Mi tia Angustia
Nada me gusta más que mamar las tetas de mi tia
Esto que voy a contar me ocurrió hace ya bastante tiempo. Desde que era un chaval me había atraído mi tía Angustia. Era la hermana mayor de mi padre, soltera. Cuando yo tenía 18 años ella ya debía rondar los 45 o algunos más. Supongo que por ser la solterona de la familia era la chacha para todo. Y cuando mis padres salían de viaje que lo hacían bastante a menudo, ella era quien solía cuidar de mí.
La tita Angus era una mujer grande, nada agraciada de cara, rellenita, tiene dos inmensas tetas, grandes y caídas, en aquellos entonces tenía algo de barriga, caderas anchas y muslos gorditos, al igual que su tremendo trasero, de los que tienes que separar las nalgas con las manos y aun así te cuesta ver la raja de lo honda que está.
Me mataba a pajas todas las noches pensando en ella, había conseguido hacerle fotos sin que ella se diera cuenta, cuando se duchaba o se cambiaba en su dormitorio, había visto la tremenda selva que tenía en su bajo vientre. Hurgaba en su ropa para oler sus bragas e incluso tenía un botecito con una buena cantidad de vellos suyos, tenía un par de bragas suyas y sujetadores, mis trofeos, como yo los llamaba. Nunca había pasado nada que me hiciera pensar que ella supiera algo de lo que yo hacía con ella. Y así anduve como dos años. Al cumplir los 16 se echó un novio y todo cambió, a mi padre no le hizo gracia, se enfadaron y mi tía Angus dejó de venir por casa.
A mis 17 años aun seguía siendo virgen, las chicas me daban miedo y me contentaba con recordar a mi tía con las fotos y sus prendas, que por supuesto habían perdido todo olor y rastro de ella. Un día al volver del instituto me lleve una sorpresa. No me lo podía creer mi tía estaba en casa, mis padres estaban muy contentos y ella también. Había un par de maletas. Todos los recuerdos que tenía de ella se esfumaron, estaba más gorda, había cambiado tanto de forma de vestir que me costó reconocerla y sobre todo lo que más me impactó era que en brazos tenía un crío de apenas unos meses. No quise ni saludarla, subí a mi dormitorio y me encerré. Verla con ese crío había sido como darme cuenta de que otro había tenido la oportunidad de follar con ella, de verla desnuda, tocarla, y hacer todas las cosas que siempre había deseado hacer con ella. No salí de mi dormitorio en toda la tarde. Al día siguiente ella seguía allí, me ignoraba, se hacía la loca y yo tampoco la miraba siquiera. Me enteré por mis padres que ese novio que había tenido la había dejado embarazada a sus 48 años y que después de hacerlo la había dejado tirada, ella por vergüenza no había querido volver hasta que se sintió sola sin la familia y decidió volver a pesar de todo.
Era finales de curso y mis padres saldrían un par de semanas de vacaciones, mis padres estaban felices con mi tía en casa aunque hubiera dos bocas más que alimentar. Habían pasado casi una semana y ninguno de los dos nos dirigíamos la palabra. Simplemente nos ignorábamos. Aunque yo intentaba espiarla y conseguir verla empelotas, pero me lo ponía difícil, cerraba bien las puertas y no se dejaba ver sin demasiada ropa, y mucho menos dejaba prendas como lo hacía antes, parecía que me estaba castigando, como si supiera que antes hacía todas esas cosas.
Mis padres se marcharon una tarde, salí con unos amigos y cuando volví escuché al chico llorando, me acerqué hasta su dormitorio, mi tía no estaba. El pequeño llevaba inquieto varios días y sabía que mi tía no había dormido nada por las noches. Cogí al pequeño y dejó de llorar, la verdad es que mi primito no tenía culpa de nada y además llevaba mi nombre. Me llevé con él un buen rato en brazos hasta que volvió a quedarse dormido, fue cuando me di cuenta que mi tía estaba en el marco de la puerta mirándome, llevaba puesto un camisón que dejaba ver perfectamente sus grandes aureolas y sus pezones duros debajo de la tela, me llamó la atención porque tenía un surco mojado alrededor, además eran de un color chocolate y antes eran rosadas. Tampoco veía marca de braga, me daba la impresión que no llevaba nada debajo. Sonreía, lo volví a dejar en la cuna y mi tía me dio un abrazo, nos abrazamos un buen rato sin decir nada, como queriendo recobrar todo el tiempo perdido. Podía sentir sus pezones en mi pecho, me aventuré a acariciar casi el final de su espalda donde comienza su culazo, estaba seguro que no llevaba braga. Charlamos un rato, le dije que me había sentido mal al ver al pequeño, pero que ya se me había pasado. Cuando me separé de ella me había mojado la camiseta con la leche que salían de sus tetas, me dijo que tenía mucha leche y que el pequeño se llenaba muy pronto y se quedaba cargada. Me dijo que fuera a cambiarme de ropa.
