Mi tercera exhibición desnudo delante de una amiga

Le pido a Nuria que me corte el pelo un día de verano y busco excusas para que lo haga estando yo totalmente desnudo.

Me inicié en esto del exhibicionismo más o menos pronto, y esta fue mi tercera gran experiencia antes de los 20.

Tengo reparos en escribirlo porque sé que si Nuria, llamémosla así, lee esto va a reconocerme de inmediato. No obstante me la juego porque sé que está viviendo fuera de España y porque la historia es digna de ser compartida con otros exhibicionistas.

Cuando tenía 19 años, casi 20, tenía un grupo de amigos donde las chicas eran mayoría. Entre ellas había una moza que era un encanto, pero que era más fea que una nevera por detrás.

Era alta, fea con la boca pequeña, los dientes desordenados, cejas muy pobladas, apenas sin barbilla, pelo lacio rubio, caderas anchas, culo carpeta y sin tetas. Tenía tal complejo por su cuerpo que no iba ni con nosotros a la piscina.

A pesar de tener un físico tan feo era una chica muy divertida e inteligente, pero estaba muy salida. Se había plantado en los 18 sin haber catado nunca un rabo y estaba que se subiá por las paredes.

El rabo que había tenido más cerca había sido el mío cuando habíamos perreado un momento alguna canción estando de fiesta y borrachos. En cuanto ella venía con pantalones fino o vestido siempre buscaba una excusa para restregarme el culo y notarme el rabo. Le ponía tanto impetú que yo me medio empalmaba y la otra se frotaba con más rabia.

Los dioses saben que de haber tenido un cuerpo acorde a su personalidad habría habido sangre por tenerla como amante o novia.

Pues estaba yo un día de verano hablando con ella por el messenger (de esto hace ya) cuando le dije que me tenía que cortar el pelo, que iba a probar con una maquinilla que me había comprado.

Le dije que estaba guay eso de cortarse uno mismo el pelo, pero que era complicadete y que llegar a las partes de atrás era jodido sin un espejo y que aun con espejo era cansado estar sujetándolo todo el rato.

  • Oye, como en casa de mis tíos que viven en tu misma calle, ¿quieres que te ayude con la parte de atrás?

En ese momento se me ocurrió la idea y me puse morcillón... Pero antes de emocionarme me aseguré.

  • Vale, pero lo único que esta mierda la hago sin toalla y a veces en calzoncillos porque si no la lleno de pelos y es luego un parto quitárselos...

  • A mí me da igual, eh. Que no me das miedo, jajajaja.

Genial. Se me empezó a levantar por la anticipación.

Me duché y me lavé el rabo a conciencia "por si acaso".

Ese fin de semana mis padres no estaban porque se habían ido al pueblo a pasar el finde y me quedé solo. El escenario era perfecto.

Recordé que grabé mi primera exhibición, que tantas pajas me había bendecido, y decidí probar suerte también aquí. Para las 18h, cuando ella llegó, ya tenía la cámara estratégicamente colocada en uno de los estantes de la ducha tapada por una esponja. Este vídeo también me ah dado muchos minutos de pajas intensas.

Me puse únicamente unos calzoncillos viejos que estaban dadísimos de sí y eran medio transparentes. Los usaba a veces cuando salía de fiesta y quería que notasen bien mi polla cuando se me ponía dura. Eso añadido a que llevaba un año entrenando en serio y con buena dieta de gimansio tenía un físico que me estaba procurando bastante éxito con las chicas.

Cuando abrí la puerta me saludó y me miró de arriba abajo.

  • Vaya, veo que estás listo, jajaja.

  • Claro, además en dos horas y media hemos quedado en el parque y quitarse los pelos cuesta un poco.

  • Es verdad, es verdad. Estás en todo, eh, jajaja.

Fuimos al baño y me puse en posición, por el espejo veía como Nuria me repasaba con los ojos y le llamaba bastante la atención mi culo. No me había cortado nada el pelo para asegurarme de que la sesión iba a ser larga.

  • Pues mira, tú hazme una especie de degradado en la nuca, que es donde no me veo y a partir de ahí seguiré yo, ¿te parece?

  • Sí, genial.

  • Pero no tengas prisa, poco a poco que no quiero trasquilones...

