Mi suegro Parte 2

Después de esa impetuosa mañana, me puse a tratar de acomodar mis pensamientos, en donde jugaban una serie de cosas, esos momentos con mi suegro que realmente

MI SUEGRO Parte 2

Después de esa impetuosa mañana, me puse a tratar de acomodar mis pensamientos, en donde jugaban una serie de cosas, esos momentos con mi suegro que realmente

me habían no solo impactado, sino que su intervención me llevó a un estado de excitación, que hasta el momento no había arribado. Si bien el amor a mi esposo no lo podía comparar por el que sentía hacia mi suegro, aunque algo me estaba comenzando a atraer. Su manera de tratarme, ese carisma tan especial, pero aunque trataba de no reconocerlo, me excitaba más que nada llevar a mi mente su miembro erecto.

Interponía cada vez que lo recordaba, que era la esposa de su hijo y que lo que habíamos hecho, si bien no se concreto la copulación, no dejaba de ser algo

muy poco digno y menos con su padre.

Traté de ser más cálida con mi esposo, aunque nuestra relación, no pasaba de ser una necesidad biológica, que de alguna manera afectaba mi psiquis.

A pesar de haber tenido una breve conversación con mi suegro, de una manera tácita, tanto de mi parte como de él, no volví a darle la teta a Manu, frente a

Ricardo, como que él tampoco se acercaba cuando eso ocurría.

No puedo negar que esos breves e intensos instantes llegaban a incitarme, hasta un día llegue a masturbarme pensando en esos momentos y fantaseando sobre los mismos.

A pesar de mi esfuerzo de mantener viva la antorcha de nuestro matrimonio, no lograba concretarlo, ni progresos en esa iniciativa, ya era todo bastante rutinario, y a veces pensaba si toda mi vida sería así, apenas tenía 22 años. Por suerte Ricardo, me complacía con obsequios, consejos, sin dejar de tratarme muy cariñosamente.

Así pasaban los días, y mi vida con un futuro algo incierto.

Una tarde había quedado sola, terminé de amamantar al pequeño, higienizarlo y cambiarlo, para luego acostarlo. Apenas se durmió, me fui a la sala a ver televisión, me sentía bastante triste y hasta solitaria, al punto de romper en un profundo llanto.

No me di cuenta que mi suegro había llegado, al oír mis sollozos se acercó para ver que me sucedía, sorprendida traté de contenerme. En el momento que me dice:

“Que te pasa Trini?”

Me abrazo tiernamente, sintiendo contenida, percibía un calor especial, lo abrace con fuerza, al punto que mis tetas se

comprimían sobre su pecho, llegando a segregar algo de mi leche. Traté de separarme para evitar de manchar a mi suegro, quien impidió que me retirase, dándome un beso en la frente, mientras me decía:

“Cámbiate e iremos de paseo” Lo miré sorprendida y a la vez me dio mucha alegría su propuesta, recordando cuando era chica y mi padre me llevaba a pasear.

Eso levanto mi estado de ánimo, así que nos preparamos los tres para dar un paseo. Fue una hermosa tarde y divertida, shopping algo que tomamos, algunos obsequios de su parte, me sentía tan bien que lo tomé del brazo, actitud que le encantó.

Cuando llegamos a casa, estaba mi esposo, algo malhumorado al no encontrarme en casa, esperando que hiciese la cena. Mi suegro no dijo nada, pero por su expresión no parecía estar de acuerdo con el comentario de su hijo. Cenamos, y mi esposo se fue a la cama, casi sin saludar, cosa que no me importo demasiado. Mi suegro me ayudo a levantar la mesa, una vez finalizado, nos fuimos a la sala a ver TV y platicar sobre cualquier tema.

El llanto de mi niño, cortó

nuestra afable charla, así lo traje a la sala a darle la teta, delante de Ricardo, quien se levanto para irse a acostar. A lo que le digo:

“Quédese por favor” mientras lo miraba a sus ojos, notando un dejo de incertidumbre. Como algo muy natural, levanté mi sweater, bajé mi sostén con absoluta lentitud, dejando libremente mi repleto seno a su vista, hasta que coloque al bebe a mamar en el.

Continuamos con la plática, notando el placentero rostro de mi suegro, mientras disfrutaba de ver a su nuera amantando a su primogénito nieto.

Emprendí una diete, que en escasas semanas se podía ver el resultado, a lo que mi cuerpo comenzaba a retomar las formas anteriores a mi embarazo, aunque mis pechos continuaban aun abultados, lo que realmente no me preocupaba demasiado.

