Mi tía

Mi tia y yo descubrimos juntos un nuevo y delicioso mundo

Mis abuelos maternos vivían en un pueblo de La Mancha. No eran ricos, pero eran acomodados. Vivian del cultivo sus fincas. Mi abuelo también trabajaba, pero contrataba gente y vivían bien. Tenían una casa muy grande. Era a la salida del pueblo. Tenía corrales con animales, un huerto y una finca añadida. Había un pozo con noria para regar, una alberca (especie de estanque de cemento para almacenar agua de riego) donde te bañabas. Y muchos frutales y rincones con sombra. Para nosotros era como ir de aventura, jugábamos, nos bañábamos, había animales. Yo me pasaba todos los veranos allí, desde pequeño.

Mis abuelos tenían tres hijas. Mi madre, una hermana mayor que ella y otra más pequeña. Esta vivía con mis abuelos. Era soltera y los cuidó hasta que murieron, se casó después, ya mayor.

Para mí, mi tía era una segunda madre, me pasé allí mucho tiempo. Me mimaba. Para ella, sin hijos, era su pasión. Le encantaba tenerme allí.

Nunca le conocí novio ni nada parecido. Era reservada en esas cosas. Salía poco. Se dedicaba a la casa, sus padres y no echaba de menos, aparentemente, otras cosas. No iba a las fiestas del pueblo ni a los bailes, era muy comedida y sus creencias religiosas también un freno, aunque no era beata, era más bien fruto de su entorno y de otra época. Y no era fea. Tenía un cuerpo con curvas y no estaba mal, aunque esas curvas no las enseñaba, se insinuaban. era recatada y sencilla al vestir.

La casa, aunque era muy grande, solo tenía habilitados dos enormes dormitorios como tales. En uno dormían mis abuelos y en otro había tres camas bastante grandes. Estaban así desde que allí vivían las tres hijas. Luego, en otras estancias, había camas desplegables y sofás, que se usaban cuando nos juntábamos más en la casa. Pero dormitorios solo dos.

Desde pequeño, cuando iba, dormía con mi tía. Había tres camas. Pero yo quería dormir con ella y a ella le gustaba abrazarme, contarme cuentos. Era su "niño". No era nada raro. Yo era pequeño. Todo era inocente y lo recuerdo como muy agradable.

Pasaron los años y todo continuaba así. Me veía desnudo desde pequeño y, aunque era muy discreta y lo hacía con cuidado, yo la veía con naturalidad vestirse, desnudarse, en bragas, lo que es inevitable en esa situación.

Ella dormía con lo que se usaba mucho por las mujeres y ahora es menos habitual Una prenda que se llama "combinación". Incluso las mujeres las usaban debajo del vestido de calle. De tela suave, con tirantes, a veces un poco transparentes. No usaba sujetador para dormir, solo unas bragas. Siempre discretas, nada sexys.

Creo que mi fascinación por las actrices italianas del cine viene de todo aquello. Me refiero a Sofia Loren, Ana Magnani, etc... era una sensualidad discreta, un poco oculta, solo insinuada. Pero muy erótica. No era así para mí de pequeño, lógicamente, lo digo para expresar algo entendible al describirla.

Fuí creciendo así. Dejé de ser "niño" pero estábamos habituados a todo eso. Seguíamos durmiendo en la misma cama, nos vestíamos, nos desnudábamos. Todo era bastante natural.

Pero todo iba cambiando. No tengo una secuencia exacta del proceso. Es algo confuso y son una mezcla de sensaciones, de imágenes, de situaciones.

Desde pequeño me gustaba que me abrazara. Recuerdo la caricia de su ropa, de su abrazo, de su cuerpo pegado al mío. Dormir o despertar juntos, incluso abrazados.