  • Jajajaja, descuidaaaa.

Empezó a raparme despacio poco a poco y yo me quitaba los pelos que me caían en el culo de manera ostentosa.

  • ¿Te molestan?

  • Mmmh... No exactamente, no quiero que les caigan muchos pelos porque luego quitarlos es complicado. En la piel me da igual porque los que no me quite con las manos se iran en la ducha, pero en la ropa es jodido.

Ni medio segundo tardó.

  • Pues por mí te los puedes quitar que no me voy a asustar, jajajaja.

  • Uf, mejor.

Música para mis oídos. Mejoré el trato de aquel corte.

-Pero de vez en cuando quítame los pelos que me caigan en la espalda y el culo.

  • Jajajaja, ¡vale!

Aquello era indisimulable. Tenía el rabo como una morcilla y de buen tamaño cuando lo saqué. Nuria me estaba mirando el culo y entonces cayó que lo tenía al aire. Lo miraba en el espejo con cara de póquer.

Yo le hablé como si nada.

  • Ah, mucho mejor. Bueno, pues si me caen muchos pelos me los quitas de la espalda y el culo, ¿vale, Nuri?

  • Señor, sí, señor.

Empezó rapando con torpeza y le costaba. Tenía bastante pelo, y cuando caía un poco en mi culo le faltaba tiempo para quitarlos. Aunque más bien me lo acariciaba.

  • Que no te quiero dar fuerte en el culo que va a parecer que te azoto.

  • No, no, así está bien que hasta da gustico.

  • Jajajaja, qué morro tienes.

Nuria seguía pasando la maquinilla y de vez en cuando miraba en el espejo a mi rabo. Yo tenía los brazos cruzados para que no se perdiese el espectáculo. Estaba en simismada con el corte, pero no podía evitar mirarme el rabo cada poco.

La situación me estaba excitando bastante y se me estaba empezando a levantar. Nuria no decía nada, se limitaba a mirarlo, quitarme el pelo de la espalda y acariciarme el culo.

Para cuando hubo terminado con la nuca mi polla estaba totalmente dura y apuntando hacia el techo. La situación era nueva para mí y ninguno de los dos hablábamos del elefante en la habitación, mi duro y gordo rabo.

No tengo una mala medida, más de 18 cm, pero destaca la gordura que siempre me ha dado problemas a la hora de ponerme condones.

Nuria miró mi rabo y me dijo que había terminado con la nuca, que si seguía. Veía su excitación en sus mejillas que estaban rojas como los mofletes de un pikachu. Fijo que estaba cachonda perdida porque en el baño no hacía ni una pizca de calor, se estaba muy bien.

  • Si quieres... Si sigues te invito al vodka esta tarde.

  • ¡Uuuuh! Trato hecho, jajaja.

Se puso con los laterales con mucha concentración y podía ver en el espejo como cada vez se el iban más los ojos a mi polla que estaba en su grado máximo. No podía ni levantarla contrayendo el suelo pélvico.

Era mi segunda gran exhibición teniendo a una chica tan cerca y me latían las sienes y se podía notar el pulso de mi sangre en mi polla. La tenía tan dura que parte del grande ya asomaba. El prepucio era incapaz de tapar aquello.

Hablábamos de cosas triviales, ella estaba alegre, pero no hablaba de mi rabo pese a que lo miraba cada pocos segundos. Sus mofletes seguían colorados y notaba que su olor había cambiado. Seguramente tenía las hormonas a pleno rendimiento pese a su autocontrol. No había visto uno en su vida tan cerca y tan grande, y con lo salida que estaba debía tener ganas de agarrarlo y metérselo en la boca (eso decía cuando hablaba de los rabos que veía en el porno o en la televisión).

Pero claro, cuando tienes uno tan cerca la historia cambia... Por lo pronto no se había amilanado ni disimulaba a la hora de mirármela.

Cuando terminó se puso detrás de mí y me preguntó que me parecía. Me quitó los pelos de los hombros, la espalda y el culo.

Se me ocurrió subir la apuesta para que este dulce momento no terminase y torturarla más.

  • Jode, eres una puta artista.

  • Gracias, es la segunda vez que le corto el pelo a alguien, jajaja. La primera fue a mi padre hace unos meses.

