Mi sueño hecho realidad...

...se bajó el pantaloncito y el calzón y me dijo:Dame la ultima cachada antes de que te vayas...

Mirada penetrante, ojos negros, casi siempre pintados, piel blanca, blanquísima diría yo, 1.65 de estatura y un culo que te mataría de un infarto, redondito y bastante sobresaliente, esa era Isabel, una chica que traía locos a muchos de mis amigos, y aunque éramos mucho menores que ella, eso no importaba, nos daba igual fijarnos en ella pues estaba buenísima, era una mamacita, su culo nos traía locos, y no solo a nosotros sino también a los hombres adultos que la conocían.

Ella trabajaba en una mueblería y era la chica que más destacaba entre las mujeres que vendían en esa cuadra llena de tiendas de artefactos para el hogar, muebles y demás cosas. Era amiga de mi prima y fue por eso que la pude conocer cuando yo era solo un chico de 11, pero desde ese entonces ya habían pasado mucho tiempo y yo ahora tenia 16, estaba en mi mente día y noche y yo ya no sabía que hacer para poder hacer que esa ricura de 21 se fije en este chico que apenas comenzaba a abrir los ojos, mi nombre es Marco Antonio y lo que leerán a continuación es el primer relato de un hombre en el circulo, luego vienen más.

El relato es un poco largo, pero no tanto, pero eso sí, es bien interesante, me animé a escribirlo porque ya hacía tiempo que las chicas me animaban para que lo mandara a publicar, el relato es real, como todo lo que publica EL CIRCULO, espero que les guste leer lo que viví hace poco, no tuve tiempo de pulirlo como para que salga demasiado bien, pero ahí esta, ojalá que les guste.

Desde hace varios años estaba enamorado de Isabel,en mi situación tenia muchos problemas para lograr mi objetivo de tener algo con ella. Primero estaba mi idea de que ella no querría algo conmigo y que si tan solo se lo insinuaba me dejaría de tratar tan bien como hasta ese entonces me trataba, segundo, el novio de ella no dejaría que me a acerque a ella así de fácil, pues era bastante celoso y algunas veces se ponía agresivo con la gente que se fijaba mucho en Isabel.

Un día en la casa de mi prima ella llegó y se puso a conversar con mi prima, sin querer y sin ninguna intención escuché lo que estaban hablando y me sentí feliz al saber que su novio le estaba siendo infiel y que muy probablemente Isabel terminaría con su novio.

Ese día casi no pude dormir de la alegría, ella por fin estaría libre y yo no tendría que preocuparme por las represalias que él pudiera tomar en contra mía. De concretarse el rompimiento de su relación yo tan solo tendría que ocuparme de conquistarla y aunque no era tan fácil, yo no dejaría de seguir planeando cómo hacerla mía. La tarea iba a ser difícil, cualquier otro que hubiera estado en mis condiciones probablemente hubiera renunciado, pero yo no dejaba de pensar en ella, era mi obsesión y algo muy dentro de mí me decía que muy pronto mis sueños se harían realidad.

Unos días después de aquel día que renacieron mis esperanzas, me encontraba en casa de mi prima cuando llegó Isabel, estaba preciosa y en el momento que la miré me entraron unas ganas de hacerla mía que casi me vencen, ese día se pusieron a conversar de lo que estaba viviendo Isabel, de a infidelidad de su novio, me sorprendí mucho al escuchar que Isabel no dejaría a su novio de inmediato, sino que había decidido pagarle con la misma moneda. Esa ricurita le sería infiel a su novio, estaba decidida a vengarse, y aunque yo quería más que terminara de una vez por todas con él, no me disgustó tanto la idea de que ese baboso recibiera su castigo por la torpeza de haber tenido algo con otra chica, teniendo a Isabelita que estaba tan rica a su lado.

Nunca dejé de pensar que mi oportunidad pronto llegaría, y ahora, no sabía por qué, estaba más seguro que nunca, Isabel me comenzó a tratar de una manera más cariñosa e incluso cuando me encontraba en la calle me saludaba con un beso en la mejilla, ya no con el simple saludo que me daba tiempo atrás cuando me consideraba solo un niño.

Con el pasar de los días me llegué a enterar que la señora que le llevaba el almuerzo a Isabel a su trabajo había enfermado y que aquel servicio que le daba había terminado indefinidamente, fue entonces que mi prima se ofreció a llevarle ella la comida, y así fue hasta que mi prima tuvo que salir de viaje a provincia, pero antes, como no había nadie disponible para llevar el almuerzo que preparaba mi tía para Isabel me pidieron a mí que fuera el que se lo lleve hasta la mueblería.

Acepté encantado y de esta forma había logrado, sin proponérmelo un acercamiento a Isabel, que en esos días me trataba como a un Rey cuando me veía.

-Hola, ya vine.

-Hola Gabriel, que lindo te ves hoy.

  • Gracias Isabel, pero tú te vez hermosa, eres una preciosura.

