Mi tía, compañera de piso ocasional

Mujer imponente, prima segunda de mi padre, casada. Se colocó en mi casa sin consultarlo antes conmigo, por haber tenido una pelea matrimonial.

Llego a mi casa después de un arduo día de trabajo y sin haberlo acabado, pues me he tenido que traer trabajo a casa. En el camino he ido a llamar por móvil y me he dado cuenta que me he quedado sin batería, como no se cuando me quede sin ella, lo mismo tengo llamadas importantes. Lo primero que hago al llegar a casa es poner a cargar el móvil, luego ponerme cómodo y lo siguiente que voy a hacer es prepararme algo de cenar. Cambiándome de ropa llaman a la puerta, pienso que es un vecino porque es la puerta de la vivienda. Ni miro por la mirilla, abro directamente y me encuentro con Inés, prima segunda de mi padre, que hay que llamarla tía desde siempre. Me quedo mirándola sobre todo porque viene acompañada de dos maletones. Casi me arrolla y entra en el piso diciéndome —No esperas que meta yo las maletas con esos fornidos brazos que tienes, venga mételas— no me queda más que cogerlas y dejarlas en la entrada. Me dice sin más que se quedará el tiempo que haga falta en mi casa que se ha cabreado con Rodolfo su marido.

Le digo que ahora continuamos hablando que necesito ir al baño. Me meto en el baño de mi habitación después de cerrar bien las puertas y llamo a mis padres, les voy a explicar la situación y me dicen que no me preocupe, que ya se le pasara, que la atienda como es debido y que tenga paciencia, que ya se cómo es mi tía. Poco me han solucionado, como no quiero ningún contratiempo llamo a mi tío para decirle que Inés estaba en mi casa. Esperaba que se acercara para arreglar lo que les hubiera pasado y muy reposado me dice que ya se cansara. Que huevos tenían todos, me dejaban el muerto a mí, con el carácter que tenía Inés. No era de las personas que tienen pelos en la lengua, decía lo que pensaba y le daba igual hablar de cualquier tema, ya fuera de política, de familia, de vecinos, de sexo y cuando estaba en confianza hablaba con tacos y no había quien la cortara. Me gustaba más su forma de ser que la de su marido y siempre me gustó en todos los sentidos.

Porque Inés de 1.67 melena rojiza, era delgada y de buen culo, tetas medianas y en bikini se la levanta a un muerto y no se le notaban los embarazos que tuvo siendo bien joven, que ahora contaba con 44 años. Trabajaba en una asesoría y casi siempre desde su casa y eso ya antes de la pandemia. Su vida hasta no hace mucho era su casa, su trabajo y su gimnasio, se cuida muchísimo. Rodolfo es un tío de 1.90 por lo menos, de 49 años y es lo que se dice un mazas, tiene mucho más musculo que lo que tengo yo. Parece un militar americano por su corte de pelo a cepillo, por su porte y su estilo, muy serio y duro de siempre con sus hijos.

Sospecho que tanto él cómo su hijo se meten algo para estar físicamente así. Porque me machaco en el gym muchas horas y ellos que van poco están como están. La conclusión es clara y hoy me lo confirmaría mi tía. Me relajo la respiración y voy dispuesto a saber no lo que ha ocurrido, si no a saber sus intenciones y tratar de saber cuánto va a estar en mi casa. Sé que lo voy a saber rápido porque ella como he dicho es muy clara, en sus manera de preguntar y de contestar. Es una mujer dura y segura o eso parecía. Lo que sí era sin lugar a dudas una mujer con mucha determinación y personalidad. Salgo  de mi habitación. Voy decidido al salón y no está. la oigo en una habitación y sus maletas ya no están. Se ha instalado ya. Sale vestida de una manera cómoda y nada especial, lo único que va sin sujetador y se le marcan las tetas y sus movimientos. Me pregunta que me gusta pedir para cenar y me suelta el nombre de muchos tipos de comidas, me dice que invita ella y al final pedimos un mexicano y mientras inicié la conversación, primero de forma suave y sabía que no me hacía falta más, porque Inés cuando está cabreada no tiene filtros.

Mira que sois cabezones el tío y tú. Últimamente siempre estáis de pelotera.

Qué pelotero ni que historias, tu tío que ha hecho que todo sea un imposible.

Tía eso es cuestión de sentarse y hablar de lo que os pase, que no lo hacéis y la pelota se va haciendo mas grande.

Y que te crees que he hecho, sentarme a hablar con él y ha sido peor, porque no quiere reconocer nada cuando es más que evidente. Quieres saberlo y así puedes valorar mejor lo que nos pasa?

