Mi tía favorita (02)

Continuación de la serie. Segunda parte del relato erótico de una mujer y su sobrino.

Mi tia favorita, II

Segunda parte

A partir de esa experiencia el irrefrenable deseo de poseer a mi tía se hizo insoportable. Durante los días siguientes buscaba su miraba en busca de alguna señal, empero ella parecía no darse cuenta o fingía no entender lo que yo quería.

Cierto día ella me dijo: "oye Betito, ya no me mires así, menos frente a los demás, parece que se te cae la baba por como me ves, tus papás se pueden dar cuenta y sospechar, ya te permití muchas cositas sucias, procura pensar en otras cosas, el sexo no es todo en la vida chiquito, ¡entiende!".

--"Si tía, pero no lo puedo evitar, siento muchas ganas, ni masturbandome se me quitan", dije fingiendo cierta vergüenza.

--"Ay tontito..., controlate, y dime, ¿acaso piensas en mi cuando te lo haces?".

--"Si Lupita, perdona, pero no dejo de pensar en lo que hicimos esa noche, discúlpame tía pero hasta he soñado contigo, en la forma en que me besaste la polla..., en tu pucha, en tus tetas, y perdona..., hasta en tu cola...".

--"¿En todo eso?, ¡ay Betito travieso y caliente además! Pero... ¿por qué mi cola?, ¿quieres decir que haz soñado con mi culo?, ¡qué tonterías!, ¿a ver dime por qué?".

Permanecí callado, con la cabeza gacha, en actitud de pena, pero en mi interior ya sabía que mi querida tía terminaría cediendo, al menos en algo, para satisfacer a su sobrino favorito.

--"No Beto, eres mi sobrino más querido, pero ya te he permitido muchas cosas. Ya es urgente que te consigas una chica, una novia que te desleche de vez en cuando. ¿Qué voy a hacer contigo chiquito?, no podemos seguir haciendo esas cosas indebidas, alguien puede sospechar, o descubrirnos, que es lo peor! Imaginate que alguien sepa que nos andamos cogiendo, tía y sobrino, bonita cosa!, yo, una vieja cogiendo con un jovencito...".

--"Tú no estás vieja...", dije para animarla y cayó:

--"¿De verdad crees que no estoy vieja?, ¿eso crees?".

Me mantuve callado, ella agregó: "no se Betito, déjame pensarlo. Hacemos mal, ¡muy mal!, no se por qué tú no lo entiendes. Lo mejor para los dos es que dejemos las cosas en paz, que tú te busques una chica y ya dejes de pensar en mi, pero a la vez..., no se Beto, pero a veces también yo pienso en esas cosas indebidas que me hiciste hacer... no se qué decir, más tarde te digo ¿si?".

Esa noche cuando ya casi me vencía el sueño, pese al persistente dolor en los huevos de la excitación contenida, de forma imperceptible la puerta de mi cuarto se abrió y entró Lupita enfundada en una transparente bata blanca que casi dejaba al descubierto su desnudo cuerpo. En medio de la penumbra poniendose un dedo en la boca me indicó guardar silencio.

A paso lento se acercó a mi cama y a la vez que en voz baja me decía "¿así que te gusta mi cola?, pues ahora la verás!", encendió la pequeña lámpara de mi buró. Al momento ella se puso de espaldas a mi e inclinándose levantó sobre su cuerpo la delgada bata para poner casi frente a mis ojos la gloriosa hermosura de sus nalgas esplendorosas y con pasmosa lentitud sus manos se colocaron sobre los cachetes de su culo, al entreabrirlos alcancé a oir su voz: "anda Betito, es todo tuyo, ¿quieres cola?, pues aquí la tienes, es toda para ti solito...".

La lámpara encendida me permitía fisgar la perfección de aquellos voluminosos globos de carne entreabriertos, con su valle que los separaba y esa piel más oscura, renegrida, como un caminito que conducía al plegado nicho de su ano, como una estrella de innumerables picos, el conjunto de carne apretado casi negro y sin vello alguno.