-Ay, que galante eres. ¿Qué ha preparado tu tía?

-Arroz con mariscos.

-Que rico, lo que me encanta.

Como ya lo he mencionado antes, Isabel, por alguna extraña razón estaba comportándose conmigo de una manera poco habitual, era verdad que me trataba bien antes, pero ahora era un trato diferente, como que tenía muchas deferencias conmigo, eso me gustaba.

Mientras ella comía, yo me quedaba a verla y a esperar que terminase para poder llevarme la vajilla que se utilizaba, allí fue donde nació una relación de más confianza, para poder tener más intimidad cuando conversábamos mientras ella comía, ella ahora comía en la parte de atrás de la tienda. En realidad ella no comía mucho, y con eso de cuidar la línea su preferencia era por la fruta y demás cosas que no la engordaban, por eso es que la mayoría del tiempo la pasábamos conversando de cosas interesantes y también triviales.

La tienda era grande y ahora ella comía en la parte de atrás, justo en una esquina de la tienda, que estaba cubierta por un ropero y algunos muebles que tapaban la vista de cualquier cliente que pudiera entrar, como Isabel era una de las chicas que más confianza tenía con los dueños y además responsable de las otras dos chicas que trabajaban ahí, no hubo ningún problema en que comiera al fondo.

Una vez ahí, nuestras conversaciones se hicieron más largas y cada vez más interesantes, ella me miraba como si yo le gustara y eso me alentó mucho para empezar a halagarla. De vez en cuando ella me invitaba algo de su almuerzo y me abrazaba un poco mientras comía.

No tardaron mucho tiempo en presentarse mis erecciones más espectaculares; la chica por la que se morían muchos estaba a mi lado y abrazándome cariñosamente era lo que había querido desde hace mucho tiempo.

Uno de esos días que llegué con la comida, ella vestía un pantalón muy pegado que hacía notar sus nalgas, por la parte de a delante de notaba cómo el ajustado pantalón se pegaba a sus labios vaginales y los hacía resaltar de una forma que me volvió loco de tan solo ver. Me tomó de la mano y me llevó hasta el fondo, donde nadie nos veía y se comportó como si tuviera bastante calor, en realidad sí hacia un calor que abochornaba.

Ya en el fondo de la tienda por fin llegamos a conversar el tema del sexo, algo que quería hablar desde hace mucho tiempo con ella y que al momento de iniciar el tema yo no podía creer que iba a hablar de eso con ella, con la que tantos sueños eróticos había tenido por la que tantas veces me había masturbado pensando y deseando que mi pene algún día pueda abrirse paso entre sus labios vaginales y en ese ano que me había hecho derramar tanta leche cuando estaba solo en mi cama, con la dueña de los labios más lindos que he visto jamás y que siempre he deseado en secreto que algún día los usara para chuparme le verga, así es, y no es que sea un mañosazo, pero la verdad es que estas hormonas y la edad me hacen imaginar cosas que me llevan a otro mundo, a un mundo donde todo es posible y en donde puedo hacer realidad todas mis fantasías.

Comenzamos hablando de cómo es que las mujeres accedían a acostarse con un hombre y de las fantasías de los chicos de mi edad, luego cambiamos el tema por las poses, guau, ese día estaba excitadísimo hablando de eso con ella, y el solo pensar que ella accediera a entregárseme me ponía calientísimo.

Ese día me fui a mi casa directo a mi cuarto a masturbarme por ella. Su piel blanca, su

boca y sobre todo ese culazo que tenía y cómo se le notaba la vagina con ese pantalón apretado me hacían alucinar que pronto tendría mi oportunidad con ella.

Al día siguiente fue lo mismo, esta vez estaba llevaba un vestido que dejaba poco a la imaginación y sus lindas y torneadas piernas se dejaban ver hasta bien subidos los muslos, casi llegando a la entrepierna, pensé que ese día aunque sea me iría habiendo visto su calzón, me llevó al fondo y nos sentamos juntos, yo estaba en las nubes y veía cómo ella subía las piernas un poco a propósito, para que le viera más las piernas.

En una de esas ella levantó la pierna izquierda a una altura inusual, y yo me quedé viendo asombrado y agradecido su lindo calzón de color rozado, se veía muy bien y me excitó sobremanera, la pinga se me puso dura como una piedra y ya no cabía en mi pantalón. No sabía que hacer, en ese momento quería tirármela como sea, de la forma que sea, parecía que con esa levantada de pierna ella me decía: "Ven, aquí estoy para ti".

Su prenda interior era bien bonita, yo miré directamente la parte que cubría su vagina y me quedé como un sonso, se notaba un poco de sus pelos vaginales, me puse calientísimo, me imaginé que algún día podría tenerla para mí solo, levantarme de ahí y bajarle ese calzón de inmediato, quitarme el pantalón y cacharla en ese mismo momento, era mi sueño, al que nunca renunciaría, pero si quería que se volviera realidad debía esperar hasta que las aguas se pongan a mi favor y así poder nadar hasta mi objetivo sin que nada me detenga.