Por supuesto que Ricardo notó que estaba perdiendo kilos, haciéndomelo saber diciéndome:

“Cada día estas más bonita”

Palabras que ayudaban a alimentar mi ego, cosa que su hijo,

carecía de esa sutileza, al punto de no darse cuenta del cambio en mi cuerpo. Notaba que mis pechos estaban más suaves, al punto que me encantaba acariciarlos y hasta cuando Manu se prendía a mi teta, era una sensación de placer y hasta podría decir de voluptuosidad.

Una día había abierto mi camisa para observar mis pechos, acariciándolos y hasta apretar

levemente mis pezones, cuando justo pasa mi suegro mirando lo que hacía, me giré rápidamente, observándolo detenidamente, sin tratar de cerrar mi camisa. Me giré como esperándolo, hasta después de breves segundos

se me acerca, me toma de la cintura y me besa, respondiendo a ese contacto inicial. Cuando abre más mi camisa, hasta quitarla, permanecía inmóvil ante su intervención, hasta quedar con dorso desnudo.

Volvimos a besarnos, tomando ávidamente mis suculentos senos con un total

recogimiento, devorándolas con sus locas y frenéticas succiones, hasta sentir como mi leche corría por mis conductos mamarios, mientras mi circulación sanguínea se aceleraba.

Se había apoderado de mis pechos de una manera ansiosa y sin ningún tipo de tapujos, entregándome a su delirante intromisión. Si bien las veces anteriores había desbordado mi excitación, esta vez excedía mi arrebato. Su mano exploraba mi piel sin dejar de frenar sus impulsos a mis agobiadas tetas, me encantaba

sentir esas manos

salvajes y sin recatos ir apoderándose de mi cuerpo.

Sentí que iba deslizando mi pollera, metiendo su mano entre mis piernas, mientras mi sexo se alteraba más y más a cada segundo, humedeciendo mis labios inferiores, hasta ser adsorbidos por mi prenda intima. Sentí que se iba deslizando mi pollera, mientras su mano se metía en mi calzón, tendiendo a bajarlo, mientras lo abrazaba sin detenerlo en sus propósitos.

Prácticamente mi

desnudez se iba haciendo visible,

cuando el llanto de mi bebe se hizo escuchar, haciéndonos venir a la realidad. Lo miré algo asombrada, tratando de cortar con lo que hacíamos, mientras levantaba mi prenda para ir a buscar

al pequeño. Me dirigí a la cocina con mi hijo, me senté colocando una manta entre mis piernas y con el dorso desnudo comencé a alimentarlo.

Cuando se acerca Ricardo y me dice,

con cierta suavidad pero algo autoritario:

“Quita esa manta y tus calzones”

No sé que me sucedió, pero me gusto la manera

en que me lo decía, que obedecí

sin contestar palabra, hasta llegué a quitarme las sandalias.

Así que totalmente desnuda, amantaba a mi bebe, sin dejar de mirar a Ricardo a sus ojos. Sabía que estábamos cruzando el límite de nuestra integridad, pero no me importaba nada, sentía la necesidad de entregarme a sus deseos, que también

eran los míos. Si bien estar así ante los ojos de mi suegro me ponía algo tensa, en el fondo creo que me atraía esa situación.

Se acerco hacia mí, se arrodilló, abrió mis piernas, para comenzar a mamar de mi concha, muy alterada por cierto.

Me fui entregando a sus intenciones, para comenzar a disfrutar ampliamente, sintiendo como mis partes más sensibles eran absorbidas por dos distintas bocas. No llegué a un orgasmo, pero mi cuerpo estaba muy pero muy alterado.

Terminé de alimentarlo, lo cambie, todo de una manera automática, hasta acostarlo, cuando veo a mi suegro totalmente desnudo, con su crecida verga bien erecta. Sin pensar nada, me arrodille frente a él, en una aptitud de total acatamiento, para iniciar una mamada muy especial.

Después de unos minutos en que mi boca se deleitaba con ese respetable miembro, me tomó de los hombros me alzo y me llevo a su cama. Me acostó abrió mis piernas, hasta que sentí ese tronco de carne incrustarse sin mayores contemplaciones en mi vagina deseosa de ser penetrada. Gemí ante esa intromisión algo brusca y directa, pero lo abrace con toda mi fuerza, mientras su pistón friccionaba las paredes de mi cavidad.

Su tamaño afectaba un poco mí claustro, pero me encantaba, porque me fue llevando a un delicioso y prolongado orgasmo, gritaba ante su impetuoso embate, que se prolongo varios minutos, en donde nuestra transpiración se fusionaba por nuestro contacto físico.