Acercó más su cuerpo para hacer más evidente su exhibición, entonces mi olfato percibió un leve tufo, pese a su evidente aseo la cola de mi tía olía a ligeramente a excremento, no obstante eso y mi nerviosismo acerqué mi cara para estampar sobre una de sus nalgas –la derecha— un beso con la boca abierta, ella reculó un poco al sentir la caricia y se enderezó, su voz me sacó del trance:

--"Anda papito, salte de la cama que no tenemos toda la noche..., si algo ha de pasar que sea de una buena vez, ya casi no aguanto las ganas".

Obedecí y con pasos torpes salí del lecho y sin perder la hermosa visión de mi tía Lupe, ahora completamente desnuda, esperé sus instrucciones.

No hicieron falta, la vi darme la espalda y arrodillarse en la cama, sus entreabiertas pantorrillas y pies hacia fuera; su impresionante culo, redondo, sinuoso, perfecto y esplendoroso; las colinas gemelas contrastando con la delicada línea de su espalda curveada; y sobre todo la perfecta tersura de toda su piel. Sus brazos apoyados sobre el colchón y la cabellera ocultando su rostro. Parecieron segundos o siglos, me quedé expectante y mudo, con el pito dolorido y erecto, su voz "anda..., acércate que te voy a comer, pero no te va a doler..., tal vez poquito, pero te va a gustar, nos va a gustar, vamos a gozar...".

El negro agujero parecía atraer mi erección y por fin cuando el glande tocó apenas esa carne prohibida pareció como si el cielo se abriera sobre mi, todo mi ser se llenó de algo así como una fuerza superior, tenía a mi merced a una mujer hambrienta de verga y se la iba a dar, toda, completa.

Al mismo tiempo me pareció sentir el temblor de la hembra al imaginar la inesperada arremetida, pero me contuve; sentí miedo, no sabía cómo hacerlo, me contenté con repasar la verga por ese caminito misterioso y café, era delicioso y a la vez atrayente. Por fin ella tomó la iniciativa, su voz apenas perceptible "aquí papito, pónlo aquí en el hoyito, yo me encargo de lo demás".

Y así fue, los dedos de su mano rodearon el duro palo y lo colocaron en posición, la punta del glande sobre el apretado culo, presionando, urgiendo la penetración, "empuja un poco..., así..., aprieta, hummm, sigue, sigue, hummm, ya casi papito, es que... ya casi no... está casí nuevecito, hummm, aprieta más, otro poquito, ayyyy, ayyy, espera, hummmm, espera, detente", dijo Lupe cuando ya el glande había penetrado y el apretado anillo de su cola rodeaba dolorosamente la cabeza de mi verga.

El intenso dolor que sentía sobre el grande hizo que detuviera mi avance, de hecho ambos nos quedamos quietos, ella gimiendo quedito, yo agarrado a sus nalgas soportando la ardorosa presión de esa carne que me tenía atrapado; me contuve aferrado a sus nalgas, amasándolas. Hasta que poco a poco fui arremetiendo, la verga siguió su camino y parte de su carne siguió a mi verga al penetrar; la presión sobre mi palo erecto siguio intensa y dolorosa, Lupe con gemidos: "hummm..., ay", me urgía a que fuera despacio, eso hice hasta que los pelitos de mi verga pegaron con las carnosas nalgas, entonces con un suspiro Lupe me dijo: "ay chiquito, me lastimas mucho, la tienes muy gruesa y mi cola está muy cerrada, espera... quedate quieto, deja que mi colita se afloje un poquito".

