Mi sumiso, mi puta capítulo 3

Las cosas se complican para ellos, sus respectivas profesiones les impiden verse durante días. La intrigante secretaria de Martín provoca que Ama Savage se enfade y castigue con severidad a Martín. Después, pasan el fin de semana juntos. Ama Savage le da a su sumiso su primer experiencia extrema.

Mi sumiso, mi puta Capítulo 3

Antes que nada, agradezco a quienes van a leer estos relatos salidos de mi imaginación. No pretendo ganar ningún premio, estoy a años luz de ser merecedora de algo así, pero ante todo solicito de la manera más atenta que, evitéis los insultos o las descalificaciones si vais a comentar este escrito. Soy consciente que me falta mucho para que se consideren literalmente buenas mis historias, pero me gusta la idea de compartir las locas fantasías que se cruzan por mi cabeza. En algún escrito cuento cosas reales, mías o de mis amigos de la comunidad BDSM, pero jamás develando nombres  ni lugares reales. Gracias por vuestra comprensión y sobre todo, por vuestro respeto.

  • ¡Fóllame, Martín!

Viernes.

Habían pasado 4 días desde que había aceptado tener a Martín como mi sumiso y tras follar en la mañana del martes, en la silla, cabalgando su polla salvajemente hasta que ambos nos corrimos entre gritos. Nos duchamos y ambos volvimos a nuestros trabajos sin haber pisado nuestras casas. No había vuelto a verle, brevemente todas las noches habíamos hablado por teléfono, de manera casta para desearnos buenas noches. Pero las obligaciones de trabajo nos hicieron imposible encontrarnos antes.

A las ocho de la noche del viernes aún no me había comunicado con Martín. Estaba reunido y no tenía hora para salir, esto claro según la zorra de su secretaría que no sé por qué razón me daba la impresión de que no me quería cerca de su jefe. Fui a casa, me cambié de ropa y me fui al club. Al llegar me dirigí a la oficina del dueño. Raoul.  Llamé y me atendió de inmediato.

  • Querido Raoul, tengo que informarte algo. No afectará mi presencia en las rotaciones,  vigilancia y demás pero, seré más selectiva en los sumisos con los que sesiono y te pediré que me dejes la decisión final de aceptar o no para sesionar con alguien, no es que no lo hayas hecho, pero a veces, cuando me pides sesionar con alguien en particular sé que es por alguna razón, antes aceptaba siempre pues me daba igual uno que otro sumiso. Eso ha cambiado, querido... El sábado pasado fui al ático con Martín Landeros.

  • ¡Dios bendito! Martín jamás mostró interés por ningún Dom o Domina a pesar de ser sumiso declarado y ¿me dices que estuviste con él en el ático el sábado pasado? ¿Qué más tienes que decirme pequeña?

Era el único que me llamaba así, Raoul me había adoptado como hija desde que Javier nos presentó. Me aconsejó y consoló cuando mi ex me insultaba y yo llegaba alterada al club, me enseñó a controlarme, a ser fuerte. Me enseñó el protocolo y me enseñó el respeto por todos, pero sobre todo con los sumisos, a controlarlos, pero ante todo, me enseñó que sin ellos, no somos nada. Raoul es mi maestro. Un segundo padre.

  • Me pidió que fuese su Dueña. Acepté. El lunes pasado fijamos los términos del contrato y están firmados y guardados en nuestras respectivas cajas fuertes. Quiero que guardes tú una tercera copia, por favor. Cuando creí que no habría un hombre especial en mi vida. Y este hombre me excita como nadie. Me hace sentir bien, joven, deseada y… Dios Raoul, Martín en verdad se somete a mí. No le gusta el sexo anal, pero me permitió follarlo con uno de mis juguetes grandes. Sé que le dolió, cada embestida la sufrió, y sin embargo me dejó poseer su culo sólo para demostrarme que me desea y me complacerá en todo lo que le pida. Cuando me cansé de follarlo,  le monté y le cabalgué hasta que me corrí sobre él, estaba a punto y le ordené no correrse. Le seguí montando y me corrí otras dos veces. Él sólo se corrió cuando  se lo ordené… Raoul, me gusta mucho Martín y estoy aterrada.

La sonrisa de Raoul me dijo lo que necesitaba saber, aun así quería su confirmación.

  • Es normal, nena, no te asustes,  si te excita tanto y se ha puesto a tus pies, tómalo, gózalo y disfruta mientras dure, preciosa, ¿quién sabe? En una de esas resulta el hombre de tu vida.

