Mi sumiso, mi puta capítulo 5
Martín es castigado severamente, Savage tendrá que lidiar con ello y ayudar a su chico a entender el por qué ha sido castigado y cómo ella premiará la aceptación de la culpa y el castigo impuesto.
Mi sumiso, mi puta Capítulo 5
Antes que nada, agradezco a quienes van a leer estos relatos salidos de mi imaginación. No pretendo ganar ningún premio, estoy a años luz de ser merecedora de algo así, pero ante todo solicito de la manera más atenta que, evitéis los insultos o las descalificaciones si vais a comentar este escrito. Soy consciente que me falta mucho para que se consideren literalmente buenas mis historias, pero me gusta la idea de compartir las locas fantasías que se cruzan por mi cabeza. En algún escrito cuento cosas reales, mías o de mis amigos de la comunidad BDSM, pero jamás develando nombres ni lugares reales. Gracias por vuestra comprensión y sobre todo, por vuestro respeto.
Hoy quiero dedicar este quinto relato a Toni, que lo está pasando complicado estos días. Para ti… que sé lo que esta historia representa.
…. Desde atrás con una mano le tomé la polla y se la masturbé hasta que me suplicó le dejara correrse. Me alejé y…
Rocé esa parte debajo de sus huevos tan sensible con el dildo, era uno de los más gruesos, aunque no el más largo. Acaricié su polla para llevarle más al límite. Martín gemía. Comenzó a suplicar y entonces tomé la mordaza y se la coloqué. De cara a la cruz, estaba convenientemente inmovilizado para mí…
- No quiero escucharte, haré lo que yo quiera, como yo quiera. Si tienes que usar tu palabra de Seguridad, sabes qué sonido y qué seña hacer. De otro modo quien marca el ritmo y decide qué, cómo y a qué hora, soy yo. Recuerda también que no podrás correrte sin mi permiso, así que asegúrate de pedirlo antes de vaciarte, pero te aseguro que si te corres sin mi permiso, el castigo será muy doloroso y humillante. Te llevaré al club y te entregaré al sádico como un sumiso malo y desobediente y le daré mi permiso de follarte... estás advertido…
Se estremeció al tiempo que asentía con la cabeza.
Ya libre de las bolas en su culo. Le llené bien de lubricante, esto le iba a doler, pero quería que le doliera. Coloqué la punta de la gruesa polla de vinyl y empujé, aun cuando la intensión era causarle dolor, tampoco quería romperle el culo… no a la primera, al menos. Un gruñido de dolor atravesó su cuerpo, convulsionó. Me retiré sólo para embestir de nuevo, esta vez su culo se abrió y deslicé la cabeza de mi dilo dentro. Saqué el dildo y volví a embestir, una, dos, tres, cuatro veces más, hasta que sus gemidos de dolor cambiaron por placer. Me aparté, le azoté el culo con fuerza y luego volví a penetrarle, con mucha mayor presión, esta vez mi dildo llenó su culo con mitad del tamaño… rugoso, áspero, le dolió y un grito murió en la mordaza. Saqué el dildo y revisé su culo, abierto, rozado pero nada más… aguantaría… Puse más lubricante. Volví a meter el dildo y empujé mis caderas lentamente hasta que entró por completo… Martín temblaba. Su respiración era entrecortada, pero al mismo tiempo se mantenía quieto y atento… y entonces pegué mis pechos a su espalda y enterrada en él, baje mis manos por su pecho hasta su polla que estaba a punto de reventar…
- Vaya… Puta, al final tu polla me dice que te gusta que te empalen… Bien… muy bien… lo tendré en cuenta… ahora voy a follarte y no te correrás Martín, porque aún hay mucha noche… ¿Escuchaste, Puta? No.te. puedes.correr…
Tiré de su pelo hacia atrás en un ángulo doloroso, pasé mis manos hacia su frente, manteniendo la postura y comencé a embestir… A pesar del lubricante, la textura del dildo era rugosa, áspera, por lo que cada movimiento era una mezcla de placer/dolor que tenía a mi putita al borde del orgasmo. Sus gemidos eran frustrados, cada embestida era un esfuerzo enorme de su parte para evitar que su polla expulsara su placer… Correrse le llevaría a ser torturado por un sádico que podría follarle, delante de mí… Hice una pausa, me retiré de él y le dejé recuperar el aliento… Tomé mi flogger y comencé a azotar sistemáticamente su espalda, sus brazos, su culo, sus piernas.
