Mi tía Dorita

Mi tía Dorita, como consigue excitarme en medio de una comida familiar.

Mi tía Dorita.

(Relato basado en una Fantasía, basado en hechos y personas irreales)

Era Domingo y como todos los Domingos desde que tengo uso de razón, tocaba comida familiar en cada de los abuelos, cosa que con 12 años te divierte, pero ya con 19, como que te resulta harto pesado.

Tenía que prepararme para contestarles a todas y cada una de mis tías, que no, que aún no tenía novia, desconozco como se las arreglan, pero después del saludo inicial, del "cuanto has crecido" siempre e irremediablemente iba la fatídica pregunta: "ya tienes novia?".

De todas las hermanas de mi madre, mi tía Dora, era la mayor, demasiado quizás para mi y realmente nunca la había visto como mujer, para mi era la tía que nos complacía, que nos compraba chucherías, nos mimaba y la edad ya comenzaba a hacer mella en ella, con la aparición de las primeras manchas en sus manos, arrugas, pese a ello, a sus 56 años, su silueta enfundada en un traje ejecutivo de señora, medias y tacos altos, aún hacía que los hombres tornaran la mirada hacia ella.

Durante la comida, mi asiento y de forma casual, mi asiento quedó enfrente del de la tía Dora, cosa que me agradó, claro que no contaba con que a mi lado estuvieran mis abuelos franqueando la parte derecha y mis agobiantes primos gemelos de 11 años, que se la pasaban jugando con la comida, alborotando, lo que suscitaba las reprimenda de sus padres, que advertidos por el comportamiento de los niños, huyeron hacia el extremo mas alejado de la mesa.

-Alex, Damián, estesen quietoooooooooooos!!! Se oía cada dos minutos en medio de la comida.

Entre el ruido de las conversaciones, las risas, los niños incordiando y sin saber muy bien ni como empezó, lo cierto es que en medio de la conversación me excité, reconozco que no es el lugar más erótico posible, pero así fue, motivado por la visión que tenía enfrente, tía Dora, pese a ser Domingo, había ido a la Oficina, así que estaba bien arreglada, con sus uñas largas, su traje que despertaba en mi el lado fetichista. No podía levantar mi mirada de ella, y ella lo notaba, así que haciéndose dueña de la situación, comenzó a lanzarme miradas pícaras, jugando disimuladamente con su lengua y el tenedor, al tiempo que me sobresalté, al sentir el roce de su pie descalzo, enfundado en su media negra, que se deleitaba en frotarse una y otra vez.

Comencé a sudar, por el nerviosismo dela situación, estaba entre aterrado y sumamente excitado,

-Roberto!!!!

-Qué? Contesté sobresaltado,

-No has comido nada, no te gusta acaso la comida? – infirió mi abuela,

Casi me infarto! Pensaba que habían descubierto algo!, mi tía sonreía burlonamente y continuaba, intentando atrapar entre los dedos de su pie, la punta de mi bulto, para abandonarla posteriormente y hacer presión sobre mis testículos.

Yo no podía más, tenía ganas de aferrarme a su pe para que continuara, mientras que hacía verdaderos esfuerzos por controlar mis reacciones, intentando tragar, entonces me sobrevinieron ganas de correrme, por lo que sin saber muy bien como, me levante, pedí excusas y me fue al servicio, en donde aún sin cerrar la puerta, ya me estaba desabrochando el pantalón.

Para entonces, y dada lo fortuito al parar tan maravillosa masturbación, mi pene había comenzado a mostrar síntomas de flacidez, recordando la imagen de mi tía Dora, así que comencé a masturbarme cuando de repente hace aparición mi abuela, entonces fue cuando me percaté de que no había cerrado la puerta.

Ahí si que se me bajó todo el libido posible, porque no sabía como reaccionar, que hacer, asustado y con mi verga en la mano, en media bajada y con la cabezota de mi polla al aire,

-Pero que haces condenado!!! No tienes vergüenza! Estas en casa de tus abuelos!!! Como se enteren tus padres!!!

-No por favor, abuela, vera...

-Verá? Ni nada! -mi abuela se acercó a mí, regañándome y soltándome una fuerte bofetada a la punta de mi verga con sus dedos, que me dejó dolorido y excitado a la vez.

Estaba tan nervioso que ni oí lo que dijo, me empujó, cayendo sobre la tapa del inodoro y siendo ella quien agarrara mi verga, sacudiéndola fuertemente, para posteriormente engullir en su boca y comenzar una chaqueta con su boca, sus lengua. No era una experta, pero succionaba tan fuertemente que casi me hacía levantar todo el cuerpo, para luego bajar, ensalivando bien todo el cuerpo de mi polla, yo no sabía que hacer, aquella situación no era correcta, pero me estaba dando el mayor placer de mi vida, no en sí por las dotes de mamadora de mi abuela, sino por el desenlace de la situación,... hasta que no pude más...

-ahhhhhhhhh, me corroooooooooooooooooo

Entonces mi abuela, lejos de sacársela, succionó fuertemente, tan fuertemente que mi semen salía poco a poco, lo que me hizo alargar la corrida, mientras ella tragaba lentamente, apretando entre sus labios el cuerpo de mi verga..

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