No Inés, que no me quiero entrometer.

No es entrometerte, te lo voy a contar.

Tu tío ya lleva un montón poniéndose hasta el culo de esteroides, anabolizantes o lo que sea, todo para estar más musculado que nadie sin necesidad de hacer mucho ejercicio, más o menos como tu primo también.

Estás segura de lo que dices?

Pues claro que estoy segura, que le he visto pincharse y beber algo que no se tampoco lo que es.

Hasta José [familiar medico] le lleva diciendo mucho tiempo que le va a afectar a su salud, pero ni puto caso, es más listo que nadie.

Tranquila que seguro que cuando vea que le surge algún problema se pondrá en mano de los médicos y lo dejará.

De eso nada. Se ha vuelto más gritón, tiene cambios de humor, se siente frustrado por nada, salta por cualquier cosa. No es a todas horas pero es frecuente.

Pero contigo…?

No, que va, conmigo no se ha extralimitado ni tampoco ha habido amenazas y mucho menos me ha puesto la mano encima, que es lo único que le faltaba. No se lo toleraría. Que va, pero si ha habido consecuencias.

A que te refieres con consecuencias?

Pues la libido se le ha caído por los suelos, sus erecciones se han debilitado de una forma exagerada y cuando lo logra le duran menos y nunca acaba. Que no es que antes fuera un tarzán, pero nos apañábamos. [ante esa confesión no sabía por dónde tenía que seguir]

Esto se lo ha dicho a él?

Pues claro. De ahí ha venido todo, porque me ha venido a decir que soy una puta que nada más pienso en pollas. Que soy una calentona, que lo he sido toda la vida.

No se lo tengas en cuenta, lo mismo se ha herido su orgullo y ha sido un exabrupto.

De exabrupto nada, que me ha dicho que si no se le levanta es porque ya no soy atractiva y que me he vuelto un poco frígida, que no, que se ha pasado.

Ves cómo es un exabrupto, porque él sabe y porque está a la vista que estas físicamente muy bien y el resto seguro que lo ha dicho para que no siguieras con la conversación. Y tú qué le has dicho?

Que me iba de casa y que me iba a follar a todo el que se pusiera a tiro.

Jajajajajaja, que bruta que eres.

Sí sé que me he pasado pero ni con esas ha tratado de impedir que me fuera.

Cenamos y vimos un poco la tele. Le dije que me iba a dormir, que al día siguiente tenía que madrugar y la deje sola, me daba palo, porque la veía jodida, pero lo mismo le hacía falta estar sola. Como me dormí estando inquieto más tarde de las tres de la mañana abrí los ojos, estaba todo en silencio y no se veía ninguna luz, estoy recuperando el sueño de nuevo cuando oigo un sollozo muy ligero. Es ella que sigue despierta, en un principio estuve a punto de levantarme pero lo pensé mejor y deje que se desahogase sola. Al despertar ella estaba durmiendo, porque pase por la habitación y dormía a pierna suelta. Me marché dejándole una nota y un juego de llaves. Estuvimos varios días con una relación muy cordial y lo mejor era que cuando llegaba tenía una cena de lo más sana, porque Inés además era una cocinera formidable. Ya habían pasado varios días de nuestra conversación y no la oí mas llorar, es más la veía contenta. Quise saber cómo estaba, no quería hurgar en la herida pero no salió como pensaba.

Me alegro de verte de tan buen humor. Me alegra de que estés mejor.

Pues ves al oculista porque estás fatal de la vista.

Perdón.

No pidas perdón, lo que pasa es que sé que poco se puede hacer. Que esto no es de ayer o de hace dos días. Que esto viene pasando desde hace cinco años largos. Que no pasa de golpe, al principio no se nota y al final ves que no se le pone dura. Lo primero que piensas es que se está acostando con otra.

Cuándo te diste cuenta de que no era eso?

Pues cuando nos íbamos de vacaciones. Que ese mes que estábamos las 24 horas juntos, tampoco se le subía y si lo hacía duraba un estornudo y encima parecía más pequeña. Un desastre. Que he vuelto a ser virgen, jajajajajaja.

Jajajajajaja, que exagerada que eres tía.

Exagerada? Como te equivocas, que poco sabes de la vida, eres muy joven y no olvides que no hay que tomar cosas raras para estar físicamente bien, que ya sé que lo tuyo es de forma natural. Si hasta en tu alimentación te cuidas y no como el, que come como si se fuera a acabar el mundo.