  • Pues se te da bien, eh. Ahora trae la maquinilla que quiero yo...

  • ¿El qué? Que lo puedo hacer yo.

  • Hombre, no creo.

  • Si lo difícil ya está hecho.

  • Pero no es la cabeza lo que me quiero afeitar.

Se quedó en silencio y me miró el rabo. Me la agarré y me la eché hacia adelante para mostrar mejor el pubis.

  • Esto de aquí.

  • Si quieres lo hago yo.

Esa frase no me podía excitar más.

  • Vale, ¡pero con cuidado! Que el cabezal al mínimo puede hacer mini heridas en la piel.

  • Joder, qué poca confianza, ¿eh? Jajajaja

Empezó a pasarlo por uno de los laterales muy lentamente. Mi rabo estaba como una piedra, pedía que lo agarrasen.

Entonces se puso de rodillas diciendo que así veía mejor. Tenía mi polla a la altura de sus ojos. Antes de que me preguntase le dije que si le molestaba el rabo que lo apartase.

Me dijo que vale y sonrió. Ya no se reía, estaba demasiado cachonda.

Lo acercaba lentamente por un lao del pubis a mi polla, y cuando tuvo que atacar los pelos que había encima de esta la agarró y me la echó hacia abajo. Su agarre hizo que el placer me recorriera el cuerpo. Me pasaba la maquinilla lentamente mientras cambiaba el agarre de mi rabo varias veces según lo necesitaba, aunque más bien parecían excusas para poder sobármela desde distintos ángulos.

  • Es que no sé cómo cogerla, ¡es enorme!

  • Como dios te dio a entender.

  • Madre mía, si es que para algo así necesitaría otra mano, jajaja.

  • Que vas muy bien. Tú sigue.

Cuando terminó con el lateral izquierdo se puso con el derecho. Pero esta vez no me la soltaba. Su mano se movía ligeramente al ritmo de los latidos de mi corazón visibles en mi rabo. Cambiaba su agarre cada poco y en partes distintas de mi miembro. Tenía ganas de masturbarme, pero se estaba cohibiendo.

La pasaba sin ninguna prisa. Tenía la boca entreabierta y sus mofletes seguían rojos como si se hubiera bebido un cartón de vino ella sola. Daba la impresión de que en cualquier momento iba a metérselo en la boca. Yo lo anhelaba totalmente.

Cuando terminó con ese lado, en el que que se pegó varios minutos, entonces levantó la polla y suavemente empezó a pasar la maquinilla por el tallo y la base. Soplaba ligeramente acercando mucho su boca a mi rabo. Me apartó los pelos con la mano con suavidad recorriendo varias veces el rabo con las manos.

Se quedó de rodillas y me dijo que ya estaba, que si quería algo más. Yo no podía más, la tenía tan dura que me dolía y ella no me la soltaba.

Viendo cómo estaba el ambiente ya le eché morro al asunto.

  • Lo malo la irritación...

  • ¿Qué irritación?

  • Es una zona muy sensible

  • ¿Tienes crema hidratante?

  • Crema, saliva, cualquier cosa vale.

Me miró con una expresión lasciva y clavo sus ojos en ella. Usó un tono serio.

  • Ah, sí, ¿eeeh?...

Agarré su mano y me retiré el prepucio. Lo miró con la boca entre abierta y los ojos fijos. Sin decir nada cerró los ojos se la metió en la boca y empezó a chupar. Le podían más las ganas que la técnica. De hecho solo me chupaba el glande. Emitía constantes "mmmmmh...". Parecía estar disfrutando más que yo, lo cuál me parecía difícil.

  • Frotáte el clítoris que tienes que disfrutar del premio.

  • Mmmh, mmmh... (asentía con la polla en la boca mientras me miraba).

Se metió la mano en el coño y empezó a frotarse. Automáticamente empezó a gemir. Seguía mamando con ansia y torpeza solo la punta. Le cogí la cabeza y le metí menos de la mitad del rabo. Ella se dejaba hacer mientras seguía frotándose el coño.

Se la sacó de la boca.

  • Buaaaah... Es que no puedo metérmela entera, es demasiado grande, jajaja.

  • Da igual, lo que puedas. Tú alterna el glande con el resto, que se te notan las ganas

  • Buf, llevo con ganas de chupártela desde que te has quitado los calzones, jajaja.

