Mi suegro Ernesto 2

Aquí les cuento como continuó la historia de tanta confusión y placer con Ernesto, mi suegro de 54 años, un macho escultural que cambiaría mi vida.

Mi suegro Ernesto (parte 2)

Lamento haber demorado tanto en continuar la historia del comienzo de mi relación con mi suegro pero aquí va y espero los entretenga un poco.

Esa noche luego de lo sucedido, que conté en mi relato anterior, no pude pegar un ojo, sentía que mi cuerpo flotaba luego de mi experiencia con Ernesto, mi suegro, ese macho formidable de 54 años, 1.85 de altura y unos 100 kg de peso, no es gordo sino deslumbrantemente corpulento, ojos azules penetrantes (igual que mi novia Paula) cabello entrecano, sienes blancas y un bigote blanco tupido, grueso que parecía crecer furioso. Un hombre de rasgos tan masculinos que intimida, produce una sensación de temor y excitación a la vez. Esas manotas enormes, dedos gruesos, ásperas!!! Esa mirada penetrante con esos ojos azules era casi imposible de sostener, su piel algo oscura en contraste con su cabello entrecano. Sus arrugas reflejaban el paso del tiempo pero le da una presencia, un aspecto de macho maduro, con mucho vivido. Su cuerpo escultural es el fruto de más de 30 años de pesas además de ser un hombre deportista.

Qué decir de mi cuerpito lampiño y delgado cuando estaba al lado de semejante bestia madura. Mis bracitos eran insignificantes al lado de los suyos.

Había experimentado el momento más excitante de mi vida y no había sido con Paula sino con Ernesto, su padre, mi suegro. Repentinamente tanto placer y esa sensación paradisiaca comenzó a diluirse y empecé a sentir angustia, miedo de que Ernesto se hubiera dado cuenta de algo o de que Paula hubiera escuchado algún ruido. No sabía qué hacer a la mañana siguiente. Mientras mi cabeza iba a mil, la puerta se abre, era Paula, yo estaba paralizado, ella sonriendo se mete en mi cama y me empieza a besar.

-Estoy muy cansado, mi amor, además acá no podemos hacer nada tu papá está durmiendo en la habitación de al lado.

-Tenés razón Andrés, pasa que te quiero tanto, me gustas tanto. Muchas gracias por haberte quedado y haberme ayudado con papá.

Al menos mi novia no había escuchado nada. Traté de dormir pero casi no pegué un ojo en lo que quedaba de la noche que no era mucho.

Cerca de las 9 de la mañana sentí ruidos en el pasillo, era Ernesto entrando al baño que abría la ducha para darse un baño, inmediatamente mi imaginación empezó a volar y en cuestión de segundos mi erección era notoria. Me vestí rápido para irme y evitar cruzarme a Ernesto, tenía vergüenza, no sabía que pasaría, sentía miedo. Salí rápido pero Paula me retuvo pidiéndome que me quedara a desayunar con ellos y no pude irme. Estábamos en la cocina preparando el desayuno cuando apareció Ernesto, lo miré, me miró…

-Buen día chicos

Fue todo lo que dijo. Estaba serio y parco. Por Dios se ha dado cuenta de todo!! (pensé). Desayunamos, hablando muy poco pero como si nada hubiera pasado. Era tal mi nerviosismo que no había advertido que Ernesto estaba con una remera blanca, mangas cortas hasta que veo apoyar sus dos brazos sobre la mesa. Creo nunca voy a acostumbrarme a verlo!!! Esos brazos enormes sobre la mesa eran un espectáculo maravilloso. Esos bíceps asombrosos que aunque en posición de descanso se ven súper trabajados con esas venas que lo recorren. Tan gruesos, tan fuertes, tapizados por sus pelos la mayoría ya blancos, es alucinante ver un macho tan viril y fuerte con canas, es una combinación irresistible.

Mi temor ya iba más allá del escándalo, temía porque semejante bestia se enojara conmigo. Eso era excitante pero me asustaba. De repente cruzamos la primer mirada directa de la mañana, me encontré con esos ojos azules, con su bigote haciendo juego con sus sienes plateadas y pude verlo por primera vez sin afeitarse a la mañana. Pude ver la fuerza con la que su barba entrecana crecía salvaje, sin pedir permiso, un macho lleno de testosterona por donde se lo mirara.