Pero quizá era solo mi imaginación y yo no podía arriesgarme a perder todo lo que había ganado por un impulso. Ella encontró mi mirada con la suya en el preciso instante en el que yo miraba fijamente su calzón, se dio cuenta y yo me di cuenta de eso.

-Eres un mirón.

-Es que te ves muy bien así, eres bien bonita.

-Si, eso lo sé, también sé que siempre me miras.

-Así que lo sabes

-Desde hace tiempo, me parece que tienes bastantes ganas de ver.

Enrojecí, un poco incómodo y algo sorprendido, supe reponerme de inmediato y con una mirada de confianza le dije que sí, que siempre la había estado viendo, que me gustaba en verdad un montón, ella tapó mis palabras con un lindo y tierno beso que aún tengo en lo más fresco de mi memoria, en ese momento me sentí el hombre más feliz de la tierra y supe que por fin ella me miraba como a un chico que podía ser digno de tener su amor, pero la emoción que me provocó el beso que me dio no acabó ahí, caso al instante de sentir sus labios pegados a los míos se me empezó a parar más el miembro y ya sin poder ocultarlo, ella acabó por darse cuenta de mi estado.

-¿Pero por qué te asustas?

-No, solo me da un poco de vergüenza.

-¿Pero por qué? Eso es lo más normal del mundo, a todos los chicos les pasa, es más, a mí no me molesta que se te pare y ya sabía que algo así iba a pasar uno de estos días no me incomoda.

La escena se repitió casi por una semana y yo me sentía algo incómodo, hasta que decidí contraatacar a Isabel, jugar el mismo juego de ella sin ningún reparo, a ver que pasaba y no sentirme avasallado. Además ya no me sentía tan inocente y estaba decidido a apretarla contra mi cuerpo para sentir ese culo tan rico apretado a mi verga dura y con ganas de entrar en ella.

Llegó el día lunes y tal y como siempre ella lo hacía, me llevó de la mano a la parte de atrás de la tienda para que la acompañe a almorzar, caminamos despacio y ella justo un poco antes de llegar a la parte que nos cubría me comenzó a abrazar e inmediatamente llevé a cabo mi plan, la abracé yo también, con tal fuerza que sentí su cuerpo pegado al mío, ella soltó una sonrisa que la delató y que luego se encargó de disimular.

La respiración me comenzó a cambiar de ritmo y era cada vez más lenta, quizás era por los nervios de saber que una vez dentro de nuestro escondite le metería la mano por el culo y por la concha, estaba decidido y era por eso que me sentía algo nervioso de pensar que de repente ella podría tomarlo a mal, pero era una decisión tomada y no daría marcha atrás.

Pero al llegar al fondo de la tienda el sorprendido fui yo, ella me besó como aquel día que se me había puesto dura la verga y una vez que estábamos sentados no dejó de hacerlo, se sentía rico tener su boca en la mía, esta mamacita me había dado mi primer beso y encima empezaba a calentarme como si fuera una tetera hirviendo, mi pene estaba a punto de estallar y fue entonces que decidí tomar lo que me había propuesto tomar.

Despacito y con mucho cuidado coloqué mis manos justo en la parte de su espalda y comencé a bajarlas despacio hasta llegara a su rico culo, mi corazón latía fuertemente y lo sentía haciendo bum bum en mi pecho, la adrenalina que corría por mi sangre me descontrolaba y mi presión subía, sentí un frío correr por mi espalda y luego extenderse por todo mi cuerpo, era la primera vez que le tocaba el culo a Isabel…y por fin… al correr los segundos confirmé lo que muy audazmente me había atrevido a averiguar: Isabel no dijo nada y probablemente era porque le gustaba que le tocara el culo, me besó y eso confirmó que ya tenía la concesión que quería en mi bolsillo, la besaría cuando quisiese, pues ella estaba de acuerdo y también le podía tocar ese culo de ensueño que tenía la muy dichosa.

Ese día la pasamos muy bien, incluso ella me llegó a proponer que fuéramos novios en secreto, o sea que nadie se entere, excepto nosotros mismos claro. Ese día nos besamos casi toda la hora de su almuerzo, pero como todo tiene su final nos tuvimos que despedir, me fui muy contento y cuando caminaba de regreso a casa lo hacía como si estuviese en las nubes, estaba enamorado de Isabel y de su lindo cuerpo, quería cacharla y al parecer eso estaba más cerca de lo que me imaginaba.

El día siguiente fue lo mismo, llegué a la tienda y ella me recibió y me llevó al fondo, una vez que estuvimos ahí nos besamos y yo comencé a agarrarle con mis dos manos su redondo culo mientras nos dábamos besitos.

-¿Cómo está la chica más bella del mundo?

-¿Ay bien bebe, y tú amor? ¿Has estado pensando en mí?