Cuando sentí su esperma llenar mi cavidad, grité al apreciar

como mi cuerpo reaccionaba regalándome otro nuevo orgasmo, para

continuar abrazados un buen rato, reponiendo energías.

No llegamos a repetirlo, aunque esa noche lo hice con mi esposo, por supuesto que sin querer hacer comparaciones no fue lo mismo.

Al día siguiente lo volvimos a hacer, sabía que estaba mal pero no podía contenerme, vivía con mi suegro, como podía hacer para no verlo, sabiendo que compartíamos su techo. Admito que era una situación complicada, pero mientras se trataba de encontrar

una “solución”, nuestra relación era cada vez mas apasionada.

No puedo negar que en gran parte era yo, la que iniciaba las cosas, desde levantarme con un camisón corto transparente, cosa que antes no lo hacía, o dar de mamar al bebe con el dorso desnudo, demostrando que estaba dispuesta a tener sexo. No sé por qué motivo, no tomábamos precauciones, posiblemente por sentir su miembro libre de esa membrana protectora.

A pesar de haberme visto desnuda, no dejaba de sentir

una cohibición que me acarreaba, ante su mirada, tratando de taparme con mis manos, que él retiraba besando cada centímetro de mi piel, llevando a girar mi cuerpo, para besar mi cuello, espalda, cintura y mis glúteos. Día a día le iba entregando mi cuerpo, disfrutando plenamente de sus caricias.

Como solía hacerlo habitualmente, una tarde mientras acariciaba mi espalda, llego

hasta mis posaderas, separándolas manteniéndolos con sus manos, sin dudas observando mi ano, cosa que me dio algo de pudor, traté de relajarme para regocijarme de sus excitantes caricias. Hasta que su dedo comenzó a bordear mi orificio, oprimiéndolo cada tanto, ese contacto me enervaba. Hasta que después de ese loco juego, su yema oprimió mi ano, abrí mas mis piernas, como aprobando ese acercamiento, hasta sentir como su dedo se iba introduciendo lentamente en mi conducto. Me dolía un poco, al punto de pedirle que cesara,

pero traté de soportarlo para ir descubriendo esa nueva sensación.

Así con total maestría su dedo fue introducido totalmente, sacándolo y volviéndolo a enterrar, hasta llegar a elevar mi temperatura, después de varios minutos, lo hizo con dos, cosa que me hizo gemir un poco,

por esa intromisión punzante.

Mientras efectuaba ese vaivén enardecido,

su otra mano oprimió mi pecho, apretando mi pezón, mientras sus dedos llegaban lo más profundo que podían. Me sentía totalmente enardecida, con ese abrupto hurgamiento, donde mis tetas comenzaron a expulsar la leche y mi vagina a humedecerse rápidamente.

Empecé a gemir por mi exaltación, a lo que mi suegro acelero el tratamiento, hasta que mi cuerpo parecía estallar por las convulsiones que me producía, gimiendo y gritando de ese

método tan efectivo, aplacándome ante la llegada de un fuerte orgasmo.

Debo reconocer que mi suegro me llevaba a una serie de

estados, que lamentablemente nunca había experimentado.

Nuestra relación se iba acrecentando día a día mas, ya no me vestía durante la mañana, esperaba que se fuese mi esposo para levantarme solo con mi camisón corto, yendo a la cocina a alimentar a mi hijo, esperando a mi suegro para quitármelo, quedando desnuda. Prácticamente ese ritual era todos los días, apenas dejaba de amamantar teníamos una relación. Me encantaba estar desnuda ante él, dándole la teta.

Una mañana después de dar de mamar a mí bebe, llegó Ricardo a la cocina, al verme con mis pechos al aire, no pudo contenerse para comenzar a besarlos, su leve contacto me alteraba las hormonas.

Me quitó el camisón quedando totalmente sin nada, nos besamos alocadamente, hasta que me levantó, sentándome sobre la mesa, abrió mis piernas quedando mis intimas aberturas a su entera disposición, si bien me sentía algo cohibida ante su mirada, me atraía saber que lo excitaba.

Jugueteo con mi ano, hasta que comenzó a lamer mis hendiduras, elevando mi estado de calentura, rápidamente se quitó su ropa, viendo su verga erecta lista a entrar en acción. Quise besarla pero no lo permitió, volvió a elevar mis piernas, apoyándolas sobre sus hombros.

En escasos minutos, sentí su miembro recorría mi raya hasta detenerse en mi abertura, para hurgar alrededor de mi ano, nos miramos de una manera cómplice. Mientras su glande se apoyaba descaradamente en mi aro, oprimiendo su glande contra mi abertura.

