Mi tía es mi maestra sexual. Segunda parte
Mi tia continua enseñándome con esmero y dedicación las artes de la sexualidad. Cada vez se pone más claiente mi relación con ella.
Mi tía es mi maestra sexual. Segunda parte
Llegó el año de mi graduación de la secundaria. Había cumplido los 17 años. El día de la fiesta de mi grado, mi tía vino a visitarnos. Estaba muy elegante con un vestido azul que se abría en un lado y dejaba ver parte de su pierna. A sus 51 años, seguía teniendo un cuerpo delgado y se notaban firmes sus nalgas, aunque sus tetas se veían un poco caídas alargadas bajo la blusa. Al paso de la noche hizo frio. En un momento nos quedamos hablando en el corredor de la casa, no pude evitar ver sus pezones marcados bajo el vestido. Ella se dio cuenta y me puyó con sus dedos el estómago diciéndome - ¿qué ves mirón? Es que tengo frio y tengo unos brassieres muy delgados – Corrió un poco el escote de su vestido y me mostro la tela delgada de la parte superior de su brassiere. Me miró riéndose. Nos quedamos un poco en silencio. - ¿cuándo vas a visitarme? – me preguntó. En estos días le respondí. Luego hablamos de la posibilidad de irme a pagar servicio militar obligatorio. Ella me abrazo con tristeza y me repitió que tenía que ir a visitarla antes de irme. Se lo prometí y esa noche bailamos dos canciones un poco más pegados que de costumbre.
Pasé mis exámenes para el ejército, pero el día de la incorporación, fui salvado en un sorteo junto a dos de mis compañeros. Como no había podido visitar a mi tía viaje a verla y a hacer los papeles para entrar a la universidad pues quería estudiar ingeniería. Fui donde ella quien me abrazó y me felicitó por salvarme del ejército. Se quedó abrazada a mí un largo rato, le conté mis planes de entrar a la universidad poniéndose más feliz. Entramos abrazados a su nueva casa pues vivía en arriendo.
Me ofreció café, se sentó a mi lado en el sofá y me dijo que había que celebrarlo y para eso me haría un almuerzo bien rico. El único problema es que la muchacha que le ayudaba había viajado y estaba sola. Me pidió que le ayudara. Almorzamos y me dijo que por que no me quedaba y la acompañaba que no quería estar sola, Yo acepté. Ella recibió unas clientes y yo me puse a ver televisión en la sala. Al marcharse ellas, me llamó y me pidió que me sentara a su lado para desenredar un hilo.
Ese día mi tía tenía una blusa de cuello alto gris y una falda roja. Comenzamos a hablar de mi salvada del ejército, entonces me preguntó sobre los exámenes. Le conté detalles generales. De pronto, me preguntó si era verdad que nos desnudaban a todos juntos en fila. Sonreí un poco tímido sorprendido por la pregunta con mi respuesta afirmativa. - ¿Y es verdad que les tocan las güevitas? – sonrió, yo reí nervioso- ¿Es verdad? Insistió ella. – Si- respondí. – Es para ver si les han bajado los huevitos, cuándo no les bajan es porque no se han desarrollado bien. – Yo reía nervioso. - ¿y a usted si le bajaron? si respondí sin mirarla a los ojos … - ¡ah verdad! Que el otro día ya estaba jugando con las manitos – me dijo entre risas.
Entonces puso a un lado el hilo, me miro a los ojos tiernamente y me dijo: - es que tiene que cuidarse su aparatico porque es muy delicado ¿cuántos años tiene? – 17 le respondí. – umm, y ¿cuándo cumple los 18? – en enero, el 16– respondí - ah ya casi, en seis meses – sonrió y me acarició una mejilla – en la edad que usted tiene hay que cuidarse mucho y tener mucho aseo en esa parte porque les comienzan a salir muchos líquidos. Yo sonreía tímidamente, ella me acariciaba el pelo mientras se sentaba de lado cruzando sus piernas. – entonces tienen que saber lavarse muy bien… ¿usted si se lo lava bien? – sii, respondí riendo nervioso. ¿Si se baja el capuchoncito y se lava la cabecita? - Sonreí muy nervioso haciendo un gesto de duda con mi cabeza. – Es que allí se acumulan bichos que le pueden hacer daño e irritarlo – me explicó mientras me seguía acariciando el pelo. Entonces hubo un momento de silencio mientras nos mirábamos y sonreíamos nerviosamente. - ¿quiere que le enseñe como lavarse bien? – me preguntó. En ese momento me asusté - ¡noo! - le respondí tímidamente. – Ella rio – Tranquilo que eso es normal, yo lo bañaba a usted cuando era pequeño y ya le conozco todo – afirmó riendo. – Es que es mejor que lo sepa porque, en serio, después va a tener problemas de salud y eso es muy molesto. Es que los muchachos no les gusta asearse bien esa parte y eso es malo para ellos y para las mujeres cuando tengan relaciones.