En cuanto pude di un cambio radical a la conversación y ella me siguio, menos mal, porque ya no quería seguir hablando de lo mismo. No por mí, por ella que sé que se sentiría mal. Me marchaba a la cama cuando me dice —Hoy quiero que vengas pronto, porque nos vamos de cena de celebración— me pongo a pensar de que puede ser la celebración y me sonríe —Hoy es mi santo y quiero invitarte a cenar, no te parece bien?— pues la verdad que no me parecía bien, porque era martes y en el trabajo íbamos de culo y había que levantarse temprano. No me quedo otra que aceptar y me iba a ir cuando me di cuenta de que no la había felicitado, me acerqué a ella y con dos besos la felicité. De camino a mi trabajo caí en la cuenta de que tenía que comprarle algún detalle como regalo.

La jornada se iba complicando por momentos y en vez de ir a comer, me acerque a un bar próximo, me tome un par de pinchos y me fui a comprar un regalo. Estuve dando vueltas y no veía nada que me convenciera, pero tampoco sabía que es lo que buscaba. De todo lo que vi y me enseñaron, me decantaba o por un colgante que me gustó nada más verlo o por un reloj inteligente. Al final me decante por el colgante, que era un árbol de la vida. Ya estaba esa parte solucionada lo siguiente a solucionar, era reducir lo más posible una reunión que tenía por la tarde. Me envía un wasap —A las 9 en punto estaré lista. A una mujer no se la hace esperar— y eran las ocho y no había visos de que a esa hora hubiese acabado. Por eso al final tuve que dar por acabada la reunión y posponer lo que nos quedaba para la mañana siguiente y llegué con cinco minutos de antelación.

Al abrir la puerta estaba Inés con un sonrisa irresistible y vestida para romper mas de un cuello. Vestido negro con un escote infinito y le llegaba hasta mitad del muslo. Soy sincero si no fuese mi tía, que en realidad no lo era, porque era prima segunda de mi padre, y si fuera una madura que acabara de conocer ya estaría intentando llevármela a mi terreno. No quería que fuera conduciendo, porque decía que íbamos a beber. No quiso que llamara para que nos vinieran a recoger, quería andar un poco. Se agarro a mi brazo y fuimos caminando hasta que vimos un taxi libre y me dijo que lo cogiera. Al subir al taxi, el vestido se le levantó un poco y además de ver sus bonitos muslos, se pudo ver que llevaba medias y eso me pone cachondo no, lo siguiente.

El vino corrió bien durante la cena sin llegar de momento a afectarnos y finalizando la cena le entregue el regalo. Le gustó mucho, salvo que fuera muy buen actriz, me hizo colocárselo y le caía justo entre sus dos tetas, no podía caer mejor, era cuestión de abrocharlo más ajustado y dijo que luego. —No te tenías que haber molestado y tampoco gastarte tanto dinero. Este detalle tu tío no lo tendría nunca— y ya creía que nos íbamos para casa cuando dijo de ir a tomar una copa a algún sitio y fuimos a uno que ella había visto por internet. Me quede sorprendido del lugar y ella también, porque estaba bien, con mucha oscuridad y de entrada me parecía por el tipo de música y el ambiente, que estaba más indicado para parejas. La música eran boleros preferentemente. En la segunda copa ya estábamos más efusivos en el hablar. Salimos a bailar y pasó algo inesperado.

No pude controlar mi rabo al tenerla tan cerca. Cuando se empalmo del todo, ella con mucho tacto se separó un poco de mí y seguimos bailando. Lo agradecí enormemente porque parecía que me relajaba. Aunque fue solo imaginaciones mías, porque en el momento que se acercó de nuevo, mi rabo se puso con más fuerza. Inés no se apartó y es mas, se rozaba con más ganas. Su respiración se podía escuchar aunque lo disimulaba. Al sentarnos su cara era de sonrojo y parecía que nos habíamos quedado mudos. Supuse que nos pasaba lo mismo, los dos estábamos cachondos. Para que no fuera a mas le propuse irnos a casa, con la excusa de que temprano tenía una reunión. Se bebió el medio vaso que le quedaba de bebida de un solo trago y nos fuimos. En el taxi no hablábamos y yo iba pensando en el trabajo para que se me quitaran de la cabeza ideas poco aconsejables.

Subimos en el ascensor y solo nos dijimos, ella —Ha sido una celebración de santo muy bonito, el mejor— yo —Pues me alegro de que te haya gustado— abro la puerta y le cedo el paso. Ella enciende la luz de la entrada, dejo las llaves en el sitio de siempre y ella está de espaldas a mí, dejando el bolso. Esta levemente agachada, lo justo para dejar su culo en una posición “peligrosa” y pudieron mas los instintos. Me puse detrás de ella, pegue mi rabo a su culo. No protesto, es mas, pego su culo contra mi rabo. Debió de recuperar la cordura, porque se giró me acaricio la cara diciéndome —Bebe, no puede ser— y fue cuando la morree y ella respondió con una efusividad tremenda. Deja de besarme y me dice que no puede ser y se da la vuelta para irse a su habitación.

