Mi sueño
Esa ida a los dominios del sueño y de los sueños y esa vuelta a la realidad de cada día.
Mi sueño
Sintiéndome pequeña y desvalida
en mi cama vacía de tequieros,
me dormí.
Me colé por el portillo de los sueños
y soñé largamente.
Soñé que seis peces de colores
paseaban por delante de mi puerta
tocando el violonchelo,
y que había collares
de flor de adormidera en el asfalto.
Soñé que el Emperador de China
montaba en un enorme elefante blanco
que tenía los colmillos y los ojos azules.
Soñé que llovía oro
y que la ciudad se cobijaba
en una colcha de e-mails con reflejos metálicos.
Soñé que el mar se afanaba
buscando debajo de los coches
una marea baja que tenía perdida,
y soñé con diez africanos,
de músculos de apetitoso chocolate,
desnudos y magníficos,
con hambre de mujer entre los muslos
y un tamtam de lujuria en la mirada.
Luego me desperté.
Volvía a sentirme pequeña y desvalida
en mi cama vacía de tequieros,
y comprendí que, cuando el sueño huye,
y estamos de este lado de las cosas,
no existen maravillas ni milagros.