  • No sabes cómo.

-¿Te masturbas por mí?

La pregunta me sorprendió, por un momento me dejó frió y como era ya costumbre me repuse a la sorpresa y le dije: con ese cuerpo que te manejas ¿Quién no lo haría?, luego pensé que quizá había llegado muy lejos y que quizá ella se molestaría, pasé un par de segundos de angustia al ver que Isabel no contestaba nada y luego escuche de su boca: Ella sonrió y me dijo: "Tengo un regalo para ti hoy". Le pregunté que era pero ella no quiso decírmelo. Respiré aliviado y pasé la saliva que había guardado por ese lapso de tiempo.

-Sé que eres un chico que le gusta mirar, así que el día de hoy vas a ver lo que tanto has querido ver

-¿De verdad?

-Si, mi amor lo que tanto has querido ver. Así que cierra los ojos y ábrelos cuando yo te diga que ya.

No lo podía creer, ella me iba a enseñar su culo por cuenta propia, yo no siquiera se lo había pedido pero así era mi suerte, y decirle que no, era como echar a perder mi sueño dorado. Cuando abrí los ojos ahí estaba ella, inclinada en el ropero, echando el culo para atrás, inclinando el tronco de su cuerpo para que su culo se empine más y así poder verlo en toda su dimensión. Ese día tenía puesto un pantalón bien pegado al cuerpo que hacía ver lo redondito y bien formado de su culo, si ese día al verla se me paró rapidísimo, imagínense cómo se me puso cuando ella posó para mí.

-Es bien grande, es perfecto, eres una mamacita

-Lo hago solo para que lo puedas ver, porque sé que desde hace tiempo tienes bastantes ganas de verlo, pero no te emociones que no vale tocar mientras lo ves.

La verga se me paró más y se puso durísima, era la primera vez que me dejaba ver su culo así, pero en ese momento vi que se acercaba una de las otras dos chicas de la tienda y me puse más nervioso de lo que estaba, alcancé a decirle a Isabel que deje de posar, que ahí venía una de las chicas.

-Isabel: Las facturas de las ventas de ayer no están

-¿Pero qué? ¿Acaso no he dicho que no me gusta que me molesten cuando estoy almorzando? Regresa a trabajar, estoy en mi hora libre.

-Lo siento, lo había olvidado.

Isabel dio muestras de tener un don de mando con las otras chicas que estaban bajo sus órdenes y una vez que de nuevo estuvimos solos me dijo: "la próxima vez avísame más rápido". En mi mente se quedó el pensamiento que era bastante razonable: Habría más veces que ella me mostraría su trasero, que bien, pensé.

Ella se sentó al lado mío y comenzó a darme un poco de y comenzó a darme de su comida en la boca, yo solo pensaba en meterle mi pene y ella, pienso yo, ni siquiera se lo imaginaba. Luego de unos minutos me animé a decirle: Oye y ¿Por qué no terminas lo que empezaste?

-Yo siempre termino lo que empiezo, ¿pero de qué hablas?

-Ya pues, ya sabes, lo que interrumpió Carmen.

-Ah… quieres que te lo enseñe, eres un mañoso… ¿y qué me vas a enseñar tú?

-Lo que quieras.

Quería que Isabel me enseñara su culo más tiempo y deseaba encontrar las palabras para pedirle que me lo enseñe pero esta vez poder ver su carne desnuda. Quería convencerla a como dé lugar que me enseñara su trasero desnudo.

-Así que lo yo que quiera

-Si,

Ella se quedó por unos segundos sin decir nada y luego miró para afuera, se aseguró que no hubiera clientes cerca, felizmente no había ni uno solo en ese momento. En ese momento cualquiera que hubiera estado ahí se habría dado cuenta que mi pene estaba duro a más no poder, lo tenía tieso me imaginaba lo que se sentiría metérselo en lo más profundo de la concha. Ella al ver que se me había parado hizo la más sucia de las propuestas que me pude haber imaginado.

-Quiero que te bajes los pantalones.

Pensé que ella también quería ver algo más y temblé un poco al verme en la tienda, era un peligro inminente enseñarle la verga ahí. Pero si quería ver su culo tenía que arriesgarme, hay un dicho que dice que las cosas solo las consiguen los que intentan lograrlas, así que de un momento a otro me decidí y acepté.

Hubo un instante de desconcierto en mi cara, pero al ver que Isabel sonrió, con una mirada cómplice, llevé mis manos al botón de mis pantalones y calculando que cualquier posible visitante no tuviera el suficiente ángulo para verme, me paré y comencé a bajármelo despacio. Isabel estaba viéndome, toda su atención estaba puesta en mi, fue por eso que le di un poco de emoción y al momento de bajarlos a la altura de los calzoncillos me detuve y la miré fijamente, ella pasó un poco de saliva por la angustia que le daba la incertidumbre de que alguien podría entrar y ver todo.

-Vamos, apúrate.