Sonreí con un dejo de misterio.

  • Tienes razón…  ¿Te causaría muchos problemas si hoy no sesiono? Es algo que no he hablado con él y no quiero hacerle daño, deberá entender que seguiré sesionando  en demostraciones o para enseñar a algún nuevo Dom. No he quedado con Martín pero espero venga a buscarme aquí. Mientras tanto vigilaré la mazmorra, eso sí te parece bien…

  • Adelante, mi niña.

Salí de allí tras darle un par de besos a Raoul y fui al bar, donde entregué mi bolso de juguetes y pedí un whisky derecho.  Paul levantó una ceja cuando me vio sonreír.

  • Te veo bien follaita nena…

  • Y bien follaita estoy, Paul, seguí tu consejo el sábado, y…resultó tan bien que esta nena que tienes delante es la poseedora del culito de Martín Landeros. El lunes firmamos el contrato…

  • ¡Tienes sumiso!  ¡Cariño pero no lo digas así de simple! ¡¡¡Eso hay que festejarlo!!!

  • ¡¡¡No se puede contigo por Dios Paul!!

  • Naaa espera que los demás se enteren, fiesta fijo para que nos lo presentes oficialmente y se entere que si se llega a portar mal contigo, ¡tienes a una plantilla de malos Doms para tomar justicia!

Me levanté, me giré en la barra, le di un par de besos y me fui a dar una ronda por la mazmorra, me ajusté la banda en el brazo que me marca como autoridad dentro del local, atenta a todo lo que pasaba, pero deseando ver a Martín en cualquier momento.  La idea de festejar en privado con mis amigos, Doms y sumisos era muy atractiva. Topé con Javier que iba a comenzar sesión con la misma sumi del sábado anterior, levanté una ceja  y sonreí con malicia.

  • Te veo repitiendo muy seguido, Javier…

  • ¿Y qué me dices de ti? Según un pajarito, tú te has cortado las alas solita.

  • Ese pajarito tendrá que pagar por abrir la boca, un buen castigo le daré por bocazas. Mientras tanto, dime, abogado, ¿has visto a mi ruiseñor bocazas?  Yo desde el martes por la mañana no le veo, demasiado trabajo ambos.

  • Me dijo que hoy iba a verte así tuviera que mandar a la mierda a todo su equipo de trabajo.

  • Eso me da esperanzas entonces, Paul quiere festejar el acontecimiento, Raoul seguro que lo aprueba. Si quieres puedes traer a tu presa... Te dejo… voy a seguir con mi ronda y tú, anda, sigue con tu sumi… a este paso te veré firmando contrato pronto… nene!

Soltó una carcajada antes de girarse a la sumi que ya tenía atada y amordazada en la cruz de San Andrés… Recorrí el lugar, me parecía igual que siempre y tan diferente a la vez. Y seguí las horas siguientes, hasta que cerramos y Martín no apareció, ni llamó.  Recogí mis cosas y salí,  caminé hasta mi auto y viajé hasta casa sin novedades. Al llegar me desnudé y me tumbé en mi cama.  Cogí el móvil y llamé a Martín. Me dio igual que fueran las tantas de la madrugada. Contestó a mitad del primer timbrazo.

  • ¡¡Mi Ama, Dueña y Señora!!

  • ¿Qué  demonios ha pasado que no te has comunicado conmigo en todo el puñetero día, Martín?

  • Señora, le pedí a mi secretaria la llamase para informarle que estaría reunido en una de las fábricas pero allí no tengo señal. Acabo de salir hace 15 minutos y estoy camino a mi casa, pensaba que estaría dormida y no quise molestarla, pensaba llamarla a primera hora mañana.

  • Tu secretaria no es muy eficiente o me ha tomado manía. No me dijo nada de lo que estás diciendo y te imaginarás el cabreo que tengo encima. Fui a la Mazmorra esperando saber de ti, hablé con Raoul de lo nuestro, con Paul y hasta con Javier y quedé como imbécil esperándote. Estoy ahora mismo furiosa, además de frustrada y caliente como el infierno.