-Que te pasa que me mirás así Andres?

-nada Ernesto, porqué? (yo creo que me orinaba encima del miedo que tenía)

-papá, Andrés no tiene porque soportar tu malhumor de la mañana (dijo Paula, se levantó y se fue al baño)

-vos y yo vamos a tener que hablar (me dijo, y mi corazón parecía se salía del pecho)

-yo te puedo explicar Ernesto (le dije con la voz quebrada)

-yo te tengo que explicar y pedir disculpas por el papelón anoche en la fiesta Andresito (mi alma volvió al cuerpo)

-uy Ernesto, por favor, no pasó nada, no lo tomes como gran cosa si fue solo una fiesta con un poco de alcohol jaja (reímos juntos)

-no sé qué pensarás de mí pero bueno ya está no puedo hacer nada

-no hablemos mas del tema (le dije)

-me parece bien (dijo) pero porque me dijiste que me ibas a explicar, explicar qué? (yo no sabía que decirle)

-es que pensé tal vez te había molestado me quedara a dormir pero fue porque Paula me pidió, espero no lo tomes a mal (mientras le decía eso me paraba para irme a casa, eran casi las 11 de la mañana)

El se paró para acompañarme y al llegar hacia la puerta me dijo:

-Andresito vos sos de la familia ya te lo he dicho y en este tiempo que te he conocido me he dado cuenta que sos lo mejor para mi hija.

Cuando terminó de decirme eso me dio un abrazo como nunca me había dado, muy fuerte, me pegó a su cuerpo que tenía un aroma a macho perfumado que no podía creer. El abrazo duró unos segundos, mi cuerpo parecía fundirse al suyo y desaparecer, sentía la potencia de su pecho, sus brazos fuertes rodeándome, yo estaba casi sin aliento, mis manitos estaban en su ancha espalda que parecía no tener fin, era la primera vez que sentía así su espalda, tan amplia, tan fuerte. Una de sus manos estaba en mi cintura y me hizo una leve caricia y sentí que iba a hacerme desmayar de la excitación. Para terminar de despedirme me apretó un poco más contra su cuerpo y cuando siento su bulto no podía creer lo hermoso de aquella sensación. No voy a cansarme de decir una y otra vez la fuerza y energía de este hombre, una cosa increíble, un toro de 54 años, un animal y me tenía a mí con mi cuerpito insignificante como si fuera su bebé.

No conforme con eso me dio un beso en mi mejilla (como ya dije es habitual saludo en Argentina entre familiares y amigos) raspándome toda mi piel con esa barba de un día y sintiendo la caricia de esos bigotes hermosos. Todo esto fue en apenas segundos pero al desprenderse nuestros cuerpos yo sentía que me desvanecía, sentía que todo mi cuerpo temblaba por dentro y por fuera. Se mezclaban muchas sensaciones, sentía confusión, excitación, miedo, placer, imposible de explicar con palabras. Di media vuelta y me fui a casa.

Llegué a casa, derecho al baño a masturbarme frenéticamente. La sensación de su cuerpo sobre el mío quedó impregnada en mis sentidos, mi piel tenía su olor, la sensación de su piel curtida rozándome, su barba raspándome, sus bigotes. No entendía nada. No podía ser que a semejante macho varonil le gustaran los hombres, definitivamente me estaba volviendo loco, mi imaginación me conducía a cualquier lado y la situación ya no sabía cómo manejarla. Estar con Ernesto era muy incomodo, supongo se me notaría en todo el cuerpo, en mis gestos, en mi mirada, mis erecciones aunque tratara de ocultarlas. Por otro lado mi relación con Paula, todo era una locura.

Todo tenía que ser una confusión mía, el no era más que mi suegro, un macho increíble, afectuoso, paternal, contenedor y todo eso me confundía.

Por otro lado Paula me había contado que desde que se había separado ella creía que su padre no había vuelto a estar con una mujer, que su divorcio lo había golpeado mucho, aunque de eso nunca se habló mucho más.

Con Paula, como no podía ser de otra manera, las cosas empezaron a andar mal, aunque seguíamos juntos las cosas ya no eran lo mismo, yo no tenía ganas ni de tocarla solo pensaba en Ernesto y eso me jodía porque la quería pero su padre me volvía loco.

Un día recibo una llamada de Ernesto a mi celular y me dice:

-Andrés tengo que hablar con vos, vení a casa que Paula no está así hablamos tranquilos.

