Mi sumisión

La caliente de mi mujer me pervirtió para su placer y el de su amante.

Mi sumisión

Soy un tipo absolutamente sumiso a mi esposa, y somos una pareja muy feliz y sexualmente compatible. Ella es una hembra voluptuosa de cuerpo y ardiente de mente, en realidad me fue llevando a su terreno poco a poco... y ahora dispone totalmente de mi, a su real antojo.

Siempre soy el primero en llegar a nuestra casa, le preparo su baño y le tengo todo listo de manera que cuando entra corro a tomarle sus cosas. Ella se descalza y desnuda mientras se dirige a tomar su tibio baño de sales, luego la seco con una suave y aterciopelada toalla y se tiende en su cama y me hace desnudarme y ponerme de rodillas a su lado con las manos atrás, esto invariablemente me excita pero jamás me deja tocarla. Sin embargo es ella la que me toca y recorre mi piel que ahora siempre está suave ya que desde un tiempo a la fecha semanalmente me unta desde el cuello has los pies en crema depilatoria, le cargaban mis pelos dijo, dejándomela muy tersa. Así sus órdenes deben ser obedecidas al pié de la letra, en caso contrario me hace buscar la fusta con la que me azota las nalgas dejándomelas enrojecidas y luego me hace agradecerle que me corrija mis errores besándole los pies.

Ya no me permite metérselo, se ríe de mi verga ya que solo tiene diez centímetros, es muy chica para su gusto, "tu cosa o la porquería enana" le dice. Y cuando ya ve que estoy al borde de la desesperación me permite pajearme, pero solo delante de ella y luego me hace lamerme mi mano tragándome mi semen. Se ríe a carcajadas de mí, eres un maraco me dice. Ahora ya el consolador con que me hace hacerla gozar le es insuficiente y dice estar ansiosa por de ser penetrada por una buena verga, y que yo mire como se la pesca un macho de verdad y no la porquería que tiene a su lado. Siempre que me dice y trata así me produce una erección tremenda; me la imagino ensartada y retorciéndose de placer mientras yo los asisto en todo, el solo pensar eso me pone al borde del orgasmo.

Hoy está particularmente inquieta, sin decir palabra se levanta de la cama y calza sus largas botas de látex negro que le llegan a medio muslo, también sus guantes del mismo material cubriéndole casi hasta los hombros, se pone un terciado también de látex con protuberancias niqueladas las tiras pasan entre sus bellas tetas. La altas botas hacen resaltar su sabrosa y abultada concha, la que solo la cubre una delgada capa de vellos en la parte superior.

Me mira sonriente y abre unos paquetes que están al lado de su cama y saca una serie de correas y cadenas. Sentado en la cama pone unas anchas correas sobre mis rodillas, luego tome otra en mi pecho y cuello, todas tienen en su parte delantera gruesas argollas, ahora une con cadenas entre las argollas del cuello y pecho con las rodillas de manera que me deja con el pecho pegado a la cama y el culo apuntando al cielo; amarra mis manos en cruz a ambos lados de la cama y separa mis piernas con una barra que adosa a las otras argollas de las correas de las rodillas. Esta aumenta su separación con una cremallera y con cada clic sentía que me rajaba pero mi calentura era tal que creía iba a explotar. Como si esto fuera poco vendó mis ojos y puso una bola de goma en la boca con la que me impedía gritar. Estaba totalmente a su merced y al borde del orgasmo. Se tendió a mi lado y me empezó a susurrar al oído.

Estoy muy caliente, quiero una verga de verdad, no como la tuya... mas grande...

Por cierto la mía no es grande, son solo 10 centímetros de palpitante carne y estaba al borde del colapso, jamás habíamos ido tan lejos... pero era cada vez un paso mas... y era su perversa mente la que me arrastraba a lugares de oscuro placer... que sin lugar a dudas me seducían enormemente.

Sus hábiles manos siempre combinaban dolor con placer, tras varios fustazos en mis nalgas sus dedos me tocaron las bolas y centraron sus caricias alrededor de mi culo, sus dedos recorrían el perineo tratando de meterse en mi. Lo único que deseaba era me soltara para pajearme como un poseso, ese era mi máximo placer y de verdad lo ansiaba. Ella se compró un consolador de veinte centímetros y grueso, me lo hacía besar cada vez que la masturbaba con el, si yo la masturbaba con el... porque lo metía y sacaba de su hambrienta y excitante concha, y me gritaba.

¡¡¡Esta es verga... no como tu porquería!!!

Mientras le metía y sacaba ella acababa en desbordante placer, al sacarle el consolador debía besar su punta y chuparlo para agradecerle el placer. Y apenas me consentía me corría la paja desesperado.

Esos pensamientos me recorrían y excitaban mientras sus dedos me dilataban mi entrada, no podía ver nada. Ella seguía susurrando a mi oído.

Estas muy caliente, ¿ah?, ¿te gusta que te meta los deditos en tu culo?

Como no me podía mover me entregué a sentir todo el placer que me daba MI AMA, me tenía dos dedos metidos en el culo. Ella al darse cuenta que iba a acabar me los sacó y soltó las manos, luego la venda y bola finalmente sacándome de esa posición de entrega.

Me hizo asumir mi posición de rodillas, y me habló con su voz siempre suave y melosa, me dijo que había invitado a un amigo para esa noche ya que estaba hambrienta de sexo y yo debía preocuparme de todos los detalles y de inmediato.

Por fin la vería ensartada por otro, el solo pensarlo me descargó una corriente en mi espalda. Ella rápidamente se vistió y salió de la casa, al estar solo mi calentura no pudo más y a riesgo de ser castigado empecé a correrme una tremenda paja pensando en que de ahora en adelante sería UN SOMETIDO Y CORNUDO, y ... exploté acabando a chorros.