Pero aparecieron nuevas cosa lógicas. A veces tenía erecciones que ella notaba. Era inevitable para mí. Ya no era todo tan inocente. Ya la sensación mía era distinta. Cuando me abrazaba tenía sensaciones nuevas que me agradaban. Yo buscaba su abrazo o sus caricias pero creo que ella era más cuidadosa, tenía más precaución, a veces dejaba de abrazar o evitaba "provocar". Pero seguía durmiendo conmigo. Lo pienso ahora, entonces era menos consciente.

Al principio, cuando notaba mi erección, evitaba el contacto "directo". No decía nada. Ni yo. Yo buscaba su cuerpo discretamente, lo hacia en principio sin demasiada intención, notaba que me gustaba. Incluso lo hacia medio dormido, a veces porque era así y, cada vez con más frecuencia, fingía que estaba medio dormido.

Ahora creo que ella también fingía que no se daba cuenta. No sé si disimulaba que dormia o no, pero iba aceptando el contacto. Cada vez tardaba menos en aceptar que pegara su cuerpo al mio. Notaba mi erección y dejaba que siguiera. Pienso que incluso a veces lo buscaba ella.

Conscientes o no, era inevitable que, además, mi mano o la suya tocaran. No eran caricias propiamente dichas. Era "dejar" que la mano "cayera" en algún sitio. Como sin querer, como un acto natural que en parte era inevitable.

Ni ella ni yo hablábamos. Ni cuando estábamos en la cama, ni, por supuesto, durante el dia. Se suponía que eran cosas que pasaban "dormidos". No “sabíamos” que pasaba eso.

Y todo iba avanzando, lógicamente. Mi mano caía "descuidadamente" sobre sus caderas, sobre sus tetas. Quedaban ahí y ella no decía nada, ya la aceptaba. Y sus manos también. Realmente ninguno sabia de caricias. Era todo un poco "ligth". Yo ni sabía ni conocía cosas sobre eso. No era tocar su coño. Ni ella cogía mi polla. En aquellos tiempos eso no era mi objetivo. Sabía poco y ella tampoco. Era solo que me gustaba. Solo dejar mi mano sobre ella o sentir su mano sobre mí ya era suficiente para parecerme muy agradable.

Fué evolucionando, lógicamente (estoy hablando de varios años en todo ese proceso). Yo ya me masturbaba. Ya miraba más. Intentaba sorprenderla desnuda. Me masturbaba con su ropa cuando no me veía. Seguía siendo todo bastante inocente, pero iba creciendo en la intensidad, en la intención. Cada vez era menos inocente

Creo que a la noche los dos estábamos deseando ir a la cama. Seguía el "disimulo" de que era todo en sueños, involuntarios. Pero tardábamos cada vez menos en apagar la luz, en fingir que "dormíamos".

Y ya la mano no quedaba solo quieta, sobre el cuerpo. Ya se movía, buscaba, acariciaba. Ya aparecían otras sensaciones. Algún jadeo, algún estremecimiento. Si mi mano o la suya "caía" descuidadamente sobre los muslos, el otro se abría para recibir. Por supuesto la mía era sobre sus bragas, la suya sobre mi slip. Pero quedaba así y se movía acariciando un poco. Ya mi mano no "caía" sobre sus tetas. Ya se movía, las acariciaba, las estrujaba un poco. Y ella estaba "dormida", pero se estremecía y jadeaba. Ponía su mano sobre la mía y "ayudaba" en la caricia, en amasarle sus tetas duras o pasarlas por sus bragas que cubrían su coño..

Soy consciente del momento de cambio cualitativo. Como era previsible, acabé eyaculando. La primera vez restregando mi polla en su culo. La abrazaba y me movía cada vez más agitado. Me corrí gimiendo y quedamos así. Yo besaba su espalda y rodeaba su cintura con mi brazo, mi mano sobre sus tetas, respirando agitadamente. Estaba casi mareado. Ella dejaba su culo pegado al mio, casi empujaba buscando más el contacto. Nos quedamos así y nos dormimos de verdad. Creo que al despertar seguíamos abrazados todavía.