Aunque era un hombre afectuoso tenía aspecto de ser demandante, de dar órdenes, su tono de voz siempre firme como dando órdenes, su voz era gruesa y parecía ronca aunque no lo era. Esto contrastaba cuando adoptaba esa postura paternal y contenedora, parecía disociarse ser por un lado un ser dulce y amable y otras veces parecía ser un hombre rudo, con voz de mando y hasta agresivo parecía. Todo eso era confusamente excitante.

-Si Ernesto, pero que pasa?

-vení para casa que hablamos.

-ok

Al llegar a su casa y abrir la puerta no podía creer lo hermoso que estaba cuando lo veo. Me saludó de manera distante. Estaba con una camisa mangas cortas que le apretaba sus bíceps de manera tal que parecía que sus brazos iban a rajar la costura. Cada vez que lo veía sus bíceps parecían más grandes, tapizados por pelos entrecanos con esa vena gruesa que delataba esa musculatura. Qué decir de sus antebrazos!!! Un animal!! Increíblemente bellos, peludos llenos de venas, fuertes como el acero. Como nunca llevaba un par de botones abiertos que no podía evitar saliera afuera esa maraña de pelos blancos. Nunca lo había visto con una camisa tan ajustada, sus pectorales eran avasallantes, voluptuosos, puro musculo. Tenía puesto un jean que sin ser ajustado mostraba sus piernotas con ese culote de macho maduro que pocas veces se puede encontrar. Lo más impactante de todo era ese bulto maravilloso, toda esa carne que tenía entre las piernas que daba la sensación de querer explotar el cierre del pantalón. Pensar que una vez pude verlo y sentirlo desnudo y nunca más volvería a poder… Definitivamente esa noche yo no había podido tomar conciencia de que estaba ante la presencia de un hombre fuerte, hermoso, macho, viril, peludo, un DIOS con todas las letras.

-como estás Ernesto?

-decime una cosa, que carajo te pasa a vos pendejo? (me dijo eso de una manera agresivamente amenazante como nunca lo había visto)

-nada Ernesto, de que me estás hablando, que pasa?

-no te hagas el vivo conmigo (gritó mientras cerró un puño, furioso. No puedo explicarles lo que era ver ese puño amenazante y es definitivamente imposible transmitir como se le hinchó el brazo, era una masa de músculos que parecían iban a explotar) Yo entré en pánico, nunca había visto semejante bestia enojado de esa manera, hacía que me sintiera más pequeño y frágil. No podía evitar pensar que si llegaba a darme un golpe me mataba. A mí no me salía palabra, no sabía qué hacer.

-vení para acá, vamos a hablar al gimnasio (sin que me diera cuenta me agarró con fuerza de un brazo y me llevó por la fuerza como si fuera un muñeco)

La fuerza con la que me apretó el brazo era brutal al punto que sentí que me lo arrancaba, me dolió mucho. Mi cuerpo flameaba casi por el aire y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en el gimnasio y el cerrando la puerta con llave que sacó y la puso en su bolsillo.

-de acá no te vas basura hasta que me expliques que es lo que le estás haciendo a mi hija que hace una semana casi no come y no deja de llorar por los rincones.

Era tal la furia que tenía que se había puesto colorado, su torso se hinchó que parecía iba a reventar, su cara se había transformado, sus rasgos agresivos lo mostraban capaz de cualquier cosa. Yo no entiendo todavía como no me cagué u oriné encima. No podía ni hablar. Con la voz entrecortada le dije:

-no le hice nada Ernesto, te juro!!!

Pude ver se le había abierto un botón más de la camisa, entre esa mata de pelos se le veía el pecho contraído, hinchado, parecía un animal a punto de asesinar a alguien.

-si no me decís, pendejo de mierda, te voy a reventar a trompadas!!!!

Ya estaba fuera de control, furioso, desencajado, le dio un puñetazo a la puerta que tendría que mostrarles la foto del agujero que le hizo!! Cuando gira me doy cuenta que la manga del brazo con que había golpeado la puerta se había descocido. Pese a mi miedo no podía creer como producto de la furia que tenía su cuerpo se había transformado, parecía más grande aún, una masa de músculos un animal fuera de control.

-No estamos bien Ernesto pero no le hice nada te juro que no, yo la quiero mucho.

