Mi suegro me pone

Me encanta excitar a mi suegro.

Mi suegro me pone.

Los Montenegros 1.

Estaba sentada en las rodillas de mi suegro, y notaba su erección contra mi cola. Era algo que yo deseaba desde que noté como se excitaba espiándome.

Le conocí pocas semanas antes de la boda con su hijo mayor, Sergio, mi marido, y cuando nos presentaron, me desnudó con la mirada.

Apenas llevo un año de casada, y le noto como un tigre controlando a su presa, esa soy yo.

Es el patriarca y dueño de la empresa donde trabaja mi marido, tiene fama de hombre dominador y al que no se le puede decir que no. Tiene 60 años, pero está de buen ver, como un galán maduro.

Tener excitado al hombre que cogía con todas las mujeres que quería, y eran muchas, me ratoneaba aun más. Yo procuraba encenderle, le daba besitos en la mejilla, me apoyaba en él para que notara mis lolas, le hacía pequeños mimos, y me dejaba acariciar, cuando de manera descuidada ponía su mano en alguna parte de mi piel desnuda.

Llevábamos una semana en su casa de Pinamar, y él me espiaba, sobre todo cuando cogía con mi marido ( lo descubrí al segundo día), eso me ponía aún más, llevándome a actuar como una estrella porno para sus seguras masturbaciones.

Ese día nos habíamos quedado solos, Sergio y su madre habían ido a la compra. Los dos estábamos en el jardín. Él leía algo en la notebook, yo Noticias, él en traje de baño, unas bermudas largas hasta la rodilla, yo una bikini blanca.

Me mojé con la ducha, sabía que la tela mojada transparentaba mis pezones que además estaban erectos, levantó la vista de la portátil y me miró con ojos lúbricos.

Me acerqué a él y con mi voz más insinuante le dije:

"Con este calor, debe estar ardiendo, supercaliente. Deje que le refresque, mire que lo mojadita estoy."

Me senté sobre sus muslos, mi espalda contra su pecho, mi cola pegada a su vientre. Estaba semirígida su pija, pero al sentir mi piel, se endureció por completo.

Había retirado la notebook, pero no la había apagado, pude ver que leía,

un relato de TR.

Coloqué la compu para que pudiera seguir leyendo sobre mi hombro.

El no dijo nada pero me dejó leer. Yo estaba excitada, y además notaba su excitación, y para mas añadidos la lectura erótica me puso más cachonda si era posible.

Empecé a mover la cola, apretando y distendiendo las nalgas contra su verga dura. Él estaba quieto, sólo actuaba yo, sabíamos que teníamos poco tiempo.

Noté la mojadura de su semen en mi carne, a través de la tela de los bañadores.

Me levanté.

"Sos un semental"

"Y vos una putita "

Le di un piquito y me fui a duchar, él a cambiarse.

Estaba segura que como decían en Casablanca, era el principio de una "gran amistad".