Así estuvimos por momentos, entonces sentí que la presión sobre mi pito cesaba lentamente; ella se empezó a mover, poco a poco, sacándose parte de la erecta verga; en tanto que yo, con mirada ansiosa veía como la carne que rodeaba el garrote carecía de pliegue alguno; seguí me aferrado a sus nalgas para luego empujar lentamente todo el garrote; mi palo al salir parecía llevarse la carne enrojecida del conducto anal de Lupe y al contrario, al arremeter, esa misma carne sin pliegues parecía desaparecer contrayendose sobre si misma dentro de esa caliente cavidad; seguí metiendo y sacando la dura lanza hasta que sin quererlo los embates se intensificaron, el miembro iba y venía cada vez más rápido y sobre todo con mayor facilidad, en cierto momento nos quedamos pegados y sentía sobre mis huevos las puntas de sus dedos acariciándome, traté de ver que hacía Lupe sólo para descubrir que trataba de juntar la piel de mis huevos y su contenido sobre los gordos labios de su pucha, me mantuve quieto removiendo un poco mi verga dentro del culo de mi tía, entonces ella gimió quedito y sus dedos dejaron mis huevos para acariciarse la panocha, volví a reanudar mis empujes sobre su culo, a entrar y salir de aquella carne deliciosamente caliente y apretada, sentía que me venía la leche y ella lo comprendió: "no chiquitito, espérame un poco, ya casí llego, ya casí... me vengo, espera, deja que me toque rico la pucha... espera, aguanta", me contuve repasando mentalmente la tabla del 8 –como me había recomendado un amigo de la escuela para aguantar durante la cogida, al menos eso dijo y me funcionó—, los movimientos de su mano sobre su pepa se intensificaron, al menos eso intuí por los movimientos de su cuerpo y sus quejidos "hummmm, ahhhhh, mmmmjummm", hasta que lo pidió: "ahora si Betito de mi alma, dame la leche, dámela toda, quiero tu leche, la quiero toda, en la cola, mientras me hago la paja... dámela toda en el culo!!!!...", no hicieron falta más que dos o tres metidas y mi verga de repente empezó a escupir, y sentí la maravillosa sensación de irme a otra parte, al cielo, al infierno, no lo supe ni ahora lo sé, pero mi venida fue por completo diferente a las chaquetas antes experimentadas o a la reciente experiencia con mi tía haciéndome la paja con su mano y frotándola sobre su divina panocha.

No pude contar los chisguetes de mi pito ni sus estremecimientos, tampoco los gemidos casi gritos de Lupe al venirse, ni los apretones de su culo cuando ambos estabamos gozando; al final quedé sobre ella, mi torso sobre su espalda y mi cara cerca de su cuello, mis manos ahora agarradas a sus tetas flojas y colgantes; mi verga, de pronto blanda, todavía dentro de ella; ambos todavía suspirando con el aliento caliente y ansioso. En ese momento ella volteó parcialmente su hermoso rostro para decirme: "ay betito de mi vida ¿qué me hiciste chiquito lindo?, me vine como una loca, me volviste a hacer mujer, ay papito ya déjame levantar, estoy agotada y me arde el culo, sácalo despacito", esa fue su orden; me enderecé y apoyado en sus carnosas nalgas fui sacando el pito de ese agujero flojo que ante mis atónitos ojos se quedó abierto, ¡completamente abierto!, como un hoyo de insondable profundidad; pero sólo por instantes, pues cuando Lupe se acostó sobre la cama, boca abajo, aquel negro ojo deforme y viscoso se cerró de pronto y cuando sus nalgas se cerraron un sonoro "prrrrr" acompañó al cuerpo de mi querida tía al acostarse plenamente sobre la cama; ella al escuchar el `misterioso´ ruido se disculpó "perdona Betito, me dejaste destrosada la cola".

Por mi parte, sintiendo en mi verga los estragos de la cogida, me senté sobre la cama todavía entre nubes por aquella deliciosa cogida teniendo frente a mi el hermoso panorama de aquel par de globos carnosos que momentos antes habían sido total y completamente míos, hasta que ella lentamente se movió en la cama, estiró una mano para alcanzar mis calzones y colocándolos entre sus nalgas se levanto de nuestro "lecho de amor" diciendo: "bueno Betito ya fui tuya, ahora espero que ya dejemos todo esto por la paz, pero antes –levantándome de la cama con su mano amorosa— acompáñame al baño, tengo que enseñarte algo importante para cuando tengas novia y le hagas el amor por la puerta de atrás".

La seguí como entre nubes, mirando el bamboleo de sus nalgotas al caminar, hasta que de prisa nos metimos en el cuarto de baño; ahí bajo la regadera me lavó a conciencia la verga, pelando bien la cabeza y aplicando mucho jabón: "mira Betito, cuando cojas por la cola con alguien debes lavarte bien el pito, así como te lo hago –dijo aplicando más jabón sobre mi verga que parecía revivir— de lo contrario cogerás una infección tremenda, imáginate que le llegarás a mamá con que `me duele el pico y ya no puedo hacer chis´, ni lo mande dios"; por fin terminó y mientras me secaba con la toalla casi me empujó para salir: "anda ya salte y déjame sola, que también me tengo que lavar la cola, además de que voy a hacer del dos, a ver si puedo pues me dejaste hecho pedazos el culo, anda ya vete a dormir bribón, mañana hablamos y de ésto, nada a nadie ¿entendiste?".