No había terminado de decir eso que se me abalanzó y no sé cómo ni de donde me levantó por los aires y me apoya bruscamente contra la pared, azotando mi espalda que me dolió mucho, sentí que me mataba, me asusté mucho y a mis 31 años empecé a llorar como un nene, muerto de miedo. Llorando desconsoladamente apoye mis manos en su pecho peludo de acero y como pude le dije:

-por favor dejame, no me pegues, me estás lastimando, por favor te lo ruego, te juro que no le hice nada, sería incapaz, no hemos estado bien nosotros, nada más, te lo juro Ernesto perdóname por favor me estás lastimando…

Y no pude seguir porque el llanto se apoderó de mí. Me soltó y caí al piso, me quedé ahí llorando desconsolado en posición fetal.

-Voy a lavarme un poco la cara, a ver si se me pasa la rabia que tengo.

Me dijo ya con tono más calmo y salió del gimnasio. Yo me quedé en el piso hecho un ovillo, estaba aterrado. Al rato volvió, veía desde el piso solo sus pies al lado mío, permanecía parado y no decía nada, yo seguía llorando en el piso ya casi sin fuerzas. De repente siento su mano en mi cabeza y me dice:

-Andresito discúlpame, se me fue la mano, discúlpame por favor. Yo no soy así, pero me tiene muy angustiado lo mal que la veo a Paula y no me dijo nada más que las cosas con vos no estaban bien.

Sentirlo hablar de esa manera me tranquilizó mucho.

-Parate por favor, no quiero verte así.

Mientras decía eso me tomo de los brazos y me ayudó a incorporar. Los rasgos y facciones de su rostro habían vuelto a la normalidad, pese a ser un macho de rasgos gruesos sus ojos transmitían la dulzura de siempre. Tenía la cara húmeda. Estaba con la camisa completamente abierta y se veía que al lavarse la cara se había mojado accidentalmente el pecho, ver esos pectorales musculosos llenos de pelos blancos y algo húmedos hizo que se me pasara todo el miedo y me excitara mucho. Pude advertir que de la fuerza que había hecho una de sus mangas se había roto, exhibiendo su bíceps peludo de una manera muy hermosa. Pese a que todo había pasado sus antebrazos seguían hinchados con el doble de venas marcadas que aunque lleno de pelos podían verse perfectamente. Debo reconocer que verlo enojado, agresivo y violento también me había excitado mucho. Con lágrimas en los ojos le dije:

-Me asustaste mucho Ernesto, por un momento pensé que me ibas a matar.

-Querido no digas eso, perdóname por favor, me descontrolé, no sé que me pasó, nunca me pasa eso te lo juro. Estás bien? Espero no haberte lastimado…

A mí me dolía todo el cuerpo, la espalda y en mi brazo tenía marcada su manota.

-Rompiste tu camisa (le dije)

-No importa, no me gustaba y además no me quedaba bien.

Mientras decía eso se la quitó. Al verlo con el torso desnudo casi me desmayo. En mi vida he visto un hombre tan fuerte, tan grande, tan hermoso. Ese cuello ancho me llevó con la vista hasta sus hombros grandes también cubiertos de vello, sus pectorales increíbles, voluptuosos como los de un culturista, lleno de pelos blancos en el centro y volviéndose entrecanos hacia los costados, esa pancita deliciosa, velluda casi toda con pelos negros y algunas canas por ahí. Sus brazos parecen dos columnas de acero, enormes, puro músculo. Un hombre maduro, musculoso pero de una contextura asombrosamente grande. Estaba frente a un titán, un gladiador que cuando se enfurecía podía ser mortal!!! Estábamos muy cerca el uno del otro, yo sentía su calor, su energía animal.

-Dejame ver que estés bien.

Dijo eso y comenzó a abrirme la camisa, botón por botón, lentamente mientras sentía me comía con esos ojazos que tiene. Casi sin querer sentía sus dedos sobre mi piel, mi excitación era incontenible, no sabía qué hacer. Quedé sin camisa, mi torso delgado, blanco, débil y lampiño junto al cuerpazo de este macho salvaje. No quiero exagerar pero sus brazos deben ser cuatro veces más grandes que los míos. Comenzó a ver mi brazo, donde me había apretado y estaba todo marcado, me lo tocó y acariciándolo me dijo:

-discúlpame por esta marca pero estás bien, en unos días se te va a pasar. Dejame ver el pecho espero no te hayas golpeado ahí.