Me los bajé, pero ella protestó al ver que no me había bajado los calzoncillos, la muy zorra quería verme desnudo de la cintura para abajo. Le dije que ese sería otro trato, pues no habíamos convenido en que yo debía bajarme los calzoncillos, ella me dijo que estaba bien, que valía por dos, se quedó mirándome.

Me sentía algo incómodo, la escena me parecía sucia, ella estaba viéndome, deseosa de ver mi pinga y yo, con los últimos rezagos de timidez, demoré más de la cuenta en bajarme los calzoncillos. Ella me dijo: "apúrate", y yo comencé a bajar los elásticos para que viera mi verga que en ese momento estaba "dura como una piedra".

Ella se quedó un poco impresionada la ver que era más grande de lo que pensaba, la miró un rato y se acercó, luego levantó su manó y la acercó a mi verga, que estaba bien dura y grande.

-Hey, espera…no dijimos tocar, así que eso es otra cosa.

-Ay… es solo tocar, ¿acaso no quieres?

-Si, pero eso es otro cuento…ya sabes.

-Esta bien

La muy zorra me tocó con la yema de sus dedos la verga, sentí que en ese momento se me venía toda la leche que había almacenado hace semanas, sentí sus dedos apretar en mi pinga y toda la excitación que me produjo en ese momento, se sentía rico y era una de las muchas fantasías que había tenido por las noches, en mis momentos de soledad, cuando estaba pensando en ella y al ver que no la tenia cerca, muchas veces recurría a imaginar que estaba a mi lado y que me correspondía, imaginaba que le hacía el amor. Pero ahora era de verdad, todo me estaba saliendo bien, ella me estaba acariciando el miembro y no era imaginación, ahora todo era real, estaba nervioso y todavía no me terminaba de caber en le cabeza que esa mujer tan deseada tenía su mano en mi verga.

Siguió acariciándome la cabeza de la verga, yo estaba en las nubes, parecía que a ella también le gustaba, suspiré unos instantes y sentí como empezaba a bajar sus dedos por el tronco, mi verga estaba súper dura y caliente de sentir su mano. Fue riquísimo, mejor que cualquier paja que yo me hubiera podido hacer antes, en la intimidad de mi cuarto cuando estaba solo. Ella sabía que eso me encantaba, seguramente por deducción o porque ya se lo había hecho a otros hombres antes, pero eso a mí no me importaba, en ese momento el deseo de seguir sintiendo su mano en mi pichula era más grande que todo lo demás, así que no me importó que se estuviera comportando como una zorra y me gustó que lo hiciera.

Lo más rico fue cuando de un momento a otro se olvidó de cualquier vergüenza y con solo un pequeño rezago de timidez usó toda su mano para apretármela fuerte, eso fue increíble.

Pero lo mejor fue al día siguiente, era hora de cobrarme lo del día anterior, como nunca, llegué más temprano de lo normal, como veinte minutos, y para mi sorpresa no había ninguna de las dos chicas que atendían con Isabel, pensé que quizá habrían pedido permiso por un rato, pero cuando vi acercarse a Isabel y besarme en medio de la tienda sin ningún reparo supe que algo extraño había pasado ese día, que ese día sería diferente, así que le pregunté que es lo que había pasado, ella me dijo que una chica había pedido permiso y que la otra estaba enferma, así que ella había tenido que abrir sola la tienda y que no había ningún problema porque ya lo había hecho sola antes.

Entonces me llevó a la parte de atrás, no sin antes tocarme la pinga por encima del pantalón, lo que me hizo excitar un montón, sentí que en ese momento mi verga saltó y se puso más dura. Cuando llegamos a la parte de atrás de la tienda lo único que yo quería era decirle de una vez para verla sin ropa, cobrarme lo de ayer, aunque a mí me había gustado que me tocara el miembro no podía perder la oportunidad de verla sin ropa, en mi mente ya se proyectaban las imágenes de su culo desnudo, me excité más y no sabía cómo decírselo. De pronto unas palabras empezaron a salir de mi boca:

-Isabel, ahora a mí me toca verte.

-Ah, o sea que quieres verme de todas maneras.

-Acuérdate que me diste tu palabra de que yo también podía pedirte lo que yo quiera.

-¿Pero de verdad creíste que yo te iba a dejar verme sin ropa?

-Sí, y ahora no te me vengas a echar para atrás

-Esta bien, esta bien, pero sólo para que veas que yo si tengo palabra, aunque ayer yo no terminé de ver todo lo quería ver, no importa, después de que tu me veas yo te vuelvo a pedir algo más.

-Lo que tú quieras

-Creo que a ti te va a gustar tanto o más que a mí.