Eso cambió un poco la situación, fue un avance. De día no hablamos de eso. Pero creo que nos mirábamos y que su mirada era distinta. Y la mía. O esa era mi impresión. Hace tiempo de eso y quizás lo vea ahora distinto, me imagino. En aquel tiempo no era tan calculado, tan planificado, era todo más espontáneo, yo no sabía nada, solo  que me gustaba y lo que sentía. Ni ella ni yo sabíamos mucho de esas cosas.

Pero si sé que ese día estaba nervioso esperando y deseando que llegara la noche. Ese dia lo pasé muy nervioso. Para mí era un cambio. No controlaba el proceso, pero por intuición o instinto notaba que había cambiado algo.

Llegó la noche y fuimos a la cama. La ficción era la misma. Apagar la luz y fingir pronto que dormíamos. Me fuí acercando despacio. Ella estaba de frente a mi y "descuidadamente" acabamos abrazados. Yo estaba muy nervioso, pero excitado. Ella se pego a mi para sentir mi erección. Aunque en teoría estaba dormida, me fue girando poco a poco, hasta dejarme boca arriba. Deslizó su mano hasta ponerla sobre el bulto de mi excitación. Yo estaba excítadísimo, era la primera vez que sentía ahí una mano ajena. Me acariciaba sobre el slip y cada vez me daba más gusto, respiraba agitado y me movía buscando su mano. Ella tampoco sabia mucho sobre esas cosas. No seria una experta pero a mi me volvía loco su caricia. Mi polla se salió del slip. Ella la cogió en su mano y noté que se estremecía. Jadeaba. Me imagino que era la primera polla que tocaba una polla.

No seria una experta y tampoco me lo haría muy bien, pero pronto derramé mi semen. Notó su mano mojada y siguió acariciando, la tocaba con suavidad. Su respiración era muy agitada y estuvo mucho rato acariciando la polla, los huevos, metía su mano por debajo del slip. Y me extendía el semen derramado sobre mi vientre.

Se quedó quieta un ratito. Se fue girando despacio hasta quedar ahora ella boca arriba. Yo me puse de lado. No sabia muy bien qué hacer, pero imagino que por intuición pensé que quería que hiciera lo mismo. Acerqué mi mano despacio y la puse sobre su coño, ella tenia las bragas puestas, pero al sentir mi mano aumento su ritmo de respiración. Yo no tenia ni idea de cómo seguir.

Ella era más mayor. Y aunque no tenía experiencia me imagino que se hacía pajas. En ese momento no sabia yo mucho de eso, incluso creo que no sabia entonces que las mujeres se corrían y menos que se masturbaban.

Puso su mano sobre la mia y me hacia acariciarla sobre las bragas, cada vez con mas fuerza. Cogió mi mano y las deslizo por dentro de las bragas, su mano sobre la mia. Para mí todo eso era nuevo. Sentía el pelo de su coño. Como se mojaba mi mano en su raja completamente mojada. Llevó mi mano al centro de su raja y se acariciaba, usaba mi mano para la paja. Acabó, temblando, gemia muy bajito, temblorosa, parecía que se iba a desmayar. Yo estaba casi asustado, no sabia qué estaba pasando. Pero ella seguía usando mi mano, incluso después de correrse seguía moviendo mi mano por toda su raja, abierta y empapada.

Quedamos un rato con la respiración agitada. Yo estaba lleno de sensaciones nuevas, no había visto eso nunca.

Se giró y quedamos frente a frente. Nos abrazamos. Ella me estrechaba suave entre sus brazos. Yo estaba como en la gloria entre sus brazos, sintiendo sus tetas en mi pecho desnudo.

Y, por primera vez, empezó a besarme, me besaba el pelo, la cara, despacio, suave. Se estremecía. Yo respondía a sus besos. Me imagino que torpemente. Como ella. Serian besos torpes, técnicamente malos. Pero me he acordado de ellos muchas veces.

Y, antes de dormirnos, me dio el primer beso en los labios que me daba una mujer.