  • Diablos, Señora, ajustaré las cuentas con mi secretaria, si no es capaz de cumplir con su trabajo, ya me buscaré alguien más eficiente. Lamento mucho haberla hecho quedar mal, sé que debí al menos enviarle yo un mensaje pero estaba en la fábrica sólo para una revisión rutinaria y tuve que quedarme a resolver un problema. Pero no volverá a suceder, mi Ama. Aun así, mi Dueña no puedo evitar empalmarme al saberla caliente… pero sé que lo que merezco es un castigo por no haber estado hoy ¿verdad? A su disposición estoy, mi Ama.

  • ¡Maldita Sea, Martín!. Trae tu culo ahora mismo a mi casa, estoy desnuda, muy mojada y caliente. Y necesito castigar a mi perra por fallarme y necesito mi juguete para masturbarme y correrme hasta sacarme el mal humor. Ya después que esté satisfecha, veré si te permito correrte, mi puta. La dirección es… Date prisa.

  • Sus deseos son mis órdenes, mi Ama. Llegaré en sólo unos minutos.

Colgué y me enfundé en una bata transparente, negra, me maquillé los ojos con colores oscuros y lo labios rojo intenso. Zapatos de tacón de aguja y plataforma. Busqué entre mis juguetitos: Esposas de cuero para manos y tobillos, una máscara  con sólo un par de orificios para la nariz. Saqué un estuche donde guardo una fusta y una vara. Pinzas para pezones, plug anal y un dildo completaban los juguetes de la noche.

Cuando llamó al portero automático, estaba todo listo. La mesa del comedor debería bastar como potro de torturas. Le abrí y en cuanto entró por la puerta de mi casa señalé un rincón y me di la vuelta. Escuché el rumor de su ropa. Ciertamente haberle escuchado sano y salvo había calmado mi corazón y mandado el enfado al demonio. Estaba totalmente en calma y relajada cuando él entró en casa y tenía el total dominio de mi persona cuando escuché un par de minutos después sus palabras. A pesar de mi calma, debía ser dura con la imposición del castigo, siendo la primera falta, debía demostrarle que iba en serio y que mis castigos lo eran también. Ya le compensaría.

  • A sus pies estoy, mi Ama, Dueña y Señora para recibir lo que me quiera dar, sé que hoy la he preocupado y aunque no ha sido enteramente por mi culpa, asumo la responsabilidad de su enfado. Castígueme como mejor le parezca y permita que mi dolor lave la pena de haber sido decepcionada por este perro indigno que suplica clemencia y perdón.

Me giré y estaba arrodillado con la frente en el suelo. Me complació su disculpa. Coloqué mis pies cerca de su cabeza y le indique que lamiera hasta que yo dijera basta. Lamió mis pies con servilismo. 10 minutos después le indiqué que se detuviera. Mi coño estaba simplemente chorreando. Tomé el plug, lo llené de lubricante y caminé hasta su trasero.

Levanta el culo,  lo más que puedas y con ambas manos, lo quiero bien abierto. Relájate que voy a meterte un plug.

Sin chistar obedeció, a lo cual le agradecí con un “buen chico”. Metí lentamente el plug y sus gruñidos eran de dolor, avancé muy lento, pero implacable hasta dejar bien ensartado su culo. Luego le di unos azotes y fui a sentarme en una silla delante de él, abrí las piernas y le mostré mi coño, brillante de jugos.

  • ¡Ven aquí perro! Tu Ama necesita que le limpies el coñito porque lo tiene muy mojado y es incómodo andar así. Sólo podrás usar tu boca, puta.

Dejó escapar un gemido y a cuatro patas se apresuró a obedecer. Tomé la fusta de la mesa y cuando comenzó a lamer casi me corro. Logré controlarme y sin aviso le solté un fustazo en el culo. Soltó una maldición y luego me agradeció. Repetí la acción varias veces hasta que me llevó a correrme en su cara y mis jugos lo bañaron. Su culo cada vez estaba más rojo por los fustazos que le propinaba. Le ordené seguir chupando. Se sentía tan bien su boca contra mi coño.  Me corrí un rato después  y le hice lamer todo. Después  me levanté para ordenarle que se subiera a la mesa, boca arriba, piernas y manos en cruz, bien abierto. Le até con el culo saliendo de la mesa, a mi entera disposición. Le puse una mordaza y luego la máscara.