Me miró a los ojos y me dijo:"Debes prometerme que no le vas a decir a nadie lo que te voy a enseñar, me harías quedar muy mal si lo haces, esto debe quedar como un secreto entre tu y yo"; yo le contesté que por mí no había nada de qué preocuparse. Ella se volteó, dándome la espalda y se inclino para que su culo resaltara más frente a mis ojos, yo no lo podía creer, iba a verla sin ropa y en ese momento mi verga estaba apretada dentro de mi pantalón por lo dura que se había puesto, yo no sabía que hacer, pero lo que sí tenía en mente es que la quería poseer como sea. Ella llevo sus manos hacia los bordes de su pantalón de que era de licra o algo parecido por lo pegado que estaba al cuerpo. Pensé que por fin mi sueño se haría realidad y que ya no había nada que lo pueda evitar, ella se quitaría la ropa enfrente de mí.

Yo quería verle las nalgas desnudas y también le iba a decir que cuando se hubiera bajado todo se diera media vuelta para verle también la concha, que rico sería ver todo eso me decía en mi mente. Bajaba sus manos llevando el pantalón hacia abajo y en ese momento ya se notaba el inicio de los bordes de su calzón, volteó el rostro y me vio la cara, me sonrió, con una sonrisa cómplice, supe entonces que si le pedía que se baje todo lo haría, estaba nervioso pero a la vez ansioso de verla, le sonreí también y nos quedamos mirando un rato. Luego ella volvió a voltear y me quedé viendo cómo siguió bajándose la ropa despacio.

Siguió bajando por su pantalón, dejando a mi vista ese trasero tan bonito ahora cubierto sólo por ese calzón de color blanco que tan bien le quedaba y la hacía mas bella, hacía notar más lo redondito de su trasero y la hacía lucir muy sexy, me quedé viéndola estupefacto, ahí estaba ella, bajándose el pantalón delante de mí, ahora se veía todo su trasero, era tal cual me lo había imaginado siempre, se veía lindo y me ponía caliente, y su ropa interior con esos arreglos como que era de buen precio, se veía que era fina y hacía ver su trasero más sensual.

La cara se me puso roja, estaba calientísimo, pero todavía faltaba más y no iba a permitir que se me escape la oportunidad de verla sin nada, no sabía cómo decirlo pero improvisé algunas palabras para hacerle llegar mis deseos a Isabel:

  • Ahora bájate el calzón

-Oye tú sí que te la quieres cobrar bien

-Por supuesto que sí, anda bájate todo de una vez.

-Ya, pero júrame que nunca le vas a contar a nadie, sino te mato ¿me escuchas?

-Esta bien, ya te lo dije antes.

Me miró a los ojos de nuevo y nos pusimos de acuerdo con la mirada. Llevó sus manos a su calzón y se lo bajó lentamente, en esos momentos yo me quería morir y empecé a tocar mi entrepierna, se veía muy erótica la escena, ella estaba con el pantalón en las pantorrillas y con el calzón en los muslos, dejándome ver lo que tanto quería, yo ya no aguantaba más y me bajé el cierre de los pantalones, mi verga estaba apretadísima ahí adentro y necesitaba tomar un "respiro", así que de un porrazo la saqué y me comencé a masturbar viendo su trasero con el calzón abajo.

La presión se me subió muchísimo y estaba a punto de explotar, rezaba para que Isabel no volteara y me viera haciéndolo, era mucho el peligro y eso le ponía más excitación a lo que estaba haciendo. Después de unos pocos segundos le dije:

-No vayas a voltear hasta que yo te diga.

-¿Que dices? ¿Me quieres ver más tiempo del que yo te vi?

-Sí, tú solo no voltees hasta que yo te diga.

Así lo hizo ella y yo estaba muy complacido por eso, aunque se notaba a leguas que ella se dio cuenta lo que estaba pasando pero consintió, quizá para darme gusto en algo.

Me frotaba la verga a una gran velocidad y ella meneaba el culo como si lo supiera, después de unos minutos se me vino una descarga de semen abundante y guardé mi pene de inmediato, me acerqué a ella acaricié su trasero desnudo con mis manos, luego la punteé con mi entrepierna, ella notó que mi miembro estaba duro y se dejó apretar a mí.

Ella se volteó y me vio cara a cara, de hecho que sabía lo que había pasado y parecía que le había gustado, me besó y me dijo con una voz bajita, como con miedo de que se oyera muy fuerte o tosco al oído:

-¿Quieres cacharme?

Mi voz se entrecortó y no sabía que decir esta vez, me había caído de sorpresa la propuesta o pregunta de Isabel, porque en ese momento en realidad no sabía si era una propuesta o una pregunta, le dije con voz algo extraña y en un volumen más bajo:

-Sí.

Acto seguido ella agarró mi pene por encima del pantalón y lo comenzó a acariciar, se me puso como una piedra otra vez y quería hacerle el amor de una vez, no me esperaba que ella misma fuera la que lo propusiera, pero como dice el dicho:"A caballo regalado no se le miran los dientes", decidí que era lo mejor no desaprovechar la oportunidad que me daba la vida, era mi sueño de siempre poder hacerla mía y en ese momento ella estaba dispuesta a permitir que le meta la pinga, estaba con el calzón y el pantalón abajo y pidiéndome que la cachara, era increíble, yo estaba enloqueciendo de tanta alegría y calentura y ya me imaginaba cómo le metería mi verga.

