y el desatado deseo.
Mas tarde, ambos despertaron de su profundo y reparador sueño, todavía abrazados, y repitieron varias veces mas esa posesión avasalladora que los seguía uniendo y que los dejaba más felices que nunca antes, prometiéndose a futuro repetir ese encuentro todas las veces posibles sin que los demás supieran de esa avasallante pasión entre la tía y el sobrino.