Al despertar por la mañana pasó algo nuevo. Cuando yo despertaba ella nunca estaba en la cama. Siempre llevaba tiempo levantada. Y al levantarme no hablábamos de las noches. Como mucho una mirada, con el tiempo cada vez más larga y añadida de una leve sonrisa. Y su cara ruborizada.

Pero ese día entró cuando estaba despierto. me levanté y la abracé. Era la primera vez que lo hacía de dia, "despierto".

Y la primera vez que nos mirábamos a los ojos al abrazarnos.

Me pasó su mano por la cara suavemente. Y me dió un leve beso en los labios. Yo, si pasara ahora le diria te amo, o te deseo, o algo para piropearla. Entonces solo la miraba con cara de tonto y loco por ella, aunque no sabia decírselo. Para mi era el descubrimiento de sensaciones desconocidas, nuevas. Ella para mi era todo un nuevo mundo.

  • Tesoro- me dijo- esto que hacemos no está bien.

  • Por qué?...

  • Pues... porque es pecado...- me miraba seria, pero seguíamos abrazados.

  • Pecado?..

  • Si. Lo sabes. Y, además, soy tu tía.

Ahora le hubiera dicho muchas cosas, en aquel momento no sabia qué decir. Cómo expresar lo que sentía, lo que me gustaba todo eso..

  • Tía, pero... me gusta tanto estar contigo. Estoy todo el día deseando que llegue la noche.

Ahora pienso que aquella frase no estuvo mal, dentro de lo que cabe incluso ahora me parece bonita.

Se me quedó mirando. Me imagino que yo tendría cara de bobo. Ella al final me besó los labios suavemente, me acarició la cara y me dijo algo parecido a la música celestial.

  • Y a mí, cielo mío. Eres mi tentación. Eres mi demonio.

Cuando se separó de mí y en la puerta se volvió para mirarme casi me desmayo. No sabia exactamente lo que sentí entonces, pero yo creo que se oían trompetas y fuegos artificiales.

Aquella noche hubo más cambios. Apagó la luz, pero al acercarse me abrazó. No fingió que dormía.

Acercó su boca y me susurró al oído:

  • Hola, tesoro. Dime eso que me has dicho esta mañana.

Yo al principio no sabia a qué se refería. Pero lo recordé, tampoco habíamos hablado mucho.

  • Te dije la verdad. Estoy todo el dia deseando que llegue la noche para estar contigo.

Me abrazó más fuerte y pegó su cuerpo al mío. Me gustaba deslizar mi mano por la suavidad de su combinación. Llegar a su culo y pasar mi mano por la curva suave de sus nalgas. Pero aquella noche había un cambio. Noté que no llevaba bragas.

Nos acariciábamos. Ahora ya no era "dormidos". Era algo torpe, me imagino, con prisas, con ganas de llegar a más sitios. Y era una delicia hacerlo sin fingir estar dormidos. Aunque era muy excitante, también había muchos nervios, todo eso para mí eran cosas nuevas. Yo no sabía mucho. Y tampoco entonces pensaba en follar, casi me daba miedo eso.

Creo que a ella también. Pero pienso que ardía de ganas de tocar, de acariciar. Yo nunca había visto un coño, así ni mucho menos tocarlo. Pero ella tampoco tenía experiencia y creo que ardía de ganas de tocar una polla y nunca lo había hecho.

Me quitó el slip muy pronto. Me acariciaba, me tocaba. Y yo a ella. Llegaba facil a su coño, se abría para mí y yo para ella. No tenia bragas y jadeaba cada vez que sentía mi mano.

No lo haría bien. Ni ella tampoco. Pero jadeábamos juntos, nos besábamos, casi nos mordíamos sin dejar de acariciarnos mutuamente. Sin descanso, frenéticamente. Ya no eran jadeos, se mordía los labios para no gritar. Era intenso, como desesperados.

Mi semen salió muy pronto, sobre mi vientre, sobre su mano. Y ella gimió mojando mi mano. Era mareante jadear juntos, gemir, sentir todo eso a la vez. Hasta quedar respirando agitados mirándonos a los ojos, sudorosos, felices.