  • Recuerda que si necesitas detenerme, tienes una seña y un sonido ya que no podrás hablar puta.   Te va a doler, Martín. Esto es por haber dejado a otros lo que tú debiste hacer, eres mi sumiso, no lo es tu puñetera secretaria. Te debes a mí antes que a nadie, hace cuatro días lo juraste, lo firmaste, Martín. Y esta noche me sentí humillada porque mi sumiso no apareció en la mazmorra. No sesioné con nadie porque es algo que no hemos hablado, así que me reservé para ti. Te esperaba para aceptar el festejo que propuso Paul por nuestra unión y tuve que venir a casa sola, humillada. Estaba muy dolida y enfadada contigo. Ahora ya no lo estoy, todo se me pasó cuando llamaste, pero debo castigarte severamente para que jamás lo vuelvas a repetir. Para que el lunes a tu secretaria le dejes claro que si le ordenas llamarme, me llamará y si no le gusta o no le gusto yo, puede tragarse su malestar, pero a ti no debe hacerte quedar mal. Ella debe tener claro que tú tienes una relación conmigo, y que ella no tiene absolutamente nada que opinar al respecto. No me gusta que estés recibiendo este castigo por negligencia o la mala leche de ella. Sí, tienes culpa por no haberte comunicado tú directamente antes que nada, pero no te olvidaste de mí, le dijiste a tu secretaria que lo hiciera por ti y ella no lo hizo, ella es tu respaldo, tu escudo y te dejó con el culo al aire. Es por eso justamente que voy a follarte sabiendo que anal no es lo tuyo. Como te dije, te estoy castigando a ti aunque desearía azotarla a ella.

Dicho esto le di un par de bofetadas. Me levanté y tomé la fusta y azoté sus muslos, gimió de dolor y mi corazón se partió con cada gemido, pero siendo una Domina que se respeta, debo castigarle, debo enseñarle que no se juega conmigo. Moví el plug para provocar un poco de placer, pero después azoté con la fusta las plantas de sus pies. Se retorció de dolor y gemía desesperado en esa oscuridad y asfixiante opresión que podía llegar a ser la máscara.

Tomé las pinzas para los pezones y se las coloqué. Gritó de dolor, pero su polla se puso tan erecta que esperaba que se corriera. No fue así. Tomé otro par de pinzas y las llevé a sus testículos. Pincé las dos pinzas en uno y él aulló de dolor. Se retorció por un rato, esperé hasta que su respiración casi se había normalizado para coger un par más de pinzas y se las coloqué en el otro testículo.  Gritó desesperado. Le miré atenta por si utilizaba la palabra de seguridad.

  • Recuerda que me puedes detener en cuanto lo necesites, Martín, no quiero que hagas nada que no creas poder resistir. Te estoy castigando, pero no debe ser una tortura insufrible.

Silencio.

  • Bien, puta, entonces seguiré con las pinzas, aun voy a colocarte un par más en tu polla y luego te follaré como la perra que eres.

Procedí a ponerle las pinzas en la cabeza de la polla. Se estremeció, tembló durante largo rato, pero después controlo su respiración.  Entonces me puse el arnés. Era el dildo más grande. El plug que le puse le abrió el culo lo suficiente para recibir este juguete. Bañé de gel lubricante la tranca en el arnés y luego retiré el plug para bañar su culo con mis dedos llenos del lubricante.

  • Voy a meterlo, Martín y no me voy a detener hasta que tengas todo dentro. Quiero que te duela, así que no seré compasiva. Cuando crea que es suficiente castigo, me detendré.

Le dejé ir la cabeza del pollón y su gruñido bajo y desgarrado me contrajo el alma. Aun así le metí todo y comencé a moverme, alternando con azotes  de la fusta en sus piernas y brazos. También tiraba de las cadenas de las pinzas para causarle un poco más de dolor.  Justo cuando le noté al borde de la histeria, aceleré las embestidas de mis caderas y luego me retiré, en el momento del alivio, retiré las pinzas de los pezones, de los testículos y al final la de la polla. Si no hubiera tenido la mordaza, tal vez habría gritado. Tras retirar la pinzas de la polla, se la masturbé. Primero gritó de dolor en donde tuvo las pinzas, después gemía, loco de placer. No me detuve sino hasta que se corrió. El castigo había sido cobrado. Entonces lo limpié. Le desaté, quité a máscara, la mordaza y él me miró arrepentido, suplicante. Con una seña asentí y le concedí la palabra.

  • Nunca más ocurrirá, mi Ama. Jamás volveré a delegar en nadie lo que me corresponde a mí. Por favor mi Señora, perdóneme, puedo soportar todo menos que esté enfadada conmigo. Perdón mi Ama y Señora. Se lo ruego. Perdón.

