Mi suegro me obliga a ser su mujer
Mi suegro me obliga a ser su mujer, después soy yo la que se lo pide
La primera vez que escribí un relato aquí, hace unos años ya, les dije que también les contaría fantasías que tengo. Desde hace algún tiempo tengo sexo con mi suegro, el papá de Arturo, el se llama Eduardo.
Aún no he escrito nada de él, y hoy les contaré una fantasía, en una fantasía las personas pueden ser completamente diferentes, en está yo seré la esposa más buena y fiel y no la puta come vergas que ustedes ya conocen. La fantasía es así.
Me casé con Arturo completamente enamorada, fue apenas mi tercer novio, yo jamás había estado con ningún hombre, solo con él, poco antes de casarnos empezamos a tener sexo.
Un día estábamos muy tranquilos viendo televisión cuando sonó el teléfono de la casa, mi esposo contestó, yo fui a la cocina por agua, al regresar ya había colgado. Me dijo que su mamá estaría de viaje con unas amigas dentro de dos semanas, se irían a Cancún, que él señor no quería estar solo y que si podía pasar cuatro días con nosotros. Mi esposo aceptó, yo lo vi como lo más normal.
Pasaron las dos semanas, mi esposo fue a recoger a mi suegro, el señor siempre me cayó muy bien, era una persona muy educada, un señor muy guapo, que gustaba de cuidar su aspecto. Aunque el señor me gustaba, siempre fui respetuosa pues era el papá de mi esposo y yo soy una mujer fiel.
Llegaron a la casa, Eduardo me saludó con el cariño que siempre lo hacía, yo lo saludé dándole un abrazo y un beso. El contacto con él me ponía nerviosa, pero yo era una mujer fiel, no podía demostrarle que lo deseaba. Era sábado, la pasamos los 3 juntos, de reojo veía a mi suegro, que hombre tan atractivo. El domingo salimos a comer y al cine, su papá nos dijo que hacía muchísimo, no entraba a ver una película. Ya en la noche regresamos a casa, todos nos metimos a nuestros cuartos, media hora después de que llegamos, fui a la cocina. Tomé un vaso de agua, me paré enfrente de la cocina, dando la espalda a la cocina, escuché que alguien entró a la cocina, no vi quien.
Sentí como me pasaban un pene bien parado por las nalgas mientras pasaban. Una vez que pasó, escuché la voz de mi suegro que me decía que tenía sed por tantas palomitas en el cine. Yo me despedí, en la cama, no podía dejar de pensar en el pene que sentí, me sentía mal porque pensaba en el pene de mi suegro pero no pude evitar tocarme la vagina discretamente para que Arturo no se diera cuenta.
Al siguiente día que fue lunes, Arturo se fue a trabajar. Yo me levanté mi suegro estaba haciéndome el desayuno, me pidió que me sentará me sirvió el desayuno, me gustaba verlo atenderme. Mientras desayunábamos él me miraba con un brillo especial en los ojos.
Me pidió que saliéramos a comer que no quería que me cansara cocinando, que antes fueramos a caminar por la ciudad, así lo hicimos. Ya en la comida, como tres veces puso su mano sobre mi pierna, platicábamos de todo, yo me estaba calentando, pero debía evitarlo era mi suegro.
Después de la comida, fuimos a tomar un café, cuando yo sabía que Arturo ya no tardaría mucho en llegar a la casa, le dije a mi suegro y nos fuimos, en el camino me pidió que me orillara, así lo hice, le pregunté que que pasaba. El me tomó la cara y comenzó a besarme, respondí el beso nos besamos por algunos minutos. Después yo me quite, le dije que estaba mal, que no podía hacerle eso a mi esposo, que él era mi suegro, que Arturo era su hijo. Eduardo se disculpó, yo le dije que lo olvidaramos.
Al llegar a la casa, Arturo ya estaba, nos vio, me preguntó si estaba bien, seguramente se me notaba lo nerviosa y lo excitada por el beso, le dije que sí, que solo hacía mucho calor. Me despedí de ellos y me metí a la recamara. Como mi esposo estaba con mi suegro aproveche la soledad y comencé a masturbarme, el beso me dejo muy caliente. Me imagina que mi suegro entraba a mi cuarto y me hacía el amor. Tuve un orgasmo. Me acosté y me sentí culpable, me había masturbado pensando en mi suegro. Me quede dormida.
Al siguiente día me desperté, me levanté y fui a la cocina. Mi suegro ya estaba ahí, el desayuno estaba listo.
E –Hola Pamela, siéntate y desayunemos.
