Mi tía Clara (2)

Sigue enseñándome y me propone sexo con hombres.

II parte

Yo seguía creciendo, y jugando con mi tía a sus juegos, a todos lo que ella proponía, que me encantaba. Muchas noches nuestras historias se alargaban tanto que al día siguiente andaba medio dormida al colegio y mi rendimiento comenzó a decaer. La tutora mandó llamar a mi tía y le dijo que yo estaba empezando a flaquear en los estudios y que me dormía en clase muchos días. Que estaba quizá en una pubertad anticipada y que vigilara mi sueño para que pudiera recuperarme. Se me veía ya muy mayorcita, decía ella, había pegado un buen estironcito y eso podía ser la causa de mi cansancio.

Cuando salimos a la calle mi tía empezó a reírse y me dijo que menuda pava era la tutora. Yo respiré porque pensé que me iba a reñir por haber sacado algunas malas notas, pero es que desde que jugábamos tanto mi tía y yo no estudiaba casi nunca porque siempre estaba pensando en ella y en lo que me había hecho o lo que me iba a hacer. Se lo dije y ella me sonrió con dulzura. Cuando llegó a casa me comió a besos, la boca y el cuello, y me desnudó enseguida. Me decía que yo era una potrilla fogosa y que mi porvenir estaba asegurado, que no temiera nada del colegio, que en los colegios no enseñaban nada útil. Yo reía con ella y abría mis piernas para que me tocara y me comiera y me besara entera. Muchas veces esos juegos me llevaban a un estado tal que me entraban temblores y me recorría una especie de electricidad de los pies a la cabeza que me hacía moverme entera mucho tiempo. Era como cuando mi tía decía ay, ay, ay, por eso empecé a entender que ese placer lo daban esos juegos y que yo estaba aprendiendo a ser como ella que era lo único que yo quería ser.

Uno de esos días mientras mi tía me bañaba, me miró de cerca el sexo y me dijo que tenía un pelito negro, yo miré y era verdad, allí estaba. Nos miramos las dos y sonreímos juntas. Entonces me dijo que las tetitas se estaban abultando bastante también, que tenía los pezoncitos rosas más grandes y que crecían como pequeñas montañitas. Yo le dije que algunas veces me dolían, pero nunca cuando ella los chupaba o los tocaba, yo no quería que ella dejara de hacerlo.

Entonces, después de que me pusiera el pijama me dijo que tenía que hablar seriamente conmigo. Nos sentamos en el saloncito, una enfrente de la otra, y me contó que ella tenía más juegos, y que algunos los hacía con hombres, que los hombres eran tontos y le daban mucho dinero por jugar con ellos. Yo le pregunté si eran muchos, porque no me gustó nada que ella jugara con otra gente que no fuera yo a aquellos juegos. Ella vio mi cara de preocupación y tomando mis mejillas entre sus manos me dio un besos muy grande y dijo:

-Ummmm, mi celosilla, no , no son muchos, es uno que tiene mucho dinero y viene solo de vez en cuando. Antes, cuando era más joven sí que tuve muchos, pero yo soy una chica lista y supe seleccionar y ver quiénes eran los más ricos, y les hice pagara mucho por jugar conmigo, por eso tengo dinero ahora, y por eso ahora sólo admito uno de vez en cuando que tenga dinero y que me pague muy bien. Pero mi juguetito favorito eres tú, preciosa.

Y le sonreí, aunque no me gustó que hubiera otro. Entonces me explicó que yo también jugaría algún día con hombres y que debía prepararme para eso porque a veces los hombres hacían daño con sus juegos, pero que después se pasaba bien, y sobre todo que después podía ganar mucho con ello. Que ella me explicaría como se hacía, o que mejor un día yo lo vería cómo ella lo hacía con su amigo, y que ese día su amigo pagaría mucho porque yo estuviera allí.