Mi Sueño de Vida

Mi vida tal cual ha sido, mezclada con algo de fantasía, cosas que hubiera querido que me ocurrieran, aunque casi no ha sido así.

Mi Sueño de Vida

Hasta donde alcanzan mis recuerdos, tendría yo unos 4 ó 5 años de edad. Recuerdo cuánto me gustaba vestirme de mujer, con las prendas de mi madre. Obvio, a esa edad k.o. me ponía algunas cosas que ni consideraba "sexy" ni nada por el estilo. Simplemente era el placer de sentirme yo en mi rol de mujer, cosa que tampoco comprendía, simplemente disfrutaba.

Así pasaron los años, hasta que ya en el colegio primario, a la edad de 8 ó 9 años, empecé a colocarme algunas prendas de mi madre que eran más de su juventud. Recuerdo una ocasión en el colegio, el último año de primaria. Tenía ya 11 años. Mi colegio estaba de aniversario y mi salón, por iniciativa de mi tutor de aula, presentaría un Concierto de Gala con Orquesta Sinfónica, claro, todo era mímica. Los violines, violonchelos y demás instrumentos sólo eran de cartón. Pero a mi tutor de aula se le ocurrió no hacer la cosa tan tradicional, por lo que uno de nosotros (era colegio de chicos solamente) haría de mujer, y junto con la Orquesta, formaría una "parejita de baile". El chico, uno de los chicos del salón, y la chica, también.

Cuando se llevó a cabo al votación de quién será la chica, habían dos fuertes candidatos: uno de ellos, siempre le dijeron que tenía piernas de mujer, aunque a mí jamás me pareció así. el otro, ni idea de porqué le dijeron. Al final, ninguno aceptó, y alguien por allí voceó mi nombre. Me preguntaron. Me hice un poquito la difícil, pues claro que quería salir como mujer, pero no tenía que ser tan obvia. Al final no pasó nada de ello y el espectáculo se realizó con una chica, tal como "debía ser".

Pero me enteré tarde de eso. Cuando fui a ensayar, cogí una cafarena fucsia de nylon y una falda blanca de los 50’s que me encantaba y unos zapatos de taco clásicos. Era realmente delgada y m cara aún no empezaba a desarrollarse como hombre. y cuando llegué con la ropa al ensayo, mi mejor amigo me dijo que ya no era necesario, pues la hermana de un compañero me había "reemplazado". La odié. Pero nunca recordé quién fue.

El tiempo pasó y desgraciadamente empecé a sacar cara y cuerpo de chico. Sobre todo la barba. Eso sucedió a los pocos meses de cumplir 12 años.

Sin embargo, el destino me tendería una gran prueba: la muerte de mi padre sólo dos años y medio después. El me vio en un par de ocasiones con el vestido de novia de mi madre, me miró muy fijamente y nunca dijo nada, simplemente se le notaba el malestar de tenerme como hijo. Pero eso le duraba apenas un día y las cosas seguían su curso. Así, se lo llevó a la tumba.

Luego de la muerte de mi padre, mi madre entró en un cuadro depresivo fortísimo. Medicamentos que le afectaban mucho emocionalmente lograron sacarla de tan profunda depresión. Yo, por mi parte, no quería hacer nada de chica para no sentir que lo hacía sólo por el vacío que dejó la muerte de mi padre.

Meses antes de su muerte, mi padre también se encontraba mal de salud por lo que acudió a una sesión espiritista para ver si las almas le podían curar. Esa misma noche, yo sabía que "los ángeles del señor" vendrían por mi padre para curarle, y entonces aproveché en pedirle a Dios: "…señor, tú que todo lo puedes, mándame uno de eses ángeles y conviérteme en una chica…con senos y voz femeninas…tú que todo lo puedes…" y me quedaba dormida, sabiendo que eso no era posible, pero igual pedía aquel milagro.

Ya superada la muerte de mi padre, empezaron los problemas con mi madre. Nunca fue intención mía que ella supiera o se enterase de mi condición, pero sucedió muchas veces que me encontró a medio vestir o completamente vestida de chica y los problemas nunca faltaron.

sin embargo, me di cuenta que los milagros sí ocurren. Ya por el año 1992, en último año de colegio, mi madre por fin lo comprendió. Sabía que quería ser una mujer y me apoyó incondicionalmente después de muchas conversaciones y mucho llanto por parte de las dos. Así, en el mes de setiembre, justo el día de mi cumpleaños número 17, mi regalo fue una visita al médico. Este me recetó mis primeros exámenes y luego las hormonas, aunque todo fue en la capital, pues en mi ciudad no hay mas que dos endocrinos.