Como sonámbulo me fui a mi cama y cuando acostado rememoraba lo ocurrido una extraña mancha sobre la sábana atrajó mi atención; era color café oscuro y al acercar la prenda a mi nariz el futo penetrante a excremento hizo renacer a mi mente lo vivido con mi tía, empero no sentí repulsión por aquello sino, por el contrario, un profundo deseo por mi tía Lupe; en ella pensé y seguí pensando hasta quedarme dormido.

Cuando a la mañana siguiente, en plena clase recordaba lo ocurrido con Lupe, el anuncio de que el periodo de exámenes iniciaba esa semana me trajo a este mundo. De inmediato y torpemente hice cuentas de todas las materias estaban en peligro de irse al carajo por el irreflenable y obsesivo deseo sexual por mi tía, y lo peor era que se acercaba peligrosamente el fin del semestre y con ello los consabidos exámenes de fin del periodo, en otras palabras: o me ponía a estudiar o algo terrible iba a ocurrir conmigo en mi casa. Ni hablar.

Toda esa semana hice de tripas corazón para mantener a raya las ganas de pedirle a Lupe una nueva sesión "culera", ella lo entendió cuando me vió metido en libros y cuadernos, empero ello no fue obstáculo para que por la noche me hiciera la paja con alguna de sus pantaletas –que ella mañosamente dejaba a mi plena disposición en el bote de la ropa sucia. Así, providencialmente llegó el fin de semana, el viernes me quedaban pendientes sólo dos materias por aprobar y quedaría libre para un nuevo acercamiento, acerca del cual ya tenía el plan: le pediría a Lupe que me dejara venirme entre sus piernas, frotándo mi pito en su peluda gata, pero ya calientes ambos le suplicaría me dejara meterlo un `poquito´, seguro que Lupe terminaría aflojando pues ya sabía que era una vieja muy caliente.

Pero todo salió mal. En principio cuando ya con la verga como de fierro llegué a casa me encontré con la novedad de que todos se estaban preparando para salir a una fiesta, hasta mi tía Lupe. La orden de mi madre fue terminante: "báñate y ponte guapo que vamos a la fiesta del tío José". A regañadientes obedecí, pero eso no fue lo peor.

Ya en la fiesta cuando aburrido me tomaba una cuba a escondidas descubrí a Lupe bailando con un tipo alto y pelón; ella animaba dejaba que el sujeto la rodeara bien por la cintura y como no queriendo se repegaba a ella, al terminar siguieron platicando, Lupe reía de las ocurrencias del pelón, quien ya no la soltó pues durante varias horas siguieron bailando y bebiendo. Y yo rabiando, mirando como aquel tipo cabeza de bola de billar se fajaba en mis narices al amor de mis amores, bueno,estoy exagerando, más bien en la fuente de mis nacientes fantasías eróticas e innumerables pajitas.

Algo debió percibir mi madre, pues cerca de la media noche y al ver mi aburrimiento me propuso: "oye Betito ¿ya te quieres ir a la casa?, si es así puedes irte junto con Lupe, a ella la va a llevar su nuevo amigo en su auto, de paso sirve que la acompañas". Claro que acepté gustoso.

Tuve que soportar que durante el camino Lupe y el pelón se dieran uno que otro beso, dos o tres, con las bocas pegadas, yo en mi interior les mentaba la madre ambos, pero me contentaba con lo que haría con mi tía al llegar a casa, cuando... "oh decepción". Llegamos a casa y que sale Lupe con que: "oye Alberto, te dejamos aquí, métete a la casa y duérmete, yo voy a ir con Arturo a tomar una copa y regreso, no me tardo nada, ¿sale?, ¡ah!, si alguien te pregunta mañana les dices que ya no salí para nada ¿eh?", ella abrió la puerta del carro, como apurándome a bajar y de reojo vi la cara del tipejo ese como diciendo: "¡¡¡¡¡pendejete, mira que le voy a meter la verga a tu tiíta chula!!!!!". Me quedé parado en la banqueta viendo como un tipo pelón se llevaba a esa "vieja jija de su....", pensé.