Se la metió en la boca y mejoró un poco la técnica.

  • También la puedes sacar de la boca y pasar al lengua desde el tallo hasta el frenillo...

También lo hizo. Había mejorado considerablemente.

De repente se la sacó de la boca y empezó a gemir entrecortadamente. No me la soltaba ni paraba de masturbarme torpemente.

  • Ay, ¡joder! Qué orgasmo más rápido, buf... ¿Tú?

  • Poco me queda, sigue...

  • Voy, voy... Pero no tardes mucho que la tienes demasiado gorda y me duele la mandíbula.

Volvió a mamar con ímpetu aplicando mis enseñanzas. Sus dientes se clavaban en mi polla, pero eso me daba más gusto. A los dos minutos la cogí de la nuca, empuje levemente hacia su garganta y me empecé a correr. Mucho.

Mientras yo gemía y me corría en su boca ella estaba inmóvil, tragando. Cuando termné y se la saqué se lo había tragado todo.

  • Joder Nuria, ¿te lo has tragado todo?

  • Hombre, si me sujetas la cabeza que esperas que haga.

  • Perdón... Es instintivo.

  • Da igual, si me ha gustado, jajaja. Sabe bien, ¿eh?

  • La chupas de cojones... En serio, qué bien.

  • Pues nunca había chupado ninguna, jajaja.

  • Cuando me digas que te gusta alguien me lo dices que le hablaré bien de tus artes mamatorias.

  • Jajajaja, gracias. Pero oye, esto que quede entre los dos, ¿eh?

  • Sí, sí... Descuida...

Se fue, me duché y me hice la paja de la victoria. La ocasión lo había merecido.

Cuando quedamos en el parque para hacer botellón, como casi todos lo fines de semana por aquel entonces. Me saludó muy contenta como si no hubiera pasado nada y según fue aumentando la cantidad de alcohol en sangre se me acercaba más hasta que finalmente estando borracha aprovechó un momento que estaba yo solo y se me abordó.

  • Menudo rabo tienes, Lucas... Buf...

  • Gracias, Nuri. Tú que eres una máquina.

  • Si quieres te la chupo.

Me pilló de sorpresa.

  • ¿Ahora?

  • Sí, sí. Espera, que voy a decir que vamos a saludar a unas amigas mías y que te quiero presentar a una de ellas.

Nos fuimos por el parque alejándonos bastante por una carretera hasta que encontramos una arboleda con bastantes setos. Yo ya la tenía dura.

Nuria, borracha se volvió hacia mí.

  • Saca mi pollón (se relamía mirándome la entrepierna).

  • Voy.

Me la saqué, se mordió el labio inferior, puso una muerca de rabia y se lanzó sobre ella. Casi me tira. Su mano a su coño frotándose mientras mamaba aplicando lo que le había enseñado y cosas nuevas envalentonada por el alcohol. Esta vez se la restregaba por la cara con los ojos cerrados mientras jadeaba. Era muy fea, pero la chupaba con tantísima ansia que si hubiera sido un bombón de mujer no hubiera aguantado ni un minuto.

De nuevo se corrió enseguida, pero le dije que yo aún no. Volvió a mamar con necesidad hasta que tuvo otro orgasmo. Al poco del segundo volví a correrme en su boca. Mientras me corría ella seguía mamando más lentamente sin soltármela.

  • Mmmh... Qué rico...

Se relamió y volvimos al grupo.

Esta misma dinámica la repetimos unos cuántos fines de semana más y cada vez la chupaba mejor. Era increíble la habilidad que estaba desarrollando, de las mejores mamadas que me he llevado en la vida. Nunca se dejó ni una gota, decía que era su elexir de poder. Tal era su afán succionador que incluso un día me insistió y me llevó a un baño en una discoteca para chupármela.

Pero esto no duró demasido, como nada demasidao bueno. Se echó un ligue, un chaval bastante feo, pero que según ella tenía la polla incluso más gorda que la mía aunque mi semen estaba más bueno.

Todos los fines de semana en el parque él y ella desaparecían casi durante una hora. A veces apostábamos cuánto iban a tardar en irse y volver...

En fin, cómo la chupaba Nuria... Cómo la chupaba...