De ésta manera, y faltando sólo 3 meses para graduarme, y el siguiente comienzo del verano acá en Perú en Diciembre, empecé con las hormonas algo lento para que pudiese disfrutar lo más posible mi último verano como chico, sin problemas de tipo social, como las burlas. Así fue y luego del verano, terminado Marzo, empecé con muchísima fuerza mi tratamiento. Cada vez más y mayores dosis de andrógenos y estrógenos, al punto que ya para el siguiente verano, era casi una chica, salvo por los genitales.

El verano del 93, no fui a la playa y tuve que contentarme con ir a la piscina de mis primos, que aún con todo lo sucedido, no me comprendían, pero lo tenían que aceptar. Como casi siempre, mi única prima hermana fue la que más me comprendió, aunque creo que aún no lo hace del todo, pero me respeta por completo.

El verano del 94 ya fue otra cosa. con el cuerpo muchísimo mas femenino y el rostro también, pero aún con mis genitales, mi prima hermana me animó para irnos las dos a la playa. Total, como ella tenía piscina en casa, no iba casi nunca a la playa, así que me dijo que le gustaría ir con su "nueva prima" a la playa después de mucho tiempo. Y así fue. En aquella época, en mi ciudad eran contadísimas las chicas que usaban bikini. El 99% usaban traje entero, y sólo el 1% bikini o tankini. Yo fui de las audaces que se compró bikini, sin ser "completamente chica". Era precioso: negro completo con tiras para amarrar a la espata y una pequeña flor en el pecho izquierdo en estampado blanco. El detalle se repetía en la truza, también muy pequeña en el lado izquierdo. Mi prima vestía un traje entero color amarillo fuerte, pero que era muy bonito y le quedaba perfecto.

Tanto ella como yo somos altas. Ella mide 1.72 cm. y es muy blanca y cabello negro, pero algo corto. Yo, 1.78 cm., delgadísima gracias a mucho baloncesto y gimnasia, con un abdomen muy firme y femenino, y cabello casi a media espalda, cortado en capas y teñido de castaño suave, de piel blanca, pero no tanto como mi prima. Siempre la molestaba diciéndole que parecía una hoja de papel por lo blanca que era, a lo que ella respondía que yo también, pero de perfil, por lo flaca que era. La pasábamos muy bien en la playa. Conocí ya a sus amistades pero ya como chica, algunas de sus mejores amigas me conocía y sabían de mi cambio y ninguna se hizo problema alguno. Al menos eso creo.

Luego de casi un mes en la playa, justo un 25 de febrero se realizaba el típico Carnaval Tradicional y e día anterior, nos fuimos junto con Carla, una de sus mejores amigas a un campeonato de Voley playa. Carla es una chica muy linda, delgadísima y morenita, con ojos pícaros muy seductores y cuerpo fenomenal. Pero siempre me decía que yo era más "mujerón" que ella, y nos reíamos. Esa mañana llegamos algo temprano a la cancha, pues queríamos tener buena ubicación para ver el torneo. Apenas habrían unas 40 personas y los organizadores y animadores, etc.

Para variar, me puse un bikini que Carla me había regalado por m "debut" como chica en la playa. Era un bikini multicolor, estilo hippie, precioso. Me lo puse para ir a la cancha. Era el penúltimo día allí y sabía que al día siguiente en el carnaval, lo más seguro era que podría estropearlo en pleno debut así que me lo puse el día anterior a irnos.

Cuando estábamos en la cancha, miraba yo hacia la caseta de los organizadores y había un revuelo. Era claro que había problemas, pero no sabíamos de qué. Me entraron las ganas de ir al baño, y fuimos junto con Carla. Al salir las dos, una chica se nos presentó y nos dijo que era parte de la organización y que las modelos que tenían que trabajar en el torneo, no habían ido a presentarse y tenían que comenzar ya. El público en pocos minutos había empezado a ocupar las graderías y el espectáculo se veía lejano de su comienzo, y sin las modelos, n podían comenzar. Así que nos preguntó si éramos modelos, y Carla ni corta ni perezosa le dije que algo de experiencia teníamos. así que nos dieron un par de bikinis amarillos con el logotipo de la empresa auspiciadora del evento y sólo teníamos que estar paradas con el animador y llevar algunas cosas a la gente. Fue divertido y por supuesto, fascinante. Era una mujer como cualquiera en sólo un año y medio, en la playa, sin maquillaje, y por fin había cumplido el sueño de la mayoría de chicas: ser modelo, aunque sea por unas horas.