Se me había puesto la polla dura de solo pensar en esas tetas. En poder mamarlas y saborear esa leche. Me saqué toda la ropa y me coloqué una calzona bastante amplia, para que se notara bien mi polla. La verdad es que ya gastaba un buen instrumento, grande y gordo. Volví al dormitorio y allí estaba dándole de mamar al pequeño, estaba con las dos al aire, con un parche colocado en una de sus tetas y con el pequeño enganchado a la otra, quise volverme para no molestarla, pero ella misma me llamó.
Me dijo que no le importaba que estuviera mirándola, y que me sentara con ella. Me senté a su lado intentando tapar la erección de mi polla, había crecido en décimas de segundos y estaba seguro que no había pasado desapercibido para ella. Estuve viendo como el enano mamaba esos gordos pezones. Y como de la otra salían gotas de leche blanquecina. Eran aun más grandes de cómo las recordaba. Y esas aureolas tan oscuras con esos pezones tan grandes, me estaban poniendo malo de verdad. Dejó al chico en la cuna después de que eructara y que se quedara dormido. Yo no podía dejar de mirar esas tetas, incluso abría la boca como intentando llevarme a los labios esa leche.
Ninguno de los dos decíamos nada. En un momento mi tía se giró hacía mí y apretándose una de las tetas consiguió que un finito chorro saliera disparado llenándome la barbilla y la camiseta. Rió a carcajada. Volvió a hacerlo, pero esta vez me coloqué de manera que fuera a mi boca, tenía un gusto raro, no sabía a leche. Me preguntó si me gustaba, le dije que sabía rara, pero que no me desagradaba. Entonces fue cuando con su mano me la ofreció diciéndome que no mordiera con los dientes, que solo succionara con mis labios. No me lo podía creer. Me estaba ofreciendo las tetas con las que siempre había soñado. Me coloqué como si fuera el pequeño y ella con su mano como si estuviera amamantándolo dejó que me la metiera en la boca, era ella quien con su mano hacía que un finito chorrito saliera llenándome la boca, no tardó en apartar su mano y dejar que fuera yo quien succionara, la sentía gemir flojito cuando pasaba mi lengua por su pezón, yo estaba echado sobre mi brazo izquierdo, coloqué mi mano derecha sobre su vientre y subí despacio hasta alcanzar su otra tetaza, la apretaba flojito, sentí como mi mano comenzaba a mojarse, la hice girar para poder alcanzar su otra ubre con mi boca. Mi tía había cerrado los ojos y se dejaba hacer. Había colocado los brazos hacía atrás apoyándolos en la cama, subí mi mano por su hombro haciendo que su camisón cayera por los brazos, yo estaba medio tumbado sobre sus piernas, aunque con mis movimientos había hecho que ella abriera un poco las piernas, sacó las manos de las mangas del camisón y este quedó enrollado en su vientre, estaba sentada casi al filo.
Ya para ese momento me había entusiasmado y pasaba de una teta a la otra, ya más que mamar, lo que hacía era morder y chupar sus pezones rozándolos con mi lengua. Las apretaba con mis manos y dejaba que saliera algo de leche para luego pasar mi lengua por toda ella. Sus gemidos se hacían más sonoros, me aventuré a bajar por su vientre con mi lengua, iba buscando restos de leche que corrían por sus pliegues, me dejaba hacer. Sentía como mi polla iba a estallar de un momento a otro, iba a correrme sin siquiera tocarme. Ya había llegado con mi lengua a recorrer su ingle, tenía ante mis ojos su poblado monte, no lo tenía descuidado, tenía un triangulo bien formado, pero espeso y rizado, pasé mi lengua por el filo de arriba, olía a sexo, era como el olor que recordaba de sus bragas, en ese momento sentí una de sus manos acariciar mi polla por fuera de la calzona, no tardó en encontrar el borde y pronto sentí su mano caliente sacando mi capullo del interior, separé el camisón para poder alcanzar todos sus vellos, se dejó caer hacia atrás, dejando que le subiera el camisón hasta la cintura, me coloqué entre sus piernas y hundí mi cara en sus vellos, sentí como gemía de una manera más fuerte, como si se estuviera corriendo, incluso sentía como se contraía e intentaba cerrar las piernas, pero no la dejaba ya que yo estaba entre ellas, conseguí bajar mi boca hasta sus labios, estaban recubiertos de vellos, pasé mi lengua y se retorció gimiendo ya descaradamente, sus labios eran gruesos, los abrí con mi lengua y un néctar espeso y caliente me llenó por completo la boca, tenía una raja grande, pasé varias veces mi lengua intentando mamar ese néctar que brotaba de él, ella estaba con la cabeza totalmente echada hacía atrás y las manos aferradas a la sábana de la cama, me coloqué entre sus piernas y bajándome la calzona busqué la entrada de su coñazo con la punta de mi polla, volvió a gemir con fuerza, solo me dio tiempo a meter mi polla hasta los huevos y comencé a correrme como una bestia. Era mi primera corrida en el interior de una mujer, y era mi tía preferida, la tía con la que había despertado mi apetito sexual. Y ahora veía hecho realidad. A pesar de haberme corrido, seguí moviéndome dentro de ella, hasta conseguir que volviera a echar la cabeza hacia atrás y soltara un nuevo gemido intenso. Me dejé caer sobre su cuerpo, seguía siendo mucho más grande que yo, mi cara reposaba sobre una de sus grandes ubres. Sentía como sus labios me succionaban hacía dentro y como mi polla latía cada vez que ella lo hacía. Me eché a su lado, y por fin saqué mi pene de su interior. Ella se apoyó en su brazo, me miraba a la vez que recorría mi vientre con su mano. Me preguntó si había sido mi primera vez, le dije que si, me pregunto si me había gustado, le contesté que mucho y por primera vez me besó en los labios. Fue un beso apasionado, mezclamos nuestras salivas, sentía su lengua jugar con la mía, sentía como se estaba volviendo a calentar, lo mismo que yo, me dejó tumbado sobre la cama y bajó hasta mi polla, comenzó a chupármela, era mi primera mamada, lo hacía de miedo, no tardé en sentir mi polla dura como nunca lo había estado, y dejando escapar una risa, se subió encima mía metiéndose mi polla hasta los huevos, era lo que siempre había soñado. Y parecía que me leía el pensamiento.
