Mi suegro ordeñando mi leche materna 3 sodomizada
Después de descubrir que yo engañaba a su hijo; mi suegro decidió darme una lección de moral de una manera bruta y violenta
Mi suegro masturbaba su polla mientras bufaba de ira y de pasión. Se mezclaban en su ser como una bebida alcohólica preparada por un barman. Con violencia y agitación se movían dentro de él. No dejaba de ver mi cuerpo y rechinar sus dientes deseando poder clavarlos en mis senos; que sudados parecían dos melones bañados en agua.
-Voy a enseñarte a respetar a tu marido cabrona, ya nunca te vas a acostar con nadie que no sea de tu familia, hija de tu puta madre.
-Usted está haciendo lo mismo, está traicionando a su hijo de la misma manera.
-Todos saben que es deber de una nuera servir a su suegro en todos aspectos, y mantenerlo satisfecho en la cama es uno de ellos.
-Eso no es verdad, tal cosa no existe –dije molesta.
-Tú vas a hacer lo que yo te ordene cabrona, te callas el pinche hocico y obedeces. Y cállate porque te va a escuchar la pinche muchacha que me viene a ayudar, y me vas a arruinar lo que tengo con esa putita –dijo furioso.
-No puedo creer que se esté aprovechando de esa muchacha también.
-Ella lo disfruta, además le doy dinero para que pueda ayudar a su madre con sus tratamientos médicos.
El dejo de hablar y me dio otra bofetada. Yo trate de levantarme para irme de la habitación pero me jalo del cabello, casi haciéndome tropezar y caer.
-¿A dónde vas hijita? Tú me vas a satisfacer hasta que me canse –dijo mientras se acercaba tanto a mí que podía sentir su aliento en mi mejilla. Se aproximó a mí lo suficiente para lamer mi rostro asquerosamente y yo me quede inmóvil.
-Sabe delicioso, el sabor de tu sudor es increíble putita.
-Ya déjeme ir por favor.
El me volvió a tomar del cabello y me arrojó de nuevo a la cama. Esta vez yo caí boca abajo y él se me hecho encima rápidamente sin darme oportunidad siquiera de poder levantarme. Empujó mi cabeza hacia la cobija encima del colchón y se posiciono detrás de mí trasero acomodándose de manera cómoda. Podía sentir su polla frotando ambos glúteos. Su pre eyaculación salía sin parar y dejaba muy húmedo mi trasero. El bufaba dejando salir en cada respiración la lujuria contenida en su caliente humanidad. Por fin pude sentir como me tomaba. –Mmmm –gimió mi suegro mientras la cabeza de su glande hacia una entrada triunfal por mi ano. Yo gruñí por la molestia, y el con cada empujón que daba, golpeaba mi trasero haciéndolo sonar fuerte, y abría mi esfínter cada vez más.
-¡Puta madre July, estas bien pinche apretada culera! Como se ve que mi hijo no te da verga muy seguido.
-El no, pero muchos me han dado mucho mejor que usted. Su polla es una miseria en comparación con los hombres con los que me he acostado –dije de manera retadora.
Me tomó del cabello y lo jalo hacia atrás brutalmente. Yo grité de dolor.
-¿Te crees muy lista hija de tu puta madre? Esta vez te vas a enterar de quien es tu puto dueño, hija de la chingada.
Empujó de manera violenta su polla entrando de lleno en mi ano. Yo me tomé de las sabanas y también las mordí para no darle la satisfacción de un grito de dolor. La verdad fue muy difícil porque no me había lubricado bien y la metió a la fuerza cuando yo trataba de cerrar mi esfínter para que no fuera más lejos. La sacaba casi al punto de dejar mi ano y luego la volvía a meter por completo.
-Mira toda la mierda que te sale pinche July, se ve que te hace falta cagar un poco más –dijo de manera burlona.
-Ya cállese el puto hocico viejo de mierda.
-Viejo, viejo, pero bien que te estas comiendo mi polla por el culo como una putita.
Yo me tomaba de las sabanas con fuerza y el viejo solo seguía su mete y saca sin parar. No se cansaba y no eyaculaba tampoco. La fuerza de sus embestidas me llenaba hasta el intestino y no podía darle el gusto de soltar un gemido de placer. Aunque mis ojos ya comenzaban a llenarse de lágrimas y mi vagina había empezado a dejar salir fluidos de placer. Yo solo rogaba por que el viejo no se diera cuenta.
-Uy, que es esto perrita, ya estas mojadita, pensé que te daba asco; pero veo que te está gustando que te de lo que te hace falta ramera –dijo sin parar de cogerme.
-Usted nunca me va a satisfacer porque no es lo suficientemente hombre para una mujer como yo, como tampoco lo es su hijo, porque cree que me acuesto con otros hombres –dije mientras mi cuerpo y mi cabeza se movían violentamente por sus embestidas.
Él tomó con ambas manos mis largos cabellos y los jaló con fuerza hacia atrás. Yo grité de nuevo y las lágrimas brotaron de mis ojos.
-Así, llora cabrona, así me gusta, que lloren cuando me las chingo.
No podía creer lo que me estaba pasando. Sentía como mi ano se sentía más lubricado por la pre eyaculación de mi suegro combinada con el excremento de forma líquida que salía de mi ano. Yo había comenzado a excitarme demasiado y ya no podía ocultar mis gemidos. Salían involuntariamente y mi suegro se daba cuenta. Reía descontroladamente mientras seguía violando mi ano de una manera brutal. Mi cabeza estaba arqueada hacia atrás y mis ojos estaban mirando hacia adentro de mi cráneo. MI lengua salía de mi boca y el placer invadía por completo mi cuerpo. El sudor de ambos, se combinaba en aquella cama; provocando extraños sonidos al chocar nuestras pieles, la una con la otra. –Ya no más por favor, ya déjeme –dije mientras él seguía destrozando mi ano de una manera bestial. Jadeaba y gemía como un animal y lo único que podía hacer contra eso era abandonarme. Mi cuerpo ya reaccionaba por puro instinto animal. Solo quería que me dominara como una hembra dominada por un macho en lo salvaje de la jungla.
-No te preocupes chiquita, ya me voy a venir –dijo mientras se sujetaba con fuerza de mis caderas embistiéndome de manera furiosa una y otra vez haciendo aplaudir a mi trasero.
-Vengase afuera, no quiero que se venga dentro de mi ano, sáquelo ya –dije de manera autoritaria.
-Tú no me vas a decir que hacer cabrona.
-Sáquelo ya pinche viejo.
-Ahhh.
El viejo me sujeto fuerte de las caderas y dejo salir su vieja semilla en mi ano. Todo se fundió y mezclo dentro de mí. El sudor, el excremento, la sangre por la fuerza de sus embestidas y el semen amarillento que salía de su pene con fuerza como si fuera la eyaculación de un adolescente. Termino de vaciar sus testículos y cayo rendido en mi espalda pesadamente. –Bájese a la chingada –dije muy molesta-. El hizo caso omiso y me abrazó de manera egoísta masajeando mis senos.
-No te preocupes hijita, yo aun puedo seguir, después de todo aun me falta llenar tu vagina de putita –dijo mientras se acercaba a lamer mi oído de manera pervertida. Continuara…