Cuando acabó el torneo, la chica que nos contrató nos pagó y luego nos dijo si no queríamos formar parte del staff de chicas anfitrionas de la marca auspiciadora. Dijimos que sí al instante. Pero yo le dije la verdad de mí en ese preciso momento, pues iba a tener problemas con mis documentos al momento de firmar el contrato, pues al no estar operada, las leyes en Perú no me permitían cambiar mi sexo en mis documentos. Ella no me creía. Pensaba que era una broma para no pertenecer al staff de chicas. Así que le dije que si quería en la tarde vaya a la casa y le mostraría mis documentos. Y en ese momento pasaba la camioneta de la empresa y nos dijo "suban chicas…" y ella aprovechó en decirle a su jefe que nos había contratado y que ya que vivíamos juntas con Carla, en mi casa de playa, tenía que "asegurarse" con nosotras y que quería ver nuestros documentos cuanto antes.

Fuimos a mi casa y cada una sacó sus documento de identidad, Carla el suyo y yo…el mío. Grande fue la sorpresa de la chica organizadora cuando efectivamente vio una foto de mujer en le documento, pero los nombres n se correspondían con la foto. Me preguntó entonces lo típico: cómo había cambiado, si aún "eso" estaba ahí, que cómo lo ocultas, etc. Le conté todo al detalle, y no hizo problemas. Me contrató igual, pero era un secreto entre ella el jefe y yo.

Así comencé mi carrera de anfitriona en mi pequeña ciudad. Al poco tiempo casi nadie se acordaba que yo había sido un chico. Y lo pero de todo es que mis padres eran muy reconocidos por méritos propios en mi ciudad, y yo…también, claro. El apellido manda. Pero también me hice conocido como chico por mis méritos. Ese era el punto. Mucha gente me conocía como chico. Pero el cambio fue casi tan rápido y pasaba tiempo fuera de la ciudad, que pasó casi imperceptible. Eso ayudó mucho que aunque me reconocieron por algún gesto en especial de mi anterior vida, siempre pensaran de primera impresión que sencillamente rea una chica más.

Bueno, y así me pagué la universidad. Luego de pertenecer a dicha empresa, que era una marca de gaseosas, entré e la "elite" de las anfitrionas, pues pasé al staff de una cervecería muy grande. Ser anfitriona d dicha empresa, líder en Perú, era un sueño hecho realidad. Siempre me daban las prendas más femeninas, como las minis o los pantalones de lycra más ajustados que mandaban desde la capital, pues era quien tenía el cuerpo más esbelto y firme. Claro que tenía la figura total de una mujer, pero era también clarísimo que siempre habían al menos una o dos chicas impresionantemente femeninas y con rostros preciosos y mejor figura curvilínea que yo, que era lo que a los hombres más gustaba, pero yo era como el emblema de la marca: delgada, alta, y esbelta. Y la carne firme por todos lados. Esa esbeltez de cuerpo y mi talla era lo que me hacían la preferida, menos mal nunca hubieron peleas con las chicas. Nunca una pelea de "yo soy más bonita que tú". Muchas chicas me decían lo bonita que yo era, y lo agradecí siempre. Pero si realmente a mí también una de ellas me parecía preciosa, se lo decía igual. A veces hasta nos enojábamos en bromas, por quién era la más fea: yo me embarraba a mí misma y lo mismo hacía la otra chica. Era una locura dignad e mujeres. Pero así nos hacíamos amigas. Majo y Sandra fueron las dos más bonitas de los 4 años que duré en dicha empresa, y hoy son mis mejores amigas.

Cuando terminé m licenciatura en la Universidad, aproveché mi apellido italiano, aprendí italiano básico, saqué mi nacionalidad italiana y viajé a la tierra de mi abuelo. Así, ya en Italia, me reasigné quirúrgicamente, estuve unos 8 meses por allá conociendo chicos, chicas, amigos, algún romance y varios trabajos de modelo pero en pequeñas tiendas locales. Llegó el día de mi regreso. Estaba en el aeropuerto de Roma dispuesta a regresar convertida completamente en una mujer no sólo físicamente, sino con toda una gama de vivencias con amigos, amigas, enemigos, amores, y trabajos encima. Mi idea, aunque no me gustaba mucho, era radicar en Europa por siempre, pero decidí regresar por mi madre.