Y mientras decía eso comenzó a verme y a tocarlo más que nada como acariciándolo. Sentía sus manos ásperas y grandes sobre mi piel, las yemas de sus dedos parecían quemarme!!!

-Te golpeaste muy fuerte la espalda contra la pared?

Dijo mientras empezó a acariciar mi espalda con sus manotas que parecían cubrirla toda.

-Disculpame querido, nunca más volverá a suceder algo así, te lo prometo.

-No te preocupes Ernesto que estoy bien, ya pasó. (le dije con la voz todavía entrecortada)

La situación era desconcertante no podía creer que estuviera pasando eso, era imposible que a Ernesto le gustaran los hombres y si así fuera que se fijara en mí.

-Amigos como siempre?

Dijo mientras se acariciaba el pecho húmedo moviendo sus músculos pectorales. Yo estaba hipnotizado, excitado, temblaba… Infló su pecho como nunca y me dijo:

-Más que amigos, a vos te quiero como si fueras mi hijo Andresito, dame un abrazo que no quiero estés mal.

Y me abrazó dulce pero firmemente. Yo lo abrace lo más fuerte que pude, comencé a acariciar su espalda que estaba húmeda y se sentía era de piedra. Mi cuerpito estaba perdido en aquella masa de músculos peludos, la sensación de sus pelos y músculos en mi cuerpo lampiño era insoportablemente excitante. Aunque me abrazaba firmemente comencé a temblar entre sus brazos como una hoja.

-estás temblando querido. Me dijo mientras me soltó un poco para verme a los ojos.

-te mojaste todo el pecho.

Le dije mientras llevé una de mis manos, sin pensar, y la posé directamente ahí. Casi por instinto contrajo sus pectorales endureciéndolos, crecieron y se hincharon de manera imponente, yo estaba perdido, con mi mano comencé a acariciarlo como si estuviera secándolo o sacándole el agua. Comencé a sentir su bulto en mi cuerpo, estaba creciendo, no podía creerlo. Volvió a pegarme a su cuerpo y poniendo su mejilla junto a la mía me dijo al oído:

-Vas a perdonarme algún día?

-Sí (respondí)

Sus labios quedaron rozando mi oreja, se corrió unos centímetros y comencé a sentir la caricia de sus bigotes en mi rostro, su aliento, su olor. Comenzó a darme dulces besos en mi mejilla hasta que se acercó al costado de mis labios. No podía creer estuviera pasando eso!!!! Daba besitos y me rozaba casi en el borde de mis labios, me estaba matando de placer y no estaba haciendo prácticamente nada. Sentir su erección en mi cuerpo era intimidantemente excitante, quería comerle toda su vergota de vuelta pero esta vez despierto y viendo su reacción. Mi cuerpo se aflojó de una manera que si él no hubiera estado sujetándome hubiera caído al piso.

Sin pensarlo con mi mano comencé a acariciar su brazo, sentía lo suave de su vello, su piel caliente, la fortaleza de sus músculos!!! Por momentos tensionaba el brazo y era maravilloso sentir el relieve de sus venas.

-Esto es una locura.

Dijo eso y se separó de mí. Se quedó parado mirándome, no decíamos nada, solo nos observábamos, nos comíamos con la mirada. No podía creer que Ernesto hubiera hecho eso conmigo, su torso desnudo se inflaba producto de la excitación, el bulto en su pantalón parecía iba a reventar el jean, yo casi no podía respirar de la calentura que tenía. Me le acerqué y dije:

-No podemos negar lo que nos pasa, Ernesto.

-Te das cuenta lo que estamos haciendo?

-Sí (respondí), no puedo más, Ernesto, te necesito, te deseo con mi alma y todo mi cuerpo.