.- esto es lo que querías verdad? Cuanto tiempo llevas soñando con follarte a tu tía??
Botaba encima de mí, sentía sus vellos apretarse en mi bajo vientre y como se la clavaba hasta los huevos, gemía con fuerza, mis manos recorrían su cuerpo, apretaba sus tetazas, consiguiendo que más leche manara de sus pezones, se los chupaba y lamía con fuerza.
.-asi cariño, chúpale a la tita las tetas, sácame toda la leche que llevo dentro, así, así!!
No paraba de moverse, cambiaba de postura, como intentando no dejar nada por hacer, se tendía en la cama subía las piernas hasta colocármelas en los hombros y me dejaba embestirla con toda la fuerza que tenía. Era una pasada ver como se movían sus tetas y como recibía mi polla hasta los huevos. Se colocaba a cuatro en la cama, hundía la cabeza en la cama y me pedía que le diera fuerte. Hacía sonar sus nalgas con mis piernas, me hacía parar y se subía encima mía al revés dejándome la visión de su coñazo abierto mientras se metía todo lo que podía la polla en la boca, mientras yo me afanaba por tirar de su cuerpo hacía abajo para poder alcanzar ese culazo. Ya me había gritado varias veces que se había corrido. Una de las veces que la tenía de lado con la pierna doblada abrí sus nalgas y pasé mi capullo por toda su raja, me miró sonriendo y me dijo si quería meter mi polla en su culito, le dije que si, que deseaba correrme dentro de ese culazo, rió a carcajada, se colocó a cuatro en el filo de la cama. Me miró con cara de lujuria y me dijo que iba a perder la virginidad conmigo lo mismo que yo la había perdido con ella. Me dijo que le llenara el agujero de su culo con mucha saliva, se dejó caer y se abrió las nalgas con las manos, era mi sueño hecho realidad. Tenía ante mi cara sus nalgas blancas, abiertas con sus propias manos, mostrándome el agujero oscuro y estriado de mis deseos, se lo comí literalmente, rió y gimió, se lo estaba llenando de saliva, para nada me daba asco, metía mi lengua todo lo que podía dentro, metía un dedo, dos, incluso tres. La escuchaba gemir y hacer fuerza con las nalgas. Fue ella misma quien me imploró.
.- dámela, dámela que no aguanto más!! Quiero sentir como me rompes el culo, quiero sentir como me metes la polla hasta los huevos.
Apunté mi capullo, apreté con fuerza.
.- asi!! Dale fuerte!! Dale fuerte cariño!! Dale a la tita tu polla!!
Soltó un grito cuando mi capullo entró. Saqué y volví a meter, esta vez hasta la mitad, y de una nueva embestida la tenía entera dentro de su tremendo culo.
Gemía con fuerza, pero me imploraba que no se la sacara, agarraba con fuerza sus nalgas y metía y sacaba con verdadera lujuria. No se cuanto tiempo estuve embistiendo ese culazo. Por fin estallé dentro. Fue la corrida más bestial que pueda recordar. Mi tía llegó a orinarse en la cama.
La verdad es que se orina cada vez que le ronpo el culo.
Desde ese día follamos a diario, dejó de darle el pecho al chico para darle biberones, pensaba que no sería bueno que los dos mamáramos esas ubres, pero sigue teniendo leche ya que yo no dejo de mamar de ellas. Desde que está mi tía en casa mis padres aprovechan para salir a menudo y a mi me encanta que me cuide mi tía Angustia.