Y ya en el aeropuerto de Roma, en el check in de Alitalia, una chica me quedó mirando…era claro que ella no viajaba, que había ido a despediría alguien o algo así. Hasta que se me acercó. Era una bellísima mujer de casi mi tamaño, con un jean pegado, zapatillas de marca y una playera muy holgada pero muy femenina. El cabello rubio y largo, lacio, ojos azules. Era una muñeca. Me habló en inglés, pues no sabía de dónde era. Y comenzamos a platicar. El checkeo en el counter demoraba demasiado. Conversamos de todo un poco por unos 10 minutos, hasta que al final vino la pregunta del millón "… ¿eres modelo…?". Y reí. Le miré y le dije que había hecho algo de modelaje en Perú y que también en Roma, Madrid, Barcelona y Zaragoza, pero entiendas muy pequeñas y locales. Nada del otro mundo. Eso al parecer le sorprendió, pues me dijo que no me creía que estando en Madrid, Roma y Barcelona, nadie se hubiese fijado antes en mí. Ya para ese entonces yo tenía 1.79 cm., tez mucho más blanca y rosas, cabello castaño rubio, ojos color caramelo, y pesaba 58 kilos.

Mi peso mínimo como mujer debía ser 65 kilos, y yo tenía 7 kilos menos, la piel perfecta pues siempre me cuidaba y claro, nada de celulitis porque mis genes al final son XY me guste o no y eso n permite la aparición de celulitis.

Le conté que en algún momento de mi vida había sido hombre, a lo cual, tampoco creyó. Le mostré mi pasaporte peruano y recién allí me creyó…algo. Justo en ese momento, por los parlantes anunciaron la suspensión de mi vuelo a Perú hasta unas 3 horas más. Común en vuelos internacionales. Así que Fiorella, así se llamaba ella, me invitó a la cafetería del aeropuerto para conversar.

Dejé mi equipaje ya chequeado, y fuimos. Conversábamos como dos viejas amigas, primero de mi ex vida y de la actual, luego de ella un poco, y su trabajo como modelo, pero también agente de modelos. Se encargaba de buscar chicas para agencias mas o menos grandes, y yo le había gustado para una empresa para la que trabajaba, para uno de sus clientes: L’Oreal París. No era ya para ser una top model, pero entraría a la empresa. Me bastaba con saber inglés, el cual menos mal ya sabía, además del italiano y el español, obviamente.

DE manera imprevista llamé a mi madre y le conté brevemente lo que había pasado, habló con Fiorella en inglés y ella le contó los planes que tenía para mí. Sorprendentemente, mi madre me dijo que una oportunidad así no se me volvería a presentar, que si bien esperaba mi llegada con ansias, ella estaba bien y mucho mejor de saber que su hija estaba trabajando en Europa como una mujer común y silvestre, y no haciendo "otras cosas" . Siempre respeté junto con mi made a las chicas como yo que eran estilistas, pero jamás se me cruzó la idea de incursionar en eso, menos en Perú, donde la mayoría de chicas trans o travestís son o prostitutas o esteticiens. Me aprendía a maquilar y todo, pero nunca lo vi como mi profesión, y por eso una de las "condiciones" que mi madre me puso para apoyarme en todo este camino de ser una mujer, fue que me dedique a una profesión universitaria. Esto coincidió plenamente con mis planes, pues como chico había hecho locución en radio y ahí descubrí que eso quería ser: productora de medio, trabajé en publicidad, en radio. Y por ello estudié Ciencias de la comunicación, especializándome en marketing y publicidad gráfica y para radio. Ya con la profesión al hombro, recién migré a Italia.

Así, profesional en Comunicaciones, con lo vivido como modelo en Europa, mi madre supo que mi felicidad estaba en Italia, y que si yo era feliz, pues ella también. Y le creí. Y así me presenté en L’Oreal Roma, y me contrataron de inmediata. Nunca me dijeron que haga dienta ni cosa por el estilo.