Le hice incorporarse y me senté en el sofá, le indiqué que se arrodillara a mis pies en el suelo y atraje su cabeza a mis rodillas, mientras se la acariciaba como si fuese un cachorro.

  • Estas perdonado, Martín. Te perdoné en el momento en que escuché tu voz por teléfono. Esto solo ha sido una acción disciplinaria. Pero no lo vuelvas a hacer. Hoy tenía una sorpresa para ti y dado que he tenido que disciplinarte, no puedo dártela. Quedará guardada para el futuro.

Su mirada se entristeció, pero sólo asintió, aceptando.

  • Señora, yo también tenía algo para usted, pero sé que no soy digno de darle nada en estos momentos. Anhelaba tanto esta noche. Cuatro días sin Usted, necesitaba sus caricias, sus besos, unos cuantos azotes, no lo negaré, pero necesitaba de Usted y lo he echado a perder. No soy digno de su perdón, mi Ama…

-Detente, Martín, no sigas por ahí. No te humilles. Yo puedo decirte cualquier cantidad de insultos que se me crucen por la cabeza, pero soy yo la que va a humillarte, tú no debes despreciarte. A veces haré que repitas que eres el peor gusano de la tierra, pero eso será en sesión o castigo. Jamás te haré menos en otro escenario. Dime, ¿Cenaste algo?

Negando con la cabeza, me mira a los ojos.

  • No, mi Ama, no he cenado.

-Yo tampoco. Vistámonos y vamos a conseguir un lugar que esté abierto. ¿Tienes que trabajar hoy sábado?

  • Suelo hacerlo. Pero si Usted me lo ordena no voy. Realmente no tengo nada importante que hacer.

  • No irás, justamente porque te lo ordeno. Me pertenecerás todo el fin de semana. Tienes mucho que compensarme. Anda, vamos a vestirnos y a buscar algo de cenar.

Salimos en su impresionante camioneta todo terreno. Sólo de subirme a ella a su lado me tenía caliente. Y Sorprendentemente mi mente imaginaba cosas. Llegamos a un restaurant 24hrs y le pedí que ordenara para llevar. Pidió comida para un regimiento. Salimos de allí y me preguntó que a donde quería ir. Le ordené que se dirigiera hacia mi mazmorra. Se puso duro al instante.

  • Veo que el castigo no ha hecho mella en tus deseos… putita. Se te ha puesto dura como una roca.

  • Sí, mi Ama, su deseo de ir a su mazmorra me ha excitado.

Siguió conduciendo como si nada, pero no iba a dejarlo pasar. Me estiré en el asiento y bajé la cremallera, saqué su polla y descaradamente comencé a masturbarle.

  • Sigue conduciendo, perra. No te distraigas  que podríamos tener un accidente. Qué rica tienes la polla, tersa, pero totalmente dura. Voy a hacerte una mamada que no olvidarás. Conduce bien que no se me antoja castigarte más esta noche.

Dicho eso, desabroché mi cinturón de seguridad y me doblé sobre el asiento hasta que mi boca tomó su polla, y me tragué todo lo que pude, metí la mano dentro del pantalón para coger sus huevos, se los estrujé  y luego deslicé un dedo por el canal entre sus nalgas hasta su culo y se lo acaricié. Incluso llegué a meterle el dedo y follarlo. Gimió por lo bajo. Yo se la chupé hasta llevarlo al límite. Él estaba en verdad a punto de correrse cuando estacionó en mi mazmorra. Pero yo seguí, echó la cabeza hacia atrás, tomó entre sus manos mi cabeza y siguió el ritmo que yo llevaba. Aceleré y cuando estaba por correrse  me metí profundo en la garganta su polla y metí más profundo el dedo en su culo. Se corrió abundantemente y me bebí cada gota de su simiente. Con la respiración entrecortada, me enderecé, le miré, sonreí y salí de la camioneta.

  • Reponte pronto y trae la comida, me muero de hambre y sólo he tenido un tentempié…

Segundos después estaba detrás de mí en el sótano. Dejó las cosas en la mesa y tras cerrar yo la puerta, se dirigió a la esquina derecha de la puerta, se desnudó y se arrodilló en espera, con la mirada en el suelo. Me senté a la mesa, estiré mis piernas y abrí los paquetes de comida. Comencé a comer. Luego tomé un trozo de un sándwich y le llamé.

