Mi sueño con Sebas

En el relato os cuento brevemente lo que recuerdo de un sueño que tuve con un amigo no muy próximo a mí.

Primero que nada quiero decir que me alegra poder escribir un nuevo relato. Me disculpo por haber estado inactivo casi dos años, pero me ha sido muy difícil encontrar tiempo para expresarme con tanto estudio y trabajo, pero gracias a la cuarentena he conseguido encontrar un huequecito para hacerlo (y no volverme majara).

En el relato os cuento brevemente lo que recuerdo de un sueño que tuve con un amigo no muy próximo a mí.

Mi amiga Carla, a la que hacía unos meses que no veía, me preguntaba si quería acompañarla al centro comercial a comprar unas cosas. Acepté. Cuando llegamos nos encontramos con unos amigos suyos: Sebas y Simón. Yo no los conocía mucho, habíamos coincidido algunas veces en la cafetería de la facultad a la hora de comer, pero no había hablado casi con ellos. Con Sebas sí que había coincidido un poco más, ya que vino a la fiesta de cumple de Carla y se sentó a mi lado. Pese a no haberlo visto casi nunca, me había tocado pensando en él, pues físicamente es bastante atractivo: en el cumple de Carla, él llevaba un pantalón corto de chándal azul oscuro, que dejaba ver sus piernas un poco peludas y delgadas (es alto y delgado, o largos, como los llamo yo) y un bulto normalito.

Los 4 nos fuimos a la zona de videojuegos, pelis y música a echar un ojo. Cuando llevábamos un rato yo dije que iba al baño y Sebas dijo que me acompañaba. Una vez en el baño, nos dirigimos a los urinarios que había un poco apartados.

-          Mira que me gustan poco estas cosas, pero por no tardar más… - dije yo mientras me la sacaba.

-          A mi sí que me gustan, tienen su punto – me respondió mientras se bajaba la bragueta.

Yo tengo la costumbre de bajarme los pantalones y los calzoncillos un poco, para asegurarme de que no me salpico y ensucio, así que la mía estaba bastante visible. En cambio, el solo se la sacó por la bragueta y pude ver una cabeza bien gorda y cubierta por un delicioso prepucio.

-          ¿Te gusta lo que ves? – dijo Sebas mientras se la sacudía al acabar de hacer pis.

-          No está nada mal lo poco que se ve – le respondí mientras acababa yo.

Me alejé al acabar de sacudirla y antes de que me diese tiempo a guardármela, Sebas se acercó y me la cogió.

-          Sabía que era peluda y que no sería pequeña, dura debe dar mucho gusto – me dijo mientras la sujetaba y me masturbaba, sin quitarle los ojos de encima.

-          No se me han quejado, supongo que no estará tan mal – le respondí mientras me ponía rojo y le miraba a la cara.

Mi polla empezaba a crecer poco a poco por la situación y mi glande empezaba a mojarse. Sebas, que se había guardado la suya, empezó a agarrarse el paquete. Acto seguido se agachó y se la metió en la boca. Empezó a mamarla un poco, se la metió de golpe toda entera en la boca y se la sacó.

-          Qué buena está, cabrón – dijo ahogado, limpiándose el labio y sacudiéndomela.

Se levantó, me besó y me empujó hasta uno de los váteres, cerró la puerta y empezó a besarme salvajemente mientras me tocaba las pelotas y me pajeaba. Mi polla ya estaba durísima, mojada y esperando escupir. Se volvió a agachar, se la metió toda en la boca y empezó a hacerme una mamada, lamiéndome las pelotas y mordiéndome el prepucio.

-          Quiero que te corras – dijo mientras se la sacaba, me tocaba las pelotas y el se metía la mano dentro de su pantalón.

-          ¿Dónde? – le pregunté yo.

Se la volvió a mater, dándome a entender que quería mi lefa en su boca. Tardé unos 15 segundos en correrme y le llené la boca de bastante leche caliente. Se la sacó de la boca, después de limpiarla bien, se levantó, me morreó y me pasó una parte de mi corrida.

-          ¿Quieres tu un poco? – dijo mientras se la sacaba.

No dije nada y me agaché, me la metí entera en la boca y junté mi lefa con su liquido preseminal. Tenía una polla gorda, peludita, con unas pelotas pequeñas y con el prepucio contraído completamente. Me abofeteó suavemente en la mejilla mientras chupaba y le miraba a los ojos. Se corrió. Cuánta leche echó.

Me levanté, nos besamos, nos limpiamos y salimos. Al salir le di un azote en el culo y se rio. Llegamos a la zona donde estábamos antes y vimos que Carla y Simón no estaban. Buscamos unos discos y fuimos a la caja. Al salir del centro comercial un segurata nos dijo que nos había visto y que no volviésemos allí. Salimos riéndonos.