No dejo que se vaya, la pongo de cara a la pared y ahora foto mi rabo con más fuerza contra su culo. Se le escapan algunos gemidos y algunas protestas. Levanto su vestido, acaricio su cuerpo y sus bragas están muy húmedas, las aparto y mis dedos descubren lo que ella ha tratado de impedir que descubra, sujetando mi mano. —Menuda zorra que estas echa Inesita, estas cachonda como una perra— se mueve al sentir mis dedos en su coño, no se mueve para escapar, se mueve por el gusto que está recibiendo y con voz vulnerable me dice —Para no sigas y a mi háblame con respeto— de varios tirones rompo sus bragas ante sus protestas. Me abro el pantalón y coloco mi rabo entre las cachas del culo. Después se la pongo entre las piernas, sus protestas son cada vez menos convincentes.

Con un solo movimiento de cadera el robo entra dentro de su coño. Se siente  apretada o que lleva mucho sin follar. En mis empotraciones queda pegada contra la pared, le doy tan fuerte que la levanto del suelo, grita y gime. Sus manos ya no me impiden nada, las tiene sobre la pared y es como si quisiera agarrarse a ella. Muerdo su hombro, lo chupo con rabia, con deseo y no paro de follarla hasta que se descompone con una corrida inmensa. Ahora me agarra de la mano y me lleva hacia su habitación, pero la corrijo y la llevo a la mía, que tengo una cama mas grande y más cómoda. Me empuja sobre la cama, me desnuda con torpeza pero rápida y mira mi rabo y me dice —esto sí que es un buen ejemplar y no la porquería que tiene tu tío— tocaba con deseo mi rabo y me hacia una mamada inmensa. Me pongo de bajo de ella y me pongo a comerme su coño, deja de comerme el rabo y con la voz lastimosa —necesito que me la metas otra vez, no aguantó mas— y se quiere montar sobre mi rabo. Le digo que se colocó como la puta que es a cuatro patas.

Me mira como con enfado, algo que hace de forma fingida para decirme —no me gusta que me digas esas cosas no soy ninguna puta— y azoto su culo con vehemencia, se queja poco y le digo —desde hoy eres mi puta y como mi puta que eres me vas a pedir que te folle como te estoy diciendo— se trata de revelar y al final de lo cachonda que esta me dice —vale, fóllate a tu puta, sí, soy tu puta, pero llámame tía no Inés— le pregunto si me puedo correr en ella y me dice que sin ningún problema, que lo haga dentro, que lo desea. Metí un dedo en su culo y aquí sí que protesto, porque me decía que nunca lo había hecho por ahí y en ese momento se me antojo correrme dentro de su culo y no se dejó. Mientras la follaba —sí que es un tonto de los cojones Rodolfo, un culo como el tuyo todavía virgen, como me pone eso, te lo pienso romper yo— decía que no y se le notaba mas cachonda oyéndome, se corrió dos veces seguidas, con un espacio mínimo. Estuvimos follando hasta las seis y media de la mañana cuando sonó la alarma. La dejé reposando, me duché, desayuné y me marché.

En mi reunión, continuación de la del día anterior, no me quitaba de la mente a mi tía. A las doce me llama mi tío. —Como va todo? Porque tu tía sigue muy rara y hoy mas, está muy borde— y le contesto que estoy ocupado en el trabajo, que no me meto en sus asuntos y que se arreglen entre ellos, que a mí no me metan. Mientras hablaba con él, oía señales de que me llegaban mensajes. Era Inés —voy a hacer mis maletas y me marcho, lo de ayer no debió de pasar y mejor me voy al pueblo, gracias por ser tan bueno, lamento haberte confundido— la llamo por teléfono y solo le digo una cosa —tú te vas a esperar a que llegue, luego te podrás ir, pero te esperas y no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, porque si no tendría que ir al pueblo a hablar contigo y no me molestes mas que estoy trabajando— después de decirle eso y cuando ella empezaba a hablar, corte la llamada. Me llama y corto sin atenderla, hasta dos veces.