  • Ven perrito anda, ven a comer.

Pensé en ponerle un plato en el suelo, pero luego lo consideré y eso lo usaría en alguna otra ocasión. Ahora sólo quería alimentarle con mi mano. Se acercó a cuatro patas y comió lo que le tendía, luego lamió mis dedos hasta dejarlos limpios. Le alimenté así hasta que se acabó la comida y yo me levanté.

  • Quieto ahí, perro.

Me desnudé y me puse un arnés con un vibrador de doble punta. Me lo ensarté en el coño y lo ajusté. Martín permanecía a cuatro patas frente a la mesa. Me senté de nuevo.

  • Ven aquí perrita, vas a chupar esta verga para mí, la vas a mojar muy bien porque voy a follarte con ella.

Sin chistar obedeció y mamó la verga por unos diez minutos. Sé que exageré con el tiempo que le tuve mamando la tranca de silicona, pero se veía tan sexy chupado entre mis piernas y cada movimiento hacía que la parte dentro de mi coño me excitara aún más. Cuando me cansé de verle mamar, le detuve le ordené levantarse, le indiqué que montara sobre mí y se metiera él mismo la verga en el culo. Su expresión me hizo sonreír. Obedeció y verle descender mientras su culo se tragaba mi dildo, me puso a mil. Cuando estuvo dentro, tomé el mando a distancia y encendí el vibrador, ambos gemimos. Y le ordené saltar sobre el dildo. Lo hizo sin chistar y en unos minutos estaba jadeando de placer.

  • Oh ¿mi putita comienza a gozar del sexo anal?   Eso, muévete así, siéntelo en tu interior, goza de estar lleno de mi verga. Gózalo. Siente como te poseo, y cómo te entregas a mí perra. Gime, goza. Eso puta, siente como te empalo, mira como me haces disfrutar con tu entrega. Así, ¡me gusta que seas toda una putita cachonda gozando de una buena verga en el culo!, Siénteme en tu interior, puta…

  • ¡Mi Ama! Le siento mi Señora, le siento en mi interior. Disfruto al complacerla, vivo para servirla Ama. Dios mío ¡Ama!  Estoy gozando, mi Dueña, estoy gozando por primera vez con una verga en mi culo, sólo usted lo consigue, mi Ama, ¡sólo usted!

Siguió moviéndose de arriba abajo con cada vez mayor rapidez, el vibrador nos tenía a punto a ambos y cuando me corrí, le hice detenerse abruptamente. Él comenzó a suplicar.

  • Ama por favor no me haga esto, no me detenga, se lo ruego, estoy tan cerca de correrme, Ama por favor… Sólo un poco más. Por Favor, Ama…

Le hice ponerse de pie y me quité el arnés y sentí su decepción. Sonreí. Le tendí una mano y le guie  hasta la gran cama en el fondo del sótano y me tendí en ella, tomé un condón y se lo entregué. Se lo puso con rapidez y me miró nuevamente, contenido. Abrí mis piernas y le hice señas para que se acercara.

  • Dentro de mí, putita, es donde te vas a correr y no antes de hacer que yo me corra un par de veces más, así que deberás aguantar el orgasmo hasta que te lo ordene, ahora, ven aquí, que mi coño reclama tu polla.

Subió a la cama y mientras su verga se deslizaba en mi coño, no pudo evitar tomarse la libertad de besarme. Su boca descendió sobre la mía con una pasión arrolladora. Se movía como poseso dentro de mi coño y boca. Embistiendo con fuerza, me aferré a él y le dejé tomar el control. Se sintió tan bien abandonarme un momento, simplemente follar sin que ninguno de los dos dominara, sólo sintiendo. Me corrí entre estremecimientos un par de veces, después, tomé el control. Me impulsé para quedar encima yo y cabalgué su polla con fuerza, le pasé las uñas por el pecho y pellizqué sus pezones. Su polla dio un salto dentro de mí.  Sus gruñidos me decían que estaba cerca, así que me moví para poder pasar mis uñas por sus huevos. El estremecimiento que le recorrió le llevó a susurrar:

  • Señora voy a correrme. Por favor mi Ama no me lo niegue, por favor, le suplico me deje correrme Señora, ¡¡por favor….!!

  • Sí, Martín, puedes correrte para mí…. ¡Hazlo!