Lleno de rabia y frustración no pude pegar los ojos, escuché a mis padres llegar cerca de las tres de la mañana y casi a las cuatro escuché los pasos siguilosos de Lupe al meterse a su recámara. Mi primer impulso fue levantarme de la cama e ir a reclamarle su pinche proceder, seguro que venía bien cogida por el pelón aquel, pero pensando "mejor mañana, mañana verás Lupe" me ganó el sueño.

Cuando a la mañana siguiente una melodiosa voz me despertó: "oye Betito..., betito, chiquito lindo despierta", supe inmediatamente que era Lupe y la cólera surgió irrefrenable:

--"Oyeme jija de tu pinche madre, ¿por qué llegaste hasta las cuatro de la mañana?, si dijiste que ibas a tomar una copa, ¿le diste las nalgas al pinche viejo pelón o qué?".

Ella desconcertada mirando mi furia apenas alcanzó a decir: "¿quéééé?"

--"Lo que oyes, vieja caliente, ¿fuiste a coger con tu nuevo novio?, ¿verdad?, ¿te metió bien la verga?, ¿te gustó?, y yo aquí esperándote. A ver dime, ¡¡¡¡quiero toda la verdad!!!".

Por instantes pareció cómo que ella no comprendía, de pronto su cara de sorpresa se transformó, también en rabia, también en furia, o en reclamo, o en ambas cosas:

--"¿Ah?, ¿sí?, ¿y tú quién crees que eres, pedazo de chamaco calenturiento, para pedirme cuentas?, ¿quién eres?, a ver dime, ¿qué derechos tienes sobre mi, sobre mis nalgas, sobre mi culo y sobre mi pucha?, chamaco cabrón, si te he dejado que te hagas la manuela con mis calzones, si te hice una mamadita y hasta te di un poquito de mi culo..., todo fue para que aprendieras un poquito de las mujeres, pero para nada tienes derechos sobre mi, chamaco pendejo, ¡¡¿¿lo oyes???!!!, no eres más que un chiquillo pendejo y calenturiento!!!!, a ver dime algo, contesta!!!!".

En ese momento que hice chiquito, pequeño, más que enano, como insecto o gusano, o ambas cosas; bajé la cara para seguir escuchando la perorata a gritos: "a ver dime, Betito calenturiento. No, no eres nada!!!!, nada para mi, y si te interesa: el pelón aquel, como le dices, si me cogió, me dió la verga, le saqué los mocos a chupadas y a apretones de pucha, ¿y sabes por qué?, pura y simplemente porque me dio la gana, tenía ganas de coger y coger y coger. Y a partir de ahora ¡vete a la chingada!, se acabaron las mamaditas y demás cositas entre sobrino y tía, y no te atrevas a ir con el chisme con tu madre, porque ella sabrá los porquerías que haces con mis calzones, a ver a quien le cree más ¿apuestas?", y salió dando el portazo.

No supe cuantas ¿horas?, permanecí en total depresión, encerrado en mi cuarto, ni siquiera mi palo reaccionó cuando lo acaricié con la tanga azul que le había robado a Lupe días atrás. Mustio se quedó el pito, mustio me quedé yo, ambos. Pero ya mi alucinante cerebro urdía retorcidas maniobras para cobrar venganza. La primera fue cuando ya a media tarde Lupe fue a mi cuarto para avisarme que mis padres habían salido al teatro y me llevaba un plato con algo de comida. No contesté cuando me preguntó si tenía hambre, menos cuando mirándome quiso saber si estaba enojado todavía y menos aún cuando intentó decirme si alguien me había preguntado si ambos habíamos llegado juntos a casa la noche anterior. Ella interpretó mi enojo reprimido y cuando tomé el plato que había dejado en el buró su sospecha se convirtió en certeza, porque corrió a la puerta: los restos de ensalada y jamón se deslizaban sobre la puerta cuando ella acababa de cerrar.