Me invadió una especie de temor, pero traté de permanecer inmutable a la espera de su continuidad, a pesar de conocer el tamaño de su aparato, no dejaba de complacerme que fuese mi suegro el  primero en desvirgarme analmente, su glande permanecía oprimiendo mi orificio, como intentando meterlo sin producirme demasiado dolor.

A pesar de nunca haber tenido sexo anal, estaba dispuesta a ofrecerle mi tercera abertura, intente elevar mi culo, esperando su total intromisión, además el hecho de ser desvirgada analmente sobre la mesa de la cocina, no dejaba de producirme una sensación de liberación.

El extremo de su pene permanecía oprimiendo mi acceso anal al pretender introducirlo, exhale un grito de dolor, se detuvo de su propósito, sintiendo su saliva humedecer mi  orificio. Templaba como una hoja, a la espera de esa intromisión,  su glande visita mi orificio, en espera de efectuar su entrada triunfante. Hasta que su cabeza fue apresada por mi esfínter alojándose en mi recto, sintiendo un fuerte dolor, al que trate de no anunciarlo.

Dolorosamente centímetro a centímetro, fue  usurpando poco a poco la intimidad de mi recto, supongo que cada vez más enrojecido por el elemento penetrador, hasta que el esfínter parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las palpitaciones de su aparato reproductor  a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que  al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mis glúteos, anunciando que la totalidad de su miembro se cobijaba en mi entraña. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones se comenzaron a  acentuar, produciéndome un ardor ante su paso. Dada la posición,  me permitía ver su rostro, lleno de satisfacción, disfrutando del culito de su nuera, además  de ver a su verga entrar y salir de mi recto.

Era algo cruel sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme, que a pesar del dolor que me provocaba me encantaba ser tratada con ese frenesí.  Le rogué, que no se moviera, quería disfrutar su aparato en mi conducto, que no dejaba de hacerme vibrar, contrayendo mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó otro  impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo brutal, al punto de hacerme sentir como su puta, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asustó pero a su vez me excitaba esa comunión anti natura. Oprimió mis pezones algo fuerte, gritando por el malestar, pero a pesar de eso le digo:

“Hazme gritar, me duele, pero me agrada” Así continuo hasta hacerme lagrimear por el dolor, mientras su miembro no paraba de hurgar mi pobre ano, y mis tetas producto de ser oprimidas o por mi total calentura, evacuaban el alimento de mi hijo.

Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se iba hacia atrás, la que parecía enervar más a mi suegro, bombeándome

con mayor arrebato. El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo portentoso.

Era todo tan delicioso, que si bien mi actitud era más pasiva, recibía constantemente el furor de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo, aceptando gustosa, ese sexo salvaje e injurioso.

Mientras me cogía, me dice:

“Toca tu clítoris” Lo miré algo sorprendida, nunca me había tocado delante de nadie.

“Vamos, hazlo, “repite. Así que sumisamente acate su requerimiento

No paraba de gemir como desaforada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante, mientras nuestros cuerpos se fusionaban de una manera excitante. Entre temblores y convulsiones me vine, y mi orgasmo fue lo más grande y maravilloso que haya experimentado..  Y momentos después se vino él  llenando mis intestinos con un torrente de jugos.  Exhale, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, mientras mi convulsión parecía aumentar, no tardando en tener un segundo orgasmo, al haber percibido la esperma de mi suegro. Después de haber eyaculado, su cuerpo extenuado cayó sobre mi pecho, acaricie su cabeza, manteniéndonos apareados. A pesar de sentirme satisfecha, no pude contenerme y arrodillándome frente a mi suegro, se la mamé, paladeando un sabor distinto algo amargo pero muy sugerente, posiblemente la mezclas de nuestros resabios.

Cuando recuerdo aquel momento, a pesar de haberme hecho sangrar mi esfínter, y tenerlo dolorido un par de días, siento un cosquilleo interno.

Dios mío, fue una sensación fuera de este mundo, mientras trataba de dormirme no podía de dejar de pensar de ese momento indescriptible, cuando mi esfínter se fue abriendo para permitir forzando

las paredes de mi conducto, la entrada de ese trozo de carne entrando

hasta el fondo, para regar mi intimidad,

tocando mis órganos internos, pero de una manera muy deliciosa.

La relación continuo, y lamentablemente por así decirlo cada día más intensa, en donde no tenía dudas que vivía dos vidas paralelas en la misma casa. Hasta que un día volví a quedar embarazada.