P –Buenos días, gracias señor Eduardo.
E –Quiero disculparme por lo de ayer, sé que estuvo mal.
P –Olvidemos ese asunto, es lo mejor.
E –Me imagino que no tengo una oportunidad contigo.
P –No suegro, usted es el papá de Arturo, el hombre que amo.
Él se paro, se puso a mi lado, se bajo el pantalón de la pijama, quedo al aire un enorme pene.
E –A mi ninguna puta me va a despreciar.
Tomó mi cabeza, me hizo abrir la boca, y metió su pene en mi boca, apenas estaba duro.
E –Mamamela para que se pare bien.
Yo no me movía, el comenzó a mover mi cabeza, yo tenía la boca abierta, su pene salió dos veces, cerré la boca, trate de irme pero el me tenía bien agarrada.
E –No puta, no te vas, hoy serás mía.
P –Suegro por favor, soy la esposa de su hijo.
E –Sí y también eres una puta que desea ser mía.
P –No suegro, no siga, prometo que Arturo no se enterara si para con esto.
Volvió a meter su pene mientras yo hablaba, me tomó de la cara, me hizo cerrar los labios, metía y sacaba un poco su pene en mi boca, se paró por completo.
A esa altura no aguantaba mi calentura, empecé a mover mi lengua, quise sentir cada centímetro de ese pene, dibuje sus venas.
E –Si te encanta la verga puta, sabía que ibas a terminar cediendo.
Me lo saqué.
P –Suegro no se que me pasa con usted, se que no esta bien, pero no me puedo detener.
E –Eres una puta, es lo que te pasa, y tuteame, me gusta que mis putas me hablen de tú, ahora sigue mamando.
Me lo volví a meter, seguí chupando todo el pene por un buen rato, mi lengua iba de adelante hacía atrás, después chupe la cabeza, me sentía muy caliente, era increíble, yo una mujer fiel, una mujer de su casa, buena esposa, ahora estaba chupando el pene de mi suegro.
P –Vente en
mi boca antes de que me arrepienta.
E –No Pamela, aún te voy a coger.
P –No eso no, ya es mucho con que te chupe el pene.
E –Mira puta, no chupas, mamas, y no es pene, es verga, tú no eres mi nuera, eres mi puta, quítate la ropa.
Obedecí, el me hizo dar la vuelta.
E –Estás riquísima, que buena estás Pamela.
Me abrazó, me besó y me agarró las nalgas, sus manos sabían como hacerme sentir bien, me las apretaba muy fuerte, me sentía deseada. Su mano comenzó a tocarme la vagina, metía dos dedos, acariciaba mi clítoris, el placer era enorme.
P –Ya suegro, méteme la verga, no aguanto más.
E –Espera putita.
Me acostó sobre la mesa, me hizo abrir la pierna, y con gran habilidad comenzó a chuparme la vagina, era delicioso, su lengua sabía moverse. Cuando me chupó el clítoris no aguante más, sentí como una descarga eléctrica recorría mi cuerpo, tuve un orgasmo delicioso, como hacía mucho que no tenía uno así.
P –Aaaahhhh me vengo suegro, que bien mamas.
Mientras yo me recuperaba, el se puso de pie, tomo su enorme verga y la apunto a mi vagina. Sentí como me abría y como me llenaba con aquella vergota.
P –Aaaahhhh suegro que vergota tienes, como me llena.
E –Toma puta, que rica estás.
P –Cogeme, cógeme duro.
Yo hablaba como nunca lo había hecho, el placer era enorme, sentía como entraba y salía de mí. Tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, su verga entraba más profundo, la movía lento pero yo sentía delicioso.
Así estuvo un rato, me cargo sin sacármela, me hizo brincar sobre su verga, el placer era maravilloso, volví a llegar a un orgasmo.
P –Que bien coges, eres el rey verga.
Sin sacármela, me llevo a mi cuarto, me la sacó y me hizo ponerme de perrito, me la metió, comenzó a meter y sacar muy rápido, se sentía muy bien, mi vagina era un mar de placer, el que ya había aguantado muchísimo, se vino dentro de mi vagina.
Sentí como su semen caliente me llenaba la vagina, era tanto que empezó a salir rápidamente de mi vagina.
Apenas iban a dar las 12, todo el día estuvimos cogiendo, lo hicimos en mi recamara, en el baño, en la sala, en el jardín, la cocina. Una media hora antes de la llegada de Arturo nos bañamos y vestimos, al llegar Arturo no sospecho nada. Estar con mi suegro fue increíble.