Entre convulsiones, aceleré mi cabalgata sobre su polla y unos saltos después, su simiente llenó el condón y sus gritos llenaron el lugar. Seguí moviéndome le sentía aun duro en mi interior y sorpresivamente volví a correrme. Me dejé caer sobre él  y lo abracé antes de ofrecerle mis labios.

  • Eso ha sido fantástico, ¡mi putita me ha suplicado que le follase!, ¡Voy a conseguir que te guste ser empalado, que ames ser follado por el culo.

Le besé   largamente y  me deslicé a un lado suyo. Le dejé descansar unos instantes y al cabo de unos minutos me levanté y me vestí. Me miró un poco con sorpresa.

  • Vístete. No vamos a quedarnos aquí. Y tampoco vamos a dormir. Te llevaré a un sitio donde volveremos a follar. Estoy demasiado caliente para pensar en otra cosa que no sea satisfacer mis deseos. Trae ese bolso cuando salgas. Dame las llaves de tu camioneta, conduciré yo.

Me tendió las llaves y salí, él se vistió con rapidez  porque cuando salió solo llevaba un par de minutos sentada al volante. Se subió al lado y me entregó las llaves de la mazmorra.

  • Quédate con ellas, saca una copia el lunes. Así cuando te ordene venir a la mazmorra podrás estar de rodillas frente a la puerta como la perrita que eres, esperando a tu Dueña.

Conduje durante un buen rato. Martín sólo me miraba, parecía querer hablar pero estaba en plan sumiso. No le quería así todo el tiempo. Quería conocer todo de él.

  • Martín, salvo que te indique lo contrario, quiero que sientas la libertad de hablar normalmente cuando no estemos sesionando. Es más, quiero que me tutees, que me trates como a una amiga o tu novia si te gusta más.

  • Como mi novia me encantaría, Señora.

  • Marie.

  • Marie. Me gusta tu nombre, suave, delicado, pero fuerte  a la vez.

  • Sí, Martín, de igual a igual, puedes llegar tomarme entre tus brazos, besarme, actuar como cualquier novio. Hasta el momento en que te ordene algo. Entonces deberás cambiar el chip y portarte como mi perrita sumisa, hablarme de usted y obedecerme en todo lo que te indique, ok?

  • Gracias, Marie, sí, creo que así podré llevar esto mejor, con mayor facilidad, quiero decir. Me agrada la sensación de no tener que ser tu sumiso todo el tiempo, ¿podré sorprenderte con entradas para algún concierto o una reserva para cenar? O quizá incluso en algún momento tomar el control y follar contigo sin que seamos Ama y sumiso? O ¿estoy pasándome mucho de la raya?

  • Podrás sorprenderme con conciertos, cenas, flores y sí, Martín, podrás tomarme por sorpresa y follarme como una pareja vainilla. Sólo no intentes someterme. Follaremos de igual a igual o te dominaré yo. Mi límite más rígido es que nunca me domine nadie, nunca más. Mi ex lo hizo durante todos los años de matrimonio. No lo soporto.

Frunció el ceño y vi como apretaba los puños y respiraba con dificultad.

-Solo voy a pedirte una cosa, Marie, espero de verdad me la concedas.  Si algún día ese hijo de puta te vuelve a decir algo, a gritar o a intentar imponerse, me lo dirás. Quiero dejarle claro que no estás sola. Que no volverás a estar sola y que tienes a un hombre a tu lado. Ya sé que no hace falta, que se lo has demostrado, pero sería una satisfacción personal que me concederías.

Sonriendo de oreja a oreja, aparqué, me quité el cinturón de seguridad y trepé hasta su regazo, lo monté y tomé su cara con mis manos y comencé un beso salvaje. Sus manos fueron a mi culo y lo apretaron, Sentí como se ponía duro y moví mis caderas contra su polla.

  • Claro que te lo permitiré, Martín. Esa defensa que haces de mí va más allá de Ama y sumiso, es una defensa de pareja y eso quiero que seamos, cachorro, una pareja que, además, somos Ama y sumiso cuando lo deseamos, o cuando a mí se me antoje que para eso soy la Dominante.

Su sonrisa era radiante. Nos besamos otro rato y luego volví al volante. Le llevé a las afueras de la ciudad,  tomé un camino rural y llegué a un arroyo cristalino. Estaba amaneciendo. Salimos y tomé mi bolso. Iba a cumplir una fantasía de adolescente, a la mejor manera, la  bdsmera.  Le llevé a un pequeño claro con mesas de picnic y depositando el bolso de juguetes, le miré con deseo.