En esos momentos puso una mirada de seriedad que me convenció. - Es que a nosotras las mujeres, cualquier cosita nos puede irritar la vagina y por eso es bueno que los hombres aprendan a ser aseados con sus genitales. Me miro seriamente – En serio ¿quiere que le explique? Nadie se va a enterar es entre nosotros- Yo la mire sin decir nada un poso sumiso. – venga, me tomó del brazo y me hizo levantar, zafó mi correa, me abrió el cierre y comenzó a bajarme los pantalones. Al verme en pantaloncillos levantó su mirada y me dijo – Esto es entre nosotros, no le puede contar a nadie. Yo asentí con la cabeza. Entonces bajo mis pantaloncillos, mi pene estaba fláccido, en esos momentos sentía más susto que excitación.
Con su dedo índice lo levantó y luego lo rodeó con su pulgar y jalo hacia atrás el prepucio. Este no bajó del todo dejando ver solo una parte de mi glande. – ayy, usted todavía está virguito no? – rio un poco – tranquilo me dijo mientras seguía moviendo sus dedos sobre mi pene. Entonces sentí un cosquilleo en el estómago y se me comenzó a endurecer – ella se dió cuenta, aflojó un poco sus dedos y los puso debajo de mi polla como sosteniéndola mientras esta se paraba. - ¡uyy, se le paró, se le paró! Ja, ja. – Yo me sentí cohibido y trate de quitarme, pero ella me agarró con su otra mano de las nalgas y me detuvo, me miro a la cara y me dijo – tranquilo que eso es normal. Entonces comenzó a mover sus dedos sobre mi polla que ya estaba bien dura. Trataba de jalar mi prepucio hacia atrás, pero este no bajaba. – vea, cuando usted tenga relaciones este cosito se baja y le deja ver bien la cabecita, allí es donde tiene que lavarse bien por aquí. Entonces me señaló todo el borde de mi glande con su dedo sin dejar de mover la otra mano. – ¡Que bonita!, la tiene muy bonita, tiene que cuidarla mucho. Con la otra mano comenzó a sobar suavemente mis testículos, mi pene pegó un respingón. - ¡uy! ¿Le gusta?, me miró sonriendo, yo le devolví una sonrisa, la verdad me gustaba mucho y quería que siguiera. En esos momentos, una pequeña gota de líquido transparente salió de mi pene, ella lo vio y con su dedo lo regó por la punta de mi glande. - ¡que rico! dijo y siguió moviendo sus manos. En su cara se veía la lujuria y sus labios se apretaban mientras miraba mi pene. ¿a usted le sale solo de este color o le sale uno más espesito y blanco? Yo reí nerviosamente sin contestarle, ella me miró riendo - ¿ah? ¿de cuál le sale? – insistió. – de los dos le respondí. – ¡ahh! El blanco es el polvito, es el que preña a las mujeres, por eso hay que echarlo afuera o mejor usar condón, todo eso tiene que aprender. Me miro sonriendo. Su mano aceleró el movimiento y sus dedos seguían sobando suavemente mis testículos. Era mucho mejor que cuando yo mismo me lo hacía. – Pero eso le toca cuando ya cumpla los 18. Siguió masturbándome, me miró y me dijo – ¿Quiere que siga? Yo asentí sonriendo tímidamente.