Si se esperaba me follaría su culo seguro, cerca de las dos me manda un wasap, —me gustaría saber a la hora que vas a venir, porque tengo que hacer mis cálculos y para estar lista para irme— le contesto todo en mayúsculas, —LLEGARE CUANDO LLEGUE Y LO ÚNICO QUE TE TIENES QUE PREPARAR ES CON LA ROPA MAS PROVOCATIVA QUE TENGAS Y QUE ME PONGA MAS CACHONDO A MI— veo que está escribiendo y que se para así varias veces, hasta que al final no manda nada. Acabe de trabajar a las nueve de la noche pasadas. Voy para mi casa y lo primero que me fijo es que hay luces en mi casa, eso ya me empieza a gustar. Al entrar en mi casa ella esta vestida normal, nada de cómo le había dicho. De todas maneras ha sido verla y ponerme empalmado. No me deja cambiarme, quiere que me siente y hablar, se pone en otro sitio, no quiere sentarse junto a mí.

Lo de anoche paso y no tenía que haber pasado. Fue culpa del alcohol que consumimos que nos nublo e hicimos tonterías. Ahora lo que tenemos que hacer es olvidarlo y no hablar más de ello y por supuesto no contárselo a nadie. Seguro que tú opinas igual y estarás de acuerdo conmigo.[se convence a ella misma y trata de convencerme a mi]

Te equivocas Inés. Lo que paso no es culpa del alcohol, es culpa de tus ganas y las mías por follar. Somos cachondos por naturaleza. Fíjate como me tienes ahora mismo[le muestro el bulto de mi pantalón, que evidencia el empalme que tengo]

Puedes cortarte un poco y puedes hacerme las cosas más fáciles.

Me acerqué a ella, quedándome de pie delante de ella y agarre su mano poniéndola sobre el bulto. Se la solté y ella no quito la mano acariciaba libremente. Hice que se levantara y nos besábamos desenfrenadamente. En el salón acabamos desnudándonos y desnudos nos fuimos a la habitación. Me hizo sentarme en una silla y ella se sentó encima, follábamos sin excusas, deseándolo y en esta posición nos sentíamos mejor los dos, me comía sus ricas tetas y me gustaba tener sus duros pezones en mi boca. Nos corrimos juntos y seguimos follando no quisimos descansar y me follaba su culo con dos dedos y aunque protestaba cuanto más se los metía, no me hacía sacárselos. Esa noche me iba a follar su culo. Por eso dejamos de follar saque un lubricante y la hice apoyarse en la cama, agacharse un poco y le metía mis dedos dentro de su culo, quería lubricarla bien.

En ese momento sonó mi móvil, era una llamada que esperaba de Madrid y tenía que atenderla sí o sí. La cara de Inés mostro alivio, porque lo del culo estaba claro que le daba apuro. Me dice en voz baja que va a preparar algo de comer. La llamada era muy importante y nos cambiamos datos, lo que hizo que me distrajese un poco. Al terminar fui en su busca, me daba igual la cena y veo que no está. Ha dejado una nota diciendo que se iba. Llamo a su móvil y lo tiene apagado. Llamo a mi madre al pueblo y le cuento que me parece que la tía iba hacia allí y mi madre me lo confirma, que la había llamado a las seis para decírselo. Ni me sorprendió, ni me enfado y la llegaba a entender, porque conocía su forma de ser y de pensar. Lo sucedido rompía todo lo que ella siempre había dicho y pensado.

El sábado por la tarde después de comer fui a una gran superficie y estaba en la sección de electrónica cuando veo a una mujer que conocí en Vera, me acerque y nos dimos dos besos muy calientes pero guardando las formas. Con ella y su marido hice cierta amistad por llamarlo de laguna manera. Ojo, que no follamos ni nada de eso y no porque yo no quisiera. Tuve la impresión de que ellos también querían, pero iban acompañados por toda la familia, tres generaciones, imposible de hacer nada y porque de la noche a la mañana me tuve que ir y suspender las vacaciones. No quise dejar pasar la oportunidad y la invite a tomar un café, acepto y nos fuimos. Mi intención era hacer una exploración de saber qué posibilidades había con ella. Regina sobre unos 45-48 años. Rubia y pelo largo. 1,67-1,70 y ojos claros, unas tetas grandes, delgada y un culo bien colocado. De cara ni guapa ni fea, simplemente atractiva y para que andarme con tonterías, cara de puta que es lo que más me atrajo de ella y “autoritaria” por lo menos con su marido, que hasta su padre en el verano le daban ataques de tos, por algunas pasadas de ella con su marido.

El marido Lorenzo se le veía buen tío, algo apocado pero simpático. De buena estampa, porque era de mi estatura y estaba bien tonificado. Los dos eran deportistas eso se veía a simple vista mirando sus piernas y sus brazos. Al decir que apocado me refiero que delante de sus suegros no solía decir nada, porque algún día que coincidimos sin los suegros el demostraba que no lo era tanto. Empezó ella la conversación. Lo que me llamo la atención de su físico, fue un día que fuimos solos a la playa y nos quedamos desnudos, que apenas tenía rabo. No me hubiera importado que ella hubiera estado, pero nunca iban a la zona nudista, por los padres.

