Mi tía es mi maestra sexual. Primera parte

Mi tía acompaño los primeros años de mi vida sexual y me enseño con esmero y dedicación las artes del amor y la sexualidad.

Mi tía es mi maestra sexual. Primera parte

Tenía 15 años, en las vacaciones de verano solíamos ir a un rio cercano a bañarnos. Había un chorro de agua natural, mi tía Noly nos visitaba y le gustaba ir con nosotros, mi mamá y las otras tías la rio junto con mis primos. Mientras nosotros nadábamos y jugábamos en el río, ellas se bañaban en el chorro y lavaban su ropa. Mi tía Noly tenía 45 años y era como unos 8 años mayor que mi mamá pero era delgada y tenía un cuerpo agradable. Siempre usaba el pelo corto o máximo a los hombros. Me gustó un día que mi mamaá le presto unos pantalones que le quedaban apretados por que se le notaban sus nalgas bien redonditas.

Ese día mi mamá se vino a nadar con nosotros al río y mi tía quedó en el chorro con otra tía. Mi mamá me dijo que la llamara. Fui a buscarla y cuando llegue estaba debajo del chorro del agua, tenía puesta una bata de pijama y con el agua se le notaban sus calzones pues estaba de espaldas. Me quedé viéndola y cuando dio la vuelta pude ver fugazmente la silueta de sus tetas bajo la tela transparente. Ella me sonrió y se cubrió con las manos. Un poco apenado le dije que mi mamá la mandaba a llamar. Desde ese día comencé a sentir fantasías con ella. Era mi primera imagen de una mujer casi desnuda en vivo.

Meses después volvió a la casa, una noche nos quedamos los dos solos viendo televisión y como hacia frio por la lluvia, ella se hizo a mi lado y nos cubrimos con una cobija. En un momento tomó mis manos excusándose por el frio. Las dejo sobre mí y luego sin soltármelas, las apoyó sobre sus piernas. En un breve momento las soltó justo sobre su entre pierna mientras acomodaba las cobijas pero luego las tomo nuevamente. Desde ese día, cada que podía se acercaba a mí y me abrazaba. Un día me abrazó fuerte desde atrás y sentí como presionaba sus tetas sobre mi espalda.

Por razones económicas ella y su esposo vendieron su casa en el pueblo y viajaron a la ciudad, unos dos años después su esposo la dejaría. Por aquel entonces, mi tía tenía unos 48 años y yo unos 14. Viajé un día con mi mamá a visitarla a la ciudad y me quedé con ella mientras mi mamá asistía a una cita médica. Como mi tía confeccionaba ropa, mi mamá le había pedido que me hiciera una camisa. Mientras me tomaba las medidas, noté que aprovechaba para sobarme los brazos y la espalda. En un momento dejó su mano sobre mi estómago. Mientras ella cocía en su máquina yo veía televisión en un sofá a su lado.  En un momento la mire mientras arreglaba un hilo sentada, pero buscando algo detrás de ella. Al hacerlo, levantaba sus rodillas y pude ver en dos ocasiones el triangulito blanco de sus calzones bajo su falda. Ese día fantasee con ella toda la noche.

Unos meses después, su esposo la abandonó, ella quedó sola y la acompañaba solo una muchacha que le ayudaba en la casa. Sus tres hijos ya habían viajado a estudiar y se habían casado en otras ciudades. Al poco tiempo cambió de casa. Un día que fuimos a visitarla también con mi mamá, salí a jugar al parque. Al regresar vi una escena que me dejó sorprendido. Mi mamá había entrado al baño a tomar una ducha, al parecer no sabía que yo había llegado y salió secándose con la toalla su estómago y con las tetas al aire. Eran unas tetas pequeñas pero firmes, un poco caídas pero con pezones oscuros y pequeños. Afortunadamente mi mamá no se dio cuenta de mi presencia y pasó derecho a su cuarto. Pero mi tía Noly si vio toda la escena. Me miró sonriendo y me hizo señas de silencio con su dedo sobre los labios. Luego se acercó y me dijo al oído. - tranquilo que yo no le voy a decir a tu mamá que le viste las tetas.

Al año siguiente, fui nuevamente a su nueva casa. Nuevamente vi fugazmente sus calzones y en la noche me masturbé y en un descuido, manché una cobija. Minutos después mi tía entró al cuarto. Ahora creo que me estaba escuchando desde afuera. Se sentó al borde de la cama a preguntarme si necesitaba otra cobija. Al mover la mano toco la mancha de mi semen. Se frotó los dedos y los olió un poco.  Me miro sonriendo y me acarició la cabeza. – ¡ay caray! ¿Ya estas creciendo no? Solo pude sonreír nerviosamente agachando la cabeza. – Tranquilo que yo también lo hago a veces – me dijo bajando la mirada hacia el bulto que hacía mi pene ya fláccido bajo la cobija. Se rio un poco, me miró como queriendo decir algo más, pero se levantó y salió del cuarto.

Continuará