Al cabo de un rato, detuve los azotes, revisé que las restricciones no le molestaran, besé su espalda, pegué mi cuerpo al suyo y pasé mi mano por su cintura… acaricié su polla, sus huevos… gimió agradecido… Me aparté y enfilé el dildo de nuevo a su culo… Entró hasta el fondo y comencé a embestirlo con fuerza, mis caderas chocaban contra su trasero implacable, una, otra, otra y otra vez. Estaba cerca de correrse de nuevo… Comenzó a balbucear contra la mordaza suplicante. Me detuve, me alejé y lo dejé frustrado. Un gemido desgarrador escapó de él.
Me quité el arnés, tomé la vara y acaricié con ella entre sus nalgas mientras verificaba las pinzas en sus tetillas… Después me alejé y comencé a darle ligeros azotes de la vara por los brazos, piernas… espalda y culo, uno, otro, otro más. Las rayitas rojas comenzaban a marcarse. Dejé la vara, me coloqué otro arnés, la polla de este era igual de gruesa que la anterior, le quité la mordaza y le obligué a chupar la polla de vinyl entre mis piernas… Esta era más larga, tras un rato, la lubriqué y…
- Esta es lisa, putita… por lo que entrara fácilmente, no como la anterior… pero es en cambio algunos centímetros más larga que la anterior… y tu culo va a tragársela toda… bien empalado, que la sientas abrir tus entrañas… te la meteré toda… puta… porque sé que tu cuerpo la puede recibir entera, puta… Entera…
Deslicé las caderas hacia adelante y le empalé totalmente. Su gemido de dolor me desgarró el alma pero esta noche necesitaba hacerle sentir mi poder… y necesitaba que él entendiera las dimensiones y consecuencias de desobedecer… Tiré de las pinzas en los pezones y su aullido al desprenderse ambas fue brutal. Arremetí violentamente contra su culo sacando toda la verga y dejándola ir hasta el fondo una y otra vez, tirando de su cuello, ahorcándolo con la cadenita de las pinzas, escuchándole resollar por aire, liberándole a tiempo de recibir otra fuerte embestida… otra vez… y otra vez hasta que…
- Ama… por favor… no puedo aguantar más… déjeme correr, por favor Señora apelo a su generosidad… Ama… no puedo resistirlo Amaaa!! Que me corro Ama…
Le follé más rápido, unas cuantas embestidas y justo cuando iba a correrse me detuve… salí de su cuerpo y tomé la vara y le azoté las nalgas con fuerza, quería causarle dolor y sus gemidos me confirmaron que lo había logrado.
Me detuve… le giré la cabeza y le miré a los ojos. Tenía una mirada frustrada, algo resentida… Bien… le desaté de la cruz y le hice arrodillarse, entonces le obligué a chupar la polla entre mis piernas… a lamerla bien, a dejarla limpia…
- Chúpala como si te gustase, puta… la quiero bien limpia antes de taladrarte el culo de nuevo… mira todo lo que te ha entrado zorra… te metí toda esta verga… y tu culo se la tragó con facilidad... Dime… ¿qué eres?
Su mirada fue, por unos instantes de verdadero odio… pero acató chupando la polla y luego respondió mi pregunta.
Soy su puta, Ama, para usar, prestar, regalar como usted ordene y mande.
Buena putita. Voy a follarte de nuevo y deberás aguantar todo lo que yo quiera sin correrte o te juro que sólo para que aprendas te entregaré a un sádico para que te dé una lección… Ponte a cuatro patas y quieto, yo mando aquí puta.
Su mente trabajaba desbocada, me miraba con odio. Sabiendo que era capaz de hacerlo… de entregarle al Sádico… Temeroso de que lo hiciera pero al mismo tiempo imaginando cómo sería. Su polla se puso tensa y muy dura, traicionándole. Se puso a cuatro patas y esperó que lo tomara…
- ¡Vaya con la putita caliente! Te ha excitado pensar en el sádico ¿Eh? pues bien… ya sabes lo que tienes que hacer para que te mande con él… no me obedezcas y el viernes probarás el látigo de uno… y quien sabes qué más podría hacerte…
Volví a llenarle el culo de lubricante y le follé… con fuerza, duro, mientras abofeteaba su trasero una y otra vez… le llevé al límite y se tensó tratando de no correrse… Sin embargo seguí embistiendo… bajé mi mano hasta su polla y le masturbé… él comenzó a suplicar entre balbuceos.