Me esmeré en preparar unos deliciosos tragos y bocadillos, puse una tenue luz, prendí aromáticos inciensos. De acuerdo a sus órdenes me puse un pijamas de seda negro sin ropa interior y descalzo, y esperé de pie a que llegaran. No tardaron demasiado, entraron riendo, él la llevaba tomada por la cintura y MI AMA se dejaba apretar. Al verme él se sobresaltó y lo noté incomodo, ella me miró sonriendo y dijo:

No te preocupes Raúl, este era mi esposo, ahora solo es mi esclavo. Goza mucho siéndolo... ¿verdad?

Si SEÑORA.

Al decir eso me arrodillé y le besé los pies, y ellos lanzaron sus risas, ella dio las órdenes.

Atiéndenos, sírvenos unos tragos...

Rápidamente puse las copas en la bandeja y los serví; Raúl me miraba entre sorprendido y divertido. Evidentemente la situación era nueva para él también.

Tras beber la copa mi esposa dio el primer paso y besó ardientemente a su amante y le puso una mano encima del ya notorio bulto el que comenzó a sobar. Raúl contestó metiendo una mano en la entrepierna que la muy puta abrió de inmediato permitiendo que le tocara la ya húmeda concha. Ahora él le abrió la blusa y besó sus tetas que hábilmente tenía ya fuera del sostén. Yo estaba de pié a solo un par de metros de ellos, sentía mi cosa latir, ya me dolía y deseaba correrme la paja desesperadamente. Mi esposa se puso de pié y me indicó la ayude a desnudarla, hecho esto me indicó que haga lo mismo con Raúl. Le desabroché el cinturón y bajé sus pantalones ahora me indicó que haga lo mismo con su slip. Lo hice y dejé al descubierto la tremenda verga que no tardaría en comerse mi esposa, eran por lo menos 23 cm. de palpitante y oscura carne coronadas con una morada ciruela. No daba crédito a lo que estaba viviendo... había desnudado a mi esposa y luego a su amante y estaba ahí parado mirando como no tardaría en culeársela. Ella tomó la tranca y empezó a chupársela mientras le corría una suave paja, sus jugos se mezclaron con la saliva, Raúl abrió las piernas y se dejó estar. Ya afiebrado, mi cosa casi a punto de reventar, noté que me corría la saliva mirando como mi esposa y AMA chupaba una verdadera verga. Raúl no tardó en llenarle la boca con su esperma. Con la boca aún llena se enderezó y me besó largamente metiendo su lengua hasta mi garganta traspasándome el semen de su macho.

Traga todo, cornudo, siente la leche de una verga verdadera, tienes tu cosa tiesa te ha gustado todo esto ¿ah?... ahora quiero verte desnudo... y cuidado con que vayas a acabar o quieras correrte la paja... solo lo harás cuando te lo ordene. ¡De acuerdo!

¡Si... SEÑORA!

Me quité el pijamas y Raúl me observó divertido.

En realidad tiene una porquería entre las piernas, no da ni para "cosa"... ja, ja, ja... además no tiene ni un pelo en todo el cuerpo. Parece guagua.

Yo lo depilo semanalmente, me gusta así... ahora te quiero de rodillas esclavo cornudo, mientas este macho me goza de verdad...

Raúl se puso de espaldas y ella se sentó a horcajadas encima suyo.

Ayúdame a ensartarme esta delicia en mi concha...

Me levanté de prisa y abrí los labios de su ardiente concha y aproveché de tomar la lanza y acomodarla en su entrada, la sentí palpitar en mi mano y la apreté... algo como una electricidad me recorrió entero. Una rara sensación me envolvió, tenía ganas de tocar ese poste nuevamente, pero no me atreví... solo miré con la boca abierta como entraba y salía de su interior, ella echó su cabeza hacia atrás y deliraba moviéndose, gozaba como una diosa, gritaba de placer.

¡Por fin un pico de verdad... mételo entero... ensártame completa... más...

¡¡¡¡Cornudo, mira como me pesco a tu esposa!!!! ¿Te gusta, te excita????

Si Señor me gusta mucho, es rico... y me calienta ver como se la pesca...

Agradécele entonces, esclavo cornudo...

Gracias... por permitirme servirlos y gracias... por darme estos cuernos, me encanta tenerlos, seré su siervo fiel... para siempre...

Acabaron entre gritos y rugidos de placer fundidos en un abrazo de entrega total. Yo tiritaba, temblaba como una hoja, quería pajearme, lo necesitaba. MI AMA se percató de mi estado me hizo acercarme, tomó la fausta que estaba a su lado y sin desmontarse me azotó un par de veces el trasero, ella era sabia, ya que así calmó un poco mi calentura y evitó que acabara ahí mismo. Luego se sentó en la cama, me ordenó arrodillarme entre sus piernas y tomándome fuerte del pelo me condujo la cabeza a su empapada concha.

Chupa mierda, cornudo maraco, chupa toda la leche que me dejó mi macho.

Me condujo y metió mi cara en su concha empapada en los jugos del AMO Raúl y... metí la lengua entera en su concha y empecé a tragármelos ...todos. Abracé su redondo culo mientras le limpiaba la concha, ella puso sus muslos en mis hombros y rodeó mi cuello. El sabor salobre de su amante quedó en mi boca... con esto mi placer llegaba al paroxismo, ahora aparte de sumiso y cornudo, era ahora come semen. Y la verdad es que me gustaba. Y...acabé a borbotones...