Por fin el domingo, cuando ya tenía bien armada mi estrategia, Lupe tras la puerta:

--"Beto, ¿oye Beto puedo entrar?, no vayas a hacer alguna locura, sólo quiero decirte que tus padres salieron, como siempre, con tu tío José, dijeron que te hiciera de comer y que fuéramos al cine, ¿quieres ir?, hay buenas películas de estreno –ni contesté— anda Betito, ya deja en paz tu enojo, ni siquiera hice nada malo..., te lo juro chiquito lindo, anda déjame entrar y te explico todo, pero no me vayas a arrojar cosas..., ¿si?".

Al no escuchar mi respuesta Lupita entró, sobre la cama giré mi cuerpo hacía la ventana para no verla:

--Perdoname Beto, te dije cosas feas, pero.... me hiciste enojar, disculpa. Te endiendo, de veras, se cómo piensas y... sientes –percibí que se sentaba en la cama, junto a mi— pero debes entender que soy una mujer mayor que tú, tu tía sobre todo, yo tengo mi vida, y a pesar de que hemos hecho cosas juntos, eso no significa que entre tú y yo..., bueno, ¿entiendes?, además como te dije ni siquiera hicimos nada..., el pelón ese... jajaja, lo cierto... ¿quieres saber?, pues... si fuimos a un hotel... yo tenía ganas de sexo ¿sabes?, perdona..., pero lo que pasó fue que..., bueno no pasó nada..., así como lo oyes, si lo intentamos e hicimos algunas cositas..., pero poquito... de veras..., pero cuando él intentó..., bueno..., penetrarme, resultó que... bueno..., jajajaja, no se le paró... de veras...

--"De verdad tía?....

--"¡Te lo juro!...

--"¿Entonces?...

--"Bueno..., pues antes de eso... ¿quieres saber?..., pues nos besamos, nos acariciamos, estabamos muy calientes, él me besó la pepita, bueno poquito..., yo le besé su palito..., pero..., pues nada, apenas se le puso un poquito dura..., lo juro Beto..., yo quería hacerlo, tenía muchas ganas..., pero a la hora de la verdad... nada, lo puso en la puchita pero como estaba floja..., pues..., jajaja, yo ni sentía nada, eso fue todo, luego se enojó porque no podía y yo me fastidié de que no pudiera, insistió, pero nada, nomás no pudo, creo que le afectó que hubiera tomado tanto...

---"Y luego?...

--"Pues ya nada, nos vestimos, quedó en llamarme..., pero no sé..., lo mejor es que ya no lo vea..., pero ya no te enojes, sobre todo entiende que pues..., ya sabes..., a mi me dan ganas, bueno no tantas, pero de vez en cuando...

--"¿Qué?...

--"Lo hago, me caliento..., y pues..., ¿sabes?, conozco a alguien, no preguntes quien, por favor...

--"¿Lo conozco?...

--"Pues si.. pero mejor no preguntes, por favor..., bueno ya no te enojes, quita esa cara...

No le contesté, ella insistió: "mira para que veas, si quieres haremos cositas ¿quieres?

De inmediato la verga se me puso dura, ella metió la mano bajo las sábanas y notó mi erección:

--"Ay Beto..., estás muy... excitado, te voy a dejar que lo hagas, pero poquito...

Quitó las sábanas y se acostó junto a mi lado quitándose su bata y el calzón rosa:

--"Anda Betito, ven súbete poquito, yo te ayudo, pon tu palito en puchis y déjame a mi...

Como alucinado me monté sobre ella, que con su mano derecha dirigió mi verga a su pepa abierta: "anda, así pónlo adentro, así, así Betito, mételo pero no te vengas, recuerda, me puedes embarazar, así mételo más, así, así todo, hasta adentro, quédate quieto, yo me muevo, así..., ¿sientes?"