Un día desapareciste, que te paso?

Cosas urgentes del trabajo y como no nos dimos los móviles, pues no puede hablar con vosotros. Una pena porque nos faltó conocernos más.

Si nos hubiera gustado conocernos más los tres.[Yo se lo había dicho con segundas y su mirada me decía que ella también iba con segundas]

Pues será cuestión de retomarlo. No crees?

Me parece fantástico. Por mi esta noche. Te viene bien?

No consultas con tu marido.

Vamos a ver si me entiendes y si no me entiendes me lo dices. Quien manda en estos asuntos soy yo, mi marido se limita a complacerme.

Te ha complacido muchas veces?

Lo hemos intentado pero no satisfactoriamente.

Y eso?

Porque los hombres ante ciertas proposiciones os asustáis.

Que proposiciones por ejemplo?

Jajajajaja, pues la de que una mujer obtenga el placer y el marido se lo de, siendo muy obediente y no poniendo ningún impedimento. Me entiendes?[miraba con más intensidad esperando mi respuesta]

Si me equivoco me lo dices. Me gusta esa manera que tenéis de vivir, solo le encuentro una pequeña pega y es que donde voy, soy el que manda y hago lo que quiero. Tu marido que limite tiene?

No lo sé, pero es muy obediente y está abierto a lo que sea, mientras a mí me haga feliz y si lo que preguntas es si le gusta que le humillen, en la cama le gusta mucho y a mí que lo hagan también.

Nos intercambiamos móviles y me dio la dirección de su casa quedamos que iría a las diez de la noche, porque ella llegaría sobre las ocho y para que le diera tiempo. En la despedida se repitieron los dos beso, en el segundo me quede pegado a su cara y le dije —os quiero vestidos a los dos como putitas— se alejó con una gran sonrisa y la mirada llena de excitación. Un par de horas antes de salir de mi casa comí algo por si no daba tiempo a cenar, porque nunca se sabe lo que puede suceder. Hice mis cálculos de lo que tardaría en llegar a su casa y lo calculé mal, llegué con algunos minutos de retraso. Quien me abre la puerta es Lorenzo, que va con una bata larga de seda y zapatillas.

Me saluda con bastante efusión y me hace pasar al salón, donde no está Regina, que era a quien esperaba ver. El salón es enorme y no se ve nada preparado para cenar y me alegro entonces de haber tomado algo en mi casa. Lorenzo me dice que Regina saldrá ahora y el con mucho tacto me cuenta que en realidad son bastante principiantes en lo que él dice “eso” y tiene cara de resignación. Cuando le digo que me explique qué quiere decir, —que entre nosotros solos si lo hacemos y nos entendemos bien, que metiendo a otra persona no, porque han salido asustados al no entendernos y no sabemos hasta dónde podríamos llegar, no sé si me entiendes— le entendía perfectamente aunque me hacía que no le entendía bien.

Regina entra en el salón, lleva puesto un conjunto de color negro, bata corta trasparente y ropa interior del mismo color y con una fusta. Todo de  lencería. Se acerca a mí y nos besamos directamente, me fascina ver cómo se puede mover llevando esos zapatos con esos tacones tan finos, que hacen que se la vea mejor. Lleva también unas medias con liguero. Acaricio su culo, ese que en el verano me entraron ganas de tocar. Mira a su marido y le dice, —cerdo que haces con la bata, quítatela ahora mismo— y lorenzo se la quita pidiéndole perdón a su mujer y se queda con un corpiño y unas bragas de color rojo. Ella se acerca y con “desprecio” toca su pequeño rabo diciéndome —has visto la ridiculez que tiene? Con esto no hay nada que hacer— y luego le das suavemente con la fusta en su rabo. Lorenzo se empalma y una vez empalmado, tampoco es tan pequeño el rabo, diría que está en un tamaño medio. Regina cuando lo ve empalmado, no se anda con tonterías y le da fuerte con la fusta, porque le dice que no tiene que empalmarse ni tocarse sin su permiso.