Tuve un enamorado, estuve con él 1 año y 2 meses, pero empezaron los celos por mi carrera que iba bastante bien, y la relación comenzó a desmoronarse. Se me partió el alma cuando yo lo corté, pues a pesar que realmente lo amaba, sabía que tenía que dejarlo, no por mi carrera, sino por mí. No entendía cuán importante era mi carrera y él y que nunca le sería infiel. Pero el casi al cumplir el año de enamoramiento, empezó a ver cosas que no eran. Yo viajaba por Italia y Francia, España, para modelar, y cuando llegaba a los hoteles, me quedaba profundamente dormida por el cansancio, y justo en ésos momentos él me llamaba. Apenas yo despertaba, le devolvía la llamada, pero siempre se resentía. Me sacó en cara que yo andaba quién sabe con quiénes…en plural. No permití ese maltrato y me alejé de él.

Así, seguí hasta los 27 años en la empresa, modelando, y actuando de vez en cuando en algún papel de extra. Alguna vez me propusieron ser una dama de compañía muy digna en una serie erótica, pero no lo acepté pues era una serie muy vulgar, sólo transmitida por un canal porno muy pobre en guiones y producción.

Luego regresé a Perú. Acá me junté con mi madre y encontré nuevamente el amor…mejor dicho, por fin lo encontré. Empecé a enseñar inglés en un instituto en la capital, y Brian, un americano, Teólogo y Filósofo de profesión que estaba de paso en Lima, me conoció. al parecer, fue flechazo a primera vista. Alto, 1.88cms, blanco, delgado pero con una forma muy masculina, rubiecito castaño de cabello y babita incipiente, y con pésimo español, me conquistó.

Salíamos a la cafetería del instituto y las chicas nos molestaban. Incluso la enamorada de uno de mis alumnos me dijo que los chicos se sentían celosos del "teacher", y que ella comprendía porqué. Se lo agradecí y Paola, dicha jovencita, que era muy bonita, me preguntó si era cierto que yo había sido modelo. La invité a ella y a Mauro, su enamorado y mi alumno, a mi departamento a ver unas fotos y conversar. Obvio, Brian no faltaría. Luego de una agradable tarde, salimos al cien los 4: Brian y Mauro querían ver Terminator y Paola y yo, una película romántica. Bastante típico. Por supuesto, ganamos nosotras y se tragaron 2 horas de cursilería femenina. Por su paciencia, nosotras invitamos la cena, unos sándwiches en una cadena peruana muy buena, tanto o más que las franquicias americanas.

Mauro y Brian se hicieron muy amigos, a pesar de la edad, pues Brian tenía 27 igual que yo, y Mauro sólo 19. Paola tenía 18, pero parecía una mujer de 25 años pues era muy madura, más al lado de Mauro, que parecía un niño (Brian también, al final, los chicos son los primeros hijos que tenemos) pero Paola estaba enamoradísima de Mauro….y Brian y yo comenzábamos lo nuestro.

Al final, con el tiempo, luego de 2 años y medio de noviazgo con Brian sabiendo toda la verdad sobre mí, me pidió matrimonio. Yo sí acepté, pero a la vez no. Es decir, claro que quería estar con el por el resto de mi vida, pero no quería casarme en una iglesia, en ninguna, a pesar de no tener impedimento para ello. Sólo que a pesar de lo bien que la vida me había tratado, mucho en Dios no creía, creo que sólo lo indispensable. Sabía que hay algo más grande que nosotros que le decimos Dios, pero nada más. Así que decidimos hacer una ceremonia falsa, en una casa de campo con la gente más cercana. Mi madre me vio casada de blanco, aunque no por la iglesia como ella hubiera querido, pero con un hombre que me respetaba y me quería por quien era. Mauro fue su padrino y Paola una de mis damitas de honor. Algunos meses después, ellos seguirían nuestros pasos.

Hoy, estoy felizmente casada como mujer, trabajo en publicidad gráfica, en una radio, enseño inglés y Brian enseña Filosofía y Teología en la Universidad y un colegio, y además es conferencista de la Universidad de Kentucky vía Internet.

Vivimos en la misma ciudad donde nací, en Perú, cerca de mi madre. Ella adora a Brian y ´l es casi un nieto para mi madre. Obvio que no he tenido hijos, pero estamos en el final de los trámites para adoptar la parejita, pero ya grandecitos.A ver que pasa.

¿Algún comentario? andreatcq@hotmail.com Un beso.