-Señora, mi Ama, no quiero fallar pero no puedo más, señora no siga le suplico que no rompa lo que queda de mí Señor, no quiero ese castigo, temo al sádico mi Dueña lo he visto… Arrgggg S-Se-¡¡¡AMA!!! ¡¡¡NNOOOOOO!!!
La explosión de sus sentidos fue tal que de cierto modo me asusté, salí de su culo, me deshice de los artilugios y vi como entre convulsiones se derrumbaba, llorando, gimiendo. Me arrodillé frente a él y lo atraje a mis brazos. Martín de inmediato me abrazó y sollozó más, mucho más, mientras entre susurros decía que me había fallado… Le acaricié, tranquilizándole. Su angustia se palpaba. Pero tenía que aprender…
- Concertaré la cita con el sádico… no te salvarás de ello. El viernes, nene, vas a venir aquí, y desde aquí saldremos en mi coche hacia el club, llevarás ropa de cuero, y una máscara, no hablarás, quiero que seas anónimo al recibir tu castigo. Usarás mordaza mientras él cobra el castigo. Sí nene, tendrás que pasar por eso.
Suspirando comenzó a relajarse, a resignarse… Le abracé durante largo rato, le besé, le acaricie… hasta que toda la tensión desapareció de su cuerpo… Al cabo de un rato le llevé a la ducha y lavé su cuerpo, luego volvimos al interior de la mazmorra y le guie a la gran cama… le hice que se tendiera sobre ella, apartando las mantas, después me acosté pegada a él, con la cabeza en su hombro, nos cubrí con la manta y acaricié su pecho…
- ¿Sabes que tengo que cumplir con el castigo verdad? El por qué tengo que hacerlo… Un Amo/a que se precie de serlo, cuando promete un castigo o un premio, debe cumplirlo. No puedo prometerte algo que no cumpliré o entonces no tendría la valía que me debo a mí misma. Te juré que si te corrías sin mi permiso, te entregaría a un sádico para que te castigara y así voy a hacerlo el próximo viernes. No me gusta la idea, pero no tiene que gustarme.
Suspirando, le sentí estremecerse, antes de contestar.
Sí Ama, lo entiendo y acepto el castigo, sé que es parte del entrenamiento para ser el mejor perro sumiso que pueda ser para usted, Ama. Pero al mismo tiempo no dejo de temer el castigo. Ama, sé que el particularmente cruel. Pero por Usted, Ama, caminaría sobre fuego, sobre cristales rotos… lo que fuera, por usted, lo que me pida. Quiero ser su perra, su puta. Para usar, prestar, ceder. Pero Suyo, AMA…
MIO, cachorro… Eres.definitivamente. MIO.
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El viernes llegó pronto, para sufrimiento de Martín. A las 9 de la noche me esperaba desnudo, de rodillas y con la frente en el piso en mi mazmorra. Al llegar le ordené permanecer como estaba, me arrodillé junto a él y acaricié su cabeza, su espalda, su culo. Estuvimos en silencio largo rato. Después me levanté, abrí un cajón y saqué un plug anal y lubricante. Regresé a su lado y en unos cuantos minutos tenía puesto el plug. No habíamos cruzado palabra alguna, quizá era mejor. No podía consolarle aunque mis caricias lo habían hecho. Saqué un calzón de cuero negro que compré de su talla y le ordené usarlo. Después unos pantalones de cuero negros, botas de motorista y un arnés en su pecho. Yo llevaba un vestido de latex rojo, cubriendo mi cuerpo hasta las rodillas y unas zapatillas de tacón de 10 cms. Y maquillaje oscuro. Le miré a los ojos y su mirada de dolor por poco me hace cancelar todo. Me acerqué, besé sus labios y tomando una gran bocanada de aire le indiqué que saliéramos.
En mi auto le entregué la máscara y una mordaza, cuando estuvimos cerca del club se puso ambas cosas. Al bajar le indiqué que esperara, tomé su identificación de socio y le identifiqué en la entrada, pidiendo absoluta discreción por tratarse de él. La recepcionista no hizo gesto alguno y al pasar por casilleros, le pedí al encargado que me proporcionara un collar y una correa de juego. Se lo coloqué y al entrar le ordené ponerse de rodillas y caminar a mi lado como perrito faldero. Quería acabar ponto con ello, así que le llevé directamente con el sádico que iba a aplicarle castigo.