Metí mi mano derecha entre sus muslos y por primera vez tenía el sexo de Isabel en una de mis manos, se sentía caliente, a ella le gustó que se lo tocara y apretó con una de sus manos la mía que estaba acariciando su vagina, seguramente queriendo que se la toque con más fuerza.

Era obvio que el haberse bajado el pantalón y el calzón la había excitado, eso yo no lo había notado, menos lo pude haber planeado, ella estaba realmente caliente y yo sería el único beneficiado de aquella inesperada excitación de ella, me iba a aprovechar de eso.

Ella se echó en el sofá, siempre cuidando que nadie viniera me dijo al oído: "Apenas veas que viene alguien, me das la voz de alerta, nadie nos tiene que ver, sería un desastre y me botarían del trabajo". Me dijo que a cada rato levantara la mirada para ver si alguien venía, yo le dije que ya, ella se puso boca arriba, echada en el sillón y yo saqué mi pene, pero como ya estaba demasiado caliente para contenerme y al verla a ella echada en el sillón, como se quitaba el top que traía puesto, después el sostén, sin importarle nada siguió desnudándose y una vez que quedaron sus pechos libres de toda ropa pude ver que era toda una mujer.

Con su cintura bien pequeña a pesar de lo voluptuoso de su cuerpo, me quedé viéndola, luego me baje el pantalón y ya sin ningún pudor me quité toda la ropa, el calor se sentía en todo mi cuerpo, ella me miró y me hizo señas para que me apurara al mismo tiempo que se deshizo de su pantalón primero, arrojándolo al suelo y luego para cerrar con broche de oro se terminó de bajar el calzón, dejando a mis ojos toda su vagina que era simple notar que estaba húmeda.

Frente a mí estaba ella, calatita, como siempre había querido tenerla, me dijo que me echara encima de ella, al hacerlo sentí toda su piel desnuda chocando con la mía, sus labios me esperaban, dándome un cálido recibimiento, su lengua se introdujo en mi boca y acariciaba mi lengua, yo sentía que por fin mi momento había llegado y no cabía en mi pellejo de tanta alegría.

Acaricié su concha por los costados, sin llegar a tocar sus labios o su clítoris, solo daba vueltas por los costados para que ella deseara que se la tocara, en un momento que la dejé de besar ella me vio y mordió su labio inferior. Ella abrió las piernas, dándome la bienvenida al mundo del sexo, en ese preciso instante no supe que hacer pero luego de un momento supe que había llegado mi hora, bajé mi boca a sus pechos y con las dos manos se los besé de una forma desesperada, al mismo tiempo que intentaba colocar la punta de mi pene en la entrada de su vagina, ella lo notó y abrió más las piernas para que yo me pueda acomodar más a gusto.

La respiración se me dificultaba y ella comenzaba a respirar de una forma rara, como que jadeaba, queriendo hacer menos ruido, pero eso me excitaba y me dio más ganas de metérsela. Por fin había llegado el momento y para asegurarme de que nadie viniera de improvisto subí la cabeza por encima de los muebles para cerciorarme; no había nadie, así que baje mi cabeza y coloqué la cabeza de mi verga en los labios de su concha.

-Más abajo

-Espera ¿Ahí?

-Más arriba

-¿Ahí?

-A la derecha

-¿Ya?

-Sí, ahora si ya apuntaste bien, ahora empuja

En ese momento sentí que la cabeza de mi pene estaba caliente y al hacer contacto con sus labios vaginales sentí también lo caliente que estaba ella, sus labios me quemaban y comencé a empujar para que le entrara mi pene.

  • Ahhh

-Empuja

-Ya esta adentro.

Le dije "ya esta adentro cuando sentí que la cabeza ya había entrado por sus labios y ella lo sintió, y me lo hizo saber con un suspiro, luego la escuché decir mientras seguía empujándosela adentro:"Más adentro". Quería que se la meta todita, así que como eso era lo que yo más quería en el mundo no me hice de rogar y empecé a cacharla con más fuerza, ya sin ninguna clase de consideración se la metí con más fuerza, primero le entró la mitad y después de unos segundos toda mi pinga, era riquísimo sentir su concha llena de pelos apretando mi verga, paré un momento porque me sentía cansado, no podía creer la forma en la que estaba sudando, creo que jamás había sudado tanto en toda mi vida, mi respiración estaba agitadísima y yo solo quería seguir pero debía respirar un momento, comencé de nuevo y se la metí toda de nuevo, ella con sus manos llevó mi rostro enfrente de su cara y con una mirada de deseo y arrechura me dio un beso que yo correspondí de inmediato, luego seguí con el mete y saca y a ella le gustaba tanto que me decía al oído con su voz entrecortada: que rico… así así

Llegó el momento del clímax total y sentí que se me venía la leche, la agarré bien tomándola con los brazos, en ese momento sentí que ella se mojaba, y se mojaba bastante, tanto a sí que me mojó hasta los huevos, que rico fue sentir que ella lo estaba disfrutando, entonces se la metí más rápido y vacié toda mi leche en su concha, fue increíble, sentir sus besos, sentir su piel vibrar junto a la mía me hizo sentir unas sensaciones que no se pueden explicar con palabras, simplemente me la estaba cachando y fue increíble.