No tengo ni idea cuáles son sus límites, tengo que ir descubriéndolos, pero contra mas cachondos estén menos limites tendrán. A pesar de la buena predisposición por parte de ellos se les nota nerviosos. Me pongo detrás de ella, la abrazo, la acaricio todo delante de su marido. Eso la va relajando y aumenta su calentura. Con mi mano izquierda sobo sus tetas y con la derecha toco su coño y con mi boca lamo su cuello. Mis dedos están mojados de su coño que está inundado lo saco y se los pongo a su marido delante para que se agache y se los coma. Se pone a cuatro patas y se mete mis dedos en la boca lamiéndolos. Regina al ver eso pega su culo fuertemente contra mi rabo, estira su brazo, me sujeta la cabeza y gira la suya para morrearnos y me dice —que bien nos vamos a entender— y pasa una mano hacia atrás y me toca el rabo, —cacorro ya verás lo que estoy tocando, es flipante—

Le quito la fusta con la que había golpeado a su marido y la azoto a ella, no se queja todo lo contrario —aprende este si es un macho, mira que cuerpo que tiene, como me sabe tratar y ya verás lo que esconde— sabía que lo mismo era precipitarme, pero cuando ella quiso desnudarme y en señar mi rabo como si fuera un trofeo, para después comérselo en plan glotona y enseñándole a su marido como lo hacía, le dije a el —vamos perrita ven a ayudar a la puta de tu mujer— se acercó temeroso y no hacía nada, a regina se le ponía más cara de puta y le dijo —venga cógelo sin miedo— Lorenzo agarro mi rabo con seguridad y se lo ponía a su mujer cerca de la boca y ella me comía el rabo y besaba a su marido, varias veces seguidas, al tener las dos manos libres se tocaba el coño al principio con cierta suavidad, eso cambió cuando le ordenó a Lorenzo que me coma el rabo.

Mira a su mujer y los dos ponen cara de sorpresa pero al final Lorenzo saca la lengua y me lame el capullo. Se va animando y ya se lo mete en la boca, lo que lleva a su mujer a hacerse una paja de forma más agresiva. El ver a su marido de esa forma la pone cachonda y no lo oculta. Se quita las bragas y se queda de pie tocándose sin ningún pudor, como tiene que ser. Se acerca a mí, se quita el sujetador y me acerca una de sus tetas a mi boca para que me la coma, grita de gusto. Hago que Lorenzo se aparte porque Regina me está pidiendo que la folle. Hago que se coloque apoyada en la mesa del salón y luego que su marido coloque mi rabo en su coño, es muy obediente y lo hace, lo que provoca una mayor excitación en su mujer, que se está viendo desbordada por lo sumiso que es su marido.

Una vez que empiezo a follarla, que lo hago con arremetidas lentas, Lorenzo se pone delante de ella para verla y ella que esta cachonda a rabiar —hoy sí que me has dado todo, además de cornudo, bujarrón y mamporrero, eres un marido ejemplar y luego te recompensare— fui aumentando mi ritmo y a su marido no le quedo otra que sujetar la mesa, porque según fui empotrándola a más velocidad, la mesa se movía. Se corrió y cambie de postura, me senté y la hice sentarse encima, para que su marido pudiera follarse el culo y hacerle una doble penetración. Al ver que Lorenzo no hacía nada le ordene que le diera por culo a su mujer y esta dijo que de eso nada, que nunca había permitido que la dieran por detrás y que no iba a empezar ahora. Pensé que esa podía ser la recompensa. Nos corrimos los dos y entonces ella se abrió de piernas para que su marido le comiese el coño.

Lorenzo estuvo un poco remiso y empezó a comerle el coño con mi corrida pero se veía que le daba apuro, como cuando me comió el rabo. Le paso lo mismo, empezó con apuro y al final se zampaba el coño como si llevara toda la vida sin comer. Él tenía un buen empalme y después de correrse ella, que lo hizo de una forma exagerada y singular le dijo a su marido que tenía todos los morros mojados —y ahora amor, sigue portándote como como el mejor cornudo, quédate aquí y yo me iré con nuestro macho a nuestra habitación, a nuestra cama y quien sabe lo mismo le doy mi culito—

Ya en la habitación seguimos follando, eso sí con la puerta abierta. A las cuatro de la mañana o por ahí, nos quedamos fritos. Nos despertamos los dos a la vez y no había rastro de Lorenzo. Ella se levantó, la escuche que despertaba a su marido y le decía —anda vístete ya y baja a comprar algo de bollería o unas porras, lo que sea que hemos tenido mucho desgaste no como tu— Regina trajo un café a la cama y mientras me lo tomaba Lorenzo se vestía y me preguntaba que quería que subiera para desayunar, le dije que me daba igual. Regina se estaba duchando y le decía que por mí tampoco era necesario que bajara, que me duchaba y me iba. Pero nada se vistió y se fue.