Al llegar hablé con el Dom y le entregué a mi perrito, lo pasé mal al escucharle gemir de frustración y miedo, pero me alejé hasta la orilla del escenario, justo donde mi perro podía verme. El maestro Sádico le quitó los pantalones y le dejó el calzoncillo de cuero. Le ató a un poste y le ordenó permanecer quieto. Sacó una vara y azotó su espalda, sus piernas, como preparándole para lo que seguía… Una serie de latigazos le marcó la espalda con algunos verdugones. Cada puñetero golpe me azotaba el alma. Aguantó sin siquiera gemir. Cuando hubo terminado, él estaba temblando. Le llevé al ático de la primera vez y una vez allí le quité la máscara y la mordaza. Estaba sentado en la cama y yo arrodillada entre sus piernas. Acaricié su cabello empapado de sudor, su cara… sus ojos no encontraban los míos.
- Nene… mírame. Martín… por favor nene, necesito saber cómo estás. Háblame, Martín!
Levantó la vista y encontró mi preocupada mirada y se quedó largo rato en mis ojos. De pronto comenzó a llorar y me abrazó, se lanzó sobre mí, necesitado de mis caricias. Acabamos los dos arrodillados en el suelo, él con la cabeza en mi hombro, sollozando.
- Me sentí muy humillado Ama, la perdí de vista y pensé que me había dejado, nunca me sentí tan sólo y abandonado…
-Nunca me fui Martín, no podría hacerlo, tenía que cuidarte nene. No te abandonaría en algo así, jamás. Nuca pienses eso Martín.
- Lo peor es que lo sé, Señora, lo sé. Y sin embargo me sentí abandonado, perdido. Humillado. Comprendo el por qué tuvo que hacerme pasar por esto. Pero Señora, si me lo permite, creo que voy a incluir en mis límites rígidos el látigo, al menos el látigo a manos de un sádico...
Suspiró y sólo pude abrazarle más fuerte… Permanecimos un rato así y luego le hice subir a la cama y desnudarse… le retiré el plug anal que aún llevaba y le limpié y le curé los verdugones que habían llegado a sangrar, besé cada golpe, cada marca.
Gracias por aceptar el castigo nene, por entregarte así a mí. Significa mucho para mí tu entrega cachorro.
Ama, ¿puedo pedirle algo?
Sí, cachorro, dime qué es lo que necesitas.
Podría abrazarme, Ama? Cuando volvamos a la mazmorra, podría sólo abrazarme y dormir juntos.? Sólo eso? Mañana haré lo que me ordene… hoy solo necesito lamer las heridas de mi alma.
Esta noche iremos a mi casa o a la tuya, Nene, no a la mazmorra… y te abrazaré toda la noche, te besaré y te cuidaré toda la noche…
Una hora después salimos por el estacionamiento privado y conduje hasta su casa… Creo que necesitaba sentirse en su refugio, seguro. Así que llegamos allí y nos dirigimos a su habitación. Le ayudé a desnudarse y tras hacerlo yo, fuimos a la ducha. Templé el agua y cuando la sintió caer por su espalda, siseó… tomando jabón en mis manos lavé toda la espalda, cada verdugón… y luego lavé sus piernas, sus pies, subí hasta su polla que estaba totalmente erecta y la lavé… le acaricié entre las piernas, masajeando sus huevos… y subí por su pecho hasta sus hombros… Su mirada era turbia, caliente, me miraba con deseo. No era, en ese momento, una mirada sumisa. Me giré y automáticamente sus manos acudieron a mi cuerpo, tomó mis caderas, subió por mis costados hasta mis tetas, las masajeó y se pegó a mí… su boca mordisqueaba mi cuello mientras su polla entre mis piernas se deslizaba… gemíamos a la par.
- Señora, quiero deslizarme dentro de su cuerpo, quiero follarla, pero si lo hago tal y como me siento ahora mismo, no seré ni sutil, ni sumiso… Ordene que me detenga, Ama o permita que la folle duro… Lo que decida lo acataré… mi Dueña, aunque la odie, lo haré…
Su voz contenida, entrecortada. No sé por qué yo sentía la necesidad de compensarle algo… así que susurré.
- Fóllame con todo lo que tienes Martín, tómame… esta noche… tú mandas…
Soltando un gruñido de placer, tomó mi cara con una mano y tirando a un lado, su boca se adueñó de la mía y mordió un beso caliente, sexual, lleno de deseo…
- Gracias mi Ama…
Levantó una de mis piernas, acomodó su polla en la entrada de mi coño y embistió con toda su fuerza…. Yo simplemente dejé de respirar… solté un gemido y entonces… él comenzó a embestir….
CONTINUARÁ…