Entonces me hizo acostar en el sofá boca arriba, ella se sentó y puso mis piernas sobre las de ella, me quitó los pantalones y zapatos y me subió la camisa, agarró nuevamente mi pene y siguió masturbándome mientras su mano izquierda acariciaba mis piernas. – ¡Uyy que rica se le puso! – me decía – está muy mojadita. Sus manos se deslizaban sobre mi polla lubricada. Su rostro estaba desdibujado, tenía una mirada de lujuria impresionante. Entonces estiré mi mano izquierda y comencé a sobar su teta derecha sobre la blusa, ella me miró y sonrió, yo comencé a apretar suavemente su teta y a sobársela. Se sentía un poco caída pero dura igual que sus pezones. Ella aumentó el ritmo y volvió a acariciar mis güevitas con su mano izquierda mientras me masturbaba con la derecha, yo sobaba su teta. Me miró – Quiero que se venga, deme ese polvito. Mi glande por poco se descubría, ella se dio cuenta y mermo la presión – dejemos la desvirgada para su novia, me dijo sonriendo. Me miro nuevamente - ¡ya démela, démela! Entonces con su mano izquierda subió su blusa mostrándome su brassiere beige de encajes, yo puse mi mano sobre él, se sentía riquísimo, entonces no aguanté más y comencé a eyacular. - ¡uf! ¡uyy! ¡assi! ¡assi! Me decía mi tía mientras veía como mi semen salía y mojaba sus dedos, un chorro salió fuerte y cayó sobre mi pecho, el otro pegó en el brazo que acariciaba su teta. Ella fue mermando el ritmo suavemente hasta que dejo de salir. ¡uff, que polvazo! ¡que cantidad! ¡que rico! Miró el semen que estaba sobre mi pecho y mi brazo y se rio un poco conmigo. Su mano estaba embadurnada de mi leche y seguía sobando mi pene. Hizo mis piernas aun lado y se levantó – espere ahí quietico – me dijo, fue al baño y trajo papel higiénico venía limpiando sus manos y luego se arrodillo al lado del sofá y comenzó a limpiarme. Al limpiar el chorro sobre mi pecho y brazo comentó – ¡que potencia! Tiene que cuidarse cuándo lo haga porque con un chorro así, preña a cualquier mujer. – ¿Por qué? pregunté un poco aturdido aun por la eyaculación. – Porque así el semen entraría muy profundo en la vagina y entonces puede ser más efectivo. Con mirada de seriedad pedagógica continuo mientras me limpiaba los testículos. – Por eso tiene que usar condón o si no, tiene que venirse afuera de la mujer, pero eso es muy peligroso porque puede salirle semen antes y preñarla también. Hay días en que las mujeres estamos más fértiles que en otros, por ejemplo, a mitad del periodo, allí tiene que tener más cuidado o si la mujer toma pastillas anticonceptivas no hay problema. Allí si se puede venir adentro. Acarició mi pecho y me dijo, - cuándo ya tenga novia me pregunta que yo le explico, pero me tiene que prometer que esto es solo entre nosotros, como amiguitos… ¿si me lo promete? – yo asentí con la cabeza. – Si gracias. – ¿Le gustó? Me preguntó. Si, respondí –mucho. Ella sonrió y me acarició la mejilla. – A mí también, bueno, ya aprendió donde lavarse bien ese pene tan bonito que tiene y cuando quiera saber algo, me pregunta, me puso de pie y me subió los pantalones. – Pero júreme que esto es solo entre nosotros- Si tía, se lo juro respondí. Medio un beso en la mejilla y me dijo – bueno quiero que sepa que yo lo quiero mucho y por eso quiero que se cuide. Yo le puedo explicar porque hay cosas que tiene que aprender para que no tenga problemas o sustos. Por ejemplo, tiene que aprender a usar el condón y a ponérselo bien para que no se salga o se rompa. Pero eso será después y ya cuándo cumpla los 18 o si consigue novia antes. Yo afirmaba con la cabeza mientras ella me acomodaba la camisa. – Pero no vaya a hacer disparates, me pregunta primero, si quiere consiga un condón y yo le enseño a ponérselo, otro día, es que yo no tengo y me da pena ir a comprar, ja, ja.
Me despedí de mi tía y me fui pensando en la idea de conseguir un condón para tener nuevamente la oportunidad de estar con ella. Lago se me ocurriría.