Me tomó entre sus brazos y me partío la boca de un beso como nunca nadie en la vida lo había hecho. Sentía su humedad, sus labios, sus bigotes gruesos y viriles, su piel que raspaba la mía y su olor que se impregnaba por mis poros. Me abrazó de una manera que me dejó sin aliento y tuve que pedirle aflojara un poco. Sentir sus brazos rodeándome mientras me besaba era indescriptible. Su pecho velludo y musculado fundido con mi pechito, quería quedarme así toda la vida. Como pude llevé mi mano hacia su entrepierna, su bulto había crecido más y más, tenía un fuego entre las piernas. Sin que le dijera nada comenzó a quitarse los jeans y quedó con un bóxer pegado al cuerpo alucinante, se lo quitó y esa verga descomunal apareció con toda la furia. Me le tiré encima y comencé a besarle la cabeza. Nos tiramos al piso sobre unas colchonetas que tenía. Me quitó el pantalón y mi slip quedando los dos desnudos, nos abrazamos fuerte, girábamos, nos besábamos. Comencé a morder sus labios sintiendo la cosquilla de sus bigotes, besé su pera, su cuello, sus orejas, luego comencé a bajar hasta llegar a su pecho. Se lo besé, se lo acaricié, revolví hasta el cansancio esa mata de pelos blancos y hasta, jugando, le di unos golpes a esos pectorales de piedra que tiene. Me detuve mucho en besar y mordisquear sus pezones, eso lo volvía loco, no haciendo otra cosa que emitir sonidos de placer.

Seguí bajando hasta su ombligo previo de haberle pasado la lengua por toda su panza, seguí bajando hasta que me encontré con la verga más hermosa que jamás haya visto en mi vida. Un tronco de unos 20 cm aproximadamente pero lo que era impactante era el ancho que tenía y lo dura que la tenía!!! Realmente metía miedo, en ese mismo momento descarté una penetración. Este hombre además de ser una bestia era un semental viril!!! Le agarré el tronco con mis dos manos, con fuerza y comencé a comerla toda, hasta donde pude, tenía que abrir bastante la boca para poder chupársela, lo volví loco chupándole la cabeza y pasándole la lengua por el tronco y en es ricos huevos peludos!!! Seguí bajando un poco más y sumergido en una selva de pelos comencé a chuparle el culo mientras con la mano lo masturbaba. Ese punto fue el click que hizo conociera al animal en celo que es Ernesto.

En un momento se incorpora, todo transpirado, empieza a besarme pasionalmente, salvajemente y en un tono de voz que nunca le había escuchado me dice:

-Yo voy a mostrarte lo que es estar con un hombre, vas a ser mío, es todo lo que deseo desde la primera vez que te vi, sos un pendejo hermoso.

-Ernesto, nunca me han penetrado, no vamos a poder, disfrutemos así, no me animo dejémoslo para otra vez, vamos de a poco por favor.

Mientras me besaba me decía:

-No tengas miedo bebé, voy a cuidarte, se lo que hago, vas a gozar mucho nene, te va a gustar.

-No sé, Ernesto.

-Nunca vas olvidarte de este momento (efectivamente sería así)

Me giró poniéndome boca abajo y empezó a besarme el cuello, sentir sus bigotes, su lengua y todo el peso de su cuerpo me volvió loco. Me tenía completamente inmovilizado y a su disposición!!!

Empezó a recorrer mi espalda de manera magistral, metió sus bigotes en mis axilas, bajó por el costado besando y pasando la lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a mis nalgas, comenzó a hacerme unos masajes que me aflojó el cuerpo de una manera increíble, comenzó a besarlas, a morderlas mientras acariciaba mis huevos y mi verga tiesa.

-Que pendejo hermoso sos!!! No voy a hacerte nada que no quieras o no me pidas. (dijo)

Comenzó a abrir suavemente mis nalgas, una sensación de desprotección recorrió mi cuerpo y al sentir su lengua en mi orto y la caricia de sus bigotes un escalofrío de placer hizo que mi cuerpo se retorciera emitiendo un gemido de placer que se debe haber escuchado desde la otra cuadra.

Me metió la lengua, los bigotes, me beso y me chupó el orto de manera dulce, salvaje y hasta agresiva por momentos!!! De repente comenzó a jugar con uno de sus dedos que seguía acompañando con su lengua. Nunca en mi vida había sentido tanto placer, tanta excitación y tanto deseo de ser penetrado!!!

Comenzó a introducir su dedo en mi culito, me molestó un poco pero me gustó mucho, a lo último me dolió pero el placer tapaba todo.

-No aguanto más Ernesto, por favor

-Por favor que?

-Quiero ser tuyo, cógeme!!!

No sé si me habría visto muy estrecho o qué pero me dijo:

-Hoy no Andresito, la próxima vez si

-No aguanto más, cógeme por favor te lo pido, te lo ruego, no puedo más.