Después de que le dejé mi leche en lo más profundo de su zorra, ella me besó y nos abrazamos fuertemente, fue un momento de amor, uno de los que siempre había querido tener con ella. Claro que faltaba darle por el culo, pero hasta donde había llegado era bastante. Ella se levantó después de unos minutos y luego de ponerse la ropa se fue a lavarse al baño, yo no dejé pasar la oportunidad y después de vestirme la seguí, pensé que todavía podía conseguir algo más.

-Júrame que no le vas a contar a nadie.

-Te lo juro.

-No se qué me pasó, fue una locura, no debió pasar

-Pero pasó, y yo quiero más a cambio de mi silencio.

-Pero si tú no tienes que chantajearme, solo pídeme lo que quieras.

-Quiero que me la chupes.

-Hay que mañoso eres…-me dijo, riéndose un poco, pero nunca diciendo o dando a entender que no.

No sé por qué, pero estaba seguro que no me lo iba a negar, después de haber tenido mi pinga en lo más profundo de su concha ya no me podía negar mucho, además le había gustado un montón lo que habíamos hecho, yo estaba seguro que sí me la chupaba.

-Ven mañana, si no te das cuenta ya pasó mi hora de almuerzo y yo respeto las horas de trabajo- Me dijo sonriendo a la vez que me la tocaba por encima del pantalón.

-Anda no seas mala, que te cuesta ahora, solo un ratito.

Nos miramos y ella no pudo contener una sonrisa al hombre que se la había terminado de cachar hace un rato, nos sonreímos mutuamente, con una sonrisa que sellaba su aceptación.

-A ver sácala.

Cuando escuché esas palabras sentí correr más adrenalina por mis venas, ella me la iba a chupar…un sueño más se me iba a cumplir.

De inmediato me bajé el pantalón y le dejé ver mi palo, que ya estaba tieso otra vez. Se acercó y se arrodilló delante de mí, la tomó con sus finas manos, y comenzó a darle besitos alrededor de casco, me excité de nuevo y ella lo lamía como si fuera una experta, bajó a mis huevos y sentí que se me venía la leche de nuevo, pero pensé en otra cosa para aguantar más la llegada de mi leche y así fue.

Luego se la metió en la boca y comenzó a chuparla, primero despacito, con una lentitud que casi me hace eyacular, felizmente me contuve para poder seguir disfrutando de su boquita y ella dio inicio a su mamada más espectacular, ere ella y su boca haciendo de todo a mi verga, se la metía y sacaba de una forma que me hacía ver las mismísimas estrellas, luego, se metió una de mis bolas a la boca y eso me dio mucho placer, después la otra, que rico fue.

Cuando se volvió a meterse mi pene a la boca yo ya no pude aguantar más y le dije:"Ya voy a acabar", pero ella dijo que todavía faltaba un poco, se bajó el pantalón y el calzón y me dijo:"Dame la ultima cachada antes de que te vayas", por supuesto que sí, le dije.

Mi verga que estaba dura y empapada de su saliva, estaba lista. Ella se echó en el piso y abrió las piernas, de mi pene corría un poco de leche, eso sirvió de lubricación, me eché encima de ella y esta vez la caché sin compasión, ahora era más salvaje y eso le daba mucho placer a ella, mi pinga entraba y salía de su concha y ella gemía de placer, ella movía las caderas y la pelvis, moviéndose al ritmo de mis metidas

Un momento antes de que yo me viniera, ella calculó y bajó el ritmo, para después de eso, comenzar de nuevo con la rapidez que ella sabía moverse, luego me dijo:" ¿Quieres metérmela por atrás?". Aquel día fue inolvidable, mi primera vez con esa loba del sexo, tan bonita y tan sabida la condenada, desde ese día estaba como un perrito faldero detrás de ella, y no les cuento todo lo que hacíamos porque ya me tengo que ir, tal vez haya segunda parte.

Les pido a todos, hombres y mujeres que hayan leído este relato que mandes sus comentarios, solo así podremos saber si ha sido de su agrado, por favor no se olviden de escribir sus comentarios y valorar, voy a ver si escribo más de mis experiencias, pero eso depende de sus valoraciones.

Chauuu… Jessica Sofía, Cristina, Natalia y los demás que todavía no se animan a escribir sus relatos les mandan saludos y estamos a la espera de sus comentarios, quizá les pueda conseguir una cita con una de ellas pero antes debemos saber si les gustan los relatos.