Por supuesto que sentía, sentía con la verga, con el cuerpo, con todo mi ser la rica sensación de penetrar sexualmente a mi tía; ya mi verga estaba casí toda adentro, iba y venía, toda, adentro y afuera, arremetiendo contra el vientre y la pepota abierta, dentro... fuera... dentro... fuera, alzando el cuerpo para meterlo con mayor fuerza... hasta que: "no Beto!, aguanta, aguanta chiquito que ya me viene..., me viene..., hummm, así, déjame a mi, que estoy sintiendo..., huy..., rico, ay Betito de mi vida...", entonces se vino apretando mi pito con su vagina, suspirando, moviéndose quedito, muy quedo, hasta que..., hasta que... no pude más y la leche me vino, ella de inmediato se hizo atrás y mi verga lustrosa y erecta quedó en la entrada, entre sus labios abiertos y en ese instante los chorros de semen embarraron su pepa peluda, nos quedamos abrazados, yo en medio de sus piernas abiertas y mi verga todavía palpitando entre sus piernas, disfrutando todavía.

Desmonté y quedé a su lado, Lupita agarró mi verga: "ay Beto que rico, te viniste mucho, te sale mucha lechita y mira... todavía estás..., duro, está paradóte el pájaro!..".

--"Oye Lupita, ¿me dejas de nuevo?...

--"¿Quieres más?.

No le contesté, ni falta hizo. Lupe se fue acercando a mi verga y sin soltarla me la empezó a mamar, su delicada boquita rodeó la cabeza y empezó a chupar, y chupar; toda, la tragaba toda, entera, lamiendo el semen, succionando lentamente, muy lentamente hasta lograr enderezar completamente elmiembro; mirandome con ojos pícaros dijo:

--"Bueno Betito calentón, ahora te voy a montar ¿eh?

--"Sí tía, pero..., me quiero venir dentro de ti...

--"Ay Beto y si?, bueno nomás ahora, luego tienes que comprar condones si quieres hacerlo así ¿eh?...

No pude contestar pues ella ya estaba sobre mí, metiéndose mi verga en su pepota abierta, se la metió toda hasta que nuestros vientres quedaron juntos, luego se empezó a mover, lentamente, girando las caderas, luego hacía arriba, luego abajo, colocando junto a mi cara sus melones colgantes, los agarré con ambas manos y ella lo pidió: "anda Beto, ¿qué esperas?, ¡bésame las tetas!", de inmediato casi media chiche quedó dentro de mi boca mientras que Lupe subía y bajaba sobre mi pito, una y otra vez, bamboleando sus pesadas tetas sobre mi cara, mientras yo le amasaba las nalgas haciendo que al bajar se clavara más sobre mi tronco.

Ambos gozabamos, ambos nos movíamos con furia buscando la ansiada meta. Luego Lupe cambió de estrategia: se quedó quieta, bien clavada sobre la estaca, pegado su bajo vientre contra mi, moviendo apenas su cuerpo, refregándo su pelvis en círculos, suspirando, dispensándome sabrosos apretones con su pucha, que parecía succionar mi pito erecto, hasta que de pronto toda ella se quedó quieta, contuvo su respiración y de repente un hondo "aaaaaahhhhhh" anunció su venida, los espasmos de su vagina succionando mi pene se hicieron insoportables y provocaron mi involuntaria eyaculación. Lupe gritaba: "ayyy chiquito lindo que rica tu leche, dámela toda, toda, más, quiero más, que rico te vienes, me llenas la puchis de semen, anda, más, siento los chorros de mocos, más Betito de mi vida que me sacas otro orgasmooooo, aaahhhhh".

Ambos quedamos como muertos, yo soportando el enorme peso de mi tía; ella resoplando sudorosa; mi verga perdiendo fuerza; su vagina floja y viscosa, hasta que Lupe lentamente se bajó de mi, volteó su rostro caliente y perlado de sudor y me besó con la boca abierta, metiendo su lengua en mi boca.

Continuamos acostados recuperando poco a poco el sentido, la fuerza; la mano de Lupe comprobó la intensidad de nuestro ejercicio amoroso: "ay papaíto nos venimos mucho, mira tu pito chorrea jugos y leche, vamos a bañarnos, además tengo que cambiar la ropa de la cama, todo el cuarto huele a pecado", dijo riéndose, yo la seguí con pasos vacilantes, disfrutando de la hermosa visión de sus nalgas vibrandes y cadenciosas.

Fin de la segunda parte.

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