  • Quítate la camisa, Martín y túmbate boca arriba en la mesa, sube tus manos hasta la orilla de la misma y aférrate a ella.

  • ¿Ama? ¿Aquí? Podría llegar alguien…

  • Exactamente, putita, podría llegar alguien, así que mientras más pronto obedezcas, más pronto acabaremos y podremos pasar el resto del día con la ropa puesta. O desnudos en el interior de una cabaña que poseo a unos cientos de metros más adelante. Podría follarte allí, y lo haré, pero no tendría la emoción que tiene hacerlo aquí, allí nadie podría descubrirnos, en cambio aquí… La camisa, mesa, manos arriba. ¡AHORA!

Se le atascó la respiración, pero obedeció, se quitó la camisa, se subió a la mesa y levantó las manos. Saqué unas cuerdas y até sus muñecas a las patas de la mesa y luego saqué la mordaza que se estaba convirtiendo en uno de mis juguetes favoritos con Martín. Se la puse. Saqué mis otras favoritas, las pinzas de pezones y se las coloqué.

  • Veo que te duele cuando las pongo pero vale la pena, putita, porque se te pone muy dura la polla…

Abrí su pantalón, tiré de él hasta que lo tuvo a medio muslo y bajé también los calzoncillos. Le tenía expuesto en una mesa de picnic, para mi sola. Saqué un plug pequeño de mi bolso, lo lubriqué y le levanté las piernas, lo introduje con cierta facilidad en su culo. Gruñó de esa manera que tanto me calentaba y le bajé las piernas. Me quité las bragas y se las puse en la cara,  le puse un condón y me subí a la mesa y lo monté. Me coloqué su verga en la entrada de mi coño y me deslicé hasta abajo, hasta tenerlo bien enterrado. Entonces comencé a cabalgarlo.

  • Ummm  que caliente te ves así, Martín, atado, amordazado, con un plug en el culo, los pantalones en las rodillas y cabalgado por tu Ama…  ummmmm  puedes correrte cuando llegue el momento, esto es un premio, no es un castigo..

Cabalgué apretando mi coño en cada embestida, sus gemidos me dijeron que no tardaría, así que llevé mi mano a mi clítoris y me masturbé mientras aceleraba los movimientos. Estaba cerca de correrme, entonces escuché un motor a lo lejos… moviéndome con mayor rapidez, miré a Martín con cara de susto.

  • ¡Diablos! Viene un coche Martin! ¡Tienes que correrte ya! ¡¡¡CORRETE MARTIN!!! Oh Dios,  yo estoy a punto, venga putita, córrete… ¡¡¡Diossss  yo me corro!!! ¡¡Martíiinn!!.

Sentí como su polla crecía al doble y estalló en segundos…. Jadeando me miró angustiado. Me apuré a bajarme y desatarle las manos y quitarle la mordaza. Me preguntó por el plug que tenía ensartado en el culo, sonreí.

  • Ese se queda en tu culo durante un rato más, eres mi puta y este día probarás lo que algún día te haré en tu oficina, o una fiesta o qué se yo que pueda cruzar por mi mente…

Él asintió resignado, no había tiempo para dialogar al respecto. Se levantó, arrancó el condón de su polla y se subió los calzoncillos y el pantalón mientras yo acomodaba mi ropa, observé como se guardó mis bragas en el pantalón. Acababa de guardar todo en el bolso y comenzaba a caminar hacia la camioneta cuando llegó un vehículo del que saltaron unos chicos  y corrieron al claro. Miré a Martín sonriendo de oreja a oreja. Correspondió mi sonrisa atrapándome contra la puerta de su camioneta, me besó violentamente y tras unos minutos así se separó apenas de mis labios para decir.

  • ¿Así va a ser siempre? ¿Así de caliente y extremo, mi Dueña? Porque nunca me había corrido así, ni había gozado tanto como ahora mismo… y… me gustaría repetir… Señora. Hasta el plug en mi culo me hace sentir tan suyo, completamente suyo, su puta en verdad y no pensé decirlo jamás pero me gusta sentirme así para usted. Dígame, Ama ¿lo haremos? ¿Repetiremos?

Le miré con una sonrisa misteriosa, le empujé para que me dejara moverme, abrí la camioneta, subí y respondí

  • Vamos a la cabaña, perrita, tengo deseos de seguir jugando…

CONTINUARÁ…