Y esa noche no acabó ahí. Me tomó y me puso sobre ella. abrió su muslos y sentí su mata de pelo negro acariciar mi polla y mis huevos. Se movia restregando su coño en mí paquete. Me atraía hacia ella, me abrazaba. Y volvió a gemir, a correrse. Solo con frotar su coño en mí. Me cogía del culo y me apretaba contra ella. .

Quedé sobre ella, me acariciaba la espalda despacio, respirando agitada. Y poco a poco se me volvió a poner dura. Era yo ahora el que se restregaba sobre su coño, me había dado gusto cuando se frotaba conmigo y acabé derramando mi semen sobre su vientre, sobre su combinación enrollada en su cintura. Nos quedamos así mucho rato, sobre ella, me abrazaba. Era relajado, delicioso. No he estado en el paraíso. Debe ser parecido a ese momento

No follamos. Nunca la penetré. Pienso que ella no estaba dispuesta a eso, ni yo lo pretendia, no pensaba en eso entonces. En aquella época para mi era suficiente con las pajas. Y aquello era mucho mejor que las pajas. Aquello era estar en la gloria para mí.

A partir de ahí todo avanzó un poco más. Por la propia evolución en ese proceso y, lógicamente, yo iba creciendo. Todo lo que he contado fué un proceso de años. No tenia nada que ver el principio con lo que iba sucediendo. Cada vez más intenso, me imagino con más habilidad. Conocia su cuerpo y ella el mío. Y notábamos lo que nos gustaba. Eso nos guiaba a complacernos.

Ahora pienso que no follar del todo le añadió erotismo y lo hizo más sensual, incluso más bonito. Duraba mucho tiempo y se juntaban muchas sensaciones

Pero todo avanzaba. Descubrimos juntos muchas cosas. Todo era nuevo para ambos. No quedó nada sin explorar, estábamos ansiosos por descubrir, por conocer. Todo era por intuición, por instinto, por sentir cosas para nosotros desconocidas.

No quedo ni un centímetro de nuestros cuerpos sin besar, sin mirar, sin acariciar. Ni a mí se me ocurría entonces comerme un coño ni a ella mamar polla. Yo creo que ni lo pensábamos ni lo deseábamos. Incluso creo que ni sabíamos que se hacia esas cosas.

Pero aprendimos muchas cosas. Y gozamos muchas veces. Me regaló los oídos con sus gemidos muchísimas veces. Y le di los míos muchísimas veces. Y durante mucho tiempo

Con los años lo he ido valorando cada vez más. Inmersos en eso yo ni sabia ni apreciaba muchos matices, muchos placeres, muchos momentos.

Era una delicia oirla gemir al correrse. El brillo de sus ojos, su cara enrojecida y su sonrisa.

Me sabia de memoria su cuerpo. Y ella el mio.

Después de corrernos, muchas veces "inspeccionábamos". Miraba mi polla de cerca. O ponia mi semen entre sus dedos, incluso lo probaba con la punta de su lengua o se lo untaba en su cuerpo como crema. Yo también a veces hacia inspección. Exploraba. Abría su coño y miraba cerca. O su culo, o sus pezones. Mojaba mis dedos en su coño y probaba su sabor. Y también me lo untaba en mi cuerpo. O se reía o ponía cara de sorpresa.

A partir de hacerlo un día, lo repetíamos todas las veces. Ella ponía gotas de mi semen en sus labios y yo ponía gotas de su jugo en los míos. Y nos dábamos un beso muy largo. Era una delicia verla cerrar los ojos para sentir el beso. Y su brillo cuando lo terminábamos. Yo no me veía la cara. La suya era fascinante. Me quedaba embobado mirándola.

Podría contar miles de pequeñas cosas. Todas deliciosas. Me vienen a la mente imágenes, momentos, miradas.

Fui suyo. Y seré suyo siempre. Y ella fue un regalo precioso y excitante en mi vida.