Sin que terminara de decir eso me dejó boca abajo y me puso en cuatro patas, me lubricó el orto con saliva y arrimó su cabeza a mi culito. Sentía su cabeza hirviendo y me di cuenta que físicamente era imposible que esa cabezota me entrara. Mientras sentía todo eso, no sé cómo, pero me introdujo la cabeza haciendo que diera un grito de dolor.

-Basta Ernesto, me duele mucho no sigas.

-Demasiado tarde, nene. (y largó una carcajada) No te preocupes que va a estar todo bien, no voy a lastimarte.

El dolor parecía estar pasando pero sentía que me estaban empalando, no era tan placentero como me había imaginado. Con mucha paciencia fue haciendo suaves movimientos y comenzó lentamente a introducir su verga. Si antes había sentido que me mataba a golpes en ese momento sentía que me iba a matar cogiendo. El solo imaginar que esa verga súper gorda estaba en mi colita me causaba dolor. Entró de a poco, centímetro a centímetro, salía y entraba cada vez un poco más de manera magistral, el dolor no desparecía pero el placer comenzó a aflorar repentinamente. Empecé a dar gemidos de placer.

-Es increíble que me entre semejante verga (dije)

-Todavía no te he metido ni la mitad Andresito, cuando la tengas toda adentro ahí se va a terminar de endurecer y la vas a disfrutar mucho.

Me quedé blanco, de espaldas tenía la sensación de haber sido penetrado completamente y recién estaba empezando.

Salió de adentro mío, me giró, me alzó como a un niño y me sentó en una mesa que tenía a un costado quedando justo a la altura de su cintura. Besándome frenéticamente me dijo:

-A partir de hoy vas a ser mío para siempre, vas a ser el putito de papá!!!!

-Siiiiiiiiii, cógeme Ernesto, sos un animal, el macho más hermoso que conozco, no me importa nada.

Me tiró para atrás un poco y al acomodar su verga para penetrarme vi ese cuerpo de Adonis listo para embestirme salvajemente. Me penetro de vuelta, yo trataba de contener su fuerza apoyando mis manos en sus pectorales, pero era imposible frenarlo. Iba penetrando mis entrañas de a poco y parecía nunca terminar de entrar. No hay palabras amigos para describir esa sensación ni para describir el momento en que hizo tope en mi orto. Me invadieron una mezcla de sensaciones, sentí que algo en mi culito se había roto, como rajado, me dolía mucho pero a la vez me encantaba. Me tapaba la boca para que no gritara.  Lo sentía adentro mío, adentro de mi ser, se me revolvieron las entrañas, sentía que se apoderaba de mi alma, me sentía amado y violado a la vez. Comenzó a entrar y salir como danzando, ese no era el dulce Ernesto que yo conocía, era como un animal en celo que solo pensaba en saciarse a cualquier precio, un ser salvaje.

Bombeaba con ritmo y energía, yo me arqueaba de placer y dolor, gemía, sentía ganas de llorar y otras sensaciones indescriptibles nunca sentidas por mí. Lo veía bombear y como los músculos de su cuerpo estaban contraídos y marcados, gotas de su transpiración caían sobre mi cuerpo en cada embestida. Perdí la noción del tiempo no se cuanto estuvo cogiéndome a distintos ritmos, pero llegó un momento que el cuerpo no me aguantaba más, estaba empezando a sentir que me desvanecía cuando él sacó la verga y la tomó entre sus manos, no podía creer que semejante pedazo de carne hubiera entrado dentro mío, la tenía dura como una piedra y pude advertir un poco de sangre que por cierto no era de él. Se masturbo como un animal y explotó largando toda la leche sobre mi pecho. Mientras emitía un grito de placer como un oso salvaje mi pecho era quemado por borbotones de leche que esta bestia escupía!!!

Me besó, me acarició dulcemente y me dijo al oído:

-Sos mío para siempre, nene!!

Ese día sentí lo que siente una hembra al ser preñada por un macho en celo, sentí lo que es el verdadero placer más allá de los límites posibles, sentí un macho dulce, sexual y por momentos agresivo. No tenía idea lo que era estar con un hombre, lo que se siente ser cogido y poseído por alguien como Ernesto. Estuve dos días en cama para recuperarme de aquella cogida bestial pero fue lo más hermoso que me pasó en mi vida. La primera vez de una historia que todavía continúa!!!