Al salir Regina de la ducha, se quitó la tolla y me decía —pues sí que me diste bien anoche, fíjate que marca— y la verdad que tenía como una raya muy fina de color rosado intenso, pero la verdad que me fijaba mas en su culo que en la raya. Me fui por ella y una broma aquí, otra allá, nos metíamos mano de nuevo como si fuera la primera vez. La tumbe boca abajo y era impresionante lo mojada que estaba de nuevo y de qué manera. No tarde en meterle el rabo y cuando estaba muy mojado y ella estaba cerca de correrse, saque mi rabo y se lo coloque en la entrada del culo. Se fue a mover para decir que no o algo similar, azote sus dos nalgas con vigor y luego coloque bien mi rabo y di un ligero puntazo, ella grito y no de placer. No continue pero no me retire. Poco a poco fui follándome ese culo virgen y se notaba muy bien que lo era. Ella ya no protestaba, participaba, porque me decía cuando parar y cuando continuar y lo decía muy cachonda. Después de un buen rato tenía mi rabo entero dentro de su culo y cuando se lo dije, me dijo —se siente raro, duele un poco, me siento llena y ahora no te pares—

No hice como cuando me la follaba por el coño, esta vez fui de forma más lenta, según veía que respondía ella. Ahora si gritaba con gemidos y ya me la estaba follando bien follada, oímos la puerta y Lorenzo tenía que oír a su mujer, porque era para oírla, pero él no apareció. Porque la puerta la veíamos y ni se asomó. Por eso Regina que sabía cómo hacerlo le invito de una manera especial —venga cornudo déjate de estar haciéndote una paja y ven a ver como nuestro macho me rompe el culo o mejor dicho que ya me lo ha roto— y conocía bien a su marido que se asomó con el rabo en la mano y puso ojos de alucinado viendo que era verdad que me follaba el culo de la puta de su mujer. Nos corrimos unos detrás de otros y ahora si me fui a la ducha y cuando salí me esperaban para desayunar. Había traído porras y croissants. A costa de las porras que eran lo que ellos comían les dije que se les daban bien y nos reímos y ella dijo —la verdad que si, Jajajajaja, lo que no sabía lo que a mi marido le gustaban Jajajajaja— el solo dijo que le íbamos a sonrojar y luego ella tuvo un diálogo conmigo de lo que habíamos hecho.

Y ahora qué piensas de nosotros? Pero sinceridad y así sacias mi curiosidad.

Si te digo la verdad no lo he pensado porque no hay nada que pensar. Lo que sí te puedo decir y para que no te queden u os queden dudas que lo he pasado de puta madre.

Si eso queda muy bien, pero ahora de verdad, no has pensado que vaya par de degenerados?

Imposible que piense eso, porque entonces yo sería otro degenerado y no lo soy. Os gusta follar, pasarlo bien y a mí me sucede lo mismo. No sois de los que se quedan mirando como pasa el tiempo.

Y de la pasividad de Lorenzo?

Que es un valiente. Se podía haber andado con rodeos y no ser el, no darte el placer que te ha dado haciendo lo que te ha puesto cachonda. Esperar a ver si volvíamos a estar juntos más veces y en una de esas veces hacer lo que ha hecho. Sin embargo ha querido pasarlo bien desde el minuto uno.

No me esperaba estas respuestas, porque además lo dices muy convencido. Sorprendes, se ve a pesar de ser más jóvenes que nosotros que no eres un niñato.

JAJAJAJAJAJA.

De que te ríes si se puede saber?

De lo de niñato, que no hace mucho alguien me acusaba de eso.

No nos preguntas como lo hemos pasado nosotros?

Si lo queréis decir lo diréis sin necesidad de preguntar.

Jajajajaja, pues para ser nuestra primera vez de forma plena ha estado de matrícula de honor, porque nos has entendido desde el principio y no te has acojonado. Que lo que nos hemos encontrado por ahí es que parece que sí, pero luego solo ven el follar y no que tratan con personas. Porque es un juego.

Mira nunca me entran las prisas por estar con nadie, prefiero dejar que todo madure y luego hacer lo que sea.

Es una pareja directa, como se debe de ser, sus miedos los aparcaron y Lorenzo es de los que de verdad buscan el deleite, la satisfacción de su mujer y como me dijo el al final de la conversación, cuando Regina le dijo que iba a ir, estaba nervioso porque no sabía si iba a responder bien y si lo iba a pasar mal, si se iba a sentir cómodo. Encima me dio las gracias por hacérselo tan fácil y por mis últimas palabras con su mujer. Me dijeron que por ellos repetirían, lo difícil era encontrar sitio porque no siempre su casa está libre y quede con ellos que la próxima vez en mi casa.